Melifluo
Visitante inesperado
Por: Yuuki
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Resumen: Producto del cansancio y las tareas pendientes Marinette se perdió una salido con sus amigos y Adrien, sin embargo, una muy inesperada visita iba a enseñarle que fue para mejor.
Aquella había sido una semana demasiado ocupada y el cansancio en su cuerpo se lo hacía notar con gran énfasis. Su vida estudiantil y su vida secreta como superheroína cada día le sumaban más cansancio, especialmente si tenía en cuenta que ahora era guardiana de los miraculous.
Soltó un largo suspiro a la vez que estiraba sus brazos por sobre su cabeza, Tikki y el resto de los kwamis la observaban con gesto cariñoso. Marinette les devolvió una sonrisa tan grande como las de siempre, mas su expresión estaba atacada por el cansancio.
"¡Alégrate, Marinette! Ya es viernes y podrás descansar el fin de semana." Tikki siempre atenta sabía exactamente lo que le preocupaba a su portadora.
"Tienes razón, Tikki, no importa qué suceda, podré relajarme lo suficiente para comenzar una nueva semana el lunes." Comentó totalmente esperanzada. "¿Qué te parece si comienzo a relajarme con un largo baño de agua caliente?"
El kwami de la creación asintió enérgicamente ante aquella idea.
Aún era temprano, así que el baño iba a dejarlo para el anochecer, de forma que pudiese ir a dormir envuelta en una perfecta burbuja de relajación y calma. Ah, ya estaba esperando que cayera la noche.
En tanto, se dedicó a ordenar su habitación. Estaba hecha un desastre y no le sorprendía, después de todo no había dejado de correr de un lado a otro, entre una tarea a otra, hasta aquel viernes.
Así que su cama era su nuevo closet, su escritorio tenía una mezcla entre telas, materiales de costura, y una increíble cantidad de papeles repartidos por aquí y por allá. Sus zapatos estaban repartidos por el piso, sin su compañero, e incluso tenía ropa interior que no había tenido el tiempo de guardar regada por ahí.
"Bueno, hay mucho por hacer." Se dijo con las manos en la cintura. Estaba pensando por dónde comenzar y la respuesta fue soltar su cabello para amarrarlo en una coleta alta, así evitaría que le estorbase durante los quehaceres.
Inició recogiendo las cosas que estaban en el suelo y pronto pudo verlo más despejado, aunque la ropa que había recogido ahora estaba sobre su cama, formando una pequeña montaña al juntarse con la que ya tenía de antes.
Ese fue su siguiente paso. Desocupar su cama y ordenarla de una vez por todas.
De alguna forma iba a tener que arreglar su actual estilo de vida descuidado porque de no hacerlo, la esperaría una vida adulta muy desordenada, responsable, exitosa, si se permitía soñar, pero muy desordenada en el ámbito personal.
Después de quizás una hora logró ver su cama otra vez, desordenada, pero ahí estaba.
La música que hasta entonces estaba acompañando sus labores se vio interrumpida por una llamada entrante: Era Alya.
Se acercó torpemente hasta el escritorio, aun terriblemente desordenado, donde estaba sonando el aparato.
"¡Hola!" Respondió alegremente con una sonrisa que su amiga no podía ver.
"Hey, Marinette ¿Qué tal? ¿Quieres hacer algo?"
La muchacha dio un rápido vistazo por su habitación. No estaba tan desastrosa como hace un par de horas, sin embargo, seguía desordenada.
"¿Hacer algo?" Cuestionó, recibiendo al instante una mirada de Tikki.
"Sí, con Nino y los muchachos estábamos pensando en ir al parque o al cine, es viernes y tenemos tiempo libre." Comentó la castaña.
"Ahm… no creo que pueda Alya…" Contestó la peli azul algo nerviosa ante la severa mirada de su kwami.
"Ah, olvidé mencionar que Adrien también vendrá." Al instante Marinette formó un puchero en sus labios. Sabía que estaba muy cansada y que aún tenía mucho por hacer, pero a la vez realmente le gustaría pasar un tiempo con Adrien, y con sus amigos claro.
Sin embargo, la mirada preocupada de Tikki la hizo mantenerse fuerte en su convicción de dedicarse a su propio cuidado durante aquellos días.
"Realmente lo siento Alya, me gustaría ir, pero no me siento muy bien."
La castaña al instante se mostró preocupada, y no la dejó en paz hasta que confirmó, en base a un extenso cuestionario, que la peli azul se encontraba fuera de cualquier peligro y que aquel era sólo un malestar pasajero producto del cansancio. Ante eso, no insistió más.
"Espero que se diviertan mucho." Y con eso, finalizaron la llamada.
Por un lado, estaba feliz, ya que no había pasado por alto que Adrien por fin había podido asistir a una de aquellas típicas juntas de amigos, así que desde el fondo de su corazón les deseaba una muy buena tarde.
Volvió a acercarse a su cama para continuar con sus labores, pero se detuvo por unos instantes para observar las fotografías que tenía allí. Tenía muchas de Adrien, quizás más de las que debería, pero le era imposible no tenerlas.
Su mirada pasó hacia las fotos con sus amigos y se detuvo especialmente en una foto de ella como Ladybug acompañada de Chat Noir. A aquella foto en particular le guardaba mucho cariño, como también al muchacho que protegía París con ella.
Una sonrisa se formó en sus labios al recordar aquellas ocasiones en las que Chat se dejaba caer casualmente en su balcón, siempre con una sonrisa galante y con una flor de regalo. Le gustaban esas visitas porque, aunque arriesgadas, aquel gato negro siempre lograba animarle cuando lo necesitaba.
No entendía a veces aquella perfecta sincronía, pues cada vez que ella se sentía desanimada o incluso triste, aparecía aquel gatito, como si tuviese un sensor especial que le alertase de su estado anímico, para acompañarla, animarla y pasar el rato contemplando la noche parisina entre conversaciones sobre aventuras y desventuras.
No se sentía triste, pero le gustaría recibir la visita de su compañero cualquiera de esos días, después de todo, le relajada estar a su lado cuando no era Ladybug, principalmente porque no había ningún villano del que ocuparse.
Soltó un corto suspiro y continuó con sus quehaceres, nada iba a ordenarse por sí solo si continuaba mirando aquellas fotografías, así que volvió a poner su música a reproducir y continuó limpiando.
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Estaba tirada en el suelo con la mirada en el techo y con todos los kwamis flotando sobre ella con cierta expresión preocupada.
"¿Estás bien?" Cuestionó Tikki, flotando justo sobre su rostro. Marinette asintió con una sonrisa en sus labios.
"Lo logré, Tikki, por fin mi habitación está ordenada." Suspiró feliz. "Además encontré el vestido que terminé la semana pasada."
Su kwami la miró con cierta curiosidad.
"¿El de margaritas?" Su portadora asintió y señaló a la cama ordenada donde descansaba un precioso vestido negro adornado con una gran cantidad de margaritas bordadas a mano.
" Voy a darme una ducha y luego me lo probaré, con todos los apuros de la semana nunca tuve tiempo de ver qué tal lucía puesto."
Con el cuidado de no llevar a ninguno de los kwamis que flotaban a su alrededor se puso de pie y se dirigió al baño. Había planeado tomar un largo baño y justamente eso hizo, se dejó acoger por la calidez del agua y no la abandonó hasta que esta se enfrió gracias al paso del tiempo.
Al salir se sintió considerablemente más relajada, tanto física como mentalmente. Literalmente era como si estuviese flotando sobre una nube de relajación, paz y calma.
La sensación continuó presente mientras subía las escaleras hacia su cuarto y cuando llegó a este.
Al ingresar se percató de que los kwamis no estaba revoloteando por la habitación así que se imaginó que estarían dentro de la caja.
Envuelta en la toalla como estaba se acercó para buscar su ropa interior y luego llevarla hacia la cama, donde aún descansaba aquel vestido.
Primero se preocupó de retirar la toalla de su cabeza y así poder peinar su cabello. No había querido usar el secador, pues no tenía nada que hacer, así que dejó su cabello suelto para que se secase por sí solo.
Continuó con su ropa interior y luego con el vestido. Había decidido dejar una fila de botones en la espalda para cerrarlo, y aunque lucían como un lindo detalle, no podía ignorar el hecho de que se le tornaba difícil poder cerrarlo completo por sí sola.
Tendría que decirle a su madre que le ayudase, pero antes, se acercó al espejo para observar que tal le quedaba.
En general, le daba una bonita figura, acentuaba su cintura gracias a un lazo de tono amarillo pálido que atravesaba el vestido, además tenía bonita caída, ligera, que se adaptaba a sus movimientos con facilidad.
Se sentía muy cómodo, a pesar de ser ajustado a su cuerpo no había ninguna zona que estuviese suelta o que apretase demás. Esa era la ventaja de hacer vestuario a su medida.
Tenía cuello alto y redondo, no solía sentirse realmente cómoda con los escotes, así que había preferido la comodidad en ese aspecto. Sin embargo, había decido dejar hombros y brazos al descubierto.
Sí, definitivamente le gustaba el resultado final.
Ahora sólo tenía que terminar de abotonar sus vestido, pero antes se dirigió hacia sus zapatos para elegir un par que luciesen con aquella prenda.
Realmente estaba feliz con el resultado.
Se decidió por un par de zapatos estilo militar, negros, que combinaron a la perfección con la delicadeza del vestido.
Antes de decidir llamar a su madre intentó una vez más abotonar otros botones por su cuenta. Soltó un suspiro al tener aún la mitad de su espalda descubierta.
Bien, iría por su madre.
En una perfecta coincidencia escuchó que alguien abría la trampilla que permitía el acceso a su habitación, sin embargo, no prestó demasiada atención pues el móvil frente a ella comenzó a sonar.
"Ah, ¿Podrías ayudarme con los botones?" Cuestionó justo un segundo antes de contestar el móvil. Era Alya otra vez, aunque dudaba que fuese para invitarla a cualquier actividad, pues ya era algo tarde e Imaginaba que estaba ya cada uno en su casa.
"¿Alya? ¿Sucede algo?" Cuestionó curiosa, sintiendo como delicadamente su madre hacía a un lado su cabello para continuar con aquella hilera de botones.
"Espero que te guste tu sorpresa."
Marinette no comprendió.
"¿De qué sorpresa hablas?"
"Luego me agradeces."
Y Alya cortó la llamada.
La peli azul se quedó ahí, con el móvil frente a su rostro sin entender a qué se refería su amiga.
¿De qué sorpresa estaría hablando la morena?
La respuesta llegó a ella en cuanto la pantalla de su móvil oscureció, sirviéndole cómo espejo. Junto con su propia imagen alcanzó a ver como se reflejaba una figura más alta que ella, al mismo tiempo, sintió como una suave caricia en su espalda le avisaba que acabaron con los botones.
"Listo." Dijo, alejándose un par de pasos de Marinette.
La muchacha ahogó un grito y llevó de inmediato sus manos a su rostro, para esconder sus sonrojadas mejillas.
¡¿Acababa de pedirle a Adrien Agreste que le abotonara su vestido?!
Ahora entendía de qué sorpresa hablaba Alya.
"H-hola, Adrien." Saludó ella, intentando parecer lo más normal posible.
Imaginaba que sus padres le habían permitido ingresar, lo cual no estaba mal, pero pudo haber sido una gran desgracia si el joven hubiese llegado tan sólo unos minutos antes.
"Hola, Marinette." Saludó él, con aquella sonrisa que a ella se le hacía tan encantadora. "Es un vestido muy lindo, por cierto."
"Gracias…" Quería preguntarle qué estaba haciendo ahí, pero no podía pensar una forma de elaborar aquella pregunta sin que sonase incómoda por su visita.
"Le pregunté a Alya por ti." Comentó revolviendo ligeramente sus cabellos. Marinette no lo sabía, pero eso era lo que Adrien hacía cada vez que se sentía un poco avergonzado. "Me preocupé un poco cuando dijo que no te sentías bien, y quise pasar a verte."
Marinette un poco sorprendida asintió.
"Así que ¿Estás bien?"
"Sí, o sea, lo estoy. Sólo estaba un poco cansada. Tuve una semana ocupada." Mencionó, acariciando la falda de su vestido producto del nerviosismo.
Adrien se dedicó a apreciar a la muchacha en aquel atuendo tan distinto a lo usual. Le gustaba porque a pesar de notarse más delicado tenía el sello de Marinette por todas partes, especialmente cuando lo veía en conjunto con sus zapatos.
Era su estilo, además la hacía verse muy linda.
Aunque lo había tomado totalmente desprevenido la petición de la muchacha, no vaciló en acercar sus manos hacia su espalda para poder unir los botones y ayudarle a cerrar aquel vestido, pero en medio de su labor, le fue imposible no dedicarse a observar la piel expuesta de la muchacha. Pensó cuán tersa debía sentirse al tacto e inesperadamente se vio a sí mismo queriendo saciar aquella nueva curiosidad, sin embargo, se contuvo.
"Ya lo creo, te vi muy atareada en la escuela."
Por su puesto que ignoraba el hecho de que Marinette además de ir a la escuela y trabajar en sus diseños, también salvaba a París cada vez que aparecía un villano.
"Me hubiese gustado ir con ustedes, pero alguien dijo que era mejor descansar. ¿Fue muy difícil conseguir que te desviaras hacia aquí?" Cuestionó curiosa. Por lo general, los recorridos de Adrien eran muy directos y no acostumbraban a los desvíos.
"Oh, mi padre y Nathalie están fuera de la ciudad, así que realmente no fue demasiado trabajo convencer a Gorila de que me dejara salir sin supervisión."
Ella enarcó sus cejas un tanto sorprendida de la nueva libertad del rubio. Eran muy raras las ocasiones en las que algo así sucedía.
"Oh, me alegro mucho de que no te costara trabajo."
"Casi lo olvido. Alya te envía esto." Dijo mientras entregaba una pequeña caja de dulces y chocolates que su amiga le había encomendado. "Y esto es de mi parte." Agregó extendiendo en su otra mano un pequeño y sencillo arreglo que contenía tres margaritas. "Oh, mira, está a juego con tu vestido."
Aquello le arrancó una suave risita a la chica, quien aceptó ambos regalos con agradecimiento.
"Es cierto, y muchas gracias por las flores, Adrien."
"No es nada, pensé que podían animarte si no te sentías muy bien."
Ella sonrió y las acercó a su rostro.
"Ponte cómodo, voy por un poco de agua para las flores."
Adrien asintió y se acercó a la cama para sentarse en el borde ésta, mientras tanto, la muchacha tomó un florero que descansaba sobre su mesita de noche y en el cual había una flor que, a pesar de su aspecto ya marchito, él podía recordar con claridad.
Se la había obsequiado durante su última visita, la semana anterior a esa.
La peli azul tomó aquella flor ya marchita y con cuidado la puso entre un libro que sacó de un cajón. El modelo le observó curioso.
¿Acaso la chica guardaba con el mismo cuidado cada flor que le obsequiaba en su forma de Chat Noir?
Quiso preguntar, pero se contuvo, no quería parecer un entrometido, así que en su lugar sólo espero en silencio a que la muchacha cumpliese con su labor.
En tanto, se detuvo en aquellas fotografías que adornaban la habitación de la muchacha. Muchas fotos eran del grupo de amigos, otras, bastante en cantidad, eran de él, de las distintas sesiones de modelaje que había tenido, eso no llamaba realmente su atención, pero lo que sí logró capturar su mirada fue aquella foto de Ladybug y Chat Noir, chocando puños como cada vez que derrotan a un super villano.
¿Marinette sería fan de ellos?
No tuvo tiempo de pensar mucho más en eso, pues la muchacha acababa de volver con el florero lleno de agua.
Con su verdosa mirada siguió cada movimiento de la joven, desde que ingresó al cuarto, hasta que puso delicadamente las flores en el florero y luego sobre la mesita de noche.
"Aún no está listo, pero ¿Te gustaría quedarte a cenar?" Invitó ella, sentándose a su lado en la cama.
Quizás era producto del cansancio o quizás su cerebro simplemente había decidido darse unas merecidas vacaciones, pero luego de la sorpresa inicial ya no se sentía tan torpemente avergonzada.
"¡Claro, me encantaría!" No quería parecer demasiado emocionado, pero le agradaba de sobra la idea de cenar acompañado. "¿Te gustaría dar un paseo mientras es la hora de cenar?"
Marinette asintió, arrepintiéndose al instante de haberse sentido tan confiada con su aparente calma, pues nada más formular aquella invitación volvió a sentir como sus mejillas ardían.
"Sólo dame unos minutos para cambiarme." Solicitó con una tímida sonrisa a la par que dirigía su mirada a aquella falda repleta de margaritas.
"¿Vas a cambiarte?" Cuestionó con una expresión un tanto decepcionada. Ella no entendía a qué se debía, pero Adrien se apresuró a explicar. "Te ves muy linda así."
Ahora no era sólo la peli azul quien tenía sus mejillas coloreadas de rojo, también Adrien podía sentir sus mejillas arder.
¿Qué rayos le sucedía? Cuando estaba bajo el disfraz de Chat Noir no actuaba así de idiota y torpe, era mucho más galante y juguetón, más seguro.
"Oh… g-gracias." Murmuró levantando su mirada sólo para encontrarse con los verdosos ojos ajenos. "No estaba muy segura de que tal había quedado… lo terminé hace una semana, pero apenas ahora lo pude probar."
"Quedó precioso, y se te ve de la misma manera." De nuevo, revolvió ligeramente sus cabellos.
Ambos se quedaron en silencio por breves instantes, hasta que la propia Marinette decidió interrumpir aquella ronda de miradas.
"Entonces… ¿Un paseo?"
Adrien no pudo menos que dibujar una amplia sonrisa en sus labios. Rápidamente se puso de pie y en un muy galante gesto estiró una de sus manos como invitación para que la joven se pusiera de pie.
Con una divertida risilla ella aceptó tímidamente aquella mano, y caminaron así, de la mano, hasta llegar a la trampilla que les permitiría salir de la habitación.
Primero bajó Marinette, siendo seguida por Adrien. La muchacha avisó a sus padres que saldría por unos momentos y que luego volverían para cenar, ellos asintieron y el par de jóvenes salió de la panadería.
Estaba atardeciendo, por lo que el paisaje de la noche Parisina era realmente espectacular.
El primer tramo del camino fue recorrido en silencio, pero en lugar de sentirse incómodos ambos estaban a gusto, perdidos en sus pensamientos, pero sumamente a gusto.
Marinette pensó que en un principio Adrien estaba guiándola hacia la torre Eiffel, sin embargo, pronto se dio cuenta que se dirigían al mismo lugar en el que todos habían compartido uno de los helados de André.
Recordaba con triste nostalgia aquella ocasión, pues nunca se había sentido tan apartada del muchacho del que estaba enamorada como ese día.
Perdida en aquellos pensamientos nostálgicos no se percató del camino y sacando a relucir su más característica torpeza, terminó por tropezar. Suerte para ella que el rubio iba mucho más atento y se apresuró a tomarla de la mano para evitar que su cuerpo estrellase contra el suelo.
La muchacha había cerrado fuertemente sus ojos, pues se había resignado a caer, pero en cuanto sintió aquella calidez envolver su mano dirigió su mirada asustada hacia el más alto.
"Muchas gracias, Adrien." Susurró estrechando fuertemente su mano. Si bien no se había llevado una caída, el susto no se lo quitaba ni el mismísimo Adrien.
"¿Estás bien?" Inquirió preocupado. Ella asintió y le devolvió una sonrisa, sin embargo, no aflojó el agarre de su mano.
El rubio le devolvió una sonrisa y reanudaron su marcha, así, tomados de la mano, con las mejillas suavemente teñidas de rojo.
Ninguno tenía idea de qué estaba pasando. Marinette por un lado no entendía de dónde venía todo aquello, estaba feliz, todo lo que siempre había querido lo tenía justo ahí, tenía al chico del que se había enamorado tomándola de la mano, caminando a la par con ella, sin embargo, no tenía idea de porqué estaba sucediendo.
Tiempo atrás se había rendido con aquel amor, se había resignado a no tener nunca la valentía de confesarse y había guardado todas aquellas ilusiones que se hacía, además Adrien en ese momento estaba con otra persona, y lo último que quería era entorpecer, de alguna forma, su felicidad, aún si eso le obligaba a renunciar a su amor, pero Adrien ya no estaba con Kagami, ella ya no estaba intentando nada con Lucas, y de alguna forma la esperanza había vuelto a renacer, con más fuerza.
El modelo, por su lado, tenía quizás una vaga idea de qué sucedía.
Había visitado un par de veces a la chica en su forma de Chat Noir, había compartido momentos por demás agradable y fue capaz de conocer de una forma distinta a Marinette. En la escuela solía pensar que no le agradaba demasiado, aunque la admiraba y le guardaba gran cariño, pues fue su primera amiga, no podía evitar tener aquellos pensamientos cuando veía que la chica difícilmente podía estar a solas con él.
Al tener la oportunidad de conocerla como Chat, quiso más, quiso acercarse más a ella, quiso saber más cosas, compartir más tiempo, hacer más recuerdos a su lado, y eso era justamente lo que estaba haciendo.
En un principio tenía serias dudas sobre cómo acercarse a ella sin ponerla incómoda, y a la vez, sin valerse del traje que escondía su identidad.
Quería estar cerca suyo como Adrien, no como el superhéroe de París.
Suerte para él que se había presentado la oportunidad perfecta: Marinette no se sentía del todo bien y Alya le había encargado aquel pequeño regalo para su amiga. Tenía los motivos perfectos para ir a verla y la libertad necesaria para hacerlo despreocupadamente, así que no podía desaprovechar aquella oportunidad.
Si se preguntaba concretamente porqué estaba caminando de la mano con ella, la respuesta era bastante simple: Se sentía correcto, lo sintió correcto desde que tomó su mano en su habitación y todo su cuerpo le gritaba que estaba bien, que se sentía bien. Sin embargo, aquella simple respuesta escondía una tremenda complejidad de emociones que Adrien no distinguía con claridad, emociones positivas y agradables, cálidas, seguras, pero desconocidas y enredadas.
"¿Puedo preguntarte algo?" La muchacha a la par de asentir dirigió su mirada hacia el más alto. "¿Coleccionas flores? Vi que guardaste una en un libro." Cuestionó él, con la mirada al frente, en el camino.
"Algo así." Respondió ella, recordando aquel libro en el que tenía todas y cada una de las flores que le había llevado Chat. "Hay un gatito que suele traerme flores de vez en cuando. Las guardo todas."
Adrien sonrió. Había sentido una gran ternura cuando vio la delicadeza con la cual manipulaba la última flor que le había obsequiado como Chat, pues creía que solía desecharlas tan pronto como él se iba, pensó que, para Marinette, aquellas flores eran una tontería.
"Pensé que los gatos solían llevarle ratones a sus dueños." Comentó con diversión.
"¿Supongo que esta es su versión de un ratón?" No pudo evitar soltar una risa y Adrien rápidamente se unió a ella.
"¿Mis flores serán dignas de ser guardadas en aquel libro?" Cuestionó una vez que las risitas se detuvieron.
La peli azul asintió tan enérgicamente que sus cabellos se sacudieron con ella.
"¡Claro que sí!"
De pronto, por la mente del joven modelo, cruzó aquel pensamiento, aquella afirmación que le provocó un cosquilleo en el estómago: No podía dejar de sonreír cuando estaba con Marinette. Ya sea en su forma civil o como Chat Noir, era imposible para él no tener una sonrisa dibujada en los labios todo el tiempo.
"Me alegro de que sean dignas de ello."
"Por su puesto que lo son." Mencionó divertida. "Es un recuerdo que quiero atesorar durante toda la vida."
La convicción con la que dijo aquello provocó que las mejillas del más alto se tiñesen de un suave rojo.
"Me alegra mucho. Dudé un poco por el tipo de flor, creí que podrían no gustarte." Ahí estaba, revolviéndose el cabello de nuevo.
A veces le gustaría ser tan seguro como lo era cuando estaba bajo el traje de Chat Noir.
"No estoy acostumbrada a que me regalen flores, para ser sincera, pero no hay forma que pudiesen no gustarme, especialmente si me las das tú." Murmuró, bajando la mirada hacia sus manos entrelazadas. "¿Qué te hizo decidir por las margaritas?"
"No lo sé, sólo las vi y sentí que eran las correctas." Contestó él, con sinceridad.
La joven asintió con una sonrisa, aquello era más que suficiente.
"¿Tu padre estará fuera por mucho tiempo?"
Adrien negó suavemente con la cabeza.
"Sólo por tres noches. El lunes debería llegar."
No pasó desapercibido para ella aquel suave suspiro que había escapado de sus labios color damasco.
"¿Estarás sólo con Gorila estos días? ¿No has invitado a Nino a tu casa?" Indagó, preocupada de que el muchacho fuese a pasar tanto tiempo solo, aunque aquello no era más que un día normal para él.
"Nino y Alya tenían planes para este fin de semana, ¿No lo mencionó?" Al instante Marinette recordó de lo que hablaba, sí, Alya le había comentado que harían un pequeño viaje con la familia de ella. "Además, la única diferencia es que tendré tiempo libre. No hay sesiones de fotos ni nada que requiera de mi presencia."
"¿No es un poco solitario si no hay nadie más en casa?"
Él la miró con una sonrisa que mezclaba la tristeza y la decepción de forma perfecta. Por un momento se arrepintió de haber preguntado.
"Usualmente mi padre está en su oficina y Nathalie con él, así que podría decir que es más o menos lo normal en mí vida. Suelo ver a mi padre una vez al día. Por su trabajo no tiene mucho tiempo para mí."
La joven guardiana sintió el enojo recorrer su cuerpo ¿Cómo era posible que Gabriel Agreste no pasara más tiempo con el maravilloso hijo que tenía? ¡Si ella tuviese la oportunidad de pasar más tiempo con él definitivamente no lo desaprovecharía!
Quizás no lo había dicho con todas sus letras, pero sí fue capaz de leer entre líneas y ver que aquella normalidad de la que le hablaba no era algo que le hiciera feliz, por el contrario.
"Me gustaría poder hacer algo por ti." Aquellas habían sido palabras que escaparon sin querer, simplemente había estado pensando en voz alta. "Ah, digo… no me gustaría que te sientas solo…"
"Me alegra mucho que digas eso." Comentó él y le dedicó la sonrisa más bella que ella jamás había recibido. "¿Qué te parece si vas a casa mañana? ¡Puedo convencer fácilmente a Gorila!
Sabía que iba a dedicarse a descansar durante el fin de semana, pero simplemente no había forma de decirle que no a aquellos preciosos ojos verdes que la miraban con tanta ilusión. Además, si lo pensaba, las actividades recreativas también contribuían al descanso… ¿Verdad?
"¡Claro!" Respondió sonriente. "¿Seguro no será una molestia?"
"¡Para nada! Me haría realmente feliz que vayas."
"Está bien."
Así como así, los jóvenes ya tenían planes para el sábado.
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N/A:
Un pequeño momento Adrinette.
Estaba pensando quizás continuar con capítulos de la pareja inconexos y pensaba dejar abierto el espacio para que ustedes soliciten lo que les gustaría leer. Así que si tienen sugerencias de alguna situación o cualquier idea, espero recibirla en los rvw.
Ojalá les haya gustado, me entretuvo escribirlo, y espero estar pronto de vuelta con algún otro one shot.
