Después de haber llegado a Winterfell, Daenerys necesitaba decidir una estrategia para conseguir lo que deseaba, no solo para derrotar al Rey de la Noche sino también para proclamarse reina de los siete reinos. No quería ser una monarca como su padre y ser despiadada, ella buscaba acercarse a sus súbditos y eso incluía a todos, incluso a cierta pelirroja del norte. Missandei se encontraba con ella en su habitación intentando encontrar una respuesta a la pregunta que llevaba rondándole la cabeza desde que había llegado: ¿Qué podía hacer para conseguir la simpatía de Sansa Stark?

-Quizá un paseo contigo le haga cambiar de opinión- le dijo su amiga- intenta conocerla mejor y quizá se acerque ella a ti

Llevaban bastante tiempo discutiendo diferentes ideas y a la joven Targaryen no le había convencido ninguna. Ella sabía que Sansa destacaba por su desconfianza y no se dejaría llevar por ningún intento suyo de acercarse, se lo había dejado muy claro desde el primer día.

Suspiró. Se encontraba cansada después de tanto tiempo, necesitaba descansar y dejar de desechar las ideas que tenía Missandei, incluso ahora le empezaban a parecer aceptables algunas de las más pintorescas. Quizá esta daría resultado, pensó

Sin mediar palabra, se levantó de la cama y cogió su abrigo. Quizá era hora de hacerle una pequeña visita a la mayor de la familia Stark

Se encaminó hacia la habitación de Sansa, seguida por Missandei de cerca hasta llegar a la puerta, en la que la dejó sola. Conocía perfectamente a su señora y amiga y sabía que necesitaba estar sola con la chica

Después de llamar a la puerta, esta se abrió y de ella salió la pelirroja. Al principio, le dirigió una mirada de superioridad a la Targaryen, pero enseguida suavizó la mirada. Daenerys puso la mejor de sus sonrisas

-Espero no molestarte, pero me gustaría invitarte a pasear conmigo. Me gustaría conocer Winterfell y se me ocurrió que tú eras la adecuada para enseñármelo

Sansa se mantuvo callada unos instantes, seguramente reflexionando sus palabras e intentando verle el doble sentido. Sabía que desde que había llegado le había suscitado desconfianza y no la culpaba, probablemente si una extraña hubiera llegado a su hogar queriendo gobernarlo ella también habría sentido reticencia. Daba igual lo que pensara, ella quería intentar demostrarle que no tenía nada de lo que preocuparse

-Me encantaría- contestó por fin- Déjame prepararme y enseguida estaré contigo

Sansa volvió a cerrar la puerta y Daenerys sonrió. Había conseguido que la joven aceptara, ahora solo tenía que lograr hablar con ella de manera que simpatizara con ella, quizá la llevaría a ver a sus dragones. Solían causar una impresión bastante buena a sus aliados y bastante terrorífica a sus enemigos y, si conseguía que Drogon se portara bien con ella, quizá la podría llevar a volar.

Ensimismada en sus pensamientos como estaba, no se dio cuenta de que la puerta se había vuelto a abrir y de ella había salido Sansa con su ropa y sus pieles

-Cuando quieras, mi señora- se dirigió a ella

Saliendo de su ensoñación, le sonrió.

Comenzaron juntas a caminar y, mientras Sansa le enseñaba los sitios de Winterfell, también le hablaba de las leyendas de su tierra y de los guerreros que habían salido de ella. Daenerys escuchaba atentamente, parte de la idea de ir con ella era también conocer la historia de Winterfell.

La Targaryen se dio cuenta de que sus facciones se habían suavizado después de haber empezado a hablar del norte, también de como en su voz se escuchaba un pequeño toque de orgullo, casi imperceptible, y el brillo en los ojos que tenía. Daenerys no había mentido cuando le había dicho que era tan guapa como su tierra.

-Mi señora…-escuchó decir a la pelirroja- ¿Estás bien?

No se había dado cuenta de que había estado demasiado metida en sus pensamientos mirándola y se había perdido parte de la última explicación que le estaba dando

-Lo siento…- se disculpó- creo que estoy un poco cansada después de estos últimos días

No mentía totalmente, realmente sí tenía cansancio acumulado después de varios días quedándose hasta bien entrada la noche hablando con Missandei, pero tampoco le decía toda la verdad. Tampoco consideraba apropiado decirle que se había perdido en sus penetrantes ojos azules

-¿Te importaría acompañarme a ver a mis dragones?- le preguntó inocentemente

Parte de ella temió que la rechazara y que se fuera, pero su miedo se disipó cuando Sansa asintió. Sansa tenía verdadera curiosidad por conocer a los dragones de la Targaryen y comprobar por sí misma si las cosas que contaban sobre ellos eran verdad

Juntas se dirigieron a las afueras de la ciudad, donde se encontraban Drogon y Rhaegal descansando y preparándose para la batalla que se acercaba. A Daenerys se le encogió el corazón. Todavía no superaba la pérdida de Viserion y el saber que probablemente se iban a tener que enfrentar a él no le mejoraba el humor. Sansa debió de notarlo porque se acercó a ella y le puso una mano sobre el hombro intentando reconfortarla. La Targaryen se lo agradeció mentalmente

Al verlas cerca, Drogon y Rhaegal caminaron al encuentro de su madre y esta apoyó su mano en el rostro de ambos. La pelirroja se había alejado un poco de la escena. Daenerys sabía que era la primera vez que los veía y no quería que le causaran ningún temor.

Se acercó a ella y le cogió la mano

-No te preocupes-le tranquilizó

Drogon fue el primero en acercarse, olisqueó su mano con desconfianza pero al notar cerca el olor de la persona que lo había criado acercó la cabeza y dejó que Sansa tocara su cuerpo escamoso

-Fueron un regalo de mi boda con el Khal- le dijo Daenerys

Con esa frase, empezó a relatar la historia de cómo había llegado hasta donde estaba. Le contó cómo había muerto Khal Drogo, cómo había liberado a los esclavos de Mereen y cómo se había ganado la confianza del resto de sus seguidores. Sansa la escuchaba atentamente. No esperaba que Daenerys se abriera tanto con ella. Al principio la había considerado su enemiga; una chica que había engatusado a Jon solo para hacerse con el trono de los siete reinos. Eso a ella le daba igual, lo último que quería era que una niña consentida la gobernase, pero después de haber hablado con ella y haber visto todo lo que había logrado, se había dado cuenta de lo equivocada que estaba

-¿Quieres subir?- le preguntó

Sansa meditó un rato sobre la pregunta, dudaba de si sería buena idea confiar en la Targaryen, pero algo dentro de ella se había movido y había empezado a tener fe en ella

Drogon bajó el ala, por la que Daenerys subió y extendió la mano para que la pelirroja también pudiera subir con ella. Sansa se colocó delante de la Targaryen y ella pasó los brazos alrededor de su cintura para darle más seguridad y se agarró a una de las espinas del lomo del dragón. Dijo una palabra en valirio y Drogon alzó el vuelo.

Sansa se quedó maravillada por la vista desde las alturas. Winterfell se veía preciosa desde arriba, con las llamas de las antorchas encendidas entre la oscuridad de la noche. No se había dado cuenta del tiempo que había pasado desde que estaba con la Targaryen hasta que había visto esas antorchas encendidas. No le dio importancia y a Daenerys parecía tampoco importarle demasiado. Al rato decidieron volver, no querían preocupar demasiado a la familia de Sansa ni a los aliados de Daenerys

Después de descender y de que se bajaran de Drogon, un escalofrío recorrió la espalda de Daenerys. Sansa se dio cuenta de ello y le puso sus pieles encima. La temperatura corporal de Drogon las había estado manteniendo calientes mientras estaban en las alturas, pero al bajar el choque térmico le había provocado frío a la Targaryen

-¿Tú no tendrás frío?- le preguntó intentando devolvérsela

Sansa negó con la cabeza. Estaba acostumbrada al frío de Winterfell desde pequeña y lo sentía menos que Daenerys, que sin embargo estaba más acostumbrada al calor, cosa que ella no soportaba bien

-Soy del Norte. No debes preocuparte por mí-le sonrió

Daenerys pensó que era la primera sonrisa sincera que le había mostrado. Se colocó mejor las pieles que le había dado Sansa, haciendo que su olor le llenara las fosas nasales.

-Igual deberíamos pasar la noche aquí con tus dragones- dijo Sansa- está demasiado oscuro para volver y los animales salvajes nos pueden atacar

La Targaryen asintió. Probablemente, fuera la idea más acertada

-Tú conoces tu tierra mejor que yo- mostró su aceptación con esa frase

Seguidas de cerca por Drogon y Rhaegal entraron en una cueva en la que estos descansaban. A pesar de estar alejados de su madre, se encontraban bien a las afueras. Daenerys pensó que la mejor idea era no acercarlos a la ciudad por miedo a la impresión que podían dar a los habitantes de Winterfell

Hicieron una cama improvisada en el suelo con los abrigos que llevaban y Drogon se acurrucó al lado de ellas para darles calor por la noche. Las cadenas de Sansa tintinearon al contacto con el suelo

-Quizá, deberías quitártelo-dijo Daenerys refiriéndose a su ropa- estarías más cómoda

A Daenerys siempre le había parecido sorprendente cómo Sansa podía estar constantemente con la ropa de cuero y las cadenas y no sentirse incómoda con ella. Ella solía estar acostumbrada a ropa más holgada y, sobre todo, para pasar la noche sería más cómodo para ella. Tampoco era que se quejara de la ropa de Sansa, creía que le favorecía bastante resaltando sus curvas

¿Te importaría ayudarme?- le pidió a Daenerys- normalmente un par de sirvientes me ayudan a quitármelo

La Targaryen asintió y se acercó más a ella. Le retiró el pelo con la mano y empezó a desabrocharle la coraza de cuero. Al hacerlo, parte de su espalda quedó expuesta y Daenerys pudo ver un par de cicatrices en ella. No pudo evitar el impulso y las tocó. Sintió a Sansa tensarse bajo el contacto y empezar a temblar

-Siento si ha sido inapropiado- se disculpó la Targaryen

Daenerys no sabía de dónde había salido el impulso de tocarla, pero, después de haber sentido su suave piel en la punta de los dedos, sabía que necesitaba hacerlo otra vez.

-No tienes por qué disculparte. No ha sido inapropiado, simplemente…-suspiró, le costaba hacer que las palabras salieran de su boca- no estoy acostumbrada al contacto físico

Al notar que no estaba molesta por su acto se acercó y besó su piel expuesta. Daenerys no era tonta, sabía que esas cicatrices no venían de haber estado jugando en el bosque, alguien se las había provocado y eso la llenaba de ira. Juró mentalmente que cuando lo descubriera le haría pagar por lo que había hecho

Sansa debió de notar el enfado que emanaba de la mayor porque habló contestando a la pregunta que le rondaba la cabeza

-No tienes que preocuparte por eso. Ya está muerto

Esas palabras la tranquilizaron. Daenerys apoyó la cabeza sobre su hombro y Sansa se giró para estar cara a cara junto a ella. Incluso a esa distancia, la diferencia de altura era notable, pero por una vez a Daenerys no le importó. Sus ojos azules se clavaron en los verdes de Daenerys. Podía notar su respiración golpeándole las mejillas y un deseo irrefrenable se apoderó de ella. Acortó completamente la distancia que las separaba, uniendo sus labios con los suyos. Cuando se juntaron, no pudo evitar pensar en que estaba haciendo algo malo, pero que no se sentía para nada como tal

Por su parte, Sansa no se esperaba el beso. Al principio se sorprendió y un montón de sentimientos encontrados se agolparon en su cabeza. Pronto entendió lo que pasaba, en ningún momento había odiado a la chica Targaryen, la había amado desde el primer momento que la vio y lo que verdaderamente odiaba era que hubiera elegido a Jon antes que a ella. La atrajo hacia sí poniendo una mano en su nuca y profundizó el beso.

Sintió las manos de Daenerys metiéndose por su vestido. Sabía lo que buscaba y ella también lo quería, así que la dejó hacer. Deseó que esa noche nunca acabara

Al día siguiente se levantó entre los brazos de la Targaryen, ambas desnudas. Se ruborizó al recordar todo lo que había pasado la noche anterior. Le dio un suave beso en los labios, haciendo que se despertara. Por mucho que odiara romper el momento, tenían que volver a Winterfell

Se vistieron en silencio y salieron de la cueva. Ambas con muchas preguntas rondándoles en la cabeza. Por el camino intercambiaron una conversación banal, mientras intercalaban muestras de afecto, hasta que llegaron a las puertas de Winterfell. Las dos chicas sabían lo que significaba atravesar esas puertas. Significaba mantener las formas para el resto, aunque por dentro ardieran en deseos de estar juntas. Se despidieron y cada una tomó rumbo a sus respectivas habitaciones

De eso habían pasado varios meses, pensó Sansa al haber vuelto a pasar por esa cueva en la que había pasado la que probablemente había sido la mejor noche de su vida. Ahora todo había cambiado: Su hermano ahora gobernaba los seis reinos, mientras que Winterfell le pertenecía y Jon y Arya estaban por el mundo, viviendo sus aventuras… y Daenerys ya no estaba. Sabía que la decisión que había tomado Jon había sido la correcta, pero no podía evitar pensar en cómo habría sido su vida si Daenerys siguiera allí. Constantemente se preguntaba si habría sido más feliz de haber sido así. Haber podido vivir una vida con ella aunque fuera alejada de su tierra.

Suspiró. Era estúpido pensar en lo que habría podido ser si ya no se podía hacer nada por ello. Ahora tenía que continuar su vida. Se secó las lágrimas que recorrían silenciosamente su mejilla y volvió a su castillo con los pensamientos perdidos en aquellos ojos verdes que la habían mirado con tanto cariño