Hey hey! espero que estén bien n_n

Mientras trabajo en mis otras historias trato de superar el bloqueo cerebral que a veces me da :P y encontrar inspiración escribiendo historias relativamente cortas basados en ideas que me vienen a la cabeza mientras veo algun episodio, como "¿y si tal personaje hubiera hecho esto? ¿Y si tal episodio hubiera ido de esta manera...?" Y he aquí el resultado:

Cita en la Cueva...no como fue, sino como pudo haber sido (según yo, y aviso que se me fue la cabeza en imaginación xD)

Espero que lo disfruten :D

Disclaimer: Lo de siempre.


Al principio, había pensado en vivir ese día como cualquier otro día de su vida, ir a trabajar y realizar sus actividades como normalmente lo hacía, pero unas pocas palabras de su madre la habían hecho pensar mejor sobre su decisión y la habían llevado a cambiarla radicalmente. Después de todo, no era como si tuvieran la oportunidad de tener una cita romántica cualquier otro día de la semana, él era un músico bastante ocupado que pocas veces tenía la oportunidad de pasar tiempo con ella, así que lo ideal sería que ella utilizara ese día para arreglarse y lucir hermosa para él cuando la volviera a ver.

Así, su madre terminó de convencerla de que se tomara ese día libre del trabajo para salir con ella, quien la ayudaría a prepararse para esa noche, algo que no había tenido oportunidad de hacer antes pues las otras ocasiones, ellos se habían encontrado en otras ciudades.

Pero esta vez él vendría a Swellview, así que la Señora Page aprovecharía la oportunidad para ayudar a su hija en su cita y de paso estrechar más su relación.

Primero, irían a un spa, luego a un salón de belleza para arreglarse y terminarían con un viaje al centro comercial para comprarse algo de ropa nueva en una de las tiendas más exclusivas.

Todo eso luego de un pequeño soborno a su jefe para que le diera permiso.

Fue bastante fácil, aunque a Charlotte le hubiera gustado que su madre no accediera a ir a una cita con Ray... se estremeció al pensarlo, pero había poco que pudiera hacer al respecto, su madre había estado de acuerdo alegremente, después de todo, ella era madre soltera y su hija ya era mayor y no necesitaba de su madre a cada instante, la mujer no podía quedarse soltera para siempre si podía evitarlo, ¿verdad? De todos modos, dudaba que esa cita se convirtiera en otra cosa, sabía que Ray sería incapaz de manejar el temperamento y la actitud de su madre, si ella era algo mandona, Ray se llevaría una sorpresa con su madre.

Pero ella se estaba desviando del asunto principal.

Aún así, disfrutó mucho de su día libre, pasando el tiempo que tanto necesitaba con su mamá, recibiendo masajes relajantes, yendo al sauna, frotándose la piel con aceites y cremas bastante caras que dejaron su piel exquisitamente suave y fresca... debía admitirlo, tener un día libre para simplemente ser mimada y cuidada se sintió bien.

En el salón de belleza, las estilistas tuvieron un día de campo con su cabello, lavándolo con todo tipo de champús y acondicionadores en crema, maravillándose de lo suaves que habían terminado sus rizos, probando todo tipo de peinados y demás, felicitándola y diciendo lo afortunado que era el joven con el que saldría de tener una chica como ella para él solo, y lo asombrado que iba a estar una vez que la viera cuando hubieran terminado con ella.

Después de eso, continuaron con el maquillaje, también probando muchos tipos diferentes en su piel antes de escoger uno adecuado. Y también le hicieron manicura y pedicura, algo que nunca había probado porque era ella quien siempre se arreglaba las uñas por su cuenta, pero debió admitir que tenerlas hechas por profesionales hacía la diferencia.

Al principio, fue extraño para ella estar recibiendo tanta atención, pero después de un rato, comenzó a disfrutarlo y se maravilló de su reflejo en el espejo cuando hubieron acabado.

Sabía que era bastante aceptable en el departamento de belleza, que el hecho de que sólo hubiera salido con un chico en sus cortos años de vida no significaba que fuera indeseable en absoluto. Pero nunca se había considerado 'hermosa' o 'preciosa', ni siquiera 'atractiva'. Sin embargo, al mirar los resultados de su sesión de maquillaje en el espejo, se sintió lo suficientemente segura como para llamarse a sí misma por esos adjetivos con aprobación.

El viaje al centro comercial fue otra cosa.

El tiempo que pasó allí fue tan vergonzoso para ella que se preguntó cómo no terminó estallando en llamas con lo mucho que sentía su cara –tacha eso– todo su cuerpo, calentándose de vergüenza por las miradas que recibía de los chicos con los que se cruzaban en su camino, sumado a los comentarios de su madre concernientes a los chicos que la miraban, llegando incluso a señalar qué atributos le parecían interesantes y animarla a hacer lo mismo.

Tuvo que recordarle muchas veces que iba a salir con Jack esa noche, a lo que su mamá respondía con un simple: "¿y?" acompañado de una sonrisa pícara.

Aparte de las miradas indiscretas y los susurros impresionados y el tartamudeo del joven dependiente que atendió a sus demandas –algo que encontró lindo y entrañable pero que no lo comentó porque sino su mamá la mortificaría todo el camino–, fue una entretenida experiencia.

Ambas se dieron sus caprichos, probando todo tipo de modelos y tejidos y estilos. Fue divertido... incluso la parte en la que su madre se probó un vestido corto sorprendentemente ajustado que quería usar en su próxima cita. Charlotte se había estado divirtiendo tanto que lo dejó pasar, e incluso se entretuvo con la idea de qué cara pondría Ray al ver a su madre.

Seguramente se daría cuenta de que ella estaba demasiado fuera de su alcance... esperaba.

Finalmente, regresaron a casa y su madre la ayudó a terminar de arreglarse, esperando el auto que la llevaría al restaurante que él había elegido para pasar esa noche.

Después de haber tomado la decisión, su mamá –sin su consentimiento, pero no podía enfadarse con ella después de los resultados– había llamado a Jack para informarle sobre la decisión de su hija, diciéndole lo impresionado que se iba a quedar cuando la viera otra vez.

Y, agradecido y halagado por la molestia que su cita se estaba tomando para lucir bonita para él, decidió que si ella había soportado todo eso por él, él también podría hacer un esfuerzo.

Ya no quería tener que seguir escondiéndola como si fuera un sucio secreto, su relación distaba mucho de eso. Así que finalmente había decidido tirar la discreción por la ventana y llevarla a una cita adecuada en un elegante restaurante como una chica como ella se lo merecía, pero no le había dicho cual, para que fuera una sorpresa.

Pero esa no sería la única de esa noche...

Una limusina... Había venido a llevarla en una maldita limusina. Color blanco perlado. Con detalles plateados. Y vidrios polarizados.

Fue tan increíblemente impresionante que se quedó atónita al verlo a través de su ventana y tuvo que ser codeada por su madre para recobrar el sentido.

Con manos temblorosas, abrió la puerta y salió con la boca ligeramente abierta, preguntándose como fue capaz de caminar sobre sus tacones sin perder el equilibrio de la impresión.

Pero su reacción no fue nada comparada con la de Jack.

Se sintió orgullosa de sí misma al verlo una vez que llegó al auto. Él había estado mirando su celular, pero al oír sus pasos acercándose, alzó la vista desprevenido y casi soltó el dispositivo al verla, alcanzando a atraparlo a tiempo antes de que se estrellara contra el pavimento. La mandíbula se le desencajó, los ojos se le saltaron de la impresión, sus mejillas se cubrieron de rojo, y él la observó como si fuera una aparición encantadora.

Ella contuvo una risita y se aclaró la garganta.

—¿Te gusta?

Su pregunta rompió el hechizo en el que él parecía haber estado perdido y asintió un poco tontamente, cerrando la boca antes de aclararse la garganta y enviarle una sonrisa bastante tímida y linda.

—Yo... ah... lo siento, te ves espectacular y me quedé sin aliento, ese vestido te... te sienta bien —admitió, tropezando con sus palabras.

Sintió una punzada de orgullo en su interior al verlo así de descolocado.

—Gracias —respondió, dando un giro.

El vestido que le habían elegido las chicas de la tienda de ropa era de color bermellón, sin mangas, con escote en forma de corazón y lentejuelas rojas y negras formando un bordado de flores en la parte del corsé, y una fluida falda plato que apenas llegaba unos centímetros arriba de sus rodillas.

Su falda giró grácil e hipnóticamente con ella, como si fuera una bailarina, elevándose unos centímetros y permitiéndole al muchacho una hermosa vista de sus muslos.

Se abofeteó mentalmente y trató de enfriar su rostro enrojecido, pero fue en vano.

—Déjenme sacar una foto de ustedes dos antes de que se vayan —le pidió la mamá de su cita, salvándolo de hacer el tonto.

Él tomó su mano y la atrajo gentilmente hacia su costado, pasando un brazo alrededor de su cintura, colocando la mano en su cadera y oliendo el dulce perfume que emanaba de ella como una tentadora poción.

Después de que su madre les tomó la foto a los dos sonriendo, se despidieron y la señora Page le advirtió –en broma, pero también muy en serio– que no devolviera a su hija demasiado tarde en la noche, y luego les deseó una linda cita.

Él le abrió la puerta de la limusina y ella entró, jadeando suavemente de sorpresa por lo caro que parecía todo.

Aún afuera, Jack sonrió, ese era su turno de impresionarla.

—Te extrañé mucho —dijo el muchacho abrazándola una vez sentado junto a ella mientras el vehículo avanzaba.

—Yo también —convino Charlotte, fundiéndose en su abrazo y cerrando los ojos mientras inhalaba el aroma de su colonia, algo que había extrañado también.

Entonces levantó la cabeza y sus labios se encontraron.

El beso duro un par de minutos antes de que se separaran y se observaran con suaves sonrisas y las frentes pegadas.

El viaje fue cómodo y tranquilo, hablaron sobre sus vidas, él le contó anécdotas sobre sus giras y ella le contó las locuras que habían sucedido en Swellview.

Se relajó tanto que ni siquiera pensó en el sitio al que iban, por lo que fue un shock cuando llegaron al restaurante y se enteró de sus planes.

Había alquilado todo el restaurante, para ellos durante esa noche... no, para ella.

Ella se sintió, no halagada, lo siguiente.

¿Qué chica de la escuela podría decir que su chico había hecho algo así en una cita?

Y no cualquier restaurante sino el maldito Montegos.

Y si te estás preguntando cómo se las arregló para rentar un restaurante en el que solo puedes ir después de haber sido invitado por el dueño, bueno... ¿Una estrella de la música internacional que quiere pagarte miles de dólares por unas horas de exclusividad? Vamos, tienes que estar loco para rechazar la oferta, de verdad.

Por supuesto, un evento como ese se filtraría y llegaría a oídos de los periodistas, y pronto, todos los medios de Swellview y las ciudades aledañas estaban expectantes por la llegada de la superestrella y su misteriosa cita, de la que solo se tenían vagos rumores.

El entusiasmo de Charlotte se disolvió y fue reemplazado por nerviosismo y timidez cuando vio a los muchos periodistas que los esperaban afuera.

—Creo que la limo atrajo un poco de atención —observó ella, un poco aprensiva y decaída mirando por la ventana al tumulto de gente.

Ya habían pasado por esto antes y se veía venir que tendrían que marcharse a otro sitio. Sería una lástima, una cita en lugar así habría sido de ensueño.

—En realidad, están aquí por ti, no por la limo, o por mí —la corrigió el chico.

Ella regresó la mirada a su cita, confundida y perpleja.

—¿Por qué estarían aquí por mí?

—Porque todo el mundo tiene curiosidad por saber sobre la mujer misteriosa con la que he estado saliendo que pone una sonrisa en mi rostro —explicó con una sonrisa.

Su sonrisa ladina aumento cuando vio la mirada de la joven, una mezcla de sorpresa y esperanza.

—¿Quieres decir que...que quieres oficializar nuestra relación?

Aunque llevaban saliendo hacia un par de años, pocas personas sabían de ello, y ella jamás se molestó en querer hacerlo público porque entendía que con su carrera, era algo difícil. Además, ellos nunca habían hablado de ser novio y novia de forma oficial, solo salían.

—¿A ti que te parece? —preguntó con un toque de humor el joven, alzando una ceja.

Antes de que pudiera responder, el chofer de Jack abrió la puerta de su lado. Antes de salir, él tomó su mano, la apretó con cariño y le envió una dulce sonrisa. Sabía que a ella no le gustaba la atención excesiva, pero quería que el mundo la conociera, y para eso tenía que mostrársela a los medios.

Era algo ineludible pero para lo que él estaría a su lado ayudándola a navegar ese entorno.

—Estoy aquí, no te alteres, todo esta yendo bien, confía en mi —murmuró.

El músico salió primero, sonriendo para los flashes de las cámaras mientras extendía su mano hacia ella para ayudarla a bajar de la limusina.

Tragándose su pánico escénico, aceptó su otra mano y salió de la limusina como una modelo, enviando una modesta sonrisa a la gente que la rodeaba.

Una vez que estuvo a su lado, se dio cuenta de que estaba temblando levemente por el nerviosismo, por lo que se inclinó sobre ella con sutileza y le habló en voz baja al oído, enviando escalofríos a través de su cuerpo.

—Tranquila, lo estás haciendo excelente —la animó.

Ella lo miró sonriendo tímidamente, luego volvió a mirar a los periodistas.

—Tenemos que posar para las cámaras un poco más, solo aguanta un poco.

Ella asintió con la cabeza, incapaz de emitir palabra, indicando que se sentía lo suficientemente segura como para posar para algunas fotos para los medios que ocuparían la primera página de todos los programas de televisión, sitios web de noticias, redes sociales y periódicos...

Sí, ninguna presión...

La abrazó mientras enviaba a las cámaras una sonrisa brillante, y ella siguió su ejemplo, esbozando una sonrisa más recatada, aunque comenzando a disfrutar de la atención.

Se sentía como una estrella de Hollywood.

—¡Queremos un beso! —Gritó alguien entre la multitud.

Esa persona fue apoyada por más, y se comenzó a escuchar un coro de 'un beso' y él la miró pidiendo permiso con la mirada.

'¿Te sientes cómoda con eso?'

Ella le sonrió ampliamente y tomando la iniciativa, presionó sus labios contra los de él, tomándolo por sorpresa aunque algo tímida, provocando algunas risas divertidas de los periodistas a su alrededor y algunos arrullos de cariño.

Después de recuperarse de su movimiento inesperado, él comenzó a corresponder el beso, colocando sus manos en su cintura y acercándola a él, ganando silbidos y vítores de la gente.

Se separaron y se miraron el uno al otro con sonrisas felices y mejillas ardiendo. Le levantó la mano y le dio un último beso sin apartar los ojos de ella.

—Vamos —dijo suavemente, apartando su mirada de ella y comenzando a caminar hacia las puertas del restaurante...

...Sobre una alfombra roja que estaba segura de que si se quitaba las sandalias blancas de tacón, sus pies entrarían en contacto con el sedoso terciopelo.

Y hacía juego con su vestido... si lo hubiera planeado, no saldría tan perfecto.

Caminaron del brazo, Jack con la cabeza en alto, orgulloso y arrogante de la mujer hermosa e inteligente que tenía a su lado. Esa mujer mirando tímidamente a la gente y las cámaras a su alrededor, sonriendo nerviosamente y, ¡Dios! ¿Era ese un periodista de noticias de Swellview en una transmisión en vivo? Su madre debía estar llorando de la emoción.

Les hicieron decenas de preguntas mientras caminaban, una tras otra sin darles tiempo siquiera a responder si querían:

"¿Dónde se conocieron ustedes dos?"

"¿Cómo se conocieron?"

"¿Cuánto tiempo han estado saliendo?"

"¿Cómo es salir con una superestrella?"

"¿Cómo te sientes al salir con Jack Swagger?"

"¿Cómo puede una chica salir con Jack Swagger?"

"¿Cómo lograste atraparlo?"

Charlotte sintió que se abrumaba ante tantas preguntas, pero Jack ignoró a todos esos reporteros y no la hizo detenerse a responder a nadie, gracias al cielo.

Caminaron como reyes hacia la entrada, custodiados por dos grandes hombres del personal de seguridad con trajes negros y gafas de sol que habían bajado de un auto negro que había ido acompañándolos sin que ella los supiera, quienes intimidaban lo suficiente para que ningún reportero quisiera arriesgarse a molestarlos.

En la entrada del restaurante también había dos guardias de seguridad, que los saludaron con un asentimiento y se hicieron a un lado, permitiéndoles la entrada.

La vista del interior del restaurante la dejó boquiabierta, sus ojos casi se le salieron de sus cuencas ante la gran sala ahora vacía, excepto por los miembros de una orquesta que apenas verlos entrar empezaron a tocar una relajante melodía, y una única mesa circular en el centro, con un manto blanco que llegaba hasta el suelo y velas en ornamentados portavelas de plata.

—Esto es maravilloso —exhaló.

—Sólo lo mejor para mi chica —respondió Jack, sonando orgulloso de su logro.

El dueño del restaurante se acercó a ellos, con una gran sonrisa que tenía más que ver con el enorme cheque que iba a recibir que con otra cosa.

—Bienvenidos a mi humilde restaurante —les saludó.

Jack estrechó la mano del hombre, que parecía tremendamente emocionado y luego le presentó a su compañera.

—Señor Montego, permítame presentarle a mi hermosa novia, Charlotte.

La chica en cuestión clavó su mirada en él ¿la había llamado novia?

Ignorando su sorpresa, el hombre le tomó la mano haciendo que se volteara a mirarlo, y le dio un casto y cortés beso en el dorso.

—Es un placer, señorita —respondió.

Charlotte sintió que iba a estallar en llamas siendo la receptora de tanta atención, pero era agradable que la trataran como una dama de vez en cuando y también que la mimaran como una reina.

—Por favor, permítanme acompañarlos a su mesa.

Se dio la vuelta y lo siguieron el corto camino hasta la mesa. Jack llevó de la mano a la aturdida chica, le acercó la silla y luego tomó asiento frente a ella.

—Aquí está el menú —indicó en los folletos encima de la mesa—, tómense su tiempo para ordenar, un mesero llegara pronto para tomar sus pedidos, disfruten su noche.

Con una última sonrisa a la joven pareja, el hombre los dejó solos y regresó para comprobar que todo marchaba bien para esta noche.

Ella quiso cuestionar a Jack sobre eso de llamarla su 'novia', pero él ya estaba revisando el menú, así que decidió abordar el tema luego y lo imitó, maravillándose de la cantidad de platillos disponibles, de tantos lugares.

Había pensado que lo único que servían allí era carne, pero, ¡qué equivocada había estado!

Sus habilidades culinarias eran una lástima en comparación con lo que hacían estos sujetos.

—¿Qué tipo de vino prefieres? —preguntó su cita.

Ella miró a Jack con duda. No tenía la edad suficiente para beber, pero unos sorbos de vino no harían daño a nadie, ¿verdad? Además, se trataba de una ocasión realmente especial.

Pero no tenía ni idea de qué elegir debido a su inexperiencia, así que se encogió de hombros algo apenada.

—Para ser sincera, no tengo ni idea de vinos.

Él le sonrió comprensivamente.

A veces se olvidaba de que, al contrario que él, ella no tenía que viajar por el mundo y socializar con personas cuyos gustos rayaban a veces en lo excéntrico. Por eso el tiempo que pasaba con ella era como una bocanada de aire fresco. Con ella, no tenía que ponerse una máscara o pensar con cautela y cuidado en cada una de sus expresiones y acciones. A su lado, podía ser ese chico simple de Swellview que una vez fue.

—Entonces déjame recomendarte el vino rosado dulce, va con casi cualquier cosa.

Ella asintió, confiando en su experiencia y él levantó una mano para llamar al camarero que había estado esperando que ellos decidieran.

Jack pidió el mejor vino rosado dulce que tenían, luego ambos hicieron sus pedidos de comida.

Una vez que el mesero se fue a traerles su bebida, Jack estiró sus manos sobre la mesa y tomó las suyas, enviándole una mirada cálida y una sonrisa.

—Espero que todo esto no se vuelva demasiado abrumador para ti.

Ella negó con la cabeza, devolviéndole la sonrisa.

—Todo esto fue un poco inesperado y admito que me puso algo ansiosa, pero lo que hiciste aquí es realmente maravilloso, nunca antes me había sentido tan importante para otra persona —confesó, y, reuniendo valor, decidió confrontarlo por sus palabras—. ¿Dijiste eso en serio? ¿Lo de ser tu...tu novia?

Jack la miró directo a los ojos.

—Por supuesto que fue en serio, quiero que seas mi novia, a partir de ahora, te prometo que te haré sentir importante todos los días de tu vida, ya no te esconderé del ojo público, te amo y quiero que el mundo sepa lo feliz que soy contigo.

La miró expectante, con una suave sonrisa en su rostro.

Ella se dio cuenta de que él estaba esperando que ella dijera algo y tenía que darse prisa porque él estaba empezando a perder la sonrisa ante su silencio.

¿Ella lo amaba? Bueno, él era amable, respetuoso, cariñoso y dulce con ella, eso le gustaba de él. Le prestaba atención, se interesaba en lo que a ella le gustaba y trabajaba.

Ella no tenía mucha experiencia en el campo del amor, pero sentía mariposas cada vez que él la felicitaba y escalofríos recorrían su cuerpo cuando le susurraba al oído. Sus besos eran como la miel para ella, y le gustaba que él quisiera hacerla sentir especial.

Todo eso contaba como amor, ¿verdad?

Esperaba que, sí, fuera amor, porque no quería estropear el maravilloso momento que estaban viviendo.

—Yo también te amo y quiero ser tu novia —decidió finalmente, sintiendo que se le revolvía el interior de alegría al verlo recuperar el brillo en sus ojos y la sonrisa.

No habían dicho que se sentían así el uno por el otro hasta ese momento, así que esa declaración hizo que ese gran momento fuera más especial.

Se miraron fijamente, perdiéndose en las profundidades de los ojos del otro, y lentamente, sus cuerpos se inclinaron hacia el otro.

Los ojos de Jack bajaron hacia sus sedosos labios rojos, tan atractivos. Los había probado antes, pero esta vez sería diferente. Ella le había dicho que lo amaba, este beso tendría un significado completamente diferente para ambos.

Sus labios estaban a centímetros de distancia, sus respiraciones se mezclaban. Ella agitó los párpados, lista para cerrar los ojos y disfrutar de otro beso.

Sus labios se encontraron, y justo en ese momento, una de las empleadas que se encargaba de la limpieza se había acercado furtivamente desde la puerta del servicio, con teléfono en mano y la cámara lista, tomando una foto perfecta del momento en que la dulce pareja compartía aquel momento, para inmediatamente subirla a las redes sociales con una enorme sonrisa.

Ajeno a ello, la pareja seguía en la misma posición, moviendo sus labios en sincronía con el otro, sin importarles estar siendo observados por los músicos de la orquesta, hasta que un discreto carraspeo los hizo detenerse y separarse, esbozando sonrisas avergonzadas.

Un joven camarero estaba junto a su mesa, con la botella del vino que habían ordenado en una mano y las dos copas en la otra, con un rostro sereno que le estaba costando mantener por la escena que había presenciado. Jack asintió con la cabeza y el joven procedió a servir el vino para ambos, sin llegar a llenar sus copas a pedido de la joven.

Una vez hecho eso, dejó la botella y con un asentimiento de cabeza se marchó después de anunciarles que su pedido estaba pronto a arribar.

Ambos tomaron sus copas, y mientras Jack bebió con total seguridad, Charlotte primero se dedicó a aspirar el aroma que desprendía antes de animarse a dar un sorbo de prueba.

Lo saboreó un momento, era dulce y suave, nada a como lo había imaginado, y después de decidir que el sabor le era agradable, se animó a seguir bebiendo de su copa.


En la cueva, se respiraba un ambiente de tensión. Todos los miembros del equipo, incluida Piper, estaban sentados en diferentes partes del lugar, prestando atención a la transmisión en vivo de la cita de la superestrella de la musica. Los periodistas estaban entrevistando a varias fanáticas del artista que se habían reunido a las afueras del restaurante al enterarse de que estaba allí, con la esperanza de tener aunque sea un vistazo de él, dando sus opiniones, tanto positivas como negativas de la pareja, y cada tanto el canal repetía el clip de la pareja del momento llegando al restaurante en aquella elegante limusina, donde el artista bajaba de su vehículo y luego ayudaba como todo un caballero a su cita a bajar.

No lo habían visto al momento de suceder, ya que en realidad, había sido Piper quien había estado pendiente de aquel evento por medio de sus redes sociales, el resto había estado ocupado haciendo otras cosas, ya que no estaban en realidad interesados en ello. Fue solo cuando la joven casi se desmayó de la impresión que Henry se acercó preocupado a su hermana para ver que la había dejado en ese estado.

Descubriendo así la razón de tanto alboroto.

Al principio le costó trabajo reconocerla, estaba vestida de forma que jamás la había visto vestir antes y arreglada como para una premiere de Hollywood en vez de una cita.

Lucía simplemente preciosa en aquel vestido que resaltaba su belleza.

Intrigado por el rostro estupefacto de Henry, Ray se había acercado a ver que lo había puesto en ese estado, viendo también la repetición del clip de la limusina.

Sus ojos se abrieron impresionados.

—¿Esa es Charlotte?

Esa frase fue suficiente para sacudir a Piper de su trance, quien dio un chillido de alegría que también hizo despertar a Henry y que sacudiera la cabeza para aclararse las ideas y ver si así podía también aclarar su visión porque no podía ser que esa preciosa chica fuera su amiga y que estuviera del brazo del mismísimo Jack Swagger.

Tenía que haber un error.

Piper recobró los sentidos y rápidamente le quitó el celular a su hermano, yendo a sentarse en el sofá con una enorme sonrisa y los ojos brillando de la emoción.

Todos estaban hablando de Charlotte y Jack Swagger en Internet, y ella iba a sumarse a la discusión, pero lo mejor era que ella conocía a la nueva novia del artista en persona y eran amigas, tenía fotos de ellas juntas para probarlo ¡sus redes sociales iban a estallar!

Al enterarse de ello, Ray de inmediato había encendido uno de los monitores para sintonizar el canal de noticias que reportaba el evento, y allí lo había dejado.

Luego de eso, Schwoz y Jasper se sumaron a ellos y se acomodaron en la cueva para mirar la transmisión.

Y ahí se habían quedado, mirando como los conductores del noticiero hablaban de lo mucho que debía gustarle Charlotte para estar dispuesto a hacer algo así por ella ¡alquilar un restaurante exclusivo toda la noche solo para ellos dos!

Y ellos preguntándose porque les había ocultado que iba a tener una cita en primer lugar.

Sabían que Ray le había dado el día libre, pero ellos habían creído que era solo para pasar tiempo de calidad con su madre, no para salir con una superestrella. De hecho, Henry había tratado de contactarse con ella durante el transcurso del día, pero aparentemente su celular estaba apagado, y ahora que veía aquello, seguramente para no ser molestada mientras se arreglaba.

Al pensar aquello, sintió una punzada en su pecho de algo que no pudo determinar bien que era, pero que se intensificó al ver la escena del beso en la alfombra roja, y que le provocó un malestar que no supo explicar muy bien.

Una mano cayó en su hombro como consolándolo, y miró a un lado para encontrar a Jasper dirigiéndole una mirada de comprensión y lamento que no entendió del todo.

El chico no dijo nada y apartó su mano, yendo a sentarse junto al resto.

En ese momento fue que Henry se dio cuenta de que había estado apretando los puños y tensado sus músculos como si hubiera estado listo para atacar ¿a quién? No tenía idea, pero el rostro de cierto chico de cabello negro y ojos castaños pasó por su mente.

Incapaz de regresar a casa por culpa del halcón y sin nada más que poder hacer allí, se resignó a tomar asiento en el suelo y mirar junto al resto la transmisión en vivo, con esa extraña e intermitente molestia intensificándose por minuto.

Como tenía los ojos endurecidos y puestos en la pantalla, no captó las miradas de preocupación e inquietud que el resto –excepto Piper aun absorta en su teléfono– le enviaban de vez en cuando, sobre todo cuando aparecían imágenes de la feliz pareja y alguien mencionaba lo lindos que se veían juntos.

Sus amigos no estaban seguros de que sentía exactamente por ella, pero sabían que le tenía un gran aprecio y que confiaba más en ella que en nadie, por eso el que ella le ocultara algo de esa magnitud debió de ser un duro golpe para él, aunque ellos estaban desconcertados por su decisión de mantenerlos en las sombras sobre su relación, él era el más afectado.

Y de ahí la tensión, ellos sabían que Henry estaba molesto por lo que estaba viendo y ellos no sabían como abordar el asunto sin lastimarlo más.

"Y tenemos una imagen exclusiva de la pareja en el interior del restaurante, cortesía de una persona que trabaja allí y que la subió a su cuenta de Envygram"

En el monitor apareció la imagen de Charlotte y Jack sentados en su mesa, besándose y con las manos entrelazadas.

Ese amargo sentimiento en su interior flameó con renovadas fuerzas, y ahí lo entendió.

Eran celos.

Se sorprendió a sí mismo ¿por qué sentiría celos de ellos? No, no era de su relación, eran celos de Jack. Pero no de cualquier tipo, no eran los típicos celos de hermano preocupado, o de amigo temeroso de que el interés amoroso de su amiga fuera a quitarle el lugar que ocupaba...era diferente.

Eran celos por verlo abrazándola y tomando su mano, por verlo dedicarle esas miradas de adoración y besarla, por percibir lo halagada, importante y querida que eso la había hecho sentir, por ver como ella le sonreía con dulzura y ser quien iniciara el beso de la alfombra roja, delatando lo enamorada que estaba de él.

Eran ese tipo de celos.

Pero ¿por qué los sentía ahora? Él sabía que ella estaba saliendo con él, pues ahora que recordaba, se lo había dicho en un par de ocasiones –pensó con vergüenza de no recordar algo tan importante hasta ese momento–, y él jamás había reaccionado así esas veces.

Aunque, tal vez se tratara de que esta vez era algo real que podía comprobar con sus propios ojos.

Antes, solo la había oído hablar de Jack, contar como lo conoció y que lo había besado, pero en ese tiempo tenía la mente en otras cosas como para pensar mucho en eso, y además, jamás los había visto juntos en sí, solo tenía sus relatos.

Esta cita en ese restaurante era completamente diferente, y no solo porque tuviera pruebas materiales de su relación con Jack, sino porque el artista le estaba revelando al mundo que ya no estaba disponible.

Y por ende, Charlotte tampoco.

Ya no podía estar seguro de que al llegar a la Cueva, la encontraría allí, o que podría ir a su casa y hablar con ella cuando quisiera, ya no podría acaparar su atención porque ahora ya tenía a alguien que le estaba demostrando que de verdad la quería y deseaba hacerla feliz.

Y por lo que veía a través de la pantalla, lo estaba consiguiendo.

La había dado por sentado, teniendo la idea de que ella estaría a su lado siempre, apoyándolo y animándolo.

Sin embargo, esas imágenes fueron como una bofetada de realidad que lo sacaron de su fantasía y lo devolvieron al mundo real.

Llevaban tanto tiempo siendo mejores amigos que no se dio cuenta cuando sus sentimientos pasaron de simple afecto por una amiga a algo más profundo, y acostumbrado a su constancia y diligencia y notando que ella no parecía interesarse por otros chicos de manera romántica, no se molestó en analizarlos a profundidad para descubrirlo a tiempo y poner manos a la obra, antes de caer en cuenta cuando ya era demasiado tarde.

Cuando alguien en quien jamás vio como rival dejó de ser un relato a ser una realidad.

No supo que dijeron después de eso, su mente silencio a todos a su alrededor, solo podía ver con impotencia esa imagen que se burlaba de él y de su inacción que le costó lo más valioso que no sabía que tenía hasta ese momento.


La cena estuvo deliciosa, de verdad que el chef se había lucido, y Jack pidió que lo llamaran para felicitarlo. La mujer de unos cincuenta años estaba que no cabía de la emoción ¡Jack Swagger en persona la estaba felicitando por su trabajo! ¡Y le había presentado a su novia!

La jovencita era dulce y amable, además de humilde, pocas eran las veces en que a ese establecimiento acudían personas famosas que fueran de esa manera, y que fueran tan buenos al tratar con el personal. Incluso accedió a sacarle una foto con el músico, y luego el músico autografió una servilleta para su nieta.

Ese día no podía haber ido mejor.

—Mientras esperamos por la cuenta...¿te gustaría bailar un poco? —pidió el joven, extendiendo su mano hacia ella.

Charlotte comenzó a negarse, un poco aprensiva a la idea, pero él la tranquilizó.

—Será un baile suave, no tienes que hacer nada más que dejarme llevarte —insistió—, prometo que será sencillo.

Ella alzó la vista y la conectó con su mirada cariñosa y reconfortante, y pensó ¿por qué no? Ya había posado para las cámaras, salido en televisión y dicho que lo amaba, bailar un poco sería pan comido.

Aun algo insegura pero decidiendo confiar en él, aceptó su mano y el la llevó a la pista de baile...que era básicamente la parte vacía del restaurante.

Una vez que estuvieron uno frente al otro, el la tomó de la cintura con una mano y con la otra tomó su derecha y entrelazó sus dedos, y ella apoyó su mano restante en su hombro como había visto antes hacer a otras parejas al bailar.

—A la cuenta de tres, comenzamos a movernos ¿de acuerdo? Uno...dos...¡tres!

Suavemente, Jack empezó a deslizarlos a ambos por el salón con elegancia, dándole indicaciones aquí y allá sobre como moverse y seguirle el ritmo.

Luego de unos pocos intentos, le agarró el gusto y comenzó a soltarse un poco, realizando movimientos más fluídos que si bien no eran de una profesional, eran aceptables para una cita. Al poco rato, ya no tuvo que concentrarse tanto en no pisar a su compañero o torcerse un tobillo, y pudo enfocarse en el rostro de Jack que la observaba embelesado y con una sonrisa orgullosa de haber conseguido que bailara con él en una cita por primera vez.

La orquesta cambió la música a una más suave aún, y Jack pasó a colocar ambas manos en su cintura, lo que la dejó con posar sus brazos sobre sus hombros, acercando más sus cuerpos. Lo único que hicieron entonces fue moverse de un lado a otro en círculos lentamente a medida que volvieron a acercar sus rostros para besarse una vez más, y Charlotte pensó que no podía haber tenido una cita más romántica.

Debía agradecerle a su madre su idea de llamarlo.

Después de pagar la cuenta, saludar al encantado dueño y agradecerle la velada y de dejar una buena propina a los empleados, la pareja estuvo lista para marcharse finalmente.

Sus nervios habían quedado en el fondo de su mente durante la cena y el baile, pero ahora que estaban por salir a la calle de nuevo, regresaron con más ímpetu, amenazando con hacerla expulsar todo lo que había consumido.

Al notar su desazón, Jack tomó su mano entre la suya y la apretó con cariño, entrelazando sus dedos y haciéndole saber que él estaba ahí para ella y que no tenía que temer a lo que los estuviera esperando afuera.

Animada por su apoyo, con su otra mano lo tomó del brazo y atravesaron las puertas.

El tumulto de gente y cámaras era mucho más estruendoso que cuando entraron. Ahora también había fanáticos amontonados a los lados, siendo retenidos por vallas y personal de seguridad.

Caminaron tranquilamente por en medio de ellos, Jack esbozando una enorme sonrisa claramente encantado por como había resultado todo y alegre de poder por fin mostrársela al mundo y que supieran quien era la responsable de hacerlo sonreír antes de cada concierto cuando lo llamaba para desearle suerte.

Charlotte no se sentía tan intimidada pero seguía con algo de timidez, las cámaras seguían sacando foto tras foto y los periodistas alzaban la voz con preguntas que Jack otra vez no contestó.

Él se limitó a sonreír para las cámaras y saludar a sus fanáticos, afortunadamente sin pedirle que lo imitara, él sabía que esto ya estaba siendo demasiado para ella y no quería abrumarla.

La limusina estaba esperándolos donde los había dejado, y el chofer les abrió la puerta para que entraran.

Jack la hizo que subiera primero, pero, antes de subir al vehículo tras ella, se dio la vuelta y se dirigió a uno de los periodistas más cercanos.

El hombre no dudó y soltó la pregunta que todos se estaban haciendo.

—¿Es ella la famosa novia secreta con la que has estado saliendo?

Jack sonrió alegremente a la cámara que transmitía en vivo y respondió.

-Sí, lo es.

Un fuerte murmullo de voces exaltadas por la revelación se abrió paso después de su confirmación. Jack solo sonrió y saludó a la gente antes de darse la vuelta y entrar a la limusina.

Una vez a salvo dentro del vehículo, aseguró las puertas y le ordenó al chofer que arrancara en dirección a la casa de su novia, luego se relajó contra el cómodo asiento, exhalando exhausto pero satisfecho, y se volvió a mirar a su ahora novia oficial.

Charlotte todavía sentía como si sus mejillas estuvieran en llamas y el calor se hubiera extendido hasta su vientre.

Se sintió bien ser reconocida por su novio en vivo.

—¿Disfrutaste nuestra noche? —preguntó este, pasándole un brazo por los hombros.

—Me encantó —respondió ella con una gran sonrisa, luego se impulsó hacia arriba y le dio un beso en la mejilla—, estuvo genial, gracias.

Él tomó su mano y la besó.

—Me alegro.

El resto del viaje lo pasaron en silencio.

Habían hablado lo suficiente durante la cena, por lo que simplemente disfrutaron de la presencia del otro, él abrazándola y ella recostándose contra su pecho, escuchando el suave latido de su corazón, del que ahora ella era dueña indiscutida.

Ella pensó que la llevaría directamente a casa, pero tuvieron que hacer un cambio de vehículo en medio del viaje de regreso. Jack dijo que era por el bien de ella y su madre, que no quería que los periodistas o sus fans los acosaran en su casa, al menos esa noche. De modo que dejaron la limusina y se dirigieron en un discreto coche negro que los llevó a la casa de Charlotte.

Allí, su mamá lo invitó a pasar un rato y les ofreció una bebida a él y a su chofer, que aceptaron.

Jack tomó asiento en su sofá junto a su desorientado chofer mientras su novia fue a ayudar a su mamá en la cocina a preparar las bebidas, y allí su madre le devolvió el teléfono que había olvidado en la mesa de café esa tarde antes de salir.

Lo había dejado apagado todo el día a petición de su madre, quien no quería que su hija se fuera apresuradamente si su jefe la llamaba –aunque habían hecho un trato, uno nunca puede estar lo suficientemente seguro–, y se había sentido tan relajada que se había olvidado por completo. Ni siquiera pensó en su falta de teléfono, con todas las cosas maravillosas que le habían sucedido.

Lo tomó y lo encendió, frunciendo el ceño ante las llamadas perdidas y la docena de mensajes de texto que había recibido de Henry y Piper.

Sus ojos se agrandaron cuando pensó en él, y luego se le salieron de las órbitas cuando pensó en el resto del equipo. Con toda la diversión y los preparativos, se había olvidado de contarles sobre su cita, y al faltar al trabajo ese día, no había tenido tiempo de explicarse.

Ella suspiró con resignación, había poco que pudiera hacer al respecto sino esperar que no se molestaran con ella por no haberles dicho nada.

Después de un poco de reflexión, decidió no abrir sus aplicaciones de redes sociales, ya que no se sentía completamente preparada para lidiar con personas en Internet hablando de ella y Jack. Ella abordaría el asunto mañana.

Esa noche, tenía una gran noticia para compartir con su madre.

Después de haber compartido la noticia de que oficialmente eran novia y novio, su madre dejó escapar lágrimas de felicidad, luego abrazó a Jack, llamándolo 'yerno' y diciéndole una advertencia en voz baja en su oído mientras lo abrazaba, aconsejándole en contra de hacer sufrir a su hija rompiéndole el corazón.

Todo el color se drenó de su rostro y tragó saliva con fuerza, pero disimuló su repentino temor dejando escapar una risa ahogada, asegurándole que nunca dañaría a Charlotte de esa manera, lo que le valió un cariñoso apretón de su suegra antes de que ella se separara de él.

Demasiado pronto, llegó el momento de que él se fuera para continuar con su gira, por lo que ella lo acompañó fuera de su casa y se despidieron con un beso, abrazándose.

El beso de despedida fue más profundo, más dulce y más lento que los demás.

Era como si ninguno de los dos quisiera que terminara, y es que ahora que su relación tenía una connotación más seria, estar a distancia parecería una tortura, pero sabían que podían superar cualquier obstáculo si hacían el esfuerzo.

Sintió su cuerpo hundirse en su cálido abrazo, deseando quedarse allí para siempre. Por desgracia, ambos tenían deberes que cumplir, Jack con su carrera y Charlotte con ayudar a sus amigos a mantener la ciudad, y a ellos mismos, a salvo.

Se separaron pero mantuvieron sus manos unidas.

—Que tengas un buen viaje —le deseó.

—Gracias, que duermas bien, te llamo mañana, ¿de acuerdo?

Soltaron sus manos y dieron un paso atrás.

Jack le envió una última sonrisa antes de entrar en su coche y marcharse.

Observó el coche hasta que se perdió en la noche, suspirando de alegría por la maravillosa noche que había disfrutado.

Se dio la vuelta y volvió a entrar a su casa, siendo recibida por su madre, quien la tomó de las manos y tiró de ella hacia el sofá. Se sentó a su lado y la miró con una mirada ansiosa y emocionada.

—Ahora, señorita, cuéntame todo sobre tu cita, ¿cómo estuvo?

El entusiasmo de la madre de Charlotte fue contagioso porque sintió que sus labios se estiraban en una sonrisa brillante y feliz.

—Fue maravilloso, mamá, el restaurante era hermoso, la comida deliciosa, había una banda tocando música suave ... ¡y él me enseñó a bailar! ¡Bailé con él!

Su madre se tapó la boca con las manos mientras daba un pequeño grito feliz y encantado, mientras que su hija se reía suavemente de las reacciones de su madre.

Siguieron hablando un poco más acerca de su cita, entre jadeos de asombro, suspiros soñadores y risitas de parte de su madre al oírla contarle detalles exclusivos, que actuó más como una amiga adolescente que como una madre, pero eso estuvo bien para Charlotte, que deseaba compartir su felicidad con alguien que se sintiera contenta por ella. Había leído algunos de los mensajes de Henry y Piper, y mientras la adolescente le decía lo afortunada que era y le reprochaba juguetonamente porque no le había dicho nada, su amigo parecía no estar tan entusiasmado con la noticia.

Pero no tenía ganas de ponerse a analizar las reacciones de sus amigos, esa noche había sido espectacular y no dejaría que nada la arruinara, por lo que simplemente apagó su teléfono de nuevo.

Esa noche, Charlotte se fue a dormir sintiéndose como la chica más afortunada del mundo, haciendo todos los pensamientos sobre sus amigos a un lado para lidiar con ellos la mañana siguiente, eligiendo disfrutar de ese poco de felicidad que le había sido concedido.


Iba a ser más largo pero lo dividí en dos y la segunda parte la estoy editando todavía, y como es un proyecto para despejarme más que nada, va a tardar en salir ya que le daré prioridad a las otras historias, así que se quedará en one-shot por ahora.

En fin, gracias por leer :3

See Ya!!

H.C.