I. Luna creciente
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La ventisca azotando los pinos escarchados por la nieve blanca. El sonido del aire en un intento de cortar todo a su paso. La visibilidad era nula en su totalidad en estos tipos de eventos provocando la desaparición de varios incautos que pensaban poder huir de una tormenta en Alaska.
El cielo no se iluminó durante unos días mientras la tormenta devoró todo a su paso. La penumbra tragándose cualquier rastro y pista a los sonidos bestiales que de escucharon como eco en las montañas.
El cuarto día el sol resplandeció como una tenue lampara en el cielo. El calor jamás era sentido, la estrella en el cielo ayudaba más que nada a iluminar y detallar la blanca nieve a sus pies.
Tenten Natto caminó sintiendo como sus pies se hundían en los cuarenta centímetros de nieve. La presión que ejercía la nieve para absorber sus botas especiales siempre era un martirio. Alcanzó la puerta de madera y la abrió perturbando a la gente que estaba adentro. Ya que permitía que el frío entrara. Ingresó lo más rápido que pudo, se colocó el mandil que estaba tras el mostrador y sonrió mirando a la gente a su alrededor. Fue recibiendo las ordenes de sopa caliente que salían de la cocina y la llevaba hasta los clientes con sus grandes abrigos.
Siempre que una tormenta de nieve acontecía en el pueblo, el primer día libres del encierro involuntario en sus hogares acudían a la única cafetería del pequeño pueblo. Un local de madera solida suficiente grande para albergar a 50 almas. Se quitó los guantes de piel y frotó sus manos entre ellas. Solían necesitarla esos días para trabajar en la cafetería, cuando el auge de gente era demasiada. De forma normal los mismos hombres con ganas de alcohol se presentaban por la tarde noche. Ino podía atenderlos con facilidad y sacar una jugosa propina. Sopló sus palmas y tomó las tazas de café para llevarlas hasta las mesas. Negro y cargado.
La puerta se abrió permitiendo el acceso de mas gente al lugar. Sus ojos recorrieron la sala y visualizó las mesas del fondo a las cuales Ino evitaba ir. Le gustaba mas atender las mesas cercanas y la barra. Se acercó con pañuelo en mano para limpiar las mesas.
―Disculpe
Levantó el salero y el servilletero para limpiar adecuadamente la mesa. Levantó los ojos para ver al cliente y contuvo la respiración.
―Pero que mal te vez ¿sucedió algo? ― Tenten dejó salir sin pensarlo.
El mencionado contuvo su mirada y desvió la mirada. Tenten evaluó el rostro con detenimiento y siendo lo suficiente inoportuna para incomodarlo.
Neji Hyūga tenía un rostro que no podía dejarse pasar en el pueblo. Tenue, suave y tan perfecto como el marfil. Jugaba en contraste con la blanca nieve que siempre los rodeaba. Siempre tan pulcro, tan atractivo y tan repelente. Tan repelente que gritaba implícitamente: aléjate. En alguna ocasión la misma Ino se habia atrevido a acercarse a él para atenderlo y coquetearle. Luego de un par de palabras despreciables, Ino jamas volvió a atenderle, ignoraba su propia presencia. Tenten tenía que ir una y otra vez para pedir su orden y su actitud cordial y amigable confundía a su amiga rubia.
Neji jamás había sido mezquino con la castaña o posiblemente si, pero Tenten lo ignoraba por completo. Aunque ahora Tenten solo estaba trabajando.
Sin embargo, justo ahora tenía unas ojeras enormes bajo los ojos, un moretón en el ojo derecho y la mandíbula parecía descolocada. Su mirada estaba rendida, con un deje de desquicio en ella.
―Bien, lo siento ― Se disculpo apartando su mirada invasiva. ― ¿...que vas a tomar?
―Vodka.
Tenten levantó la mano instintivamente y se detuvo dando la vuelta. Mordió su labio inferior intentando contenerse o saber que estaba haciendo. Verlo de esa forma, tan golpeado y mal, tan vulnerable, despertó en si un instinto de protección absoluta. Quería tocar esa piel que siempre estaba tenue, regresarla a lo que era.
Regresó a la barra tomando la bebida y sirviendo.
―No sé cómo puedes soportar ese vulgar comportamiento. ―Ino limpiaba un vaso.
La rubia le guiño el ojo a un cliente que estaba en la barra y sirvió cerveza espumosa. El hombre tras la barra sonrió. Ella siempre procuraba a aquellos que dejaran buena propina.
―Ino, no podemos ignorar a ningún cliente.
La rubia soltó una ligera risa mientras le entregaba su bebida al hombre. Regresó junto a ella.
―Mejor dicho, no puedes ignorar a ese hombre.
Se alejó hacia la cocina con una sonrisa en el rostro por el efecto causado en la castaña. Sus mejillas se sonrojaron de forma inevitable y parte del líquido se había caído en la barra. Maldijo, limpiando y regresando sobre sus pasos. Intentando mantenerse tranquila. Al fin de cuentas era un cliente normal.
Vio al hombre inclinado sobre la mesa con sobreprotección. Se colocó a su lado y se inclinó para depositar la bebida a su lado, para alejarse lo antes posible. Sus manos sudaban ligeramente ante las palabras dichas de Ino. La maldijo interiormente. Él levantó el rostro y capturó sus ojos entre aquel par de lunas. Un latido estridente.
No, no era un cliente normal.
Sonrió, mencionando que cualquier otra cosa podría dirigirse hacia ella. Se alejó mientras era llamada por otro cliente y lo atendía con la mente dispersa.
Ese día en particular Neji había pedido varias rondas de bebida. Una y otra vez. Repitiendo una única palabra, esperando pacientemente y gruñendo en respuestas. Al final simplemente se levantó dejando el dinero en la mesa y se fue a paso lento.
Tenten regresó a recoger el efectivo. Siempre era de esa forma. Jamás podían acercarse a él. Nadie, ni ella misma, aunque lo había intentado, por su personalidad amable y por interés propio. Cuando niña consideró que tenían una mala imagen de él, juzgando su actitud brusca, solo bastaba intentar conocer un poco más. Sin embargo, ella misma se enfureció ante sus desplantes.
Le había llevado galletas a su hogar, días después las encontró cubiertas de nieve en el mismo sitio. En ocasiones lo había visto pescando a la orilla del lago, ella simplemente había acudido a su lado, con todo el aire de amabilidad. Neji simplemente se había levantado sin decir palabra alguna y de esfumó. Se había quedado con la palabra en la boca en varias ocasiones. Esto fue años atrás. Se indignó tanto ante ese comportamiento que su yo de quince años que hizo lo que todos, ignorar su presencia por un par de años. Eventualmente comenzó a pensar que sentido tenía todo eso y su comportamiento brusco se esfumó. Sin embargo, el cambio de esto fue hace un par de años.
Nadie vio al chico en un par de semanas. Algo que al inicio no fue evidente, hasta que una semana más, encontraron el cuerpo de su padre en el bosque. Parecía que había entrado al bosque en la noche y todos sabían que no podían hacer eso.
Tenten acudió cerca de su casa, sin saber el por que. Tal vez para dedicarle la mirada mas despreciable, algo que solía hacer luego de resignarse con él. Lo encontró sentado, en las escaleras de acceso a su hogar. Con su cabeza mirando con fascinación al suelo. Tenten caminó enfrente suyo, sus botas hundiéndose en la nieve. Era aquella época de oscuridad continua. Neji pareció escucharla y levantó el rostro.
Tenían apenas quince años, tenía el rostro tan mezquino como siempre. Con el ceño fruncido, por la perturbación de su pensamiento. Sin embargo, eso no fue la que la detuvo en su sitio.
Fue la agonía presente en los ojos malva, tan tangible y fresca.
Tenten contuvo la respiración y se alejó de ahí sin saber el por que. Posiblemente por que todo en él gritaba que quería estar solo. Como siempre. La castaña meditó totalmente al respecto. Su opinión de él cambió y decidió ser sutilmente amable, nada invasiva.
Y comenzó a observarlo con detenimiento cada vez que lo encontraba fuera de su hogar. Con esa máscara de frialdad e indiferencia. Prontamente él fue consciente de sus escrutinios visuales y le devolvía las miradas. Al inicio ella huía al se descubierta. Posteriormente intentaba saludarlo. Neji ignoraba esa atención, posteriormente buscaba mirarla con todo el desdén posible. Sus facciones eventualmente comenzaron a suavizarse hasta ser neutras.
Y ahora la situación era un poco mejor.
Tenten salió de la cafetería, horas después, sintiendo el aire cortando su rostro. Caminó dirigiéndose hasta su casa y observó a los leñadores regresando. Caminando y bromeando. Su mirada intuitivamente recorrió cada uno de los rostros hasta alcanzar el último. Golpeado y gélido. Atrapó los ojos malva. Neji le sostuvo la mirada hasta que Tenten solo pudo ver su espalda.
La castaña hundió el rostro en su abrigo y caminó hasta refugiarse en su hogar.
Tenten suspiró viendo como su aliento se materializaba. Tomó el par de cubetas, uno con carnada, y su caña de pescar, encaminada al lago. Este se abrió una vez atravesado un par de pinos. El sol acariciaba ligeramente su rostro. Le agradaba la sensación ya que no solía estar todo el año en contacto con el. Caminó hasta la zona de pesca encontrando una espalda. Sonrió acercándose y colocando sus cosas, sentándose junto a él.
Neji pareció conmocionado un momento, sin embargo, se relajó en cuestión de segundos.
― ¿Cómo va la pesca? ― Mencionó en un vago intento de entablar conversación.
Sabía que no tendría resultado, solamente lo decía por decir. Colocó la carnada en su anzuelo, ingresándolo en el agujero en el hielo que posiblemente el había hecho. Se entusiasmó ligeramente al verlo permanecer en su sitio, sin levantarse en su llegada. Su corazón se infló satisfecho.
El silencio entre ellos era tan ameno y transparente. Tenten había aprendido a no forzar situaciones en las cuáles Neji no estaría dispuesto a participar. Parecía cómodo con el silencio y ella estaba bien con eso.
Neji Hyūga se había vuelto leñador al cumplir la mayoría de edad. Su espalda se había ampliado en resultado y sus manos tenían callos. Todo esto le daba un aire mas masculino y brusco, algo que secretamente Tenten disfrutaba. Atrapó un par de peces y los destripó al momento en su balde de metal. Curiosa miró el del castaño.
―Vaya, llevas bastante. El buen tiempo los atrae. ― Sonrió observando el balde casi lleno.
El aire gélido sopló, Tenten lo miraba de reojo intuitivamente y Neji la miraba en respuesta unos segundos. La castaña sentía un ligero aleteo en su estómago al entablar aquella corta conexión. Podría no significar absolutamente nada para él, pero para ella era suficiente. Su rostro regresó a la normal, tan perfecto como la blanca nieve. Siempre se preguntaba si su tacto sería igual.
Un tiempo mas tarde el masculino se levantó, empacando sus cosas. Enrollando su caña y destripando un par de peces más. Coloco una cubeta encima de la otra. Su cabello largo descendiendo por su espalda y un mechón de cabello jugando con su rostro.
― Es cierto, es tarde. El Amarok podría atraparnos.
Neji se inclinó depositando un par de peces en la cubeta de la chica y se alejó. La fémina sonrió ante ese acto y sintió su pecho reaccionar en respuesta. Recogió sus propias cosas y se adelantó, alcanzando al Hyūga, caminando a la par de él, hecho que pareció no importarle.
Una vez en el pueblo ella le sonrió cálidamente y se alejó hasta su hogar. Añorando volver a verlo. Con su empleo y el siendo un leñador costaba encontrarlo de tal forma como la de ahora. Neji de mantenía trabajando o en casa. Unas dos o tres veces a la semana acudía a la cafetería a comer o por un trago. Tenten siempre tenía el placer de atenderlo, aunque siempre estaban rodeados.
Si meditaba, los días que el iba al restaurante eran la única vez que lo escuchaba hablar. Su voz profunda y contundente. Se preguntó que sería que el dijera su nombre con ese tono. Su rostro enrojecido fue una prueba de que su mente iba muy lejos a la hora de imaginar cosas. Ya que lo visualizó con el rostro tan cerca del suyo y susurrando su nombre, su aliento acariciando su rostro.
Un aullido la hizo ingresar a casa y bajar las cortinas oscuras. En Alaska medio año lo vivían con la luz del sol y medio año ocultos entre la penumbra. Esta última etapa era la más compleja. Por que la oscuridad a veces era traicionera y los cazadores se metían sin cuidado al bosque. Minimizando las leyendas urbanas.
Las presas del Amarok eran desgarradas.
No podías entrar al bosque en la noche y mucho menos a cazar. O el Amarok te encontraba. Era su territorio, territorio que debías respetar según las leyendas de los Inuit.
Un espíritu guardián, espíritu de los lobos se alimentaba por las noches de las presas más debiles y enfermas del bosque. Dejando los especímenes mas vistosos y saludables al hombre. Los Inuit estaban en contacto directo con la naturaleza y las creencias que los rodeaba. El Amarok era adorado por mantener un equilibrio entre la gente y su medio de alimento. Si te imponias al trabajo de él o entrabas en su hora de caza, aparecian solamente tus restos.
Una leyenda urbana, pero real o eso se aferraban en el pueblo a creer. La prosperidad y buena salud de los caribús atrapados y su tierna carne eran prueba suficiente.
Se despojó de su abrigo, cocinó de forma sencilla dentro de su hogar. Mientras degustaba su alimento, el pescado frito de su botín de hoy, se escuchó un sonido feral y un gritó desgarrador perdiéndose en el sonido de la tormenta.
La mañana siguiente comprobó el temor de varias personas. Alguien había irrumpido en el bosque y había sido atrapado. Sus restos fueron recogidos y sepultados.
Tenten se dirigió a la cafetería dispuesta a ayudar. Moviéndose entre las mesas y encontrando menos gente de la normal luego de una noche de tormenta. Servía un desayuno y regresaba a su puesto cuando Ino se acercó peligrosamente a ella.
―Ha llegado tu leñador.
Tenten sirvió una cerveza y ojos viajaron en búsqueda. Se acercó hasta él y lo vio mas pálido de lo normal.
―¿Estas bien? No tienes un buen color.
En un impulso colocó su mano encima de la masculina en un intento de confortarlo. Neji pareció brincar ante ese gesto y extrajo su mano con rapidez. Como si quemara. Tenten sintió una descarga en el cuerpo y extrañada ante ese comportamiento. Lo vio fruncir el ceño. No dijo nada al respecto y encargó un café cargado. Tenten le entregó su pedido y se fue, sin decir palabra alguna. Ese día el Hyūga no la miró ni una sola vez.
Días después lo encontró en el supermercado del pueblo. Con varios artículos en mano. Visualizando los anaqueles y que cosas le hacían falta.
Tenten llegó a su lado y sonrió abiertamente. El prosiguió con sus compras, recorriendo los pocos pasillos. Una vez en caja Tenten le preguntó como estuvo el trabajo y el simplemente asintió. Parecía de buen humor, algo que no pasaba a menudo.
La castaña mencionó que había sido un día bastante pesado en la cafetería y que no lo veía ahí hace unos días. Neji pagó sus víveres y se retiró dirigiendo una mirada de despedida, una que solo ella entendía.
Tenten, segundos después salió corriendo de la tienda, para alcanzarlo.
―Neji ...― Llamó mientras el aire frio de colaba por sus pulmones de forma brusca.
El volteó un poco extrañado, no recordaba alguna vez que ella se refiriera a él por su nombre.
Tenten misma sintió extraño su nombre en sus labios. Podía repetirlo una y otra vez en su mente, pero no solía decirlo. Es más, no recordaba la última vez que lo había dicho. Sin embargo, le gustó el cosquilleo que desató en su interior, aquel nombre saliendo de su boca y él volteando al ser llamado.
Llegó a su lado intentado recuperar el aliento. Tomó algo de su bolsa de papel, se acercó a Neji lo introdujo en la bolsa de compras contraria.
El Hyūga observó el artículo. Una barra de pan, de diferentes semillas. Despegó su atención de su bolsa y la fijó en la mujer enfrente. Levantó una ceja en señal de pregunta.
― Siempre es indispensable tener algo de pan en casa.
Se despidió con la mano y se alejó por el lado contrario. Neji permaneció de pie en su sitio hasta que la fémina se perdió entre las cabañas de madera.
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Neji apareció al día siguiente en la cafetería con la mejor de las disposiciones. O bueno, el mejor humor que alguien como el podía tener. Entro sentándose en la mesa de siempre y esperando pacientemente. Solo vio a la mujer rubia que no lo atendía por unas palabras de desdén que había hecho un par de meses atrás. Lo había abordado con tanta familiaridad, descaro y hasta le había guiñado el ojo. Intentó tocarlo en esa ocasión, comportamiento que traspasó los limites del Hyuga. Le había apartado la mano en un movimiento brusco y despotricado sobre su repugnante actitud. Esas cortas palabras terminaron de matar a la rubia, quien abrió la boca conmocionada, lo miró de una forma que parecía intentar matarlo y se alejó con su orgullo complemente herido.
Luego de esa situación jamás volvió a acercarse a su mesa. La indiferencia y desden que usaba el leñador Hyuga era bastante efectiva, manteniéndolo siempre aislado de cada lugar al cual acudía. Sin embargo, le fue curioso como esto había funcionado esa rubia con mayor efecto.
El hombre buscó con la mirada a la única mujer que solía atenderlo en esa cafetería a la cual no solía acudir con regularidad.
Tenten salió del baño a la par que lo veía tomar asiento y buscarla con la mirada. Gesto que le fue satisfactorio. Le gustaba engañarse a si misma. Era evidente que la buscaría al ser la única mesera en el establecimiento que no lo ignoraba. Se acercó con pluma y libreta en mano.
―Hola, Neji. ― Repitió su nombre, le gustaba como sonaba al pronunciarlo.
El mismo pareció extrañado ante ese cambio de dinámica. Solo que lo dejó pasar con rapidez. Casi como si ese gesto de confusión no hubiera existido.
― ¿Qué se te ofrece hoy? Esta saliendo del horno un pastel de chocolate que es mi favorito, se que te encantará si te animas a probarlo. ― Dijo las palabras que tenía ensayadas para decir con cualquier cliente.
No era mentira, a decir verdad. Era un pastel verdaderamente bueno y siempre solía llevarse una rebanada al termino del día. Sólo mencionó eso, para molestarlo. Neji no comía nada dulce, no sabía si no se le antojaba o no le gustaba.
― Café y... ― Meditó unos segundos. ― Pastel.
Tenten abrió ligeramente los labios ante la impresión y dejó de escribir. En todos estos años que el había venido a la cafetería, desde que empezó su trabajo como leñador, unos buenos ocho años, jamás había seguido una de sus recomendaciones. Una sonrisa salió de sus labios y se alejó encantada. Estaba de espléndido humor, a decir verdad.
Neji Hyūga tenía varios estratos de actitudes. Había momentos en los cuales ni te miraba o solo aparecía por algo de alcohol y desaparecía. Otras veces con una actitud hosca y determinante. Un más frecuente, brusca, pero de alguna forma "amigable" ya que transmitía cosas. En solo dos ocasiones le pareció ver algo parecido a una sonrisa en su rostro.
Unos minutos después Tenten dejó su pedido en la mesa y le sonrió. Se alejó y miró cuando los clientes le dieron oportunidad para ver si verdaderamente lo comía o iría a probarlo al menos. Lo vio tomar su café una y otra vez mientras jugueteaba su móvil. Tenten fue requerida en la cocina y se perdió unos segundos dentro. Al salir ya no estaba. Se acercó retirando el dinero y el pastel intacto. Vaya desaire ¿Por qué pediría algo que no iba a comerse? Él era tan extraño. Se enojó primeramente al sentir nuevamente ese rechazo. Pensó en tirar el pastel entero a la basura presa de su enojo. Sin embargo, lo consideró y lo envolvió para llevárselo a casa. No desperdiciaría comida. Había sido una tonta al pensar que había logrado un avance con él o que él estaba siendo amable. Tal vez Neji solo lo había pedido para que ella dejara de molestar. Lo maldijo en su cabeza todo el día.
Cuando el trabajo le drenó la ira pensó detenidamente en Neji Hyūga y en cada detalle posible de ese día. Como sus miradas se habían encontrado un par de veces y habían sido un tanto intensas, más de la cuenta, cuestión que la hizo desviar el contacto visual. Una idea retorcida llenó su cabeza.
¿Había pedido el pastel... para ella?
Imposible.
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