– La luna llena… –
Dijo al aire sin retirar la vista de la luna. Los recuerdos fluyeron en un instante reviviendo dolores que creía enterrados.
– ¿Cuántos tiempo ha pasado? –
Se acercó al lago y se agachó, como siempre dejó un pequeño pero elegante arreglo con flores negras, el cual siempre parecía saber hacía dónde dirigirse.
Aquel solitario y lento trayecto siempre parecía moverse en un tiempo diferente, pero esa noche parecía ser un movimiento eterno, alumbrado por el brillo de la luna llena, la melancolía y la soledad lo acompañaron en aquella espera, hasta el punto donde se perdiera de su vista.
Después de lo que parecieron horas, volvió al castillo, estaba vacío, viejo y con el polvo acumulándose cualquiera creería que estaba abandonado. Los pasos lentos hacían eco, dejaban notar la pesadez que existía en su ser.
Entró a la habitación principal, se quitó la gabardina, miró aquel espejo quebrado que tantas veces reflejó momentos únicos. Se quitó la camisa y tocó su pecho mientras veía nuevamente la luna.
– Haz cumplido tu promesa todos estos años –
A pesar de la tristeza que sonó en aquella frase, sus ojos mostraban odio, parecían tener fuego en su interior. Aquella piel pálida hacía resaltar la cicatriz en su pecho.
En un movimiento brusco, jaló las enormes y pesadas cortinas negras, negando la entrada a la luz de la luna.
– ¿Hasta cuándo dejarás de perseguirme? –
Reclamó furioso en la obscuridad. Salió de la habitación y bajó al sótano, aquel enorme, obscuro y húmedo lugar era el único donde podía "huir" de aquella noche…
– ¿Cómo se supone que llegaré a donde estás si ese lugar es inalcanzable para alguien como yo? –
Dijo mientras tocaba la única pintura que se conservaba en buen estado dentro de aquel castillo. Se encerró listo para dormir, aunque no pudiera hacerlo.
Maldijo a la noche, a la luna, al tiempo… sobre todo al bastardo que tanto odiaba. Después de tanto tiempo, de tantos años, finalmente aquella noche su cuerpo podía dormir, pero ese estado sólo logró llevarlo de vuelta a revivirlo todo…
Ahí estaba de nuevo, caminando por las calles de la ciudad, cuando a lo lejos vio la figura de la mujer que cambiaría su vida para siempre para bien y para mal…
