¡Hola, Miraculers! Es la primera vez que escribo para este fandom y me siento muy emocionada por ello.

No solo eso, también es mi primer fic tras más de un año inactiva en la página. El 2020 fue increíblemente complicado en muchos aspectos (no solo la pandemia) y la musa se esfumó por un momento. Por suerte, todo ha mejorado poco a poco y no encontré mayor motivo que mi hype con la serie para volver a escribir.

Por supuesto, tenía que ir dedicado a mi ship favorito: Marichat. En la historia hay varios puntos que aclarar ya que la ubiqué tras los eventos del tan esperado "Queen Banana", pero no será sino hasta el final o les estará contando de qué va antes de tiempo.

Sin más que decir, los invito a leer.

Disclaimer: Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir es propiedad de Thomas Astruc y Jeremy Zag.


Descubriendo

No tenía sentido, de ninguna forma; pero por más que analizaba la situación para calmarse, le resultaba imposible detener esa molesta punzada que se extendía desde su pecho hasta su estómago. Conforme pasaban los minutos, su furia parecía no menguar en lo absoluto y eso solo lograba sacarla aún más de sus casillas ¿La razón? Todavía no la sabía… o por lo menos fingía no tener conciencia de ello.

Resopló una vez más, frustrada, apretando tan fuerte el barandal de su balcón que podía sentir cómo el hierro comenzaba a arder contra su piel. En su cabeza, los recientes acontecimientos vividos contra Queen Banana se repetían incansables sin perder detalle del "pequeño" detonante que ahora la tenía de tan malhumor.

En efecto, no era la primera vez que Chloé Bourgeois causaba un terrible desastre en París tras ser akumatizada, y si algo podía temer, es que esta tampoco sería la última si su compañera de clases de negaba a utilizar el amuleto que le dio. Realmente, su rival no tenía nada que ver con lo que estaba provocándole tanto desagrado, de hecho, internamente deseaba que sí lo fuera para no admitir lo que le pasaba.

Pero no.

Emm… ¿Marinette? –Tikki revoloteó cerca de su hombro sin terminar de posarse como muchas otras veces lo hacía. Su portadora daba la leve impresión de querer arrancarle un brazo al primero que se le atravesara.

La Kwami de la creación había presenciado de primera mano la inusual situación que acarreó el enfado de la adolescente, pero no se atrevía a decírselo directamente porque ella se encontraba en un muy temible estado de negación.

"¿Por qué lo hizo?" se repetía mentalmente la chica mientras recapitulaba en cámara lenta los hechos. En teoría, aquello no tendría que estarle pesando de esa forma tan abrumadora, sobre todo cuando había sido ella quien en incontables ocasiones marcó un límite en su relación con Chat Noir.

Gato idiota –sin poder contenerlo más, dejó escapar por primera vez ese agravio que retuvo en su garganta por horas. Su cara se tiñó de una brillante tonalidad rojiza que no sabría distinguir si era por enojo o vergüenza. Decir aquello con tanta libertad permitió que la fastidiosa opresión en su cuerpo cediera notablemente.

Tikki tragó nerviosa al escucharla, aunque por otro lado, le aliviaba ver que poco a poco empezaba a aceptar sus propias emociones. Mientras más rápido pudiera hacerles frente, menos probabilidades existían de que de repente llegase un Akuma y la convirtiera en una terrible monstruo.

Ni siquiera Marinette estaba exenta de eso.

Vamos, no pasa nada –comentó la criatura flotando sobre el barandal, más confiada de acercársele ahora que se serenaba –Esto es algo muy normal en ustedes los humanos.

No sé de qué hablas –respondió con el ceño fruncido. De los dientes para afuera, la joven aspirante a diseñadora de modas no admitiría tan abiertamente el mal que la atormentaba; eso sí que no.

Marinette –la Kwami cruzó sus pequeños brazos a la par que entrecerraba sus ojos. El silencio se hizo presente entre ellas y solo el sonido de los grillos retumbaba en la parte alta de la casa. Tikki no le apartó la mirada ni un segundo, esperando que se atreviera por fin a soltar lo que la estaba quemando por dentro.

La más joven de la familia Dupain-Cheng torció los labios en una mueca hasta que, por segunda vez, no pudo seguir reteniéndose –¡No me puede estar pasando a mí, Tikki! ¿Por qué debería estar celosa?

La entidad con temática de catarina se frotó la barbilla con una de sus patitas, pensando cuidadosamente cómo responderle a su portadora sin que volviera a sulfurarse –Pues, por lo visto Chat Noir fue demasiado amigable con Vesperia.

¡¿Y eso qué?! –exclamó, sintiendo como aquella punzada volvía a pincharle por encima de su ombligo –Como si Chat Noir no se la pasara coqueteando con cada chica que ve. Así fue con Ryuko.

De hecho, no lo hace –dijo su acompañante con naturalidad –Chat Noir suele ser bastante presumido en general, pero a la única que… –se calló de golpe cuando la jovencita le lanzó una mirada peligrosa.

Marinette tenía pleno conocimiento del tema, y aún así, la incertidumbre brotaba inclemente. El amor que el superhéroe profesaba por Ladybug era genuino, llegando a demostrarlo siempre que tenía oportunidad, pero ella solo lo consideraba su mejor amigo (aunque no lo conociese del todo) y compañero de batallas. Por más que Chat Noir lo intentara, Ladybug respondía de la misma forma... ¿Se estaba cansando de eso?

Todo estaba muy claro entre los dos en ese sentido. Sin embargo, algo dentro de ella explotó cuando tuvo que presenciar cómo el portador del Miraculous de la destrucción se pavoneaba conquistador frente a la nueva heroína.

Fue un placer pelear a tu lado, encantadora mademoiselle –le dijo a Vesperia tras derrotar a Chloé como Queen Banana, tomando su mano con delicadeza y depositando un travieso beso en esta. Al separarse de la otra chica, Chat Noir la miró retador con una sonrisa de lado.

Recordarlo le refluyó la bilis. ¿Qué estaba queriendo insinuarle al dedicarle aquel gesto presuntuoso?, ¿acaso en menos de lo que canta un gallo la nueva salvadora con temática de abeja robó su interés? Eso no podía ser verdad.

La estudiante suspiró, alzando sus ojos al majestuoso firmamento nocturno. Se comportaba como una loca total. No estaba bien que de repente le molestara ver a Chat Noir intentando cortejar a otra luego de rechazarlo sin parar; él estaba en todo su derecho de seguir adelante con alguien que sí le aceptase.

En su corazón todavía estaba Adrien, y a eso se sumaba el cariño que guardaba por Luka aunque terminaran semanas atrás. Sonaba cruel decirlo, pero su compañero de aventuras nunca tuvo espacio en esa ecuación tan tormentosa. No comprendía por qué ahora experimentaba ese tipo de sentimientos.

Quizás, Chat Noir estaba empezando a acaparar más y más sus pensamientos tras los últimos acontecimientos y no se había dado cuenta. Siendo la actual guardiana de los Miraculous, este era la única persona en la que podía confiar además de su mejor amiga.

Chat Noir ha estado detrás de Ladybug por mucho tiempo –la Kwami rompió el abismal silencio con su tierna vocecilla –Verlo con otra chica te indignó, por supuesto.

Marinette se mordió al labio inferior ante esa posibilidad. Conscientemente estaba segura de que no era eso, pero tal vez en el fondo de sí misma, le irritaba ya no ser el centro de atención del superhéroe. Qué terrible sacar a luz esa cara tan egoísta en tales circunstancias.

Fuera cual fuera la verdad, ambas opciones tenían muy mala pinta.

Estaba celosa porque Chat Noir flirteó con Vesperia en sus propias narices; ya no podía negarlo. No quería que ese amargo sentimiento entorpeciera su naciente amistad con Zoé, así como le llegó a pasar con Kagami en su momento. La hermana de Chloé recién llegó a la ciudad y ya tenía suficiente con la mala relación entre ellas. Le preocupaba empezar a actuar como una demente en su presencia por algo que no tenía ni pies ni cabeza.

Cuando la escogió para ser la nueva portadora del Miraculous de la abeja, jamás imaginó que llegaría a arrepentirse por algo tan vanidoso como un ataque de celos. Ella era el perfecto reemplazo para Queen Bee y ahora solo deseaba no habérselo dado en primera instancia.

Cielos –murmuró limpiándose la diminuta lágrima que rodaba por su mejilla –Ni siquiera con Adrien creí sentir esta inquietud.

Calma –Tikki acarició con sus patitas la muñeca que la chica aún tenía contra su rostro –Esto no tiene que ser la gran cosa.

De pronto, un sonido parecido a un golpe las alertó y la criaturilla de color rojo se ocultó rápidamente entre las plantas que adornaban el balcón de su portadora. Marinette se dio la vuelta preparada para enfrentarse al intruso si fuera necesario, pero sus defensas cayeron al observar a su secuaz sobre el muro más alto de la estructura.

¡Chat Noir! –el pulso se le elevó por los cielos al comprobar que no era una ilusión cuando saltó para quedar a su misma altura.

¡Vaya! –exclamó, llevándose una mano a la cintura –Pensaba que las princesas debían acostarse temprano.

¿Qué haces aquí? –quiso que su voz sonara con la mayor neutralidad tenerlo allí inesperadamente tras analizar lo que sucedió en la tarde con Zoé, desencadenó una ola de emociones negativas que iban desde la tristeza hasta la rabia.

Pues, ya sabes. Patrullando –el enmascarado dio un paso adelante y sonrió presumido –El trabajo del héroe nunca termina. Hace un rato tuvimos un pequeño problemita con la hija del alcalde y quiero asegurarme de que no haya otro altercado.

Claro, Chloé –dijo la joven, rodando los ojos.

El rubio se movió un poco más para cortar la distancia –¡Cierto! Es compañera tuya –fingió darse por enterado –Quizás podrías convencerla de que se calme.

¡No somos amigas! –ofendida por la insinuación, Marinette cerró los puños y pisó sonoramente mientras su mandíbula temblaba de pura tensión.

La expresión de Chat Noir se desencajó. Como Adrien, tenía muy claro que las dos chicas a las que consideraba sus amigas no se llevaban para nada bien, aun cuando intentó por todos los medios armonizar las cosas; lo que no imaginaba, es que la adolescente con la cual estudiaba iba a reaccionar así por una inocente bromita de su alter ego.

Algo estaba pasando con Marinette. A medida que los días transcurrían, el modelo iba dándose cuenta (porque últimamente estaba más al pendiente de lo acostumbrado) que su compañera ocultaba algún pesar de los demás y eso se reflejaba en su forma de ser, ¿sería por la ruptura con Luka? Podía entenderla, de ser el caso. Su corto noviazgo con Kagami tampoco resultó del todo bien y creía que ambos podían charlar de eso para aliviar las penas.

Pero no sabía cómo proceder si llegaba hasta ella siendo el menor de los Agreste, pues si bien él consideraba que su lazo con la colegiala era especial, la hija de los Dupain-Cheng adoptaba algunas actitudes de incomodidad cuando estaban juntos. Eso, por más que no lo demostrara, le dolía y deseaba solucionarlo.

Con Chat Noir la historia era diferente, ya que Marinette siempre se notaba confiada cerca de él. Adrien no le dio demasiadas vueltas y llegó a la conclusión de que todo se relacionaba a su rol heroico, ¿si no podías sentirte seguro estando con un superhéroe, entonces con quién? Era probable que la chica también lo apreciara de esa forma y por ello se desinhibía al lado del joven gatuno.

Eso explicaría por qué se tomó tan a la ligera el no corresponderle a su supuesto enamoramiento.

Su interesante deducción lo empujó a rondar cerca de la panadería más famosa de París por un par de noches en las que no tuvo suerte de encontrarse con su amiga… hasta hoy. Si la buena fortuna no volvía a abandonarle, le ayudaría como sea para que fuera feliz de nuevo.

Aunque el ambiente estaba rodeado por la espesa oscuridad de la noche, el balcón de la aspirante a diseñadora de modas se caracterizaba por su tenue iluminación de faroles; también era un plus el que los rayos platinados de luna chocaran directamente con el espacio.

Dichos puntos de luz le permitían al rubio vislumbrar con claridad ciertas señales de alarma en el rostro femenino: pequeñas arrugas que se dibujaban en su frente, algunos cabellos escapados de su peinado con rebeldía y sus globos oculares estaban marcados con finas e inadvertidas venas rojizas. Asimismo, su aguda visión felina le facilitaba percibirlas.

Definitivamente, Marinette atravesaba por alguna complicación.

¿Te… sientes bien? –le preguntó temeroso; jamás la había visto enfadada.

La estudiante irguió una ceja intentando disimular su estado de ánimo; por nada del mundo deseaba que se diera cuenta –¿Por qué lo dices?

Pareces molesta –se rascó la nuca mientras se explicaba –¿Hay algo de lo que quieras hablar?

Chat Noir no tenía ni la más mínima idea de cómo iniciar la conversación sin exponer su identidad, a fin de cuentas, era Adrien el que convivía con ella prácticamente todos los días. Preguntarle sin tantos rodeos podía ser buena opción y no debería levantar sospechas.

Para la jovencita, por el contrario, el cuestionamiento de su secuaz hizo que un escalofrío le recorriera la espina dorsal. ¡No y mil veces no! Él no podía darse cuenta de lo que estaba sintiendo por causa suya. No se lo diría ni aunque de ello dependiera derrotar a Hawk Moth.

Nada –espetó cruzada de brazos.

El adolescente torció la boca desapercibido. No iba a ser fácil convencerla.

Ya veo –decidió jugar una de sus mejores cartas a ver qué lograba –La princesa no confía en su noble caballero.

Sin quererlo, una diminuta sonrisa escapó de sus labios ante el mote tan peculiar que Chat Noir tenía para ella; le encantaba en secreto –Qué elocuente eres.

El pecho del chico se infló de orgullo gracias a ese minúsculo avance. Estaría quieto una vez que supiera cómo regresarle la paz a su compañera –Oye, mi deber es velar por el bienestar de los parisinos, y si no te has dado cuenta, tú eres una de ellos –atreviéndose a ir más lejos, la sujetó del hombro con galantería –Y si te soy sincero, también eres mi favorita.

Escucharle decir esas palabras desató un fiero cosquilleo en su vientre. Las mejillas debía tenerlas del color de su traje de combate, puesto que ardían de una forma agradable. No era la primera vez que el superhéroe le daba ese trato tan familiar y a medida que el tiempo pasaba, comenzaba a acoplarse.

Tristemente, el encanto no duró demasiado, ya que su mente rememoró en automático el episodio con Vesperia. Ahora, las cosquillas y el ardor en su interior no eran por comodidad, sino que otra vez anunciaban a la bestia de los celos asomándose a través de sus fibras.

Como no –dijo sarcástica, apartándose –Le dirás lo mismo a todas.

El rubio parpadeó, perplejo –¿Qué?

Ganas no le faltaban de exteriorizar sus creencias sobre él, pero Tikki pudo hacerla recobrar un gramo de cordura al gesticular desesperada con sus patitas a espaldas del joven. Era mejor que se controlara o no solo su recién descubierta confusión sentimental hacia Chat Noir quedaría al descubierto.

Pues, no te hagas el tonto –desvió la mirada, desentendida –Debes aprovechar tu popularidad con las mujeres. Muchos lo harían.

Bien, ahora Adrien, AKA Chat Noir comprendía muchísimo menos a la colegiala. Trató de recordar si en alguna ocasión pasada hizo algo que le diera la impresión de ser un Don Juan… ¡Pero si todo el mundo sabía que solo poseía ojos para su lady! Incluso empezaba a invadirlo la duda de si la propia Ladybug veía lo mismo.

No es así –se defendió –Ya te había contado que amo a Ladybug.

Oh –una falsa sonrisa cruzó su rostro –¿Entonces no hay otra súper heroína que llamara tu atención?

¡Marinette! ¿Qué haces? –se alarmó la Kwami escondida entre las plantas del balcón, sin dar señal de su presencia. Su portadora debía detenerse o acabaría desvelando más información de la apropiada.

Eh –con todo y la máscara puesta, la cara del chico se tiñó de rosa, enervando de sobremanera a la muchacha que lo observaba con los ojos bien abiertos.

Distante a todas esas ideas que surcaban por la imaginación de ella, Chat Noir evocó la imagen de su acompañante portando el Miraculous del ratón. ¡Ahh, cómo olvidar a Multimouse! La aliada más intrépida que él y Ladybug han tenido. Marinette de verdad que se lució esa vez y era una lástima que no pudiese volver a combatir el crimen con ellos; sin duda, habría sido una excelente adición al equipo.

Además, tenía que admitir que lucía adorable en ese conjunto de roedor.

Al notar que sus pensamientos estaban tomando otro rumbo, el rubio sacudió la cabeza y tragó saliva con dificultad –Es que… no suelo tratarlas mucho.

La hija de los Dupain-Cheng inhaló una larga bocanada de aire para tranquilizarse. Sabía que se estaba pasando de la raya, pero un poder superior a ella le estaba controlando y no se detendría hasta obtener una justificación que la apaciguara.

¿Y qué me dices de la nueva?

¿La nueva? –ladeó la cabeza sin comprender.

¡Sí, la nueva? –le apuntó acusadora con el dedo –El reemplazo de Queen Bee… ¡Estabas coqueteando con ella!

Ay, no –Tikki se tapó los ojos, negando con su cabecita. Ya no le quedaba más que presenciar la catástrofe desde su escondite.

¿Con Vesperia? –sus cejas se alzaron en señal de confusión, sintiéndose más perdido que antes –¿De dónde sacas eso?

De… –se quedó en blanco. Era obvio que, al hacer un reclamo de ese tipo, Chat Noir cuestionaría la raíz de sus argumentos y ella no hallaría ninguna respuesta lógica –Lo… lo vi en el Ladyblog –mintió casi por inercia –Mi amiga Alya y otros testigos publicaron algunos videos de la batalla y te vi.

Anhelaba que al superhéroe no se le ocurriera revisar la página web para comprobarlo.

Ahora era el de ojos verdes quien temblaba al verse atrapado. Sí, él no se negaba a sí mismo que cortejó (inocentemente y con toda la intención) a Vesperia frente a Ladybug, pero no porque le hubiese gustado, sino que se había dado cuenta de que esta arrugaba la nariz cuando adulaba, sorprendido, las habilidades de la abeja; tal como ocurrió con Ryuko. Él no era de hacer esas cosas, pero como dicen, en la guerra y el amor todo se vale.

Para Chat Noir pelear junto a un nuevo aliado siempre era asombroso, y la sustituta de Chloé no quedaba por fuera. Vesperia parecía una persona genial y no deseaba crear malentendidos que lo dejaran mal parado, pero por una sola vez, estaba en su derecho de poner a prueba una pequeña trampa si eso le despejaba el camino hacia su lady.

Era algo incorrecto y por ello no podía confesarle a Marinette que lo hizo a posta, ¡Lo tacharía de ser un desvergonzado! Su placer culposo quedaría enterrado en lo más profundo de sí y nadie, mucho menos la adolescente frente a él, se enterarían de eso.

Estaba siendo amable nada más –alegó, llevando sus brazos atrás –Es decir, es nueva, como tú dices, en esto de proteger la ciudad.

Ajá –la aspirante a diseñadora de modas se dio la vuelta –No debes amar tanto a Ladybug como lo afirmas.

¡Marinette! –la Kwami restregó las patitas contra su sien, ofuscada.

Oye, princesa –la voz del joven se tornó seria –No digas esas cosas. Mi Lady es la única para mí y nadie en la faz de la tierra puede cambiar eso.

¿Seguro? –volvió a girarse para que sus miradas chocaran.

Chat Noir no comprendió porqué una respuesta tan sencilla como "" no salió de sus cuerdas vocales al instante. En lugar de eso, repasar los preciosos rasgos de la franco-china era mucho más interesante: sus pómulos estaban sonrojados, su nariz respingada se alineaba con las finas y fruncidas cejas, sus delicados labios de cereza formaban una línea casi horizontal y sus ojos grandes como zafiros le veían de arriba abajo.

Marinette tenía una expresión enojada, pero al rubio se le hacía increíblemente tierna.

¡Tierra a Chat Noir! –llamó la colegiala, empezando intimidarse por cómo la inspeccionaba fijamente con sus pupilas felinas.

El héroe reaccionó algo aturdido –Yo… ¿De qué estábamos hablando?

Ella se volteó de nuevo para apoyarse en el barandal y así ocultar su mueca trastornada, producto de los celos. Chat Noir no hacía más que evadir torpemente lo de Vesperia haciéndose el inocente, cosa que la ponía aún más fúrica.

La hería. Lastimaba sin piedad la posibilidad de que su gatito quisiera a alguien más. No debería importarle, pues como Ladybug ya le había aclarado que no existía reciprocidad de su parte, y de todas formas, le asfixiaba aceptar que ocurriera. Él era la única cosa genuina que le quedaba ahora que su vida como guardiana pesaba más que lo cotidiano.

Princesa –dijo el rubio haciendo énfasis en la "R", a la par que la tomaba por los hombros desde atrás –Debes ser una leal admiradora de mi lady para preocuparte de esa forma, pero descuida, te juro que mi amor por ella es más grande que las estrellas; por siempre será así.

La jovencita suspiró al oírlo. Aunque quería seguir haciéndose la victima, la declamación del chico logró disipar medianamente las nubes negras en su corazón, puesto que el miedo y los celos continuaban presentes en su cabeza. El calor que irradiaba Chat Noir con su tacto le hacía recordar que, no importaba nada, ambos debían confiar ciegamente en el otro.

La carita de Tikki brillo esperanzada de que esas palabras aliviarían a su portadora.

Es muy dulce de tu parte, Chat Noir –admitió poniéndose de frente con una sonrisa sincera. Si permitía que la bestia de los celos la dominara, tanto Ladybug como Marinette acabarían por perderlo.

Otra vez, el superhéroe gatuno volvió a distraerse detallando las facciones de su amiga. De un tiempo para acá, cuando debía ser Adrien en la escuela, su mundo dejaba de girar para centrarse en las acciones de ella; cuando no se daba cuenta, la miraba embobado grabándose cada uno de sus movimientos.

No comprendía muy bien por qué lo hacía, y ahora como Chat Noir tampoco podía evitarlo.

La adolescente carraspeó, desviando el rostro a su costado ¿a qué se debía esa mirada? –Y bueno…

Oh, emm –el enmascarado se apenó por su indiscreción y velozmente dio tres pasos hacia atrás –Yo…

Su mente corrió con astucia al lugar que lo había arrastrado hasta ahí en primer lugar. Con toda esa platica absurda (pero oportuna), se le olvidó cuál era la razón principal para estar en el hogar de los Dupain-Cheng a esas horas. Ya tenía un buen as para proceder sin delatar a Adrien.

Oye, ya que hablamos acerca del amor y todo eso –se aclaró la garganta antes de seguir –¿Qué hay de ti?

¿De mí?

Sí, ¿cómo te va en ese terreno? –el cuestionamiento se escuchó casual.

Agh –el pánico volvió a invadirla. Dilucidar que albergaba un sentimiento incierto por Chat Noir la tenía a la defensiva –No hay nada que decir.

Bueno, no sería ninguna sorpresa que una princesa como tú ya tuviese novio –le guiñó un ojo.

"Novio". Esa palabra le hizo click. El fantasma de Luka acechaba por doquier. El músico se ganó un valioso espacio en su corazón, pero lo suyo era el recordatorio de que no podía anteponer sus relaciones amorosas al deber que se le otorgó como guardiana y heroína de París; eso también se extendía a Adrien y Chat Noir.

Siendo este último el único que podía mantener cerca con cierta prudencia.

Lo tuve –contestó con un puchero –Hace poco rompimos.

Claro que Adrien, AKA Chat Noir ya estaba al tanto de eso, pero escucharlo venir de ella le provocaba cierto regocijo que amenazaba con mostrarse en su expresión sino se concentraba en otra cosa –¿Te gustaría contarme?

No creo que deba –hablarle de eso era una mala idea en muchos aspectos.

Vamos, no tienes que darme detalles si no quieres –despacio, envolvió la mano de ella entre las suyas –Pero es obvio que eso te afectó y si puedo servirte de apoyo, con gusto lo haré. Recuerda lo que te dije, mi deber es cuidar a los parisinos y de todos, tú eres mi favorita.

Esa cálida sensación burbujeante volvió a expandirse por el abdomen de la franco-china. Podía ser peligroso, pero al final ella también necesitaba desahogarse de los males que la aquejaban fuera de su rol con los Miraculous, y para eso estaba Chat Noir, que no la cuestionaría innecesariamente si se lo pedía.

De todas formas, estaría alerta cuando Vesperia apareciera en escena. Que no creyera que se lo dejaría pasar así como así.

Siéntate –señaló la tumbona junto a ellos, mientras se dirigía a la trampilla que daba a su habitación –Iré a buscar los brownies que prepararon mis padres.

¡Oh, purrrfecto! –Exclamó, agitando los brazos.

El de ojos verdes se sintió dichoso, pues tal y como había predicho, su compañera tendría la confianza suficiente de relatarle qué la tenía tan cabizbaja, bueno, más bien a su alter ego felino. Siendo el pequeño de los Agreste, no debía dar pistas de que lo sabía; lo que si podía hacer, era maquinar alguna estrategia para alegrarla en el colegio.

Ya fuese como Adrien o Chat Noir, estaría ahí para que Marinette no volviera a apagarse.

Fin


Quiero agradecer de todo corazón a aquellos que hayan llegado hasta este punto. Oficialmente, es mi oneshot más extenso y explicito (por así decirlo) debido al abordaje que busqué darle a los pensamientos y emociones de cada personaje. Fue un reto que me impuse y espero haber logrado mi objetivo.

Ahora bien, vamos a las aclaraciones:

Primero está lo de Vesperia: para nadie es un secreto que la llegada de Zoé causó diversas controversias y teorías, entre esas, el "posible" enamoramiento que Chat Noir tendría con ella. Desde mi punto de vista, no creo que esto suceda peeeero sí podría ser que (siendo él como es) exista un pequeño escenario de celos por parte de Ladybug, lo que tendría mucho más sentido; si recordamos el episodio "Papá Lobo", la propia Marinette se indignó cuando su compañero se presentó en su casa tras decirle que lo quería.

A mí, sinceramente, me encantaría ver esto.

Segundo, los sentimientos de Chat Noir y Marinette: como pudieron haber notado, me enfoqué muchísimo más en el despertar de lo que sienten él uno por el otro. El relato toma lugar en un punto específico de la cuarta temporada y habría sido bastante desubicado enamorarlos de golpe. De hecho, se confirmó que está edición tendrá varios momentos Marichat, así que es más lógico que todo vaya progresivamente.

Si se dieron cuenta, Adrien/Chat Noir va dejando salir su interés por Marinette mientras ella empieza a aceptar qué tan importante es él en su vida, pero sin dejar de lado todo lo demás.

Tercero, el amuleto Antiakumas: de acuerdo a la cronología establecida, Queen Banana toma lugar luego de que Ladybug entregue el primer amuleto, así que sería de esperar que también vaya a darle uno a Chloé. El meollo del asunto sería el si lo va a aceptar o no tras la riña entre ellas.

¡Me extendí demasiado! Pero era importante tocar estos puntos por si alguien quedó con dudas. Espero aparecer pronto con otro fic si el público está de acuerdo. Háganmelo saber.

¡Hasta la próxima!