El avión descendía lentamente sobre la ciudad, después de un largo viaje. Los seis ocupantes empezaron a desperezarse y prepararse para seguir con su vida al bajar a tierra.
Morgan se quitó los cascos y los guardó en su bolsa; Emily recogió la baraja de cartas con la que le acababa de ganar a Rossi y JJ; Reid guardó en su bolsa de mensajero su segundo libro, leído durante el vuelo y Hotch guardó también los archivos en los que estuvo trabajando. Todos preparados para bajar del avión y descansar el fin de semana.
Cuando estaban todos en la pista de aterrizaje y antes de subir a los coches, Rossi los detuvo.
-Hey chicos. Ha sido un caso largo, pero que ha terminado bien, y teniendo en cuenta que tenemos libre el fin de semana, ¿por qué no vamos a celebrarlo?
-Sí, me apunto -Emily fue la primera en aceptar. Detrás de ella lo hicieron el resto.
-Perfecto. Me han hablado de un local nuevo en Arlington, con música en directo, en el que la cantante de los Viernes está muy muy bien, en todos los sentidos. Quiero comprobarlo por mi mismo -dijo Rossi mientras guardaban sus bolsas en el maletero del SUV.
-Tú lo que quieres es ver si encuentras a la cuarta señora Rossi -rio Morgan.
-No lo niego, estoy en edad casadera -Morgan soltó una carcajada y Hotch puso los ojos en blanco.
-¿Por qué no vamos a otro sitio? Arlington está un poco lejos y…-Hotch intentó hacerlos cambiar de opinión.
-Nooo, me gustan los sitios nuevos. Y después del viaje, salir así en plan tranquilo es lo que más me apetece -dijo JJ.
-García nos estará esperando cuando lleguemos a la oficina. Se apunta al plan -informó Emily subiendo al coche.
Antes de arrancar y mientras escuchaba a sus compañeros seguir hablando, Hotch miró el móvil en busca de mensajes. No tenía ninguno. No se sorprendió. Era de esperar.
El club estaba lleno de gente cuando el equipo entró, pero encontraron un reservado en el que sentarse, justo frente al escenario. Se acomodaron en los sofás justo cuando una guapa camarera se acercó a ellos para tomarles nota. Morgan sonrió coqueto al pedir su cerveza, haciendo que las chicas rieran y Hotch y Rossi pusieran los ojos en blanco. La camarera se fue sacudiendo la cabeza, acostumbrada al coqueteo de la clientela.
-¿Y dónde está la cantante? -preguntó García impaciente mirando hacia el conocer a la nueva señora Rossi.
-Estará descansando, García. No creo que se pase toda la noche cantando sin parar -respondió Hotch.
Unos momentos después, la orquesta volvió al escenario, empezando a tocar una canción. Instantes después, apareció la cantante por el lado izquierdo. Prentiss fue la primera en verla.
-Joder…-fue incapaz de decir nada más. Sin embargo, apuntó con el dedo hacia el escenario.
-Esa no es…
-No sabía que cantara…
-¡Oye pues canta muy bien! -dijo Morgan después del shock inicial.
Erin Strauss se movía en el escenario como pez en el agua, mientras cantaba una canción de Ella Fitzgerald. El vestido plateado de tirantes que llevaba se ceñía a cada parte de su cuerpo como un guante, y el pelo recogido en un moño suelto dejaba al descubierto su largo cuello. Todo el público estalló en aplausos cuando terminó de cantar. Fijó su mirada en el equipo al comenzar otra canción.
-Creo que ya nos ha visto -dijo Reid mientras bebía su cerveza.
-Mejor, quiero preguntarle algo -Rossi no podía apartar los ojos de su jefa.
-¡No me digas que sigues con tu plan! -JJ rio.
-¡Por supuesto que si!. He descubierto que detrás de su fachada de Reina de Hielo hay una mujer con mucho por descubrir y ofrecer.
Hotch tampoco podía apartar la mirada de su jefa, pero no había dicho una palabra desde que llegaron. Se conformó con escuchar la conversación de sus compañeros y disfrutar de su whisky y la música.
Unas cuantas canciones después, la orquesta hizo otra pausa. Erin se acercó al equipo con su botella de agua en la mano.
-Buenas noches agentes -sonrió, mirándolos uno a uno.
-Buenas noches señora -respondieron prácticamente todos al mismo tiempo.
Rossi se levantó y se acercó a ella, sonriendo coqueto.
-Estás llena de sorpresas, Erin. No tenía ni idea que cantaras, y mucho menos en un local.
-Hay muchas cosas que no sabes de mi, David -desvió su mirada un instante hacia la derecha, para mirar a Hotch.
-Me encantaría descubrirlas -volvió a sonreír con coquetería-. Déjame invitarte a…una botella de agua.
-No, gracias. Estoy bien con esta. Tengo que volver -los volvió a mirar a todos.
-Mis respetos señora. Entre su puntería en el campo y su voz al cantar, me ha terminado de ganar -dijo Morgan con sinceridad.
-Muchas gracias agente Morgan. Espero que sigan disfrutando de la noche -se despidió con una sonrisa y un movimiento de cabeza.
Rossi miró como se alejaba, y un momento después, volvió a sentarse. En su mirada se veía una importante determinación.
-Me parece que tus intentos de conquista no han funcionado, gentleman -se burló JJ.
-De momento. No voy a darme por vencido tan pronto -respondió él dando un sorbo a su whisky, pensativo.
El resoplido de Hotch sonó por encima de la risa del resto del equipo. Todos se lo quedaron mirando.
-Vuelvo enseguida -se levantó y se dirigió al baño.
Se apoyó en la pared del pasillo y cerró los ojos. Sabía que era muy mala idea ir allí, y ahora tenía que soportar a Rossi queriendo conquistar a Erin. Suspiró profundamente, pero una sonrisa se escapó de sus labios cuando olió su perfume.
-He intentado evitar venir aquí, pero no hubo manera -abrió los ojos y la vio sonreír, mientras pasaba las manos por su pecho.
-No importa. Me gusta verte aquí. ¿Pero qué pasa con Rossi? -levantó una ceja, divertida.
-Mejor no preguntes…-le pasó un mechón de pelo detrás de la oreja, sonriendo también.
-Espero que no sea un duro golpe a su ego cuando se entere de la verdad, cree que puede conseguir todo lo que quiere siempre -susurró mientras se acercaba a sus labios.
-Lo superará -dijo besándola por fin.
Al separarse, vio con horror cómo Prentiss se acercaba al pasillo para entrar al baño. Los miró fijamente y entró en el baño de mujeres. Erin estaba de espaldas y no la vio, así que Aaron forzó una sonrisa para ella. Ella le susurró algo al oído y se marchó. Unos instantes después, él volvió con el resto del equipo.
El ambiente entre el equipo no había cambiado, pero Hotch no dejaba de mirar a Emily, y en alguna ocasión, cruzaron sus miradas. No sabía si su agente iba a contar lo que había visto, pero prefería hablar con ella antes si pensaba hacerlo.
-Creo que la abordaré justo cuando termine, me acercaré a ella para que no tenga posibilidad de escapar -dijo Rossi mientras miraba a Erin cantar.
-Dave, no te ofendas, pero creo que Strauss no está interesada en ti -dijo Reid.
-Mira niño, no te ofendas tú, pero aquí el experto en el arte del amor soy yo, y a lo mejor hoy no, pero tarde o temprano…
Hotch y Prentiss volvieron a mirarse, y la agente terminó desviando la mirada. Rossi era insistente, y estaba empezando a volverse pesado.
-¿Sabes qué Rossi? Creo que no eres el tipo de Strauss -dijo Prentiss despreocupadamente. Hotch contuvo la respiración.
-¿Y tú que sabes?
-No lo sé, pero no pareció muy interesada antes. Creo que deberías ir a lo seguro. En la barra hay otra rubia que no te quita la mirada.
Todos miraron hacia la barra, y vieron a una mujer rubia, de mediana edad que no dejaba de mirarlos. Levantó la copa hacia Rossi. Él lo pensó un segundo y respondió de la misma forma.
-Bueno, creo que al menos cumpliré mi objetivo de no dormir solo esta noche -y se levantó hacia la barra.
El resto lo vio hablar con la mujer, que un minuto después de que hubiera llegado, sonreía sonrojada. Hotch le dio las gracias a Emily con la mirada.
-Morgan, creo que Rossi y tú podríais hacer un concurso de cómo conquistar a una mujer -dijo JJ.
-Ganaría yo, claramente -presumió Morgan.
Las chicas rieron, mientras el agente se lanzaba a explicarles toda la técnica que utilizaba él para que una mujer cayera rendida a sus pies. Mientras tanto, Hotch escuchaba embobado como Erin cantaba una canción de Janis Joplin.
Todo el mundo se había ido ya, y el local estaba a punto de cerrar, y Hotch se paseaba nervioso por el aparcamiento. Hacía una hora que el equipo se había ido (Rossi había desaparecido con su acompañante a los quince minutos), pero él se había quedado a esperar a Erin. Todos los Viernes, si no estaba en un caso, iba a buscarla. Llevaba cantando en el club unos cinco meses, por mediación de un amigo en común que la escuchó cantar un día.
-Ha sido la noche más larga de mi vida -bromeó él cuando la vio salir.
-Y la mía. Al final Rossi se fue con alguien ¿no? -lo besó en la mejilla, y su pelo, que ahora llevaba suelto y le llegaba por los hombros, le hizo cosquillas.
-Gracias a Dios sí. Sólo espero que no quiera volver a intentarlo -respondió preocupado mientras se dirigían al coche.
-Aaron tranquilo, sé como pararle los pies ¿de acuerdo? -él asintió sonriendo-. Y ahora, llévame a casa.
Un par de horas después, Erin dormía con la cara enterrada en la almohada. La luna se reflejaba en su cuerpo desnudo, y Aaron no podía dejar de mirarla. A veces pensaba que le gustaría que todos vieran el lado de ella que sólo veía él, pero por otra parte, se sentía un privilegiado de poder conocerla sólo él.
Le apartó un poco el pelo, y pasó despacio los dedos por el pequeño tatuaje de una clave de sol que tenía en el lado derecho del cuello, justo al lado del nacimiento del pelo. Luego posó un pequeño beso ahí, y Erin gimió en voz baja, aunque no se despertó. Él sonrió. Sabía que besarla ahí la derretía y la tendría a sus pies.
Luego la tapó y se acostó a su lado. Se sentía en un sueño permanente a su lado, y esperaba seguir soñando para siempre.
Fin
