Maretta: ¿Qué hago aquí? La neta no sé, pero bueno ya ni modo jaja, creo sin temor a equivocarme que esto es de lo más "amoroso" que he escrito en mucho tiempo, de hecho era para un concurso pero al final me arrepentí de colocarlo, pero me dieron ganas de darle a Gabriel un poco del alma que ya no tiene. (Sobre todo en Cielo) Basada en la canción "NonBelievers" de Jorge Blanco
Disclaimer: Miraculous las aventura de Ladybug & Chat Noir no me pertenecen, si no ya hubiera hecho un especial en México ;)
Aún percibía ese perfume de flores que usabas desde niña, solías echarle pétalos de rosa porque pensabas que así duraría más, también veía las mariposas revoloteando a tu alrededor. Pero no de esas que uso para corromper las almas en pena, sino de aquellas que prueban el sabor de la libertad en medio de la soleada pradera.
Nunca me sentí cómodo con nadie, tenía pocos amigos y nunca fueron los mejores conmigo.
"Qué cara tan horrible" "Pareces una estatua" "¿Qué son esas cosas de niñas?"
Y esos eran los más amables.
Mi gusto por el diseño de modas nunca me hizo el más popular entre las chicas, todas pensaban que yo era raro y claro, ni en mis más locos sueños pensé que alguien como tú pudiese fijarse en mí.
Claro, pasamos muchas tormentas para llegar a ese momento. El recuerdo de una mañana que parecía ser como las demás todavía retumba en mi cabeza. Mi padre estaba desesperado por darme -no de la mejor manera- una vida mejor, desde que mamá murió ninguno de los dos fue el mismo
Su obsesión por ascender de escala social nos llevó a múltiples peleas, siempre decía que arruinaba sus cenas con clientes importantes y que por mi culpa no salíamos de la pobreza. No obstante ése día llegó a mi cuarto a las 5 de la mañana ordenando que me arreglara.
—Los Graham de Vanily llegarán a las 8 en punto, esta es tu oportunidad de redimirte más te vale dar la mejor cara posible—dijo mi padre con un tono de amargura, yo sólo pude asentir.
Había oído hablar de tu familia en incontables ocasiones, según se decía eran muy cercanos a la familia real británica, esa información nada más sirvió para esperar lo peor.
Una vez más añoré a mi madre, seguro de que si allí estuviese evitaría toda esa ridícula faramalla. Sonreí ante su memoria, ella siempre buscaba componer el mundo un paso a la vez. Acostumbraba viajaba por el mundo, era una famosa activista y cada que regresaba a casa me contaba sus aventuras, las que más me gustaban eran las travesías en las frondosas selvas, ella siempre me decía que el paisaje era tan maravilloso y extenso que ningún libro o fotografía hacía justicia a su belleza.
"El verde no es un color que muchos aprecien cariño, pero en esos parajes los ves por todas partes y es que la madre naturaleza es el más grande tesoro del mundo"
Por ese motivo yo apreciaba mucho ese color.
Cuando decidí que me veía lo suficientemente decente bajé al recibido. Sabía que a mi padre no le gustaría mi estilo, nunca aprobó el hecho de que yo hiciera mi propia ropa, más no pude evitarlo ¡Esa era mi verdadera pasión! Y no por eso soy menos hombre.
No pasó mucho cuando llegaron, a la primera que conocí fue a Amélie, me pareció linda pero con una actitud muy expresiva para mi gusto, su actitud mostraba aires de superioridad al igual que tus padres, eran tal y como me los imaginé.
Entonces fue cuando te vi.
Mi corazón empezó a latir como loco, no sabía lo que estaba pasando ¿Porque había reaccionado así? Si eras idéntica a la niña anterior.
No.
No eras igual.
Es cierto que el parecido era obvio, pero al ver esos ojos verdes que me hicieron vibrar desde el primer momento, tan intensos como los las verdes selvas de los relatos de mi madre, sumados a ese brillo único, supe que eras diferente, no sólo a tu hermana, sino a todas las demás.
Un adorable sonrojo cubrió tu cara, allí fue cuando me percaté que debía haber parecido un idiota. Tú reíste, pero en ningún momento te burlaste, me miraste con amabilidad antes de que en un arrebato de emoción tuyo jalaras la chamarra que llevaba puesta.
—¿Donde la compraste?—tu voz era tan dulce y armoniosa.—¡Está increíble!
Me sentí en las nubes, nadie más aparte de mi madre había halagado mi trabajo. Algo cálido se instaló en mi pecho.
—Yo-yo la hice..
—¿Tú la hiciste? Oh por dios, me encanta ¡Tienes muchísimo talento!
—Pues...gracias.
—Lo digo en serio...es tan fresca, original, elegante y...Ups perdón, debes pensar que estoy loca.
—Por supuesto que no, me siento muy feliz de que te agrade...por cierto soy Gabriel Agreste ¿Y tu?
—Emilie Graham de Vanily, un placer.
—¡Pero yo lo amo!—Desde la primera vez que pronunciaste palabras, estas se convirtieron en el bálsamo para soportar mi vida diaria, pero expresar ese sentimiento a tus propios padres también fue un gran acto de valentía.
—Tu que vas a saber lo que es el amor Emilie—dijo tu madre—Además no mancharás más el buen nombre de la familia, no luego de que tu hermana huyera con ese artista de quinta.
—Sé más del amor de lo que crees madre, Gabriel es el hombre que amo y quiero estar con él toda la vida.
—No me hagas reír Emilie Annelisse—se mofó tu padre de la manera más ruin—Tu estás acostumbrada a la buena vida ¿Acaso ese pobretón te va a dar los lujos a los que estás acostumbrada? ¿Tus idas a Fresno? Eres demasiado joven e incluso inocente para notar que este mugroso sólo va tras tu dinero.
Hice un esfuerzo supremo para no golpearlo. El dinero no me importaba para nada
—Además que es eso de que quiere ser diseñador de modas ¡Que vulgaridad! Aparte de pobre te va a salir gay.
—¡Basta!—gritaste con furia pegando un fuerte puñetazo en la mesa, tus nudillos se pusieron tan rojos como tu cara. Era inútil, su negativa a aceptarme era obvia y perduraría toda su vida. Intenté retirarme sabiendo que era lo mejor para ti, pero me detuviste en el acto.
—¡No dejaré que lo traten de esa manera! ¡Ustedes no lo conocen! Y sí madre, padre me iré con él a Francia.
El viejo Graham se levantó de la mesa y nos dedicó la mirada más venenosa que hubiese visto jamás, se colocó frente a ti para darte un ultimátum.
—Si sales por esa puerta, estarás muerta para esta familia.
Entonces fue cuando la selva rugió como nunca y sin rastro de miedo o arrepentimiento aclaraste:
—Que así sea.
—Amor no estés nervioso—trataste de calmarme, pero la modesta capilla improvisada al aire libre y la fría mirada del cura frente a nosotros no ayudaba en nada.
Desde que Emilie fue desheredada este matrimonio fue un calvario para mi padre, el dinero que siempre soñó con tener se le había escapado de las manos, Aún recuerdo lo que me dijo la última vez que lo ví:
"Te cansarás pronto, eres un mocoso a punto de casarse con una mujer que ni siquiera vale la pena ya, y ese día no estaré para ti"
¿Cómo se atrevía?
—Es que yo quería que todo fuera perfecto, en una gran catedral con nuestras familias y amigos en una fiesta de ensueño...Y yo, yo no puedo darte eso. Ni siquiera mi pedida de matrimonio salió bien..
—Bueno el hecho de que el mesero haya puesto el anillo en el pastel y no en la copa de vino ya es un gran suceso
Suspiré abatido.
—Pero eso lo hizo más especial, además no importa si nos casamos en Notre Dame o en estacionamiento del Walmart, lo más importante para mí es que tu seas quién esté a mi lado.
Eso disipó todos mis miedos, el hecho de que tu me quisieras tal y como era, eso era lo único que necesitaba.
—¿Emilie Graham de Vanily acepta a Gabriel Agreste como tu legítimo en la riqueza y la pobreza, en la salud y la enfermedad hasta que la muere los separe?
—Acepto.
—¿Y tú Gabriel Agreste..
—Acepto.
No necesitaba oír nada más, hace mucho que ya había aceptado esa promesa.
—¡Otra vez negativo!—el dolor en tu voz era evidente, luego del terrible accidente donde perdimos a nuestra niña entraste en una horrible depresión.
—Tranquila Emie, tendemos más oportunidades, seguro el destino nos traerá algo bueno y en el momento necesario.
Tú me miraste temerosa y con tus manos temblorosas tomaste las mías.
—¿Y-y sí nunca podemos tener hijos?
Tomé tu rostro y deposité un corto beso en tus labios.
—Entonces concentraré todo mi amor en tí.
Rodeaste mi cuello con tus brazos y recargaste tu rostro en mi pecho en busca de consuelo, pero también pude sentir el alivio en tu alma.
•
—¿Sabía usted que está embarazada?—habló la doctora visiblemente divertida con tu expresión de desconcierto y mi mandíbula desencajada.
—¿Cómo?—preguntaste sorprendida.
—Creo que ambos saben como—aquella mujer descarada nos miró pícara, sacándonos un gran sonrojo.
—¿Bue-bueno desde cuando?
—Cuatro meses ya...
¡Cuatro meses y nosotros ni enterados! Tus ojos se abrieron más, y y yo empecé a marearme.
—Incluso puede verse que es ¿Desean saber el sexo del bebé?
—¡No!—dijimos al unísono.—Preferimos que sea una sorpresa.
La doctora sonrió y nos entregó un papel.
—Los espero la próxima semana para monitoreo general, no lo olviden ¿Eh?
Ambos asentimos y salimos del consultorio, luego de asentar todo por unos segundos empezaste a llorar de la emoción.
—¡Lo logramos mi amor! ¡Al fin seremos padres!
Me abrazaste y yo acaricié tu largo cabello intentando aterrizar en la realidad, tu dulce mirada fue todo lo que necesité para asegurar que esto no era un sueño. Pronto seríamos una familia.
—Vamos Gab, no seas mal perdedor, tenemos que celebrar ¡Y por partida doble!
Tu risita me arrancó un extraño gesto entre una sonrisa y una mueca. El embarazo transcurrió a la perfección y al momento que ingresaste al pabellón de maternidad se me hizo un nudo en el estómago.
Con el pago de mis primeros diseños pude costear una habitación privada para ti, primero muerto a dejar que cualquier doctor trajera al mundo a nuestro hijo. Tenía que ser el mejor de todos.
Las horas se me hicieron eternas, por más que preguntaba a la insulsas enfermeras nadie me decía nada. Fue hasta que un joven enfermero se acercó a mi con parsimonia.
—¿El señor Agreste?
—¡Soy yo!
—Puede pasar a ver a la paciente, es la tercera puerta a la derecha y...
No lo dejé terminar, lo único que anhelaba es verte a ti y a esa personita que había venido de nosotros, pasando esa puerta nuestras vidas iban a cambiar para siempre, estaba listo.
Te viste más radiante que nunca, estabas cansada pero no por eso dejabas de mimar a lo que se encontraba dentro de ese pequeño bulto azul.
Sí, azul. Tú tuviste razón todo el tiempo, era un niño. Y sabía que no sólo me lo ibas a echar en cara por el resto de la existencia, sino que tendría que cambiar los pañales del niño hasta que aprendiera a ir al baño. Todo por esa tonta apuesta.
—Mi vida, te presento a tu papá.
Quitaste la manta dejando ver un escaso cabello rubio brillante y unas facciones tan perfectas como las tuyas. Nuestro Adrien, ese mismo que nos hizo pasar en vela durante 10 años y se iba a meter a nuestra cama cuando estaba asustado.
—¿Puedes creer que este señor pensó que eras niña? Pff, Pero una madre siempre sabe.
—Emilie...
—¿Qué? ¡Yo te dije que sería un niño! Así como Amélie tuvo a su hijo hace un par de días y fue un lindo varoncito, así iba a ser el nuestro. Es nuestra conexión de gemelas.
—Vuelvan pronto por favor—dijo Adrien abrazándonos fuertemente, luego de algunas recomendaciones decidimos emprender nuestro viaje al Himalaya, siempre te gustó la aventura y tu decías que así no ganábamos panza. Era la primera vez que viajábamos sin él, pero también confiamos en que Nathalie lo cuidaría bien.
—No te preocupes cariño, regresaremos pronto y entonces iremos de paseo los tres juntos
Ninguno de los dos sabía que ese sería un viaje que nos cambiaría para siempre.
Tu piel estaba pálida, mis manos temblaban sin poder evitar sollozar, me sentía con tal impotencia de no poder hacer nada mientras tu vida se apagaba más a cada segundo.
¡Maldito sea el momento en que encontramos esas joyas! ¡Me prometiste que ya no lo harías! Sé que lo usaste una última para salvar a nuestro hijo, pero era muy peligroso, si yo tan sólo...
—Gabriel.
Tu débil susurro puso mi alma en un hilo.
—Mi vida yo te juro que..
—No sé que vaya a pasar a partir de ahora, pero no hay tiempo de arrepentimientos yo no lo estoy mientras mi hijo y tú estén bien, yo daría todo por ustedes, incluida mi vida.
—Emi...
—Shhh.—tapaste mi boca con tu dedo.— Sé que estás triste, pero si esto es para bien de ustedes yo me iré como la mujer más feliz del mundo, gracias por estos años maravillosos a tu lado, eres el hombre más increíble que tuve la fortuna de conocer.
Las lágrimas caían de mis ojos cual par de cascadas, no podía ser...no podía ser...mi boca temblaba sin poder articular nada.
—Júrame que cuidarás a nuestro hijo, júrame que harás todo lo posible por protegerlo, quiero que sea feliz, mÍmalo, quiérelo, nunca lo abandones, y júrame que sí es necesario me dejarás ir, también quiero tu felicidad mi vida , pero aseguro que me esperes o no, mi amor por ti será eterno.
Quise responder, pero el llanto era más fuerte que yo.
—Júramelo Gabriel.
Sabía que lo necesitabas, que al oír esas palabras te perdería para siempre...No podía dejarte ir, no a ti mi musa, mi inspiración, mi compañera, a ti no.
La imagen de mi madre vino a mi mente, ya había perdido a una de las mujeres más importantes de mi vida y en mis brazos la otra convalecía en espera de una respuesta. Cerré los ojos intentando respirar y en silencio dicté una promesa más.
Había llegado el momento.
—Júramelo Gabriel—rogaste una vez más. Allí fue cuando no pude evitar articular lo que deseabas escuchar.
—Te lo juro Emilie, te lo juro.
Sonreíste, sonreíste como si nada hubiera pasado...
Luego de eso cerraste los ojos.
La selva había perdido su fuerza y no pude hacer nada para evitarlo. No pude, no pude. Pero allí es cuando mi promesa silenciosa daba comienzo.
Sólo tardé 10 minutos en tratar de buscar una solución, y una semana en encontrarla: Los miraculous de la catarina y el gato negro.
Empero, no ha sido tan fácil como yo creí, y así cuatro años han transcurrido.
Así estoy ahora, sumido en la desesperación, tal y como te prometí he protegido a Adrien lo mejor que he podido, pero realmente le haces...nos haces mucha falta.
Aún estoy furioso con Félix por haber tomado mi anillo, aunque sé que te lo devolverá de inmediato cuando estés de regreso. Definitivamente no se parece en nada a nuestro hijo, justo a quién miro por la ventana sentado en el patio platicando con esa niña que ganó el concurso del bombín, una diseñadora muy talentosa, pero también es una buena chica, y sé que muchos dirán que se acerca a él con el mismo interés con el que la gente pensaba que yo me acerqué a ti, sin embargo ese brillo especial en sus ojos me hace notar que estoy en presencia del comienzo de su propia historia. Ojalá pudieras verlo.
Pronto te tendré de nuevo mi amor, juntos para siempre como te prometí aquel día en ese edén florido.
Porque esto no es un mito urbano, esta clase de amor sí que existe, y tú eres la prueba definitiva para los que no creen.
Fin.
Espero les haya gustado :D espero no les haya dado diabetes en el proceso.
Bueno nos vemos en la próxima.
Xoxo, Maretta.
