Las órdenes habían sido claras para ambos chicos.
«Esperen aquí afuera y no hagan alboroto».
Quizás era porque ambos maestros conocían muy bien a sus alumnos.
Zed sabía que Kayn no era un mal chico o que causara problemas, pero también sabía que la más mínima chispa haría que siguiera la corriente de sus inquietos pensamientos.
Por más tranquilo y serio que Kayn intentara mostrarse, en el interior era como un niño que se ponía a perseguir las mariposas que volaban a su alrededor. De hecho, más de una vez lo había descubierto siguiéndolas con la mirada.
Y lastimosamente para Shen, sabía que Akali era una problemática de mucho cuidado. Lo ha sido desde que era una niña y el mismo Shen sentía que había tenido parte de la culpa, quizás debió ponerle un poco más de disciplina y mimarla menos.
Pero su blando corazón no se lo permitió, pensaba que Akali ya tenía suficiente con lo dura que era su madre, por eso él y Kennen habían tratado de mostrarse más amigables para ella. Ahora ambos se cuestionaban si aquello fue una buena decisión.
Por otro lado, Akali y Kayn tampoco querían traerles problemas a sus maestros, es por eso que ambos habían intentado cumplir con lo que le habían pedido, después de todo no era algo tan difícil.
O eso era lo que ambos pensaban.
En un inicio solo se habían quedado frente a la taberna en la que Zed y Shen estaban reunidos, pero al notar que las personas que pasaban por ahí ponían una expresión de miedo al ver sus caras de culo y armas a la vista prefirieron esperar en el callejón a un costado del establecimiento.
Una de las pocas cosas en los que ambos estuvieron de acuerdo ese día.
Con los brazos cruzados y la espalda recostada en una pared, Akali fue la primera en ladrar:
—¿Entonces es cierto que tu guadaña te habla o es solo una mentira para cubrir que estás loco de remate?
Kayn, quien estaba recostado de la misma manera en la pared contraria, alzó una ceja.
—¿No sabes que te pueden asesinar por decir cosas tan imprudentes? —aquello solo era una amenaza, si le ponía una mano encima Zed lo iba a reprender fuertemente.
Akali le dio una sonrisa ladina.
—¿Es eso una promesa o solo una amenaza?
El noxiano terminó rodando los ojos, lo que causó que la jonia soltara una carcajada.
—Te hacía con más agallas, Kayn —el objetivo de Akali era claro, porque sacar de sus casillas a Kayn le parecía algo más entretenido que solo ver la pared.
—Y yo te hacía más madura —nuevamente las carcajadas de la ninja llenaron el espacio.
—Aparte de cobarde, no tienes sentido del humor —se enderezó y luego de estirarse un poco empezó a caminar fuera del callejón.
Una parte de Kayn se sentía aliviado, si ella se iba entonces podría estar tranquilo con sus pensamientos una vez más y sin una molesta chica que intentara hacerle perder la paciencia. Pero otra parte de él se preguntaba qué tenía planeado hacer ¿Iría a molestar a alguien más? Bueno, eso ya era su problema y al final Shen le llamaría la atención.
¿Pero… Y si al final le llamaban la atención a él también por no detenerla? Lo dudaba, su maestro no lo culparía por algo de lo que no tenía control ¿Pero y si…?
Las carcajadas de Rhaast sonaron en su cabeza.
—Vamos, cachorro, no querrás quedar mal ante tu amo.
Kayn soltó una maldición en voz alta antes de ir tras la chica, tampoco tardó mucho en alcanzarla ya que ella iba a paso tranquilo, como si no estuviera haciendo algo malo.
—Ellos dijeron que nos quedáramos ahí —fue lo que le dijo cuándo la alcanzó.
—Lo sé —su voz era igual de tranquila—, Pero me aburro y un tronco es más divertido que tú —la chica aceleró el paso por lo que Kayn hizo lo mismo.
—El maestro Shen se enfadará cuando vea que te fuiste —insistió, muy comprometido con su propósito de hacerla volver.
Esta vez fue ella la que rodó los ojos y se detuvo de repente, él por supuesto copió la acción.
—Kayn, no voy a abrirle la garganta a alguien, si es lo que te preocupa —se cruzó de brazos—. Puedes acompañarme o quedarte viendo las telarañas en las vigas que sobresalen del techo, lo que mejor te parezca.
Ella lo miró con una ceja alzada y los brazos cruzados mientras esperaba su respuesta.
Kayn lo pensó.
Lo pensó seriamente.
¿Debería desobedecer a su maestro solo para matar su aburrimiento? Porque siendo sincero consigo mismo, él también se estaba aburriendo en ese callejón.
—Yo creo que el cachorro debe aprender a divertirse.
…
No muy lejos del pueblo donde estaban había una corriente que desembocaba, luego de varias caídas de agua, en una gran laguna cristalina. Al asomarse en la orilla se podían ver las piedras del fondo y peces de colores nadando de un lado a otro, repartidos en la extensión de la orilla habían varias personas cargando agua o incluso pescando. Estaba rodeada también de una arboleda a unos pocos metros de la orilla, donde de hecho había una que otra persona recostada a los pies de algún árbol.
«Bueno, no creo que ella pueda causar problemas aquí…» fue el pensamiento de Kayn, quien admiró por unos momentos el paisaje tranquilo que se mostraba ante ellos. Luego, al escuchar los movimientos de Akali, puso los ojos sobre ella y notó que estaba recogiendo algunas rocas del piso.
—No pensarás lanzárselas a alguien ¿O sí? —aquello hizo que al chica se volteara, con una mirada un tanto confusa.
—¿Nunca has hecho rebotar rocas sobre el agua? —la respuesta que recibió Akali fue un movimiento negativo de la cabeza de Kayn—. Estoy empezando a pensar que Zed te tiene encerrado todo el día en esa orden suya.
Y en realidad no era muy distinto a lo que realmente pensaba, aunque era él mismo el que se quedaba en la orden, normalmente entrenando, cuando no tenía una misión. Pero eso era el pasado, ahora que ya no tenían el monasterio y apenas poseían un pequeño escondite prefería acompañar a Zed a lo que sea que fuera a hacer, como en ese mismo día.
—No es nada del otro mundo, es solo lanzarla —la chica se acercó a la orilla y dejó las piedras amontonadas a un lado.
Sabiendo que Kayn la observaba, tomó algo de impulso y en un rápido y limpio movimiento de su brazo junto a su muñeca hizo rebotar la piedra unas 3 veces sobre la superficie antes de finalmente hundirse.
Kayn frunció un poco el ceño.
—¿Y ya? —su voz era escéptica—. ¿Qué tiene de divertido lanzar unas rocas?
Akali soltó un suspiro, frotándose el puente de la nariz.
—Tú en serio no sabes divertirte —la chica tomó otra roca del montón y se acercó a Kayn—. Vamos, al menos inténtalo una vez —las pequeñas manos de ella tomaron la mano izquierda vendada de él, dejando la roca en su palma.
Kayn miró la roca unos segundos, tratando de entender la lógica tras lo que quería la chica. Para él seguía sin tener sentido ni diversión alguna lanzar rocas al agua, era algo muy infantil desde su punto de vista.
Al mirar a Akali se dio cuenta de que ella lo miraba expectante y él mismo sabía que si no lo hacía probablemente ella insistiría hasta que se le acabara la paciencia. Terminó quitándose la funda donde guardaba la guadaña y la dejó recostada en el tronco de un árbol antes de acercarse a la orilla.
—¡Bien! Vamos progresando —celebró la chica con unos aplausos bastante alegres.
Kayn se tomó un momento, recordando lo que había hecho Akali hace pocos minutos. Tomó impulso de la misma manera y lanzó la piedra al lago, para sorpresa de ambos la pierda rebotó dos veces antes de hundirse.
—No está mal, tienes talento para lanzar rocas —la frase vino acompañada con una risita.
—Sigo sin saber qué es lo divertido —Kayn no solo oyó el suspiro de Akali, también el de Rhaast en su mente.
—Eres un mocoso aburrido, yo me voy a dormir.
«Al menos esa es una molestia menos» pensó Kayn.
—No puedes hablar en serio —ella se pasó la mano por el cabello, pidiendo paciencia al Dios o espíritu que estuviera de turn.
Tomó otra roca para lanzarla, esta vez rebotó cuatro veces en la superficie.
Después de algunos segundos en silencio a Akali se le vino una idea a la cabeza, quizás podía apelar al espíritu competitivo del chico.
—Apuesto a que no puedes hacerla rebotar más veces que yo —ella le dio una sonrisa juguetona.
—No me interesa tampoco —dijo él secamente, cruzándose de brazos.
Akali se esperaba ese tipo de respuesta, pero no iba a desistir.
—Oww, seguro que no eres capaz de hacerlo —su sonrisa se amplió—. El gran Shieda 'ojos de loco' Kayn no puede hacer rebotar una roca 5 veces.
La ninja supo que su plan había funcionado cuando lo vio fruncir el ceño y tomar otra piedra del montón para lanzarla, haciéndola rebotar ahora 6 veces.
—Es solo lanzar una piedra, no es difícil para mí —su voz sonó bastante seria para la nimiedad que era el asunto y aquello a Akali le causó risa.
—Claaaaaaro —Akali alargó sarcásticamente, y con toda la intención, la A—. Hagamos una apuesta, el que rebote menos veces las rocas invita ramen para la cena —ella mostró todos sus dientes en una sonrisa.
Akali no ganaba algo con hacer que Kayn rebotara rocas en el agua, pero una parte de ella sentía un poco de pena de que él no pudiera entretenerse con algo tan simple, era algo que cualquier niño hacía prácticamente por instinto.
«¿Qué tan triste y vacía habrá sido su niñez?» era lo que se preguntaba ella.
Sabía que era un huérfano noxiano que había sido aquí abandonado durante la invasión ¿pero qué era de su vida antes de eso?
«¿Siempre habría sido un huérfano?»
Aquél pensamiento solo la hacía sentir más pena por él, al menos ella había tenido a Shen, Kennen y el resto del Kinkou. Pero sí de verdad él había estado completamente solo antes de Zed…
—Me gusta el ramen picante de cerdo —las palabras de Kayn la sacaron de sus pensamientos y en respuesta solo sonrió.
Había logrado su objetivo.
…
La reunión de Shen y Zed había durado más de lo que ellos mismos habían esperado, pero al menos había sido fructífera. El crepúsculo ya había empezado a pintar el cielo de colores naranja y rosa cuando ellos salieron de la taberna, lo que significaba que iban a tener que pasar la noche en el pueblo para partir con el amanecer al día siguiente.
Lo primero que hicieron fue buscar a Kayn y Akali al frente del sitio, pero al no encontrarlos ambos hicieron el mismo gesto de fruncir el ceño. Buscaron alrededor de la taberna y al no ver señal de los chicos empezaron a preocuparse.
—¿Dónde se habrán metido? —meditó Zed en voz alta.
No es como que estuvieran realmente preocupados por ellos, estaban más preocupados por lo que ambos podrían llegar a hacer. Sabían que sus alumnos juntos eran como el agua y el aceite, una tonta discusión podría terminar en una pelea de la cual volarían kunais, cortes de guadaña y algún pobre campesino que solo pasara por ahí iba a quedar en medio.
Aunque no veían signos de alboroto en la gente, quizás no estaban perturbando la paz. Pero la duda persistía en ellos:
¿A dónde irían dos ninjas adolescentes sin supervisión?
Había varias respuestas a esa pregunta, pero Zed y Shen descartaron rápidamente algunas de ellas.
—Quizás fueron por algo de comer, después de todo es hora de la cena —el ojo del crepúsculo miró a su contraparte.
—Habrían entrado a la taberna, al menos Kayn lo habría hecho —y aquello era lo que más le extrañaba, Kayn no era de los que desobedecían una orden porque sí.
Conociendo a su chico, lo hubiera esperado en el sitio donde lo dejó tan fielmente como un perro a su amo y, a pesar de que eso le daba cierta seguridad a Zed, también le preocupaba su autonomía. Era algo en lo que había tenido que trabajar desde que lo acogió, Kayn desarrolló un fuerte apego hacia Zed y había sido capaz de escurrirse varias veces fuera del monasterio nada más para seguirlo a donde sea que fuera.
—Quizás Akali lo convenció… —Shen tenía la sensación de que Shieda Kayn no era una persona fácil de doblegar, algo que quizás aprendió de Zed, pero sabía que Akali podía ser muy testaruda cuando algo se le metía a la cabeza.
Se miraron una vez más el uno al otro.
—Mejor empezamos a buscar —aquello que salió de la boca de Zed fue más una decisión firme que una opción—, no creo que hayan ido tan…
Pero la frase de Zed quedó al aire debido a una voz femenina.
—Oh, ya acabaron —los ninjas mayores se giraron para ver a los jóvenes llegar, sin algún rastro de pelea o agresión en ellos.
—¿A dónde fueron? —preguntó el maestro de las sombras, poniendo la vista sobre su alumno.
—A la laguna que está cerca, estábamos rebotando rocas sobre el agua —respondió tranquilamente Kayn, alzando los hombros.
Por un momento Zed y Shen pensaron que el chico había hablado en noxiano, ya que les tomó unos segundos procesar lo que había dicho.
—¿Rebotando… rocas? —repitió Zed, aún confundido.
—Sí ¿Pueden creer que él no sabía qué era eso? Deberías sacarlo más pasear —como siempre, Akali y su falta de filtros al hablar—. Por cierto, anciano, Shieda hoy paga mi cena.
Zed alzó una ceja, lo que Kayn interpretó como una pregunta silenciosa.
—Fue una apuesta —explicó tácito.
Y ahí fue que ambos maestros cayeron en cuenta de lo que sucedió.
El aburrimiento les había ganado a sus alumnos y fueron a pasar el rato rebotando rocas sobre el agua, sin riñas ni peleas, un simple juega de niños.
Si Shen y Zed estaban sorprendidos no fue algo de lo que los chicos se dieran cuenta, ya que ambos ocultaron muy bien aquella emoción, al igual que cierta alegría sorpresiva que les recorrió el cuerpo.
—Bueno, si fue una apuesta entonces será mejor saldar las deudas —Zed se pasó la mano por el cabello blanquecino—. ¿Kayn?
—Así será, maestro —el nombrado hizo una pequeña reverencia y luego miró al Ojo del Crepúsculo—. Maestro Shen, si desea algo también puede pedirlo.
Shen asintió con la cabeza.
—Agradezco tu amabilidad, joven Shieda —no era como que Shen fuera a pedirle algo al chico realmente, pero admiraba su disposición, Zed lo había educado bien.
Y aquella tarde…
Aquella tarde fue algo distinto para todos.
Todo comenzó con un mensaje que decía «Puedo imaginar a Kayn y Akali rebotando rocas en un lago mientras esperan a Shen y Zed» y terminó en esto.
Lo gracioso de todo el asunto es que había empezado a escribir todo el contexto desde el punto de vista de Zed, contando el porqué se estaba reunión con Shen y caí en cuenta de que me estaba desviando de lo que realmente quería contar.
Pero hey, ahora tengo un borrador nuevo.
En fin, este es un regalito de cumpleaños para mi querida Ryder Van Rose :) te amo y que cumplas muchos años más -corazoncito-.
