Disclaimer: Los personajes de Dragon Ball Z no me son obra y creación de Lord Akira Toriyama. De lo contrario, haría a Vegeta celoso y muy posesivo con Bulma como lo haré en este fic jiji.

Antes que nada, la canción que se presentara en este capítulo no está escrito por mí ni nada por el estilo. La canción se llama Salomé y es de Chayanne. Así que si no lo han escuchado, les recomiendo que lo escuchen para que al menos tenga la melodía en su cabecita jiji. Me haría un gran favor.

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CAPÍTULO I


Las gotas de agua caían de su cuerpo hasta el suelo. Recién había salido de bañarse. Todos los días lo hacía. Era una persona muy pulcra. Si no se bañaba, sentía cómo una parte de su cuerpo estuviera en estado de descomposición.

Mientras Vegeta caminaba por su habitación, dejaba un hilo de agua en el suelo. Los rayos del sol iluminaban su habitación, dándole la perfecta vista de su nuevo uniforme escolar.

Vegeta miró el reloj.

7:05 am

Aún era temprano. Suponiendo la distancia que había con la nueva preparatoria, le sobraría tiempo.

Soltó un suspiro mientras dobló su cuello y se dejó tronar los huesos.

Sus ojos color obsidianas se dirigieron hacia su uniforme escolar, aquel que estaba posado en su cama. A diferencia del antiguo, este era de un color azul marino medio oscuro, con bordes rojos en su saco. Igual que su pantalón, solo que sin los bordes. Vio la corbata, de color azul con franjas rojas.

Aunque, ahora que lo pensaba bien, no iría con esa estúpida corbata. Lo único que hacía era fastidiar su cuello con aquel nudo cerca a su manzana de adán. Se pondría solo su camisa blanca, después de todo, no estaba rompiendo con el código de vestimenta.

Lentamente, dejó que su toalla cayera al suelo. Quedándose libre, desnudo, sin nada que tapara su cuerpo, totalmente explícito…

Rápidamente, Vegeta empezó ponerse su uniforme, no sin antes sacudir su cabello con vehemencia, dándole aquella peculiar forma de flama. Odiaba la forma en que su cabello se pegaba a su espalda cuando el agua caía en él. No tenía razones, pero simplemente lo odiaba.

Se miró al espejo mientras se abotonaba su camisa. Odiaba cuando le cambiaban de preparatoria. Principalmente por la presentación y por la atención que robaba en aquellas tontas adolescentes. No le sería novedad si volvían a dejarle cartas en su casillero como lo hacían antes. Si eso hacían, él las volvería a botar como siempre. No estaba para romances, era una pérdida de tiempo.

Abrió la puerta de su habitación para salir de ella y dirigirse al comedor mientras bajaba por las escaleras. Bajaba con su mochila en la espalda. Solo llevaba una libreta y una Tablet para apuntar los temas importantes.

Vio a su hermano comer sus panqueques mientras su padre revisaba algunos papeles en la mesa. Saludó a la criada mientras se sentaba al costado de su hermano y ponía su mochila en una de las sillas.

Tarble lo miró mientras masticaba su desayuno. Estudio su uniforme lentamente mientras veía cómo Vegeta miraba su celular.

—¿Y la corbata? ¿No usas corbata?

—Es innecesaria—respondió Vegeta sin mirarlo.

—Es parte del código de vestimenta.

—Entonces úsala tú cuando te cambien de colegio—dejando su celular a un lado, agradeció a la sirvienta por el desayuno y empezó a comer.

Tarble frunció el ceño mientras entrecerraba sus ojos con suspicacia. Vegeta le devolvió la mirada, entrecerrando sus ojos y tratando de intimidarlo con la profundidad de sus ojos negros. Conocía esa mirada a la perfección y juraría que, si no fuera su hermano, ya lo hubiera golpeado por querer amenazarlo. Mantuvo su mirada en él, formándose así, una de sus típicas peleas matutinas. Tarble no se dejó intimidar por la penetrante mirada de su hermano.

—¿Porqué a ti te cambiaron de colegio y a mí no?

—No lo sé. ¿Será porque aún eres un mocoso?

—Soy el más obediente en esta casa.

—En otras palabras, sigues siendo un mocoso mimado.

—¡Claro que no!—chilló—¡No lo soy!

—Lloras como un idiota cuando estás en plena oscuridad. Patético.

—¡Claro que no!¡Tú también lo hacías cuando eras niño!

—No. Yo sí soy valiente, no como tú. En otras palabras, aún sigues siendo un mocoso.

Tarble soltó un gruñido en modo de reproche mientras se resignó a comer rígidamente. Le parecía un poco injusto que su hermano fuera cambiado a la mejor preparatoria, y más prestigiosa del país, cuando él solamente se quedaba en el mismo colegio de antes. A veces quería ser el hermano mayor de la familia.

Su padre Vegeta sonrió de lado al presenciar y escuchar la pelea.

—Vegeta tiene que hacer su bachillerato, Tarble—explicó mientras aún seguía manteniendo su mirada en los documentos. Tarble lo miró. Su padre tenía sus típicos lentes negros con los que leía sus papeles. Se preguntaba si seguía la misma carrera de su padre también tendría que comprarse lentes igual que él—No te preocupes. Cuando llegues a su edad, que será de aquí en 5 años, irás a la misma preparatoria.

Tarble miró con suspicacia a su hermano mientras éste bebía su jugo. Vegeta rodó los ojos al predecir su berrinche.

—¿Del Newton college al Roosevelt college? Ambas tienen la misma enseñanza solo con una diferencia de dinero—se quejó. Tarble miró a su hermano después de unos segundos—¿Me darías un tour en tu nuevo colegio?

—Cuando me gradúe tal vez—respondió con sarcasmo mientras se limpiaba las migajas de sus labios. Agarrando su mochila, se paró para irse de una vez; sin embargo, la voz de su padre lo paró de sus pasos.

—No te olvides de Tarble—le recordó.

Vegeta solo rodó los ojos mientras siguió caminando con dirección al garaje. Tarble rápidamente se despidió de su padre mientras, rápidamente, agarraba su mochila y seguía a Vegeta.

Vegeta sacó su llave mientras abría la puerta de copiloto de su auto, aquel que le regaló su padre por su cumpleaños número dieciséis. Tiró su mochila al otro asiento copiloto. Entrando y cerrando la puerta, esperó a Tarble por unos segundos. Fácilmente podría decirle al chofer que se llevara a Tarble, pero sabía perfectamente lo que ocurriría si lo hacía. Aunque ganas no le faltaban, por los quisquillosos y fastidioso que era su hermano, él mismo tendría que aguantarse.

Aunque sabía muy bien que la paciencia y él no estaba de lado.

Su hermano se subió rápido al asiento de atrás mientras cerraba la puerta. Era evidente su ceño fruncido.

—¿Porqué tu mochila va adelante? Ese es mi asiento—preguntó Tarble mientras veía cómo la puerta del garaje se abría automáticamente y Vegeta empezaba a retroceder el carro.

—Si vas a seguir molestando, te botaré del carro y tomarás uno de esos buses que no pasan ni en mil años—contestó mientras manejaba. No miró a su hermano por el espejo. Su mirada, oscura, fría y penetrante se fijó en la pista. Eran las 7:15 am. Aún era temprano.

Tarble, al igual que su hermano, frunció el ceño con profundidad mientras cruzaba sus brazos.

—¿Y traerás a alguna compañera para estudiar anatomía? —preguntó con una ceja alzada.

Vegeta lo miró intimidante a través de espejo. Tarble a veces, mejor dicho, siempre, lo fastidiaba por completo.

—Cállate. Lo único que haces es hablar estupideces. Estoy empezando a creer que debería llevarte el chofer, lo único que haces es exacerbarme con tu voz de mocoso.

—Hmp—se quejó—Deberías agradecerme. De lo contrario, papá ya se hubiera enterado de todas tus compañeras con las que estudiaste anatomía.

Vegeta lo ignoró. Aceleró el motor mientras manejaba con velocidad. Esta vez, dejaría a Tarble temprano en su primer día de clases.


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.

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Bulma abrió su casillero. No era ni el segundo día y ya recibía cartas de sus admiradores secretos que la invitaban a citas. Casi siempre era así, no podía estar ni un día en la que no tuviese una carta o regalos en su casillero. Siempre era lo mismo. Los chicos confesaban sus sentimientos mediante las cartas y la invitaban a salir, o si no, dejaban chocolates, peluches, hasta libros. No sabía cómo habían adivinado su genero favorito, pero lo hicieron. Siempre le regalaban romances de época. Prácticamente toda su colección de la saga de Los Bridgerton de Julia Quinn, se lo regalaron sus admiradores.

Algo de bueno tenía en ser cortejada todos los días.

Guardó las tarjetas en una parte de su casillero, para dejar libre la foto que tenía pegada dentro. Una hermosa sonrisa salió de la peliazul al verla nuevamente. Eran ella y su pareja: Goku y ella.

Se vio obligada a voltear su rostro al escuchar cómo había murmullos por los pasillos del colegio. Sus luceros se fijaron directamente en un chico que no había visto antes, pero podía deducir que era nuevo.

No pudo evitar estudiarlo un poco.

Caminaba con una arrogancia y soberbia que lo hacía ver seductor. Su mentón estaba alzado y firme mientras caminaba ignorando las miradas y los susurros de las demás estudiantes que quedaban embelesadas ante él. Y no podía negarlo, el chico era guapo. Tenía que peculiar cabello en forma de flama, desafiaba la gravedad e iba en contra de todas las leyes de física que ella misma se encargó de estudiar con esmero. Sus facciones, masculinas y finas demostraban rudeza, pero a la vez temor. Sus ojos, negros y profundos, dos obsidianas que parecían que ocultaban un oscuro pasado como aquellos vampiros que leyó de sus libros. Caminaba con el ceño fruncido, parecía que estaba molesto y fastidiado, pero algo le decía que era normal en él. Su piel, olivea y en un perfecto estado, lo ha cían ver cómo aquellos modelos latinos de las revistas y telenovelas.

Los ojos azules de Bulma no pudieron evitar posarse en su cuerpo, aquel que estaba siendo tapado por su uniforme de preparatoria, pero que, claramente, se podía evidenciar lo musculoso que era por lo pegado que estaba a su piel.

Bulma no pudo evitar sentir cierta intriga al chocar su mirada con la de él. Sintió cómo sus penetrantes ojos ónix le dieron una rápida mirada, pero ella, al darse cuenta de la forma en la que la miraba, la esquivó rápidamente.

Cuando Vegeta la vio, no pudo evitar sorprenderse al ver unos ojos azules tan claros como el mar. Así estaba por dentro, pero por fuera no lo demostró. Efímeramente, su mirada se fijó en su cuerpo. Al igual que todas las demás chicas tontas, poseía su falda azul, su camisa blanca y su saco del mismo modelo que el de él. Apartó su mirada con brusquedad al darse cuenta que se había quedado viéndola más de lo que solía hacer con cualquier otra chica.

Fijó su mirada en su reloj. Eran las 7:30, tenía media hora para recorrer el colegio y conocer sus salones. Dirigiéndose a su casillero, metió su llave y abrió la puerta. Apretó los dientes al sentir cómo las chicas seguían mirándolo, ¿acaso no tenían nada más qué hacer? Parecían patéticas.

Sin controlar sus fuerzas, cerró la puerta de su casillero. Y, claramente, pudo escuchar cómo las chicas en vez de asustarse por su fuerza, soltaron un suspiro mientras susurraban entre ellas.

—Aparte de guapo, es muy fuerte.

—Como moriría por verlo en la piscina. Daría todo por ser su compañera en la clase de natación.

—Me pregunto si tiene novia. Si no es así, entonces me propongo conquistarlo.

Vegeta rodó los ojos con desesperación al escucharlas hablar. Estupideces Y sin esperar más, empezó a caminar por la preparatoria.

Era grande, más grande que su antiguo colegio. Este era el campus de high school. Contaba con 9.3 hectáreas. No le sorprendió el número, casi todos los colegios elitistas eran de esa área.

Sus pies tomaron rumbo hacia la cafetería, o mejor dicho "Roosevelt commons". Era un nuevo lugar de cafetería, las mesas estaban distribuidas en formas circulares mientras que algunos profesores y estudiantes traían su desayuno del comedor. No pudo evitar cerrar los ojos y dejarse llevar por el olor de la comida, olía delicioso.

Tal vez, se permitiría comer y probar el sabor de la comida. Según tenía entendido, era gratis.

Volvió a ver su reloj.

7:40 am

Con esto, solo le alcanzaría visitar la biblioteca. Cambiando de rumbo, procedió a buscar la biblioteca. No preguntaría, no se dignaría a preguntar. Él mismo encontraría las cosas por su cuenta, no por ayuda de nadie.

Cuando entró a la biblioteca no pudo evitar compararla con la de su antiguo colegio. Esta era grande, se dividía en el curso que se buscaba. Y había un área especial para aquello lectores que querían desvelarse con algunas novelas. Avanzó lentamente hacia las mesas de la biblioteca que, al igual que el comedor, poseían ventanas que iluminaban el cuarto. Con la diferencia que, aquí podía ver su carro. Estuvo a punto de recorrer y ver las computadores y laptops, cuando el timbre sonó.

Maldición.


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Vegeta entró al salón. Inexplicablemente, todas las chicas que conversaban entre sí, se quedaron calladas cuando él entró. Algunas hicieron espacios y quitaron sus cosas de las sillas para permitir que él se sentase junto a ellas. Sin embargo, Vegeta ni caso les hacía. No pensaba sentarse con esas chicas locas y obsesionadas. Lo único que harían, sería matarlo por la impaciencia y desesperación que ocasionaban.

La persistencia de las chicas hacia él lo exacerbaba.

Viendo cómo había un asiento vacio, que no había nadie ni al costado, ni atrás, se sentó a en la segunda fila de la clase. No quería llamar la atención, pero tampoco quería ser testigo de las estupideces que hablaban esas mujeres.

Rápidamente sacó su libreta y un lapicero mientras esperaba a que el profesor entrara. Esperaba que no lo haga presentarse porque odiaba las presentaciones. Solo quería que dé su clase de una maldita vez. Después de todo, la escuela estaba para estudiar y aprender, no para hacer amigos ni esas tonterías.

Cruzó los brazos mientras sus ojos estudiaban el salón. El chivateo volvió en el salón, pero podía escuchar perfectamente los murmullos de las chicas hablando sobre él.

Simplemente patético.

Los salones tenían a los alumnos de acuerdo a sus notas. Los más inteligentes iban en el A mientras que en los demás salones, los alumnos eran combinados sin importar sus calificaciones. Vegeta iba en el A, cuando ingresó a la preparatoria, ingresó con la máxima nota. Otra de las razones por la que siempre miraba con superioridad a los demás alumnos.

Nadie era mejor que él.

Nadie.

Absolutamente nadie.

Bulma ingresó al salón, dos minutos antes de que venga el profesor. Su falda corta color azul se ondeaban debido al vaivén de sus piernas. Ella sintió chicos no pudieron evitar contemplar su cabello azulado. No llevaba nada de maquillaje, a diferencia de las demás chicas, no quería llamar la atención. Solo llevaba unos cuantos pendientes color perla.

Lo primero que hizo ella fue ver a sus compañeros, eran los mismo de siempre, solo unas cuantas caras nuevas, pero de ahí nada fuera de lo normal. No podía evitarlo, cada bimestre siempre se cercioraba de mantener su estatus. Era muy perfeccionista, y eso incluía en sus calificaciones.

Fijó su mirada en sus asientos. La silla donde siempre se sentaba estaba ocupada, no le quedaba más que sentarse en otra. Soltando un suspiro, se dispuso a sentarse al costado del nuevo. Aquel chico peliflama y con aires de no soportar a nadie. Justo cuando sacó sus cuadernos el profesor entró.

Vegeta soltó una maldición.

—Buenos días a todos—saludó el profesor mientras dejaba sus cosas en su escritorio y se disponía a mirar a cada uno de sus alumnos—Al parecer puedo ver que hay nuevos alumnos, así que pido por favor que se presenten—con un dedo apretó el botón de la pizarra virtual donde salió la foto del carné de Vegeta—Por favor, Vegeta. Preséntate.

Todos los chicos prestaron atención a él. Bulma solo atinó a voltear su rostro y mirarlo por unos segundos. No pudo evitar apreciarlo nuevamente al verlo pararse de su asiento.

Sus ojos azules volvieron a apreciar su aspecto, con la diferencia que este estaba más cerca. Sus facciones se podían evidenciar y podía admirar de mejor manera lo masculino que era. Cierto impulso de conocerlo más se instaló en ella. El aura que el desprendía era una arrogancia totalmente cautivadora, algo que sin saber por qué, hizo que sienta cierta intriga hacia él.

—Buenos días—empezó a presentarse Vegeta. Bulma no pudo evitar estremecerse con la voz grave de aquel chico. Era tosca, ronca, masculina…aún sentía cómo el sonido de su voz se instalaba en su cuerpo y resonaba en su mente—Soy Vegeta Ouji y tengo 16 años—dijo. Y como si fuera mucho para él, se sentó, sorprendiendo a ciertos compañeros por su corta presentación, pero dejando a varias chicas suspirando por su masculina y grave voz.

Vegeta no escuchó las demás presentaciones de, lo que sería, los alumnos nuevos. No le interesaba. Solo quería escuchar la clase y demostrarles su supremacía a todos en inteligencia. De hecho, no estaba escuchando de lo que estaba hablando el profesor en estos momentos, pero su vista se fijó en él cuando ciertas palabras captaron su atención.

—Todos los años se premia al mejor estudiante de la preparatoria de acuerdo a sus calificaciones. Los del último año ganan una beca a una de las universidades de la Ivy League—explicó. Vegeta por un momento sintió cómo la oportunidad se le presentaba. El afán por demostrar su supremacía y el querer hacer las cosas por él mismo siempre hacía que ganase cualquier competencia. Y esto, no sería la excepción—El año pasado Bulma se llevó el trofeo de la mejor estudiante de la preparatoria—siguió el profesor— Es la alumna más prodigiosa de la escuela.

Rápidamente, Vegeta fijó su vista en la peliazul. Sintió cierta incomodidad al ver su sonrisa en su rostro. No pudo evitar alzar una de sus cejas al verla. Conque, la mente más prodigiosa de la escuela…

La miró con aires de superioridad.

Si ella era la mejor de la preparatoria, eso estaba a punto de cambiar. Él tomaría ese puesto, y se llevaría esa beca.

De eso estaba seguro.


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Los dedos de Vegeta escribían con agilidad y rapidez las diapositivas del telegrama. Estaban en la clase de matemáticas, una de las áreas donde él, obviamente, siempre era el mejor.

Dejó su lapicero negro en su pupitre al terminar de escribir. Por un momento, se sintió observado, sin embargo, decidió no darle importancia. Sin embargo, mientras miraba al profesor, no pudo evitar fijarse en aquella peliazul que estaba a su costado.

Podía ver perfectamente cómo algunos de sus mechones azules caían por su rostro. Sus ojos, tan claros y azules como el mar, estaban puestos en su cuaderno, que, desde su sitio, él podía evidenciar cuan organizado y escrito con varios plumones estaba.

Ella alzó su mirada hacia él.

Vegeta la miró.

Ambos mantuvieron sus miradas por unos segundos. Sin embargo, Vegeta se vio obligado a cortarla al darse cuenta que si seguía así, se perdería en el sonido de su mirada y quedaría en evidencia.

Volvió a fijar su mirada en el profesor. Estaba escribiendo los ejercicios en la pizarra. No pudo evitar entrecerrar sus ojos al ver de qué tema eran los ejercicios.

Lógica proporcional

No pudo evitar sonreír de lado. Esos temas eran para él extremadamente fáciles de resolver. No le tardaría ni diez segundos en resolver.

Estuvo a punto de levantarse a resolver los ejercicios cuando el profesor llamó a alumnos a realizarlo; sin embargo, no lo hizo al ver cómo la peliazul se paró en vez de él.

Bulma miró al profesor mientras agarraba el plumón.

—Yo haré todos los ejercicios, profesor—se ofreció. El profesor la miró—Al menos que haya alguien que también quiera hacerlo…— ella se volteó para mirar a sus demás compañeros. Centró su mirada en Vegeta, sintió cierta satisfacción al verlo intentar intimidarla con sus ojos.

—¿Algún estudiante que quiera realizar lo ejercicios? —preguntó el profesor mientras miraba a los demás alumnos. Vegeta por un momento iba a pararse y decir que él también quería. Quería restregarle a la cara a esa chica la perfección de sus dotes, pero prefirió no hacerlo. Estudiaría sus pasos y vería si ella era una digna rival de enfrentar. De lo contrario, ni se esmeraría en darle el honor de mirarle.

Sus ojos en ningún momento se despejaron de ella. Veía cómo su brazo, delgado y tapado por su saco azul, escribía el procedimiento del ejercicio. El sonido del plumón podía escucharse al ver la rapidez con la que resolvía el ejercicio. No pudo evitar alzar la ceja al verla terminar el primer ejercicio en diez segundos. Rigurosamente, él se encargó de verificar la respuesta del ejercicio. Paso por paso, cerciorándose de que nada esté mal. De lo contrario, el mismo se encargaría de corregir delante dl todo el salón.

Vio que, en 20 segundos, terminó los otros dos ejercicios de la pizarra. Su mirada no pudo evitar fijarse en el baile de su cabello cuando ella volteó hacia ellos. Los ojos de ella se posaron en el profesor al ver cómo éste revisaba los ejercicios.

—Excelente, Briefs—la felicitó el profesor—Siempre nos sorprendes con la rapidez de resolver los ejercicios—dijo mientras volvía a girar su cuerpo hacia la pizarra.

Bulma sonrió.

Vegeta frunció el ceño al verla sonreír y mirarlo con cierta superioridad. Ya le demostraría él su supremacía.


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Los días pasaron como las nubes en el cielo. Vegeta ya conocía a la perfección el nuevo colegio. Aunque lo aburrido había sido presentarse con los profesores en cada curso, supo llevarlo. Y, como era predecible, al igual que en su antiguo colegio, botó todas las cartas de todas las chicas tontas que le escribían puro sentimentalismo. Ni siquiera se dignaba a leerlas, ya sabía lo que escribían.

"Me gustas mucho" "¿No te gustaría salir conmigo a algún lugar?" "¿Bailarías conmigo en el cierre de bimestre?" "Estás invitado a la fiesta fin de bimestre"

Tonterías y más tonterías. Él no estaba para perder el tiempo.

Miró al profesor de historia para luego darle una mirada soslaya a Bulma. Ambos se habían pasado compitiendo indirectamente todos estos días. A las justas se hablaban. Se dirigían algunos simples monosílabos, al menos por su parte porque la peliazul le hablaba y hablaba que no lo dejaba en paz.

Bulma lo miró para luego sonreírle con coquetería.

Vegeta rápidamente la ignoró.

—Empezamos con las preguntas—empezó la profesora mientras caminaba por los pupitres—¿Quién es conocida como la reina virgen?

Bulma alzó su brazo rápidamente.

—La reina Elizabeth Tudor. Última monarca de la dinastía Tudor—contestó. Vegeta la miró con recelo.

—¿Quiénes fueron sus padres?

Vegeta alzó el brazo.

—Enrique VIII de Inglaterra y Ana Bolena. El primero creó su propia religión para poder divorciarse de su esposa y casarse con otra—contestó él. Ahora fue Bulma la que lo miró con recelo.

—¿En cuántos períodos se divide el renacimiento?

—Dos. Cuatrocento y cinquecento—contestó Bulma.

—¿Cuáles fueron los acontecimientos con la que se empezó la reforma religiosa luterana?

—Por la venta de indulgencias de la iglesia católica y las 95 tesis de Martín Lutero—contestó Vegeta.

—¿Quiénes editaron la enciclopedia?

Esa pregunta…

Vegeta iba a responder, estaba seguro que se sabía la respuesta. Sin embargo, su mente se puso en blanco.

Nada. Simplemente no se le venía a la cabeza nada.

Absolutamente nada.

Apretó los dientes al ver a Bulma alzar la mano.

—Denis Diderot y Jeanle Rond' D' Alembert—contestó ella.

El profesor volteó hacia ella. Todos los demás compañeros solo se quedaron viendo como espectadores aquella batalla que siempre solía ocurrir, prácticamente, en todas las clases.

—Felicidades, Briefs. Ha empezado con el puntaje más alto de esta semana.

Bulma sonrió. Su sonrisa perfecta, tan blanca como las perlas y que iluminaban su rostro, fastidió a Vegeta por completo. Se sentía humillado, menospreciado. Sentía cómo una simple mujer le estaba quitando su título, que le estaba quitando su supremacía. Que por más que intentará menospreciarla con sus respuestas, el tiempo siempre le jugaba una mala pasada o era su propia mente quien estaba en su contra.

Se sentía furioso por eso.

Molesto.

Indignado.

Humillado.


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El timbre de receso había sonado hace dos minutos. Sus pies tenían rumbo a la cafetería del colegio.

Su humor estaba pésimo. Era uno de los otros días donde la maldita peliazul volvía a ganarle. Donde intentaba humillarlo, menospreciarlo. Una mujer intentaba ganarle, a él.

Y a él nadie le ganaba.

Nadie.

Puso su bandeja en la mesa circular. No había nadie en ella. No había ninguna chica tonta que lo fastidiase, ni mucho menos algún hombre con el que pudiera soportar su presencia. Estaba solo, y eso estaba más que bien.

Se sentó en la silla mientras miraba sus ravioles con su respectiva salsa de tomate. Debía de admitir que la comida en esta preparatoria era deliciosa, tan deliciosa que ya ni llevaba su lonchera.

Dio una mirada rápido a todo su alrededor. Los demás alumnos estaban en las otras mesas circulares, que él podía deducir que eran como veinte. Vio cómo algunas chicas lo miraban y hablaban de él como solían hacerlo todos los días.

Le tenía sin cuidado.

No le importaba en lo absoluto lo que pensasen de él. No dependía de las opiniones de los demás. Sus comentarios entraban por su oreja y salía por la otra.

Se dispuso a agarrar su tenedor y comer sus ravioles, sin embargo, el sonido de una melodía detuvo su accionar. Sus ojos se movieron hacia ambos lados para intentar descifrar de donde venía.

Era música…

¿Desde cuando ponían música en los recreos? Que él recordaba no habían puesto desde que piso el primer día de clases.

De igual manera, no era de su incumbencia.

El sonido de la melodía se hizo más fuerte. Vegeta apretó con fuerza sus cubiertos.

Una de las razones por la que odiaba el sonido fuerte cuando comía era porque no podía hacerlo en paz. Era una de las reglas que su padre inculcó en su hermano y en él. Nada de televisión, ni mucho menos radio o alguna otra cosa que interrumpa su silencio.

Pero esto,

esto estaba interrumpiendo su silencio.

Y mucho.

Todos los alumnos dejaron de hablar, comer o cualquier cosa que estuviesen haciendo cuando la melodía de una música empezó a sonar. Vegeta dirigió su mirada a cada uno de los estudiantes que se subieron a las mesas y empezaron a hacer poses de acuerdo a la melodía. La trompeta que sonaba era pegajosa, pero no lo suficiente como para distraerlo de su almuerzo.

Comió una cucharada de ravioles. Sus dientes masticaron con fuerza y rapidez la comida. No quería ser testigo de un espectáculo ridículo, ni mucho menos quería bailar o ser sacado a bailar. Porque si era así, él mismo se largaría de una vez.

Volvió a comer otra cucharada. Sus ojos se dirigieron nuevamente a los estudiantes, pero cuando su mirada chocó con cierta peliazul haciendo una de las poses en una de las mesas circulares, tragó su comida lentamente y solo se quedó a contemplarla.

No pudo evitar observarla. Al igual que los demás estudiantes, que él podía deducir que eran del club de baile y canto, estaba con su vestimenta. Tenía una falda roja; que dejaba al aire sus piernas blancas y delgadas. Se veían tan tersas que por un momento se sintió tentado a querer tocarlas con sus manos. Llevaba un polo rojo sin mangas, estaba pegado a su cuerpo y demostraba lo bien formado que estaba. No pudo evitar fijarse en la forma de sus pechos, no eran grandes, pero tampoco pequeños, eran normales. El tamaño perfecto. Vio su rostro, su cabello estaba suelto como siempre. Llegaba a sus hombros y hacía destacarla de las demás chicas. Ese azul, resaltaba con la vestimenta roja con la que estaba.

Vegeta se la quedó contemplando. Para él, ella era una chica común y corriente. No era lo suficientemente bella como para tentarlo. Pero hoy…con esas poses de baile encima de la mesa, con esa vestimenta que resaltaba su belleza, y con esa sonrisa y mirada que le estaban estremeciendo y tocando el alma, hoy la encontró sumamente atractiva.

Sumamente hermosa…

Uno de los estudiantes empezó a cantar. Los espectadores empezaron a mover su cuerpo al vaivén de la melodía mientras aplaudían y algunas chicas gritaban por el chico pelinegro de cabello largo que estaba cantando.

Tanta adrenalina, sube a mi cabeza. Miro como bailas y sale el fuego de tus caderas. Y con el tambor tu y yo, vamos acercándonos… a esa tentación que me vuelve loco y me desespera….

Vegeta escuchaba la letra de la canción. Sus ojos solo estaban pegados en la silueta y meneo de la peliazul. Veía cómo los bordes de la falda se movían en un vaivén adictivo para él. Sus caderas lo hipnotizaban, el baile de su cabello y la agilidad con la que se movía su esbelto cuerpo lo fascinaban.

La tentación, lo estaba hipnotizando. Y esos movimientos, lo estaban desesperando.

Su mirada en ningún momento se perdió de ella cuando bajó de la mesa y se juntó con sus otros compañeros de baile. Escuchaba cómo los demás gritaban y se movían al ritmo de la música.

Él solo veía a una persona.

A Bulma Briefs.

Y es que tu cintura, mi insulina pura. Me vas atrapando, ¡me vas elevando!—siguió cantando el pelinegro.

La multitud empezó a cantar con ellos. Algunas chicas gritaban como locas por el que cantaba y los chicos, al igual que Vegeta se quedaban embelesados por los pasos que hacia la peliazul. La delicadeza de sus pasos, la sensualidad con la que danzaba, y la manera en la que meneaba sus caderas y hacia elevar sus brazos, los hipnotizaban.

Y es que ese tu cuerpo, nena, que respira vida, nena. Y es que tienes todo en esta vida pa' gozar…

Los ojos de Vegeta se perdieron en el vuelo de su falda. Su cabello celeste se movía de un lado a otro mientras que ella y los demás bailaban al ritmo de la música. Sintió cierto calor nacer en lo muy profundo de su ser al verla hacer dar un giro.

Soltó un fuerte suspiro al ver su falda elevarse y dejar sus piernas más libres que antes.

Tan tentativo…

Inmediatamente, todos empezaron a cantar el coro.

¡Baila que ritmo te sobra, baila que báilame, acércate un poquito Salomé!—la cafetería se convirtió en un concierto. Todos cantaban y bailaban con los del club¡Baila que ritmo te sobra, baila que báilame, regálame tu hechizo de mujer!

Bulma empezó a bailar en el centro mientras cantaba al igual que sus demás compañeras. Vegeta continuó perdiéndose en el movimiento de sus piernas. Se movían de acostados con bastante agilidad.

Por un momento sintió cómo una gota de sudor bajó por su rostro cuando vio cómo ella pasaba sus manos por todo su cuerpo.

Lo estaba atrapando.

Todos empezaron a gritar al ritmo del coro.

¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay!

Tú bajaste desde el cielo…

Y vegeta…

¡Ay!, ¡ay!, ¡ay!

Y me echaste al candelero…

Solo seguía mirando….

¡Ay!, ay!,ay!,

Tú bajaste desde el cielo…

A Bulma Briefs.

¡Ay!, ay!, ay!,

Mira niña si te quiero…

Bulma movía su cabello al compás de los movimientos de la música. Ella y las demás chicas bailaban en coordinación de la melodía. Todos lo del salón gritaban y bailaban mientras cantaban el coro.

—¡Báilame como quieras báilame, que tu ritmo me vuelve loco Salomé! ¡Báilame como quieras, báilame, que tu ritmo me vuelve loco Salomé…!

Los integrantes del grupo terminaron en una pose justo cuando la canción terminó. Vegeta solo miró la pose de Bulma. Podía evidenciar lo despeinado que estaba su cabello, que debido a algunas gotas de sudor estaba pegado a su rostro.

Y eso para él, la hacía ver más atractiva…

Todos los estudiantes empezaron a aplaudir. Las chicas gritaban como locas mientras los demás silbaban. Los ojos de Vegeta no se despegaron ningún segundo de Bulma, la siguieron cada segundo cuando ella empezó a hablar.

—¡Hola a todos! ¡Soy Bulma Briefs y les invito a las audiciones del club de canto y baile! Las inscripciones empezaran a partir de mañana.

Todos los demás empezaron a gritar y hacer preguntas sobre las audiciones. Vegeta solo se quedaba viendo a la peliazul.

Se había perdido en sus movimientos femeninos y sensuales mientras ellos cantaban. El movimiento de su falda lo hipnotizó, lo embelesó.

Pero no podía permitirse tal deshonra, no de ella.

Sus puños se apretaron al darse cuenta de su rotundo error. Sin embargo, con el paso de unos segundos, se suavizaron al tener una idea en mente.

Ella era una estudiante, sí, pero él era el mejor. Nadie podría ganarle y él, sin importa cómo obtendría esa beca. Y no el importaría enamorarla y hacerle creer que estaba interesado en ella para hacer desvirtuar sus notas. No. No le importaba.

Porque para él, el fin justificaba los medios.

Una sonrisa sádica salió de sus labios.

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Notas de la autora: Por fin! Si, otro fic más jeje. Perdonenme, pero este fic estaba en mi cabeza tantas veces que Eliza hizo lanzarme a esta idea que en sí iba para un concurso, ahora ya no jeje.

Ajá, oh sí. Decidí poner a Lord Chayanne como uno de los cantantes de esta maravillosa canción. Recuerden cuidar el ambiente, que hombres como él ya no existen. Estaba entre poner Dynamite de BTS u otra, pero como era de otra idioma, sentí que no la entenderían y se podrían perder.

So, me gustaría saber qué les pareció jeje. No olviden dejarme un review si les gustó.

Muchos besitos y cuidense mucho.