El poder duele

Lucius entró a la sala del trono un poco más nervioso de lo normal, cualquiera pensaría que el haber ganado la guerra y ser el líder absoluto del mundo mágico habría tranquilizado a su Señor, pero eso estaba lejos de la verdad, había pasado de ser un líder en guerra a ser un rey en la paz y al parecer, la segunda no era tan fácil como todos habían pensado.

Como tuviera que pasar más noches investigando la política de tribus africanas, a Malfoy le iba a explotar la cabeza, ese era el precio de estar en la cumbre y nadie lo había pasado tan mal como el Señor Oscuro, nadie había pagado más caro el poder.

Hoy estaba allí para darle una mala noticia… Una noticia que llevaban un tiempo esperando, algo que podría hacer que cualquier hombre se rompiera por dentro.

Y lo peor no era eso, lo peor era que a Lucius le iba a tocar recordarle a su Señor lo que se esperaba de él, debía recordarle como un rey tenía que comerse sus sentimientos y sonreír.

"Mi Señor, ya han pasado varias semanas" dijo Lucius cuando estuvo enfrente de la reptiliana forma de su Señor, los ojos rojos le miraron con dureza, y en ese momento supo que los dos sabían de qué estaban hablando "debería ir a visitarla".

El Señor Oscuro entrecerró los ojos, este era un movimiento bastante estúpido por parte de Malfoy, hablarle así, pero era un siervo útil y no dejaba de tener razón.

Lucius vio como el hombre siempre impecable en su túnica negra se levantó "Informa de que hoy estaré fuera" y así se desvaneció en una nube de humo negro.

Lucius suspiró aliviado.

Voldemort apareció en la entrada de una coqueta casa de campo, lejos de ser una mansión, pero era grande, con varias plantas, muchas ventanas, un precioso jardín, casi más como un huerto lleno de especias, ese lugar transmitía una paz instantánea. Podía pasar por ahí tranquilamente porque al igual que todas las casas de sus mortífagos, las barreras le admitían sin ningún problema.

Llamó a la puerta, dio un par de golpes... toc toc toc y nada…

Otros dos toc toc y nada… Se invitó a entrar…

¿Qué estaban haciendo los malditos elfos domésticos?

Nada más llegar al recibidor, una hermosa voz de mujer llegó a sus oídos, una canción, una nana y como si se tratara de un canto de sirena no pudo evitar seguir el camino, el rastro de la dulce voz que conocía tan bien.

Subió un piso y recorrió un pasillo hasta la última puerta, que estaba entreabierta, se asomó procurando no ser visto y allí estaba ella, sencilla, vestida en unos leggins negros y una camiseta de tirante del mismo color, descalza, le cantaba a una cuna, mientras doblaba ropa… Era perfecta, se movía por el cuarto como si bailara al son de su nana, con el cabello suelto en una perfeta cascada de rizos castaños, que se movían como si estuvieran acompañados de una brisa, su tez blanca, sus labios carnosos, sus pequeños pies, había añorado tantas veces llegar a casa para encontrarse con una imagen así.

"¿Hermione?" dijo el Señor Oscuro en su siseante voz.

"Mi Señor" la muchacha dijo sobresaltada "No le esperaba" no tardó mucho en recuperarse del susto y siguió con una agradable sonrisa "es una agradable sorpresa".

"¿qué haces de pie y trabajando? Deberías estar en reposo ¿Dónde están esos malditos elfos domésticos?" el Señor Oscuro estaba comenzando a enfadarse, conocía la terquedad de la muchacha con respecto a los derechos de las criaturas mágicas, pero se había asegurado de que hubiera servicio en esta casa, como debía ser.

Al oír la pregunta del Señor de todos, dos elfos se manifestaron "¿desea algo mi Señor? Dijo uno de ellos, mientras el otro mantenía su mirada en el suelo.

"¿Cómo podéis permitir que vuestra Señora trabaje solo dos semanas después de haber dado a luz? ¿acaso no queda honor entre vuestra raza?" Voldemort levanto su varita para castigar a las impertinentes criaturas, cuando notó la mano de Hermione posándose rápidamente en la suya… Segundos después un llanto comenzó que venía directamente de la cuna.

Aun así Hermione no se movió, con su mano en la del Señor Oscuro, el simple contacto suficiente para pararle en seco.

"Ha sido decisión mía, quiero encargarme personalmente de todo lo relacionado con mi hija" dijo Hermione con una sonrisa tímida.

Voldemort la observó con cuidado y luego, poco a poco recordó todo lo que sabía de la joven, todo lo que había aprendido cuando ella vivía en su mansión como su esclava. Su compasión, su cariño, esa forma de defender y de cuidar, estaba claro que sería una buena madre.

"Por supuesto Hermione, no he de inmiscuirme en como llevas tu hogar" y guardó su varita.

"Eli, Dobby… Ir a prepararnos algo de té" y las dos criaturas desaparecieron rápidamente.

Una vez el problema fue resuelto, Hermione se apresuró a tomar a su bebé y a mecerlo entre sus brazos, calmando el llanto.

"Le he asustado" afirmó el Señor Oscuro "lo lamento" estas palabras eran extrañas para él, pero si alguien iba a escucharlas era la mujer frente a él.

Hermione sonrió "Es una niña"

Voldemort la observó un momento, mientras ella mecía y le decía palabras dulces a su hija, no podía evitar sentir un pinchazo en el corazón, un dolor agudo.

"Déjame verla"

Era preciosa, se empezaba a parecer a su madre, el poco pelo que tenía era de color negro y parecía que iba a ser rizado. Ya la podía ver corretear por aquellos jardines, o por su propia mansión, con la misma carita que su madre, pero con una mata de rizos negros, riendo con la misma pureza. Podría haber sido hija suya, podría haber sido la combinación de la maravillosa mujer frente a él y su antiguo ser, su antiguo cuerpo.

Voldemort tenía una expresión tranquila y Hermione no podía dejar de sonreírle a la criatura entre sus brazos.

Por fin la podía ver sonreír así, cuando terminó la guerra él decidió salvarle la vida y mantenerla como su esclava, fascinado por su particular belleza y por su inteligencia… Pero ella era como un ente vacío, se estaba consumiendo, todo su mundo se venía abajo y él se sorprendió preocupándose por ella, queriendo ver su sonrisa, conocer a la mujer que le había dado tantos problemas durante la guerra.

Empezó a dejarla relacionarse con otros mortífagos, seguir estudiando, participar en la toma de ciertas decisiones, hasta que se dio cuenta de que estaba enamorado de ella, algo tan poco natural y extraño para él, que resultaba casi insoportable.

Algo que jamás hubiera pensado, algo que nunca había temido.

Cuando Voldemort terminó su viaje en busca del mayor poder mágico, se encontró con una decisión, si quería tenerlo todo, la vida eterna, debía sacrificar algo igualmente poderoso, el resultado de este sacrificio era lo único que le había dado miedo durante su búsqueda, lo único a lo que había temido.

Luego descubrió que el sacrificio era el amor, él podría amar, pero nunca le sería devuelto, no podría satisfacer a una mujer, aunque él encontrara satisfacción, no podría tener hijos… a Voldemort le dieron ganas de reír…Amor… eso era algo que nunca había tenido y que no quería, que dificultad tendría perderlo, que difícil sería sacrificarlo… no lo fue.

Hasta que calló prendido de la princesa Gryffindor.

Entonces se convirtió en una tortura, estar a su lado era un recordatorio de que ella nunca podría amarlo, de que si llegaba a tener hijos no serían suyos, que si la llevaba a su cama ella no encontraría ninguna forma de placer, no podía ser suyo de ninguna manera, ni siquiera en las más banales.

Por eso decidió dejarla ir, le ofreció que tomara su marca, que se convirtiera en una mortífaga a cambio de la libertad y ella aceptó, saliendo de su mansión con el objetivo de rehacer su vida, algo que obviamente había conseguido.

"He llamado y nadie ha contestado, he pasado yo… mismo" Voldemort estaba intentando justificarse sin disculparse de nuevo.

"Tenemos esa zona silenciada para que nadie despierte al bebé, todo el que es importante está permitido en nuestras defensas, como usted" contestó Hermione con una sonrisa, la niña ya había dejado de llorar y la volvió a colocar en su cuna.

Hermione le guio a una salita, donde los elfos habían preparado un pequeño aperitivo de media tarde… Por lo menos habían hecho algo bien los ineptos

"No quiero molestarte querida, creo que debes descansar" El Señor Oscuro no se había podido quitar esa sensación de falta de aire desde que la había visto, al otro lado de la puerta.

"No s…" la respuesta de Hermione se quedó flotando en el aire cuando el sonido de una red flu encendiéndose la silenció, la luz verde dio paso al Director de Hogwarts, Colegio de Magia y Hechicería, que claramente no esperaba ver al Señor Oscuro en su sala de estar.

"Severus" dijo Voldemort cordialmente, aunque parecía siempre estar de mal humor cuando se trataba del eminente profesor.

"Mi Señor, no esperaba encontrarlo aquí" contestó Severus seco pero respetuoso.

"Mi amor" dijo Hermione, añadiendo sal a la herida y hundiendo aún más el negro corazón del Señor de las tinieblas.

Severus sonrió cariñosamente hacia su esposa y se agachó para besarla en la mejilla "Querida, ¿cómo está la pequeña? Siento haberme tenido que ir así"

"Está todo bien Severus, Hogwarts nunca descansa" Hermione sonrió cariñosamente a su marido y luego al Señor del mundo mágico que estaba sentado frente a ella.

Voldemort devolvió la sonrisa como pudo, aunque por dentro sentía como todo a su alrededor se venía abajo.

La niña, como si reconociera este sentimiento, comenzó a llorar desde su cuarto. Hermione se disculpó y se levantó para ir a atender a su pequeña, secretamente encantada de poder abandonar ese momento tan tenso.

"Severus siéntate" ordenó a su anfitrión "Son perfectas" dijo con cierta extraña combinación de veneno y cariño.

"Lo son, soy muy afortunado"

Este estaba siendo uno de los peores días en la vida del Señor Oscuro, aunque aún no había superado el día de la boda, fue todo un acontecimiento en el mundo mágico, la boda de Severus Snape y Hermione Granger, el director de Hogwarts y la maestra de pociones, Slytherin y Gryffindor, ambos lados de la guerra, todos estaban expectantes y Voldemort estaba hundido.

Solo tuvo dos momentos de satisfacción aquel día, uno fue la sonrisa de Hermione cuando caminaba hacia su esposo, él mismo ofició la boda y en su cabeza podía verla como si estuviera caminando hacia él, con esa cara de puro amor y devoción, claro que eso se estropeó cuando él mismo fue quien les hizo jurar amor y fidelidad eternas. El segundo momento que tuvo de plena satisfacción fue cuando se llevó a Severus a un lado y le hizo jurar, un juramento inquebrantable, que protegería a Hermione y a todos los hijos que podría tener con ella, que nunca la traicionaría y que usaría todos sus recursos para que jamás les faltara de nada.

"No olvides tu juramento Severus"

"Jamás, no hay nada que quiera más en este mundo" contestó tajante el director.

Voldemort se quedó satisfecho y se levantó del sofá

"Discúlpame ante la Señora Snape, no puedo alejarme durante tanto tiempo" y sin esperar una respuesta Voldemort desapareció en su niebla negra, dejando a su anfitrión con la palabra en la boca, aunque feliz de estar por fin libre de coger a su hija y besar a su esposa.

Lucius se sorprendió ante la llegada de Voldemort, había sido mucho más rápido de lo que él esperaba…

Voldemort fue directamente a sentarse en su trono y se quedó ahí en silencio, con los ojos cerrados como meditando, Lucius no sabía muy bien cómo comportarse.

Su Señor abrió la boca y soltó un grito ahogado, un grito largo y animal, que resonó por toda la habitación, rompiendo todos los cristales que caían bruscamente en el suelo, obligando a los pocos sirvientes que estaban a su alrededor a protegerse.

Este había sido el último pinchaos de muchos, una aguja más con el nombre de Hermione Granger clavada en su corazón… Una de tantas, pero quizá una de las más definitivas.

Ese dolor empezó tantos años atrás, cuando ella comenzó a gravitar en torno al maestro de pociones, cuando le echaba esas miradas que parecía reservar solo para él, cuando se hablaban como si compartieran un secreto, cuando le buscaba en las habitaciones cuando entraba, cuando se dio cuenta de que todo era recíproco, cuando vio por primera vez el amor en los ojos de Snape, cuando no le quedó otra que dejarla marchar.

Si no se hubiera convertido en Voldemort, si no hubiera renunciado al amor, si pudiera haberla enamorado, si la preciosa niña pudiera haber sido suya… Pero el poder necesita de sacrificios, el poder se lleva lo más preciado, el poder ahoga la vida, ahoga el amor.

El poder duele tanto…


N.A: Tenía que quitarme esto del corazoncito, un posible final, un gran amor... o dos.

Espero que os haya gustado.

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Ya sabéis, las reviews son la única forma que tenemos de saber que os ha parecido y me encantaría saber que pensáis.

también me gustaría que me recomendarais autores e historias que os gusten dentro del FanFiction de Harry Potter :)

Que el Fandom de Harry Potter nunca muera.

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Muchos besos

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