Pensando en Crona

—He estado pensando en Crona.

—¿En qué cosa sobre Crona?

Marie estaba por servir el té en su nueva taza. Era una simple taza honda color borgoña; un toque elegante para avivar el lugar. Primero colocó la taza de Stein frente a él antes de servirse en la suya. Él contempló la taza antes de dirigirle la mirada, percibiendo que tenía algo en mente: silenciosa inspección en la que ella reparó.

—Me siento mal por la situación en la que vive. Entiendo que quiera vivir cerca de la escuela, pero no debería quedarse en un calabozo. Ha demostrado su lealtad en múltiples ocasiones, así que no hay motivos para seguir tomando precauciones y hacer que permanezca allí —tomó con firmeza su taza, frunciendo el ceño. Que Crona se hubiera portado tan educadamente con ella, sonriendo y diciendo que todo estaba bien, para después regresar a ese lugar...—. Me duele saber que regresa a ese sitio día tras día. Me siento responsable.

—No lo eres —replicó Stein.

—Bueno, ¿acaso no tenemos todos algo de responsabilidad en el asunto? —le cuestionó Marie—. El Shibusen tomó la decisión de acoger a Crona.

—Le hemos provisto de alojamiento y comida.

—¡Le proporcionamos el calabozo, maldito insensato!

Stein se encogió de hombros.

—Se suponía que solo sería algo provisional —al fin tomó un sorbo de su té—. Vaya, Crona no se ha quejado.

—Claro, ¡apuesto a que es una mejora de donde vivía antes! —exclamó Marie. No tenía más ganas de beber té. Colocó su taza en el escritorio, a un lado de la de Stein. Se apoyó contra la pared y cruzó los brazos—. Estuve pensando y... por favor escúchame, ¿sí? Quiero que Crona viva aquí.

Stein arqueó una ceja.

—¿Crees que vaya a poder lidiar con eso?

—Me preguntaba si podrías con eso —Marie replicó con honestidad—. Sé que es tu casa, pero... ahora que vivimos juntos…

Ya ni siquiera dormían en distintas habitaciones. Solía ser la casa de Stein, sí, pero ahora ambos proveían ingresos por igual e incluso compartían una misma cama a la que Marie brindaba calidez. Ella también se encargaba de las decoraciones del lugar y de abastecerlos con la alimentación necesaria para no hacerlos morir de un paro cardiaco.

—¿Esto tiene que ver con lo que dijiste el otro día de querer un bebé?

—Oye, aún podría tener un bebé si así lo deseo, ¡todavía soy joven!

Stein sonrió.

—Creo que Crona estaría feliz de vivir contigo —dijo—. Es lindo ver que han estrechado vínculos.

—¿Y bien? ¿Qué opinas? —le preguntó. Stein no había descartado inmediatamente la idea, a diferencia de lo que ella había previsto. Parecía ser una buena señal...—. ¿Tres no son multitud?

—Cuatro, técnicamente.

Marie se desconcertó por un segundo. Después suspiró. Ella lo sabía. Era una de las razones por las que quería tan desesperadamente sacar a Crona de ahí —soportar un encierro con Ragnarok sonaba a un infierno—. Supuso que a veces él podía ser lindo. Un poco retorcido, pero simpático a su propia y extraña manera. Según Stein, no obstante, él solía ser espeluznante.

—Aun así, desde hace mucho llevo planteándome... —empezó a decir Stein, golpeteando su rodilla con los dedos—. Desde que los conocí, qué cabría dentro de lo posible... Crona y Ragnarok son dos almas en un cuerpo. ¿Separarles sería como deshornear un pastel?

Tenía la mirada perdida, sus ojos errantes como si estuvieran siguiendo a una mosca que solamente él podía ver.

—Y de ser posible, ¿qué sería de los componentes? ¿Podrían permanecer como entidades completas? Crona es fácil de imaginar, ¿pero Ragnarok? ¿Podría volverse más humano? La investigación de Medusa fue exhaustiva, pero dudo que revertir su experimento fuera algo que ella hubiera considerado. Infectar a un individuo con la sangre negra no es exactamente complicado. Convertirlo en un arma sí que fue una hazaña, pero revertir el proceso sería un desafío mil veces mayor, con un margen de error tan estrecho entre el éxito y el fracaso.

—Um... —Marie torció el gesto—. Pues bueno.

—Perdón, ¿de qué estábamos hablando?

—Sobre Crona y su situación de vivienda.

—Claro —asintió Stein—. Pienso que es una mala idea. Podemos buscarle apartamentos. No necesitará nada muy espacioso. Dudo que vaya a querer compañeros de cuarto.

—Stein, quiero que Crona viva aquí. No creo que deba seguir en soledad. ¡Merece saber qué se siente que le cuiden debidamente!

Stein posó nuevamente la mirada sobre su taza. Estiró el brazo para tomarla, titubeó, y terminó colocando su mano sobre el escritorio.

—Solo pienso que... Soy un hombre ocupado, y Crona y yo... cómo lo digo... Dado que... pasaron tantas cosas, sería incómodo para ambos. No olvides que me dejé influenciar por Medusa.

—Fue lo mismo que le sucedió —intervino Marie, cabizbaja—. ¿Cómo puedo echarle la culpa a ustedes dos? Antes culpé a Crona, y... es de lo que más me arrepiento en la vida. Tengo que compensarlo. Crona mostró ser leal con sus acciones... Ahora me corresponde a mí ganarme su perdón.

Sus motivaciones eran arrogantes, ella lo sabía. Realmente quería hacer esto. Si no lograba ser capaz de brindarle ayuda, la culpa la comería viva por el resto de sus días.

—Dudo que sienta la necesidad de perdonarte —repuso Stein.

—Yo creo que eso es un problema. ¿De qué no se echaría la culpa? Debería poder enojarse. Ni siquiera sé si siente rabia ante todo lo que le hizo su madre.

—Eso no es un daño que podamos deshacer, y lo sabes —le dedicó una expresión consoladora que no la consoló en absoluto. Él no lo entendía—. Entiendo que quieras ayudar... pero no puedes enmendar una vida de la noche a la mañana.

—Claro, pero tú puedes llevar a cabo una cirugía de la que nadie ha oído con tal de enmendar todo el daño físico —sujetó su taza bruscamente, dando un sorbo y casi deseando que se hubiera derramado—. Si se te da tan bien comprender todo tipo de interrogantes desde una perspectiva experimental, bien podrías intentar hacer lo imposible pero motivado por compasión y empatía.

—He dicho que me parece una idea terrible.

—Pues muy bien —contestó Marie—. Me voy a mudar.

—Oye, no seas así.

—¿Que no sea cómo? —le respondió—. Estoy siendo considerada. Crona tuvo la disposición de hacer hasta lo imposible. Ya se había mentalizado en morir por ti.

—Su motivación yacía en ayudarte a ti, dudo que yo le importe tanto—

—Ya lo sé —Marie lo interrumpió. Lo sabía. Eso le dolía cada día—. Sé que lo hizo por mí, y el error que cometí fue...

«Darte prioridad a ti», es lo que quiso decir, pero esas palabras sonaban demasiado agresivas para lo que trataba de articular. Ella no debió de actuar con tal descaro, no cuando su corazón estaba en el lugar incorrecto. Debió haber abierto los ojos y notado que Medusa había estado manipulando a Crona. Debió haber extendido su mano a tal adolescente que había sufrido torturas a manos de su propia madre, pero lo que hizo fue priorizar al hombre que amaba y arrastrarles a todos en su conflicto personal. Stein no tenía la culpa del imperdonable error que ella cometió. Si él no quería tomar cartas en el asunto, ella lo haría.

—Debí haber hecho mucho más por su bien —fue lo que se decidió a decir.

—Creo que un pequeño apartamento sería lo mejor. Para Crona. Está más a la par con algo a lo que ya se ha acostumbrado.

—Se acostumbró a vivir en condiciones horribles. Yo pienso que se sigue quedando en el calabozo porque no sabe cómo vivir por su cuenta. Pero... si esta es mi oportunidad de arreglar las cosas, entonces me aseguraré de conseguirnos nuestro propio sitio para vivir: para Crona y para mí.

Una vez que se disponía a retirarse, Stein la llamó.

—Espera.

Marie se detuvo y lo miró resueltamente. Con indecisión, él prosiguió:

—Es... la culpa no recae únicamente sobre ti. A estas alturas la escuela le debió haber concedido mejores condiciones y haberse asegurado de que estuviese en buen camino para vivir de manera independiente, y si eso no ha ocurrido... Hablaré con Shinigami-sama para aclarar las cosas, pero dudo que sea sano para Crona vivir aquí.

—Así que, en lugar de tomar un interés activo en su vida, ¿prefieres seguir delegando responsabilidad a la escuela que le ha dejado en un calabozo por más de medio año? —le espetó Marie.

—Es que en serio dudo que invitarle a vivir aquí sea mi manera de compensarle. En todo caso, vivir en un laboratorio le abriría viejas heridas.

—Entonces, ¿tu modo de compensarlo es tratando de descifrar ese experimento tuyo? —preguntó.

—No, de hecho ya había pensando en ello mucho tiempo atrás —confesó Stein—. Antes de que el Shibusen admitiera a Crona estuve pensando en... No creo que deba terminar esa oración.

Marie azotó sus manos sobre el escritorio.

—¿Estuviste pensando en qué? ¿En utilizarle como conejillo de indias para tus experimentos sobre la sangre negra?

—Tuve esos pensamientos bajo influencia de la locura del kishin —admitió Stein—. Desde entonces, he pensado para mis adentros que... —levantó las manos, encogiéndose de hombros—. Eso fue bastante enfermo.

—En eso te doy la razón; fue bastante enfermo. Pero... —le dirigió una sonrisa—. También me inclino a creer que tú no quieres admitir que realmente tengas un corazón. Quieres ser de ayuda, es solo que te da miedo involucrarte a nivel personal.

—Nunca había considerado la idea de tener hijos —dijo Stein—, y todo esto me parece un salto inmediato a lo desconocido e inesperado. ¿Sabes qué? Simplemente no puedo visualizarlo. Todo esto es tan ridículamente absurdo para mí que casi me dan ganas de...

Comenzó a reírse. Cubrió su rostro con una mano para ocultarlo, pero no logró disimularlo. Marie le lanzó una mirada severa.

—Está bien. Esta noche te quedas tú con tu mano —suspiró, dándole la espalda y nuevamente marchándose.

—Espera. Antes de continuar con tus planes deberías, al menos, primero sugerirle la idea a Crona.

—...No sabría cómo.

Fue extraño admitirlo tras haber estado planeando tan minuciosamente cada detalle. No se trataba de algo que pudiera informarle a Crona de la nada.

—Ya veré qué se me ocurre... ¿A menos que me puedas ayudar?

Stein giró su tornillo.

—Hipotéticamente... —empezó a decir, hizo una pausa, y continuó tras un suspiro—. No puedo creer que en serio esté discutiendo esto.

—Más te vale creerlo, porque ya lo he decidido.

—En ese caso... —se extendió un breve silencio—. Definitivamente espérate a que terminen las clases. Y no le impongas la idea. Queremos que Crona pueda ejercer su propio juicio. Debería ser capaz de rechazar la oferta.

En eso tenía razón. Sin embargo, Marie no podía quitarse la sensación de que Stein estuviera esperando que Crona se negara.

...

Crona seguía inclinándose ligeramente, echando vistazos en dirección a Maka, quien en lugar de portar sus características coletas llevaba el cabello recogido en una cola de caballo. De tal forma su rostro lucía distinto. Usualmente su cara era adornada por un flequillo, pero Crona advirtió que ahora podía observarle el rostro entero. Ella miraba a la profesora Marie con interés. Después de un rato se volvió hacia Crona, viéndole a los ojos, y sonrió. Crona se volteó hacia su cuaderno y le escribió una pequeña nota:

«Tu cabello luce bonito hoy. Me gusta cómo se ve normalmente, pero también te queda muy lindo de esta manera».

Crona dobló la nota y le dio unas palmaditas a Maka en el hombro, sonriendo. Ella tranquilamente tomó el papelito y se contentó tras leerlo. En seguida escribió algo bajo la nota y se la devolvió.

«Gracias, una de mis ligas se rompió».

Su caligrafía era más fina y pequeña. Crona le respondió debajo.

«Si quieres puedo cargar ligas de repuesto. Podría traer muchas y hacerte una trenza francesa, para que te dure más».

Crona no tenía idea de cómo hacer una trenza francesa, pero siempre le habían dado ganas de jugar con el cabello de Maka. Su corazón revoloteó al verla leer la nota. ¿Le molestaría que alguien se pusiera a tocar su cabellera? Maka le regresó una vez más la nota.

«Pero solo si también me dejas hacer algo interesante con tu cabello».

Crona se tentó el cuello, donde sobresalían unos mechones más largos que el resto.

«¿Qué se te ocurre hacer con el mío?», escribió.

Maka estuvo a punto de responder, pero Crona nunca se enteró de qué le habría planeado hacer. Cuando ella estaba por regresarle la nota, Marie alzó la voz.

—Maka, ¿podemos prestar atención?

—P-perdón —tartamudeó, encogiéndose sobre su cuaderno y ruborizándose profundamente.

Crona se sintió terrible. Pasó el resto de la clase observando atentamente a la profesora Marie, apenas atreviéndose a mirar a Maka otra vez. El tiempo se extendió de manera agonizante hasta que sonó la campana. Maka recogió sus cosas y se dirigió hacia la salida sin voltear a ver a Crona, quien prontamente se incorporó para seguirla.

—¡Lo siento! Te metí en problemas...

—No te preocupes por eso —Crona la acompañó, dejando atrás las hileras de escritorios. Soul se les unió—. No debo distraerme tan fácilmente.

—Ajá —comentó Soul, dándole con los nudillos unos golpecitos a Crona en la cabeza—, tienes que dejar de distraerla.

—L-lo lamento —respondió una vez más.

Maka veía a Soul como si no se hubiera decidido a estar enojada o no. Solo suspiró y se marchó. Soul tenía una sonrisa socarrona al observarla. Se volvió hacia Crona.

—Si tienes algo que decir en clase, mejor escríbelo todo de corrido. Como un poema o algo así.

—Un poema sobre Maka... —musitó para sus adentros.

Soul levantó las cejas.

—Ni lo disimulas.

Realmente lo había dicho en voz alta. Crona quería hacerse un ovillo ahí mismo. Por suerte escuchó a sus espaldas—

—Hola, Crona —se trataba de Marie—. Estaba esperando hablar contigo.

—Bueno, yo me voy —Soul metió las manos en sus bolsillos y se alejó entre la multitud de alumnos.

Crona permaneció en su sitio, esperando incómodamente que Marie hablara. Pero ella esperó a que todo el mundo se retirara del salón. Hacía buen tiempo, así que seguramente todos saldrían a disfrutar del clima, merendando sobre el césped. Crona deseó que le alcanzara el tiempo para poder comer después.

—Es, um... ¿Es acerca de Maka?

—¿Eh? —preguntó Marie—. ¿Qué cosa sobre Maka?

—Nada.

—¿Por qué no vamos y tomamos asiento?

Marie se sentó casualmente sobre su escritorio. Con aprensión, Crona tomó asiento frente a ella.

—No estás en problemas ni nada por el estilo —le aseguró dulcemente—, solamente quería hablar contigo sobre... Bueno, han pasado algunos meses. Ahora que la ciudad ya está mayormente restaurada, no hay necesidad de que sigas viviendo aquí en la escuela. El calabozo no puede ser muy acogedor que digamos.

—Estoy bien —respondió Crona.

—Bueno, tienes opciones —señaló Marie—. La mayoría de los estudiantes viven en apartamentos, en los alrededores. Podemos encontrarte un lugar cerca de tus amigos.

—No se preocupe, estoy bien donde vivo.

La sonrisa de Marie fue desapareciendo.

—El calabozo no es un buen sitio para alguien como tú. Mereces tener tu propio espacio. ¿Te da nervios la idea de estar por tu cuenta?

—Aquí no tengo ningún inconveniente en particular —reafirmó—. Es parte de la escuela, pero está lo suficientemente alejado de todo y por eso casi no hay ruido. Las paredes son altas... y tiene un lavabo.

—Un lavabo —repitió Marie—. Bueno... Anoche estuve hablando con el profesor Stein, acerca de ti.

—¿Hablaron acerca de mí? —preguntó Crona angustiosamente.

—Ajá —asintió Marie—. Discutimos la posibilidad de que te mudaras con nosotros.

Crona dio un respingo. Eso vino de la nada y casi le hace tropezar de la impresión. Ragnarok emergió de su espalda.

—¡¿Vas en serio?! —gritó—. ¿Qué es lo que el viejo ese nos quiere hacer? ¿Acecharnos con un bisturí para atacar cuando Crona esté durmiendo?

—No —replicó Marie, haciendo una mueca—. Él no haría algo así. En fin —suspiró—, solamente quería sacar el tema. Tú eres quien decide aquí, pero quería hacerte saber que tienes esa opción. Me encantaría tenerte conmigo en casa.

Sus palabras inundaron los pulmones de Crona y le dificultaron la respiración. Escucharlas le anonadó: parecía demasiado bueno para ser verdad. Su vista se tornó borrosa antes de que pudiera notarlo. Tragó nerviosamente, parpadeando para suprimir las lágrimas.

—Es usted muy amable.

—Entonces... ¿lo vas a pensar?

—Sí, claro —apenas alcanzó a decir.

Fue todo en lo que pudo pensar durante el resto del día, como castigo por distraer a Maka. Pensó en escribirle una larga nota explicándole lo sucedido, poniendo la situación en palabras. Pero no había ningún motivo adecuado para ello. La clase estaría por terminar, ¿y por qué tendría ella que leer una carta cuando Crona estaba ahí mismo para contárselo? Sería una forma extraña de comunicarse. Crona fijó su mirada en sus notas. En la nada. Necesitaba mantener la vista fija en algo para evitar que le vieran un semblante perdido y que a alguien eso le desconcertara.

Habiendo finalizado las clases del día, Crona trató de verse con Maka en el pasillo, pero Soul ya se le había adelantado, así que se detuvo. Fue entonces que Marie apareció de repente a un lado suyo.

—¿Y bien? ¿Ya te decidiste?

Su sonrisa era radiante, demasiado radiante, como un sol abrasador que había permanecido más tiempo de lo usual en el horizonte. Ragnarok emergió y se acomodó sobre la cabeza de Crona.

—¡Ea, no nos diste ni un segundo pa respirar!

—Pueden mudarse a partir de esta noche si así lo desean —dijo Marie, juntando sus manos.

—UM. ¿Y... Y el profesor Stein?

—Está de acuerdo con la idea. Puede que le tome algo de tiempo acostumbrarse, ¡pero no tiene ningún inconveniente!

—¿En serio? ¿Está segura? —preguntó Crona con intranquilidad.

—Sí, estoy segura —afirmó Marie.

Crona tenía la certeza de que le estaba mintiendo.

—Pues, uh... —si tan solo no viviera justo debajo de la escuela...—. Voy a- um... voy... iré a mi habitación.

Se apartó un poco de ella. En seguida se dio la vuelta y echó a correr. ¿Estaría soñando? No parecía ser real. Por fortuna si escapaba de la línea de visión de Marie ella no sería capaz de seguirle el rastro. Tomó una desviación alrededor de un grupo de estudiantes y alentó el paso al llegar a un lugar seguro. Se dirigió a las escaleras. Pero había un obstáculo más: Maka estaba ahí. Soul se encontraba unos pasos detrás de ella.

—¡Hey! —comenzó Maka—. Estuve esperándote. Es noche de videojuegos, ¿o se te olvidó?

—No tengo energías para eso. Diviértanse ustedes.

Trató de escabullirse al bajar las escaleras. Soul le agarró la parte trasera del vestido.

—¡Aah! —gritó ante la abrupta interrupción.

—No te rajes —le contestó Soul—. Justo ahora que los ocho controles al fin están funcionando.

—Lo siento mucho, pero paso.

Soul se veía bastante resentido, pero le soltó el vestido. Crona retomó su descenso. Maka le siguió el paso.

—¿Sobre qué quiso hablar contigo la profesora Marie?

Ahora se arrepintió de no haberlo escrito todo. No daba por hecho que esa conversación en realidad hubiera sucedido.

—No es nada...

—¿En serio? Pero si estás de los nervios.

Crona desvió la mirada.

—Siempre estoy así.

—Pues... en serio quería pasar el rato contigo. Hemos tenido muchas ganas de juntarnos esta noche —se mantuvo de pie en las escaleras. Parada en el escalón anterior daba la impresión de ser un poco más alta—. ¿No te sientes bien? —le tocó la frente con el dorso de la mano. Crona parpadeó—. No parece que te hayas enfermado.

Ella sonrió y Crona no pudo evitar devolverle la sonrisa.

—E-está bien. Okay, vamos.

...

Había frituras desperdigadas por el suelo, manchas de lodo recorriendo los pasillos y una almohada destrozada por la mitad. Soul se había quedado a limpiar los escombros que la noche de videojuegos dejó. Para Maka fue más importante acompañar a Crona a casa. Soul quería, más que nada, dejarle a ella la mitad del desastre, pero tenía menos ganas de tropezarse con tanta wea tirada. Ya casi había terminado cuando Maka finalmente se dignó a regresar.

Se volvió hacia ella con una mirada acusadora.

—Buen trabajo en escaparte otra vez de hacer la limpieza.

Maka le regresó el gesto de enfado.

—A Crona no le gusta caminar sin compañía a estas horas.

—Bueno, pues a la próxima yo acompaño a Crona.

Sonrió con satisfacción al ver que con ese comentario Maka se dispuso a recoger la basura. Un pedazo de papel arrugado se le cayó del bolsillo. Ni siquiera se dio cuenta. Una vez que le dio la espalda, Soul aprovechó para tomarlo y lo desdobló para leerlo.

No podía creer lo que sus ojos veían. Se le salió una carcajada —fue una reacción honesta—, no pudo contenerse.

—¡No me jodas! ¡¿Es en serio?!

—¿Qué?

Maka lo vio, poniendo sus ojos como platos. Corrió hacia la nota. Soul saltó al sofá para mantenerse fuera de su alcance.

—Caramba, ¡y yo pensando que Crona era quien no lo disimulaba!

—¿De qué estás hablando? —protestó—. ¡Dame eso!

—Okay, si acaso tenía mis dudas, ahora sé que están ligando, ¿eh?

—¡No estamos ligando! —chilló Maka.

—Sííí, cómo nooo —se mofó Soul—. ¿Y todas esas horas que se la llevaron en tu cuarto el otro día? ¿Segura que no hicieron algo más?

—¡Le estuve enseñando mi álbum de tarjetas postales!

—Hm. ¿Esa cosa que te guardas todo el tiempo? —preguntó Soul, restregándole la nota sobre la cabeza—. ¿Se pasaron horas nomás en estar viendo un álbum?

—¡También estuvimos platicando! ¿Sabes qué? ¡No es de tu incumbencia!

Se subió las mangas, preparándose para embestir. Soul inmediatamente arrojó la nota a una distancia segura. Saltó del sofá mientras Maka se abalanzaba sobre el trozo de papel.

—Con que no hay nada entre ustedes, solamente se la pasan coqueteando a media clase.

—No nos ponemos a «coquetear» —respondió Maka, sonrojándose furiosamente.

—Juro que uno de estos días podría cacharte metiéndole la lengua en su garganta y tú te pondrías en plan: «nooo ¡aquí no hay nada que ver!».

Maka abrió la boca para replicar, pero eso fue todo lo que pudo hacer, así que Soul le volvió a arrebatar la nota y leyó con voz chillona:

—Oh, Maka, ¡eres una lindura! No, Crona, ¡tú eres una lindura! No, ¡tú lo eres! ¡Déjame jugar con tu pelo y perderme en tu mirada mientras nos acostamos en un campo de girasoles!

Soul ya había previsto una lluvia de puñetazos cayendo sobre él, pero Maka seguía a su lado con los puños cerrados.

—Deja de burlarte de mí.

Soul dejó de juguetear con la nota.

—¿Por qué rayos tienes que ponerte así de recelosa? No es algo deba dar vergüenza. Solo ve y dile cómo te sientes.

—No sé... —Maka ya no irradiaba un aura arrolladora. Sonaba muy insegura, no era una Maka con la que Soul se topara todos los días—. Hace tiempo estaba segura de que algo iba a pasar, pero nunca pasó. Tal vez me lo imaginé... A lo mejor perdí mi oportunidad.

«¿Imaginárselo?». No parecía estar mintiendo.

—Bueno, han sido unos meses ajetreados.

—No lo sé, y no quiero forzar nada. Hubo un tiempo en el que estaba casi segura, pero…

Se sentó en el sofá, abrazando sus rodillas. Soul se le quedó viendo, estupefacto.

—Pues yo no sé con qué te estás confundiendo. ¿Sobre cómo te sientes tú o sobre cómo se siente Crona? —Maka no respondió. Soul tomó asiento a un lado suyo—. Porque puedo aclarar ambas cosas ahora mismo —afirmó mientras le devolvía la nota.

Maka la contempló una vez más, como si la estuviera leyendo por primera vez.

—¿Crees que yo le guste a Crona? —preguntó.

Soul no pudo ni reírse. No era solamente que Crona le escribiera notitas de amor, sino que también le trajera flores cada vez que venía de visita, y precisamente él había terminado de barrer un cúmulo de pétalos marchitos. Sí, Crona era una persona rara, pero incluso Soul no podía seguir dándole el beneficio de la duda a que alguien constantemente le regalase flores a una chica. Sería estúpido darle demasiadas vueltas al asunto.

—Me estás dando vergüenza ajena. Me preocupo en tu nombre.

Maka regresó su mirada a la nota, aunque no para leerla, o cuando menos sus ojos no se movían. Sus pensamientos revoloteaban frente a su cabeza. Soul parecía leerlos todos. Pasó un rato hasta que dijo:

—Bueno, si así son las cosas... No quiero sacar el tema así nada más. ¿Cómo le puedo preguntar...? —se puso a alisar los bordes del papelito.

—¿Ocupas ayuda?

—No. Da igual.

El puño de Maka se cerró sobre la nota. Después se incorporó y se puso en marcha, atravesando el pasillo. Soul escuchó su puerta cerrarse con un golpe.

...

Notas

Este es un fix-it fic, más o menos. Yo solo digo que Crona se merece algo mucho mejor. Así que, bebé, esta historia es mi intento de agarrar el martillo y ARREGLAR tu soberano descalabro. Todo el que haya hecho sufrir a Crona o se muere o hace enmiendas. Tiene lugar después del anime.

Al principio no tenía planeado publicarlo, ¡pero aquí me ven! Esta es una historia de amor.

Como medida para preservar mi cordura, de una vez aviso que CroMa sí que va a pasar dentro de la historia y será antes de que arranquen muchos aspectos pesados de la trama. Así que, fans del CroMa, sepan que estoy aquí para servirles.

...

Podría pasarme horas y horas echándoles la bronca a los adultos de Soul Eater por la manera en que trataron a Crona... ¡Pero en lugar de eso voy a escribir sobre cómo se lo van a compensar! También les va a ustedes una breve advertencia de contenido. La clasificación del fic podría cambiar a M, todavía no lo sé. Estamos hablando de Crona, así que la cosa se va a poner turbia al ahondar en su trauma. En fin, así es el personaje. Agregaré las especificaciones necesarias.

¡Un enorme agradecimiento a Renaissance por hacer de beta-reader! Bueno, "R3N41SS4NC3", como Homestuck que es.

Una referencia que puse al final de este capítulo volverá a salir en actualizaciones posteriores: Crona le lleva flores a Maka todo el tiempo. O sea, a cada rato. Como un michi que siempre le anda trayendo cosas tipo calcetines y animalillos muertos a su persona favorita. Básicamente "Mira, Maka, ¡una flor!" ha estado viviendo en mi cabeza sin pagar renta por casi una década.

...

Escrita por hTeDruknenPotaT en archiveofourown, quien me dio permiso de traducirla y compartirla.

Traducción: Phizzikot (Robin BC)

Ilustración por Kelsey Bitong, quien me dio su aprobación para usar su arte como foto de portada. Pueden encontrarla en twitter como /thatskidding