Declamier: Los personajes no me pertenecen, son obviamente de nuestra querida y drogada (no literalmente creo) J.K Rowling.
Lo supo...lo supo desde el momento en que los vió mirarse por primera vez, lo supo en el momento en que ella había corrido a los brazos de él sin importarle nada, cuando nuevamente apesar de que podía morir, de que estaba poniendo su vida en peligro, no le importó y fué con él, pero no lo quiso aceptar, quiso creer ciegamente lo que Harry le decía siempre que hacía alguna insinuación sobre el tema.
"Es como mi hermana, Ron, no hay nada más"
Pero aunque ellos no se habían dado cuenta, todos a su alrededor sí, y como dolía saber que ahora lo que él más había temido, estaba sucediendo, pero no podía culparlos, no podía hacer nada más que sufrir sólo porque aquello que ellos estaban haciendo en ese momento no era más que demostrarse todo el amor que sentían el uno por el otro, ellos lo único que estaban haciendo era entregarse al otro en cuerpo y alma en un acto puro de amor y pasión.
Quiso consolarse diciéndose que tal vez si hubiese sido más atento, si no hubiese sido tan cruel con ella, si no los hubiera dejado solos, eso no estaría pasando, pero ni el tal vez, ni el hubiese existían, era inútil pensar nada de aquello, porque el sabía que tarde o temprano iba a pasar, ellos se iban a dar cuenta en algún momento, y quién era él o Ginny, o quién sea para prohibirles amarse? Quién era él para quitársela cuando él mejor que nadie sabía cómo era la vida de su amigo? Su hermano...
No podía hacerlo, ni aunque estuviera muerto de celos, no podía hacerle eso, sencillamente porque el mismo se había enamorado de Hermione sabiendo que su corazón no le pertenecía y nunca lo haría.
Los veía mirarse, necesitarse, preocuparse y quererse como nadie en su vida, y sin embargo, ellos no sé daban cuenta, y él había decidido volverse ciego para evitarse el dolor de ese momento, uno que estaba destinado a sufrir en algún momento de su vida.
Nos necesitas, Harry
Te necesito, Mione
Ella siempre poniéndolo sobre todo y todos. Él convirtiéndola en su mundo entero, sin siquiera verlo, apartando a todos pero necesitandola a ella.
¿Estás bien?
Siempre que tú lo estés
En tercer año, luego de su escapada para salvar a Sirius Black, fué que comenzó a ser más evidente, ella había roto nuevamente las reglas para ayudarlo... para ir con él, pero sobre todo, ella había incluso viajado en el tiempo, sabiendo todas las consecuencias, sólo para acompañarlo.
¡Lo lograste, Harry!
Lo logramos, Mione
En cuarto año, nuevamente ella había mandado a todos al traste, cuando lo había visto ganar la segunda prueba del Torneo de los Tres Magos, ignorando incluso a Vicktor Krum, con quién se suponía que salía en ese momento, tan sólo para asegurarse ella misma de que él estaba bien, abrigarlo y protegerlo como le había dicho ella misma.
¿Mione?
Nunca he estado mejor
Llegó quinto año, y Ron nuevamente la había visto irse con él, nuevamente a pesar de que habían más personas en aquella maldita sala de las profecías, ella se había aferrado a él, y él a ella, la había estado protegiendo a ella por sobre todos, como si la vida de ambos perdiera todo sentido y valor automáticamente alguien los hería, eso había pensado él cuando los había visto antes de huir y todos separarse por grupos. Pero fué después, cuando a través de los recuerdos de Neville vió el momento en el que hirieron a Hermione y la reacción de Harry, que lo confirmó. Harry vivía de Hermione y ella vivía por él, solamente por él, aunque ninguno se hubiera dado cuenta aún, pero Ron lo ignoró, se dijo a sí mismo que Harry hubiera reacción igual con él, o incluso con Ginny.
Tú apuntas
Yo disparo
Sexto año llegó y con él, el tonto libro de pociones con el que Harry se obsesionó, las peleas comenzaban a ser un poco constantes entre ellos, pero aún así, sus miradas brillaban cada vez más según se encontraban, como si fueran aún los mismos chicos de 12 años, ingenuos de corazón, que se miraban fijamente trasladándose a su propio universo completamente inentendible e indescifrable para toda persona que no fueran ellos dos, con una complicidad envidiable, y con una con una confianza aterradora en el otro, simplemente las palabras sobraban, y aún cuando había pasado tanto tiempo, aquello no cambiaba, sino que se agrandaba con el paso de los años que llevaban juntos, a tal punto de saber que estaba pensando el otro en casi todo momento.
Esa era la explicación que Ronald se dió a sí mismo, cuando al final del curso, tras la muerte de Dumbledore, y los descubiertos horrocruxes, Hermione volvió a leer los pensamientos de Harry y a molestarse sin siquiera mirarlo realmente, Ron simplemente los observaba desde atrás en aquel atardecer, en la torre de astronomía.
—No, Harry, no—había dicho Hermione, con clara autoridad y frialdad en su tono. Ron la observó confundido, no entendía pero Harry rápidamente se había girado hacia ella observandola a los ojos—
—Entiendelo, Hermione, es lo mejor, ésta es mi lucha—remarcó Harry sin dejar de observarla, y Ron ya tenía una idea de a qué se refería, pero él tampoco estaba de acuerdo—
—No, Harry James Potter, entiéndelo tú, no me vas a dejar afuera ahora, no lo vas a hacer, no te lo voy a permitir—volvió a hablar en el mismo tono, acercándose a él—Fuimos uno desde primer año, Harry, los tres, tú mismo lo dijiste, yo apunto, tú disparas. Juntos—y tras eso, Ron se dió cuenta, Harry cayó nuevamente ante Hermione, quién volvió a lanzarse a sus brazos y él la correspondió, aferrándose uno al otro, casi olvidando su presencia en el lugar—
Tú eres mi espada
Yo soy tu escudo
Eres mi camuflaje y yo soy el tuyo
Cuando comenzaron la búsqueda de los horrocruxes, fué que él mundo de ilusión y mentiras que Ron se había creado, comenzó a caer en picada, ya no habían excusas que pudiera darse a sí mismo, ya no podía seguir manteniendo sus propias ilusiones porque inconscientemente ellos la iban desmintiendo, destruyendo con cada día, hora, minuto y segundo que pasaba.
Y sin embargo, para ellos era normal, para ellos era sólo la inmensa hermandad que sostenían, sin ver o tal vez, sin querer aceptar que realmente nunca había sido como ellos querían, cómo ellos pensaban.
Cuando Harry y él pelearon, quiso aferrarse a qué Hermione de iría con él, y creyendo aquello, preguntó, pero ni siquiera necesitó que le respondiera para saber que ella no lo haría, para ella siempre estaría Harry por encima de todo y todos, lo confirmó cuando tras preguntarle, Harry había mirado hacia el lado opuesto a ellos, como suplicando que ella no lo abandonara, mientras que ella se girado a observar a Harry, ni siquiera sopesando la posibilidad de irse con él, y se marchó, molesto por comenzar a comprender todo, pero sin poder aceptarlo aún, dolía.
Escuchó los gritos de Hermione, llamándolo con dolor pero simplemente los ignoró, perdiéndose por aquel bosque, alejándose de ellos dos.
Para cuando los encontró nuevamente, seguía sin aceptar lo inevitable, salvó a Harry de ahogarse en el congelado lago, recuperó la espada de Gryffindor y destruyó el guardapelo, pero cuando llegaron a la tienda, supo que debía comenzar a aceptar lo que él siempre supo, porque en cuanto se estaban acercando a ésta, con sus pisadas susurrando en el frío bosque de Dean, una delgada mujer, con su maraña de cabellos castaño había corrido hacia Harry, lanzandose a él con los ojos cerrados y enterrando su rostro en cuello de él, con silenciosos sollozos, sin notarlo a él.
Harry estaba un poco más adelante que él, guiandolo, cubriéndolo de la vista de la chica. Para cuando, Hermione se alejó de Harry y notó su presencia, dió rienda suelta a su rabia después de que el la saludara con un simple "Hola" , rabia que fué detenida con sólo una mirada de Harry, logrando que Hermione simplemente se retirara a la tienda, ignorando su presencia, lo que sorprendió a Ron.
Con el paso de los días, se fue dando cuenta de que ellos ya habían aceptado sus propios sentimientos, que ellos se habían aceptado mutuamente en el transcurso de tiempo que él no estuvo presente. Habían creado su propia rutina, para ellos solos, una que ni siquiera con su presencia habían cambiado.
En las mañanas, después de despertase, solían turnarse para hacer el desayuno, luego comenzaban una conversación de sus planes, sueños, metas e incluso imaginaban escenarios que un futuro podrían suceder, mientras ellos limpiaban la improvisada cocina y limpiaban los utensilios usados, Ron los escuchaba, casi sin intervenir, después volvían a concentrarse en discutir los posibles lugares donde podrían estar el resto de horrocruxes y como destruirlos. En la noche, siempre cocinaban juntos, para posteriormente acomodarse en un pequeño sofá que había en medio de la tienda, en el espacio entre las camas de ambos, la cabeza de Harry en el regazo de Hermione, y la mano de ella enredada en el rebelde cabello del Elegido, mientras Harry le leía un libro para que luego, abrazándolo, Hermione le cantara en susurros armoniosos, para que el durmiera tranquilamente.
Ron los observaba simplemente, comenzando a aceptar lo que ya era inútil negar. Pasaron los meses, y llegó el día de quiebre de Harry, llegó uno de los peores días de la vida de Ronald Billius Weasley.
2 de mayo de 1998
I'll go with you
Anteriormente habían sospechado en lo más profundo de sus seres, que Harry era un horrocrux, pero había una diferencia abismal entre sospechar y confirmar. La vió a ella, nuevamente querer ir tras el, pero por primera vez, Harry no la dejó, no podía dejarla morir, y el lo conocía lo suficiente como para saber, que su amigo ya había aceptado que moriría.
Se emocionó, cuando Harry se lanzó de los brazos de Hagrid, y comenzó a lanzar hechizos hacia Lord Voldemort, pero quedó completamente sorprendido, cuando Draco Malfoy después de ver a Harry Potter frente al mago más tenebroso de todos los tiempos, había gritado su apellido y se había lanzado a correr hacia el Elegido, ayudándolo a derrotar a Voldemort.
Recordaba que Harry se había girado en el momento que había llegado hasta ellos, y tras analizar el campo de batalla, había comenzado a negar y luego a correr desesperadamente hacia el Gran Comedor o lo que quedaba de él, Ron lo siguió y al lado de él, por alguna razón, Draco y Ginny también.
Antes de llegar, escucharon perfectamente un grito de inmenso dolor, que le erizó la piel completamente, cuando llegó al lugar, entendió el motivo de él grito, comenzando a negar el también.
Allí, justo en las inmensas puertas del gran comedor, en el suelo, se hayaban Harry Potter, llorando desesperado y con un dolor casi imposible de superar reflejado en su rostro, abrazado a un cuerpo frío y sin vida, ocultando el rostro del cuerpo femenino en su cuello, dejando sólo a la vista el rizado cabello castaño, inconfundible para él.
Ese fue él día de quiebre de Harry James Potter, él Niño-que-vivió, el Elegido, que había cumplido con su misión más pagando un precio que nunca fue capaz de superar.
2 de junio de 1998
Un mes después, Ron se encontraba entrando al número 12 de Grimmauld Place, no alegremente porque aún le dolía la perdida de Hermione Granger, la chica de la que había estado enamorado, su mejor amiga, pero tampoco estaba en el punto al que había llegado Harry, quién parecía sinceramente más un inferi que una persona.
Se adentró en la inmensa casa donde su amigo se había refugiado solo para ebxontrala de patas arriba, pero horrorosamente silenciosa, comenzó a asustarse justo cuando se dió cuenta que encima de la pequeña mesita del salón, reposaba un pergamino y un tintero, se acercó lentamente para agarrar el papel, una carta...
Comenzó a negar cuando terminó de leer, y automáticamente se desapareció del lugar, volviendo a aparecer en el camino que llevaba a dónde antes se observaba Hogwarts, imponente y orgullosa, comenzó a correr presintiendo dónde estaba su objetivo, y repitiendo en su cabeza una parte de aquella carta que lo estaba destruyendo.
"Los recuerdos que antes consideraba hermosos, se han vuelto dolorosamente destructores, a cualquier lugar yo te hubiera seguido pero me abandonaste sin opción a duda. Hasta hace unos días, pensaba que no sabía cómo decirte adiós , ahora me doy cuenta que realmente no puedo hacerlo. Pero por primera vez, voy a hacerlo, voy a decir adiós, no a tí, sino a aquello que yo dejé de pertenecer desde el momento en que tus suaves suspiros dejaron tu frágil cuerpo"
Siguió corriendo, por fin llegando a su destino, abrió rápidamente la puerta de la Torre de Astronomía, justo en el momento en que comenzaba el atardecer, iluminando con sus suaves rayos de luz un cuerpo en medio del lugar. Ron se quedó quieto en la puerta, observando el cuerpo que parecía dormir tranquilamente pero el presentía que nunca más despertaría.
Comenzó a acercarse mientras las lágrimas comenzaban a formarse en sus azulados orbes, observó detenidamente el cuerpo de su mejor amigo, comenzando a llorar desconsolado mientras caía a su lado.
Lucía tranquilo, con su rostro inclinado hacia el sol y sus ojos cerrados, con sus manos sosteniendo un pequeño pergamino, y un anillo de compromiso en su otra mano.
"Volvamos a vernos en el campo de batalla, vuelve a ser mi espada que yo seré tú escudo, cubre mi espalda en tú cálido abrazo mientras en una suave melodía vuelvo a unirme a tí, en una sola alma"
¿Cuidarás mi espalda?
Siempre
¿Abandonaras mi alma?
Ni aunque abandone mi cuerpo.
Cuatro años después, dos pelirrojos y dos rubios entraban a un cementerio, completamente vestidos de negro excepto por una rosa azul que todos llevaban dirigiéndose a una tumba en específica.
Uno de los rubios, una chica de ojos platinos y mirada soñadora llevaba un carrito dónde reposaban dos pequeños bebés mientras era abrazada por los hombros por un pelirrojo de hermosos ojos azules, caminaron hasta la cima de la pequeña montaña, dónde se encontraban dos tumbas, una al lado de la otra y desde donde se tenía una hermosa y tranquila vista del radiante sol y el brillante océano azul.
El pelirrojo, Ron Weasley, presentó ante sus amigos, a sus dos hermosos hijos, James y Jane Weasley, en honor a ambos chicos que descansaban bajo aquellas tumbas.
Los cuatro adultos quedaron en silencio, observando las tumbas con diferentes expresiones y pensamientos.
Luna Lovegood sonreía hacia la tumba de la chica, hablando con ella en sus pensamientos, repitiendo una frase que esperaba su amiga escuchara: Sueña con tu mundo de colores... sosteniendo su mano tan fuerte como lo hiciste en vida...
Después de unos minutos, todos comenzaron a alejarse, saliendo del cementerio donde se encontraban las tumbas de Harry y Hermione, dónde se leía:
Hermione Jean Granger Potter
19/9/1979 - 2/5/1998
Harry James Potter Evans
31/7/1980 - 2/6/1998
"Hay ocasiones que es mejor cerrar los ojos y descansar, hasta que el mundo se llene de color"
Entonces Ronald Weasley lo supo, se dió cuenta de que siempre supo que ellos sólo eran una sola alma separadas por cuerpos diferentes pero enlazadas por un amor puro y celestial.
