— ¡¡UWAAAAH!!

Un fuerte grito resonó por todo el lugar alertado a los jugadores de voleibol que se encontraban reunidos en sus respectivas habitaciones, los cuales comenzaron a atropellarse entre ellos y el primero en abrir la puerta de la habitación del capitán de una forma para nada delicada, fue Kindaichi seguido de sus compañeros de equipo.

— ¡¿Qué pasó?!—. Exclamó el pelinegro mientras movía sus ojos por toda la habitación en busca de algo que podría llegar a causar un terrible accidente pero solo se encontró con la perfecta y para nada dañada figura de Oikawa vistiendo una remera celeste junto a un pantalón blanco que curiosamente representaba a su escuela. Se encontraba parado con una gran sonrisa brillante mientras sostenía lo que parecía ser un sobre blanco, una carta.

— ¡Oh, chicos! Miren, me enviaron una carta—. Se las enseñó con orgullo. Los chicos lo miraron unos cuantos segundos hasta que todos soltaron un suspiro bastante deprimente, como si lo que hubieran visto no era lo que esperaban realmente.

— Oh, pensé que te habías roto una pierna—. Murmuró decepcionado Kindaichi.

— O un brazo—. Le siguió Kunimi.

— E incluso todas tus extremidades—. Terminó Hanamaki.

— ¡Ustedes son muy crueles conmigo!—. Chilló ofendido el armador.

— ¿Entonces no le pasó nada? Es una pena.

Un chico de cabellos castaños oscuros y puntiagudos estaba apoyado de espaldas en el marco de la puerta mientras los miraba con los brazos cruzados. Oikawa detuvo sus reproches para poder mirarlo con una sonrisa a la par que se acercaba y le mostraba la carta frente a él, haciendo que se mueva de su lugar para ver aquel pedazo de papel.

— ¡Iwa-chan, mira!

A iwazumi no le sorprendió para nada ver aquella carta, conocía perfectamente sobre la popularidad que tenía Oikawa entre las chicas e incluso se debía decir que también entre los chicos, si, muchos pero muchos chicos, solían llegarle cartas, invitaciones a citas, bentos hechos por sus "fans", alguna que otra prenda de ropa, también le pedían muchas fotos. Iwazumi siempre veía todo aquello de lejos. Estaba encargado de traer a Oikawa de sus estupideces y de alejarlo del montón de chicas que siempre suelen rodearlo a las afueras de la escuela e incluso de las prácticas. Creo que esta de más decir que a él armador realmente no le importaba mucho todo eso, en realidad parecía estar feliz con eso.

— Otra carta—. Contestó con simpleza, ni siquiera entendía su emoción por ver esa carta cuando ya había recibido miles idénticas a esa.

— Pero no es una simple carta—. Dijo mientras la volteaba.— Esta tiene un corazón y dice "El sin nombre".

— Eso es estupido, solo es una carta como cualquier otra, solo que la persona tal vez no tenga la suficiente confianza de poner su nombre, Idiotakawa—. Puntualizó con desinterés mientras suspiraba.— Asi que deja de gritar a menos que sea por haberte lastimado.

Él solo hizo un mohín pero aún así se dispuso a abrir el sobre con lentitud y a pesar de que su Iwa-chan parecia desinteresado en el tema, se quedó viéndo todos sus movimientos por el rabillo del ojo mientras seguía en la misma posición. Lo vio sacar un papel pequeño, demasiado pequeño para su sorpresa, no podia ser simplemente un testamento poético como los demás que había tenido la oportunidad de leer cuando su capitán no estaba al tanto de ellos. Era una notita que por estar al revés no pudo leer, pero antes de que decidiera moverse un poco, Oikawa ya había empezado a leerla en voz alta.

— "Ven a esta dirección xxxxxxxx a las 19:00 hs y trae un... ¿pijama? No olvides pedirle permiso a tu mamá. Atte: "El sin nombre."—. Leyó ligeramente confundido con la nota anónima, pero aún más con el pequeño corazón—. Iwa-chan ¿No te parece extraño?

— No me sorprende que a esta altura intenten secuestrarte—. Los ojos de Oikawa se abrieron como platos al escuchar semejante ocurrencia y casi automáticamente sus piernas comenzaron a temblar cual gelatina.

— I-iwa-chan, n-no digas eso... ¿Qué pasaría si realmente me secuestraran?

— ¿Paz mundial?

— ¡Iwa-chan, malo!

— No soy un perro, estupikawa.

En ese momento un chico medio somnoliento cruzó por la puerta, su cabello estaba rapado, es de color rubio y parece haberse teñido dos líneas negras que corren horizontalmente de un lado al otro de la cabeza. Sus ojos afilados estaban delineados con un color negro, pero se veía tan cansado que no podia verse hostil.

Él los miró a todos con aturdimiento.— ¿Que... hacen? Hay... mucho... ruido—. Murmuró a duras penas, parecía que en cualquier momento se quedaría dormido incluso parado.

— ¡Es perro loco-chan!

— Hablando de perros—. Le susurró Kindaichi a sus compañeros, los cuales rieron en voz baja.

— Nada importante, solo que alguien quiere secuestrar a Oikawa—. Le contestó Iwazumi encogiéndose de hombros mientras se retiraba de la habitación seguido de los demás. El joven castaño se quedó sólo en la habitación con un rubio rapado y somnoliento que ni sabía en donde se encontraba.

Después de haber llevado fácilmente a Kentarou devuelta a su habitación gracias a su sentidos de animal totalmente dormidos por el sueño. Comenzó a pensar en las palabras que le había dicho su rematador estrella ¿Realmente lo iban a secuestrar? ¿Cuanta probabilidad había de eso? No tenía idea, incluso comenzó a pensar que era un mensaje de los aliens que ya querían llevárselo al igual como pasaba en todos sus sueños, talvez lo citaron en ese lugar alejado de la ciudad para venir en sus platillos voladores y absorberlo con su rayo lazer sin ser vistos por nadie.

Y asi, Oikawa Tooru desaparecerá dándole entrada a la paz mund-

¡Maldito, Iwa-chan! Ugh.

Pero a pesar de todos esos pensamientos de miedo y desconfianza, a pesar de que Iwazumi le había dicho que lo iban a secuestrar y sabe dios que clase de torturas aterradoras le harían, Y A PESAR de que su instinto antialienígenas le gritaba que todo esto era una terrible idea, Tooru se encontraba con un gorrito de lana azul mientras se aferraba con fuerza a su bolso deportivo con sus cosas necesarias frente a la dirección dictada en la nota.

Y fue justo como lo había pensado, estaba en medio de la nada rodeado de árboles, siendo acompañado únicamente por el sonido de los grillos y el escalofriante chocar de las ramas de los árboles.

Si, perfecto para un secuestro, eso es lo que pensó con un rostro de total seriedad.

Frente a él, había dos altas columnas de piedra y entre medio de ellas había un camino echo de piedritas blancas, un camino que llevaba a lo que parecía ser una gran casa al estilo tradicional japonesa, el patio frente a él era realmente espacioso, había algunos árboles y pequeñas lagunas dándole un toque mas relajante, de repente un pequeño animalito pasó por su campo de visión ¡Que bonito! ¡Si es solo un lindo gatit-

Crack.

Un grito para nada varonil, en realidad demasiado agudo, salió de sus labios al escuchar el sonido de una rama quebrarse mientras se apresuraba a rezarle el padre nuestro al mismísimo cielo para que tuviera piedad de él, que los aliens que venían en su búsqueda simplemente lo vean y pensarán que tenía algún defecto e incluso un retraso demasiado avanzado que les dijiera que no era el indicado para sus experimentos, revisión al cuerpo humano o quien sabe qué querían de él.

Se preguntarán ¿Por qué esa insana obsesión con los aliens? ¡es muy sencillo! Cuando Oikawa Tooru era un pequeño e inocente retoño, había visto en la televisión un pequeño documental sobre los alienígenas ¿Qué porqué había algo así pasando por la Tv? Nadie lo sabe, pero él había quedado boquiabierto al ver esos horripilantes extraterrestres, tanto que tuvo que ir corriendo hasta su mamá y tirar de su ropa para que lo siguiera hasta la sala, ella le había dicho que esas cosas no existían, que simplemente eran historias creadas para asustar a las personas. Pero desde ese día, en alguna parte del cuerpo de Oikawa, había quedado implantado algo sobre los alienígenas, dándole vida a su nuevo don que el nombró y bautizó como su "instinto antialienígenas".

Él se creía un niño prodigio, y hasta ahora, sigue pensando de esa forma.

Claramente junto con ello vino sus extraños sueños con aquellos seres sobrenaturales. Oikawa se describe así mismo como un "fan antialienígenas" esto estan extraño, que ni él mismo es capaz de comprenderse, sin saber de que lado estaba exactamente, ya que un chico con ese don no puede estar llevando calzoncillos con estampados de aliens o alguna prenda de ropa en las mismas condiciones.

Solo era aterradoramente interesante, pero Iwazumi siempre se encargaba de decirle que solo era un idiota que le tiene miedo pero a la vez le fascinan los aliens.

Pero volviendo al repentino ruido que escuchó. Se dio vuelta tétrica y lentamente, casi como un robot de lento funcionamiento, Y vaya que sus ojos se abrieron en grande de la sorpresa que se estaba llevando.

— ¿Oikawa?

— ¿U-ustedes?

Frente a él, muy lejos de ser los alienígenas que estaba esperando, estaban dos chicos que conocía perfectamente, uno de ellos tenia cabellos negros y puntiagudos peinados hacia un costado, al igual que él, traía puesto el uniforme de su equipo, solo que ese era de color rojo y de letras blancas.

El otro era moreno, cabellos demasiados cortos, él le decía "el resucitado" o "cara de huevo con una sonrisa aterradora" la cual en ocasiones llegaba a ser perturbadora, y su uniforme era totalmente negro.

— Kuroo... Daichi—. Musitó aún algo perdido en la situación sin poder procesar correctamente lo que estaba viendo.— ¿Qué hacen ustedes aquí? Espera—. Cortó rápidamente.— ¡¿Ustedes van a secuestrarme?! ¡¿ES PORQUÉ SIEMPRE ME BURLO DE USTEDES?! LES JURO QUE ESE NO ERA YO, ADEMÁS, NO PUEDEN HACERME ESO, SOY DEMASIADO VALIOSO PARA EL MUNDO, PARA LOS ALIENS, PARA IW-

— Wow, wow, woooow, deten el carro ahi amigo—. Lo detuvo Kuroo con las manos al frente mientras se detenía frente a él junto con Daichi que lo miraba confundido.— ¿De que secuestro hablas? ¿te refieres a la carta anónima? Y ¿qué tienen que ver los aliens en esto?

Oikawa parpadeó varias veces y su cuerpo pareció relajarse.

— ¿Entonces no van a secuestrarme para poder robar mi increíble pijama con estampados de aliens y tirarme por un puente para después decir que me suicide por ser demasiado para este mundo?—. Inquirió atónito.

— Oikawa... ¿Estás bien?—. Le preguntó preocupado el capitán de Karasuno mientras Kuroo parecía estar en blanco ante sus especulaciones.— Nosotros fuimos citados aqui... mira—. El joven castaño observó como sacaba una nota del bolsillo de su pantalón para después enseñarla al igual que el pelinegro, ambos papeles decían exactamente lo mismo.

— Entonces nosotros tres recibimos lo mismo—. Musitó aún perplejo y los otros dos asintieron.

En eso, se oyeron otros pasos venir por el otro lado del camino, los tres chicos de inmediato pusieron su atención en ellos mientras Oikawa se escondía detras de Kuroo a la par que susurraba un "talvez sean los aliens" que dejó al capitán de Nekoma confundido. Lograron visualizar en la penumbra de la noche dos figuras caminando hacia ellos, uno parecía ser más alto que el otro.

Los chicos detuvieron sus pasos y Kuroo sonrió en grande mientras se acercaba dejando totalmente desprotegido a un temeroso Tooru que estaba de espaldas con las manos tapándo su rostro, hasta que Sawamura le tocó el hombro haciendo que casi le de un infarto.

— ¿Oya?—. Dijo el chico azabache de rizos ligeramente ondulados cuando cruzaron miradas.

— ¿Oya, oya?—. Continuó su acompañante de cabellos bicolor y en punta que abrió sus brazos al aire.

— ¿Oya, oya, oya?—. Terminó el de Nekoma para después correr y abrazarlo.— ¡Pero si es mi búho bro!—. Exclamó sonriente mientras lo estrechaba en sus brazos con alegría.

Mientras tanto, Akaashi saludó con la mano a los dos restantes que estaban detrás de los mayores siendo correspondido de la misma manera, los cuales hasta ahora no fueron percibidos por el peligris.

El "búho bro" se separó de él mientras sonreía brillantemente.— ¡No pensé en verte aquí! ¡Incluso Akaashi pensó que era demasiado sospechoso!—. El pelinegro lo miró con confusión.— ¡La carta que me enviaste, claro!

Kuroo pareció entender.— Oh, mi pequeño bro, yo no te envié esa carta—. Le contestó viendo como su mejor amigo ahora era el confundido.

— ¿No fuiste tú?—. negó.

— Yo recibí la misma—. Se la mostró y después apuntó hacía a un lado.— Ellos también la recibieron—. Koutarou inclinó su cabeza hacia un costado del Nekoma para ver hacia a donde apuntaba, encontrándose con dos chicos parados que estaban viendo toda la situación en silencio, sus circulares ojos dorados se abrieron en grande.

— ¡Hey, hey, pero si es el capitán de Karasuno!—. Daichi asintió a su saludo con una sonrisa amable y Bokuto pareció dudar un poco cuando sus ojos se posaron en Oikawa.— ¿Y tú eres...?

— Bokuto-san, él es el capitán de Aoba Johsai ¿Lo recuerdas? Lo vimos en un partido hace poco—. Le explicó su acompañante mientras ocultaba sus manos en su uniforme.

Entonces algo hizo click en su cerebro.

— ¡Oh, ya recuerdo!—. Pareció sacudir su cabeza decepcionado de si mismo por olvidarlo.— ¡Eres el Gran Oiwawa toro!—. Dijo en alto mientras sonreía y el rostro de Oikawa pareció deformarse ante su mal dicho de nombre.

— Lo dijiste mal, Bokuto-san, es Oikawa Tooru—. Lo corrigió su armador con un suspiro mientras negaba.— Por favor disculpado, Oikawa-san—. El nombrado negó mientras Daichi se encargaba de moverlo hacia adelante, parece ser que sus piernas dejaron de responderle.

Keiji se acercó a Bokuto logrando atraer su atención mientras Kuroo iba hacia Tooru en un intento de hacerlo reaccionar, parecía estar bastante shockeado. Koutarou pareció verse desanimado cuando le dijo que ya debia regresar. Cuando Akaashi escuchó sobre la carta, no pudo evitar desconfiar sobre ello, pero el As parecía demasiado emocionado por presentarse allí mismo, que tuvo que acompañarlo para cerciorarse de que no le pasara nada malo.

— Llámame si sucede algo y vendré por ti.

Eso pareció animarlo un poco ya que asintió enérgicamente mientras se despedía de él con la mano, viendo como la espalda de su armador desaparecía en la oscuridad de la carretera.

Volteó hacia sus compañeros pero rápidamente pareció sorprendido.

— ¡¿P-por qué están llorando?!

Kuroo y Oikawa parecían lagrimear al ver aquella conmovedora escena mientras Daichi los miraba con negación, perece ser que les llegó al corazón al tal punto de hacerlos llorar, y si, del dolor.

— Ojalá Kenma se preocupara así por mí—. Fingió sollozar el pelinegro mientras pasaba su brazo por sus ojos intentando ocultarse.

Por otro lado, lejos, muy lejos de donde se encontraba él, el susodicho "Kenma" quien estaba tranquilamente libre de preocupaciones innecesarias, echado en su cama mientras mantenía su Nintendo Switch entre sus manos, pareció soltar un repentino estornudo que mandó a volar por los aires a su pequeño aparato a la vez que una extraña sensación recorría su cuerpo. Preguntándose así mismo ¿qué había sido eso? Pero segundos después simplemente recogió su NS y volvió a jugar en su mundo.

— ¡¿Sabes qué es lo peor?!—. Exclamó Oikawa mirándolo con dolor mientras el otro negaba en respuesta.— ¡Qué Iwa-chan, me regalaba! ¡Ni siquiera le importó que me secuestraran!

— No iba a secuestrarte.

— ¡No me refería a eso!—. Replicó con cansancio a la vez que suspiraba pasándose una mano por su cabello, hasta que sus ojos se abrieron como platos al reconocer esa voz.

Oh... no.