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Quiero un novio de Regalo

Por Mayra Exitosa

Candy era hija adoptiva de unos amigos de Lady Elroy Andrew, sus padres la hicieron pasar siempre por hija propia, ya que en sus familias la adopción no era tan bien vista, a los diez años de edad ambos padres tuvieron un accidente automovilístico y ella quedaba bajo la tutela de la Tía de William Albert Andrew, quien cuando Candy cumplió los dieciséis años, la noticia triste invadía a la familia Andrew, con una partida inesperada de la dama, quedando así Candy en la mansión con el resguardo del sobrino y dueño de la misma, quienes se habían hecho amigos con sus constantes viajes y salidas, siendo que en cada regreso, le traía souvenirs de cada viaje que realizaba.

- Que bien es muy bonita, ahora tengo colección de cucharitas de cada país, mira estas son de Suiza, Francia y Alemania, me las envió Alistar y estas pequeñas preciosuras donde Francia Inglaterra e Italia y son de Archie, vendrán pronto, quieren estar aquí para mi cumpleaños.

- Me alegro de que no te las hayamos repetido, te traje muchas más que todas las que ya tenías acumuladas, Candy.

- Si, muchas gracias Albert, siempre superas mi capacidad de sorprenderme.

- ¿En serio? ¿Por qué lo dices?

- Nunca te mencioné que me puse a coleccionar cucharitas, y me has traído casi diecisiete.

- Hice trampa, le pregunté a la señorita Winter, ella me los contó, también me dijo cuales habías recibido. La señora que se ocupaba de cuidar y atender de Candy era una dama que la misma señorita Elroy había contratado exclusivamente para estar al pendiente de las necesidades de la hija de sus amistades. Y la cual era ahora empleada directa de William.

- Como sea, eres muy lindo, investigaste y eso vale mucho para mí. Candy le daba un beso efusivo en su mejilla y eso para ella la avergonzaba, pero se reía para no delatarse, mientras que para él le era agradable saberla así tan genuina y agradecida para con él.

- Y dime ¿Qué otras cosas estas coleccionando? Candy lo miraba picara y sabía que él se daría cuenta de ese gusto por la naturaleza y ese detalle que le había dado por coleccionar, así le respondía coqueta,

- No puedo decírtelo, tendrás que averiguarlo.

- Eso es trampa, luego que compraré cuando salga de viaje de nuevo, las cucharitas de plata fue algo muy sencillo de encontrar, supongo que me gustaría traerte algo de mayor dificultad.

- Trampa será que alguien lo sepa y te lo diga. Candy le guiñaba un ojo, eso para Albert era verla coqueta ante él, su cariño escondido hacía ella seguía creciendo, Stear ya tenía novia, era una amiga de Candy, Anthony no había querido regresar de su viaje todavía, y Archie siempre había declarado quererla demasiado, por lo que él siendo el mayor, no tenía esa posibilidad, por lo que su cariño era valioso y sincero.

Las tardes se la pasaban conversando, tenía tanto de estar viajando que estar en casa un fin de semana solos, fue increíble, Albert la había disfrutado en todos los aspectos y deseaba averiguar su otra colección de maravillas que le escondía a todo el mundo. Con la ultima adquisición de cucharitas le había traído el estuche para acomodarlas, ella lo tenía colgado en su habitación, sabía que había otra colección porque la señorita Winter le había dicho que era algo más especial y que ella siempre escondía a ojos de todo el mundo, ni los choferes que la llevaban de entrada y salida de paseos y estudios se habían dado cuenta de que era lo que adquiría y escondía con tanto aprecio. Esto se volvía con mayor prioridad cuando el cumpleaños de ella estaba tan cercano, vendrían todos y traerían regalos hermosos y él no sabía que darle, así que cuando estuvieron a solas sentados en el salón, dejo la laptop en su asiento para ir por limonada que ella misma le había ofrecido, y antes de que su pantalla se bloqueara giraba para ver y era solo un chat entre ella y un grupo de amigas, a lo que le preguntaban que deseaba de regalo y lo que leía lo dejaba atónito

"Bueno chicas, quiero un novio de regalo, para este aniversario seré mayor de edad". Emoticones de corazoncitos, regalitos entre risas era lo que lo dejaba impactado, devolvía la pantalla a su lugar para continuar fingiendo leer el libro. El libro comenzaba a verse borroso, su mente se iba meditando en lo que por curioso había leído. Candy por su parte llegaba y le daba el vaso, luego se sentaba a continuar con la conversación, y el rostro se iluminaba al leer las respuestas de la emoción que sentía.

Mientras que él analizaba como le iba a dar ese regalo, apostaba a quien se lo diera, le querría por toda la eternidad, pero… ¿y si no le gustaba? Le odiaría por el resto de sus días. El dilema comenzaba y las ideas se le aglomeraban una tras otra, sus sobrinos la querían de una manera muy segura, así que podía ver quien de ellos se le deseaba declarar, pero eso era ir contra su propio sentimiento, aunque Candy sería mayor de edad en unas semanas, eso no quitaba que él le llevara mas años que todos sus sobrinos, analizaba que Anthony le llevaba cuatro, Archie cinco, Stear siete, mientras que él le llevaba nueve años, no era lo mismo, como quería saber que regalarle y lo único que por fin sabía que deseaba, no se lo podía conceder sin perder el corazón al mismo tiempo.

Candy notaba que Albert no había bebido la limonada y le hablaba, - ¿No quieres? Albert giraba y la veía sorprendido y aseguraba sin saber porque le había hecho esa pregunta, - ¡Si quiero! - Entonces porque no lo tomas. - ¿No te tomo? - ¡La limonada, Albert! - ¡Lo siento! Creo que estaba tan metido en el libro que no sabía que me preguntabas. - ¡Ah sí! ¿Y de que trata? - ¿Qué? - ¡El libro, Albert! - ¡Ah! Es de negocios.

Se levantaba y tomaba el vaso para irse, estaba evidenciándose frente a ella, y ya no podía continuar conversando, a lo que ella se desanimaba, al verlo irse. Tal vez lo había presionado demasiado.

La fiesta sería en el jardín de la mansión, los chicos llegarían una semana antes y el ultimo en llegar sería él, debido a que estaría en Chicago para adelantar todo lo necesario y regresar de nuevo a Lakewood, para pasar el fin de semana, ya estaba preparado todo, desde la comida, el pastel, los globos, había comprado todo lo requerido incluso letreros brillantes y velitas, por lo que el personal, decoraría el día del cumpleaños que caía en sábado y que desde temprano se prepararían los detalles para celebrarlo.

Anthony viajaba desde Escocia con su novia y el hermano de ella. Stear quería llegar antes para ver a Patricia, quien se vendría de Florida directo a Lakewood con anticipación para llegar y conversar con Candy ahora que ya tenía novio y estar más tiempo. Annie la amiga de Candy vendría el mero día del evento y Archie viajaría de Inglaterra para llegar un par de días antes.

En la oficina William estaba meditando, George conversaba con él. - No pude descubrir la otra colección, lo que si es que ella será mayor de edad. - Pues puedo ayudarte, al parecer colecciona piedras preciosas. - ¿Piedras preciosas? - Si. Es extraño, porque hasta donde yo sé, ella no es de usar joyas, pero el guardia de seguridad me dijo que en una ocasión estaba tan emocionada porque traía unas piedras de colores brillantes y ella iba muy feliz. - ¡Interesante! Gracias George, eso será más fácil que lo que descubrí. - ¿Y qué descubriste? - Pues no puedo decirte como lo hice, pero al parecer quiere un novio para su cumpleaños, de regalo. - ¿En serio? Eso no me lo esperaba. - Si, y tal vez alguno de los muchachos se le declare.

George se quedaba meditando, Anthony andaba con la hija de Mc Lead, y hasta viajaría ella junto a su hermano con él para conocer a Candy. Archie le había pedido algunos detalles para que se los empacara y enviara a la mansión Britter. Alistar ya tenía novia y aunque estaba en Florida viajaban constantemente para verse, vaya que los había sorprendido en varias ocasiones. Luego miraba a William, notándolo algo triste y ajustaba los labios pensando lo que le había dicho Elroy en una ocasión, antes de que ella falleciera. Tendría que ver eso.

George hacia una llamada a Candy para ver lo del fideicomiso de sus padres ahora que sería mayor de edad, para luego se ponía a conversar y Candy le pedía que no faltara a su cumpleaños, que todos estarían ahí y que él no iba a faltar, eso lo hacía sonreír, pues Candy lo consideraba parte de la familia, a lo que esta le aseguraba que iría si le decía que le gustaría de regalo, y ella le aseguraba que su presencia era suficiente regalo para ella.

- Le llevare un regalo muy grande por lo que me dice. - ¿En serio? No es necesario. - Verá que se lo llevo, solo un favor, no lo envolveré, pero le pondré moño. Candy reía porque se imaginaba una mascota, a lo que divertida aceptaba siempre y cuando no faltara.

Continuará...


Esta historia ya la tenía programada, pero no se había dado el tiempo para hacerla, será corta y por lo que pronto estará completa

deseando sea de su agrado, continuamos escribiendo más historias de Albert y Candy

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa