Renuncia: Los personajes no son míos… bueno sería.
ADVERTENCIA: Si amas con locura la pareja de Usagi y Mamoru y no acepta nada más en tu mente, no lo leas… Aunque si te quedaras hasta el final puede que cambie un poco la percepción de las cosas.
Disfrutenlo!
Cap.1 Aroma de Rosas
-No puede ser posible - resopló aquel hombre mientras salía del lobby del hotel ejecutivo más reconocido de Tokio. Los rayos del sol poniéndose en el horizonte lo cegaron momentáneamente obligándolo a llevar a cabo una mano hacia su rostro para cubrirse. Contempló así un poco el paisaje, sonriendo levemente al ver aquella ciudad que tan bellos recuerdos le traían y en una de sus épocas favoritas del año, el otoño.
Sin más remedio comenzó a caminar por la acera hacia un parque cercano. Sacó su móvil e hizo unas cuantas llamadas, pero todas sin éxito. Al llegar a la esquina tomó asiento en una banca bajo la sombra de un viejo roble. Pasaron unos minutos mientras seguía hundiendo su cabeza en la luz tintineante del móvil, hasta que un aroma hogareño llamó su atención, recordándole que no había comido nada desde hacía horas. Miró hacia ambos lados de la calle hasta que encontró la fuente de aquel hipnótico aroma a comida casera, una pequeña cafetería con un par de mesas en la banqueta que debían dar una vista espectacular de aquel parque. No lo dudo mucho y se puso en marcha, después se preocuparía por resolver sus problemas.
Al llegar ocupó una de las mesas de afuera, y casi a la par una joven llegó y le ofreció una taza de té y el menú del día. Comenzó a leerlo con detenimiento, pero el bullicio de la ciudad llamó aún más su atención. Miraba los autos pasar, la gente paseando en el parque, los cerezos soltando sus hojas. Hacía años que no ponía un pie en su ciudad natal y todo aquello que en otra época de su vida le era tan cotidiano, hoy le parecía más asombroso que nunca, como si lo viera por primera vez ...
-Buenas tardes, bienvenido. ¿Está listo para ordenar? —Preguntó una dulce voz.
-Perdona, me he distraído - contestó mientras bajaba la vista al menú.
-Vaya que lo has hecho Mamoru - respondió aquella voz. Cuando el hombre reconoció su nombre giro a ver a su interlocutor.
-¡Makoto! —Exclamó al ver a la chica de largos cabellos castaños y ojos verdes -¿Qué haces aquí? -
-¿Yo? Aquí trabajo. ¿Qué haces tú aquí? —Le preguntó con una sonrisa coqueta. –Vamos déjame abrazarte hace años que no te veo- Él le obedeció sin chistar.
-Estoy aquí por cuestiones de trabajo—
-Es fantástico, me da mucho gusto saber de ti. Las chicas me comentan que hablan contigo, pero honestamente no tengo mucho tiempo para todo eso de las redes sociales. ¿Cuánto tiempo te quedaras? ¡Pero qué digo! Debes estar muriendo de hambre. ¿Dime, que te ofrezco? -
-¿Tus cocinas? —Le preguntó mientras señalaba su mandil.
-Si, bueno a veces. Justo acabo de preparar algunas cosas. Te traeré algo te va a encantar- Makoto salió corriendo rumbo a la cocina sin darle tiempo siquiera de decir palabra.
En cuestión de minutos el lugar comenzó a llenarse de personas, gran parte de ellos gente mayor que se sentían atraídos por la comida tradicional que ahí se servía.
-Disculpa la demora. Espero que te guste - dijo Makoto mientras ponía frente a él un plato lleno de bocadillos, panes y arroz. El aroma era impresionante y la presentación tan particular como solía ser el toque de la cocina de Makoto. –Debo dejarte un momento, por favor no te vayas sin despedirte. Tengo que atender las otras mesas—
-No te preocupes - contestó él mientras le hacia gestos sobre lo bueno de la comida –No estoy seguro de si me puedo levantar después de comer todo esto—
Después de poco tiempo la noche al fin había caído y aquella pequeña cafetería que hace unos minutos estaba casi sola ahora estaba rebosando de gente que charlaban animosamente bajo la luz de las lámparas exteriores que daban un ambiente místico y calado a la vez. Mamoru observaba con mucho cariño toda la escena mientras bebía una taza más de café. Comenzaba a sentir el cansancio del viaje tan largo y la preocupación de no tener hospedaje volvía a su cabeza después de mirar rápidamente su maleta.
Ya pasado ha pasado casi cuatro años de la última vez que estuvo en Tokio. Después de terminar la universidad le ofrecieron una pasantía en uno de los hospitales más importantes de Estados Unidos, más precisamente en Nueva York. Fue una decisión muy difícil de tomar, debería que dejar a Usagi en Japón para que también estudiará y aunque la paz parecía gobernar de nuevo, el miedo y el recuerdo de la última batalla aún latía en su corazón. Pero no contaba con que su princesa, terminaría confesándole que se había enamorado locamente de aquel chico de largo cabello negro y voz delirante, vocalista del grupillo ese, como le gustaba decirles, Seiya. Desilusionado y confundido tomó la oportunidad de irse, vendió sus cosas y se marchó.
-¿Todo está bien Mamoru? —Cuestionó Makoto mientras se acercaba a él.
-Todo tan rico como siempre Makoto. Por favor dime cuanto te debo, honestamente el viaje me tiene cansado y aún debo ir lejos para hospedarme—
-No me había fijado que llegaste hoy —respondió mientras miraba la maleta -¿Dónde te quedas? -
-Aún no lo sé, tenía una reserva aquí enfrente, pero se han confundido y me la cancelaron al llegar. Hay un hotel al otro lado de la ciudad, pero quedan tan pocas habitaciones que no pudieron reservarme si no estoy ahí - contesto con un tono de cansancio –No entiendo—
-Debe ser por el festival, este año lo han anunciado mucho mayor que otros. He visto muchos turistas en estos días—
-¿Un festival ?, ahora me explico— musito entre bostezos.
-No se hable más —respondió Makoto mientras le extendía la mano –Toma, son las llaves de mi departamento, tengo una disponible puedes quedarte conmigo esta noche o todo el tiempo que quieras—
-Claro que no, no quiero molestar—
-Vamos, no es molestia. Vivo a pocas calles, si ibas a quedarte aquí enfrente es porque piensas moverte por este lado de la ciudad supongo—
-Pues sí… - susurró mientras veía las llaves.
-Ve a descansar, si no estas a gusto mañana puedes buscar otro lugar además a mí también me vendría bien un poco de compañía - dejó las llaves sobre la mesa y se dirigió a atender a otra mesa. - Llegaré cerca de las once, por favor siéntete en casa-
-Espera, dame la cuenta- pero ella solo se giró y le guiño un ojo. Mamoru, tomó las llaves y su maleta, casi al llegar a la esquina se giró para buscarla y con la mano se despidió.
Mientras caminaba rumbo a casa de Makoto contemplaba el vecindario. Por un momento se inquietó al pensar si daría con la casa, al fin y al cabo, solo había estado ahí un par de ocasiones cuando mucho y hacía muchos años atrás, sin embargo, las hermosas flores visibles en el jardín como en el balcón despejaron todas las dudas.
Al entrar vio una casa limpia y pulcra, no esperaba menos. Todo parecía estar en su lugar salvo una pequeña gotera en la llave de la cocina. Dejó sus zapatos en la puerta y camino lentamente, como si pudiese despertar a alguien con sus pisadas. La primer habitación tenía la puerta ligeramente abierta, pudo ver una cama muy bien arreglada con algunos cojines y ropa de cama doblada al pie, supo que esa era la habitación de Makoto. La siguiente puerta debe ser la suya.
Makoto llegó al diez para las doce, al entrar vio los zapatos de Mamoru y se sonrojo al recordar lo atrevida que fue al pedirle que se quedará esa noche. Rápidamente intento borrar eso de su mente, al fin y al cabo, eran amigos y Usagi… Usagi no tenía por qué enfadarse con ella. Dejó unas cosas sobre la mesa y se encamino hacia las recamaras. Poco antes de entrar, la duda la atrapó así que camino hacia la puerta de Mamoru, pero él ya dormía profundamente. Su rostro estaba iluminado por la luz de la luna que se colaba por la ventana, sobre la mesa descansaban algunos libros de medicina y en la silla, una bata blanca y arrugada colgaba solitaria. La chica se preguntó que tantas historias contaría esa bata, esa maleta que seguro conocían mas mundo que ella. En eso divagaba cuando su nuevo huésped se movió un poco,
-¿Qué estás diciendo? - la voz de Rei resonó en todo el jardín del templo Hikawa. Había estado barriendo las hojas que caían de los árboles por toda la entrada cuando su amiga Makoto llegó a dejarle el desayuno como hacia cada mañana.
-¡Calla Rei! - recriminó Makoto –No tienes por qué alterarte tanto, no exageres-
-¿Se lo has dicho ya a Usagi? - le dijo mientras le pasaba la escoba para comenzar su reclamo con más libertad. -Esto no esta bien, se puede mal interpretar, ¿En que estabas pensando Makoto? Pero dime ¿Sigue tan guapo como siempre ?, ¿Qué digo? ! Claro que si¡ ...- No entiendo porque no vino aquí, tenemos mucho espacio-
-Seguro Jadeite estará de acuerdo contigo en que les sobra espacio— dijo la ojiverde con todo el sarcasmo que pudo. Rei se detuvo en seco al verso atrapada en sus propias palabras. -Además te he dicho que no es para tanto, solo se queda en mi casa, es más ni siquiera coincidimos con el tiempo suficiente. Solo lo veo para desayunar, ha pasado un par de veces a almorzar a la cafetería y en la noche cuando llego o está estudiando, o está durmiendo- dijo tratando de quitarle importancia al asunto.
-Es mejor así entonces- sentenció la sacerdotisa dándose por vencida. -¿Crees que aproveche para buscar a Usagi? -
-Usagi no está en Japón y creo que él lo sabe. las Star lights tienen una gira por el mundo, si no me equivocó esta semana estarían en Europa-
-Si también escuché eso, Mina me dijoían a tiempo para la fiesta volver-
-¿Fiesta? -
-El cumpleaños de Mina, ya ves que quiere festejar por todo lo alto-
-¡Lo eh olvidado por completo! - exclamó desesperada –¡Tengo que irme, debo recoger los adornos del pastel! ¡Que tonta soy! - Makoto dio la vuelta y comenzó a correr rumbo a la salida, Rei la miraba perpleja.
-Makoto, llevas mi escoba! - la chica apenada volvió y le devolvió la escoba a su amiga, pero esta le tomó por el brazo antes de que pudiera volver a correr.
-Makoto escúchame bien — le dijo con un tono solemne - Por ningún motivo te puedes enamorar de Mamoru- ambas chicas se miraron mutuamente durante unos segundos, instantes en las que las palabras dichas por Rei parecían repetirse.
-No te preocupes Rei, lo sé perfectamente — la chica siguió su camino mientras se despedía con la mano y se perdió de vista al salir por la puerta principal.
-Si me preocupo- susurró para ella misma mientras caminaba de vuelta al templo.
-Con que se casan — dijo sorprendido Mamoru mientras bajaba el periódico para mirar a Makoto que servía el desayuno al otro lado de la barra.
-Mina asegura que Kunzite le pedirá que se casen durante la fiesta, pero obviamente no le puedes decir a nadie-
-Interesante- sonrió.
-Espero que Kunzite esté preparado o no lo volveremos a ver-
-Concuerdo contigo- sorbió un trago de su café. -Y dime Makoto, ¿Cómo te ha tratado el amor estos años? - La pregunta agarró mal colocada a la chica que dejó caer un cubierto al suelo de la impresión. una vez que lo recogió y lo devolvió al lava platos miro a su huésped. -Disculpa si te incomode-
-Para nada — dijo notoriamente ruborizada –Es solo que hace tiempo no pensaba en ello-
-Bueno eso responde a mi pregunta-
-¿Y qué tal tu? Preguntó ella burlonamente.
-No me quejo respondido- él. Esto hizo que ella se desencajara de nuevo. -¿Te sorprende mi respuesta? -
-A decir verdad no, me sorprendió tu sinceridad más bien-
El chico dejó salir una sonora carcajada que contagió a Makoto casi de inmediato.
-No me extraña, eres todo un hombre de mundo. Debes conocer lugares increíbles y personas maravillosas todos los días- volvió a decir ella mientras clavaba su mirada en la ventana.
-Así es. Pero sabes una cosa Makoto — ella lo miró - Mi corazón tarde o temprano siempre quiere volver a Japón-
-Debe ser por Usagi- susurró.
-¿Usagi? Tal vez
-¿Tal vez? -
Mamoru se levantó de su lugar y se sirvió un poco más de café, también sirvió una taza para ella y se sentó de nuevo a la barra.
-Dime algo, ¿Alguna vez piensas en Neprhite? -
-Neprhite- ese era un nombre que escuchaba muy de vez en cuando. Rei, que era la única además de ella que permanecía en Japón trataba de no mencionarlo. El desenlace de esa historia había sido absurdo e inesperado y un tema que no se trataba a menos que fuera estrictamente necesario. -A veces-
-También a veces yo pienso en Usagi — su voz sonaba calmada pero un poco triste –Pienso en ella y pienso en ti — hizo una pausa incomoda –Pienso en las chicas, en Neprhite y los demás. En como nuestras vidas son dirigidas por un pasado que como su nombre lo dice, ya pasó. En que nuestro presente y nuestro futuro se trata solo de esperar. Esperar un nuevo ataque, esperar al nuevo Milenio de Plata ... y en como tal vez no deberíamos hacerlo-
Makoto, quien apenas logróba calmar su corazón del sobresalto de creer que Mamoru pensaba en ella, lo miró perpleja -¨¿Dices que no deberíamos hacerlo? -
-Solo digo que deberíamos poder elegir lo que será de nuestras vidas y con quién. Mira a Usagi y Neprhite, el universo les grito que deberían estar con nosotros y ellos tomaron su propia decisión. Amy tuvo el valor de dejarlo todo, aunque entiendo que se llevo a Zoisite con ella, para seguir su propio sueño de ser médico y vaya que lo es. Mina anda por el mundo junto a las Star Lights en giras y fiestas. Digo que deberíamos ser libres de elegir sin sentirnos culpables, de soñar con libertad-
Makoto lo miraba pasmada, mentalmente analizaba cada palabra que salía de su boca, sintiendo miedo, inseguridad y un vacío en el estómago que no podía explicar.
-¿Cuál es tu sueño? -
-Quiero conocer el mundo — contesto de inmediato para la sorpresa del joven de ojos azules.
-¡Y porque no lo haces? ¿Qué te detiene? -
-No puedo dejar la cafetería, además de que pasa si algún enemigo ataca-
-Pues regresas y listo. En cuanto a la cafetería, no veo porque habría de detenerte, no tienes necesidad de trabajar en ella, tú eres rica- remató con una sonrisa en los labios.
-¿Rica yo? - preguntó sorprendida.
-Desde luego- sonrió pícaramente.
Makoto lo miró de reojo y le aventó una servilleta.
-¿Qué harás hoy Makoto? -
-Debo hacer unas compras en el centro-
-Bien, yo tendré el día libre. ¿Puedo acompañarte? -
-Por supuesto-
-Bien, es una cita-
-¿Qué dados? - preguntó ruborizada –No es una cita-
-Todavía no, pero lo será- contestó mientras se metía una tostada a la boca y alzaba de nuevo el periódico frente a él, haciendo ver que había tenido la palabra final.
Después del desayuno ambos salieron rumbo al centro de Tokio. Mamoru iba maravillado de recorrer de nuevo aquellas calles y aparadores que tanto añoraba de vez en vez durante sus viajes por el mundo. Disfrutaba viajar, pero no había encontrado lugar como su hogar. Mientras él se perdía en sus pensamientos, Makoto entraba y salía de varias tiendas haciendo encargos para la cafetería. En cada lugar que llegaba la gente la saludaba con mucha amabilidad y feliz de verla. Siempre habia tenida mucha facilidad para tratar con la gente mayor, era un don que le ayudaba a conseguir los insumos de mejor calidad ya su vez, aprender tantas cosas interesantes y útiles. estaba segura de conocer más gente mayor que de su propia edad.
Al filo del mediodía y después de terminar sus encargos, se dirigieron a una plaza para almorzar. El clima era ideal, así que tomaron una de las mesas de la terraza de un bello restaurant. Ambos comenzaron a platicar sobre todos los años que habian pasado, sus proyectos y sus planes a futuro. Observaban a la gente hacer sus vidas y de vez en cuando, soltaban un chiste mordaz. La no cita, como terminaron llamándole, iba perfecto.
-Estoy pasándola muy bien contigo Makoto. Me alegra haberte encontrado-
-No digas esas cosas — le replicó ruborizada. -La gente puede pensar mal-
-No tendrían por qué hacerlo. Solo somos un par de amigos que salen a divertirse. ¿Cuándo fue la última vez que saliste con un chico? -
-¡Mamoru! - le gruño aún más apenada.
-Hace mucho- sonrió complacido - Voy por otra bebida, ¿Quieres una? -
-Limonada por favor — le contestó sin voltearlo a ver, tratando de hacerse la ofendida.
-Regreso, no te vayas a ir. Ofrecer burlonamente antes de entrar en el local, dejando a Makoto sentada mirando fijamente a una fuente.
-Rei debe estar alucinando si piensa que alguien tan arrogante pueda gustarme, yo no sé cómo Usagi lo ...- pero ni siquiera pudo terminar la frase que había soltado para sí misma cuando recordó a Usagi y Mamoru. Él siempre había sido arrogante y un tanto impertinente con ella, incluso después de que ambos sabían toda la verdad de sus pasados. Y ella siempre lo amo con todo y esa manera de ser, estaba locamente enamorada ... claro hasta que Seiya apareció. -Aunque es muy guapo- soltó libremente sin medir el volumen de su voz.
-¿Quién es muy guapo? - escuchó frente a ella. Los colores se le subieron al rostro, no se dio cuenta que había regresado, rápidamente buscó en su mente una respuesta para salir del paso, pero no pudo encontrarla. Lentamente y dispuesta a afrontar las consecuencias levantó su rostro, pero entonces todo empeoro. El hombre frente a ella no era Mamoru, no. Esos largos cabellos castaños, la piel apiñonada y la mirada siniestra pero seductora que tantas veces le quitó el sueño no eran de nadie más que no fuera Neprhite.
-Hola Makoto — dijo suavemente.
-Neprhite- contestó ella con el corazón latiéndole en la garganta.
-Es extraño encontrarte aquí. ¿Vienes sola? - ella lo miró sin saber que decir.
-Esta conmigo — se escuchó a sus espaldas.
-Mamoru-
-Gusto en verte Neprhite- saludó mientras entregaba su bebida a la confundida chica.
-No sabía que habías vuelto-
-Fue hace poco más de una semana-
Ambos chicos se miraban solemnemente y sus voces no denotaban mayor alegría al intercambiar frases.
-¿Ustedes dos están juntos? - preguntó mordazmente el recién llegado.
-¿Quiénes están juntos? - preguntó una aguda voz que se incorporaba a la conversación -Déjame ver con quien hablas amor. Ah, eres tu Makoto-
-Hola Naru-
