La distancia aviva el amor

Por Fox McCloude

Disclaimer: Pokémon y todos sus personajes son propiedad de Satoshi Tajiri, Nintendo y GAMEFREAK. Todos los derechos reservados.


Archipiélago Sevii, Isla Quarta…

Misty sabía muy bien que este entrenamiento sería duro. Lo supo desde el momento en que Lorelei le propuso ir con ella, ofreciéndole prepararla personalmente para convertirse en su sucesora en el Alto Mando de Kanto. Por supuesto, ella nunca dejaría pasar la oportunidad de convertirse en pupila de su gran heroína, así que aceptó de inmediato sin dudarlo.

Aunque en aquel momento no se imaginaba estar haciendo entrenamiento de batallas en una cueva helada, como en este momento. A Misty le sorprendió descubrir que en un archipiélago tan cálido como este pudiera existir un lugar tan frío como la Cueva Glaciada, pero Lorelei le había dicho que eso la convertía en el lugar perfecto para entrenar en condiciones extremas, y ella no podía evitar estar de acuerdo.

- ¡Dewgong, usa Lanza de Hielo!

- ¡Golduck, detenlos con Fuerza Psíquica!

En ese momento, la miembro del Alto Mando y la líder del Gimnasio Cerulean se encontraban combatiendo en un campo improvisado, un estanque con varios pilares de roca congelada que servían como plataformas para pararse. El león marino de Lorelei comenzó a lanzar una ráfaga de proyectiles picudos de hielo, mientras el pato azul de Misty alzaba sus manos palmeadas al tiempo que sus ojos resplandecían con una luz azul.

Los picos de hielo se detuvieron en seco antes de golpear a Golduck, que dio un empujón para mandárselos de regreso a Dewgong. Este último se zambulló en el agua para esquivarlos, al tiempo que se estaba ocultando, y Misty supo que estaban preparando un ataque sorpresivo desde abajo.

- ¡Golduck, prepárate, Dewgong saldrá en cualquier momento! – le advirtió Misty.

El pato se mantuvo en alerta, mirando a todas partes en busca de su oponente, mientras su entrenadora observaba atentamente a su mentora, que mantenía una sonrisa tranquila con una mirada gélida. Así era en combate; fría e inmisericorde como el hielo.

Unas burbujas detrás de Golduck alertaron a la pelirroja de por dónde vendría el ataque, y de inmediato tomó una acción preventiva.

- ¡Golduck, salta fuera de ese pilar y usa Aqua Jet!

El pato esquivó lo que parecía un Ataque de Cuerno de Dewgong, que pasó de largo y aterrizó con un salpicón del otro lado, pero rápidamente se dio la vuelta para iniciar su contraataque.

- ¡Usa Rayo de Hielo! – ordenó Lorelei.

El cuerno de Dewgong disparó el rayo congelador directo hacia Golduck, que venía volando en su dirección envuelto en una película de agua. Esta se congeló, lo que lo volvería un ataque todavía más peligroso, si acaso daba en el blanco.

Lamentablemente para ellos, no fue así; justo antes de ser impactado por el Aqua Jet congelado, Dewgong saltó por encima de él, y dio un golpe de Cola de Hierro que lo desvió hacia uno de los pilares haciéndolo estrellarse. El hielo se fragmentó y Golduck cayó al agua, antes de volver a emerger completamente inerte con la panza para arriba.

- ¡Golduck! – exclamó Misty corriendo hacia donde se encontraba Golduck para verificar su condición.

- Parece ser que volvimos a ganar. – dijo Lorelei, mientras Dewgong nadaba hacia su extremo para recibir unas palmaditas en la cabeza. – Buen trabajo, Dewgong.

- Cielos, qué cerca estuvimos. – dijo Misty, sacando su Pokébola para retornar a su Golduck. – Bien hecho, Golduck, esta vez nos faltó muy poco. Ahora toma un buen descanso.

- Lo están haciendo muy bien. Aunque aún les falta sincronizarse un poco más. – dijo la mujer mayor ajustándose sus gafas.

- Todavía nos falta mucho para estar al nivel de ustedes. – replicó la joven.

Y no era para menos. Una de las ventajas que tenían los miembros del Alto Mando era que sus Pokémon ya habían recibido entrenamiento para tomar decisiones de manera independiente en determinadas situaciones, sin necesidad de depender al 100% de las órdenes de sus entrenadores. Eso les daba una ventaja al volverlos más impredecibles, ya que la mayoría de los entrenadores sabrían qué esperar al escuchar las órdenes del otro entrenador para actuar en consecuencia, pero los del Alto Mando habían superado esa limitación por mucho.

Y si ella quería ser uno de ellos, tendría que aprenderlo también.

- Bueno, creo que es suficiente por hoy. – dijo Lorelei. – Ya es hora de volver a casa.

- Me parece bien. – dijo Misty, dirigiéndose a coger su mochila. Parte del entrenamiento también era descansar apropiadamente, y una cueva helada como ésta siempre la ponía al límite.

La cueva era bastante peligrosa, y solo entrenadores expertos tenían permitido el acceso. De hecho, Lorelei había tenido que mover algunos hilos para que le dejaran entrar, argumentando que estaría acompañándola todo el tiempo por si algo pasaba.


Más tarde en la casa de Lorelei…

A pesar de haberse acostumbrado ya al ritmo del entrenamiento en la Cueva Glaciada, Misty apreciaba volver a la casa de su mentora para tomar un baño caliente luego de terminar el día.

Tras salir de la ducha y vestirse para cederle el turno a Lorelei, la chica se fue a la sala para esperarla, y sin tener mucho más que hacer, echó un vistazo a algunas de las fotografías que adornaban la mesa y las repisas. Había estado tan enfrascada en su entrenamiento que no les había prestado mucha atención, y pasaba mucho más tiempo fuera de la casa entrenando que en ella, pues generalmente solo volvían para comer y para dormir.

Naturalmente, había algunas familiares; estaba una de una Lorelei que probablemente no tendría más de once o doce años, rodeada de un hombre pelirrojo y una mujer de cabello morado muy parecida a la Lorelei adulta (sin duda debían ser sus padres). Vio también otra donde estaba en el estadio de la Copa Remolino, sosteniendo el colgante de Agua Mística entregado al ganador (ella recordaba haber visto ese combate, fue lo que la inspiró en primer lugar a seguir su meta), y otras tantas en distintas etapas de su vida.

Sin embargo, Misty se percató que en la mayoría de las fotos Lorelei estaba acompañada de alguien más. En la más reciente, se le veía con un hombre joven más alto que ella (lo cual era mucho decir, pues Lorelei estaba notablemente por encima de la altura promedio incluso sin sus tacones) de cabello azul-morado corto y ojos de color similar. Podía verlos juntos en diferentes etapas de su vida: en uniforme escolar de primaria, en lo que parecía ser un torneo de la Liga Pokémon en el Estadio Índigo, y hasta incluso una donde estaban jugando en la playa. Pero todas tenían algo en común: se notaban muy cercanos entre sí, y muy felices.

- ¿Quién será él? – se preguntó la pelirroja.

- ¿Por quién preguntas? – le respondió la voz de Lorelei, tomándola por sorpresa. Había terminado de bañarse y vestirse más rápido de lo que Misty esperaba. – Ah, ¿así que veías mis fotografías?

La mujer echó un vistazo alrededor y rápidamente se dio cuenta de lo que estaba viendo. Misty se rio nerviosa; pese a que Lorelei no parecía molesta por ello, no pudo evitar sentirse como niña pillada en una travesura.

- Lo siento, no fue mi intención…

- No te disculpes. – interrumpió la mujer, acercándosele, y tomando la fotografía que Misty estaba viendo. – Si no quisiera que la gente viera estas fotos no las dejaría a la vista en mi sala.

- Supongo. – dijo Misty. – No me había parado a mirarlas antes, pero noté que este hombre sale mucho en ellas. ¿Quién es?

- Su nombre es Frey Solorge. Es un amigo de la infancia, y un viejo rival. Y también… es mi novio desde hace algunos años.

Misty levantó las cejas. Había seguido la carrera de Lorelei durante años, pero jamás se había enterado que ella tuviese un novio o estuviese comprometida. Y por la forma en como Lorelei lo decía sin titubear, tampoco parecía que fuese una relación oculta o secreta.

- No muchos saben de nuestra relación. – dijo la miembro del Alto Mando. – Se debe a que nuestros trabajos nos mantienen muy separados, así que a veces podemos pasar meses sin vernos.

- Ya veo. – asintió Misty. – ¿Y a qué se dedica?

- Es agente de los Hombres-G Pokémon. Creo que sabrás lo que eso significa, ¿verdad?

- Por supuesto.

Obviamente no todos los detalles, pero por sus encuentros con Lance sabía que los Hombres-G se dedicaban a operaciones encubiertas para desmantelar organizaciones criminales. Un trabajo de alto riesgo que requería de grandes habilidades, y que seguramente no le dejaba mucho tiempo para estar juntos.

Algo similar a lo que sucedía entre Ash y ella, lo que le hizo sentirse algo identificada con su mentora.

- Mira esto. – dijo Lorelei tomando la foto donde estaban en el Estadio Índigo. – Esta fue la primera vez que competimos en un torneo oficial. Él salió de viaje un año antes que yo, así que me llevaba algo de ventaja en experiencia. Aunque siempre solía decir que yo tenía el potencial para ser mejor que él.

- ¿En serio? – preguntó Misty algo sorprendida.

- No sé si lo decía por ser amable conmigo, o porque yo le gustaba y trataba de impresionarme. – replicó Lorelei. – Pero siempre se la pasaba incitándome a superarlo, y cuando me vencía lo achacaba a la suerte, diciéndome que yo ganaría la siguiente.

Misty se rio. Sonaba muy diferente de alguien a quien ella conocía, que si bien no era un rival a tiempo completo, cuando se enfrentaban no dejaba pasar la oportunidad de lucirse para tratar de impresionarla. Aunque claro, aceptaba cuando lo vencían y lo admitía con dignidad luego de asimilar la derrota.

- En esta otra fue cuando competimos por el puesto en el Alto Mando. – dijo Lorelei cogiendo otra foto. Estaban también en el Estadio Índigo, pero se veían mucho más mayores, con Lorelei más cercana a su yo del presente. – Fue la batalla más reñida que tuvimos, teníamos el récord igualado en victorias y derrotas, así que con este romperíamos el empate.

- Increíble. – dijo Misty. – Me habría encantado ver ese combate.

- Gané por los pelos, debo decirlo. Pero en ese momento, Lance se sintió tan impresionado con Frey que decidió reclutarlo para los Hombres-G, y él aceptó. Después de eso… bueno, hemos pasado muchos períodos separados.

Misty recordó que Ash le había contado que Lance también se le aproximó con una oferta similar una vez, pero la había rechazado, argumentando que no quería sentirse atado por un trabajo como ese. Aunque en ocasiones había colaborado con ellos, nunca quiso unírseles a tiempo completo.

- Entonces… ¿cómo mantienen su relación? – preguntó la pelirroja más joven. – Quiero decir, no debe ser fácil, estar tanto tiempo separados entre ustedes. ¿No lo extrañas?

- Hmm, por supuesto. – dijo Lorelei. – Las relaciones a distancia no son fáciles, especialmente cuando hay que balancearlas con el trabajo. Pero nos las arreglamos.

- ¿Cómo? – preguntó Misty intrigada.

En respuesta, Lorelei le dirigió una mirada inquisitiva. – ¿A qué se debe ese interés tan repentino?

Misty se ruborizó. No era una pregunta acusadora, solo de curiosidad, pero aun así no pudo evitar sentirse algo avergonzada. Le tenía un profundo respeto a Lorelei como entrenadora y no sabía si estaba bien hablarle de sus problemas personales de ese modo.

En batalla podía ser fría e inmisericorde, pero fuera de ella era una persona cálida y amable, aunque todavía le costaba un poco separar ambas facetas, incluso después de haber entrenado con ella.

- Bueno… yo también empecé a salir con alguien. – admitió finalmente, frotándose las manos. – Igual que ustedes, a veces tenemos dificultades para vernos. Yo tenía que ocuparme de mi gimnasio y él… bueno, no es capaz de quedarse en un solo lugar mucho tiempo. Siempre está viajando en busca de nuevas aventuras.

Una de las cosas que más extrañaba era no poder viajar con la misma libertad que antes, pero sobre todo no poder acompañarlo a él. Todas esas aventuras y desventuras que tuvieron juntos hicieron recuerdos muy preciados para ella. Aunque no podía decir que estuviese mal de ninguna manera, esos recuerdos a veces se sentían como el tiempo más feliz de su vida, solo por compartirlo con Ash.

- No es que me preocupe de que vayamos a romper o algo, pero… es solo que no es fácil, no poder verlo tan a menudo como quisiera. – confesó.

- Lo sé, entiendo cómo te sientes. – dijo Lorelei. – Después de que yo inicié en el Alto Mando, y Frey entró a los Hombres-G, nos vimos muy poco durante casi dos años. Ambos teníamos responsabilidades que no podíamos dejar de lado, y eso obviamente es muy duro.

- ¿Y cómo lo sobrellevaron? – preguntó Misty. Lorelei sonrió de nuevo, esta vez con un poco de melancolía.

- Escribiéndonos cartas, llamándonos por teléfono… en ocasiones él a veces hasta me traía algún recuerdo de sus misiones. Y yo trataba siempre de dejarle algún mensaje con Lance cuando se iba de servicio. Lo importante es que nos mantenemos en contacto, y que siempre le recuerdo cuánto lo amo, y él a mí.

- ¿Eso es todo? – preguntó Misty. Eso sonaba muy simple, ella esperaba algo un poco más… espectacular, tal vez.

- Créeme, un gesto simple a veces es el mejor. – aseguró Lorelei. – Llamarnos solo para escuchar nuestras voces, hablar cuando nos sentimos mal o cualquier cosa, puede hacer un mar de diferencia. Aunque claro, hay que tratar de no ser inoportunos.

Misty asintió; no le gustaría llamar a Ash en medio de un encuentro de campeonato, o que él la llamase cuando estaba a mitad de una batalla de gimnasio a punto de ganar. Dicho eso, a veces realmente sentía ganas de llamarlo solo para oír su voz, y hablar de cualquier cosa, ponerse al corriente.

Podría sonar cursi esperar que él solo la llamara para decirle "Te amo", pero ella no negaba que eso le gustaría. Y si él no podía, ¿debería hacerlo ella misma? Probablemente sí.

- Muchos no lo ven de esta forma, pero yo pienso que a veces la distancia aviva el amor. – prosiguió Lorelei. – Estar separados durante mucho tiempo hace que cuando nos reunamos, esos momentos que compartimos sean todavía más especiales para nosotros.

- Sí, en eso estoy de acuerdo. – asintió Misty. No lo negaba; haber interrumpido abruptamente sus aventuras con Ash la hizo sentirse muy triste (además de enfadada con sus hermanas), pero eso hizo que sus reencuentros la hicieran sentirse mucho más feliz, al volver a verlo después de todo ese tiempo.

Cierto, solo eran amigos en ese entonces, tal vez los mejores amigos, pero subconscientemente ella ya sabría que había algo más entre los dos, algo mucho más fuerte y profundo.

- Tal vez deba llamarlo más tarde. – dijo Misty. – La verdad, sí tengo ganas de hablar con él, necesito oír su voz.

- Siéntete libre de usar mi teléfono si quieres. Solo no te quedes hablando con él más de dos horas, ¿de acuerdo? – La mujer le guiñó el ojo, antes de ponerse de pie. – En fin, es hora de calentar la cena, ¿ya tienes hambre?

Misty volvió a reír y asintió. Después de un largo día, se merecían una buena comida antes de irse a dormir. Pero ya que Lorelei se lo había ofrecido, después tomaría el teléfono para llamar a Ash. Una de las desventajas de venir a entrenar aquí era que su teléfono celular estaba fuera del rango de cobertura, así que no había podido usarlo para llamar a Ash o a nadie.


Aquella noche…

Tras haber comido la cena, Lorelei se fue a su habitación, dejando a Misty en la sala para que pudiese hacer su llamada sin ser molestada. La pelirroja joven agradeció a su mentora por eso, ya que realmente quería tener una charla privada con Ash.

A esta hora seguramente debía estar en casa, asumiendo que debía encontrarse en Pueblo Paleta para atender sus deberes como Gladiador del Coliseo, pero todavía no se atrevía a marcar el número. No sabía por qué exactamente, aunque quizás fuese una mezcla de preguntas desordenadas "¿Y si no está?", "¿Y si está cansado y no quiere que lo molesten?", "¿Y si se enfada porque lo llaman por algo tan trivial?"

Misty finalmente sacudió la cabeza; al diablo con eso, era Ash después de todo. Su mejor amigo, compañero de viaje, y más importante, su novio. Él no se iba a molestar por algo así. Levantó el auricular y marcó el número. Los nervios momentáneamente regresaron mientras sonaba la señal de comunicación, pero se disiparon al escuchar que tomaban la llamada del otro lado.

- ¿Hola?

- ¿Ash? Habla Misty. – dijo sin dudar. El reconocer la voz de Ash terminó de tranquilizarla. – Espero que no sea un mal momento.

- ¿Qué dices? No, para nada, me alegra que llames. – respondió él. – La verdad hacía mucho que quería hablar contigo.

- ¿De verdad? Bueno, ahora podemos hacerlo.

Misty enrolló el dedo alrededor del cable del auricular. Lo único malo era que este teléfono era un modelo antiguo y sin pantalla, así que solo podía oírlo, pero tomaría lo que había. Todo fuese por comunicarse con él.

- Bueno… ¿cómo has estado? – preguntó él. Parecía sonar algo tímido del otro lado. – ¿Te va bien en el entrenamiento?

- Oh, claro que sí. – aseguró ella. – Aunque todavía me falta mucho si quiero vencer a Lorelei cuando nos enfrentemos oficialmente.

- Sé que lo lograrás. – dijo Ash. – Eres la mejor entrenadora de Pokémon de Agua que conozco, después de todo.

El corazón de Misty dio un vuelco mientras una sonrisa se formaba en su rostro. Significaba mucho para la pelirroja que él creyese tanto en ella, y esas palabras de aliento siempre le daban fuerzas para continuar, incluso en los momentos más duros.

Los dos comenzaron a ponerse al tanto de lo que habían hecho; Misty hablándole de lo duro que era el entrenamiento de Lorelei, mientras que Ash le contaba de los retadores que habían llegado a su Coliseo de Batallas, aunque estaba pensando en dejar el puesto para participar en la Liga de Campeones pronto. Esto también alegró a la chica, saber que tal como ella seguía luchando por cumplir sus sueños, él hacía lo propio con los suyos.

Y la conversación se habría prolongado aún más, de no ser porque Misty vio el reloj, y se dio cuenta que había estado hablando más de hora y media. Realmente estaba tan feliz de poder hablar con Ash que el tiempo se le había ido volando.

- Cielos, como quisiera poder seguir hablando contigo, pero si sigo me excederé el límite. – dijo Misty.

- Entiendo. No te preocupes, estoy feliz de haber podido escuchar tu voz, realmente te extraño.

- Irás a verme cuando enfrente a Lorelei, ¿verdad? Lo prometiste. – le recordó la pelirroja. No se le había olvidado eso la última vez que se vieron, y todavía se aferraba a esa palabra suya.

- Por supuesto, sabes que no me lo perdería por nada. – replicó Ash con determinación. – Especialmente porque sé que vas a ganar.

- Más te vale. – Misty volvió a enroscar el dedo alrededor del cable del teléfono. – Um, ¿Ash?

- ¿Sí?

- Solo quería decir… que te amo. Lo sabes, ¿verdad? – le dijo tímidamente.

Por poco se le olvidaba decir esas palabras. Estaba tan feliz de hablar con él luego de todo ese tiempo que casi había olvidado ese pequeño, pero importantísimo detalle.

- Por supuesto que lo sé. – respondió él. – Pero no hace daño que me lo recuerdes. Y ya sabes que yo también te amo, ¿verdad?

- Claro. – aseguró ella.

La chica permaneció en silencio, esperando a que el chico se despidiera para colgar, pero no lo hizo. Incluso a través del auricular escuchaba un poco la respiración, como si él también estuviese esperando que ella se despidiera.

- Y bien, ¿deberíamos colgar ya? – dijo Ash.

- Obviamente. – replicó ella. – Si quieres hazlo tú primero.

- Pero si tú llamaste, cuelga tú primero. – respondió él.

- No, hazlo tú. – dijo ella. – Oh vamos, ¿qué importa quién lo haga?

- ¿A la cuenta de tres? – sugirió él.

- Me parece bien… uno…

- … dos…

- ¡TRES! – dijeron ambos al unísono.

Misty se quedó tranquila esperando el sonido del teléfono siendo colgado del otro lado, pero no vino. Naturalmente ella estaba esperando que Ash colgase primero, pero no fue así.

- Oye, hiciste trampa. – replicó él del otro lado.

- Mira quién lo dice. – respondió ella. Si el teléfono tuviese una pantalla, seguro podría verlo hinchando los cachetes en ese momento. Aun así, ella simplemente rio. – Algunas cosas nunca cambian, ¿verdad?

- No, y es mejor que no lo hagan. – dijo él de la misma manera. – Bueno, adiós. Te veré en unos meses, supongo.

- Te estaré esperando. Adiós, Ash.

Allí finalmente decidió colgar, pues ya no tenía más sentido seguir alargando la llamada. Lorelei le había dicho que no más de dos horas, y no querría darle razones para que se enfadara con ella, o peor, que interrumpiera su entrenamiento luego de llegar tan lejos.

Aquella noche, Misty pudo irse a la cama mucho más tranquila, pero sobre todo más feliz y motivada a continuar ese entrenamiento. Haber hablado con Ash, saber que ambos, a pesar de estar separados, seguían cerca uno del otro en espíritu, le daría fuerzas para lograr su sueño, y el volver a verlo el día del encuentro era otro incentivo aún mayor.

Lorelei tenía razón; la distancia sin duda avivaba aún más el amor.

FIN.


Notas del autor:

¿Cómo están, gente? Uff, por fin después de un buen rato de inactividad, pude sacarme otro mini-relato de la cabeza. No sé por qué, pero creo que la reciente noticia del fallecimiento de Diana Pérez (descanse en paz nuestra querida Jessie del Equipo Rocket) me impulsó a terminarlo, ya que tengo ganas de hacerle un mini-tributo. Especialmente ya que no he escrito nada del trío Rocket en años, literalmente. Pero bueno, no hablemos de cosas tristes.

Si no es lo suficientemente claro, este es como una precuela de mi oneshot de la Semana PokéShipping 2019 "Agua vs. Hielo", ya que tiene lugar mientras Misty entrena con Lorelei. Durante ese tiempo ella y Ash no pudieron verse las caras hasta el día del combate oficial, pero eso no les impide que se tengan uno a la otra en sus corazones. También, por si alguien pregunta, el novio que Lorelei menciona aquí, Frey, originalmente fue un personaje que creé para el universo de Pokémon Reset Bloodlines, pero como es mi creación, me siento en la libertad de usarlo fuera de allí. Tal vez alguna vez haga algún relato con ellos en su propia continuidad, ya que es una de las pocas parejas OCxCanon que tengo (podría contarlas con una mano y me sobrarían dedos). Por último, el Golduck que Misty utiliza aquí NO es nuestro querido patito amarillo. Solo imagínense que volvió a las Islas Naranja y atrapó a aquel que salió en aquel episodio, ¿de acuerdo?

En fin, ya no hay más que decir, espero que les haya gustado este pequeño relato. El multitasking es difícil y lento, pero siempre trato de avanzar algo. ¡Hasta la próxima!