Day 1 - Modern AU / Mouths and Fingers

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De todas las cosas que pudo pasarle, Megumi jamás se imaginó despertar en su habitación y encontrarse junto a él enredados en las sabanas de la cama, completamente desnudos.

¿Qué carajos pasó?

La sangre subió hasta la coronilla pintando de rojo su nivea piel, sus ojos buscando algún punto de la habitación en busca de una respuesta a su cuestión.

Sintió sus fuertes brazos en su cintura provocando que entrara en pánico. Resolviéndose entre ellos en un intento de salir de ahí.

— Es temprano aún — casi muere del susto al escuchar su profunda voz en su oído — déjame dormir.

Y seguido de ello, se aferró más a él abrazado con más fuerza su cintura mientras su rostro reposaba sobre el hueco de su cuello y hombro.

— S-sukuna...

Sin embargo el mencionado no escuchó su llamado, debido a que no más se acomodó sobre él volvió a quedar profundamente dormido.

Desvió sus ojos hacia la ventana de su habitación, suspiró aliviado cuando reconoció sus cortinas celestes, una afirmación que definitivamente estaba en su habitación. Afuera aún podía verse el cielo nublado por el reflejo de las cortinas, supuso que aún no era ni las siete de la mañana.

Sukuna suspiró fuertemente sobre su cuello provocando un cosquilleo desde las puntas de su cabello hasta las puntas de sus pies. ¿Qué diablos pasó anoche? ¿Por qué el chico del que está profundamente enamorado está desnudo en su cama?. Comenzó a sentir una fuerte punzada sobre su cien al intentar resolver sus dudas.

Sus ojos comenzaron a pesarle, molesto con su propio cuerpo al querer dormir en medio de una crisis. Y sin poder evitarlo, volvió a quedarse dormido.

~•~

Cuando volvió a abrir los ojos, Sukuna ya no estaba a su lado.

Suspiró desilusionado, fue un sueño.

Reconocer que había sido un sueño le provocó un dolor en su pecho. Sabía que alguien como él jamás se interesaría en él; un muchacho de veinte años sumergido en la universidad. Sukuna era un par de años mayor que él, estaba por cerrar su carrera, tiene sentido que no se interesara en alguien como él.

Dirigió su mano hasta la mesa de noche en donde se encontraba su celular, encendiendolo para ver la hora, y de paso, el día.

Domingo 9:47 a.m.

Con pesar se levantó de su cama, viendo como incluso estaba con su pijama puesta, deilusionandolo aún más. Se puso sus pantuflas grises dirigiéndose al baño para asearse y luego desayunar.

Al llegar al final de las escaleras sintió un delicioso olor a hot cakes. Confundido se dirigió a la cocina de donde provenía el olor, pensaba que seguramente se trabata de su papá que se había levantado de buen humor para hacer el desayuno...

¡Momento!

Su padre se fue ayer de viaje temprano por la mañana y volvería hoy en la noche.

Temeroso se acercó hasta la cocina con la esperanza de que se tratara de él. Que cruel es el mundo con él, efectivamente, era Toji.

— Despertaste.

Megumi sintió su corazón contraerse, aún así caminó cabizbajo hasta sentarse frente a la mesa.

— Creí que no volverías hasta en la noche. — Toji se dio cuenta del tono apagado con el que lo recibió.

— Primero que nada, buenos días a ti también. — contestó con molestia — segundo, me cancelaron a último momento, así que volví en eso de las dos de la mañana.

El ojiazul sonrió amablemente, en parte le agradaba que su papá descansara los fines de semana, solía ser los únicos días en donde ambos estaban libres para estar juntos. Megumi quiere mucho a su padre, a pesar de su trabajo, Toji intenta de pasar tiempo con su hijo, desde que su esposa murió, Megumi es lo único que le queda, y perderlo a él también lo destruiría.

Puso una taza de café frente a él mientras terminaba de cocinar los hot cakes.

— Estuvo un muchacho aquí.

Megumi escupió el café ahogándose con el mismo. Toji volteó a verlo preocupado acercándose a él para darle unas palmadas en la espalda en un intento de ayudarle.

— ¿Qué dijiste? — la voz del menor se escuchaba quebradiza al toser tanto. Toji alzó una ceja confundido.

— Me encontré con un muchacho salir de tu habitación cuando me levanté hace unas horas. — explicó el mayor — Diría que actuaba nervioso cuando me vio. Se disculpó diciendo que no hizo nada malo, solo durmieron y después se fue.

Megumi aún atónito limpiaba el desastre de la mesa que hizo. — ¿Cómo era él?

— Robusto, cabello rosa pálido, alto...

Sukuna

— Me dijo que te esperaría en el parque a las diez. — Toji masajea la espalda del menor para calmar sus pulmones. — Hijo... sé que eres lo suficientemente grande para decidir lo que quieres pero-

— Por favor, la charla no. — interrumpió antes de que fuera tarde. Se levantó de golpe al ver que faltaba menos de cinco minutos antes de que fuera la dicha hora en que Sukuna lo había citado.

— Sólo intento decir que es importante la protección.

— Lo dice el que me tuvo a los 17.

Silencio

— Si que tienes agallas — sonrió con soberbia ante el muchacho - No hay dudas de que eres mi hijo.

Megumi lo miro ofendido, solían jugar de ese modo, pero habían veces en las que Toji se pasaba y terminaba contando más de algún pensamiento pasajero.

No le tomó más importancia, salió de la cocina para correr a su habitación a cambiarse, no sin antes disculparse con su Padre.

~•~

Sukuna veía atentamente sus zapatos como si fuera lo más interesante del mundo. Sentado en una de las bancas del parque, esperaba pacientemente al chico de sus sueños.

Dirigió su mirada al reloj en su muñeca; 10:12 a.m. No quería pensarlo, pero una decepción se hizo presente al pensar que él no llegaría.

Se levantó de su asiento comenzando a caminar en dirección a su casa, pasaría el resto del día encerrado en su habitación torturando su corazón con los recuerdos de la noche anterior que estuvo con el azabache.

— ¡Sukuna!

Sintió su corazón detenerse al escuchar su voz, volteó a sus espaldas de inmediato encontrándose con esos ojos azules.

— Lo siento, mi padre no me dijo que debía verte aquí hasta último momento. — se disculpó el muchacho mientras reposaba sus manos sobre sus rodillas recuperando el aliento al haber corrido.

El mayor no dijo nada, en cambio soltó una encantadora risa que provocó un tsunami de emociones en Megumi. Atreviéndose a más, Sukuna tomó las manos de Megumi entre las suyas, el sonrojo en él era digno de un retrato, si sus emociones estaban revueltas en un tsunami, ahora estaban peor con el huracán que se formó.

— Lamento dejarte solo hoy — comenzó a explicar — es solo que escuché a tu padre llegar en la madrugada, y extrañamente me sentí intimidado.

Megumi sonrió al imaginar a Sukuna nervioso frente a su padre. La mayoría de la gente le teme, dicen que se ve enojado con solo verlo, lo que le causa gracia ya que cuando intenta socializar, todos le huyen, incluso esos perritos callejeros dejando a Toji decepcionado.

— ¿Podrías...? — intentó preguntar con firmeza, pero esas manos sosteniendo las suyas le distraía — ¿Podrías decirme que pasó anoche?

Sukuna suspiró, pasando saliva por su garganta para poder explicar el suceso.

— Anoche nos encontramos en la fiesta que hizo la facultad de Ingeniería. Y digamos que no eres de los que saben beber...

~

" Megumi estaba totalmente arrepentido de haber tomado esas copas que Nobara le dio. Sabía que traía algo de alcohol, pero no quería hacerla sentir mal rechazando las bebidas que "amablemente" trajo para él.

— Tómatelo, o voy a obligarte a cargar todas mis bolsas que obtenga cada vez que vaya de compras, incluyendo ser mi chófer.

El azabache giró los ojos con fastidio, la semana tiene siete días. Nobara va de compras de 5 a 6 veces a la semana.

El tiempo pasaba, y la fiesta seguía en su punto en donde ya todo mundo estaba borracho. Incluyéndolo...

— Kugisaki, vas a pagarmelas... — mencionó mientras se agarraba de la pared al sentir como todo le daba vueltas, su intención es llegar al baño, pero parecía que estaba dentro se una bola de hámster.

En su camino vio a distintos tipos de personas, desde los inconscientes en el suelo, hasta los que se devoraban a besos.

Intentando agarrarse de algo para poder caminar, no se dio cuenta de los palos de billar que están en el suelo, por lo que al pisarlos, resbaló cayendo violentamente sobre su espalda.

Tardó en darse cuenta que había caído, por lo que aturdido intentó levantarse, volviendo a caer esta vez de rodillas al resbalarse de nuevo.

— Ey, ¿Te lastimaste? — escucho una profunda voz preocupada, la reconocería en cualquier lado.

— Estoy bien. — alcanzó a decir momentos después de sentir como le ayudaba a levantarse.

— No te ves bien, déjame llevarte a casa. — Sukuna lo tomo de la cintura para llevarlo a su auto. — ¿Te molestaría decirme en dónde es?

Megumi no muy a su pesar, asintió dejándose guiar por el muchacho hasta su auto, en donde le indicó en dónde vivía. No sin antes encontrarse con Nobara quien había aprobado el momento sabiendo lo que el azabache sentía por el pelirosa que lo sostenía.

— ¿Puedes llegar solo hasta tu habitación? — preguntó el mayor al llegar a la puerta de la casa de Megumi. Sin embargo, al no recibir respuesta, tomó la decisión de entrar a su hogar disculpándose en el momento por ingresar.

Finalmente llegando a la habitación del azabache, Sukuna intentó quitarle la ropa en un intento de ponerle su pijama para que pudiera dormir más cómodo. Sin embargo las manos del chico lo detuvieron, llevando las mismas hacia su rostro.

— Sukuna... — susurró Megumi con dulzura, aferrándose a las manos sobre sus mejillas. — Te quiero.

El mencionado quedó pasmado al escucharlo. Debía ser el alcohol en su sangre lo que le hacía decir... esas cosas.

Lo conoció desde el primer día en que Megumi entró a su primera clase, se había topado con él cuando pasaba por la biblioteca. Llamenlo cursi, pero desde que lo vio, no pudo dejar de pensar en él. Sonrojandose cada vez que lo veía pasar, así por un buen tiempo hasta que hablaron por primera vez.

Fue un día en que ambos fueron por casualidad a la biblioteca, sentándose en la misma mesa. Conversando a voz baja de cualquier cosa hasta quedar volver a verse. Enamorándose poco a poco el uno del otro.

— Dices tonterías, Megumi.

— Lo digo en serio. Te quiero.

Y no fue hasta que Megumi se lanzó a sus labios atrapando su cuello con sus brazos que se dio cuenta de lo que realmente estaba sucediendo.

Qué

Carajos.

Se estaban besando, ¡Se están besando, joder!

Megumi no era consciente de lo que hacía, pero sabía que sus palabras eran verdaderas. Estaba por separarse de Sukuna al sentir que no era correspondido, sin embargo lo tomó por sorpresa cuando le devolvió el beso fugazmente haciéndolo caer sobre el colchón de su cama.

Dios, ¿Esto realmente está pasando?

Sus labios entrelazados besando fugazmente los ajenos de tal forma que robaba el aliento de ambos. Megumi sentía con cada beso calor, por lo que empezó a desvestirse y de paso a Sukuna que aún lo besaba con fervor quedando completamente desnudos.

Lo único que quería era estar junto a él, lo quiere a él y solo él.

Sukuna pasó sus labios a su cuello, escuchando sus suspiros, era tan relajante... que podría quedarse dormido.

Cuando Sukuna se dio cuenta, Megumi roncaba bajo suyo.

Cielos...

Solo pudo suspirar antes de acomodarse junto a él para dormir. Al día siguiente le explicaría todo.

Despertó en la madrugada al escuchar alguien entrar, se asustó por un momento al creer que se trataba de un extraño. Pero se tranquilizó al escuchar que se trataba del padre del muchacho al escucharlo decir su nombre. Algo tranquilo pero a la vez de nervios, temiendo que llegara a abrir la puerta encontrándolos de tal forma.

No era la mejor manera de conocerse, definitivamente no. La segunda vez que despertó, fue cuando Megumi despertó poco antes del amanecer alterado al verse en la posición en la que se encontraban. Tranquilizando al chico, volvieron a dormir hasta que el sol salió con todo su resplandor.

Fue cuando despertó por completo.

Se sintió culpable ver el cuerpo descubierto de Megumi, por lo que decidió colocarle su pijama aprovechando que el chico estaba completamente dormido. Quería prepararle el desayuno, sin embargo recordó que su padre estaba presente, y no quería dar un malentendido, por lo que apresuró a vestirse y poder retirarse de su hogar.

Encontrándose a la salida a nada más ni nada menos que a Toji Fushiguro sobre el umbral de la puerta del living.

— ¡No le hice nada malo! — fue lo primero que dijo al sentir esa intimidante mirada. — Solo dormimos, es todo.

Toji alzó una ceja sonriendo con diversión ver al nervioso hombre frente a él.

— No mencioné nada.

Sukuna suspiró.

— Lo siento, yo... — por alguna razón, sus palabras se enredaban en su boca — ¿Podría decirle a Megumi que me encuentre en el parque a las diez? "

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Megumi llevó avergonzado sus manos a su rostro. De todas las formas que pudo confesarse y presentarle a su padre... tenía que ser ebrio después de una fiesta. — ¡Lo lamento, qué vergüenza!

Sukuna rió al ver adorable a Megumi de esa forma. Volvió tomar sus manos despejando ese bello rostro, entrelazó sus dedos mientras se acercaba a él inclinándose un poco para unir sus frentes. La diferencia de altura no era mucha.

Megumi sentía que le daría algo el estar sonrojandose tantas veces en menos de un día. — Aún así... lo que dije es cierto. — tomando valor, continuó. — Te quiero, Sukuna.

Como respuesta, Sukuna se lanzó a sus labios tomándolo de la cintura. Eso tomó por sorpresa a Megumi, sin embargo, sonrió y correspondió al beso gustosamente. Es amor correspondido.

Y por primera vez en su vida... Sukuna pudo sentir su corazón latiendo de felicidad tener al chico de sus sueños entre sus brazos besandolo siendo correspondido.

Y Megumi, deshizo todos esos pensamientos negativos al seguir besando aquel que pensó que jamás correspondería sus sentimientos.