Ráfaga
[...]
Nunca fue de palabras. Él es más de las expresiones, de las muecas, de los gestos. Ella lo sabe porque lo ha estado viendo desde hace mucho tiempo. Lo conoce mejor que nadie, ha memorizado cada parte de él, incluso aquellas que él mismo desconoce.
Kyo es una ráfaga de viento, da vueltas todo, sacude y esparce, arranca y arrastra. A veces, en cambio, es una brisa suave, que cosquillea en las mejillas y remueve mechones de cabello, descubriendo los ojos ante el espectáculo nocturno de las estrellas en verano.
Tohru está perdidamente enamorada de él.
Porque su vida cambió por completo desde que lo conoció. Su corazón late sin remedio cuando ve sus ojos y de ella brotan sentimientos que vibran en todo su ser.
Y él se ha vuelto tan usual que no se imagina perdiéndolo, porque es aquel que arranca sus tristezas y las lleva lejos, es quien es tan dulce que hace arder sus mejillas de calidez. Él es el que le hace ver lo bueno que tiene la vida, incluso cuando ella ha perdido tanto.
Entonces, estará ahí para él, hasta el final de los días.
