8:45 am.

El cielo comenzaba a ser teñido por los débiles rayos solares, que poco a poco hundían su luz en ese azul nocturno anunciando la llegada de un nuevo día.

Debajo del imponente castillo de Hogwarts, en sus mazmorras, donde los Slytherin mantenían su dominio, se paseaba tranquilamente Blaise Zabini, quien acababa de salir de una de las habitaciones de una chica de Hufflepuff, con la que evidentemente había disfrutado los placeres carnales durante unas horas atrás.

Al llegar a su dormitorio, cansado por su excelente y recreativa actividad nocturna, decidió joder a cierto rubio engreído que dormía plácidamente como un koala, abrazado de su almohada. Se veía tan adorable, sin esa mueca de arrogancia en su rostro que caracterizaba a los Malfoy, ahora de ella no quedaba nada, solo era un adolescente, descansado sin ninguna preocupación. Joderlo le vendría bien.

Y en milésimas de segundos la persecución comenzó:

— ¡Por Merlín, Draco, ¿qué haces dormido todavía?! ¡Levántate! —exclamó el moreno, sonando deliberadamente agitado y con una pizca de preocupación en su voz—. ¡¿Será qué eres sordo, o comienzas a imitar a Weasel?!

En la casa Slytherin todos, sin excepción, sabían que no tenían que molestar a el príncipe de las serpientes si éste no requería de tu atención y mucho menos por las mañanas antes del desayuno. Él mejor que nadie lo sabía, pero nadie le decía que hacer y que no a un Zabini, además solo era un amistoso buen despertar para Draco, que "evidentemente" le pondría de buen humor. Los dos ganaban, así que no había problema.

La fulminante mirada del rubio no se hizo esperar, sus afiliados ojos plateados atravesaron a Blaise como estacas al corazón, exigiendo una muy buena explicación para despertarlo a esa hora; sin embargo, ésto no disuadió al joven mago, lo único que logró con ese gesto fue alentarlo para seguir con el inicio de su agradable mañana suicida.

— ¡No me mires así, que intento ayudarte! —se justificó tomándolo de los hombros, agitandolo—. ¡Draco, tu padre, él se encuentra aquí!

— ¿Qué diablos? —murmuró Draco sobresaltado, dejando a un lado su estado somnoliento.

«¡Vingo!» pensó Zabini al ver lo fácil que fue engatusar al crédulo rubio aunque probablemente fue por el inicio del día y la falta de lucidez, en vez de su perfecta labia. Sintió un poco de lastima de él al contemplar lo ignorante que era al no saber que aquello terminaría en una muerte súbita para su reputación.

— Mira, no tienes tiempo para estas tonterías. ¿Recuerdas la "broma secreta" a la demente de Trelawney? —preguntó, reprimiendo con todas sus fuerzas la risa que insistía en explotar en la cara de su amigo al contemplar la preocupación en sus gestos mañaneros.

Días atrás habían hecho una apuesta todos los varones de Slytherin para gastarle una inocente bromilla a la profesora de adivinación, siendo el perdedor Draco, quien había llevado tal apuesta un poco lejos de ser divertida —y que cualquiera con sentido común lo hubiera notado—, pero el pequeño príncipe caprichosobociferaba que nada era suficiente para él excusándose de su tiranía.

Al terminar con su labor de autócrata-bufón-cobarde, nadie se preocupó por las consecuencias de sus actos contra la profesora, por lo que sólo había quedado en el olvido. Algo que definitivamente Blaise iba a tomar como ventaja.

— ¡Todo Hogwarts lo sabe! —exclamó tomando todo el aire posible para continuar con su mentira piadosa y no farfullar en el intento—. ¡La boquifloja de Myrtle se lo contó a San Potter que a su vez se lo contó Trelawney, quién ha solicitado a Dumbledore una reprimenda para tí! ¡Pero tu padre ha llegado a tiempo y justo ahora está hablando con el idiota del viejo!

— ¡Esa estúpida llorona de Myrtle y su maravillosa verborrea! —gritó histérico, safándose de su agarre y parándose en seco—. ¿Y tú cómo lo sabes Zabini? —inquirió al notar la suprema seriedad del moreno.

— Por si no lo has notado, es jueves, y los jueves por la mañana usualmente estoy con compañía femenina que me alerta de todo. Son fieles a mis grandes dotes — contestó, sonriéndole ladino, mostrando su blanca dentadura y guiñándole el ojo izquierdo—. Además al venir para acá, los escuché. En fin, haz lo que te plazca yo cumplí mi labor como soplón.

Despreocupado de la situación le sonrió impaciente, adoraba jugar con el pánico del rubio, por lo que se sintió plácido al verlo bufar de rabia y comenzar a caminar.

— ¡Maldición! —fue el último retumbar que se escuchó en toda la habitación, después de que el joven Malfoy, salió corriendo por los pasillos empujando a su verdugo quién al estar seguro de que su presencia estaba lejos de ahí estalló en carcajadas.

Las miradas confundidas de sus compañeros no tardaron en llamar su atención, curiosas de la situación, incluso el inmaculado de Theodore, lo observaba esperando algo. ¡Y Blaise Zabini jamás decepcionaba a sus fans!

Con un aura arrogante se subió en la cama de Draco y comenzó a hablar:

— Caballeros, me temo que su compañero favorito a firmando su sentencia de muerte al despertar a nuestro "queridísimo" bebé Malfoy y cargarle una minúscula bromilla que definitivamente no olvidará —dijo con el objetivo de sonar como si se tratara de un capitán dando un discurso de despedida a sus marineros y su navío—. ¡Theo, mi fiel amigo, te dejo mi posesión más sagrada! —exclamó exagerando su tonalidad de voz. Acercándose a él, comenzó a esparcir preservativos por su cama, y botando uno que otro en su rostro—. ¡Mis condones!

— ¡Qué te den Zabini! —gruñó el castaño, tomando los condones que pudo y arrojandolos devuelta—. Deja de hacer tus estupideces, y déjanos dormir.

Claras declaración hicieron reír a unos cuantos, prendiendo la llama de Blaise. Uno de sus pasatiempos era joder a Malfoy, pero joder a Malfoy y a Nott al mismo tiempo era una verdadera maravilla.

— ¡Auch, Theo, mi corazón! —contestó dramáticamente, tocando con ambas manos su pecho y fingiendo una herida en su corazón, ignorando los nuevos susurros de irritación del castaño. Y así se fue, incordiando a cada uno de sus compañeros hasta llegar a las camas de Crabbey Goyle. Tomó a los dos chicos de sus hombros, los miró con sorna y comenzó su parla—. ¡Mis gorilas favoritos, jamás dejen que nadie los humille por comer en exceso! ¡La obesidad jamás será el límite...!

Pero ya no pudo decir más, pues en la lejanía las maldiciones de Draco resonaban entre las grietas de las mazmorras y sus fuertes zancadas eran cada vez más y más cercanas. Fue puro instinto escabullirse dentro del armario del mismo rubio para poder huir con vida.

— ¡Quién se atreva a traicionar a su capitán, se atendrá a una imperdonable! —murmuró lo suficientemente fuerte para que todos en la habitación escucharan, cerrando suavemente la puerta tras de sí.

Y al siguiente segundo, Draco entró con un estruendoso portazo, aturdiendolos.

«Oh, Blaise estaba muerto». Aquel pensamiento inundó la cabeza de los chicos al ver a Draco flamear, era evidente el porqué era el príncipe de esa casa.

— ¿Dónde está el bastardo de Zabini? —exigió iracundo, buscándolo con la mirada entre las sábanas, camas, muebles y demás.

Pero nadie se atrevió hablar. Hecho que hizo rabiar aún más al joven príncipe.

— Quién no me diga su paradero, se las verá conmigo —amenazó, arrastrando sus palabras dejando sobre ellas ácido auditivo.

— En tu armario Draco, deja de jugar a "yo puedo más" porque no estoy de humor, Blaise se gastó todo con su bromita de mierda —concluyó Theodore, frotando la yema de sus dedos sobre su cien, volviendo a su burbuja esquiva.

— ¡Miserable traidor! —gritó el moreno saliendo de su escondite, huyendo de aquel lugar no sin antes empujar a Draco en el proceso de su escape.

Y corrió, corrió ha refugiarse con la única persona que no lo delataría o esperaba que no lo hiciera.

La dulce y cínica Pansy Parkinson.

Sin una pizca de vergüenza, se adentró a las habitaciones de las chicas —nada nuevo para él—, y con sumo cuidado se escondió bajo su cama de su posible cómplice y aguardó en silencio, hasta que el reloj de la Slytherin retumbo en sus oídos. Esperó algunos segundos y salió lentamente, ella seguía dormida, hundida en sus sábanas de satín.

Parecía una auténtica princesa, una princesa sexy.

— Desafortunado el hombre que se case contigo —susurró el moreno, aún contempladola.

— No sabía que la hospitalidad se pagaba con blasfemias Zabini —susurró súbitamente Pansy, abriendo lentamente sus párpados.

— ¿Desde cuándo estás despierta? —preguntó, sonriéndole pícaro, no le extrañaba el raro comportamiento de su aliada—. ¿Será qué te pasaste por dormida para querer tenerme contigo aunque sea bajo tu cama? ¡Por Merlín, linda tu eres VIP, solo pídele a tu dios Blaise cualquier deseo y te lo dará!

— Vete a la mierda —escupió cáustica, comenzando a estirarse—. Se escucharon las rabietas de Draco desde el principio, fue imposible volver a dormir. Minutos después te presentaste. —un bostezo interrumpió su explicación y sentándose al borde de su cama prosiguió—. Estoy segura de que fuiste la causa de todo.

— ¿Disculpa? Blaise Zabini no es un busca pleitos, quizás playboy, exhibicionista y un poco metrosexual, ¡pero nunca un busca pleitos! —ofendido, la miró con reproche.

— Lo que digas —bufó rodando sus grandes esmeraldas marchitas.

— Pans, admítelo jamás he buscado problemas ¡ellos son lo que no se resisten a mí! —se justificó herido, agudizando su oído para poder confirmar el comienzo de su día oficialmente—. En fin preciosa, gatito tiene que irse.

— Espera un momento, ¿no creerás qué he sido benevolente contigo solo porque somos amigos o si? —preguntó con una pura y hermosa mueca de maldad adornando su rostro de porcelana. ¿Qué clase de Slytherin sería si así lo fuera?

— Jamás debí decir que podría darte lo que quisieras —confesó en un tono malhumorado, cruzándose de brazos y esperando lo peor—. Espero que no sea nada fuera de mis alcances Parkinson.

— En lo absoluto, no es nada que no puedas darme —sutilmente, se levantó de su cama y lo acompañó en dirección a la salida. Cosa que irritó al moreno.

— Deja tus rodeos y habla.

— ¡Por Salazar que desesperado eres! —Pansy frunció ingrávido su ceño—. Encárgate de la mini-Weasley por unas horas, lo haría yo misma pero me da una pereza planear algo elaborado para asustarla... Entonces pensé que podrías divertirte un poco con ella hoy en la tarde.

— ¿Sugieres qué sea un cretino? —preguntó incómodo. En sus seis años de estudiante no había tenido la oportunidad de meterse sexualmente con una Gryffindor y de cierta manera le daba lo mismo pero nunca era tarde para probar.

— Me interesa poco lo que quieras hacer, solo entretenenla por la tarde —suspiró, sacándolo por completo de las sala de las chicas.

— Te aseguró que te encantaría saber lo que haré con la pecosa —le guiñó y volvió a sonreírle galante. Le parecía curioso que Pansy quisiera fastidiar a la pequeña Weasley sin razón aparente, aunque tenía muy claro que jamás se debían subestimar los motivos de una mujer (eso al menos se lo agradecía a su madre), le picaba por saber su causa —. Me encantaría saber el porqué de tu molestia con la Gryffindor pero estoy seguro que me botarías a la mierda, jodida y cínica serpiente... ¿Desayunamos juntos? No quiero ir todavía con el traidor y la reina del drama.

Aquella boba confesión provocó una genuina risa por parte de Pansy, contagiandolo al instante. Asumió que eso significaba una completa afirmación y girando sobre sus pies avanzó directo a las bañeras.

— Nos vemos en el comedor dentro de un rato —fue lo último que dijo, desapareciendo de la vista de la bruja que seguía sonriendo por lo absurdo que decía Zabini o quizás por lo absurdo que era él.

Ser un chico guapo tenía sus ventajas, pensó Blaise. Ya les daría amor para tranquilizar la molestia de sus amigos.


Disclaimer: Harry Potter es la serie de la novela fantástica de J.K. Rowling. Ninguno de los personajes me pertenecen.