Ron,
Te extraño. ¿Ya te he dicho que Hogwarts no es lo mismo sin ti?
Es verdad que las clases ahora son mucho más interesantes. Creo que tendrías que estar aquí para tomar conciencia completamente de todo lo que ha cambiado para la historia del mundo mágico, sin contar que aún hay mucho por hacer y aprender... últimamente me encuentro tan ocupada que a veces olvido ir al gran salón a cenar. ¿Te he agradecido por todas las veces que me has obligado a relajarme? Y, sobre todo, gracias por todas las veces que me has recordado hacer todas las comidas diarias. En fin, el motivo de mi carta es otro.
Se me ocurrió una brillante idea, espero que te parezca brillante a ti también. Como ya sabes, volveré a casa durante el periodo de Pascuas. Mis padres están en Francia y pienso decirles que no llegaré allí hasta el domingo para que puedan extender un poco más su viaje.
Pensé en que podrías esperarme en casa el viernes luego de clases y tener esos días sólo para nosotros. A ellos les diré que llego el domingo ¿Qué dices? Me siento mal si lo pienso demasiado, pero creo que después de todo, nos merecemos algo de tiempo a solas. Dime si te parece bien... Oh Ron, por favor no me juzgues, es que realmente no hemos tenido una sola oportunidad de estar completamente tranquilos y quisiera que pudiéramos tener la posibilidad de hablar libremente. Honestamente, creo que lo merecemos. Hay tanto que quiero decirte.
Con amor,
Hermione.
PD: Espero verte pronto y que no pienses que soy una persona horrible.
Ron leyó la carta incrédulo. ¿Hermione? ¿Mi Hermione? Pensó con una sonrisa enorme. Le llevó un rato calmar sus pensamientos mientras leía y releía la carta: En primer lugar, no podía creer estar recibiendo una propuesta de esa magnitud por parte de ella, tal vez después de tantos años, la influencia de los gemelos había tocado alguna fibra interior en su novia. En segundo lugar: ¿dos días de absoluta privacidad? tenía que estar soñando. ¿soñando? A quien quería engañar, ni siquiera en sus mejores sueños había sucedido tanto. los músculos de su cara habían empezado a doler, por estar sosteniendo una sonrisa involuntaria durante tanto tiempo. Tuvo que restregarse la mandíbula con una mano mientras se acercaba a su escritorio.
Ella había tocado un buen punto. Luego de la batalla de Hogwarts, no habían tenido mucho tiempo para estar a solas. El entierro de Fred, el viaje a Australia para encontrar a los Grangers y la tediosa tarea volver a la normalidad después de una guerra, con todos los acontecimientos estresantes que eso conlleva, habían hecho que gran parte del romance quede en segundo plano. Por supuesto que Ron le había pedido ser su novia y que estaban abiertamente juntos, pero todo se había limitado a pasar el mayor tiempo posible con sus familias.
Tomó su pluma y contestó la carta rápidamente, asegurándose de hacerle saber que no la consideraba una persona horrible y que estaba completamente de acuerdo con ella, después de todo, salvar el mundo mágico no había sido fácil, ¿no? Claro que lo merecían, le dejó saber también lo impresionado que estaba con esa nueva faceta y que no le molestaría verla surgir más seguido, pero que de todas maneras la amaría, aunque volviera a ser la misma Hermione de siempre.
Ron pensó en lo mucho que disfrutaba pasar tiempo en la casa de Hermione. Recordó que la presentación oficial con los Grangers, (un par de meses antes de que Hermione volviera a Hogwarts), había salido muy bien y para sorpresa de ambos, Ron adoraba visitar su casa, disfrutaba junto a ella los privilegios de ser hija única. Por ejemplo, en la siempre abarrotada Madriguera, nunca había experimentado la paz de una tarde en silencio y lo mejor, podía pasar tiempo besando a Hermione en su habitación sin preocuparse por sus hermanos apareciendo en la puerta, o peor aún, la señora Weasley. Si bien solo hacían eso, besarse, tener la privacidad para hacerlo, sin espectadores al rededor, era algo que no sucedía seguido en casa de los Weasley.
Recordó todas las veces en las que, entre besos, había dejado a sus manos pasear por las piernas de Hermione, o en las que, al acariciar su cuello, había bajado sus manos un poco de más de lo debido por su pecho o en las que Hermione había profundizado sus besos hasta el punto de hacerlos soltar leves gemidos... pero siempre se han tenido que detener con culpa al recordar que sus padres se encontraban horneando la cena en la cocina o en el living mirando alguna película.
Tuvo que sacudir su cabeza para alejar esos pensamientos mientras veía a su lechuza alejarse con el mensaje atado a su pequeña pata. No podía esperar.
Ese viernes, apareció en casa de Hermione, le pareció que lo más conveniente sería aparecer en la entrada, si bien ella le aseguró que sus padres no estarían allí, no quiso correr ningún riesgo. Luego de echar un vistazo alrededor, subió lentamente las escaleras y se encontró con la puerta de la habitación de Hermione, la cual empujó para entrar. Inhaló aire profundamente e intentó relajar sus hombros.
Apoyó sobre el escritorio una caja de chocolates que había comprado y se sentó en el borde de la cama. Volvió a inhalar, esta vez algo nervioso. Pensó que tenía que ser algo normal, nunca había estado propiamente a solas con Hermione, no de esta manera... de todas formas, no significaba que iba a pasar algo, ¿o sí? No estaba seguro, tal vez le tendría que haber preguntado. No es que él no quisiera, pero tampoco sabía si ella quería...
Se sobresaltó al escuchar un chasquido. Hermione acababa de aparecer con una enorme maleta (probablemente llena de libros) y para su sorpresa, seguía vistiendo su falda y camisa blanca de Hogwarts.
Ron se levantó rápidamente al mismo tiempo que Hermione cruzaba la habitación corriendo para echarse a sus brazos apretándolo fuertemente. A Ron le pareció escuchar un sollozo mezclado con risa. Él separó su rostro y besó su mejilla tan profundamente que se perdieron por unos momentos en la intensidad.
-Te extrañé. - dijo él cuando despegó sus labios mientras ella aún tenía los ojos cerrados, perdida en el momento.
Ron besó sus labios y se alivió al sentir que ella le correspondía con entusiasmo, apretando sus brazos sobre su cuello. Ahora fue él quien se perdió en el momento, podía sentir su perfume y eso era suficiente para perder el hilo de sus pensamientos. Sólo volvió a la realidad cuando escuchó la voz de Hermione.
-Yo también te extrañé. - susurró esta vez escondiendo su cabeza en el pecho de Ron.
Ambos suspiraron tan fuerte que terminaron riendo.
-No puedo creer que le hayas mentido a tus padres- dijo Ron en todo burlón mientras se separaban.
-No es justo que me lo recuerdes. - Se quejó ella tapándose los odios con las manos, pero con una enorme sonrisa en la cara.
Estaban algo nerviosos, después de unos meses sin verse, todo se sentía aún más surreal. Eran los mismos nervios que sentían de adolescentes cuando volvían a encontrarse por primera vez en la Madriguera luego de pasar parte del verano separados. Por ese motivo, el cosquilleo que recorría sus cuerpos se les hacía de lo más agradable.
Muero por saber si estarás rompiendo reglas en Hogwarts...
Sabes que si eso pasara, nunca te daría la satisfacción de admitirlo, Ron. - interrumpió ella acomodándose la camisa, que se había alborotado luego del intenso abrazo de bienvenida.
Me parece tan extraño pensarte allí sin mí- siguió mientras la ayudaba a guardar su maleta.
Sabes que para mí también es extraño no tenerlos allí, Hogwarts no es lo mismo sin...
Ron la interrumpió volviendo a tomarla entre sus brazos, no había podido evitarlo. Ambos cerraron los ojos y los labios de él volvieron a hundirse en su mejilla. Deseaba poder transmitirle cuanto la quería, cuanto la había extrañado. Luego de un rato, entre suspiros y murmuros casi incomprensibles, Ron comenzó a bajar sus besos juguetonamente hasta llegar a su cuello. Probablemente la zona más sensible de Hermione que Ron había explorado hasta el momento, podía pasar horas allí, pero se convertía en tarea difícil porque ella no podía evitar gritar y reírse descontroladamente cada vez que él lo hacía. El primer instinto de Hermione siempre era inclinar su cabeza, pegando su propio mentón a su cuello, dificultando el alcance de los besos de Ron, seguramente por la sensación tan intensa. Esto no impedía que él siguiera explorando la zona, hasta que finalmente ella se relajaba echando su cabeza hacia atrás, permitiéndole el acceso a cada rincón, cada vena, cada músculo. Definitivamente Ron sentía que podía pasar horas allí...
De forma repentina Hermione se dio cuenta de algo, ¿cómo es que nunca lo intenté? se preguntó, estoy segura de que hacerlo debe ser fantástico.
Quiero intentarlo yo también- dijo ella de forma curiosa cuando Ron se había despegado para tomar aire, luego de un largo rato.
¿Intentar qué? - dijo él.
Pero Hermione ya había comenzado a acercarse delicadamente hacia su cuello, acariciándolo con sus dedos primero. ¨Merlín¨ oyó decir a Ron antes de sentir su cuerpo tensarse repentinamente al verla acercarse aún más para reemplazar sus dedos por sus labios. Dejó unos tímidos besos hasta que pudo sentir como él tragaba saliva algo nervioso y extrañamente eso la motivó aún más: abrió sus labios dejando salir su lengua, saboreando la piel. Lo escuchó soltar un gruñido que podría interpretarse tanto de queja como de placer ¿Él siempre la besaba de esa forma no? No tenía por qué estar mal, pensó ella tranquilizándose.
Si bien se sentía algo extraña haciéndolo, sin dudas el efecto que producía en Ron era fuerte. Él había levantado las manos hasta su cabello presionando suavemente, casi como pidiéndole apretar más la boca contra su cuello. Ambos sintieron la adrenalina que generaba la presión y gimieron al unisonó. Eso era nuevo, Hermione podía sentir como el estímulo de su lengua contra la piel hacía que sus caderas busquen instintivamente las de Ron.
De repente comenzó a sentir el pulso de él bajo su lengua. Wow. ¿Esto es lo que él siente cuando besa mi cuello? Pensó apoyando sus labios sobre la vena de Ron que no paraba de latir, al mismo tiempo que apretaba sus caderas tan fuerte que una pequeña ola de placer repentina la inundó, cortando sus pensamientos y haciéndola echar su propio cuello hacia atrás al mismo tiempo que soltaba un pequeño gemido.
Necesitó unos segundos para entender lo que le estaba pasando, pero se separó lentamente al sentir que la respiración de Ron se estaba volviendo muy pesada. Él miró al rededor algo confundido por la repentina distancia, pero al mismo tiempo se veía extasiado.
Gracias- murmuró él pero inmediatamente se sintió estúpido por decirlo en voz alta.
Volvió a mirar alrededor buscando algo que decir mientras ambos intentaban calmar su respiración.
Esto es para ti- dijo moviéndose torpemente por la habitación, ofreciéndole la caja de chocolates.
Ella lo tomó con una enorme sonrisa, miró la caja entre sus manos, estaba temblando levemente, pero podía leer perfectamente las letras de la caja... él había hecho un buen trabajo eligiéndolos, los chocolates parecían estar rellenos de un whisky muy exquisito.
Me encanta Ron, gracias.
De nada- respondió él, orgulloso de sí mismo, sentándose de nuevo en el borde de la cama. no podía dejar de pensar en lo mucho que había extrañado mirarla. -Eres hermosa- suspiró.
Ambos inhalaron intensamente. necesitaban recuperar el aliento y el hecho de que Hermione estuviera vistiendo el uniforme le producía muchos sentimientos encontrados en Ron. Ella pareció notarlo.
Olvidé cambiarme el uniforme- mencionó caminando tímida hacia él.
Lo noté- rio Ron nervioso, mientas ella de pie, se hacía lugar entre sus piernas, incitándolo a separarlas para que ella pueda quedar en medio de ellas. Apoyó sus manos en el hombro de Ron y lo sintió tensionarse, al mismo tiempo que a él le pareció escucharla tragar saliva.
La actitud de ella había cambiado completamente, casi como si hubiera tomado una decisión de último minuto. Ron apoyó las manos en su cintura. Se sonrieron.
-Me gusta. - mencionó él antes de que ella se inclinara a besarlo. Sintió en sus mejillas el aire de la respiración agitada de Hermione.
Ni en sus más profundas fantasías se hubiese imaginado tener de esa manera a Hermione mientras vestía el uniforme.
No iba a negar que sí se había imaginado como sería besarla en el baño de prefectos mientras aún estudiaban juntos, un par de veces se había imaginado como sería meter la mano entre los botones de su escote mientras ella se inclinaba sobre sus libros y en ciertas ocasiones se había sorprendido al intentar, en vano, mirar por debajo de su falda mientras subían las escaleras. Pero esta vez esta vez ya no estaban en el colegio, y ella estaba ahí, casi como si supiera que ese pequeño gesto de no cambiarse la ropa, significaría el mundo para él y para sus alocadas hormonas.
Ron apretó sus manos sobre su cintura haciéndola acercarse aún más a él mientras profundizaba el beso.
