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Miedo…
Ese lugar siempre le ha dado miedo desde que tiene memoria. No sabía que había hecho mal ahora, el director lo golpeó con una varilla hasta que la espalda le ardió y lo había encadenado otra vez, últimamente lo había estado castigando mucho.
El único consuelo que tenía era una melodía que alguien a lo lejos tarareaba, era realmente relajante que lo hacía dormirse. No sabía si eran alucinaciones por el dolor, pero no importaba.
No puede evitar preguntarse, ¿acaso hizo algo mal o es solo su existencia? No podía evitar molestarse con el director por hacerle eso, pero tampoco podía evitar regañarse a sí mismo por hacer las cosas mal todo el tiempo.
Escuchó que alguien se acercaba a donde estaba encerrado y ahí lo vio, al director que lo veía sin ninguna pizca de emoción.
― ¿me odias?
No respondió nada, solo abrazó sus rodillas contra su pecho intentando no transmitir nada de su enojo por miedo a que lo castigaran de nuevo.
―Hazlo, ódiame.
Esperó a estar completamente solo y se durmió, pero no estaba solo.
Ahí lo vio.
Un enorme tigre que no sabía cómo había entrado ahí estaba despedazando una gallina. Eso le dio más miedo aun, pensó que cuando terminara con esa gallina su platillo principal sería él.
Pero al parecer de desmayó del susto, afortunadamente todo fue una pesadilla.
El director lo vio como si hubiera hecho algo realmente malo y lo dejó sin comer por dos días.
Cuando por fin pudo salir de ahí solo le dieron un pedazo de pan y un poco de agua para que no muriera de hambre. Aunque no todo era tan malo, el orfanato tenía una pequeña biblioteca donde los niños estudiaban, no tenía permitido salir para estar con los demás, pero si hacía bien sus tareas podía pasar sus recesos ahí. Siempre era su parte favorita del día.
Todo el tiempo que estuvo ahí aprendió a leer poco a poco, pero a medida que pasaba el tiempo se empezó a dar cuenta de que no era igual a los demás niños. Fue un hecho vergonzoso que pasó en el baño, casi nunca entraba porque las pocas mujeres que encargan de los niños le daban un baño aparte con agua helada que lo dejaba temblando. Vio a otros niños hacer del baño y cuando estaba por hacer lo mismo se dio cuenta de que no tenía lo mismo que los demás.
El que lo encontraran en el baño con los demás conllevó a otra paliza y otra noche con cadenas. Y otra vez con el director diciéndole anormal, inútil bueno para nada.
Pero ese día se atrevió a hacer algo que nunca creyó hacer, hablar con el director antes de que lo dejara ahí en la oscuridad.
― ¿Por qué soy diferente?
El director detuvo su paso y volvió a verlo con indiferencia.
―Porque debes serlo, cuando salgas al mundo lo entenderás.
Con el paso del tiempo perdió las esperanzas de que eso pasara alguna vez ya que cuando alguien llegaba siempre tenía que esconderse para que no le vieran. Escuchar las risas y felicitaciones cuando uno de sus compañeros conseguía una familia era algo que le causaba una profunda tristeza. Pero las cosas comenzaron a cambiar mucho cuando creció un poco más, últimamente los alrededores del orfanato quedaban destruidos parcialmente, al parecer una bestia salvaje había aparecido.
Si antes los demás no se le acercaban por parecer raro ahora parecía que lo odiaban. Le ponían el pie para que se tropezara, le empujaban o mojaban con agua sucia.
"Lárgate"
"Monstruo"
"Fenómeno"
Eso y muchas cosas más le decían, tal vez era por los cambios que había adquirido en ese tiempo.
Calculaba más o menos que a los once años su cuerpo comenzó a cambiar, su pecho comenzó a cambiar y sentirse diferente, pero algo que sí lo asustó fue cuando una mañana notó que tenía su pantalón manchado con sangre, pensó que moriría desangrado.
Puede que ese haya sido el único acto bueno de humanidad que tuvieron las trabajadoras del orfanato, le explicaron el porque era diferente de los demás niños. Resulta que no era un niño, era una niña.
Pero el hecho de ser niña no hacía ninguna diferencia, los castigos era igual de duros, a veces iban aumentando en crueldad. Los golpes ahora eran más fuertes que le dejaban sangrando la espalda o la quemaban con un fierro caliente si no hacía bien una tarea, si su cabello crecía demasiado se lo dejaban muy corto y de manera dispareja, su pecho era apretado con vendas para que se mantuviera plano y la dejaban mancharse cuando le tocaban esos "días difíciles".
Nunca entendió porque eran tan crueles, no podía evitar llorar en el lugar donde siempre la encadenaban, pero trataba de hacerlo en silencio ya que si se atrevía a formar un escándalo el director la mojaría con agua helada.
―Oye.
Escuchó que la llamaban y vio sorprendida que uno de sus compañeros estaba ahí, cosa que se la había hecho raro, ninguno tenía permitido estar ahí.
―Una niña linda no debería llorar así.
Eso hizo que se cohibiera aún más, nadie nunca le dijo nada así en la vida. Lo cual hizo que sus mejillas se sonrosaran. Para no meterse en problemas ese compañero salió de ahí, cuando terminó su castigo volvió a refugiarse en la pequeña biblioteca y encontró diversos libros de cuentos, de cocina y animales.
Mientras los miraba ahí vio al extraño niño de la vez pasada.
― ¿Puedo acompañarte?
Ella no respondió, así que el niño tomo eso como una respuesta afirmativa y se sentó a su lado.
― ¿tú eres Atsushi verdad?
Ella seguía sin decir nada.
―Los demás dicen que eres rara, pero yo creo que ser raro es bueno. Yo me llamó Jack –le dijo el niño, bueno, casi adolecente. con una sonrisa.
No importaba cuan dolorosos y crueles sean los castigos del director, la presencia de Jack en su vida la ayudaba a alejarse un poco de eso. Ella veía a Jack como uno de los príncipes encantados de los cuentos que rescataban a la damisela en apuros y se la llevaba a vivir a su castillo para vivir sus felices para siempre. Jack sabía que podía contar con ella, solo tenía que pedirlo y ella lo haría con gusto.
Pero no existía el felices para siempre, resultaba que el príncipe azul era en realidad un sapo horrible lleno de verrugas. Resultaba que la había invitado a jugar con los demás sabiendo que lo tenía prohibido, pero le aseguró que si estaba con él nada malo iba a pasarle. Era demasiado ingenua con cualquiera que le mostrara afecto, siendo una pequeña niña de doce años ilusionada con su primer amor que no resultó ser más que una pesadilla.
Resulta que todo fue una jugarreta entre todos sus compañeros grandes del orfanato para amarrarla a un árbol de modo que sus pies no tocaran el suelo, prácticamente la habían colgado mientras la lapidaban gritándole un sin número de cosas.
"Monstruo"
"Muérete de una vez"
"Nadie te quiere"
Eso le quedaba absolutamente claro, pero ¿Por qué la agredían así? Ella no había hecho nada. Cuando los encargados del orfanato llegaron a ver todo el alboroto los demás dijeron que ella se había escapado y que solo le daban una lección, lo cual la llevó a tener un castigo más fuerte.
Habían sumergido su cabeza bajo el agua muchas veces hasta que casi se quedaba sin aire, pensó que moriría ahí y tal eso era lo mejor ¿Por qué vivir si los demás solo la despreciaban? Pero recordaba los pocos libros que había leído puede que la vida no sea como los cuentos de hadas, pero el mundo puede tener cosas fascinantes que conocer y se prometió que algún día vería todo eso. Puede ser un lindo sueño si no estuvieras a punto de morir ahogada, cuando despertó estaba de vuelta en esa habitación encadenada y con el director viéndola con enojo.
―Realmente eres despreciable, no me sorprende que tus padres te hayan abandonado en una bolsa de basura.
La poca ilusión que tenía terminó destruyéndose, siempre tuvo la ilusión de que sus papás la hubieran querido, que algo malo les había pasado y que por eso había terminado en el orfanato, pero el saber que ni sus padres la habían querido fue un golpe duro, al parecer esa sería toda su vida. Ser golpeada, ahogada, lapidada, encadenada y sola llorando en ese horrible lugar.
Escuchó gruñidos, levantó un poco la vista y ahí lo vio. A esa criatura que vivía en sus pesadillas desde muy joven, la estaba viendo como si fuera un bocadillo exquisito, pero se convenció de que era un sueño, una pesadilla de la que pronto despertaría, pero lamentablemente todo fue real. A la mañana siguiente se enteró por medio del director que esa bestia había destrozado los campos donde cosechaban la comida.
Por un mísero instante agradeció estar castigada, así esa bestia no se la comería.
Algunos años siguieron pasando y todo fue lo mismo, solo que a Jack y a su grupo los habían adoptados unos meses después de que le dieron la lapidada, las noches que no estaba castigada iba a escondidas a la cocina para intentar prepararse un plato sencillo que encontró en un libro. Chazuke.
Fue lo más silenciosa posible para no despertar a nadie, para ser lo primero que se preparaba ella misma no estaba tan mal, pero algo es algo peor es nada, antes de volver al pasillo para dormir dejó la cocina justo como estaba para no tener más problemas de los que siempre tuvo.
Se acostumbró tanto tener el cabello corto que cada vez que le crecía se lo cortaba ella misma para que el director no lo hiciera, aunque cuando lo hacía ella misma le quedaba más disparejo que cuando lo hacía el director.
A medida que iba creciendo, los ataques de la bestia eran aún más frecuentes. Cada vez que lo veía ella misma se iba a esconder a donde la encadenaban siempre, para que no la encontrara.
Hacía sus tareas diarias, la castigaban si lo hacía mal, preparaba chazuke a escondidas, leía libros. Todo era completamente normal, excepto porque ahora comenzaban a castigarla por cualquier cosa, por una arruga en las sábanas, por una mancha en el suelo, por derramar una gota de sopa. Los castigos en la celda se hicieron más frecuentes, ya se le había hecho normal dormir encadenada, aunque muriera de frío y hambre.
Una noche comió algo de chazuke antes de dormir en los pasillos, pero escuchó ruidos raros afuera. Le daba terror de solo asomarse a la ventana debido a la lapidación que recibió hace unos años, pero su curiosidad fue mayor.
Escuchaba el escándalo que hacían las gallinas, finalmente se decidió a salir y ahí lo vio. Un enorme tigre blanco que ahora tenía el pelaje manchado de sangre debido a que había masacrado a las gallinas, estaba tan asustada que no podía moverse casi podría jurar que se había orinado en los pantalones. El tigre volteó a verla y se movió quedito preparándose para atacar.
Atsushi retrocedió lentamente, pero con cada paso que daba el tigre se acercaba aún más. Ya no aguantó más el miedo y se echó a correr con el tigre detrás de ella, solo rogaba llegar a la puerta con vida.
Un tigre enorme contra una escuálida niña muerta de hambre, era una pelea injusta, el tigre no tardaría en darle alcance debido a su agilidad y resistencia. Ella corrió a la entrada, entró y cerró la puerta, el tigre solo gruñó a través de la puerta, Atsushi corrió asustada por los pasillos hasta volver a la celda y encerrarse ella misma para que el tigre no la devorara.
Por primera vez esperaba que llegara la mañana y el director le diera sus tareas diarias para que se le pasara el susto, pero ese momento no llegó.
Atsushi despertó en la celda aún con el corazón acelerado, antes de poder levantarse si quiera sintió que la mojaban con agua fría y ahí vio al director que tenía la mirada furiosa, más que de costumbre. Abrió la puerta de la celda, le dio una bofetada, la arrastró hasta la entrada y la aventó hasta la entrada.
Ella no sabía que pensar en ese momento, ¿Por qué la llevaba hasta la entrada?
Al parecer por fin se cansaron de ella.
― ¡Lárgate inútil!
Al parecer no era solo el director, todo el personal del orfanato se encargó de recordarle lo aberrante que era.
― ¡Nadie quiere a los de tu clase cerca!
― ¡El mundo estaría mejor si te murieras de una vez!
Atsushi no podía evitar soltar unas cuantas lágrimas.
―Pero yo no he hecho nada… -susurró sin poder entender nada.
Pero en vez de recibir una explicación lo que recibió fue otra mojada.
― ¡Solo lárgate ya! ¡Sin ti la comida durará más!
La habían echado como a un perro, encontró entre la basura una mochila vieja y una manta sucia. Vio por última vez el único hogar que había conocido en la vida, el orfanato.
Caminó como vagabunda por horas y tenía hambre, vio que alguien dejó una crepa a medio comer en una banca, pero cuando estaba a punto de tomarla recordó un castigo del director, una vez cuando quiso tomar un pan de más en la mesa lo que recibió fue un martillazo que le rompió la mano. Con temor se alejó y fue a un callejón donde estaba el basurero de un restaurante donde no le quedó de otra más que comer un sándwich a medio comer, aunque estuviera echado a perder para no morir de hambre.
Llegada la noche caminaba por las calles casi vacías con la luz de la luna iluminando su paso buscando un lugar donde pudiera dormir, comenzó a escuchar los gritos asustados de las personas. ¿De que estaban huyendo?
― ¡Corran! ¡Corran! ¡Un tigre! –escuchó el grito de una persona.
Asustada volteó hacia todas las direcciones esperando que todo fuera una broma, pero vio en la oscuridad esos feroces ojos amarillos. Eso debía ser una broma de mal gusto, era el mismo tigre que destruyó el orfanato. Presa del miedo comenzó a correr tratando de escapar.
/::::::::/
Habían pasado dos semanas desde que la habían echado del orfanato. No tuvo el estómago para volver a comer de la basura ni tampoco tuvo las agallas para robarle a alguna persona y ella solo podía pensar en su preciado chazuke, juraba que estaba a punto de morir de hambre.
― Ok, de acuerdo. Tranquila, no pasa nada, no pasa nada –intentó tranquilizarse ella misma.
No sabía si estaba alucinando por el hambre o por alguna razón externa, pero comenzó a escuchar voces.
¡Lárgate inútil!
¡Nadie quiere a los de tu clase cerca!
¡El mundo estaría mejor si te murieras de una vez!
― ¡YA CALLENSÉ! –gritó frustrada intentando callar las voces.
Estaba temblando del miedo y el enojo, a duras penas se levantó para mostrarse firme ante su reflejo en el río.
―No voy a morir, no les voy a dar el gusto –habló tratando de convencerse a sí misma - ¡Está decidido! ¡Asaltaré a la siguiente persona que pase!
Pasó un tipo con motocicleta, ok ese quedaba descartado ya que por falta de alimento no llegaría muy lejos.
― ¡el siguiente!
Era un grupo de soldados que estaba trotando, ok ellos también estaban descartados dudaba que los soldados salgan a trotar con sus carteras y lo más probable era que le dieran una paliza por intentar robarles. Escuchó el sonido del río pensando que ahí habría alguien.
― Muy bien, ¡La tercera es la vencida!
Cuando volteó para ver a su potencial víctima se quedó incrédula al ver solo un par de piernas que flotaban.
―Eso no creo que cuente.
Notaba que aún salían burbujas así que al parecer la persona seguía con vida, pero no estaba segura si salvarla si no le traería algún beneficio.
―Lo voy a ignorar –intentó apartar la vista, pero fue imposible - ¡No puedo creerlo!
Se regañó a si misma mientras se sumergía en el agua para salvar a esa persona. Con las pocas fuerzas que tenía logró sacar a un hombre del río, era un hombre de piel clara y cabello castaño, no sabía si debía darle respiración de boca a boca o buscar a alguien para que lo asistiera.
Pero en eso el hombre se sentó recuperando la consciencia. Atsushi se asustó un poco.
―Te estabas ahogando así que te salvé –murmuró quedito.
Pero la mirada del tipo era más que todo de confusión.
―Estoy vivo –dijo para después poner una mueca de decepción y frustración - ¡Rayos!
Atsushi se quedó en shock.
― ¡¿Rayos?! –exclamó incrédula – "¿Acaso se está quejando?"
El tipo que había salvado se levantó.
― Entonces… ¿fuiste tú quien interrumpió mi inmersión?
Eso hizo que Atsushi pusiera cara de fastidio, ella esperaba por lo menos un "gracias".
―Yo solo estaba tratando de ayudarte –pero entonces cayó en cuenta de lo que dijo –espera, ¡¿Inmersión?!
―Si. Yo estaba tratando de suicidarme.
― ¡¿Suicidarte?! –exclamó escandalizada.
―Así es, yo quería terminar con mi vida –le dio una mirada de reproche –pero llegaste y lo estropeaste todo.
Atsushi quería que se la tragara la tierra, ella quería hacer una buena acción, pero al parecer este tipo la estaba regañando por salvarle la vida.
―Pero bueno, mi intención era cometer un suicidio limpio sin molestar a nadie, pero al parecer termine molestándote así que en todo caso es mi culpa –dijo el tipo ya más relajado.
Atsushi se levantó para pensar en si disculparse o decirle un par de cosas por tratar de matarse.
―Yo solo trataba …-no terminó de decir lo que quería porque el sonido de su estómago la interrumpió y sonó con fuerza.
Sus mejillas se pusieron rojas de la vergüenza.
―Parece que tienes hambre.
El cansancio y el hambre podían más que la vergüenza en ese caso.
―La verdad… es que llevo muchos días sin comer –suspiró derrotada.
Pero el sonido de otro gruñido estomacal la interrumpió solo que ahora pertenecía al hombre que salvó.
―Que coincidencia, yo también tengo hambre.
Su hambre le mandó una señal esperanzadora, por lo menos le debía algo por haberla hecho salvarlo.
― ¡¿Entonces…?! – preguntó un poco esperanzada.
―Bueno el río se llevó mi cartera –dijo vaciando sus bolsillos.
Eso hizo que la peli-blanca pusiera una mueca de tristeza.
―Pues entonces… -dijo un poco triste.
― ¡AL FIN TE ENCUENTRO CABEZA HUECA!
Al escuchar ese grito se estremeció un poco, pero al ver al otro lado del río se sintió un poco aliviada de ver a una persona más y que al parecer no la estaba regañando a ella.
El tipo volteó también y su mueca era como de alegría.
― ¡Hola! Kunikida! ¡así se hace!
El hombre llamado Kunikida era rubio y bastante joven, a decir verdad, pero al parecer se veía bastante enfadado.
― ¡ME ESTAS HACIENDO PERDER HORAS VALIOSAS DE MI TIEMPO! –seguía gritando.
Pero el de cabello castaño decidió ignorarlo y se volvió a ella con una sonrisa.
―Haremos esto, él es mi compañero de trabajo. Haré que nos invite a comer.
Eso le devolvió un poco la sonrisa a la peli-blanca, pero se estremeció otra vez al escuchar al rubio gritar.
― ¡DEJA DE IGNORARME!
Pero de igual manera el castaño lo ignoró y volvió a preguntarle a la chica.
― Y dime, ¿Qué te gustaría comer?
Ella se puso nerviosa pensando que su pedido sería muy exagerado.
―Pues no sé si podría… -comenzó a hablar con algo de pena.
―Adelante, pídelo sin pena.
Atsushi tenía las mejillas rojas por la pena.
― Quisiera un tazón de Chazuke –pidió quedito.
El castaño se le quedó viendo, pero después se puso a reír.
―Casi te mueres y solo quieres comer Chazuke. Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?
La peli-blanca no estaba segura sobre si decirle su nombre.
―Mi nombre es, Atsushi Nakajima.
―Bueno, vámonos entonces Atsushi ¡Kunikida te invitará treinta tazones! –exclamó con alegría.
Al parecer Kunikida lo escuchó porque inmediatamente le reclamó.
― ¡NO PROMETAS LO QUE NO ES TUYO DAZAI!
Atsushi se le quedó viendo, su nombre era curioso.
― ¿Dazai?
―Sí, es mi apellido.
el viento sopló con algo de fuerza, lo que la hizo estremecerse por el frío.
―Mi nombre es Dazai. Osamu, Dazai.
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La noche había caído sobre Yokohama, en un pequeño restaurante estaban Atsushi y los dos hombres que había conocido en el río. Ellos estaban sentados "tranquilamente" mientras ella se atragantaba con más de diez tazas de chazuke.
Pero al parecer al rubio no le pareció divertido que esa niña que parecía niño se atragantara con comida que fue pagada con SU dinero.
―Mira nada más, ahora estamos muy retrasados –reclamó el rubio.
Pero a Dazai se le veía despreocupado.
―Creo que te preocupa demasiado la hora Kunikida.
Pero Kunikida se levantó enojado mientras sacaba una libreta verde y la estampaba contra la mesa.
― ¡No es solo la hora! ¡Es un ideal! ¡Es la guía de mi vida! Y aquí no dice nada ¡sobre tener un compañero maniaco suicida! ¡Y tampoco dice nada sobre que un mocoso se coma todo mi dinero!
Atsushi no podía evitar querer replicar, pero con la boca abierta era casi inentendible lo que decía, se notaba que no tenía modales al comer.
― ¡Y tú cállate! –le replicó Kunikida.
― ¿Y fe fabjo wasen? –intentó decir Atsushi.
― ¿Mi trabajo? Es algo del ejercito –habló Kunikida más calmado.
Aunque Dazai estaba más concentrado en la manera de comer de la chica que parecía chico.
― ¿Cómo es que puedes entender lo que dice?
Atsushi terminó su ultimo tazón de Chazuke con una sonrisa y las mejillas sonrojadas.
― ¡Estuvo delicioso! ¡Creo que no podría comer otro de esos por años!
Kunikida iba reclamarle por todo el chazuke que se comió, pero la mirada de la chica lo detuvo.
―Realmente me salvaste la vida –dijo ella con una sonrisa sincera.
Dazai y Kunikida la vieron con interés escuchar que le salvaron la vida.
―Desde el orfanato a Yokohama no tenía que comer ni en donde dormir, pensé que moriría de hambre así que realmente te lo agradezco –terminó de contar ella con una sonrisa.
Eso le interesó a Dazai.
― ¿Vives en un orfanato? –preguntó Dazai.
―Vivía, pero me corrieron –lo dijo como si estuviera hablando de lo lindo que está el día.
―Que buena organización, sin fines de lucro –al parecer a Dazai no le pareció bien lo que escuchó.
Pero Kunikida no estaba dispuesto a perder más tiempo de trabajo.
―Oye Dazai, no somos una caridad para ayudar al desprotegido. Volvamos al trabajo.
Eso despertó cierta curiosidad a Atsushi.
―Por cierto, ¿en que trabajan ustedes?
― ¿Nuestro trabajo?, somos detectives –el castaño lo dijo con cierto encanto.
― ¿Detectives? –preguntó con curiosidad ya que no lucían como tal.
―No de la clase que tratan con mascotas perdidas e infidelidades. ¿Has escuchado hablar, de la agencia de detectives con poderes sobrenaturales?
Atsushi se sorprendió por eso, ella había oído rumores acerca de ellos. Se encargaban de trabajos que no se le pueden confiar a la policía ni al ejército, eran fuerzas que se encuentran entre el mundo diurno y nocturno y todos los miembros que trabajaban ahí poseían poderes sobrenaturales.
― "Entonces ellos dos, ¿pertenecen la agencia de detectives?"
Ella seguía sin creérselo, pero seguía preguntándose ¿Qué era lo que estaban buscando? Salió de sus pensamientos al ver que la cara de Dazai se iluminó al ver un punto fijo sobre la cabeza de la albina.
― ¿Y cuál es el trabajo que están haciendo?
Ambos la miraron.
―Perdonen, al ser del ejercito supongo que su trabajo debe de ser confidencial –se retractó un poco avergonzada.
―supongo que podemos decir algunas cosas para que tengas cuidado. La policía nos encargó que buscáramos a un tigre –le informó el rubio.
Eso hizo que Atsushi se pusiera tensa.
― ¿Un tigre?
―Uno come hombres, no sabemos si se ha comido a alguien, pero desde que apareció ha saqueado bodegas y devorado productos agrícolas, hace lo que quiere. Nos dijeron que lo vieron merodear muy cerca de aquí –explicó con tranquilidad Dazai.
Eso hizo que Atsushi se cayera de su asiento espantada.
― ¿Sucede algo Atsushi? –preguntó Dazai curioso.
―Ehh, creo que mejor los dejo seguir con su trabajo… adiós –murmuraba algo incómoda.
Pero antes de echarse a correr Kunikida la había agarrado del cuello de la camisa para impedirle correr a pesar de que ella solo forcejeaba para irse.
―Oye mocoso, a mí se me hace que tú sabes algo –le dijo Kunikida.
Atsushi dejó de luchar para darles una advertencia que tal vez les salve la vida.
―Bueno, sí. ¡Nadie puede con esa bestia! –les exclamó alterada.
― ¿Acaso conoces al tigre?
―Siempre me está persiguiendo –dijo asustada - ¡Casi me mata! ¡Si lo han visto por aquí, tengo que irme! –volvió a forcejear para irse.
Pero el rubio la soltó y luego la inmovilizó con una llave que la estampó contra el piso.
―Oye mocoso aún me debes la comida, así que me cobro con tu brazo o con que me digas lo que sabes.
Pero antes de cualquier otra cosa Dazai intervino.
―Calma Kunikida, el presidente ya te había dicho lo de usar la fuerza para conseguir información. Además, esa no es forma de tratar a una dama.
― ¿¡Eh!? –exclamó el rubio separándose inmediatamente de la albina.
Atsushi se sentó para encarar a Dazai un poco cohibida.
― ¿Cómo lo sabes?
Dazai se puso frente a ella.
―Tu voz es delicada y dulce como un ángel, ese bello rostro muestra una inocencia adorable y tus delicadas manos que a pesar de estar ásperas por el trabajo duro conservan esa calidez que solo una dama puede poseer –le dijo de manera galante.
Las mejillas de Atsushi pintaron de un rosa suave, que alguien la adulara así era realmente nuevo, pero a la vez se sintió tan lindo.
De pronto la expresión galante del castaño desapareció para ser solo la sonrisa de un niño que le respondía bien a la maestra.
―Además de la gran mancha de tu pantalón que me indica que ya llegó tu periodo.
Eso rompió en encanto. Atsushi se levantó y se sentó en una silla en un intento de encubrir ese vergonzoso hecho mientras su rostro se ponía más rojo que una manzana, estaba tan cohibida que parecía que en cualquier momento le saldría vapor por las orejas y en cierta forma a Dazai se le hizo adorable.
Para no postergar el asunto del tigre Dazai tomó otra silla y se sentó para estar frente a ella.
― ¿Qué puedes decirnos del tigre Atsushi?
Atsushi aun con gran vergüenza y las mejillas rojas comenzó a relatar con tristeza lo que pasó.
―Ese tigre destruyó mi orfanato. Arrasó los campos, también arrasó el gallinero y también la bodega –comenzó a jugar con sus manos –el orfanato ya no tenía dinero, así que me echaron para poder tener más comida –luego el miedo se presentó en su rostro –el tigre me sigue a donde quiera que voy, solo lo he visto de reojo muchas veces. La última vez que lo vi fue hace cuatro días en Tsurumi, me ha estado siguiendo desde que me expulsaron del orfanato hace dos semanas.
Dazai y Kunikida la miraron seriamente tratando de ver si mentía de alguna manera, pero Dazai vio más en esa historia.
―Concuerda, sus ataques llevan sucediendo desde hace dos semanas y lo vieron en Tsurumi hace cuatro días. Creo que debemos averiguar donde será su siguiente ataque.
Dazai volvió a ver a Atsushi con una sonrisa de niño bueno.
―Oye Atsushi, ¿estas ocupada?
Un escalofrío recorrió su columna vertebral.
― "Tengo un muy mal presentimiento sobre esto" –pensó Atsushi con miedo.
Esa sonrisa de niño bueno seguía plasmada en la cara del castaño.
―Tú puedes ayudarnos a atraparlo.
Atsushi se puso más nerviosa aún.
―Kunikida, entrégale esto al presidente.
―No puedo hacerlo sin antes confirmar que tienes un plan.
―Confía en mí.
Kunikida dudó un poco, pero, aunque Dazai fuera un poco idiota, siempre tenía un plan.
Atsushi aún asustada sin importarle la gran mancha de su pantalón se levantó de la silla escandalizada.
― ¡Quieres usarme como carnada! ¡No hay forma de que yo acepte…! –comenzó a replicar la albina.
―Hay una recompensa –canturreó Dazai.
Eso sí le interesó a Atsushi, con su situación actual el dinero no le vendría mal, aunque corría el riesgo de ser devorada por un tigre.
― No, no, no, no. No voy a ceder, no caeré en tentación –comenzó a replicar –pero ¿de cuánto estaríamos hablando? –preguntó con cautela para que no la creyeran avariciosa.
Dazai escribió una cantidad en una libreta y se la mostró a una chica. La cara de sorpresa de la chica era aún más graciosa que la de vergüenza.
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Ahora estaba en una bodega con poca iluminación y algo alejada de la ciudad, solo que ahora no estaba sola, ahora tenía la compañía de ese hombre que salvó de ahogarse en el río. Atsushi estaba sentada sobre una de las cajas abrazando sus rodillas contra su pecho, miró con curiosidad a Dazai que leía un libro muy curioso.
―Oye Dazai, ¿Qué estás leyendo?
―Un buen libro.
― ¿Cómo puedes leer con tan poca luz?
―Tengo buena vista, además este libro ya me lo sé de memoria.
―Entonces, ¿Por qué lo estás leyendo de nuevo?
―Un buen libro nunca deja de serlo.
Atsushi dejo de ver a Dazai para volver a abrazar sus rodillas de manera triste, estaba asustada por que el tigre se presentaría.
―Oye Dazai, ¿estás seguro de que el tigre se presentará?
―Completamente.
― ¿Cómo puedes estar tan seguro?
―Solo lo sé. Puede que no lo parezca, pero soy un buen miembro de la agencia.
―Eso es bueno.
Atsushi estaba aún más triste.
―En el orfanato siempre me dijeron que era una inútil, a nadie le interesa en lo más mínimo si yo vivo o muero. Pero bueno, al menos podría alimentar al tigre.
Dazai no mostró alguna expresión al escucharla, pero por dentro se sentía un poco mal por ella. Atsushi escuchó un ruido y eso la asustó, tal vez era el tigre.
― ¡¿Qué fue eso?! –se levantó asustada.
―Tranquila, de seguro fue el viento.
― ¡Tiene que ser el tigre!
― Claro que no.
― ¡Claro que sí! ¡Ha venido aquí a comerme!
―Cálmate Atsushi, además… los tigres no salen de lugares como estos.
Atsushi estaba entre enojada y asustada que no se tomara enserio el problema.
― ¡¿Cómo puedes estar tan seguro?!
―Porque había ciertas inconsistencias en tu historia –dijo mientras cerraba su libro.
Atsushi lo vio confundida.
―Si había falta de dinero ¿Por qué expulsarían solo a una niña? Deshacerse de una o dos bocas no haría ningún cambio en su economía, no son una aldea antigua, solo si expulsaran a la mitad o si los transfirieran a otro orfanato.
Mientras Dazai relataba sus hallazgos las nubes se retiraban del cielo dejando que la brillante luz de la luna se filtrara por el gran ventanal de la bodega. Atsushi volteó a ver la luna directamente.
―Además nos dijiste a Kunikida y a mí que llegaste a la ciudad hace dos semanas cuando apareció el tigre y luego nos dijiste que estuviste en Tsurumi hace cuatro días y vieron al tigre el mismo día.
Los ojos de Atsushi comenzaron a cambiar, su respiración se agitó e hizo gestos de dolor mientras filosos colmillos se asomaban por su boca.
― ¿Recuerdas lo que dijo Kunikida? La agencia se conforma por personas con poderes sobrenaturales, hay quienes consiguen el éxito debido a sus poderes, pero hay quienes sucumben ante ellos al no poder controlarlos –seguía diciendo mientras veía a la chica llorando y retorciéndose del dolor.
Una luz envolvió a la chica dejando a la vista la silueta feroz de una enorme tigresa.
―Apuesto que en el orfanato sabían que eres un tigre, pero no quisieron decírtelo –decía tranquilo mientras veía a la tigresa –eres la única que no lo sabía. Tú también tienes poderes sobre naturales.
Una enorme tigresa de pelaje blanco con ojos dorados se hizo presente gruñéndole al castaño y viéndolo como una amenaza.
―Puedes convertirte en una bestia, bajo el claro de la luna.
La tigresa comenzó a perseguir a Dazai como la perfecta cazadora que es, pero Dazai la esquiaba con gran agilidad, la tigresa podía agrietar el concreto con la fuerza de sus ataques y dejaba las cajas de madera hechas trizas con sus garras.
―Es realmente impresionante, podrías hacerme trizas con mucha facilidad –hablaba de lo más tranquilo mientras esquivaba los ataques de la tigresa.
No parecía nada preocupado porque una bestia gigante podría devorarlo, el último ataque lo llevó a topar ligeramente contra la pared mientras la tigresa se preparaba para atacar.
―Aunque no me molestaría acabar con mi vida siendo devorado por una bella dama, no puedes matarme –dijo con total seguridad.
Cuando la tigresa se lanzó para destrozarlo con sus garras Dazai alzó la mano.
―Mi poder es… "Indigno de ser Humano"
Apenas la mano de Dazai tocó la cabeza de la tigresa la luz la envolvió.
―Mi poder me permite anular cualquier otro poder, con solo tocar al otro.
La luz se desvaneció al igual que la tigresa dejando solo a una jovencita de cabello blanco que al parecer se había desmayado y cayó desmayada en el suelo.
―Pobre damisela –estaba por levantarla, pero fue interrumpido.
― ¡Oye, Dazai!
Volteó a ver a donde lo llamaban y vio a su compañero correr hacia él.
―Llegas tarde Kunikida, ya atrapé al tigre.
― ¿Era la mocosa?
―Sí.
―Entonces, ¿me puedes explicar esto? –mostrándole la nota.
― "El tigre aparecerá en la bodega oeste, aseguren el perímetro y manden refuerzos" –parafraseó lo que había escrito luego sonrió como niño bueno –bueno, parece que no fue necesario.
―Pues debiste explicármelo antes, tuve que traer a gente que no estaba de guardia. Tendrás que invitarles un trago luego de esto.
Dijo Kunikida viendo a las tres personas acercarse a ellos. Dos mostraban gran indiferencia mientras que el tercero se mostraba emocionado.
― ¿Acaso nadie murió? Que decepción –dijo con aburrimiento la mujer que llegó.
Nombre: Akiko Yosano
Poder: No has de morir
―Has progresado mucho Dazai, pero te falta mucho para estar a mi nivel –dijo el hombre de cabello negro con altanería.
Nombre: Edogawa Rampo
Poder: Ultradeducción
El tercero era un adolecente rubio que se acercaba emocionado a la chica inconsciente.
―Oigan, ¿no sabía que era él verdad?
Nombre: Kenji Miyazawa
Poder: Invicto por la lluvia
―No, al parecer no lo sabía, ¿Qué vamos a hacer con ella Dazai? La nombraron amenaza en el distrito –dijo Kunikida viendo a la chica desmayada.
Nombre: Doppo Kunikida
Poder: Doppo Ginkaku
Dazai vio a Atsushi desmayada, si la entregaban lo más probable era que la encerraran en un calabozo bajo tierra o la ejecutarían de inmediato por ser una amenaza.
"En el orfanato siempre me dijeron que era una inútil, a nadie le interesa en lo más mínimo si yo vivo o muero. Pero bueno, al menos podría alimentar al tigre"
Recordó las palabras de la chica, ella no tenía en la vida, solo una habilidad que no podía controlar y que en algún punto de su vida le traería problemas si no lograba controlarlo. Ella debía tener una oportunidad.
―Ya tomé una decisión –dijo Dazai después de pensarlo un poco.
Nombre: Osamu Dazai
Poder: Indigno de ser humano
Todos prestaron atención a lo que diría Dazai.
―Ella será uno de los nuestros.
― ¡¿QUÉ?! –gritó Kunikida alterado porque en su libro ideal no decía nada sobre recoger a una niña de la calle.
―sí, era de esperarse –dijo Yosano con resignación.
―siempre supe que eras un idiota Dazai, pero no pensé que a tan extremo –dijo Rampo con aburrimiento.
Mientras Kenji se acercó a ella y le acarició el cabello como si fuera un gatito asustado.
Kunikida seguía gritándole a Dazai que era una locura recoger a la niña y que en algún momento se comería a alguien, pero Dazai no le hizo caso y solo sonrió.
― Despierta niña –le dijo Dazai a Atsushi con una sonrisa.
Atsushi comenzó a despertar, la cabeza le dolía como si alguien la hubiera golpeado y se sentía agotada. Se despertó completamente y se asustó un poco al ver a muchas personas alrededor de ella.
― ¿Qué me pasó? –preguntó Atsushi algo aturdida.
―Oye Atsushi, ¿no recuerdas nada sobre tú transformación? –preguntó el castaño muy inocentemente.
― ¿Mi transformación? –preguntó confundida.
―Pues… tu pata derecha aún no vuelve a la normalidad.
― ¿Mi pata…?
Atsushi se miró la "mano" derecha, pero en vez de una mano tenía una pata de tigre blanca. Al inicio pensó que era una broma o que estaba alucinando, pero abrió si cerró la mano y cuando vio que la pata imitaba sus movimientos entró en pánico.
― ¡¿QUÉ?! ¡¿CÓMO SUCEDIÓ?! ¡¿CÓMO SUCEDIÓ ESTO?! –gritaba mientras agitaba su brazo en un intento de que la pata de tigre desapareciera.
Nombre: Atsushi Nakajima
Poder: Bestia bajo la luz de la luna
Atsushi seguía metida en su ataque de pánico.
― ¡Atsushi Nakajima! –la llamó Dazai para que dejara de gritar.
Atsushi se calmó un poco, pero aún seguía alterada al sentir las garras. Pero también sabía que debía calmarse para escuchar lo que querían decirle.
―A partir de ahora, serás una de nosotros. Serás parte de la agencia de detectives –por el tono que usó Dazai, hablaba muy enserio.
Atsushi se quedó quieta un rato tratando de procesar lo que el castaño le había dicho, ¿ella parte de esa organización tan importante? De verdad que debía estar bromeando.
― ¡¿Qué?! –le exclamó Atsushi con una cara de incredulidad.
CONTINUARÁ…
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Bueno, bienvenidas a esta nueva historia, puede que este capítulo les parezca flojo y sea solo un copia y pega del anime, pero es para que tengan un inicio de cómo será la vida de Atsushi desde que conoció a Dazai.
UNA ADVERTENCIA CLARA: Atsushi al ser chica van a cambiar muchas, MUCHAS cosas.
Pero bueno, espero que les haya gustado este capítulo y esperen el siguiente.
Las ama con todo el Kokoro
Harley Quinn.as kkkkkk
