En la inocencia humana, en algarabía, broma o curiosidad, se peca de idiota u otras veces se arrastra consigo a otros, porque ansiar algo o querer probar lo tonto que es, puede llevarnos a la perdición.
Los íncubos son demonios de forma masculina, caracterizados por un atrayente e inusual atractivo, los cuales seducen a sus víctimas en sus sueños mediante su apariencia hasta finalmente tener sexo con ellas, sin embargo, la probabilidad de tener la desdicha de ser una víctima es escasa por no decir nula, a menos de tal vez ser invocado por un ritual o repitiendo cierta oración un par de veces.
Observaste a tus amigas, incrédula, al oírlas otra vez hablar de eso, probablemente tu posición de no creyente hacía que las mirases con reminiscencia, por lo estúpido que sonaba para ti y haber escuchado alrededor de más de 100 veces un "Me gustaría intentarlo, pero me da miedo", tú creyendo y prácticamente asegurando que nada pasaría.
—Ay, por favor... ¿Lo harán o no? — Rezongaste fastidiada —Llevan meses hablando de esto
—¿Tú también quieres saber acaso? — Preguntó tu amiga Sarah sonriente
—Quiero que se den cuenta que es falso y es una tontería, solo eso— Respondiste con una sonrisa socarrona
—¿Entonces por qué no hacerlo tú? — Propuso Ally
Algo hizo clic en tu cabeza, como si fuese una mala señal, de la nada, sentiste una pequeña molestia en el estómago, no obstante, decidiste ignorarla y meditar la propuesta, de los miles de idiotas que hacen este tipo de cosas ¿Qué probabilidad había de supuestamente ser elegida o que realmente funcionase?
—De acuerdo, pero deben darme las instrucciones y todo lo que necesite— Accediste interesada
El brillo y entusiasmo en las miradas de tus amigas te dejó perpleja, en todo caso al menos no te aburrirías durante un rato o saldrías de la rutina.
—Para empezar, no debes mastur...
Antes de que Sarah siguiese hablando preferiste tapar su boca, hablar de eso en la facultad te hacía arder en vergüenza, lo peor era ver como se expresaba desvergonzadamente.
—Nos reuniremos en mi departamento después de clase— Declaraste poniéndote de pie
. . .
Las tres yacían en el cuarto, con unos aperitivos mientras leían uno de los libros de Ally.
—Viendo que ya no me taparás la boca, nosotras conseguiremos lo que necesites en lo material, mientras tanto... En tus indicaciones está que no debes masturbarte durante una semana— Indicó Sarah
—Sencillo— Soltaste cogiendo una galleta del sobre
—No obstante, tu cuerpo si debe recibir estimulación, literatura erótica, ver pornografía, etc. Ello antes de bañarte todas las mañanas— Continuó Ally repasando con su dedo uno de los reglones
—¡Oh, vamos! —Reclamaste
Tus amigas empezaron a carcajear divertidas, soltando el libro en el piso, tu vista se posó en una imagen, un joven de alas negras con silueta y cuerpo fornido, de facciones simplemente encantadoras y una sonrisa destellante en el rostro.
—Oh, ¿ya elegiste? — Ally miró el libro contigo
—¿Elegir? — Cuestionaste
—Oh, sí, a eso iba. Tercero, usa algún peluche el cual deberás pasar por tu cuerpo con los ojos cerrados, imaginando el aspecto físico más atractivo que puedas tener en mente, aunque dicen que si conoces el nombre de algún demonio y lo repites mientras lo haces es más efectivo— Explicó Sarah
—¿Puede ser este? — Señalaste la imagen antes vista
—A ver— Ally carraspeó antes de leer la página— Porque el placer puede estar encarnado de tantas maneras, incluso si fuese en una sonrisa tan inocente la cual alberga una maldad demoniaca, elocuente y curiosa, con una personalidad desafiante y juguetona, se alza desde las llamas eternas siendo impredecible, porque existen tan pocas probabilidades y personas tan desafiantes que es simplemente divertido ver la creación divina como otra pieza para la diversión de un ser eterno y maligno. Una atrayente mirada turquesa, con ojos tan brillosos como hambrientos, una melena rubia como la de aquellos ángeles a los que constantemente maldice y con los que juega cruelmente dada la oportunidad. Un cuerpo tan envidiado y que causa estragos en todo aquel al que pose. Testigos de su presencia son prácticamente inexistentes ya que es demasiado raro que se haga presente, aunque se tenga todas las intenciones de invocarlo —Terminó de narrar
Al final, al dejar de ver la zona del torso y al saber lo explícito que era el libro sin más remedio tu mirada se dirigió hacia la zona de la entrepierna, visualizando un miembro mucho mayor al promedio el cual logró hacerte pasar saliva.
—¿Y cómo se llama? — Preguntaste
. . .
—Shalnark...— Susurraste en voz baja paseando el peluche por la zona del abdomen y la pelvis, con su imagen en la mente, visualizando a un chico de melena rubia, ojos turquesa y una sonrisa radiante en el rostro; la forma de su cuerpo, abdominales marcados, una cintura levemente angosta y brazos musculosos; juntaste levemente las piernas sintiendo tu excitación escurrir en tu entrepierna, tu botón palpitar necesitado de atención, los pezones debajo de tu pijama endurecerse cada vez más y tu rostro arder enrojecido
Finalmente te levantaste dejando al peluche en tu cómoda y procediste a bañarte, tu mirada se perdió en el agua de la tina, te dejaste remojar durante un rato intentando bajar de tu cabeza las ideas de hace unos minutos.
—Finalmente esto no tiene sentido, no va a funcionar— Te dijiste aún con las piernas juntas
La imagen que llevabas días visualizando en tu cabeza se presentó, tu mente se enfocó en la susodicha, instintivamente tu mano bajó hacia tu aún lubricado coño, dos de tus dedos terminando por enterrarse tímidamente haciéndote suspirar y al moverlos tus labios lo llamaron.
—Shal... Shalnark...— Susurrabas hasta que aumentaste la rapidez y brusquedad en tus movimientos y empezaron a volverse gritos —¡Shalnark!
Y él seguía en tu mente, encima de ti, penetrándote a más no poder, aún con esa linda sonrisa, con todo su cuerpo haciendo fricción con él tuyo.
De la nada entraste en razón, a pesar de casi haber llegado a tu orgasmo, te enjuagaste rápidamente y te cambiaste por un vestido ligero con una chaqueta encima negando varias veces con la cabeza.
—No iba a funcionar de todas maneras, pero... Maldita sea, lo he malogrado— Te repetías molesta una y otra vez negando con la cabeza
Cediste por no tener la cabeza bien ordenada, llevabas días sin dormir de forma decente por los trabajos y ahora jodiste parte del maldito ritual al cual solo le faltaban 2 días.
Al llegar fingiste que no sucedió nada, preguntaste a Ally y Sarah por las cosas y aparentemente casi no faltaba nada, lograste entregar tus tareas y ahora solo querías descansar solo un poco.
Fuiste debajo de las escaleras de la zona trasera del colegio, posiblemente nadie te molestaría ya que nadie solía pasar y tu podrías descansar unos minutos.
De la nada tus ojos se abrieron al sentir al sentir un peso encima de ti, alarmada intentaste sentarte, pero tus dos manos estaban sujetas por una más grande, varonil y en demasía fuerte, tu cuerpo girado dando a la pared, un escalofrío recorrió tu espina dorsal ante el caliente aliento soltado en tu cuello haciéndote suspirar.
—Creí que resistirías más ¿La castidad te ha estado matando? ¿O constantemente eres de jugar contigo misma? — Era una voz con un tono juguetón y animado, pero que causaba que tu estómago comenzara a arder
Tu aún tenías los ojos cerrados por el miedo, ¿Acaso no había nadie cerca que te socorriera?
—¿Q-quién eres? — Preguntaste asustada
La caricia de una lengua juguetona y caliente subió de tu cuello hasta el oído, terminando en una risilla que hasta sonaba inocente mientras tu apretabas las piernas y jadeabas.
—Joder, esto sí que es divertido— Soltó la voz
Nuevamente suspiras al sentir unos dientes mordisqueando tu oreja y te sobresaltaste al sentir una mano por encima del short que usabas debajo del vestido acariciando por encima tus labios bajos
—Oh... Te gusta estar prevenida— Preguntó en otro susurro caliente—Pero te sientes tan húmeda...
—Por favor, dime... dime q-quien eres— Pediste aún asustada
—Oh, vamos t/n— Exclamó la voz como en un puchero
Tu cuerpo fue girado viendo hacia arriba, tus oídos enrojecidos captaron una pequeña señal de molestia, hasta que tus labios fueron besados por otros de forma breve, como el primer pequeño beso que se daría una pareja de inocentes novios.
—¿No reconoces al chico por el que hace unas horas gemías en la bañera?
Tus ojos se abrieron de golpe, efectivamente encontrándolo tal y como era descrito en el libro, su cabello rubio caía por encima de su frente de forma descuidada, sus orbes turquesa cubiertos por el susodicho, aquella sonrisa en su rostro, la silueta poderosa arriba tuyo.
—Shalnark...— Susurraste confundida y sorprendida
Viste su cabeza bajar, sus labios estando a milímetros de los tuyos, sus cabellos dorados haciendo cosquillas en tu frente y finalmente quedaste anonadada ante tan inquietantes pero ansiosos ojos turquesa.
—Amo cuando me llamas... Amo cuando gimes mi nombre...— Susurró antes de pasar su lengua por tus labios cerrados, los cuales se abrieron ante la sorpresa y la sensación caliente, finalmente logrando besarte quitándote todo el aire, paseando toda su lengua por tu cavidad bucal
Justo cuando se separó de ti, te levantaste de un sentón, con la respiración agitada y la cara completamente enrojecida.
—¡Shalnark!
Y alzaste la vista, no había nadie cerca, te pusiste de pie asustada y corriste hacia tu aula, aun intentando recuperar la noción.
Fue palpable, tan nítido, casi como si hubiese sido... real.
