Preparen sus plumas y teclados Semana IchiRuki 2021
La Semana IchiRuki 2021 de Seireitei Discord Server será del 16 al 22 de mayo. #irweek2021
Día 2: Tus manos encontraron un interruptor oscuro en mí que yo nunca supe que existía.
Sinopsis: Un ritual que se repite cada veinte años, una diosa que no es lo que parece y un secreto.
Las gotas de lluvia atrapadas en las telarañas producían un pequeño espectáculo de luces, ahora que la luz del amanecer podía atravesar las nubes.
— ¡Qué hermosa mañana!— Dijo el kannushi mientras iniciaba con sus deberes matinales aprovechando los primeros rayos del sol.
— ¡Otou-san, Otou-san!— Gritó una voz infantil que se acercó corriendo con tanta velocidad como sus piernitas le permitían— Hufhuf ¿Puedo, hufhuf, acompañarte a la cascada? hufhuf— Su voz sonaba falta de aire, algo normal por sus débiles pulmones y el asma que lo aquejaba, además de apenas tener cinco años cumplidos.
— No, hijo, aún eres muy joven para ir a la cascada, debes de quedarte a practicar tus cánticos y rezos.
— ¡Otou-san, yo...!
— Kazui-chan, escucha a tu padre— Se acercó una voz dulce que vestía ropas de Miko y cargaba una cesta con hierbas. La mujer, una pelirroja de grandes habilidades espirituales, era la esposa del kannushi y que, aunque aún ayudaba en algunas de las tareas del templo, se había retirado de sus funciones principales al haber contraído matrimonio y tomar el nombre de Kurosaki Orihime, antes Inoue, del clan de los sanadores, especialmente ahora que estaba a días de dar a luz a su segundo hijo.
— ¡Pero, Oka-san, Otou-san no debe de ir sólo o...!— El niño sonaba algo alarmado.
— ¡Kazui, basta!— La voz del Kannushi sonó dura. Ichigo Kurosaki era un hombre entregado a su trabajo como sacerdote del templo de la región, una labor que había heredado su familia por generaciones. Por algo había aceptado convertir a Inoue Orihime en su esposa, a pesar de no sentir nada más que aprecio por ella por la amistad que tenía con la que fuera su amiga de la infancia, Arisagawa Tatsuki. Tampoco le gustaba que le interrumpieran en los rituales de purificación, los cuales empezó a realizar a solas desde la muerte de su padre, el kannushi anterior, cuando él era tan sólo un adolescente— Tengo que trabajar y esta es una época muy especial y ás, eres muy joven para pasar horas bajo la cascada.
— Suerte, Anata— Dijo Orihime al acercarse a su marido para darle un beso en la mejilla antes de que él empezara su camino de una hora hacia la cascada—, y cuidate, por favor.
— Gracias, Orihime— Dijo algo seco antes de agacharse y ponerse a la altura de su vientre—, tú también cuídate— depositó un pequeño beso en la enorme barriga y se fue sin voltear atrás.
— ¡Oka-san no entiendes, no podemos, las arañas...!— Kazui se quedó con las palabras en la boca, su madre puso su mano sobre su hombro para indicarle que lo comprendía.
— Hijo, todo va a salir bien— Lo obligó a verla y le sonrió dulcemente—. Ya sólo faltan unos días para que termine el festival y entonces todo volverá a la normalidad.
Kazui bajó su mirada al suelo y asintió.
Ya sólo tenían que esperar a la luna llena para que terminara el festival de la seda.
El agua estaba helada, pero eso no importaba, Ichigo ya estaba acostumbrado a eso, desde los diez años que iba a esa cascada a purificarse todos los días, cómo extrañaba acompañar a su padre como cuando era niño. Iba a purificarse y a revisar que las arañas no se hubieran salido de control.
Además de purificarse, a Ichigo le gustaba nadar un poco en la piscina natural que había bajo la cascada antes de salir del agua, así fue como la conoció.
— Te tardaste en llegar— Dijo la dueña de la voz que le estaba esperando en la orilla, sentada bajo una costosa manta que ella había traído.
— No fue mi intención— Dijo Ichigo antes de comenzar a nadar en dirección de la mujer—, me retrasaron.
Ella era una joven de larga cabellera negra, ojos violeta y piel blanca como la nieve, también, siempre vestía costosos kimonos hechos de las sedas más puras y bordadas con hilos de oro y plata.
— Espero no estar interrumpiendo— Dijo, con algo de vergüenza en su voz, mientras veía que Ichigo salió desnudo del agua y se sentaba a su lado—. Sé que esta es una época muy complicada para la región.
— Tú nunca me interrumpes, Rukia— La recostó en el suelo y deshacer los complicados nudos de su junihitoe—. Además, tú siempre estás durante el evento principal.
— ¿Estás seguro?— Pasó sus brazos por detrás del cuello de Ichigo que le separó las piernas y comenzó a jugar con su coño y clítoris— ¿No te molesta lo que hacemos?
— Jamás— Dijo antes de comenzar a enterrar su virilidad en la receptiva mujer.
— Ah, Ichigo...— Alcanzó a gemir Rukia antes de perderse en la pasión que Ichigo despertaba en ella cada vez que le lanzaba esa mirada cargada de lujuria.
— Anata...— Dijo Orihime con la voz que ella consideraba más sensual, mientras abrazaba en la espalda de su esposo y trataba de meter su mano entre los pliegues de su yukata.
— Dime, Orihime— Dijo con voz distraída mientras se metía un bocadillo a la boca y revisaba los sutras que debía de utilizar en la ceremonia principal del festival para la diosa Kinu, la matrona y protectora de Karakura, la región agrícola en la que se encontraban debía la mayor parte de su riqueza a los productores de seda.
— ¿No te gustaría...— Su mano alcanzó el pene de su marido, al que comenzó a masajear de arriba a abajo logrando endurecerlo—... relajarte un poco?
Ichigo le sacó la mano de entre sus ropas, se volteó y le metió en la boca uno de los bocadillos de los que él estaba comiendo.
— Mejor come tu sangi o no estarás lista para el festival— Le puso el plato del que él estuvo comiendo—. Iré a estudiar al santuario.
Ichigo se levantó, al hacerlo se le abrió por completo la yukata y se pudieron ver los múltiples piquetes de insecto que recibía por ir a purificarse a la cascada, se acomodó su yukata y salió de la habitación que compartía con su esposa.
— ¡Anata, espera...!— Le trató de suplicar Orihime, hacía mucho que él no la tocaba, prácticamente sólo lo había hecho para dejarla embarazada de Kazui y de su próximo hijo.
— Y no me vayas a interrumpir, debes descansar porque pronto darás a luz— Cerró el shoji y le habló tras la puerta—, no creas que no me he dado cuenta de que andas de un lado para otro.
— Aish... Anata...— Dijo triste y acongojada antes de comenzar a comerse el bocadillo que toda la familia Kurosaki le insistía debía de comer—... no me gusta el sangi, ni el shiradama o los pepinos...
Karakura, especialmente su región agrícola, se ha dedicado a la producción de la seda, lo cual después de una guerra que los dejó devastados los ha vuelto una de las regiones más prósperas del distrito. Todo comenzó cuando un sacerdote y su familia recibieron la bendición de Kinu-no-Mikami. Ella les dijo que si le hacían un templo y le rendían tributo, se aseguraría que la guerra y las plagas no volverían a azotar a Karakura. Es por ello que cada veinte años se realiza un festival para honrar el pacto original con la diosa de la seda.
El festival de este año era muy importante, ya que en el festival anterior tuvo que ser cancelado por un terremoto que dañó y en el que murió el anterior Kannushi. El pueblo se aseguró de conseguir lámparas y formar decenas de grupos para que musicalizaran el festival, se consiguieron cientos de lámparas y muchos comerciantes se acercaron para poner puestos tanto de juegos como de venta de productos. Además de que se preparó a los ryokan para recibir a los visitantes para recibir a los turistas que también se interesaron en venir a comprar los rollos de seda y otras telas como algodón, además de productos terminados hechos especialmente para la ocasión.
— Luces hermosa, Orihime-san— Le dijo Masaki, matriarca del clan a su nuera, a la que la estaba ayudando a ponerse su ropa ceremonial para la danza kagura que representaría ante todo el pueblo.
— Gracias, Oka-sama, pero...— Dijo nerviosa, la relación con su suegra no era la más cálida del mundo, llegaba a la hostilidad a pesar de ser ella la que la escogió como esposa para su hijo, tampoco se acostumbraba al repentino cambio que dio cuando le informaron de su segundo embarazo— ¿está segura de que debo de realizar la danza?— Se sujetó la barriga— Creo que estoy sintiendo contracciones y Yuzu-chan y Karin-chan lo hacen mejor que yo.
— Orihime-san, lo harás maravilloso— Dijo Yuzu, que estaba terminando de maquillarse.
— Hace mucho que dejé de ser doncella...— Insistió Orihime que sintió otra contracción.
— El que estés embarazada hará más poderosa la danza— Dijo Karin que se estaba poniendo su tocado, uno que era mucho menos ostentoso e intrincado—, serás la estrella de la noche.
— Tranquila, Orihime, la danza sólo dura quince minutos y le daremos cierre al festival— Dijo su suegra con una sonrisa a la que Orihime nunca se podía negar al ser la esposa del kannushi—. Y en lo que das a luz, Ichigo realizará esu parte del ritual para Kinu-no-Mikami.
— Sí...— Asintió la mujer, insegura de porque estaban tan seguros de que daría a luz esa noche cuando apenas esa tarde comenzó a sentir contracciones. Especialmente, cuando recordaba que las contracciones del parto de Kazui empezaron casi dos días antes de que realmente se diera el alumbramiento.
Orihime, Yuzu y Karin se alistaron para salir. Tomaron formación triangular, con Orihime al frente para que fuera la que más destacara del trío. Al ritmo de las shakuhachi y los taiko ceremoniales de los aprendices del santuario, entre los que se encontraba Kazui con el tambor más pequeño, las doncellas comenzaron a realizar movimientos lentos y circulares haciendo sonar las campanas del gohei. Yuzu y Karin eran las que hacían los movimientos más audaces pero que acentuaban la delicadeza de los movimientos de Orihime y que era la volvía el centro de atención de los espectadores. Orihime por su parte no tardó en darle fuerza y movimiento a su baile, estaba entrando en su trance odori.
Pronto los ojos de la miko principal se pusieron en blanco, el ritmo de la música se aceleró y las luces se fueron apagando. A pesar de que los movimientos de Orihime no eran bruscos, sólo rápidos, su gohei no sonaba irregularmente, se mantenía constante y lento. Pronto Yuzu y Karin se bajaron del escenario, era la indicación para el público que el evento estaba por concluir y debían de seguirlas. Ellas comenzaron a recorrer el camino hacia fuera del templo y de ahí se siguieron descalzas hasta llegar a la entrada del pueblo, que aprovechó ese momento para comenzar a cuchichear.
— Esto me recuerda a la primera vez que presencié esta danza.
— ¿Cuándo fue eso, Oyaji?
— Cuando murió el anterior kannushi.
— Yo vi a alguien salir corriendo del templo esa madrugada.
— ¿Qué? Se supone que nadie más puede salir del templo hasta el amanecer.
— Mejor dinos que viste.
— No estoy seguro, estaba medio borracho y se veía realmente pequeño.
— ¿Pequeño? ¿Cómo? No entiendo.
— Sí, era como del tamaño de Jotaro al principio y luego se encogió al tamaño de Yosuke— Señaló a su nieto mayor, de unos doce años, que estaba junto a su hijo y que cargaba en hombros al menor de sus nietos para que pudiera ver la danza de las Mikos principales del templo—. Lo que fuera, lo vi salir corriendo en dirección al bosque con la dificultad de alguien que viste ropas muy pesadas.
— ¿Es cierto que a los pocos días se anunció la muerte del Kannushi anterior?
— Sí, Shiba Isshin-Kannushi murió esa misma semana.
— Pobre Kurosaki Masaki-sama— Dijeron los presentes, era bien sabido que la antigua miko seguía en duelo por la muerte de su esposo.
— Debía de amarlo mucho.
— Por algo no se ha vuelto a casar, a pesar de seguir siendo muy hermosa, dicen que lo extraña mucho...
—... Lo que dices... tonterías... a beber...
—... ¿Por qué...?... Y después...
—...
Los golpes de los taiko cesaron, por lo que el público se comenzó a retirar. El festival había concluido. Sin embargo, Orihime no había dejado de bailar, seguía en trance a pesar de que el dolor de las contracciones se estaba volviendo más constante y ya llevaba una hora de danzando.
Masaki subió al escenario y con una señal de su mano los sonidos de las shakuhachi se detuvieron. En ese momento Orihime cayó al suelo empapada de sudor y se sujetó la barriga con fuerza.
— Lo hiciste maravilloso, Orihime-san.
La aludida no respondió, respiraba con dificultad por el cansancio.
— ¿Dónde está Ichigo?— Preguntó con voz temblorosa y deseosa de ver a su esposo desesperadamente.
— Él está en el templo interior haciendo el ritual privado.
— Oka-sama, tengo que verlo...
— ¿Te encuentras bien, Orihime-san?
— No lo sé, siento que él me necesita— Se levantó con fuerza y se dirigió al templo interior sujetándose la barriga que le dolía.
— ¡Orihime-sama, deténgase!— Gritó uno de los aprendices.
— Déjala, es parte del ritual, vayan a sus habitaciones— Ordenó Masaki a los aprendices que se retiraron inmediatamente.
Masaki se quedó en el centro del escenario, recordando lo que sucedió en el ritual anterior. Pronto comenzó a llorar por la muerte de su esposo, sin embargo, era lo que se tenía que hacer e Isshin intervino a pesar de las advertencias. Tal vez, esa noche todo saldría de acuerdo al plan.
— Espero que en esta ocasión Kinu-no-Mikami sea complacida— Dijo mientras veía a una araña tejer una telaraña que brillaba con la luz de las lámparas que seguían encendidas.
La maldición de los Kurosaki...— Se recordó a sí misma— Oh, Isshin, te pudiste haber salvado de ella...
— Me hiciste esperar— Dijo una voz femenina sentada frente al altar de Kinu-no-Mikami—, no me gusta tener que esperar por ti.
La fémina estaba cubierta de pies a cabeza con gruesas capas de sedas y reposando frente a un muy mullido futón matrimonial. El salón sacramental interno se encontraba iluminado por ciento ocho candiles y velas que se aseguraban de no dejar un solo espacio a oscuras.
— Perdóname, Rukia, estaba acostando a Kazui a dormir...
La mujer, que ocultaba su rostro con las telas, emitió un gruñido al recordar al pequeño mocoso y a su madre que ocupaban un lugar prominente en la vida de Ichigo.
— Espero que crezca formidablemente— Su mal humor se desvaneció cuando Ichigo se recostó junto a ella, ellos no eran culpables de la situación en la que se encontraban.
— Yo también, Rukia— Le quitó el capuchón de su cabeza y depositó seis besos en su frente, sobre cada una de las muy delgadas y apenas visibles cicatrices que tenía, y otros dos en sus ojos—. Me encantan tus ojos, Rukia... todos tus ojos...
— Siempre dices eso— Lo hizo bajar a su boca para que le diera un beso profundo y largo, en el que sus lenguas luchaban por obtener el control.
— No lo digo lo suficiente— Comenzó a besar el cuello de Rukia—, quiero recuperar los años que perdimos por culpa de mi padre.
— Fue un accidente, ah...— Ichigo le desanudó los nudos del obi, revelado que no llevaba nada debajo de las doce capas de kimono, y lanzarse contra el pezón derecho de Rukia.
— Veinte años, Rukia...— Gimió exigente antes de volver a la boca de ella— Veinte años sin ver tus hermosos ojos...
Rukia aprovechó ese momento para girarlo y quedar ella encima.
— No deberías de ver mis ojos si no sabes lo que va a pasar— Sus uñas se convirtieron en una especie de garrás que arrancaron la ropa ceremonial que Ichigo vestía dejando su piel expuesta.
— No me importa...— Dijo con total seguridad mientras leía como las pequeñas cicatrices en la frente de Rukia se abrían y mostraban seis pequeños ojos violeta— quiero que tus ojos sólo me miren a mí— Rukia se abalanzó a besar su cuello.
— Tú eres mío...— Comenzó a susurrar Rukia mientras repartía besos, chupaba la piel y enterraba sus colmillos en el cuello de su esposo.
— Sólo tuyo, ah... ah...— Ichigo gemía con gozo al sentir la ponzoña recorrer sus venas.
— Ahh... Ichigo— Él bajó su mano por la piel de Rukia hasta llegar a los pliegues de su coño y comenzar a masturbarla suavemente— Sí, Ichi... sigue así... ah...
Con su dedo índice y corazón, entraba y salía de la estrecha caverna y, con su dedo pulgar daba pequeños y circulares masajes al clítoris de modo que pronto logró que Rukia aflojara el agarre de los cuatro brazos invisibles que lo tenían contra el suelo.
Sin dejar de masturbarla, la volteó para poder besar sus tetas más cómodamente y hacer un camino lento y sensual hacia el centro de placer. Beso a beso, lamida a lamida, con delicadeza bajó por todo el pecho y ombligo de Rukia, disfrutando de sus gemidos y las suaves caricias que hacía a su cabellera, indicando a dónde ir y dónde debería de detenerse. No tardó en llegar al centro de los muslos de Rukia, que estaban más que lubricados y esperando por recibir su atención.
— Ah...— Los gemidos rebotaban en el salón e Ichgo sorbía y degustaba el concentrado néctar de Rukia, que apenas y atinaba a acariciarle los rubios rizos de cabello y a abrir más las piernas para facilitarle el acceso a su coño— ah... ya no puedo más... Ichigo... ah... te necesito... Ahh...
Rukia se corrió en la boca de Ichigo, que no dudó en recibir todo el sabor explosivo.
— Ah... Rukia... no es justo...— Comenzó a gemir Ichigo al sentir los brazos de Rukia acariciarle los pectorales, en especial sus tetillas; las nalgas, que sentían como las caricias llegaban más al sur; y a masturbarle la dura verga que ya estaba liberando líquido preseminal— no puedo hacer... lo que tú me haces...
— Entonces, ahh... follame como se debe...
Bruscamente, Ichigo colocó una de las piernas de Rukia por encima de su hombro y se enterró en ella sin esperar otra señal.
— Ahh...— Gritaron los dos al mismo tiempo al sentirse uno.
— Eres tan estrecha...— No importaba cuantas veces lo habían hecho, siempre se sentía como si fuera la primera vez.
— Y tú tan grande... Rómpeme, Ichigo, rómpeme con esa verga grande y dura...
Aprovechando el ángulo, Ichigo aceleró sus embestidas, haciéndolas casi brutales. Entraba, salía y se volvía a enterrar en ella sin contemplación en el lubricado y estrecho coño que cada vez se apretaba más y más en torno a su verga.
La dureza de sus embestidas pronto lo llevó a gritar de placer. Sus orgasmos hicieron que sus corazones retumbaran y sus gargantas dolieran por los gemidos y gritos de placer que profirieron.
Antes de permitir que el cansancio se apoderara de ellos, Rukia volvió a invertir las posiciones de ambos. Seguía lujuriosa y su esposo duro como una roca a causa de los efectos de sus mordidas.
Ella comenzó besando su cuello y a bajar por sus pectorales dejando el rastro carmín de sus colmillos, lo cual hizo temblar deliciosamente la verga que seguía enterrada en ella.
— ¿Me deseas, Ichigo?— Gimió Rukia antes de empezar a mover nuevamente sus caderas, pero con movimientos lentos y tortuosos.
— Sí...— Ichigo puso sus manos sobre las caderas de Rukia, en un intento de hacerla acelerar el ritmo.
— ¿Te arrepientes de lo que has hecho por mí?— Con sus manos invisibles le obligó a poner las manos por encima de su cabeza para mantener el control completo del apareamiento.
— ¡No! ¡Nunca! ¡Lo haría de nuevo!— Grito Ichigo, fogoso al sentir como ella le permitía posar sus manos en sus glúteos, su parte favorita de la anatomía de ella.
Rukia aceleró cuando él comenzó a masajearle el culo y, con uno de sus dedos, a estimular suavemente el exterior de su ano.
— Ah, Ichi... Ichigo...
— No te... ah...detengas, Rukia... fóllame... márcame...
Pronto los nombres del otro se volvieron una letanía lujuriosa que culminó en una explosión de placer que aún así no impidió que Rukia siguiera embistiendo su cadera contra la de Ichigo, hambrienta y lujuriosa...
— ¡Muere maldita!— Se escuchó el grito agudo de Orihime y el aire ser cortado por metal antes de atravesar la carne.
— ¡No...!— Gritó Ichigo al ver la tanto enterrarse en la espalda de Rukia varias veces antes de que Rukia pudiera usar sus manos, que tomaron forma de filosas navajas, y alejaran a Orihime de un golpe que la hizo caer varios metros sobre los candiles con velas lejos que rodaron hasta las cortinas que decoraban el salón y hirieron en el torso con las navajas.
— ¡Anata, es una Jorogumo, debes de apartarte de ella!— Exclamó guturalmente Orihime al recordar como, cuando entró al salón, se aterró al ver el techo completamente cubierto de gruesas y enormes redes de telaraña y a la mujer, de la que le salían cuatro largas y afiladas patas translúcidas por una enorme cicatriz de su espalda, que follaba a su marido salvajemente— ¡Tenemos que matarla antes de que haga más daño!— Ella comenzó a arrastrarse en dirección a uno de los candiles buscando protección de la larga estructura y el fuego de sus velas, sin dejar de sujetar su vientre, que le dolía horrores y aterrada por el rastro de sangre que estaba dejando a su paso.
Rukia, que también tenía heridas agudas y sangrantes, se arrastró al altar cuando sus patas, tres de ellas rotas por el ataque de Orihime, se retrajeron hacia la cicatriz en un intento inutil para detener el sangrado y tomó una ken, la cual desenfundó cómo buscando defenderse de posibles ataques.
— ¡Anata, rápido, o Kinu-no-Mikami se ofenderá!— Le lanzó con toda la fuerza que pudo la tanto que tenía en sus manos. Ichigo debía de apurarse, ella también estaba desangrándose y las contracciones ya se habían vuelto tan continuas que podía sentir cómo la mollera se trataba de abrir paso por el canal de parto, por lo que su respiración también se había vuelto irregular y entrecortada.
Ichigo, con lentitud y hasta torpe, se levantó del futón trastabillando del suelo. Lucía mareado y su verga seguía erecta a pesar de la situación. Orihime no podía ver el rostro de Ichigo, que miraba en dirección al suelo y no dejó de hacerlo después de tomar la tanto. Orihime, de repente, profirió un grito de dolor, sentía que se partía en dos, ya había entrado en labor de parto.
Lo inesperado de toda la situación hacía que ninguno prestara atención a las velas que habían rodado hacia las cortinas que comenzaron a arder lentamente.
— ¿Ichigo, anata, qué haces?— Dijo Orihime cuando Ichigo la alcanzó y, de repente, el desasosiego y el miedo la embargaron al verlo cernirse sobre ella con la tanto amenazante.
— Cobrarte la herida que le hiciste a Rukia— Dijo antes de pasar el filo por el cuello de la mujer, que trató de defenderse y no paró de gritar hasta que su voz quedó ahogada por la sangre. La sangre escurrió en grandes chorros que cubrieron por completo a Ichigo que actuó como si nada pasara—. No es como si hubieras sobrevivido al parto, de todas maneras.
Inmediatamente después, dirigió la tanto hacia la barriga henchida de Orihime a la que, con mucho cuidado para no lastimar a criatura en su interior, abrió de un tajo enorme la piel para sacar la placenta, que tenía una apariencia peculiar y era extremadamente blanca. Ichigo, sin romper la placenta, que comenzó a endurecerse, cortó el cordón umbilical que la mantenía unida unida al cadáver de Orihime
— Ichigo...— La voz de Rukia también sonaba débil y lucía extremadamente pálida por las heridas que le había hecho Orihime.
—... R-r-rukia...— Él también estaba débil, su piel había tomado una tonalidad grisácea y un hilo de sangre salía de las comisuras de su boca, salvo por las marcas de las mordidas de Rukia que se habían vuelto de un color rojo carmín extremadamente intenso— tú veneno... empieza a surtir efecto...
— I-ichi-go... ven...— Rukia estiró sus brazos para que Ichigo fuera a ella.
El fuego ya había cubierto por completo el techo del recinto.
Cargando la placenta, que era muy pesada, y el caminar inseguro por el mareo, Ichigo llegó al altar con Rukia, que lo abrazó y tuvo la fuerza de sacar una de sus patas para sostenerlo cerca de ella.
— Mi bebé...— Susurró Rukia cuando Ichigo puso la placenta entre los dos, que ya se había endurecido completamente.
— Nuestro... bebé...— murmuró Ichigo recordando como se aseguró de poner el huevecillo de Rukia en Orihime a pesar del mucho asco que le daba tocarla sexualmente. Sólo la borrachera e imaginar a Rukia le ayudaban a tolerar los impulsos sexuales de la mujer que tuvo que tomar por esposa para engendrar al próximo heredero de los Kurosaki.
Ambos ya no sentían el calor del fuego, ni el sudor helado que cubría sus cuerpos, ni siquiera se habían dado cuenta que ya casi no quedaba oxígeno para respirar.
— Y-ya... nandaaa... nos separará...— Dijo Rukia antes de cerrar los ojos caundo sintió los brazos de Ichigo abrazarla.
— Nadie...— La respiración de Ichigo se detuvo con la mirada fija en Rukia y en la placenta que ella sostenía con mucho amor, que ahora parecía más un capullo de seda.
La madera se reventó y comenzó a caer el techo del salón interior.
La sala estaba completamente cubierta de telarañas, Isshin no podía creer lo que veían sus ojos. Su hijo estaba estaba con una joven, la joven a la que le habían dado asilo por insistencia de Masaki y a la que, él podía notar, su hijo veía con ojos lujuriosos. Ambos estaban desnudos y recién fornicados, sudorosos y listos para seguir haciéndolo. Y lo que más le perturbó ver fue la enorme cicatriz en forma de araña en la espalda de la chica a la que había llegado a querer como una hija.
Isshin fue a la sala interior del templo cuando notó que las arañas se habían apoderado del templo y sus telarañas apuntaban al mismo lugar, muy a pesar de todas las insistencias de su esposa de permanecer con ella y permitir a Ichigo hacer el ritual de adoración Kinu-no-Mikami.
— Isshin-san, por favor, es lo que debe de ser— La chica cubría su desnudes con una de las telas regadas por el suelo y le suplicaba después de que él la alejó de su hijo aventándola hasta el otro lado de la habitación.
— ¡Calla, maldito monstruo, no le harás daño a mi hijo!— Dijo antes de lanzarle un ataque de O-fuda que la clavaron contra la pared más cercana, aunque sin lastimarla físicamente— No debí de haber permitido que te dieran asilo en el templo, viniste a hacernos daño, Jorogumo.
— No entiende, este es mi templo— Rogaba Rukia, trataba de hacerle entender que ese era su lugar.
— ¡Mientes, Ichigo no puede levantarse por culpa de tu veneno!— Señaló a Ichigo que seguía en el suelo y que estaba tan pálido y con los ojos tan hundidos que parecía cadáver... o que pronto se volvería uno.
— ¡Pero ese es el trato que hicieron cuando nos volvimos Kuni!— A Rukia le empezaron a quemar la piel los O-fuda de Isshin, que desenvainó a Engetsu y se dirigía con expresión amenazante a ella.
— ¡Una jorogumo no puede ser la representante Kinu, las Kocho lo son!
— ¡Las Kocho no existen!— Ya había empezado a llorar, era, al igual que Ichipo, apenas una adolescente obsesionada con su primer amor.
— ¡En ese caso, romperé con la maldición de los Kurosaki!— Isshin alzó a Engetsu y apuntó a la cabeza de Rukia.
Rukia cerró los ojos esperando el golpe que terminaría con su vida, no se sentía capaz de lastimar al hombre que la cuidó como hija todos esos años. El sonido del metal caer al suelo la hizo abrirlos de nueva cuenta. Frente a ella se encontraba la punta de una espada negra que salía del vientre de Isshin. Ambos estaban sorprendidos, más Isshin que Rukia, de que Ichigo hubiera atacado a su propio padre.
— ¿I-i-ichi-go...?— Balbuceó Isshin.
— No... huf huf... toques a... R-rukia...— Dijo sin aire antes de dirigir hacia arriba el filo de su espada hasta que esta se rompió, acrecentando el tamaño de la herida, volviéndola de muerte. Isshin cayó al suelo para morir desangrado.
Ichigo quitó los O-fuda, que dejaron marcas de quemaduras sobre la piel a la que se habían pegado, y luego cayó sobre Rukia, que lo sujetó para que no cayera dolorosamente al suelo.
— No debiste de hacer eso, Ichigo, hubiera sido mejor que muriera, nadie me extrañaría— Dijo Rukia mientras depositaba besos rápidos en el rostro de Ichigo.
— ¡No es cierto, yo lo haré!— Ichigo la abrazó con fuerza tratando de impedir que se fuera.
— Tengo que irme— Dijo Rukia antes de darle un beso largo y profundo a Ichigo y haciéndolo beber un líquido que que le estaba produciendo mucho sueño. Era el antídoto de su veneno.
— ¡No te vayas!— Dijo con un grito ahogado antes de perder el conocimiento.
— Prometo volver, espérame.
Rukia salió corriendo del templo y se internó al bosque perdiendo, poco a poco, su forma humana, la cual no recuperaría en años.
El fuego fue extraño, por más que intentaron apagarlo fue imposible, las llamas se hacían más poderosas cuando alguien intentaba acercarse, tampoco se extendieron más allá del recinto a pesar de medir más de cinco metros y moverse violentamente por el viento.
Las lágrimas ya habían dejado grandes surcos en sus mejillas camino en los ojos del niño
— Kazui-chan...— Lo llamó la voz de una mujer.
— Obaa-san— Corrió Kazui llorando a los brazos de su abuela, que venía acompañada de sus tías Karin y Yuzu .
— Tranquilo, Kazui, ya no hay nada que hacer— Dijo Masaki Kurosaki con voz dulce y tranquila, aunque se notaba que había estado llorando, lo recibió con un fuerte apretón contra su pecho.
— Pero, Oka-san, Otou-san, ellos... ellos están...
— Ellos cumplieron con su deber— Lo soltó, se acercó a las cenizas y restos del altar principal del templo y comenzó a mover maderas en búsqueda de algo—, aunque le solicité en repetidas ocasiones a Orihime-san que no interfiriera. Aunque, tal vez, ahora todo será más fácil...
— ¿Obaa-san, qué hacen?— Preguntó confundido Kazui al ver a sus tías y abuela mover los escombros mientras vestían sus ropas ceremoniales más finas.
— Busco a Kumo-no-Mikami— Lo volteó a ver—, vamos, ayúdame a levantar esta madera de aquí.
Pronto se escuchó el llanto de un bebé que salía de un enorme capullo de seda que Masakí contó rápidamente con ayuda de una ken que guardaba en su costado.
— Mira, Kazui, ¿no es hermosa?— Dijo la matriarca del clan mientras limpiaba a la bebé de las secreciones amnióticas que protegían en el capullo.
— Lo es, Obaa-san— Suspiró el pequeño, anonadado de repente ante la pequeña de cabellos rojos—, mi imouto es muy bella.
— No, Kazui, ella no es tu hermana— Dijo Yuzu-oba-san, mientra envolvían a la bebé con sedas especialmente pensadas para ella.
— Ella será tu esposa— Le dijo Karin-oba-san.
— ¿Mi esposa...?— Guardó silencio un momento, tratando de procesar la información y los repentinos y profundos sentimientos que sentía hacía la bebé.
— Su nombre es Ichika— Dijo Masaki al ver el nombre tallado en los restos del capullo de seda de araña.
La maldición del clan Kurosaki, asegurarse de que la verdadera diosa de la seda siempre esté presente sin importar qué, si es necesario, a costa de la vida de los miembros del clan...
Es el pacto que hicieron a cambio de riquezas y poder.
Notas:
La historia era originalmente un One-shot que planeaba hacer pero me daba flojera comenzar a escribir y aproveché este evento para escribirlo. Aunque es una versión mucho más corta de lo que planeaba originalmente y con muchos menos lemons, la mayoría de los eventos se mantienen.
En la historia, Ichigo tiene una edad de alrededor de unos treintaicinco años, de los cuales tiene unos siete de casado. Orihime tiene unos treinta y dos, las gemelas unos veintiocho y Masaki unos cincuenta y dos.
Bendita wikipedia
Kannushi: Un kannushi (神主? "maestro de dios", también pronunciado como kamunushi), también llamado shinsoku (神職? "empleado de dios"), es la persona responsable del mantenimiento de un santuario sintoísta, así como de encargarse de la adoración al kami.1
Originalmente, los kannushi fueron intermediarios entre los kami y podían transmitir su voluntad a los humanos comunes. Un kannushi era un hombre capaz de hacer milagros o un hombre santo, que por su práctica de ritos purificatorios, era capaz de trabajar como un médium para un kami, pero posteriormente el término evolucionó como un sinónimo de shinsoku, como un hombre que trabaja en un santuario y ofrece ceremonias religiosas.
Junihitoe: El (十二単衣 junihitoe?) es un kimono muy elegante y muy complejo que fue usado solo por las damas de la corte en Japón. Traducido literalmente significa "traje de doce capas".
Kinu (絹)/ Seda: La seda es una fibra natural formada por proteínas. También se conoce como seda a la amplia variación de tejidos fabricados con esta fibra.
Sangi : las pupas o crisálidas fritas de la polilla de seda. Estas crisálidas son el subproducto de la industria de seda. Se cultivan las polillas de seda en masa por su habilidad de producir la seda. Las larvas, las polillas inmaduras, producen la seda, pero después de convertirse en crisálidas, no pueden producir más la seda, y son usados para la comida.
Para el punto de la historia, le daban de comer sangi para que alimentara las características no humanas del bebé que estaba en su vientre.
La Danza Kagura (jp: 神楽) es una antigua ceremonia teatral japonesa, con danza y música, en honor a los dioses (kami, 神) de la religión sintoísta. Son manifestaciones preteatrales que cobraron ese nombre en el primer milenio d. C. Se celebraban habitualmente en el palacio imperial y consistían en pasos lentos interpretados por sacerdotes, conjuros y danzas culturales y mitológicas japoneses.1
Gohei: una varita ceremonial que se usa para limpiar o purificar.
Odori: Una vez que la chamán entra en un estado poseído, cambia a movimientos de saltos espontáneos.
Shakuhachi (尺八?]) es una flauta japonesa que se sujeta verticalmente como una flauta dulce en lugar de como la tradicional flauta travesera. Era utilizada por los monjes de la secta Fuke Zen, seguidores del budismo zen, es su práctica ritual del Suizen (meditación mediante el soplado).
Taiko (太鼓? literalmente "gran tambor") es un tambor japonés, tocado con baquetas de madera denominadas bachi. Fuera de Japón, el término se refiere a los distintos tipos de tambores japoneses. Tambor en japonés se escribe 'wa-daiko' (和太鼓). Taiko también se refiere al relativamente reciente arte de ensamble musical de percusión taiko (en japonés, conocido como "kumi-daiko").
Jorogumo: Jorōgumo (Kanji japonés: 絡新婦, Hiragana: じょろうぐも) es un tipo de yōkai, una criatura, fantasma o duende del folclore japonés, que cuenta con la capacidad de transformarse en una hermosa mujer, por lo que recibe los nombres de "esposa enrededora" y "araña prostituta".
El nombre también se utiliza hoy en día para hacer referencia a algunas especies de arañas, como las de los géneros Nephila y Argiope, además de ser usado por los entomólogos japoneses en su forma katakana para referirse exclusivamente a la especie Nephila clavata.
En la historia, les di la capacidad de reproducirse vía parasitaria como varias especies de avispas lo hacen al implantar su larva en un anfitrión que poco a poco morirá para alimentar a dicha larva. En este caso, Rukia, con ayuda de Ichigo, implantó su larva en Orihime, que de todo modos, y también era alimentada con sangi para que la "larva" pudiera rodear de seda la placenta.
Kochou 胡蝶 (Mariposa): Es un ser ficticio a cualquier mitología que inventé y que saldrá en otra antología en la que estoy trabajando. Las Kocho son una especie de ser mitológico femenico con carácteristicas de mariposas que son capaces de cumplir un deseo a través del sexo, desgraciadamente lo hacen a costa de un pago que puede tomar cualquier forma a menos de que se le "domestique" y corte las alas, especialmente cuando aún se encuentran en su fase larvaria.
Tanto ( 短刀? ", la cuchilla corta"): Es un cuchillo o daga. Por lo general, de un solo filo, pero algunos eran hechos de doble filo, aunque asimétricos.
O-fuda (御札 O お札, O-fuda) es un tipo de amuleto para el hogar o talismán, emitido por un santuario shinto, colgado en la casa para protección, un gofu (護符?) (護符). También puede llamarse shinpu (神符?) (神符). Se hace escribiendo el nombre de un kami y el nombre del santuario shinto o de un representante del kami en una tira de papel, madera, tela, o metal.
Mollera: En un bebé, el espacio donde se unen 2 suturas forma un "punto blando" cubierto de membranas denominado fontanela. Las fontanelas permiten el crecimiento del cerebro y el cráneo durante el primer año de vida del bebé. Normalmente hay varias fontanelas en el cráneo de un recién nacido.
Ken ( 剣? , "espada"): Por lo general, de una longitud similar a la del tanto o la wakizashi, usada como hoja religiosa o ceremonial, con una forma de la hoja suave y punto,4 pero algunos pueden ser más grandes y también pueden referirse a tipos de espadas pre-curvas antiguas como las de arriba. Simétricas y de doble filo
