"—¡Y... —Dijo Harry tenazmente, determinado a decir todo lo que estaba en su mente ahora que estaba aquí—, él miraba a las chicas del el lago, esperando que lo mirasen!

Oh, vale, él siempre hacía el tonto cada vez que Lily pasaba por ahí -dijo Sirius, encogiéndose—, él no se podía detener a sí mismo, siempre pavoneándose cuando estaba ella cerca.

¿Por qué ella se casó con él? —preguntó Harry miserablemente—. ¡Ella le odiaba!

Nah, ella no lo odiaba —Dijo Sirius." – Harry Potter y la Orden del Fénix

Primer Acto

El lobo aulló con libertad, tal y como cada vez que la luna se llenaba.

La suerte de haber recuperado la capa de invisibilidad era que ya no tendrían que hacer una odisea para poder entrar a la Casa de los Gritos, aunque, a pesar de todo, se les era más cómodo hacer esa travesía silenciosa tras Madame Pomfrey con el fin de que no los notara a que estar agachados en una capa que, mientras pasaban los meses, más pequeña les quedaban.

Liberarse de la casa hacía que el imponente lobo gris disfrutaba de su libertad sin atacarse; era susceptible a su entorno, y demasiado sensible con el daño que se hacía gracias a la costumbre de haber pasado mayor parte de su existencia encerrados, por lo que cada vez que llegaba a las profundidades del Bosque Prohibido este se mordía sus patas y se atacaba a sí mismo para saciar la ansiedad acumulada. Sin embargo, la presencia de más animales conscientes a su alrededor lograba evitar que el lobo se atacara.

Su manada.

El lobo parecía disfrutar del frío de la noche de marzo, en especial porque compensaba las asoleadas tardes que le estaba dando la bienvenida al otoño, tan así que en un momento se vio distraído e hipnotizado por su propio vaho, corriendo tras él para alcanzarlo.

A su lado en la carrera, el gran y majestuoso ciervo rojo corría con imponencia junto al lobo, con la pequeña rata café sobre su cabeza que parecía luchar para no caer entre las astas. Cornamenta también disfrutaba de las noches; disfrutaba de correr libremente por el bosque siendo un animal y espantar a las otras criaturas mágicas.

Y al otro lado del lobo, que al compás de la emoción ladraba y saltaba sobre el lobo el gran y peludo perro negro que parecía estar viviendo el tiempo de su vida. Hubo una circunstancia en la que el perro volvió a saltar sobre el lobo y este perdió el equilibrio, cayendo y chocando con Cornamenta produciendo un efecto dominó que entre ruido, ladridos y gruñidos terminó con una guerra de mordidas y rasguños entre los dos caninos.

Cornamenta se apartó a un lado para poder descansar. Estaban cerca de un lago cristalino el cual tendía a sumergirse para saciar su calor corporal; Cornamenta y Colagusano se inclinaron sobre el lago para poder beber un poco mientras que, metros más allá de distancia, Canuto saltaba sobre el lomo del lobo mientras ladraba de alegría.

Vio como Colagusano se aproximaba a las plantaciones cerca del lago. Cornamenta siempre notó que la pequeña rata cada vez que encontraba plantas peculiares en el Bosque Prohibido se quedaba un momento observándolas para poder almacenarlas en su memoria y, una vez que regresaban al castillo en su forma humana, se ponía a buscar información de ello.

Se toparon con algunos centauros que estaban bebiendo también en unos quince metros más a la lejanía, que posaron su mirada llamativa y penetrante en ellos y tensaron sus arcos en su dirección, pero Cornamenta inclinó con elegancia su cabeza, junto a sus imponentes astas, para demostrar la inocencia de la manada.

El lobo aulló a la luna nuevamente y Canuto le siguió el juego. Cornamenta raspaba sus astas en la espalda del lobo para seguir jugando, pero no pronosticó que el lobo agarrara con su hocico la raíz de una de las astas haciendo que se soltara.

Ah, pensó James, ¿Qué?

La sensación de peligro se apoderó de su cuerpo cuando no pudo ver en su ojo derecho a causa de la espontánea sangre que había brotado desde su cabeza. Canuto y el lobo no parecieron notar la caída de una de las cornamentas, pero Colagusano -que se había acoplado en el lomo del ciervo- chilló de susto al ver como la segunda cornamenta poco a poco caía al suelo.

Cornamenta lanzó un gruñido de terror que pareció alertar al lobo, el cual se giró y comenzó a morder las astas caídas del ciervo a su vez que lo olfateaba intensamente. Canuto se quedó ahí, observando con estupefacción cómo el ciervo rojo sangraba.

De desespero, las plantas que Colagusano estuvo viendo con anterioridad cerca del lago cristalino terminaron siendo un refugio para Cornamenta, quien se puso a frotar su cabeza con ella para así detener un poco la hemorragia, ignorando completamente los chillidos de antelación de la rata. Cuando notó que su cabeza seguía sangrando, emprendió una carrera rápida alejada del hombre lobo para poder transformarse en paz.

"¡Mierda, mierda, mierda!" James tuvo que sacarse sus gafas para que estas no se mancharan de sangre- de sangre humana. Por alguna razón, James sentía dos agujeros perdidos en sus cabellos en el que brotaba la sangre, pero era completamente indoloro.

"¡Se te cayeron los cuernos!" Peter se transformó a su lado, igual de asustado. "¡¿Por qué?!"

"¡No tengo idea!"

El aullido del lobo chocó con los troncos del bosque y sintieron a las criaturas mágicas apartarse del camino de él, que había olido la sangre humana brotar desde kilómetros de distancia. "Mierda- Lunático viene."

Ambos volvieron a transformarse en sus animales cuando sintieron los ladridos alarmantes de Canuto acercarse. Pasaron cuatro segundos exactos antes de que el lobo apareciera en su radar y colisionara con el venado con fuerza.

James se sintió culpable por la exasperación del lobo al oler la sangre humana y no poder encontrarla. El lobo lo agarraba para olfatearlo y lamer su cabeza, y Canuto lo empujaba con desespero y le gruñía para que dejara de hacerlo; finalmente, el lobo se apartó bruscamente para seguir olfateando las tierras, volviéndose completamente fuera de sí para rasgarse y atacarse a sí mismo. Cornamenta y Canuto intentaron impedírselo, pero la furia que poseía el lobo era tan grande que parecía atentar a la integridad de los otros animales.

Corrieron con suerte al notar que las estrellas poco a poco desaparecían por la costa, lo que significaba que el amanecer estaba cerca. Cornamenta relinchó para llamar la atención de Canuto para poder distraer al lobo y atraerlo hacia el limítrofe entre el Bosque Prohibido y los terrenos baldíos de Hogwarts, regresando al Sauce Boxeador.

Cuando notaron la forma del castillo y del sauce asomarse entre los troncos del bosque, el lobo cayó a bruces en el suelo para comenzar con su transformación.

"Te tengo," James se aproximó rápidamente a Remus para levantarlo por los brazos, pero el otro gritó de dolor.

Lo sabía. Las heridas del lobo acompañaban a Remus, y James podía ver sus omóplatos ensangrentados y los antebrazos temblando por las mordeduras que se había hecho. James se sentía tan culpable de ver a su mejor amigo en ese estado.

"Sigues con sangre," observa Peter un poco alterado, ayudando desde el otro lado a James para poder cargar a Remus hacia el Sauce.

Remus pareció notar las palabras de Peter y giró con pésame su cabeza hacia James, y tropezó por la impresión. "¿Yo-yo-yo…?"

"No, no lo hiciste." Niega rápidamente James tomando de la cintura a Remus para reincorporarlo.

Al llegar al limítrofe y caminaron hacia el sauce mientras que el gran perro negro terminaba de colectar la ropa de Remus.

"¡¿Qué demonios sucedió?!" Preguntó Sirius transformándose, notoriamente furioso con James mientras vestía a Remus que parecía estar a punto de colapsar. "¡¿Por qué sangras?!"

"Ve a abrir la entrada. Poppy llegará en cualquier momento." Ordena James a Peter sin apartar la vista de Remus.

Ubicaron a Remus sobre el roto colchón de la Casa de los Gritos. Peter se escondió en el bolsillo de James y junto a Sirius ambos se ubicaron bajo la capa de invisibilidad justo cuando Madame Pomfrey entró. James se paralizó al escucharla sollozar.

"Tanto tiempo que no te pasaba esto…" Susurró la mujer con cariño, deteniendo con su varita el sangrado de los omóplatos. "Está bien, cielo, tranquilo…"

Los tres siguieron en silencio a Madame Pomfrey y a Remus, quien descansaba inconscientemente en una camilla flotante hasta llegar al ala de la enfermería. Ninguno de los tres quiso largarse de ahí hasta ver a Remus dormir en paz sobre su acostumbrada cama.

Regresaron al dormitorio rápidamente, produciendo que James se fatigara por la pérdida de sangre. Era pasada de las seis de la mañana de un Lunes, así que en cualquier momento los estudiantes comenzarían a rondar la escuela y se les sería mucho más complejo trasladarse em los concurridos pasillos. Cuando llegaron a la sala común, James divisó a Lily en su pijama cerca de la chimenea estudiando de su libro de aritmancia, soltando un prominente bostezo; y junto a ella, James notó cómo su pequeño búho blanco llamado Pikky dormía entre las mantas.

Al cerrar la puerta de su dormitorio, Sirius explotó.

"¡¿Puedes explicarme qué demonios sucedió?!" James suponía que Sirius debatía en si estar enojado o preocupado. "¡¿Y por qué demonios sangras?!"

James no pudo contestar porque se derrumbó enseguida sobre la cama más próxima a la puerta (la de Remus) al sentir que no podía seguir aguantando su cabeza. Divisó su mano que apoyaba en su cabeza y esta se encontraba llena de sangre. "De repente siento que todas las paredes son azules…"

Su cabeza chocó con las almohadas.

"¡Ah!" Chilló Peter. James no lo veía gracias a sus ojos cerrados, pero Peter se encontraba zarandeando el brazo de Sirius. "¡¿Qué hacemos con él?!"

"¡No tengo idea!" Sirius gritó, intentando no caer en pánico.

"¡No podemos llevarla con Madame Pomfrey!"

"¡¿Por qué no?!"

"¡¿Qué le diremos?! ¡¿Qué James perdió sus cuernos en su forma animal, por ende ahora se nos morirá desangrado?!"

"Esto no tiene ningún sentido…" Murmuró James, perdiendo el sentido nuevamente.

"Oh, no bajo mi cuidado." Peter se subió a la cama de Remus (con sus zapatos puestos) y tomó de las piernas de James para levantarlas e inclinarlas ligeramente hacia adelante. "¡Vamos, James! ¡No pierdas la consciencia! ¡No pierdas la consciencia!"

"¡Nuestra Jazmín está abajo!" Recuerda Sirius como si fuera un canto de alegría. "¡Le pediré ayuda a ella!"

"¡No!" James pareció recuperar la lucidez por un momento e intentó levantarse, pero solo logró que cayera de cara a la almohada. "Que ella no venga…"

"¿Cómo le explicaremos esto?" Peter consulta mientras giraba a James y seguía empujando suavemente las piernas de él.

"Bueno, tarde o temprano tenía que enterarse de que sale con un hombre ciervo," se justifica Sirius apresuradamente, "Ahora puede ser el momento- ya sabes, porque te estás desangrando."

"Canuto, no."

"James, por favor." El otro chico rogó del susto. "Déjala que te ayude."

James no estaba en momento para pensar conforme a su dignidad y orgullo en ese momento. A pesar de haber salido con Lily para San Valentín (el cual fue una salida exitosa porque ella no lo insultó ni lo golpeó en ningún momento), a diferencia de Sirius, ellos todavía no concretizaban su relación; ella no parecía querer avanzar en su relación y simplemente le estaba dando señales confusas a James y- bien, este no era el momento preciso para pensar en su relación con la chica que estaba enamorado cuando tenía dos orificios en su cabeza brotando sangre.

"Iré por ella." Avisa finalmente Sirius antes de salir del dormitorio.

"¡Canuto!" Gritó James. "¡Traidor!"

Pero esa fue una decisión sensata, pensaría James en un futuro, porque el único que tenía nociones de cuidado de heridas de una persona humana en ese grupo era Remus, y ahora él estaba recuperándose de sus propias heridas causadas con el fin de no atacar a James- oh no, aquí venía la culpa de nuevo.

"¡¿Cómo que Potter está desangrándose?!" Se escucha desde el pasillo a Lily gritar. Maldito Sirius.

Entró el pelinegro junto Lily siguiéndole los pasos con Pikky volando alrededor de ella, y cuando ella vio el rostro sangrante de James y el intento de sonrisa que él quiso hacer (que pareció más una sonrisa de psicópata) se acercó enseguida a él para sacarle los lentes.

"¡Por Dios!" Exclamó ella, entregando las gafas al búho que fue a posarse sobre una de las camas. "¡¿Qué sucedió?!"

"¿Puedes ayudarnos sin tener que entrar en detalles?" Pregunta Peter con inocencia, aún empujando las piernas de James.

La almohada de Remus estaba cubierta de sangre de James, y a pesar de que uno no podía contemplar la piel del chico gracias a la tinta y a la sangre, se asumía que el muchacho estaba cuan blanco como papel.

"Creo que me voy a desmayar…" Murmura James, parpadeando pesado.

"No. No puedes desmayarte." Ella le palmeó suavemente su mejilla para mantenerlo respeto. James se sintió avergonzado al ver la sangre de él en la mano de ella. "Maldición, es demasiada sangre. ¿Por qué no van directamente con Madame Pomfrey?"

"¡Ya te dije que no podíamos, Jacinta!" Exclama Sirius perdiendo los estribos. Había sido mucha situación de preocupación para él en muy poco tiempo. "¡Y no para de sangrar!"

"¡¿Por qué está sangrando en primer lugar?! Lily se giró violentamente hacia Sirius. "¡Exijo una explicación!"

"Somos animagos…"

James vio a sus tres amigos verlos directamente, y por un momento él se había olvidado de que había pronunciado esas palabras. Para él, todo parecía ser un sueño lúcido…

"Oh no, no caerás inconsciente ahora." Lily se palmeó los bolsillos de su pijama y notó que no traía su varita consigo. "Mierda. Sirius, mójalo."

Sirius hizo girar su varita -con pánico- y apuntó al rostro de James. "¡Auguamenti!"

Un resplandor parecido al cristal brotó de él al igual que un chorro potente de agua transparente, que chocó con el rostro de James empapando no solo su cuerpo sino también la cama.

"Remus me va a asesinar." Sentencia Sirius.

Pero ese potente chorro de agua fue lo suficiente como para que James volviera a abrir sus ojos. Su rostro quedó parcialmente limpio, sin contar las manchas amorfas de tinta que todavía eran rastro de su castigo que parecería durar toda la vida, pero ya no había rastros de sangre. Lily se acercó hacia la cabeza de James nuevamente y comenzó a inspeccionarla detenidamente.

"De nuevo díganme lo que sucedió." Pide Lily, intentando mantener la compostura. "Y quiero que me expliquen eso sobre los animagos…"

"Perdí los cuernos," suelta James. "No sé por qué…"

"¿Perdiste los cuernos?" Y Lily pareció caer en cuenta. "Oh Dios… ¿Puedes convertirte ahora?"

James asintió a penas e intentó levantarse con ayuda de Lily hasta ganarse junto a la cama. "Es mejor que te apartes…" Le pide el chico a Lily. La chica no pareció querer hacerlo, pero Sirius la tomó del brazo para correrla de allí cuando James cambió su cuerpo humano a uno de un gran ciervo rojo.

Pikky lanzó un fuerte chillido de sorpresa, y Cornamenta pudo ver como Lily y Sirius se tapaban la boca para evitar un grito de sorpresa y una carcajada respectivamente. Se desconcentró al notar que su gran cuerpo había colisionado con al mueblería de la cama de Remus, causando que Peter cayera estrepitosamente al suelo.

Oh, reflexionó, creo que esta ha sido una mala idea.

"¡Señor Jesucristo! ¡¿Qué demonios?!" Chilló Lily al ver a James. "¡Tú… tú… tú…!"

"Nosotros." Sirius pareció estar resignado a la verdad, aunque se veía bastante contradicho de forma alegre al tener que revelarle todo. "Todos nos hicimos animagos."

"Sirius es un perro." Cuenta Peter apareciendo entre la madera y cortinas destrozadas. "Y yo una rata."

"Un perro y una rata." Repite Lily mirando a Sirius, esta vez con asombro. "¿Estás de joda?"

"¿Crees que esto es una broma si literalmente tienes a un ciervo anímico frente tuyo?" Pregunta Sirius apuntando a James.

Lily pareció caer en cuenta de algo. "Espe- ¿Tú fuiste el perro que nos estuvo siguiendo a James y a mí para San Valentín? ¡Oh! ¡¿El mismo que estuvo haciéndole compañía a Remus mientras hablaba de él sobre-"

"Me abstengo a comentarios." Interrumpe él, poniéndose colorado.

Cornamenta no quería que Lily se enojara con él por la situación, así que inclinó su cabeza sangrante ligeramente y se acercó a la chica para poder mostrar su docilidad. Lily pestañeó, notablemente desconcertada, pero aún así ella no evitó poner una de sus delgadas manos sobre su hocico para acariciarlo suavemente.

"Eres un ciervo adulto." Observa ella, girándose hacia Sirius. "¿Desde hace cuánto que son animagos?"

"Hace un año, creo."

"Y cuando toman forma de animales, ¿Lo hacen con forma de cría o toman la edad que tienen en forma humana?" Consulta sin dejar de acariciar a Cornamenta.

Sirius murmuró en vergüenza, y al notar que Lily no lo escuchó, repitió: "Fuimos crías. Aunque crecimos rápido."

James notó un brillo de diversión en los ojos de Lily, "¿Eso significa que fuiste un lindo cachorrito?"

"¡¿Por qué asumes eso?!"

"Por tu personalidad insistente," se burla ella antes de mirar a James. "¡Espera! ¡Potter! ¡Perdiste tus Cornamentas!"

James relinchó de la duda.

"¿Bromeas, Sherlock?" Dice Sirius.

"Los ciervos mudan sus cornamentas en estas temporadas ya que se acerca la época de apareamiento." Explica Lily. "La hemorragia se detendrá. Esto es natural."

Ahora, con total naturalidad, Sirius y Peter reventaron en carcajadas cuando Lily terminó de explicar. James jamás se había sentido tan humillado como lo estaba ahora, y eso que él había hecho muchas cosas humillantes que merecía pena de muerte, en especial frente a Lily.

"Asumo que la hemorragia no pudo detenerse gracias al cambio de cuerpo," concluye Lily desde su raciocinio, alejándose finalmente de Cornamenta para poder verle la cara. "¿Puedes entenderme?, lo mejor es que estés un rato así hasta que la hemorragia se detenga."

Cornamenta asintió torpemente.

Y ahora, el aspecto amable y preocupado de Lily terminó transformándose en la personalidad de prefecta que ella tenía, y apuntó a Sirius. "Tú. Quiero que me expliques qué demonios."

"¿Qué demonios con qué?" Sirius pasó una mano por su pelo largo mientras se sentaba en el baúl de Peter. "Somos animagos, violá."

"Es ilegal."

"Gracias, capitana Obviedad."

"Sirius…"

"Nos transformamos en animales para pasar con Remus las lunas llenas," explica Peter. Sirius frunció los labios al escuchar eso.

James pudo ver como el rostro fruncido de Lily cambiaba a uno completamente distinto: se veía realmente conmovida por las palabras de Peter, tanto que puso una mano en su pecho como forma de expresión. "¿Aprendieron a ser animagos por él?"

"Bueno, si." Sirius contestó, viéndose un poco más avergonzado que antes. "Es lo mínimo que podíamos hacer- oh, deja de mirarme así, tonta."

"Cada día me sorprenden más." Observa de nuevo a Cornamenta. "Esto es hilarante."

"¿Quieres hablar de cosas hilarantes?" Sirius miró a James mientras le palmeaba con burla el hocico. "Que James no pueda decir nada al respecto."

"¿Qué quieres decir con eso?" Pregunta Peter.

Y Sirius se movió hacia Lily mientras movía sus hombros ridículamente. "¿Sabías tú que para San Valentín no nevó de verdad, y que fuimos nosotros los idiotas que se despertaron a las cinco de la mañana para hacer caer un poco de nieve?"

Ay, no… James quería que lo tragara la tierra. No quería ver a Lily mirarlo sorprendida y completamente impactada por eso.

"¿Bromeas?" Lily sonrió. "¿Hizo nevar para que tuviéramos una cita?"

"Hicimos." Corrige Sirius chasqueando su lengua. "Que todos aquí nos sacrificamos para que salieras con él."

Lily parecía estar sin palabras, y parecería que terminaría desmayándose de lo roja que estaba si es que Sirius seguía hablando, por lo que hizo lo más sensato que pudo pensar en esas circunstancias: empujar con su cabeza a Sirius.

"¡Oye!"

La chica entre risas se encaminó hacia al baño donde sacó una toalla limpia y la humedeció en la ducha antes de regresarse hacia Cornamenta para limpiar su cabello de la sangre.

"Espera-" Lily pareció recordar algo de forma repentina mientras seguía con la limpieza de la cara de Cornamenta. "El proceso de transformación de un animago es demasiado duro y complejo- ¡Oh Dios! ¡Esa vez…Esa vez, Sirius!"

"¿Esa vez?"

"¡Esa vez que hicieron un voto de silencio a finales de cuarto año!" Dice con exasperación. "¡¿Estuvieron con una hoja de mandrágora en la boca todo ese tiempo?!"

"Fueron los dos meses más largos de mi vida," suspira Peter, recordando la situación con vehemencia. "Fue divertido."

"Son increíbles," expresó ella de nuevo, "¿Y-y la pronunciación del hechizo? Ustedes tienen el nivel de concentración de un niño de cinco años."

"Somos obstinados." Responde Sirius.

"¿Eso significa que hoy, luna llena, estuvieron con Remus en la Casa de los Gritos?"

Sirius y Peter se miraron, y Cornamenta bufó mientras intentaba desviar su cabeza de las manos de la chica. Si era un animal él no tendría que dar explicaciones, por ende, tampoco tendría que recibir el magno regaño por parte de la prefecta de Gryffindor por haberse fugado del castillo.

"¿Quieres oír la verdad o la mentira?"

Lily soltó un bufido de exasperación, pero a diferencia de lo que James acostumbraba a ver, vio a Lily contenerse emocionalmente para asentir con lentitud. "Me alegra que Remus tenga amigos como ustedes." Termina soltando finalmente, mirando a los tres chicos (o a los dos chicos y al animal). "No me imagino lo difícil que tuvo que haber sido su vida antes de Hogwarts."

"¡Iris, bonita!" Sirius le entregó una abierta sonrisa mientras se ponía una mano en su corazón, fingiendo sentirse conmovido. "Nunca pensé escuchar esas palabras tan dulces provenientes de ti."

"Lo arruinas todo." Suelta ella antes de mirar a James. "Y tú… Creo que puedes convertirte en persona nuevamente."

James volvió a aparecer en su forma humana, recostado en el suelo mientras intentaba recuperar un poco la cordura. "Esto es horrible."

"Les recomiendo que le den desayuno si sigue fatigado," aconseja Lily. Pikky se acercó a James volando para poder tenderle las gafas, quien las tomó y se las colocó con pereza. "Y si no se recupera, es mejor que vaya a la enfermería."

"Nos expulsarían, y a Remus también si es que damos indicios de que somos animagos." Murmura con temor Peter.

"Pueden decir que el encantamiento de los cuernos salió mal," excusa ella. "¿Está bien que me largue ahora? Todavía tengo que terminar unos ejercicios de aritmancia."

"¿Desayunarás con nosotros?" Pregunta Sirius ayudando a James a levantarse del suelo.

"No sé cuanto me demore, así que no."

Cuando Lily salió del dormitorio junto a su búho, James bufó por la nariz mientras sentía la vergüenza volver a apoderarse de él. No podía creer todo lo que tuvo que hacer frente a ella. "Te mataré, Sirius. "Expresa James dejándose caer en su cama.

Pero, de forma impredecible, Sirius le abofeteó el brazo. "¡¿Y eso?!"

"Yo te mataré, James." Sirius se puso repentinamente serio, yendo hacia su propio baúl para sacar una cajetilla de cigarros y encender un pucho en su boca. "¡¿Qué demonios fue eso de convertirte en persona con un hombre lobo cerca?! ¡¿Es que tú no pensaste en el daño que se haría Remus para evitar atacarte?!"

A James casi se le había olvidado lo mal que se sentía emocionalmente antes de sentirse fatigado. "No me lo saques en cara que bien sabes que me siento culpable por eso," baja la cabeza James mientras asiente. "No fue mi intención, en serio."

"Te creo, pero eso no me deja exento de querer golpear tu rostro. Y duro." Sirius se sentó junto a James y se recostó en su cama mientras soltaba un prominente bostezo de cansancio. "Por amor a Merlín, me vino todo el cansancio. ¿Qué hora es, Pete?"

"Casi las siete." Contesta el chico.

"No creo que alcancemos a dormir," imita James a Sirius. "Pete, báñate primero, estás hediondo."

"Vale~" Canturreó entrando directamente al baño.

Se mantuvieron un momento en silencio los dos amigos, recostados y fumando en la cama de James mientras observaban el techo estrellado que habían dibujado años atrás en el dormitorio. James podía presentir el cómo Sirius se estaba sintiendo ahora, por lo que se estiró para palmear su barriga. "Oye, iremos a verlo a la hora de almuerzo, ¿Si?, por el momento tenemos que dejarlo descansar."

Después de los eventos de los efectos de la poción de amor y de la cita de San Valentín que James tuvo con Lily, en el que de alguna forma lograron que ambos chicos hicieran las pases y se dieran el pie para entablar un vínculo un poco más profundo y romántico como lo había estimado James; su relación y dinamismo no era diferente- de hecho, era igual a cuando eran amigos, solo que la intención romántica al saber que los dos estaban en algo marcaba la diferencia de sus acciones.

Es por eso de que, siendo esta la primera luna llena que ambos pasaban, James esperaba ese tipo de comportamientos sobreprotectores por parte de Sirius.

"Después podrás molestarlo todo lo que quieras." Termina por decir James.

"Si, vale…" Murmura Sirius.

Pasada de las ocho de la mañana, los tres chicos -entre sueños y estornudos esporádicos que James soltaba y contagiaba a sus amigos- bajaron las escaleras de caracol en dirección a la sala común, donde volvieron a encontrarse con Lily (esta vez, ya vestida con su uniforme) regañando a tres chicos de cuarto año que estaban jugando con la loza que se guardaba en la sala.

"¡Lily!" Le llamó Peter. "¡Vamos a desayunar!"

La chica le entregó una mirada tan dura que congeló al instante al trío, y siguió regañando a los chicos de cuarto.

"No se ve de buen humor," comenta Peter.

"¿Estarías tú de buen humor si te arrastraran a las seis de la mañana a atender un venado anímico?" Le pregunta Sirius pasando un brazo alrededor de sus hombros.

"Bueno, al menos sabemos que ella no explotará en cualquier momento." Coincide James.

Tomaron desayuno para recomponer energías, pero James se encontraba tan particularmente con la moral baja que ni siquiera haciendo croar a los chicos de primer año le levantaban el ánimo. Sirius parecía bastante preocupado y lo único que ingería era café con un poco de leche, perfecto para acabar muerto. En cambio Peter, bueno, él solamente se limitaba a no caer muestro sobre su plato de avena. Ni siquiera se ensimismaron cuando las lechuzas llegaron con la correspondencia de ese día.

Luego de que el profesor Dumbledore diera los anuncios matutinos para esa semana, comentó algo que James notó que a Sirius le llamaba la atención.

"Como la próxima semana serán las vacaciones de primavera, le pediremos a aquellos estudiantes que abandonarán el castillo para las fiestas se comuniquen con sus jefes de casas para tomarlos en cuenta." Cuenta el profesor con su característica alegría. "El tren saldrá este sábado al mediodía."

"Pura basura," masculla Sirius. "El año pasado ni siquiera pudimos contemplar esas vacaciones gracias a los TIMOs."

"Aunque ahora no tenemos exámenes." Apunta James. "Solamente serán los generales- y no nos enfrentaremos a los EXTASIS hasta el próximo año."

"¿Acaso estás insinuando que irás a tu casa para las vacaciones?"

"Iremos," corrige James con orgullo. De repente se dio cuenta que no lo había mencionado antes el plan a Sirius, lo que le hizo sentir un poco avergonzado. "Quiero decir- creí haberles contado que me los llevaré para pascua a mi casa."

"¿A quién llevarás?" Corrobora Peter.

"A ustedes, en general." James se burla. "Si hacemos nuestras tareas a tiempo, podremos disfrutar de una semana agradable en la residencia Potter y…"

Pero su rostro decayó, recordando la tragedia de hace un mes que lo hizo estar castigado hasta que se graduara de la escuela.

"Tendré que ver a papá…" Suelta James con un dramático aire de pena. "¡Y tendré que ver su cara de decepción!"

"Insisto que deberías contarle a Artie Donoso lo que hiciste," reitera Sirius con obviedad, levantando su mano para saludar al nombrado de Hufflepuff. "No puedes dejar pasar esta oportunidad- ¡Especialmente cuando hiciste que hasta la misma McGonagall se pusiera loca!"

"No voy a faltarle el respeto a la confidencialidad de Dumbledore," dice James, ofendido. "Además…" Hizo un temple de ver sobre su hombro, específicamente hacia la mesa de Slytherin donde Severus Snape se encontraba desayunando tranquilamente con su grupo, probablemente maquineando algún horroroso plan contra los merodeadores nuevamente. "No voy a darle el gusto a Quejicus de nuevo."

El gran reloj que se encontraba ubicado tras la mesa de los profesores comenzó a sonar marcando el inicio de la jornada escolar de ese día.

La primera clase que compartían los tres era Transformaciones con la profesora McGonagall, en la que la actividad principal era la transformación de un conejo blanco en una caja de madera que, para la mala suerte de la poca concentración de Peter gracias a la falta de sueño, terminó formando una masa gigante verde que parecían ser huevos de ranas.

"¡Eso es asqueroso!" Carcajeó Sirius.

La profesora McGonagall se acercó a la mesa de ellos y miró con horror los huevos de rana. "Por Dios, no podemos pedirle a Hagrid que cace conejos si los terminarán convirtiendo en eso."

"¿No vale los puntos?" Intenta salvar Sirius a Peter, quien se veía realmente afectado por la pérdida del conejo blanco. "Digo, Pete transformó de conejos a huevos de ranas."

"¿Huevos de ranas?" La profesora McGonagall miró intercaladamente a los chicos a la masa. James supo que por la mente de ella estaban pasando millones de preguntas de raciocinio. "¿Está bromeando?"

"Jamás bromearía con eso." Contesta esta vez Peter, sintiendo el terror de la pesada mirada de la profesora.

"Si no vuelven al conejo a la normalidad, los castigaré por maltrato animal." Espeta ella finalmente.

Luego, para la humillación de James, se encontraron en las mazmorras junto al profesor Slughorn con pociones avanzadas. La clase teórica fue llevada con normalidad hasta que llegó la parte práctica, en la que consistía en preparar una poción en tiempo récord un modificador corporal para hacer misiones en cubierto.

"Bien, ¿Qué haremos?" Pregunta James. Un estudiante del aula lanzó un estornudo, y otro de Hufflepuff tuvo que salir apresuradamente de allí.

"Podríamos transformarnos en animales," bromea Sirius. "Eso es un modificador corporal."

"¿Quieres que te expulsen?" Murmura, para luego girarse hacia Peter. "¿Cómo vas, Pete? ¿Necesitas ayuda?"

"Creo que haré un crecedor de nariz." Cuenta mientras leía el manual de pociones avanzados. "Así será más fácil."

"Bien, pues manos a la obra." Se sube James sus mangas.

Sin embargo, la campana del profesor Slughorn sonó al instante, mientras levantaba la mano de Lily como si fuera una campeona.

"¡La señorita Evans ya hizo la poción!" Expresa con gratitud. "Hizo una poción para cambiar el cabello a voluntad propia por un efecto de veinticuatro horas. Tal y como los conocidos metamorfomagos.- ¿Quiere hacer una demostración, señorita Evans?"

Lily mostró una notoria intención de sonreír y bebió una cucharada de su caldero; segundos más tarde, su cabello pelirrojo se transformó en un largo y despampanante rubio, casi tan platinado como el de Marlene McKinnon.

"Woah…" Silba Sirius. "¡Estás bellísima!"

"Me gusta más el rojo," murmura James, aunque no podía evitar encontrarla hermosa igualmente.

Lily habría sobrepasado a Snape en esa amistosa competencia, pero la casa de Slytherin no se lo había tomado de mejor manera.

Ella le había explicado a James -luego de que ella le obligase a prometer que no haría nada en contra de lo que sucedía- que desde que se había roto su amistad con Snape, la casa de Slytherin se había tomado ciertas atribuciones para comentar rumores entre ellos que destruían la reputación de la prefecta. James quiso hacer algo en contra eso cuando se enteró, pero ella había insistido fehacientemente que, si ella se enteraba en algún momento que él se había involucrado, ella dejaría de hablarle.

La cabellera larga y rubia de la chica se transformó en uno corto y negro, parecido al de Snape, y James se enamoró un poco más al ver como ella le sacaba la lengua burlescamente.

"Quince puntos para Gryffindor," felicita el profesor Slughorn.

"Que lindo que ella tenga que salvar tu trasero luego de lo de la poción," comenta Peter al lado de James. Él, por su parte, colocó una mano en el rostro del más bajo y lo empujó.

"Seguro se acuesta con él para tener ese tipo de información."

Los tres chicos callaron sutilmente sus risas cuando escucharon la voz a sus espaldas.

Detrás de ellos se escuchaba el cuchicheo sonoro de dos chicas de Slytherin que parecían demasiado divertidas criticando a Lily a que colaborando con su propio experimento.

"Unos chicos de séptimo comentaron que Severus y Lily terminaron su relación el año pasado porque él la pilló haciéndole un oral a Slughorn."

"Esto es enfermo," James hizo el amago de levantarse, pero Peter y Sirius lo sujetaron de los brazos. "Suelten-"

"No seas idiota." Masculla Sirius a su lado, igual de desagradado. "Sabes lo que dirá ella si haces algo."

Los comentarios no eran agradables, era lo mínimo que se podía esperar de un grupo así. Sin embargo, eso no significaba que a James se le revolvía el estómago de asco por las palabras tan sucias que salían de ellas.

"¿No tienen nada mejor que hacer?" Comenta al aire James en un murmullo.

"Es la envidia," sonríe Sirius. "¿O quieres hacer algo al respecto?"

James lo meditó un momento y codeó a Peter. "Colagusano, ¿Qué traes en tu bolso?"

Entre estornudos, Peter hurgó en su mochila mientras sacaba y dejaba sobre la mesa distintos artilugios comprados en Zonko's. Plumas de caramelos, tinta falsa, diente de león que rugía- bingo.

Las dos chicas que estaban en los mesones tras los chicos seguían cuchicheando sobre Lily, entre risillas y chites constantes que enfermaban profundamente a James. Él se aproximó a alcanzar la pequeña bolita humeante del porte de una canica que usualmente usaba para jugarle bromas a sus amigos, y con Sirius distrayendo esporádicamente dejando caer un poco de sus ingredientes al suelo, James lanzó la bolita de humo al caldero de ellas.

"Ahora, quiero que todos continúen con su trabajo," anuncia el profesor Slughorn mientras que Lily tomaba asiento junto a sus dos compañeros de trabajo en la primera fila. "Los evaluaré según los efectos que provoquen."

La sala de pociones comenzó a sumirse en su trabajo, y James decidió que, mientras hacía efecto la pequeña bolita humeante puesta en el caldero de las dos chicas de Slytherin, fue a molestar a Lily.

Ella trabajaba con dos chicos de Ravenclaw que, anhelantes, le preguntaban cómo había hecho esa poción de cambios de cabellos con rapidez.

"Todo está en la intención," explica ella con orgullo. "Y los ingredientes- loción tradicional de cabello y distintas mezclas de hierbas y colorantes para poder hacerlo."

"¿Tuviste que beber loción de cabello?" Consulta James, agraciado.

Los chicos de Ravenclaw se encogieron en su lugar, esperando a que Lily regañara a viva voz a James por haberla interrumpido; pero los dos suspiraron de alivio al ver como la pelinegra -que había cambiado su cabello a un intenso rosa ondulado hasta los hombros- sonreía.

"¿No hiciste nada para sacar esas manchas de tu cara?" Apunta ella burlesca al rostro del otro. "Ya ha pasado tiempo."

"Ya me estoy encariñando," bromea James. "A veces se me pierde mi pezón, pero fuera de eso parece que lidio bien con ello."

"¿A qué vienes, Potter?" Ella se aleja hacia la esquina de la mesa para dejar a sus compañeros trabajar en su propia poción metamórfo. "¿Vienes de espía?"

"Podríamos poner un poco en la poción de Sirius para molestarlo," bromea.

"Bueno, ya que estás acá…" Repentinamente ella pareció nerviosa. "¿Recuerdas para San Valentín te hablé de una película que estrenarían- espera, ¿Recuerdas lo que es una película?"

"No soy tan ignorante," pone sus ojos en blanco en broma. ¡Obvio que recordaba lo que era!, una vez había ido al cine con Remus, Sirius y Peter y había sido la mejor experiencia de toda su vida.

"Bueno, la película que te hablé se estrenará justo para las vacaciones de primavera," dice ella. "¿Te parece bien ir…?"

¡Oh!, ¿Lily Evans lo estaba invitando a una segunda cita? ¡Que injusto era la vida! ¿Cómo ella podía hacerlo y salir beneficiada, pero cuando James se lo ofrecía ella siempre lo rechazaba?, de todas formas, esa dicotomía de injusticia no era tan importante como para desconcentrarlo del hecho real: ¡Lily Evans lo estaba invitando a una segunda cita!

"¿Los dos?" De repente, toda su esencia bromista y casamentera se esfumó rápidamente, haciéndolo sentir nervioso. "¿Solos?"

"Esperemos que no haya ningún Remus con un perro," sonríe ella.

James asintió ante eso, tan fuerte que sintió un hueso sonar en su nuca. "¡Claro, si! ¡Los dos solos en un cine de Londres! ¡Me parece bien!"

Lily le sonrió. "Te diré durante la semana cómo llegar a mi casa- no, no puedes usar la red flú."

"Vale, si, está bien. Locomoción muggle, vale." Decía más para sí mismo. "Puedo hacerlo. Claro que puedo hacerlo-"

"Me parece bien." Comenta. "¿Y por qué venías?"

"Ah-" La burbuja de felicidad fue rota esporádicamente por el disgusto nuevamente, "Uh, bueno, las chicas de Slytherin que estaban detrás de nosotros dijeron cosas muy feas."

"¿E hiciste algo al respecto?" James negó como un mentiroso. "Bien. No puedes meterte en más problemas."

"No me voy a meter en problemas." Pone los ojos en blanco. "¿Crees que quiero tener más horas de castigo con Filch?"

Lily estornudó y James deseó tener un pañuelo en ese momento. "Nadie quiere estar con Filch."

"Tú nunca has estado castigada con Filch."

"No, pero si estoy bajo amenazada," ríe, "supone que fui yo la que hizo la muralla de queso en el pasillo principal."

La muralla de queso. Broma que hicieron hace tres días atrás solo porque Lily les había enseñado desde un libro cómo el queso se producía. Filch sospechó que era ella ya que la pilló explicándole a los merodeadores como este se producía.

"No puedes irte de Hogwarts sin haber pasado una noche con Filch."

"Eso suena más como una propuesta indecente, Potter-"

"¡AH! ¡MI CABEZA!"

Todos los estudiantes saltaron de su lugar y Sirius estalló en una fuerte carcajada. A las dos chicas de Slytherin le habían brotado alas de lechuza en sus cabezas, que comenzaron a aletear haciendo que se elevaran varios centímetros del suelo.

"¡Por las barbas de Merlín!" Slughorn se veía realmente impresionado. "¡Alas de lechuza! ¡¿Cómo pudo pasar esto?! Eso no es muy discreto de su parte…"

"¡AYÚDEME!" Chilló una de las chicas.

"Eh- bueno, vale." El profesor Slughorn caminó hacia las chicas y con un movimiento de varita, dos correas se desprendieron de la punta para amarrar los zapatos de las chicas a ella. "Iremos a la enfermería… El resto siga trabajando."

Los tres se fueron de ahí acompañados de las fuertes carcajadas del resto del salón; y como hacían cada vez que el profesor abandonaba el aula, los estudiantes se comenzaron a dispersar para acercarse a sus amigos.

"Potter…" La voz de Lily se transformó en severa, y su cabello rosa chillón se transformó en uno negro y liso. Por un momento James vio a la madre de Sirius en ella, y se aterró. "¿Qué hiciste?"

"Todos son inocentes hasta que se pruebe lo contrario, ¿O no es así el dicho muggle?" James contesta con nerviosismo.

"¡Potter! ¡Te dije que no te involucraras!"

"¡Perdón, pero no podía dejar que te siguieran tildando de prostituta así como así!" Expresa, molesto. "No me gusta que te falten el respeto."

"En serio no me afecta," Lily soltó un suspiro mientras pasaba una mano por su cabello (a la par que lo hacía, su cabello se transformó en su rojo oscuro natural). "Sabes que los de Slytherin atacan porque , no puedes acudirme cada vez que me dicen algo feo."

James frunció el ceño ante eso. "¿Te han dicho algo estos últimos días?"

"Como a todos los nacidos de muggles," ella razona con obviedad, "no les presto atención. Les duele el orgullo que una sangresucia sea mejor en pociones que ellos solamente."

"O-oye, no te refieras a ti de esa forma-"

James levantó tímidamente su mano para ponerla en el hombro de la chica, quien le correspondió poniendo su mano sobre la de él. "Está bien, Potter, en serio."

De repente, Lily le pareció mucho más bonita que antes. ¿Sería este un buen momento para besarla?

Pero cuando él tuvo la mera intención de inclinarse, Sirius colisión contra él.

"Oye, imita mi pelo y seremos gemelos," le ordena Sirius a Lily, quien tuvo que pestañear para poder concentrarse.

"¿Por qué asumes que quiero estar emparentada contigo?" Bromea ella con una falsa ofensa.

"¿Quién no quiere estar emparentado conmigo?" Aclama al aire el chico.

James asesinaría a Sirius. Aunque sea lo último que haga.

Después de unos veinte minutos en los que algunos estudiantes estornudaros estruendosamente, la campana dado finalizado la hora de clases sonó.

"¡Vamos, vamos!" Sirius guarda rápidamente sus cosas en su bolso y salía corriendo del aula. "¡Apresúrense, imbéciles!"

"¿Por qué tanta euforia?" Consulta Lily mientras caminaba junto a James y a Peter.

"Iremos a la enfermería," explica Peter sacando de su mochila unas varitas de regaliz. "¿Quieres acompañarnos?"

"No, tengo que adelantar un ensayo para Alquimia," se excusa ella mientras lanzaba un sonoro suspiro.

"Has estado trabajando desde temprano, ¿Por qué no nos acompañas y descansas un poco?" Ofrece James. "A Remus le gustará verte."

"Si, pero en serio tengo que avanzar con Alquimia." Y con un meneo de manos ella se despidió de ellos.

James y Peter alcanzaron a Sirius, quien como cachorro meneaba una cola imaginaria con intensidad, apurándolos.

De camino desde las mazmorras hasta el ala de la enfermería James notó, por alguna extraña razón, que al mayoría de los estudiantes con los que se topaba en el pasillo se veían en un estado particular: ojos rojos y levemente hinchados, nariz roja como tomate, estornudos intercalados y sonoros que terminaron contagiando a James y Sirius.

Al llegar a la enfermería y abrir la pesada puerta, notaron como las camillas públicas se encontraban ocupadas por estudiantes que gemían mientras que Madame Pomfrey caminaba de un lado a otro.

"¡Ah, son ustedes!" Comentó la mujer al ver a los tres chicos en el umbral. "Mal momento para venir, realmente, aunque si me vendrá bien una mano."

Sirius empujó deliberadamente a Peter hacia adelante como ofrenda; él no había alcanzado a comprender lo sucedido cuando la enfermera ya lo había tomado del brazo y lo aproximó hacia uno de los chicos que tenía una cascada de mucosidad cayendo por sus fosas nasales.

"Que asco…" expresa Peter con disgusto.

"Se hombre por una vez en tu vida y ayuda," ordena Madame Pomfrey con fuerza, sacando de uno de los bolsillos de su delantal una pañoleta. "Estos mocos caen como cascada. Tendrás que tapar su nariz mientras yo le doy una pócima para dormir."

"¿Y no puede hacerlo él?" Alude al muchacho que estaban atendiendo. El pobre chico -que aproximaba ser de segundo año- levantó sus manos y mostró cómo éstas no paraban de temblar. "Ay, qué asco…"

"Hay unos frascos púrpuras sobre el mesón junto a una bandeja de comida." Indica la mujer a Sirius y James. "Vayan a pasárselo a Lupin. Debería estar despierto a estas alturas."

James notaba la emoción de Sirius y como este prácticamente voló pro el ala hasta el mesón de Madame Pomfrey para agarrar la bandeja (James se encargó del frasco) e ir hacia el ala privada de Remus- que de privada solo eran unas cortinas rodeando la cama.

"¡Sorpresa, ricura!" Saludó Sirius.

"¿No tienes piedad por si está dormido?" Le cuestiona James cruzando las cortinas. Por supuesto, Remus no se encontraba dormido, pero si se veía bastante cansado recostado boca bajo en la cama.

"Esa mierda nunca ha tenido piedad conmigo," murmura Remus con su cara en la almohada. "Buenos días."

"Te trajimos el almuerzo," muestra Sirius la bandeja con orgullo. "Y James te trajo la poción para dormir."

"¿Necesitas ayuda?" Consulta James mientras dejaba el frasco sobre la cama, viendo como Remus intentaba incorporarse.

"Estoy bien…" Pero era mentira, porque cuando posó sus manos en el colchón para alzarse no pudo evitar lanzar un gemido de dolor. "En serio estoy bien…"

"Te creo, hombre," Dice con sarcasmo James mientras lo ayudaba a acomodarse en los almohadones para que pudiera comer.

Una vez que Remus se incorporó por completo, Sirius acomodó la bandeja en el regazo de Remus-e incluso se ofreció en alimentarlo si es que le dolían mucho los brazos.

"Eres un idiota," le insulta Remus, aunque James pudo notar una sombra de una sonrisa.

"Todo por nuestro chico," Sirius palmea burlescamente la cabeza de Remus antes de cambiar su semblante a uno más serio. "¿Cómo te encuentras? ¿Te duele mucho tu espalda? ¿Qué hay de tus brazos?"

"Bien, aunque sinceramente estoy confundido con todo lo que sucedió," Remus estiró lentamente su brazo hacia la bandeja de comida: había un poco de caldo de pollo junto a pan integral tostado, y Remus no dudó en untar el pan el la sopa antes de comerlo con fiereza. "Antes de darme cuenta me sentí muy violento- ¿No les hice daño a ustedes?"

"Oh, no, sácate eso de la cabeza." Se apresura a decir James, sentándose también en la cama.

"Tenías tu cabeza con sangre," recuerda con tono preocupado.

"Olvídalo, se me cayeron los cuernos." Insiste James. "Es natural en los venados, así que no te… no te preocupes."

Pero el rostro de Remus era pálido de sorpresa. James lo vio mirar a Sirius para corroborar información, quien con el mismo rostro de seriedad asintió.

"¿Y por qué se te cayeron los cuernos?" Remus tomó la cuchara para beber del caldo.

"Porque está caliente." Contesta Sirius sin tono.

Remus no pudo evitar atragantarse con la cuchara tras esa afirmación. Ahora fue el turno de James de golpear a Sirius en el brazo mientras este intentaba no desternillarse.

"¡Canuto!"

"¡Pero si eso pasó!" Se defiende él antes de recomponerse. "Bueno, según Evans, los ciervos pierden sus cuernos porque están cerca del periodo de apareamiento."

Remus bajó sus hombros mientras soltaba un prominente suspiro. A James siempre le había costado leer a su amigo porque era una persona bastante reservada, pero en esos momentos al menos él podía tener un indicio de que Remus tenía un conflicto de molestia consigo mismo.

"Quiero pedirte perdón por reaccionar así," toma la palabra James. "Me transformé en humano porque entré en pánico, y el lobo lo sintió. Comenzó a atacarse para saciar su frustración de no encontrar al humano."

"Está bien," pero por la forma en la que Remus lo dijo, James supo que él todavía no se encontraba de ánimos. "Al menos no te hice daño. Me tranquiliza eso."

Se quedaron en silencio durante un momento. Junto a Sirius, ambos contemplaron a Remus comer lentamente su caldo de pollo con ruidos y arcadas por parte de los demás estudiantes que estaban en la enfermería.

"Espera-" Se detuvo un momento Remus. "Si perdiste tus cuernos, eso significa que no le haces justicia a tu nombre."

"¿Eh?"

"Cornamenta." Repite Sirius, como si fuera capaz de leerle la mente a Remus. "Ya no tienes tus cornamentas."

"Hay un personaje popular en el mundo muggle que es un ciervo," empieza Remus, aguantando la risa. "Se llama Bambi. Un ciervo bebé."

"¡Bambi!" Vuelve a decir Sirius, digiriendo el apodo. "¡Me encanta!"

"Por lo tanto, querido James, quedaste despojado de tu apodo como Cornamenta por no hacerle justicia, lo que significa que ahora serás…"

"¡Bambi!" Concluyeron ambos.

Aunque ni James ni Sirius parecían conocer quién era ese personaje, Remus parecía haber recuperado su buen ánimo gracias a esa conclusión, por lo que se unió a la risa de los chicos que, a medida que avanzaban, retumbaban más fuerte.

"Oh, no tuve que reírme tan fuerte." Se lamenta Remus antes de hacer un ademán para tocar sus heridas en los omóplatos. "Me duele la espalda."

"Poppy nos dijo que te pasáramos esto." Indica James alzando en la cama el frasco púrpura. "¿Sabes qué es?"

"Es para hacerme dormir." Explica él. Sirius tomó la bandeja para que Remus pudiese acomodarse con mayor libertad en la cama. "Supongo que no volveré hasta la cena al dormitorio."

"Supones mal."

Las cortinas se abrieron abruptamente mostrando a Madame Pomfrey, ahora con una pañoleta tapada en su boca y en su nariz, y con un escenario de fondo que parecía ser sacado de una película de terror.

Recién llevaban cerca de diez minutos con Remus en la enfermería y los cinco chicos que estaban enfermos parecieron multiplicarse, porque ahora James podía ver cómo Peter corría de un lado a otro con un balde a los quince chicos que estaban ocupando las camillas.

"Lo siento, Lupin, pero tendrás que regresar al dormitorio." Madame Pomfrey se veía realmente apenada con Remus, en especial por sus heridas. "Te daré un ungüento para que te lo pongas en las heridas para que terminen de cicatrizar, pero tendrá que ser en tu dormitorio- tenemos un caso de gripe de silvestre colectivo."

"¿Gripe de Silvestre?" Pregunta James mientras le entregaba la ropa de Remus a Sirius para que este lo ayudara a vestirlo. "¿Qué es eso?"

"Un virus contagioso que causa los efectos de una alergia de polen a grandes escalas." Explica Madame Pomfrey con rapidez. "Hay unas plantas específicas que brotan cerca de la humedad de los lagos que causan esta gripe. Es un virus muy contagioso y normalmente esto no ocurre porque el lago negro no produce esta planta."

Un flashback se posó en su mente, con Colagusano viendo con interés unas plantas que brotaban cerca del lago cristalino en el cual Cornamenta había restregado su cabeza.

Mierda…

"Oh," el único que responde es Remus, mientras se subía con lentitud sus pantalones. "Curioso."

"Uh- ¿Qué haremos con Pete?" Pregunta James viendo sobre el hombro de Madame Pomfrey. A igual que la señorita, él llevaba una pañoleta cubriendo su boca y nariz mientras sostenía el balde frente a un chico de séptimo, quien empezó a vomitar estrepitosamente.

"Lo soltaré en un momento- pueden adelantarse ustedes." Contesta ella, aunque James creía que eso no era totalmente cierto.

Una vez que terminaron de vestir a Remus, Madame Pomfrey les dio indicaciones sobre cómo tratar la herida de la espalda del chico y que se bebiera la poción para dormir tan pronto como llegaran al dormitorio. Salieron de la enfermería con lentitud para el acomodo de Remus, quien apenas podía mantenerse de pie por lo embriagado que se sentía del dolor de sus espaldas y brazos.

"Esto es nuevo," expresa Remus levantando sus brazos. Estos se sacudían con fiereza. "¿Creen que me llegó la hora?"

"Podríamos consultarlo con Madame Pomfrey," da la idea Sirius apuntando para devolverse.

"Nah, si la muerte me busca no la detendré."

Al final los dos soltaron una risa mientras que Remus enumeraba las cosas que donaría en su testamento (el chiste es que no era propietario de nada). Sin embargo, cuando la risa decayó, James soltó un sonoro suspiro. "Froté mi cabeza en unas plantas cuando se me cayeron los cuernos." Confiesa James. "Supongo que esas plantas trajeron la escuela."

"¿Estás de broma?" Remus bufa una risa. "¿Trajiste a la escuela una gripe de polen?"

"Alguien te lanzó una maldición," medita Sirius con una falsa seriedad. "Tal vez fue Quejicus- ya sabes, desde que nos estampó la cara con tinta te han pasado muchas cosas malas."

"No tiene sentido," niega James. "¿Por qué las tragedias solo me pasan a mí?"

"¿Crees que no es trágico noviar con Remus?" Bromea.

"¿En serio crees que tú eres el trágico, cuando soy yo el que está contigo?" Le responde Remus mirándolo sobre su hombro. "Debería recibir un premio por el intento."

"¿Intento? ¿Vas a terminar conmigo?"

"Mierda. Tenías que enterarte por correo."

Pero el pensamiento de James se alejó de sus dos amigos cuando vio, una vez más, a Lily pasando de ellos junto a Mary y Marlene a sus lados, con una fina y divertida figura de una estudiante de sexto año que siempre tomaba cuando se encontraba con la guardia baja. Ella iba concentrada en una conversación con sus amigas que ni siquiera los había notado, como tampoco a James suspirar inconscientemente.

"Oh, no de nuevo." Pide Sirius.

Lily lanzó una carcajada con Marlene y James sintió que se elevaba.

"Se ve tan linda riendo…" Murmura él soñadoramente.

"¿Sabes?, si le pidieras ser tu novia podrías decírselo cada vez que quieras." Dice Remus.

"Si, y así nosotros no tendríamos que escucharte." Coincide Sirius.

James vio a Remus hacer un esfuerzo para palmear su espalda como señal de ánimo. "Le gustas, ¿No?, ¿Por qué no eres directo?"

"No le gusto…" Murmura el pelinegro a la vez que revolvía su cabello. "O al menos no me lo ha dicho a la cara."

"Espera- pasó los dos días contigo cuando la escuela estuvo bajo una poción de amor." Interrumpe Remus.

"Si…"

"No actuó diferente contigo durante esos dos días." Continúa Sirius.

"Exacto."

"Y ambos tuvieron una cita en San Valentín." Finaliza Remus. "¿No te suena a algo eso?"

"¿A que ella me ve como un amigo, por ende no debería de arriesgarme a avanzar a algo más porque somos amigos?" Concluye James vacilante.

Remus abrió la boca para decir algo, pero la cerró al instante. Por otra parte, Sirius simplemente estalló en una carcajada.

De regreso a la torre de Gryffindor, cuando los tres llegaron a su dormitorio James vio el rostro de Remus caer.

"¿Qué le pasó a mi cama?"

James y Sirius se miraron con alerta porque, mierda, habían olvidado arreglar su cama.

Remus se acercó a ella con lentitud, viendo como sus almohadones estaban llenos de sangre; su colcha empapada de agua y marcas de barro de los zapatos de Peter; las cortinas en el suelo y rasgadas; y finalmente, los postes de madera estaban destrozados.

A pesar de que Remus tuviese sus omóplatos destruidos y sus manos temblaban como sonajero, no fueron impedimentos para que él lanzara maldiciones a sus dos amigos.

Continuamente, tras dejar instalado al durmiente Remus en la cama de Sirius, el dúo de amigos salió por la puerta con transversales verdes sobre sus uniformes y un colorido cabello color ruejo flameante que hizo que al mayoría de los estudiantes rieran a carcajadas.

"Notas que ya no tenemos respeto por nadie, ¿No?" Le comenta James a Sirius mientras iban al aula de Defensas Contra las Artes Oscuras.

"Puedo vivir con eso," da la lástima Sirius.

Yendo hacia el aula, los dos chicos notaron cómo Peter se acercaba a ellos con un rostro verde pálido, notablemente afectado por la cantidad de vómito que había visto.

"Esta mierda se propagará por toda la escuela," masculla Peter mientras se acomodaba su mochila. "Y yo ni siquiera pude tener un almuerzo decente."

"¿Qué te hace pensar que toda la escuela estará enferma?" Cuestiona James divertido.

Y, efectivamente, para cuando el profesor Dalí Castor abrió la puerta del aula, James notó como el viejo profesor tenía sus ojos rojos y sus fosas nasales estaban cubiertas por papel higiénico.

"No hay nada que ver, señores y señoritas," anuncia el maestro con una divertida voz nasal. "Sigan caminando y no paren."

Una vez que todos tomaron asiento en sus lugares, él volvió a hablar.

"Bueno muchachos, como podemos apreciar, entre nosotros hay una gripe bastante contagiosa que pareciera tener intenciones de asesinar a todos." Conversa, dando una barrida visual al resto de los estudiantes para comprobar sus condiciones. "Pero eso no significa que la clase tenga que detenerse."

James lo imita, por supuesto, viendo como algunos estudiantes de Hufflepuff ni siquiera levantaban su cabeza del escritorio; un chico de Ravenclaw dormitaba sobre una chica de Slytherin que hacía arcadas de tanto en tanto; y el numeroso grupo de Gryffindor que había tomado la clase avanzada se veía en el mismo estado que lo chicos de la enfermería. James se sorprendió incluso de ver a Lily igual que el maestro Castor: con papel higiénico en sus fosas nasales y con una palidez verdosa, pero al menos se veía más lúcida que Mary McDonald sentada a su lado, que se encontraba recostada sobre su butaca como si su alma la hubiese abandonado.

"De igual forma, como puedo contemplar que no todos estamos en nuestro mejor momento, lo mejor que podríamos hacer para nuestra sanidad mental y física sería hacer un reporte teórico de la lección de hoy y, para la siguiente clase cuando nos sintamos mejor, ponerla en práctica." Ofrece el maestro apuntando con su varita al resto de los estudiantes. Los chicos contestaron con un apagado acuerdo. "Muy bien, página setenta y ocho de su texto de estudio, y quiero una investigación exhaustiva sobre el tema. Cuando terminen, dejen sus pergaminos en mi escritorio y se retiran."

La clase avanzada de Defensa Contra las Artes Oscuras era más práctica que teórica, cosa que James amaba cada vez más ya que el aprender a conjurar de forma no verbal hacía que sus encantamientos con los estudiantes menores no solamente fuesen fructíferos, sino que también confusos para ellos -porque no tenían idea de qué hechizo desencantar cuando no sabían con cuales fueron encantados en primer lugar-. También, el profesor Castor les había enseñado desde la práctica las maldiciones más peligrosas reconocidas por el Ministerio de Magia, como también información de transmutación, alquimia, todo aquello que con la magia oscura puede jugar.

Sin embargo, una de las cosas que más ha anhelado aprender desde que lo vio por primera vez brotar de la varita de su madre a su corta edad de cinco años, fue la preciosa figura platinada y esperanzadora de un patronus.

"Tenemos que aprender sobre el encantamiento patronus," zarandea James a Sirius de la emoción, pero este no le prestó atención porque, tan pronto como se enteró que sería una clase teórica, cayó inconsciente sobre su mesa. "¡Hombre!"

Peter se giró en su asiento para trabajar con James, luciendo igual de emocionado que él. "¿Qué pensamiento usarán? No creo tener uno lo suficientemente fuerte como para conjurar un encantamiento…" Murmura Peter con pena.

En eso se les unió Mary y Lily. La primera chica usó el asiento vacío junto a Peter -que usualmente era usado por Remus- mientras que Lily compartió silla con el chico. "Eres muy depresivo, pequeño Pete." Se burla Mary.

"¿Cómo no tienes noción de cuál es tu recuerdo más feliz?" Consulta Lily, un tanto consternada por lo dicho por el chico.

Peter se encogió de hombros, avergonzado por la atención que estaba recibiendo de las chicas. "Es que… siempre me he sentido contento."

"Entonces serías la esencia de la felicidad," sonríe Mary. "Yo quiero ver la forma de mi patronus. Mi madre me explicó que de pequeña me gustaba mucho el océano, ¿Creen que sea un tiburón o algo así?"

"¿Pueden ser animales marinos?" Cuestiona Peter.

Antes de que Lily contestara con una explicación bibliográfica de por qué el patronus es un animal y por qué cambian según la persona, James contestó con una contagiosa felicidad, "¡Si pueden! ¡Puede ser lo que quieras!"

"¿Lo que quieras?" Lily le mira, revisando su texto de estudio con la página ya marcada y, probablemente, ya estudiada. "El texto dice que normalmente lee la esencia de tu persona- como lo que hace el sombrero seleccionador con nosotros al ponernos en las casas."

"Mis padres me contaron una historia," comienza a relatar James con aires nostálgicos. "Mi madre me contó que antes de conocer a mi papá su patronus era un flamenco, pero después se convirtió en una ballena."

"¡Que hermoso!" Expresa con felicidad Mary mientras miraba con nostalgia a James. "Es muy romántico eso- ¿Y el de tu padre cambió?"

"Después de que nací," confirma James. Lily tenía sus ojos en él y él podía deslumbrar una sonrisa en su mirada, parecía orgullosa de conocer esa información antes que nadie. "Sé que pueden cambiar también por el impacto emocional, lo cual considero muy romántico."

"Eres un casanova." Se burla Mary mientras reía con Peter.

"No todo es romanticismo," asegura Lily. "Hay relatos de personas que, después de una gran depresión, su figura cambia al patronus de la otra persona perdida- debe ser horrible que tu patronus cambie por alguien."

Repentinamente, la cabeza de Mary cayó de golpe junto a la cabeza de Sirius, y ella soltó una delirante risilla. "Hice mucho esfuerzo conversando…"

"No entiendo muy bien qué sucede," esta vez Lily le habla directamente a James mientras que Peter se ponía a trabajar en su ensayo con ímpetu. "Estábamos bien, pero cuando estábamos almorzando Marlene dijo que se sentía mal y terminó sacando una cascada de mocos desde su nariz -realmente asqueroso- y yo comencé a sangrar. Las manos de Mary no han parado de temblar y se ve como si el mismo lethifold le hubiese chupado el alma."

"Estoy bien…" Divaga la chica.

James tamborileó nerviosamente sus dedos en el escritorio antes de hacerle una mueca a la pelirroja. "¿Puedo contarte algo?"

"Siempre," la chica no despegó la vista de su ensayo que redactaba con velocidad.

"Creo que fui yo el que trajo la enfermedad," susurra. Lily levantó sus ojos de golpe y le miró dudosa.

"¿Qué? No te escuché."

En eso, Sirius se removió bruscamente en su lugar pasando a llevar la cabeza de Mary; el pelinegro levantó su mirada y todos saltaron al ver grandes chorros de sangre caer por la nariz de Sirius.

"Oh, este día ha sido carente de fe," bromea Sirius, pero notó que sus manos comenzaron a sacudirse violentamente, tal y como las de Remus hace unas horas atrás. "Oh, Merlín…"

Seguido a eso, James no pudo evitar estornudar estrepitosamente, causando que sus lentes no solo salieran volando de su rostro, sino que también una larga y gruesa hilera de mucosidad saliera de su nariz para pegarse en el reporte de Peter.

"¡Ah!" Chilló James avergonzado.

Sirius, Peter, Mary y Lily estallaron en ruidosas carcajadas provocando que el resto de los estudiantes los mirasen. Sirius reía tanto que se había olvidado de su hemorragia nasal causando que comenzase a toser al sentir su propia sangre en su boca, y Mary cayó a bruces en el suelo por el esfuerzo de sus carcajadas. James se abalanzó hacia el pergamino de Peter para poder taparse de la nariz, colorado hasta el cuello.

Pareció que todos entraron en un estado catártico, porque continuamente otro estudiante vomitó sobre su escritorio y otra chica de Hufflepuff se desplomaba junto a Mary en el suelo.

"Creo que pueden retirarse…" Observa el profesor Castor al grupo. "No olviden el reporte."

El día siguiente en la escuela de Hogwarts, hubo una suspensión general de clases. Tanto maestros como estudiantes se encontraban contagiados con la gripe silvestre que James había llevado a la escuela. En un plazo de un trimestre James había logrado hacer que toda la escuela estuviese sumida en un caos producido por él dos veces; él no sabía si a estas alturas debía sentirse orgulloso o decepcionado de sí mismo.

Y ahora, tal como en el caos anterior, el tiro le había salido por la culata, ya que en esos momentos él se encontraba con su cabeza apoyada en su brazo en el retrete mientras intentaba evitar que las náuseas regresaran.

"Oh, Merlín…" Expresó James antes de volver a vomitar en el retrete.

Ni siquiera se sentía enfermo como tal; no se sentía pesado ni tenía fiebre, pero su cuerpo parecía estar atrofiado en alergia al polen, porque moqueaba tanto que tenía que obstruir sus fosas nasales con papel de baño y sentía como toda la mucosidad que no era expulsada por su nariz tenía la inminente necesidad de salir en forma de vómito por la boca.

Había sido un martes muy de mierda para los merodeadores.

"Estoy del asco…," murmura el chico antes de jalar la palanca del retrete y dejar que todo su vómito verdoso se fuera por ahí. "¡Estoy enfermo!"

"¡¿Y qué me importa a mí?!" Le grita Sirius con voz nasal desde la habitación.

James caminó con sus pies arrastrados hasta llegar al dormitorio, y le levantó el dedo del medio a Sirius al verlo.

"¿Qué hora es?" Pregunta.

"Ocho treinta." Contesta Remus revisando el reloj que había en la mesa de noche de Sirius. "¿Vas por la cena?"

"De los tres tú eres el que está en mejor estado." Apunta James echándose en su propia cama.

"No." Espeta Sirius, reafirmando su agarre en el brazo de Remus para que este no se moviera de donde estaba. "Ve tú, Bambi."

"¡Remus ni siquiera está enfermo!"

El castaño levantó la cabeza del libro que leía para mostrar sus fosas nasales, que se encontraban llenas de algodón con sangre. James cambió su mirada hacia Sirius, pero él levantó sus brazos para mostrarle como sus manos temblaban estrepitosamente.

"¡Estamos malitos!" Contestaron ambos al mismo tiempo.

James les dio una mirada de muerte. Remus y Sirius estaban recostados, codo a codo en la cama de Sirius mientras este se pegaba mimosamente al brazo del otro.

"¡¿Por qué siempre hacen equipo en contra mía?!" Les pregunta resignadamente, levantándose de la cama.

"¡Porque podemos!"

"Todo sería más fácil si Madame Pomfrey no se hubiese llevado a Peter." Comenta con pena mientras miraba su cama vacía. "¿Por qué tuvo que pasarnos esto?"

"¿Quieres que lo repita?" Refunfuña Sirius.

"Bueno, ¡No es mi culpa que todo lo catastrófico me sucediera a mí!"

"A lo mejor esto sucedió por el espejo que rompiste el año pasado." Medita Remus dejando su libro en la mesa de noche de Sirius para acomodarse mejor.

"¿Qué tiene que ver eso con su mala suerte?" Le pregunta el otro.

"Una sugestión muggle dice que si rompes un espejo tendrás siete años de mala suerte." Explica mientras bostezaba. "Tal como cuando ves a un gato negro o pasas debajo de una escalera. También sucede cuando se te cae la sal, pero estás a salvo si te la tiras por el hombro."

"¿Por eso Mary estuvo como loca echándose sal sobre el hombro mientras Lily se reía de ella?"

"Probablemente."

James lanzó un graznido luego de que sus amigos dejasen de prestarle atención. Sintió que iba a volver a vomitar, pero el hambre le estaba ganando, así que comenzó a vestirse sobre su pijama para verse decente. "Ustedes son unos malditos. De los tres yo estoy peor."

"Yo ni siquiera puedo sostener las cosas."

"Ayer literalmente me rajé la espalda." Alegaron ambos al mismo tiempo.

"Como sea, infelices." Les insulta antes de salir.

Esa mañana habían comunicado que los chicos -al menos uno por dormitorio- podía asistir al gran comedor para buscar las comidas y meriendas del día. Había sido toda una experiencia, según lo que había contado Sirius cuando fue en busca del almuerzo, ya que según él todo el mundo parecía encontrarse drogado y James lo pudo corroborar en su ida para allá porque nunca había sido tan normal ver a los estudiantes de Hogwarts pasearse en pijamas por la escuela.

Una vez que llegó al gran comedor, corrió con la preciosa suerte de encontrarse con Lily (y, por una extraña razón, a su búho posada en su hombro), que a diferencia de un pijama llevaba la playera de Quidditch de Marlene y un buzo suelto, más algodones ensangrentados en su nariz; contrario a su estima, ella se veía en mejores condiciones comparada con la Head Girl, Alice no-se-sabe-su-apellido. que la había interceptado, quien parecía estar a punto de desfallecer. James, para hacerse el lindo, fue a molestarla.

"Sorpresa, ricura," le saluda James interrumpiendo la conversación que Alice de la casa de Ravenclaw estaba teniendo. "¿Qué sucede?"

"¿Por qué eres tan inoportuno?" Le pregunta Lily con voz nasal.

"Lily, si no vas por tu compañero, los castigaré," la chica de Ravenclaw ni siquiera estaba interesada en él, se veía tan decidida con la pelirroja que por un momento vio a Lily más baja de lo que era. "No puedes seguir excusándolo de sus responsabilidades como prefecto."

"¿Eres consciente que hay una gripe rondando por la escuela, y de que Remus fue uno de los infectados?" Lily consulta con falso sarcasmo. "Como tu compañero también- no puedes exigir que lo haga-"

"No es ahora, Lily. Ha sido siempre." La muchacha miró a James con escepticismo. "Incluso él estuvo ocupando su lugar en la reunión de inicio de año."

"Remus es una persona muy enfermiza, creí que el profesor Dumbledore lo había mencionado el año pasado." Responde Lily desafiante. James notó cómo poco a poco ella tomaba la clásica postura de prefecta, ganándose a la altura de autoridad que Alice. "Si nunca tomaste en cuenta eso, déjame decirte que tienes el mismo nivel de sensibilidad de una cucharita de té."

"Evans-"

"No me faltes el respeto de esa manera," detiene enseguida la chica de Ravenclaw igualmente tentada. "Tendrás que ir a hacer guardia a las mazmorras por esa boca tuya."

"Esa no es mi casa."

"Los prefectos de Slytherin están haciendo el trabajo que ni tú ni Remus están haciendo; como mínimo puedes encargarte de sus estudiantes gracias al favor que les hacen." Dicho eso, la chica se largó de allí

James vio como Lily adquiría un tono rojo en su cara, como si fuese a explotar en cualquier momento. La vio contar hasta diez en murmullos y, a pesar de que eso no le quitó el rojo, pareció calmarse un poco más. "Es una… una… una…"

"Uh- ¿Bruja?"

"¡Bruja!" Coincide, antes de girarse hacia James. "¿Cómo puede ser tan poca empática?, la jefa del año pasado incluso era más agradable."

"No puedes exigir que tenga piedad si no puede saber por qué." Intenta justificarla James- Él y los demás chicos habían pasado por esas situaciones antes, especialmente con los estudiantes; una vez, en cuarto año, Remus hizo pareja con un chico de Hufflepuff para un trabajo extenso de pociones que justo cayó en luna llena, y ambos terminaron recibiendo un agradable reprobado; y otra vez, en quinto año, Remus se encontraba saliendo con una chica de Ravenclaw y, olvidando avisarle, él la dejó plantada para una cita a Hogsmeade mientras él se recuperaba en la enfermería. La gente no tenía demasiada empatía cuando no había explicaciones lógicas de por medio, y James lo entendía porque él era igual de insistentes que ellos.

"Como sea, supongo que me iré a hacer guardia a las mazmorras." Murmura Lily, frustrada. "No quería estar ahí, sinceramente."

"¿Pero te quiere mandar sola para allá?" James cuestiona, preocupado. "¿Es que no tiene cabeza?"

"No puedes exceptuarte de tus actividades solo porque unas personas te molestan," contesta ella con obviedad. "Así que prefiero ir ahora para poder librarme de eso más tarde…"

"Entonces déjame acompañarte." Pero antes de Lily le replicara, James agregó, "voy a reemplazar a Remus de sus responsabilidades como prefecto- ya he hecho eso antes, ¿No?"

"¿Y te encuentras en condiciones para hacerlo?"

Hace menos de quince minutos James estuvo vomitando sus mocos en el baño, pero él podía estar bien para Lily Evans.

"Por supuesto," James le dio una mirada a las comidas que los elfos estaban entregando y miró de nuevo a la pelirroja. Los chicos pueden soportar un par de horas sin comida. "¿Vamos?"

Lily vaciló en su respuesta, pero ella sabía que por más que se negara en eso James insistiría y, bueno, podrían estar en ese círculo vicioso hasta que se les fuera la vida.

Con pasos lentos caminaron hacia las mazmorras junto a Pikky volando por los aires, observando igualmente a los demás estudiantes de segundo y primero pasearse con pésame con potes de comida. Abundaban los de Slytherin con obviedad, lo cual no le agradaba ni a ellos ni a James; Lily se veía un poco escéptica también por tener que estar rondando ahí, pero se veía que prefería mantenerse en el profesionalismo de la prefectura.

Se apoyaron en una pared sin realmente saber qué hacer. La chica revisó en su propio reloj de muñeca la hora y murmuró un par de cosas.

"¿Qué?"

"A las nueve comienza el toque de queda," y dicho eso, ella bostezó fuertemente que James rio un poco. "Oh, cállate. Ha sido una semana dura."

"¿Cómo vas con alquimia?" Consulta James, recordando a la chica mencionándolo anteriormente.

"Es complejo," admite ella. "No son como las otras clases- ya sabes, donde tienes noción de lo que sucede. Esto es completamente nuevo, y es genial. El profesor nos dijo que, si experimentábamos, estudiábamos y éramos muy disciplinados, después de la escuela podríamos practicar la transmutación."

"¿T-transmutación?" James abrió los ojos. "¿Tú cuerpo?"

Lily asintió. "No creo que resulte, sinceramente, porque es una práctica demasiado antigua y peligrosa. Pero la intención es buena."

"Estás loca."

"Si hubieses tomado alquimia conmigo habrías visto lo emociónate que es."

"Pero, de todas formas, ¿De qué te va a servir la alquimia?" Consulta ahora, viendo como finalmente Pikky aterrizaba en su propio hombro. "Digo, junto a Remus tomaron seis especializaciones-"

"Yo tomé siete."

"¡Incluso tomaste siete!" Cosa que hastiaba más a James.

Él no era tonto, sabía perfectamente la razón por la que Remus y Lily tomaron seis asignaturas mientras que él había tomado esa misma cantidad solo por mero capricho. James sabía que no necesitaría Estudios Muggles en un futuro, y sus habilidades para Transformaciones y Encantamientos eran innatos- sin embargo, si él voluntariamente hubiera decidido no tomar ninguna asignatura habría tenido un lugar en el campo laboral en el Mundo Mágico de todas formas. No como Remus y Lily.

Remus era una persona que vivía de la rabia, observaba James. Él era un chico que estaba tan enojado con el mundo que hasta los insultos habían sido parte de su personalidad, aun cuando no lo hacía con intención. Estaba tan furioso con el mundo que le enrabiaba tener que pelear por una posición dentro de un Mundo que él no había escogido estar.

Por otra parte, este último año James ha podido presenciar cómo Lily se ha visto, semana tras semana, más agotada y sensible.

"¿Qué quieres hacer cuando termines la escuela?" Le pregunta James a ella.

Lily frunció los labios antes de contestar. "Bueno… Hablé con McGonagall el año pasado sobre eso y aún sigo sin tener noción. Ella me explicó que la escuela no entrega certificados de estudio aplicables al mundo Muggle, así que dudo que pueda entrar a alguna universidad allá… Y por cómo están las cosas, dudo también tener una posición en el Ministerio."

James la imitó y asintió en comprensión. "Te entiendo…, bueno, si necesitarás ayuda, siempre podrás contar conmigo- mis padres pueden conseguirte un trabajo."

"No quiero deberle nada a nadie," rechaza ella mirándolo a la cara, con un tono falsamente amable. "Quiero decir…, quiero lograr las cosas por mí misma, ¿Sabes?, nadie asegura el futuro más que uno mismo."

"Me parece valeroso también," coincide James. "Pero tampoco quiero que no tengas un lugar en este mundo."

Lily iba a decir algo, lo notó porque había abierto la boca, pero la cerró al instante y terminó desviando su mirada hacia el pasillo principal donde los estudiantes de Slytherin iban de regreso a su sala común.

El gran reloj de Hogwarts sonó por los pasillos, indicando el inicio del toque de queda.

"Puedes retirarte si quieres," anuncia Lily. "Me quedaré una hora más antes de regresar a mi dormitorio. Solo para asegurarme."

"¿Por qué crees que querría irme si puedo pasar tiempo contigo?" Bromea James mientras se deslizaba por la pared para poder sentarse. "Vamos, preciosa, déjame quedarme."

Y ella tomó lugar junto a él.

Durante los cincuenta minutos que estuvieron ahí no hicieron más que conversar, jugar con sus varitas e incluso Lily le enseñó un juego de guerra de pulgares en los que, a pesar de que James tenía más fuerza en sus dedos, Lily ganaba.

"No entiendo," se amurró James mientras se cruzaba de brazos, negándose a seguir jugando mientras Lily reía a su lado. "¿Cómo puedes ganar siempre? Tu dedo es un dedo de vieja."

"Yo tocaba la guitarra." Muestra la chica como ambos pulgares eran planos cuando se estiraban hacia atrás. "Y Tuney tocaba el teclado. Hacíamos festivales de canciones todos los viernes." Relata con nostalgia.

"¿Y nunca aprendiste a tocar el piano?" Consulta. James tuvo un flashback de Sirius tocando el piano en su casa mientras su madre cantaba una canción antigua.

La chica mostró su palma. "Mis manos son pequeñas."

"¿Comparadas con quién?" Inconscientemente James puso su palma junto a la de Lily. A pesar de que ella era más baja que él, sus dedos eran largos y delgados, de la misma longitud que los dedos de James. "Tienes ramas en vez de dedos."

"Lo que toda chica quiere escuchar," bromea.

Nuevamente Sirius se posó en sus recuerdos- solo que esta vez era en otro contexto. Especialmente cuando James notó en la posición en la que se encontraba en ese mismo instante con Lily.

"¿Cómo sabes cuándo una chica quiere besarte?" Había preguntado Peter inocentemente en quinto año, mientras todos bebían como borregos en la sala común durante una fiesta. "Hoy una chica me tomó del cuello, pero no supe si quería besarme o darme un cabezazo, así que mordí la nariz."

Todos se habían descarrilado de la risa tras escuchar eso, y Sirius, borrachamente, había levantado su palma y la colocó sobre el rostro de Peter mientras decía con palabras arrastradas y con una seriedad falseada: "te quieren bessssar cuando comparan sus manosssss… Lessss gusssta hacer essssooo…"

No había sustento científico para eso, ya que las compañeras que él había besado (que habían sido dos: Sophie Handscome y Denisse Silvester) habían sucedido de forma más esporádica y con seguridad, con él siendo conscientes que ellas no lo rechazarían.

Sin embargo, esto era totalmente distinto.

Ahora, James estaba entrando en pánico.

¿Quiere que la bese?, se preguntaba él, ¿Quiere que lo haga? Ella parece distraía con la diferencia de nuestras manos- ¿Será esto una señal de Merlín? ¿Qué tal si me acerco…? No se aleja, bien, no se aleja, ¿Y qué tal si…?

"Tienes tus manos callosas, ¿No has pensado en usar crema?" Lily interrumpió sus pensamientos tomando con sus dos manos la mano de James para masajearla. "Creí que tenías prohibido montar escobas."

Ja.

"B-bueno, no siempre he seguido las reglas de McGonagall," intenta justificarse él mientras apartaba e, inútilmente, la escondía. "No me pueden separar del Quidditch."

"Eres tan intenso con eso, ¿Has pensado dedicarte a jugar profe- ¡Oye!"

Pikky lanzó un chillido del susto, y se posó rápidamente en el hombro de Lily. Ella se levantó enseguida mientras gritaba hacia el túnel de las mazmorras. No habían pasado estudiantes desde que había sonado la campana indicando el toque de queda, aunque a James no le llamó la atención ver a Barty Crouch Jr y a Regulus Black llegar al pasillo (ambos notablemente enfermos, pero seguían teniendo la misma aura de maldad), quienes se detuvieron abruptamente al ver a la chica.

"Agh," Aunque Barty se detuvo, este la miró con un claro asco. "¿Qué quieres ahora?"

"Hay toque de queda," contesta Lily con obviedad, "regresen a su sala común."

"No eres mi prefecta."

"¿Y a mi qué? Regrésate si no quieres que te castiguen." Apunta.

Ella era piadosa en cierto sentido, nunca tan dura; pero James no podía culparla por perder la paciencia tan rápido, porque él en esos momentos estaba ya junto a ella a meterse en un duelo hipotético.

Barty lanzó una risilla sarcástica mientras que Regulus se mantenía enajenado a la situación. Ni siquiera le dirigía la mirada a James.

"¿Cómo no te da vergüenza dirigirme la palabra?" Barty desafía, y James notó como Regulus estaba incómodo e intentaba que Barty se largara de ahí empujándolo con el brazo.

"Solo sigue caminando," murmura Regulus.

"Que seas hijo de alguien no quiere decir que no tenga derecho a mandarte." Lily mostró su varita bailando en sus dedos. "Regrésense."

"¡¿Puedes meterte en tus propios asuntos?!" Le espeta Barty violentamente, acercándose a ella. James vio eso como su entrada.

"Vale, vale, podríamos calmarnos…" Lo último que James quería era meterse en problemas por culpa de un duelo, y sabía que eso no solo llevaría un par de descuento de puntos sino que también un castigo para ella. "No pueden saltar el toque de queda. Están castiga-"

"¿Por qué eres tú el que está aquí?" Esta vez fue Regulus el que habló; su tono era un canturreo travieso que James consideraba peligroso. "¿Qué pasó con el otro tonto? ¿La luna llena le afectó demasiado?"

Ah, vale, es lo último que pudo pensar James antes de acercarse también a él con su varita levantada, pero Lily lo jaló fuertemente del brazo para que retrocedieran.

"Ah, tú te calmas," Barty se veía emocionado, tanto que también levantó su varita para apuntar a los dos chicos. James se sintió aterrado al ver los ojos saltones de Barty brillar. "¿Quieren jugar, acaso? Severus nos enseñó un par de trucos divertidos que-"

Expeliarmus!" Gritó Lily hacia Barty, a la par que Regulus también apuntaba su varita a ella.

"Densaugueo" Dijo Regulus, pero James lanzó un contrahechizo causando que estos rebotasen, aunque no le pegó a nadie.

Levicorpus!" El pie de Regulus se elevó a la par que James levantaba su varita, haciendo que su rostro fuera tapado por su túnica.

"¡Sect-!"

Religio!"

Finas cadenas plateadas salieron de la varita de Lily atrapando y apresando a Barty, quien cayó de cara al suelo.

"¡Maldita perra loca! ¡Suéltame en este instante!"

"Mierda," maldice Lily sobre los insultos de Barty. "No tuvimos que usar la varita. No tuve que usar ese hechizo."

"Esto es entretenido, realmente." Admite James, moviendo su varita para que Regulus se moviera en el aire.

"¡Bájame, idiota!" Le grita él.

"Nah," Y James comenzó a subir y bajar su varita, causando que Regulus se moviera a la par y comenzasen a caer todas las cosas que estaban en sus bolsillos. "¿Cuándo podré tener a Regulus Black así?"

"¡Potter!"

Pero a James le llamó la atención las cosas que habían caído de los bolsillos de Regulus; se acercó al suelo para notar un papel doblado y un par de galeones falsos que vendían en la tienda de Zonko's. James tomó el papel doblado y escuchó a Barty gruñir a su lado.

"¡Deja eso!" Le gritó.

El impedimento lo hizo querer seguir curioseando, así que desdobló el papel.

Una sala de reuniones con candelabro de cristal

"¿Qué es esto?" Le pregunta James a Regulus. No iba a perder el tiempo con Barty.

Regulus, quien colgaba sobre la cabeza de James, le lanzó un escupitajo a la cara, cayendo directamente en el lente. "¡Agh!" Comenzó a sacudir su varita agitando a Regulus de nuevo, y Lily se acercó rápidamente a James para poder limpiar sus gafas. "¡Eso es asqueroso, idiota!"

"Te ordeno que nos digan qué es esto," dice Lily con firmeza mirando a Regulus. "¿Por qué tienes eso escrito? ¿A dónde iban?"

"¡No quieres saberlo, loca!" Gimió de nuevo Barty en las amarras. "¡Les conviene no saberlo! ¡Les conviene no saberlo~!" Canturrea.

"¿Cómo eso?" Cuestiona James, levantándose mientras posaba su pie en el brazo de Barty. "Vamos, habla."

"Potter," Lily lo jaló del brazo. "Ve a traer a McGonagall, yo me encargaré de ellos."

"Ni creas que te dejaré-"

"No me importa. Vete ahora." El tono severo de la prefectura de ella hizo a James finalmente ceder.

Luego de pasarle su varita a Lily, James se retiró de las mazmorras con el fin de llegar a la torre de Gryffindor para llegar al despacho de la profesora McGonagall, pero se sorprendió encontrarse con Artie Donoso y Maurine Vince sometiéndose en una acalorada discusión con un chico de séptimo de Slytherin.

"¿Y a dónde demonios van?" Maurine estaba conversando desafiantemente con el de Slytherin, quien no parecía tomarla en cuenta porque tenía su mirada puesta en Artie.

"Déjame ir," el chico de Slytherin hablaba con paciencia, pero con molestia. "No hay nada de lo que te incumba."

"Longbottom ya fue en busca de los que se escaparon, así que es mejor que hablen ahora." Artie seguía comportándose con el mismo semblante soberbio que siempre tenía, sin dejarse intimidar por el chico. "Nos enteraremos de una forma u otra, así que canta."

Pero el chico de Slytherin meramente rio.

"¿Qué pasa?" Consulta James involucrándose. "¿Por qué andan por acá?"

"Este loco estaba yendo al séptimo piso." Explica Maurine. "Fue junto a un grupo, y solo a él pudimos atrapar."

"No atraparon a nadie," masculla el chico, sin mirarla directamente. "Yo me dejé capturar."

"Como digas, campeón." Le gruñe Artie.

"Estaba con Evans haciendo guardia por las mazmorras y nos encontramos con Regulus Black y Barty Crouch Jr saliendo también." Y James sacó de su bolsillo el pergamino cortado que había rescatado de Regulus. "Se le cayó esto a Reggie,"

"No hay una sala de reuniones con un candelabro de cristal en la escuela," contesta Artie tras leer el papel. "O no donde me concierne. ¿Tú has visto?"

"Tampoco," coincide Maurine antes de dirigirse al de Slytherin. "¿Qué significa?"

"¿Y qué voy a saber yo?" el chico mantenía su mirada despectiva en ella.

Entonces, a James se le ocurrió una idea. "Revisémosle los bolsillos." Le dice a Artie.

El chico dio un paso atrás, pero Artie era más largo, así que lo alcanzó fácilmente por el hombro y con la fuerza de bateador de Quidditch lo acercó hacia a ellos. A James y a Maurine les costó revisar los bolsillos ya que el chico se urgía demasiado, e incluso le había dado un codazo en la mejilla a James para poder escapar.

"Bingo." Maurine canturreó mientras desdoblaba el papel de pergamino. "Dice lo mismo. ¿Dónde está esa sala?"

"¿Qué no son estudiantes?" Pregunta burlón el muchacho.

"Mira, solamente tienes que decirlo." Artie le zarandeó. "Si colaboras puede que te aligeremos el castigo-"

"¿Por qué haría un trato con un sangre sucia como tú?" Termina escupiendo el chico con pérdida de paciencia, dándole un manotazo para que lo soltara. "Déjenme ir si no quieres que-"

"¿No quieres que qué?" James espetó, maldiciendo internamente por haber dejado su varita con Lily. "Pídele disculpas."

"¿Estás de broma?" El chico lanzó una risa esquiva. "Vamos, dejen de jugar y déjenme ir."

"Vale, yo te acompaño a tu sala común," termina accediendo James, antes de mirar a Artie. "Estoy sin varita y tengo que ir por McGonagall."

"Nosotros los custodiamos hacia allá." Le dice a Artie mirando a Maurine, quien asintió concordantemente. "Tú ve en busca de ella."

"Vale, los alcanzo enseguida." Se despide la chica antes de subir por las escaleras móviles hacia el despacho de ella.

Artie tenía al chico de Slytherin afirmado del brazo pero el otro no parecía querer moverse- e incluso, se veía lo suficientemente tranquilo como para hacer algo.

"¿Es una reunión clandestina?" Le cuestiona Artie al de Slytherin. "¿O solamente una fiesta? ¿Qué no eres consciente de que hay una jodida epidemia de gripe en la escuela?"

"¿Y a mi qué?, deja de molestar…" Gruñe.

Sin embargo, al llegar al pasillo de las mazmorras James notó a Barty y Regulus amordazados, y con Lily apoyada en la misma pared con un semblante pálido.

"¿Qué pasó?" Pregunta James rápidamente a la chica. "¿Qué te hicieron?"

"Nada." Pero James sabía que había pasado algo.

Ella le entregó su varita y terminó soltando un suspiro. "¿Y McGonagall?"

"Maurine la trae. Con Artie se encontraron con este cerca de la torre de Gryffindor, y dijeron que había un grupo que había escapado hacia alguna parte- y Frank fue tras ellos."

Lily asintió, pero no cambió de aspecto.

A los minutos apareció la profesora McGonagall, quien se veía igual de alterada que Maurine una vez que vieron a Regulus colgando de cabeza y a Barty encadenado.

"¡¿Qué ha pasado?!" Cuestiona la maestra con horror. "¡Potter! ¿Qué está haciendo usted aquí?"

"Estaba cubriendo a Remus, profesora." James y Lily se aproximaron a ella. La chica, de forma no verbal, terminó liberando a los dos chicos.

"¡Eres una loca! ¡Una puta loca!" Chilló Barty tras ser liberado, levantándose rápidamente para aproximarse hacia ella. "¡Una puta sangre sucia! ¡Firmaste tu sentencia de muerte!"

"¡Señor Crouch!" Antes de que James pudiese hacer algo y Lily lo apuntase con su varita, la profesora McGonagall se había ganado frente a Lily para encarar al chico. "¡¿Qué significa esas palabras?! ¡Regrese enseguida a su sala común y me verá en mi despacho mañana en la mañana!"

"¡Me dejó atado y amordazado!" Le grita Barty, explosivo, a la maestra. "¡Me dejó putamente atado!"

"¡Ellos asumirán sus consecuencias por eso! ¡Pero usted no tiene ni un derecho de tratar a los estudiantes de esa forma!" Y con su dedo apuntó al túnel. "¡Lárguense ambos a su sala común, y usted también, señor Calcier!"

El chico de séptimo de Slytherin seguía con su semblante de desinterés, a su vez que Regulus jalaba del brazo a Barty mientras le imploraba que mantuviera la boca cerrada, sin dirigirle la mirada a James.

La profesora McGonagall, roja por la ira, se giró para mirar a Lily. "Señorita Evans, ¿Se encuentra bien? ¿Qué fue lo que sucedió?"

"Estoy bien." Los nudillos de Lily estaban blancos en su varita. "Compartimos un par de hechizos y terminé encadenando a Crouch y Potter hizo levitar a Black- estaban escabulléndose para ir a alguna parte."

"Maurine me explicó lo que ha pasado, ¿Saben dónde se encuentra el joven Longbottom?" Pregunta la profesora a los demás chicos.

"No, los vimos perderse por los escalones solamente." Responde Artie. "Suponemos que estaban haciendo una reunión clandestina, gracias al papel que estaba teniendo Regulus y ese Calcier."

James le tendió la hoja de pergamino hacia McGonagall, quien lo tomó y, tras leerlo, posó su varita en él en busca de algo más, pero este mantuvo las letras cursivas de tinta negra.

"Hablaré con el profesor Dumbledore de esto." Dice ella antes de fijar su mirada en James y Lily. "Ustedes dos- vayan a mi despacho. Los alcanzaré allá. Donoso, Vince, llévenme hacia donde vieron irse Longbottom."

El camino hacia el despacho de la profesora McGonagall fue silencioso. James presumía lo afectada que podía sentirse Lily, pero le perturbaba que ella no hablase sobre el tema, o reaccionase por ello; él no quería presionarla, pero le insistía psíquicamente para que ella liberara el tema.

Tomaron asiento en las sillas frente al escritorio de McGonagall, y James vio la pierna de Lily moverse bajo su buzo, con Pikky chocando su cabecita contra la de la chica.

"¿Qué fue lo que te dijeron?" Termina rompiendo el hielo James.

"¿Qué te hace creer que me dijeron algo?" Contra pregunta ella.

"Porque te conozco," justifica él, omitiendo la parte de la mordaza. Ella no le dirigía la mirada, pero podía notar como sus ojos se estaban aguando. "¿Fue…?"

"¿Notaste a Crouch más nervioso de lo normal?" Cambia de tema la chica. "Al igual que Black… ¿Qué crees que hacen?"

"Pudo haber sido cualquier cosa." Suspira James. "Desde una fiesta hasta una reunión de algo denso- no quiero sonar prejuiciosos, pero si Reggie estaba involucrado…"

Lily giró su cabeza para verlo. "¿Qué?"

James presionó sus labios. No podía hablar de ese tema.

"Solo puedo decir que nada bueno puede pasar si él está involucrado." Repite.

"¿Crees que tenga relación con lo que está pasando afuera?" Lily pasó una mano por su cara. "¿Crees que están haciendo algo contra los hijos de muggles?"

Su voz detonaba miedo, y James sintió su corazón estrujarse al verla tan frágil en ese momento. "Firmaste tu sentencia de muerte", pudo haber sido una simple amenaza como un hecho, y James temía indagar en ello.

"¿Te dijeron algo sobre eso?" Vuelve a preguntar James.

Lily pareció vacilante de nuevo para contestar. Miraba a James con sus ojos verdes empapados y parecía estar usando todo su autocontrol para regular su respiración. "Nada de lo que no he escuchado antes, realmente."

"Lily…"

"Tienes los días contados," dice ella, y James tuvo que concentrarse para notar que eran palabras de Barty. "Nunca me habían amenazado de muerte- y temo por si los demás estudiantes también fueron amenazados de esa forma…"

James pensó en Mary, quien valientemente se sobreponía a sus insultos a pesar de lo que notoriamente le afectaban.

Él no sabía que decir en ese instante. No quería que ella recibiera esas amenazas, no quería que se metieran con ella; con ella ni con nadie. Se sentía tan frustrado y prepotente por no poder hacer algo al respecto que sentía que la única solución era pegar la lengua a los paladares de todo los Slytherin para que callasen de una vez por todas.

Sin embargo, él era consciente de que poco a poco las circunstancias no estaban permitiendo que esas amenazas fueran vacías.

"De todas formas no tengo cabeza para pensar en eso," continúa Lily sacando a James de sus pensamientos. Él la vio ponerse recta de nuevo y pasar sus manos por sus ojos para secar los rastros de lágrimas. "Hay cosas mucho más importante que eso."

"Como nuestra ida al cine…" Intenta él aliviar el ambiente.

Lily le miró con los ojos abiertos antes de soltar un gemido quejumbroso. "Mierda…"

"¿Qué?" James pestañeó perplejo. "¿Tan malo es ir al cine conmigo? ¡Juro que me comportaré-"

"No es eso…" La chica hablaba con un verdadero tono de lástima. "Es solo que- bueno, con esta enfermedad no creo que se me sea posible regresar a casa para las vacaciones."

"¿Por qué?"

"Mi papá está enfermo," dice ella. James no lo sabía, para nada. "Tiene lo mismo que la mamá de Remus, solo que la enfermedad de mi papá esta más avanzada, así que no quiero ir a casa luego de haber tenido una enfermedad mágica- entiendes, ¿No?"

"Si, si lo hago." Asintió. "Tranquila- uh, ¿Y tú papá está bien?"

Ella le dio una sonrisa lastimera. "Parece que nunca te conté, ¿Eh?"

"Siempre me has dicho que tus papás estaban orgullosos de tenerte, salvo tu hermana." Recuerda. "También me dijiste que tu papá es mecánico y tu mamá profesora. Que tu mamá tiene un precioso antejardín porque es amante de las flores y que tu papá la conquistó con una canasta de verduras." Respondió casi automáticamente.

Lily no pudo evitar saltar una penosa risilla luego del relato de James, asintiendo. "Si. No puedo creer que lo recordaras."

Antes de que James contestara que, por supuesto lo recordaría, si ella se lo había dicho, Lily agregó, "Bueno, mi papá ha estado enfermo desde que Tuney y yo tenemos memoria, pero ahora su condición ha estado empeorando." Cuenta. "Y, como te dije, no tengo idea de cómo las enfermedades mágicas afectan a los muggles, así que no quiero arriesgarme."

La culpa lo inundó nuevamente a James, y no pudo evitar levantar su mano para ponerla sobre la mano de ella y expresar con sinceridad:

"Lo lamento mucho, Lily."

Ella no entendía, pero antes de que ella lo cuestionase la profesora McGonagall entró a su despacho.

"Profesora, ¿Qué sucedió?" Cuestiona Lily enseguida levantándose del asiento. "¿Atrapó a los demás chicos?"

"Lamentablemente no los alcancé, pero Longbottom pudo reconocer un par de rostros." Contesta con solemnidad, aunque se veía parcialmente abatida. "También nos enteramos de un par de rumores que comenzaron a rondar por los cuadros, cosa que dejó a los chicos de Slytherin demasiados interesados."

James y Lily compartieron una mirada.

"Profesora…"

"¿Esto tiene que ver con lo del callejón Knockturn?" Pregunta Lily.

James giró su cabeza para verla. ¿Qué?

"Señorita Evans, ¿Usted cómo sabe eso?" Consulta la profesora, un tanto consternada.

"Barty Crouch Jr soltó algo," admite con vergüenza. "No entendí muy bien lo que quiso decir- creo que dijo que ellos harían lo que se haría en el callejón Knockturn o algo así."

La profesora McGonagall miró intensamente a Lily antes de asentir con lentitud. "Si, pero no hay nada de lo que usted pueda preocuparse. Solamente es un rumor, señorita Evans, y ellos no son tan descerebrados como para actuar de esa forma."

"Yo tampoco creo que lo hagan." Coincide ella. "Pero me llamó la atención. Tampoco sé qué relación tuvo la fuga de hoy con ese rumor…"

"¿Qué sucede?" Interrumpe James sin entender nada. "¿Callejón Knockturn? ¿Qué va a pasar ahí?"

"Se ha corrido el rumor entre los magos que se celebrará una reunión clandestina el veintisiete de marzo en un bar." Explica la profesora McGonagall. "Con todo lo que está sucediendo, incluso creímos junto a los maestros no permitir que los chicos se fueran a sus casas para estas vacaciones, pero el ministerio no parecía contento con esa decisión, así que decidimos hacer una inscripción de todos los que se retirarían para esa semana."

"Sin embargo, esta reunión clandestina pareciera ser un poco más densa, así que solicitaremos hacer un seguimiento a aquellos chicos que salgan de la escuela." Concluye con una notoria tristeza. "No creí que tendríamos que llegar a esto, señor Potter."

James se aventuró en preguntar,

"¿Harán algo con Sirius?" Consulta. "Él está bajo mi techo, bajo la tutela de mis padres…"

"No creo," contesta. "Fleamont no lo permitiría."

"A Sirius lo desheredaron justo a tiempo, ¿Eh?" Dice con tristeza, bajando su mirada.

La profesora McGonagall soltó un suspiro desde lo profundo de ella, "Potter, ¿Estarán en casa para las vacaciones?"

"Si. Remus y Peter también van." Contesta. "No nos moveremos de casa."

"Es lo más seguro." Termina por coincidir antes de volver a suspirar. "Bien, muchachos, pueden retirarse."

En eso, cuando ambos chicos se levantaban para salir del despacho, McGonagall agregó:

"Por lo que le hicieron al señor Crouch y al joven Black, les descontaré cinco puntos." Dice sin tono la mujer.

James miró a Lily y le sonrió en pésame. Ella, por su parte, solamente lo ignoró.

Caminaron de regreso a la sala común, en la cual por ser pasada de las once de la noche y con todo el mundo enfermo se encontraba remotamente vacía.

"¿Qué sucede con Sirius?" Pregunta ella casi susurrando. Estaba agotada por ese día. "¿Tiene algo que ver con la reunión clandestina en el callejón Knockturn?"

"No- yo… no estoy en posición de hablar esas cosas…" Termina lamentándose James, pensando en lo que tendría que contar una vez que subiera al dormitorio. "O al menos no ahora."

La chica asintió en signo de comprensión y le terminó entregando una última sonrisa penosa antes de girarse hacia el dormitorio de las chicas. James parecía sentirse vacío ante esa despedida, por lo que estiró su brazo para tomarla del hombro.

"Evans, espera…"

Y con la valentía de un Gryffindor él la abrazó; sus brazos rodeando fuertemente sus hombros mientras ocultaba su rostro en el cuello de la chica, escuchando en primera línea como ella jadeaba de sorpresa y contenía su respiración abruptamente. Sintió los delgados brazos de la chica lo rodeaban por la cintura y lo pegaban levemente hacia ella hasta que le palmeó su espalda.

"Buenas noches, Potter…"

"Buenas noches, Evans."

James se quedó solo en la sala común, sin comida y sin ganas de seguir despierto. Temía también regresarse a su dormitorio porque eso significaba que tendría que contarles a los chicos lo que había sucedido y él sabía que Sirius se vería afectado con ello.

Cuando al fin tomó la iniciativa y el valor, subió por los escalones hacia su dormitorio. Al abrir la puerta se sorprendió encontrarse a Peter recostado con su pijama sobre las colchas de su cama a punto de quedarse dormido, mientras que Remus y Sirius conversaban sentados en la cama con la cena que James no se había dignado en traer.

"Hola," les saluda James, intentando no sonar triste, "¿Puedo comer?"

"No." Responden ambos en sincronía.

Pero al ver que James no seguía con la broma, ambos chicos se giraron para ver su rostro.

"¿Sucede algo?" Pregunta Remus.

James zarandeó un poco a Peter para que despertara y se les uniera. Una vez que Peter se incorporó y los cuatro estuvieron reunidos en cama de Sirius, James se puso a relatar todo lo que había sucedido.

Como era de esperarse, Sirius había dejado de comer de su cena mientras escuchaba atentamente, intentando agregar algo pero simplemente manteniéndose callado. A James se le fue más difícil formular las palabras gracias a su amigo, así que se tomó su momento para seguir relatando sobre el rumor del callejón Knockturn.

"Para querer pasar desapercibidos, son demasiado obvios." Comenta Sirius una vez que el monólogo había terminado. "Seguro los de Slytherin sabían y querían organizarse para ir- ya saben, como representación escolar."

"¿Eso no es grotesco?" A diferencia de Sirius, Peter no había dejado de comer por la ansiedad del asunto. "Sabemos que él está emergiendo… ¿Por qué Dumbledore no está deteniendo esto?"

"Dumbledore tiene cosas más importantes que hacer que estar siguiendo a chicos de séptimo," murmura James abrazando sus rodillas.

"Dumbledore es el director de Hogwarts," dice Remus, serio, "su deber es estar con los estudiantes."

"Nadie sabe la táctica que está haciendo. No podemos juzgarlo." Le defiende James. "Los de Slytherin no deben ser competencia con quienes están allá afuera."

Los cuatro se mantuvieron en silencio un momento, con el único tintineo artificial de las estrellas que habían dibujado en el techo que tendían a sonar para hacer ambiente.

Sirius había sido un confidente traidor de su familia, tal como la forma en la que tachaban a los Potter. James todavía recordaba con horror cómo Sirius le relataba desde Grimmuld Place la alianza que estaba forjando los Black con otras familias y con otras personas que, según él narraba: altaneras, libres y poderosas, por lo tanto peligrosas.

James podía presenciar la incomodidad y el perturbe de sus amigos, por lo que decidió que sería lo mejor animarlos.

"¿Por qué no vamos por una expedición?" Ofrece él, intentando formar una sonrisa.

"¿Dónde?" Le cuestiona Sirius.

"Tengo sueño," se queja Peter.

"Aw, vamos, ¿Desde cuándo los merodeadores se niegan a hacer algo divertido?" Juega de forma jocosa.

"¿Qué quieres hacer?" Pregunta Remus, retomando su cena.

"¿Por qué no buscamos mis cuernos en el Bosque Prohibido?"

El Bosque Prohibido era diferente cuando lo veías desde una perspectiva naturista sin estar pendiente de un lobo incontrolable.

Remus iba con la capa de invisibilidad y el mapa en cada mano, siguiendo el paso con lentitud bajo una pequeña esfera de luz para poder iluminar el camino mientras un ciervo sin cornamentas y un perro negro corrían por todos lados intentando alcanzar los ánimos que habían perdido.

Cornamenta -quien no le estaba haciendo justicia a su nombre- trotaba mirando alrededor en busca de alguna señal de alguna criatura, mientras que Canuto era más descuidado y ladraba por todas partes llamando la atención. Quien estaba más próximo a Remus era Peter, quien le hacía compañía sentado desde su hombro. Cada tanto que Canuto o Cornamenta sentían presencia de alguna criatura le avisaban a Remus para que se colocara la capa y apagara la pequeña luz. Era peligroso para una persona adentrarse de esa forma tan deliberada, pero los merodeadores habían aprendido a ser animagos para protegerlo.

"¡Atrapa, Canuto!" Le grita Remus al perro, quien ladraba preparado para atrapar.

Con elegancia el perro pegó un salto tan alto que alcanzó enseguida la rama que Remus le había ladrado, y se la entregó meneando su cola completamente orgulloso de su hazaña.

Luego de veinte minutos adentrándose, al fin llegaron al lago cristalino, donde las dos cornamentas yacían cerca de las plantas que habían traído la gripe silvestre a la escuela.

"Esto es tan ridículo," bromea James luego de transformase mientras tomaba una. Canuto se había aproximado hacia la otra y había comenzado a morderla. "¡No, Canuto! ¡Suelta, suelta!"

Remus rio al ver a James intentar arrancar su cuerno de la boca del perro, quien gruñía cada vez que él jalaba.

"Las plantas tienen sangre de Bambi," observa Peter tomando una pronunciada distancia de ellas. "¿Creen que si derramamos más pare la enfermedad?"

"Podríamos probar." Le responde Remus mientras James seguía gritando.

"¡Canuto, por favor, suéltala!" Seguía sacudiéndola él.

Finalmente, luego de que Canuto se rindiera de la búsqueda, los cuatro regresaron rápidamente al castillo para llevar a cabo su plan.

Como las estatuas de la escuela tenían un encantamiento que imposibilitaba la intervención mágica, los chicos multiplicaron las cornamentas originales y una por una comenzaron a colocar cuernos en las cabezas de toda las estatuas de Hogwarts, una actividad que les había costado toda la noche, pero valdría la pena.

Sutil, pequeña y llamativa. Travesuras de hombres maduros.

"Nos merecemos un trago," expresa Sirius al llegar al dormitorio. Era pasado de las cuatro de la mañana. "Colagusano, haznos los honores."

Desde el baúl de Remus Peter sacó una vieja botella de vodka que Remus había robado en las navidades, el cual se dedicaban a beber de tanto en tanto para hacerlo durar. James atrajo cuatro vasos pequeños en donde Peter sirvió y, luego de cuatro tragos por la celebración, quedaron profundamente dormidos.

Cuatro horas después alguien golpeó la puerta.

"Colagusano, ve tú…" murmura James con su cara pegada en la almohada.

Pero Colagusano estaba convertido en rata.

"Hijo de puta." Los golpes seguían sonando y James vio que Sirius dormía en forma de estrella en su cama mientras que Remus dormía en la suya con las cortinas cerradas, por lo que tuvo que unir toda su energía que había perdido para poder abrir la puerta. "¿Qué?"

"Te ves para la mierda," canturrea Frank con tanto animo que para James era asqueroso. No llevaba sus gafas puestas, por lo que no podía diferenciar si era imaginación suya o en verdad había algo destilando de las orejas de Frank. "Te quiero avisar que Madame Pomfrey hizo un remedio para la gripe, así que están mandando a las casas por cursos para beberlo."

"Genial." Pero no estaba alegre.

"Las clases de la tarde seguirán en pie, pero tienen la mañana libre." Sigue contando. "Probablemente sus turnos sean cerca de las once- oh, huele del asco acá."

"¿Once?" James se giró para ver a sus amigos, ignorando por completo el último dicho. "¿Me estás diciendo que me despertaste a las ocho para algo que pasará a las once?"

"Se nota que no estás de buen humor," sonríe él. "McGonagall tampoco. Alguien se dedicó a ponerle cuernos a todas las estatuas de la escuela, así que está- jaja, echando humo por las orejas, ¿Entiendes? Porque el remedio produce humo en tus orejas."

James escuchó a Sirius reventar en una carcajada a su espalda, pero como él no estaba de ánimos simplemente le cerró la puerta a Frank en la cara.

"Eres cruel," murmura Sirius contra la almohada. "Pobre Frank."

"No me interesa, solamente quiero dormir." Dice antes de volver a recostarse en su cama. "Seguramente huelo a mopa aplastada. ¿Debería tomar un baño?"

"Oh, no lo sé," James vio a Sirius incorporarse en su cama con una sonrisa socarrona. "¿Qué opinas, linda? ¿Bambi debería darse un baño?"

James saltó a la par que las cortinas de la cama de Remus se abrían, mostrando a Lily allí sentada con un gran diccionario de runas. Y, obviamente, con Pikky en su cabeza.

"¡¿Y tú qué haces acá?!" Grita alterado James. Oh no, Merlín, esto no debe estar pasando…

La chica no se había cambiado ropa de la noche anterior, y se veía mucho más cansada de lo que acostumbraba. "Termino mi traducción de runas." Contesta ella con obviedad.

"¡¿Y Lunático?!"

"Se puso a hacer sus deberes de prefecto." James intentaba tapar de alguna forma su desastroso pijama, pero la chica no parecía perturbada. "Como sea, volveré a mi labor."

Y con un movimiento de varita las cortinas se cerraron al igual de se activó un encantamiento insonoro. James miró a Sirius con una mirada de mala muerte mientras sentía su rostro enrojecerse por completo.

"No sabes cuanto te odio…" Le dice mientras escondía su sonrosado rostro entre sus manos.

Por su parte, Sirius estaba llorando de la risa. "Fue inevitable… tuviste que ver tu cara… eres tan tono…"

"Esto es horrible…" a su pésame, James se levantó de su cama y se integró al baño. Si Lily estaba en la habitación, como mínimo podría sacarse la peste del sueño.

Una vez que salió de la ducha, completamente vestido para poder atender ese día a clases. Se puso a hacer lentamente su cama como el buen chico que era y le dio una hojeada al mapa del merodeador por si había alguna señal de Remus, pero el chico parecía que realmente estaba cumpliendo su rol de prefectos.

"¿Y qué harás ahora?" Le pregunta Sirius con la cabeza bajo la almohada, con un notorio tono burlesco. "¿Tu cama?"

"Opino que sería buena idea hacer algo por nuestras vidas," dice sentándose en ella. "¿Practicar el patronus?"

Sirius sacó su almohada de la cabeza y se la lanzó a la cortina de Remus, logrando que Lily anulase el hechizo insonoro y apareciera ella. "¿Qué quieres?"

"Sale del dormitorio. Bambi se está comportando raro."

"Solo opino que, ya que nos despertaron a las ocho de la mañana y hay una persona intrusa en el dormitorio," apunta. "Además de que si salimos probablemente la profesora McGonagall los arranque los talones- ¿Por qué no hacemos algo bueno por nuestras vidas?"

Sin embargo, esa intervención no pareció sentarle bien a Lily, quien mirando a James con su mirada mortal, terminó sonriendo lentamente. "Podrías ayudarme con una traducción de runas."

"¿Hm?" James se incorporó. "¿Si? ¿Quieres que te ayude?"

"Si, es algo sencillo." Lily terminó corriendo las cortinas por completo- la cama era un desastre de apuntes, textos y pergaminos, pero ella hizo espacio para James. "Necesito que vengas."

No tuvieron que preguntarle dos veces, y James casi se lanzó hacia la cama frente a ella.

"¿Qué hago por ti?"

"Mira, a primera instancia las runas son una escritura del lenguaje que variaba su localidad geográfica, pero los primeros magos nórdicos las usaron para traer cierto tipo de fortuna según la runa que hagas." Lily observaba el rostro de James con detención, e incluso tuvo la confianza de sacarle las gafas- causando que el chico se sintiera nervioso. "Creo que si uso corrector de tinta podré hacerlo en tu frente, ¿Qué te parece?"

"P-pero, ¿Qué harás?"

"Quiero practicar la magia de las runas," dice. "Escribiré algo en tu frente y desaparecerá al instante, y esta producirá efecto en ti."

"¿Qué escribirás?" Pregunta Sirius con curiosidad. "¡Yo también quiero intentar!"

"Todavía no soy muy buena con estas cosas, así que me gustaría no arriesgarme…" Dice antes de alcanzar su corrector de tinta, tomar la cabeza de James y, comprobando la guía de su asignatura, formar distintas líneas y conjeturas en la frente de James. "¡Listo!"

James abrió los ojos y miró a su amigo. "¿Desapareció?"

"¡Evans, eres increíble!" Alaga Sirius, levantándose de su cama para sentarse junto a Lily. "¿Qué demonios le escribiste?"

"Idealmente sería buena fortuna y salud- ya saben, por la gripe." Explica ella, suspirando de los nervios. "Espero que funcione. El maestro dijo que sería complicado aplicarlo a la primera."

"No te preocupes, todo saldrá bien," sonríe James mientras volvía a colocarse las gafas. "¿Por qué Remus nunca ha practicado runas con nosotros?" Cuestiona mirando a Sirius.

"Supongo que no nos quiere lo suficiente," murmura el chico recostándose en la cama.

James podía ver como Lily daba miradas de reojos hacia su espalda, específicamente hacia la cama en la que Colagusano se encontraba dormido. Notó lo curiosa que ella aun se encontraba con respecto a la actividad de animagos, en especial cuando habían aprovechado la situación para decorar las estatuas con las cornamentas de James; si su animal hubiese sido un animal mucho más compacto como el de Sirius o el de la profesora McGonagall probablemente se habría transformado en él ahora, pero creía que sería anticlimático y poco romántico ser un ciervo sin cuernos.

"Oye, ¿Y te gustan las caricias en la barriga?" Consulta Lily mirando sobre sus textos a Sirius.

El chico la miró sorprendido. "¿Disculpa?"

"Peter tiene esa extraña fijación con el queso… ya sabes, y su comportamiento nervioso," apunta lo obvio, "Entonces, ¿Te gustan las caricias en la barriga?"

"Solo en forma de perro." Murmura él; Lily estiró lentamente su mano hacia Sirius y este se la palmeó. "¡Eh! ¡¿Qué te dije?!"

"Solo tenía curiosidad," sigue riendo ella.

Sirius murmuró un par de maldiciones -a la par que le entregaba un par de miradas a James- antes de transformarse en Canuto. Se acomodó en un ovillo en la cama junto a Lily y cerró los ojos por un momento, para luego abrirlos y gruñirle hacia la chica.

"¿Me está dando permiso o…?"

Canuto movió nuevamente su cabeza y ella estiró su mano hacia el lomo del perro; no demoró más de cinco segundos en poner ambas manos en su lomo para acariciarlo. "¡Es muy suave!"

Canuto pareció gruñir una ofensa en respuesta, especialmente cuando sintió a la pequeña búho posarse también en su lomo para acurrucarse. Ambos se mantuvieron dormitando al lado de ella mientras ella seguía con su corrección de Runas, con James también revisando el libro de Lily a sus pies.

"Hoy tendremos Defensas Contra las Artes Oscuras," comenta James cuando el silencio se posó en ellos. "¿Sabes qué recuerdo usar?"

"Si me hubieses preguntado esto el año pasado, la respuesta habría sido sencilla," contesta sin despegar la mirada de su traducción, con un leve tono de amargura en su voz. "Pero ahora, por ejemplo, no puedo pensar en la ocasión que recibí mi carta a Hogwarts porque tendría que pensar en Severus- y tampoco puedo decir mi cumpleaños número trece porque tendría que pensar en Severus nuevamente- ni siquiera he tenido tiempo de pensar en algo nuevamente."

"No es necesario que te alteres," intenta interrumpirle James al notar como las palabras de Lily las había dicho con suma rapidez. "Tienes hasta la tarde."

Ella pareció querer contestar algo, pero terminó cerrando su boca y asintiendo- todo sin apartar la mirada de la traducción. "Tiene que ser un recuerdo lo suficientemente fuerte como para poder formar un patronus corpóreo."

"No deberías enfocarse en eso, realmente." Dice. "Creo que el profesor Castor estará encantado si te ve formar un patronus básico."

"Creo que tienes razón. ¿En qué piensas tú? ¡No, espera!" Ella interrumpió rápidamente al ver como James iba a contestar. "¿Esto no funcionará como los deseos?"

"¿Deseos?" James soltó una risa. "¿Qué deseos?"

"¿Nunca te contaron estas cosas de pequeño?" Ella levantó su mirada con una sonrisa bailando en sus labios. "Cuando ves una estrella fugaz, ves la hora o soplas tu vela de cumpleaños-, cuando haces esas cosas tú pides un deseo, y ese deseo no puede contarse porque o sino no se hará realidad."

"¿La hora?, ¿Cómo puedes pedir un deseo con la hora?"

"Es una hora específica, Potter," canturreó ella. "A las once de la mañana con once minutos. Si ves esporádicamente la hora tienes que pedir un deseo."

"No sé si los patronus funcionen así, sinceramente," opina. "¿Por qué crees que funciona así?"

Ella se encogió de hombros. "Oh, no sé. Lo suponía ya que normalmente los patronus son uno de los pocos recursos mágicos -si es que no es el único- que muestras la verdadera bondad de una persona con varita."

James no pudo evitar alzar las cejas ante tal análisis que ella había hecho.

"Nunca lo había pensado así…" confiesa.

Pero Lily hizo un ruido con su boca para restarle importancia. "Realmente es una idea tonta…, pero algunos hijos de muggles le cobraban sentido- supongo que estábamos todos equivocados…"

"No digas eso, mejor dime cómo se les ocurrió esa idea."

Y Lily repentinamente parecía emocionada con contarle porque apartó el libro y las traducciones y se acercó un poco a James. "Pues bien, somos un grupo de siete: Mary, Percy Huston, Damián McGuiller y Selene Hart (ambos de Hufflepuff), Jennifer Atkinson y Allen Adams (de Ravenclaw los dos). De vez en cuando después de alguna clase nos juntamos en los jardines a teorizar cómo este tipo de magia puede ser vista por los muggles, y qué equivaldría como rumor muggle la magia de los magos."

"Eso parece divertido."

"Y lo es," contesta, contenta. "Bueno, por ejemplo en cuarto año cuando aprendimos sobre los maleficios imperdonables, teorizamos que el encantamiento imperius tuvo que haber sido usado en la realiza británica más de una vez, ya que los cambios de primer ministro que han sucedido han sido muy contradictorios con la cultura popular."

James no estaba ni cerca de tener noción de comprensión de lo que ella decía, pero su voz sonaba tan bonita y animada que le hacía recordar al inicio del ciclo escolar, en el que ella parecía contenta de tenerlo a su lado como amigo.

"Y, bueno, nunca hemos visto a un chico mayor hablar sobre el encantamiento patronus, ni siquiera algún maestro ha relatado el recuerdo de alguno- es por eso por lo que creemos que, a la hora de que alguien lo contase, el recuerdo perderá la fuerza para hacer un patronus por lo que tendrás que buscar algún otro con esa misma capacidad de impacto. Tal y como los deseos."

La verdad es que James sabía que eso no era posible. Contar el recuerdo productor de un patronus si era algo que no se contaba deliberadamente, ya que usualmente eran recuerdos personales y profundos que uno usaba; la capacidad de felicidad que tenía el recuerdo variaba, pero no necesariamente perdía la potencialidad al ser contado.

"¿Alguna vez has contado un deseo?" Pregunta James.

Y con una sonrisa divertida, ella negó. "Jamás."

"¿Y se te ha cumplido alguno?"

Ella pareció meditarlo un momento antes de asentir. "A los siete, para mi cumpleaños, pedí montar un caballo. No se lo dije a nadie, ni siquiera Tuney lo sabía. Sin embargo, al día siguiente, mis padres nos llevaron a una granja interactiva donde pude montar al fin un caballo."

"¿Entonces tu deseo se hizo realidad?" James sonríe también. "¿De verdad?"

"En parte. La verdad es que mis padres leyeron mi diario y de ahí sacaron la idea."

James evitó reír fuerte para no despertar a Canuto y a Colagusano, pero se le era imposible tras el rostro de decepción que ella había puesto. Lily le siguió, con ambas manos sobre su boca y tirándose levemente hacia adelante para poder apaciguar un poco las carcajadas.

"¿Y a ti?" Pregunta finalmente ella, luego de haberse calmado.

"¿Eh? ¿A mi qué?"

"¿Se te ha cumplido un deseo alguna vez? ¿Cómo funciona los magos esas cosas?"

"Bueno, de pequeño igual nos piden pedir deseos, pero no le rezamos eso a una estrella fugaz." Explica. "Normalmente son para calmar a los niños pequeños, por lo que ha medida que creces no eres tan creyente de ellos."

"Para el cumpleaños de Remus lo obligaste a pedir uno." Recuerda ella.

"Bueno, es mitad muggle, ¿No?" Sonríe. "Y hablando de Remus, ¿Qué…?"

"Oh, ¿Te refieres al cambio?" Ella apunta a sus textos. "Bueno, vine cerca de las seis porque los head nos lo solicitaron, pero todavía tenía que seguir con las traducciones de runas por lo que vine a pedirle a Remus si podía usar mi lugar en la reunión- le pareció infernal, ¿Sabes?, sacarlo a las seis de la mañana de la cama… Fue caótico. Peter se puso a llorar y Sirius empezó a gritar."

"¿Cómo es posible que eso haya pasado estando yo presente?" Se perturba James. "Literalmente estaba ahí." Apunta hacia su cama.

"Tienes el sueño realmente pesado." Ríe ella. "Como sea. Le pedí que fuera a la reunión y lo hizo, para cuando lo volví a ver cerca de las siete me contó lo que sucedía y me dijo -con la buena disposición que tiene para hacer los labores de prefecto, si sabes a lo que me refiero- que él se encargaría de llevar a los estudiantes a la enfermería para que Madame Pomfrey les diera el remedio."

"Eso significa que Lunático estará más enojado que lo normal…" James suspira. "Genial. Y eso que hace dos días fue la luna llena."

Y la profecía se cumplió, porque un par de horas después Remus irrumpió en la habitación con una fuerte patada a la puerta.

"¡¿Qué puta parte de a las once quiero a todos los de sexto en la sala común no entienden, por la mierda?!" Remus gritó. Tanto Peter y Sirius volvieron a convertirse en humanos tras escuchar el grito, y Lily y James saltaron sobre sí. "¡Quiero a todo los bastardos en la sala común! ¡Ahora, ahora, ahora!"

Los cuatro chicos salieron rápidamente del dormitorio bajo los gritos de Remus, quien entró también al dormitorio contiguo a gritar lo mismo.

"¿Por qué tiene problemas de ira?" Se lamenta Peter mientras iba con el grupo de sexto año de la casa de Gryffindor hacia la enfermería.

"El trabajo de prefecto es un poco estresante," intenta justificarle Lily.

"¿Tan estresante?" Bromea Sirius.

"¡Vamos, montón de vagos! ¡Que me salté el desayuno para ordenar este rebaño de imbéciles!"

"Si." Concluye Lily hacia el chico. "Así de estresante. Va a estar enojado conmigo."

"¡Señor Lupin!" La profesora McGonagall miró a Remus con horror. "¡Cuide su lenguaje!"

Era obvio que Remus contestaría a cualquiera que intentase frenarlo, pero al notar que era la jefa de su casa prefirió mantenerse en silencio, pero eso no resultó fructuoso ya que un par de chicos rieron por su docilidad, causando que el chico les encantara con un hechizo no verbal proporcionando cornamentas a los muchachos.

"Efectos de su problema peludo," justifica finalmente James.

"¡James, por la mierda!" Remus estalló contra él, frenándolo en la fila. "¡Quítate el maldito asno de la cara! ¡Ten un poco de amor propio y dúchate aunque sea!"

Perplejo y avergonzado, James se tocó su frente con la túnica y comenzó a restregarla; notó como esta era manchada por el corrector de tinta que Lily le había escrito horas antes esa mañana, bajo las risillas cómplices de Sirius y Lily.

Luego de pasar por la enfermería, donde Madame Pomfrey le dio de beber un tónico que hizo que el virus de la gripe fuese expulsado en forma de fiebre, haciendo que sus orejas estallasen en humo para poder eliminar la presión, los merodeadores llevaron a Remus a comer el almuerzo mientras que Lily se hacía cargo del último grupo de estudiantes, compensando la furia de Remus.

Una vez que el gran comedor estuvo lo suficientemente lleno de estudiantes expulsando humo, el profesor Dumbledore se levantó hacia su podio donde usualmente daba las noticias, aunque le llamó a James la atención ya que usualmente lo hacía para el desayuno.

"Como por esta extraña enfermedad que nos atacó a todos no pudimos charlar en el desayuno, me gustaría volver a retomar algunas nociones de las actividades que sucedieron ayer después de la cena," comienza a hablar el profesor Dumbledore, que a diferencia de su clásica simpatía que lo caracterizaba, esta vez su tono de voz era mucho más severo. "Diversos rumores se han estado esparciendo por el castillo, rumores que son más serios de lo que parece- es por esto, bajo un acuerdo con los jefes de las casas, queremos que los estudiantes que se irán durante estas vacaciones de primavera inscriban junto a la locación donde estarán, para tener un seguimiento mucho más cauto con ustedes con el fin de protegerlos."

Los estudiantes comenzaron a murmurar al instante, y Dumbledore tuvo que levantar su mano para llamar la atención una vez más.

"Si me permiten unas palabras…, sabemos que lo que está sucediendo afuera puede afectar a la integridad de muchos estudiantes, es por eso de que nos gustaría que las relaciones entre ustedes se basen en la pasividad-o en la ignorancia, si es que sienten desagradado por el otro."

James conocía el profesionalismo de Dumbledore, así que se le era decepcionante no escuchar decir de su propia boca el acoso que impartían los estudiantes de Slytherin.

"Pero deben recordar, muchachos, que en los momentos oscuros como estos es cuando necesitan comprender sus diferencias y reconocer al verdadero enemigo."

El murmullo de los estudiantes se había apagado abruptamente por el discurso, y tardaron un momento en retomar el hilo tras las últimas palabras pronunciadas.

"¿Qué fue lo que sucedió?" Susurra Marlene a James a su lado, igual de interesada y perturbada que el resto de los estudiantes. "¿Qué reunión?"

"Se rumorea que habrá una reunión clandestina en el callejón Knockturn durante las vacaciones," explica James. Él no pudo evitar lanzar una pequeña sonrisa al ver a la chica vestida para practicar Quidditch, junto con la deslumbrante insignia de capitán en su pecho. "Te ves bien."

"Te lo regresaré el otro año," se burla ella mostrando su pecho.

"Disculpen la ignorancia, pero, ¿Qué es el callejón Knockturn?" Mary parecía un poco más perdida que Marlene, y eso a James le parecía comprensible. A diferencia de Lily que compraba sus cosas en el callejón Diagon, Mary usualmente recibía las cosas de segunda mano otorgado por Hogwarts, por lo que nunca había tenido la oportunidad de ir a los callejones mágicos.

"El callejón Knockturn es un pasaje turbio donde magos van a traficar órganos o algo así," contesta de mala gana Sirius. "Una vez mi santa madre quiso comprarme un collar que era un regulador emocional cuando tenía cinco- ¡Cinco!, me lo probó y todo, pero el vendedor parecía tener un poco de coherencia y le negó la venta."

"¡¿Bromeas?!" Mary y Marlene abrieron la boca por la sorpresa, mirando al resto de los chicos. "¡¿Tu madre hizo eso?! ¡Está loca!"

"Coméntame algo nuevo," expresa finalmente con amargura antes de volver a retomar su personalidad altiva. "Como sea, Mary la pastorcita, lo que quieren decir es que en ese callejón habrá una reunión, y podrás imaginarte el tipo de personas que irá."

"Anoche con Lily nos encontramos con Bartie y- un chico también de Slytherin yendo hacia esa reunión mientras hacíamos rondas por las mazmorras," cuenta James. "También estaba ese tonto de séptimo que se apellida Calcier. Todos parecían ir a una reunión en alguna parte de la escuela- teorizamos que fue para organizarse para ir a esa reunión."

"Como partidaria de la libertad de expresión, cuestiono las medidas que están tomando," critica Marlene, "¿Por qué tanto lío con que hagan una reunión aquí o allá?"

Los merodeadores compartieron una mirada de complicidad antes de mirar a Sirius, quien parecía querer estar ajeno de la conversación. "Opino lo mismo," suelta el pelinegro con rencor.

"También me gustaría informarles una última cosa," anuncia el profesor Dumbledore, volviendo a retomar su característico humor y simpatía al hablar. "Las cornamentas de las estatuas serán removidas para el final del día- y notamos que estas eran copias de un par original, así que, al dueño o dueña de los cuernos, podrá ir a buscarlos al despacho de la profesora McGonagall."

Peter no pudo evitar regresar su jugo a su vaso por la impresión y Sirius casi se atragantó con un ala de pollo; el único que parecía mantener la calma era Remus que no paraba de engullir con desespero su comida.

"Ustedes tuvieron algo que ver, ¿No?" Corrobora Mary.

James le entregó una sonrisa cómplice. "No hagas preguntas si no quieres escuchar mentiras."

Una vez que el almuerzo acabó y la campana sonó, la mayoría de los estudiantes se dispersó con un mal ánimo hacia sus clases de la tarde. James acompañó a Marlene -quien tenía hora libre- para acompañarla a entrenar, porque a pesar de que él tuviera prohibido montar una escoba por lo que restaba del ciclo escolar, nada le impedía ayudar a su capitana sustituta y planificar las siguientes estrategias de juego.

Le gustaba Marlene; era una amiga muy cercana a Lily y tenía un sentido del humor un poco duro, cosa que agradaba a James. Le gustaba cómo su mente maquineaba tan rápido a la hora de hacer partidos, factor que había logrado que estuviera en el equipo en tercer año pateándole el trasero a chicos de sexto que solicitaban la posición de guardiana de ella.

Viendo a la chica, recordó cuando él había insistido en su primer año participar también en el deporte, pero las estrictas reglas de la escuela le habían impedido ingresar al equipo, es por eso que, tras rogarle a Fabian Prewett -el cocapitán del equipo de Quidditch-, fue su mentor en los entrenamientos y lo ayudó a entrar a su icónica posición de cazador en el equipo.

Con ese recuerdo nostálgico en mente se le ocurrió una idea.

"Oye, ¿Qué tal si entrenamos a chicos de primer año el próximo trimestre?"

Marlene, mirándolo sobre su escoba, levantó una ceja sugestivamente. "¿Qué?"

"Hay chicos de primero que quieren entrar a Quidditch, pero como son de primero no tienen permitido entrar. ¿Qué tal si entrenamos a todo aquél que esté interesado para que haga las prácticas el siguiente año?"

"¿No será eso un poco triste?, ya sabes, los harías ilusionarse." Replantea ella.

"Hm, tienes razón…" Coincide, antes de que otra idea se le ocurriese. "Pero, ¿Y si hacemos mini torneos?, podemos solicitarlo a los head y a Madame Hooch para hacer un pequeño torneo de Quidditch."

"Nunca te he visto interesado por los de primer año," dice ella con gracia, descendiendo en su escoba. "¿Esto lo dices para tener una excusa de seguir jugando Quidditch en lo que queda del año?"

"Absolutamente." Ríe James. "¿Qué opinas?"

"Ve a planteárselo a Madame Hooch y a los Head y ahí vemos," le palmea ella. Cuando James pareció dichoso, ella le interrumpió. "Y convencer a McGonagall también."

Uh, bueno, había sido una buena idea.

"No creo que acceda," termina desanimándose él. "Estoy castigado."

"Bueno, no pierdes nada con intentar," alienta. "Puedes hacerlo cuando vayas a inscribirte para las vacaciones de primavera."

"Hablando de eso, ¿Qué harás tú?"

"El plan inicial era juntarme con Mary y Lily en Londres y pasar un día allá," explica antes de fruncir el ceño. "Pero esta enfermedad vino y… bueno, Lily teme acercarse a su papá. Mary dijo que no tenía problemas con quedarse en el castillo, pero igual se le veía decepcionada."

Nuevamente, la punzada de culpabilidad que James estaba tan acostumbrado a sentir lo había atravesado. A veces, por su propia salud mental, debía dejar de hacer idioteces.

"Oye…" James cambia rotundamente de tema, mirando fortuitamente hacia las gradas. "¿Esa es Dorcas Meadowes?"

Marlene giró su cabeza y, efectivamente, la muchacha morena de Hufflepuff se encontraba ahí mirando en dirección a los dos chicos de Gryffindor.

"Tal vez viene a espiar," dice Marlene con rapidez, sin mirar a James. "Le diré que se largue."

Sin embargo, James fue el que se tuvo que ir porque su amiga no parecía tener intenciones reales de echar a la otra.

Volvió a reencontrarse con sus amigos pasada de las tres de la tarde cuando se reunieron para ir a clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, todos con sus orejas humeantes y con el ánimo por los suelos al tener que retomar las actividades normales. Sin embargo, una vez que el profesor Castor los vio, este parecía mucho más animado que el día anterior.

"¡Buenas tardes, queridos estudiantes!" Sonríe él de forma elocuente. "¿Cómo pasaron su martes de enfermedad?"

Alguien tosió en respuesta.

"Me alegra saber que todo está bien," comenta. "Bueno, el primer paso para esta clase es que todos corran los escritorios hacia los lados mientras les cuento una historia."

"Como pudieron apreciar, la unidad que estamos revisando es sobre el encantamiento patronus, ¿No?, creo que se les sería bueno aclararles de forma en general para qué sirve este encantamiento- a pesar de que deben de saberlo ya gracias al ensayo que les pedí que hicieran (el cual tendrán que dejar sobre mi escritorio al final de la clase)"

James pudo ver sobre su hombro como Peter palidecía; su ensayo estaba lleno de mocos de James.

"Bueno, jóvenes, el encantamiento patronus sirve para defenderse de toda adversidad oscura, como lo son los dementores y los lethifolds. Algunos magos más experimentados los usan para mandar mensajes o ayudar a personas cuando estas se encuentran desorientadas- como también, se dice la leyenda romántica, hay patronus que buscan a magos cuando su invocador los echa de menos- una ternura, ¿No?"

Los estudiantes mugieron en respuesta.

"Mi experiencia con los dementores han sido pocas, gracias a Merlín, pero la primera vez que invoqué uno permanecerá siempre en mi memoria."

"Tenía cerca de veinte años cuando decidí recorrer el mundo para conocer distintas perspectivas con respecto a las artes oscuras. Me encontraba acampando en las fronteras de Dinamarca cuando el recuerdo de la muerte de mi padre se ubicó en mi mente, y el frío intenso que sentí que calaba hasta lo más profundo de mis huesos me hizo darme cuenta de cómo no me encontraba solo en ese momento. Mi antiguo profesor de DCAO no había sido muy explícito con el tema, por lo que mi primera vez había sido casi un milagro divino muggle al poder haber espantado a ese dementor con un encantamiento incorpóreo."

"Tal vez pueden creer que el encantamiento patronus es solo un cuento para animar a los niños cuando se sienten tristes, o una metáfora que los muggles consideran como una forma de eliminar su depresión. Es por eso de que somos mejores que los muggles, chicos, es que nosotros podemos materializar estas cosas, y al materializarlas, expondremos de nosotros mucho más de lo que nosotros mismos apreciamos."

Varios estudiantes -estudiantes específicos, realmente- comenzaron a murmurar respecto a las palabras pronunciadas por el profesor, y fue Lily quien terminó hablando.

"¿Eso va con la magia en general o solo con este encantamiento?" Cuestiona ella levantando la mano.

El discurso romántico que había hecho el profesor había sido interrumpido por la pregunta seca de la estudiante, que tuvo que recomponerse un par de momentos antes de mirarla. "¿A qué se refiere, señorita Evans?"

"Al hacer magia estaríamos 'materializando' -como bien dice usted-, pero el encantamiento patronus equivale de poder como la Maldición Asesina según lo explica el manual que usted nos mandó a estudiar. Mi duda está en, estas dos exposiciones de magia son muy contradictorias que pueden venir de un mismo mago."

"Pero todo requiere de la fuerza sentimental del mago, señorita Evans."

"Si, lo entiendo. Pero, ¿Qué ventaja tenemos nosotros sobre los muggles cuando se requiere de armas?"

Como era de esperarse, la pregunta de la chica estaba un escalón más sobre la densidad permitida del profesor Castor, quien no parecía tomarse bien la pregunta.

"Señorita Evans, creo que está mezclando las cosas…"

"Es solo una pregunta de opinión," se defiende ella con seguridad. "¿Qué diferencia tienen los magos de los muggles cuando los magos son quienes tienen un arma capaz de espantar criaturas tenebrosas pero también invocar un encantamiento asesino?"

Fue ahí cuando James entendió a lo que Lily se refería. La pregunta no iba en dirección a la teoría o a la clase, era un ataque directo respecto a cómo el profesor Castor se había referido a los muggles.

"Sería esa la diferencia, realmente." responde el profesor con una leve sonrisa. "Nosotros tenemos la magia. Pero, señorita, está yéndose del tema y está haciendo perder a los estudiantes tiempo valioso de práctica."

Lily abrió la boca para poder replicar algo más, pero el profesor Castor aplaudió para poder desconcentrarla. "¡Vamos clase, repitan después de mí!"

James nunca se esperó ver a Lily tan sensible con una insinuación sobre la supremacía de los magos. Claro, él había presenciado las veces que ella al igual que el resto de los estudiantes habían sido acosados por eso, pero ella nunca dejó ver cuán efecto el causaba esas palabras; sin embargo, ahora parecía ser una historia completamente distinta…

Diez minutos después, poco a poco los estudiantes comenzaron a dispersarse en el aula para practicar su encantamiento.

James, junto a sus amigos, practicaron el encantamiento en voz alta un par de veces antes de sentir la magia recorrer por su sangre.

Antes de hacer un conjuro siempre era emocionante sentir por primera vez la magia específica abrazarle, desde que había aprendido a levitar cosas o a hacer fuego con su varita, cada hechizo tenía su particularidad que producía un efecto corporal en James, desde ojos acuosos, piloerección o escalofríos interminables por la emoción surgida.

Sin embargo, el encantamiento patronus era completamente distinto.

Él lo había practicado anteriormente, vocalmente claro está, porque su egocentrismo le permitía jactarse con creer que podría- no, que lograría hacer este encantamiento con facilidad, y la razón era simple:

Uno necesitaba recuerdos felices para poder lograrlo, y James era la persona más feliz de la tierra.

Tomó su varita con fuerza entre sus dedos y cerró sus ojos, dispuesto a imaginar la escena que sabía que usaría desde que la había vivido.

Veía a su padre y a su madre, ambos sentados a sus lados en la sala de la casa luego de que un pequeño James de cinco años tuviese una pesadilla. James no recordaba qué había soñado esa noche, pero había sido un ataque tan terrorífico que por más que sus padres se lo pidieran, él no podía calmar sus temblores y sus llantos.

Fleamont veía preocupado a su esposa Euphemia, ambos sin saber qué hacer en esa situación; sin embargo, una epifanía los acopló a ambos que, sincronizadamente, con un ligero movimiento de varitas apagaron todas las luces de la casa.

El James de cinco años no había entendido qué es lo que había sucedido, y solamente temblaba de miedo ante la desorientación y lo impredecible. No obstante, como por arte de magia, una gran ballena flotante de color plateado atravesó las elegantes puertas de vaivén , nadando en el aire como si fuera el mismo océano. Desde ese momento James se convenció de que los patronus sonaban.

Luego, para su distracción, otra ballena apareció por su espalda bajo las escaleras; ambas eran ballenas azules que se encontraron frente a James y que empezaron a danzar alrededor de ellos, de forma simpática y consolable, alejando así todo miedo que el pequeño James estaba sintiendo en ese instante.

La sensación de la felicidad en sus venas se canalizó en su mano derecha, donde fuertemente agarraba su varita, comenzando a temblar involuntariamente hasta que por fin, tras un nudo en su garganta, pudo pronunciar el encantamiento con una modulación perfecta. Y de forma corpórea un ciervo salió de allí, con imponentes cornamentas y de elegante postura que, a diferencia del recuerdo de las ballenas de sus padres nadando por la casa, este se detuvo frente a James como una figura brillosa y encantadora, tan solemne que James podía encontrar su reflejo en él.

El ciervo platinado lo miraba a los ojos, y él nunca se había sentido tan comprendido en su vida.

"¡Bravo, Potter!" Exclamó el profesor Castor mientras aplaudía. "¡Bravísimo!"

Varios estudiantes habían perdido la concentración por el gran brillo, y muchos quedaron impactados por el gran animal. El profesor Castor, por su parte, parecía realmente encantado y fascinado por la habilidad del estudiante Potter, quien a pesar de ser un poco desordenado con sus deberes teóricos, él siempre había destacado en la práctica.

"¡Woah!" Chilló Peter de la emoción, tanto que dejó caer su varita. "¡Está genial! ¡Está fascinante! ¡Está… está…!"

"Cornamenta," Remus había presionado sus labios para evitar soltar una sonrisa, pero se veía igual de consternado que el resto. "Eres tú."

"La verdad es que no me sorprende," James sintió cómo Sirius lo abrazaba por los hombros, hablando en un falso tono de altivez. "Eres literalmente la personificación de la felicidad."

"¡Ni magos capacitados han podido hacer un patronus de esa forma!" Sigue alagando el profesor Castor. "¡Cinco puntos para Gryffindor- ¡No! ¡Diez puntos! ¡Veinte puntos!"

Peter alzó la mano con lentitud para acercarse y tocar el ciervo, pero este pareció notar su reacción y se alejó de él para comenzar a trotar alrededor del aula. James se sintió un poco dichoso consigo mismo al ver como Lily había detenido su práctica para contemplar al ciervo.

"Bambi," le moduló ella cuando compartieron un contacto visual, y James alzó sus manos sobre su cabeza para imitar las astas.

La figura del imponente ciervo trotando por el alrededor ayudó como motivación al resto de los estudiantes, logrando que antes que acabara la clase varios estudiantes habían podido formar un patronus, junto con una chica de Hufflepuff que pudo mostrar los indicios de un caballo y Mary quien había podido mostrar un brilloso delfín nadando cerca del techo.

"Está hermosa," escuchó James a Lily hablarle a Mary. "Es muy elegante."

"¿Tú lo crees?, yo esperaba otra cosa."

"No hay nada más representativo que un delfín."

"Cada día siento que estoy más podrido por dentro," comenta Remus mientras que los cuatro recogían sus cosas para salir del aula. "Y esta clase me lo corroboró."

"Vamos, Lunático," James notó como Sirius se tomaba las palabras del chico un poco más en serio de lo que eran. "Debe haber un rastro de felicidad en ti, solo tienes que esforzarte más."

"¿Esforzarme más?, veamos…" Remus puso una mano en su barbilla y fingió meditar. "Creo que tengo un recuerdo… ah, sí, el último día de clases de primer año y la noticia de que no los tendría que ver por tres meses- sí, siento el encantamiento, ¡Expecto Patronus!"

A pesar de que el chiste había hecho reír a James y a Peter, Sirius solamente frunció el ceño y murmuró unas palabras inaudibles.

El grupo se separó cerca del despacho de la profesora McGonagall, con James yendo hacia ella para poder notificarle sobre el seguimiento para las vacaciones de primavera.

"Adelante."

Con altivez, James ingresó a la oficina de la profesora McGonagall sacando pecho y con una sonrisa socarrona. "¡Buenas tardes, profesora!"

"Las astas están allá," dice instantáneamente ella, sin apartar su mirada del pergamino que estaba corrigiendo.

James miró hacia la mueblería a un lado y vio sus dos astas ahí. Asintió en comprensión y las tomó antes de sentarse frente a ella. "También vengo a hacer un par de consultas."

"Proceda."

Sonrió para sí cuando vio como ella dejaba la pluma en el tintero para prestarle atención.

"Bueno, antes que todo, quería ofrecer una inducción al Quidditch a los estudiantes de primer año que estaban interesados en entrar al equipo."

"¿De la casa de Gryffindor o de todas las casas?"

James no lo había pensado antes, por lo que frunciendo los labios murmuró.

"A los de Gryffindor."

"No estoy de acuerdo." La franqueza de ella era casi aterradora. "¿Por qué le permitiría a usted entrenar a los estudiantes de primer año para que hagan las pruebas en segundo, siendo que usted está temporalmente baneado del uso de la escoba?"

"Porque usted quiere que los mejores estén en el equipo, siendo que ya no me tienen ahí." Desafía de forma burlesca él.

"Pero usted se reintegrará el próximo año, ¿O me equivoco, señor Potter?"

"Debe tenerme fe, profesora."

La profesora McGonagall soltó un suspiro desalentador antes de verlo con desaprobación. "¿Qué fue de lo que hablamos el año pasado, Potter?"

"Que si seré jugador profesional debo saber disciplinarme." Repite James, como si la profesora McGonagall no lo hubiese obligado a colgar un cartel con esas palabras en su camarote. "Lo sé- pero profesora, sería una gran oportunidad, ¿O no?, recuerdo haber estado en primer año y sentirme decepcionado porque no pude entrar al equipo."

"Si, y recuerdo cómo le rogaste a Gilbert Prewett que fuera tu mentor."

"En realidad fue a Fabian."

La profesora McGonagall soltó un sonoro suspiro antes de asentir. "Correcto. Tienes razón."

"Además…" y James sonrió jocosamente. "No me dirá que no le parece emocionante armar a una pequeña tropa de Gryffindor entrenados para pelear."

Y una sonrisa bailó en los labios de la mujer. "Suena tentador, pero no podemos permitir eso- especialmente si discrimina a las otras casas."

"Me alegro de que lo comente porque tengo una idea fascinante." Y con astucia James palmeó con las astas el escritorio de la profesora. "Escúcheme con atención: minicampeonato de Quidditch."

"Señor Potter, está prohibido por reglamento ministerial que los de primer año traigan escobas."

"Lo sé- pero ¿Dígame que no le parece una buena idea? Así motivamos la competencia a los de primer año, ¡Podríamos encontrar bestias ahí!"

"Pero este sería un proyecto a largo plazo, señor Potter." Insiste ella. "Hasta el próximo año escolar, mejor dicho. No le permitiré subirse a una escoba."

"Puedo trabajar con Marlene o alguien más del equipo." Ratifica él rápidamente. "O incluso puedo pedirle a Peter o Sirius que sean los señuelos."

"Antes de tener mi aprobación me gustaría que lo hablara con el señor Longbottom y la señorita Dominic, y con Madame Hooch, por supuesto." Dice con solemnidad, aunque la sonrisa no se había eliminado. "También hablarlo con los demás capitanes, por supuesto, porque si su plan a corto plazo es entrenar a chicos de primer año lo más justo sería que usted entrenase a todo chico interesado de primer año."

"Si, muy bien," accede James, intentando no perder la emoción. "No tengo problemas."

"Luego tendrá que emitir un informe con las reglas, los inscritos, horarios de práctica -ya que, como usted puede apreciar, el próximo trimestre comenzaremos con los partidos finalistas por lo que los equipos de las casas usarán la cancha-, instrumentaría…" Y la sonrisa de la mujer amplió al ver el rostro de James decaer. "Y, finalmente, deberá tener la aprobación de los jefes de casa junto al director Dumbledore."

"Oh, vale…" James terminó por pegar su cara en el escritorio. "No creo que lo consiga."

"No sea tan pesimista, Potter, le tengo fe," terminó por guiñarle el ojo. "Bueno, ya que zanjamos este tema, ¿Inscribirás a los chicos para el seguimiento?"

"Si, anótelos a todos." Murmura James sin despegar su cara. "Estaremos todos en mi casa."

"Me parece fantástico…"

Y James subió la cara dramáticamente. "Profesora, ¿Usted sabe si Regulus…?"

"No tendré acceso a los estudiantes que se irán hasta el sábado en la mañana, Potter." Y el entusiasmo de la profesora McGonagall se perdió para ser reemplazada por su actitud de maestra. A veces ella le recordaba a Lily. "Además, si tuviera esa información sería poco ético contarle eso."

Al caer la noche después de la cena, el grupo se sentía lo bastante agotado como para querer llevar a cabo algún tipo de plan; sin embargo, fue cerca de las once de la noche en la que a los chicos les entró el hambre, por lo que tras una difícil pelea de piedra, papel o tijeras James tomó la capa de invisibilidad para ir a las cocinas.

Sabía que las actividades de prefectos aún continuaban, por lo que decidió salir del dormitorio con la capa puesta; no sintió presencia de nadie cuando bajó las escaleras hasta que llegó a la sala común, donde dos prefectos de quinto año terminaban de ordenar el papeleo de reunión frente a la chimenea.

"No la apagues," le avisó la chica a su compañero. "Lily sigue afuera."

"¿Crees que se demore mucho?"

"No tengo idea. Ella me dijo que iba a conversar algo corto y que regresaría, pero está junto a ese chico de Slytherin…"

Por supuesto, eso activó las alertas de Evans dentro de la cabeza de James, por lo que salió rápidamente de la sala común para cruzar el retrato de la dama gorda, y aunque en un momento él se lamentó de no haber traído el mapa consigo para poder buscarla, corrió con suerte de verla justo fuera del retrato.

Con Snape, efectivamente.

Era de mala educación espiar conversaciones, y antiético hacerlo bajo una capa de invisibilidad; sin embargo, él sabía que Snape no era trigo limpio, y con lo sucedido la noche anterior junto a los demás chicos de Slytherin, era una obviedad que James no le tenía confianza.

No obstante, James se sintió profundamente consternado tras ver en Severus Snape una expresión que no delimitaba el odio hacia la raza humana, sino que era todo lo contrario.

Tenía pena.

"Sé que no estás bien. Te conozco." La voz de Snape era dura, por lo que no concordaba con su rostro.

"¿Qué me importa que me conozcas?" Contestó Lily de forma soez.

Como la chica le daba la espalda a James él no podía verla; intentó apartarse a un lado para poder verle la cara, pero al más mínimo movimiento la chica se había girado para corroborar si había alguien a su espalda. En ese segundo James logró divisar el rostro de la chica, y como su expresión a como había sido durante la mañana era completamente contrariado.

"¿Sucede algo?" Consulta Snape.

"No importa. ¿Para qué me buscaste?" Lo enfrentó. "Todavía tengo tarea por hacer."

"Solo quería saber cómo estabas simplemente, ya sabes, con esta estúpida gripe y eso…"

"¡Por Dios! ¿Cuántas veces te he dicho que me dejes en paz? ¡Deja de involucrarte conmigo!" Alzó los brazos ella, elevando la voz a tonos que James los consideraba nostálgicos. "¿Puedes volver a tu maldita torre antes de que te castigue?"

Sin embargo, a James le sorprendió que Severus no hallase perdido los estribos con ella- es más, parecía realmente comprensivo.

"Lily, por favor…"

"Ah, ¿Ahora soy Lily?" Ella puso sus manos en la cintura como figura de autoridad de prefecta. "Porque en las clases de Slughorn soy una prostituta, o una sangre sucia cualquiera, o una perra también- ¡¿Sabes qué?! No quiero lidiar con tu mierda ahora."

La chica dio un paso hacia atrás justo donde James estaba, y aunque él se alejó justo a tiempo para no chocar, el talón de Lily atrapó la capa. Él supo que ella lo sintió porque la vio urgirse enseguida, y con su capa en el talón de ella James sabía que no podía librarse de eso.

"Lily, sé que la estás pasando mal, no tienes por qué esconderlo de mí." Vuelve a hablar Snape, pareciendo pasar por alto los alegatos de ella. "Te conozco, y puedo ver como cada día te ves más destrozada que el anterior- por favor, déjame ayudarte."

"No necesito ayuda de nadie, ni mucho menos de ti." Escupe ella con acidez. "Ve a tomar té en el Callejón Knockturn con tus amigos racistas antes de que te castigue."

James vio a Severus fruncir el ceño y dar un paso adelante. "¿Qué es lo que te pasa?" Espeta. "Yo solo me estoy preocupando por ti- y eso no tiene nada que ver conmigo."

"¿Ah no? ¿Entonces por qué Frank Longbottom dijo explícitamente que tú estabas involucrado en ese grupo de anoche que fue a una reunión espontánea?"

"No tienes por qué creerle a ese idiota."

"¡¿Y debo creerte a ti?!" Una vez más ella alzó los brazos. "¡Lárgate antes de que tus amigos te vean hablando conmigo, Severus! ¡O sino me sacrificarán a quién mierda le veneran ustedes!"

"Me dijeron que Barty Crouch te dijo un par de cosas, Lily." La voz de Severus se rompió, y el chico hablaba con sus dientes presionados fuertemente. "No debes involucrarte con ellos- ni con nadie de Slytherin. Deja de buscarlos. Ellos no te perdonarán."

"¡¿No me perdonarán qué?!" Desafió. "¡¿No me perdonarán el ser una chica?! ¡¿El ser una puta sangre sucia?!"

"¡Es por tu bien!"

"¡Mi bien es enfrentando las cosas como se deben!" Gritó. Y James notó como varios cuadros se giraban, atontados por el sueño, para ver la discusión. "¡No huyendo ni jugando a los secretismos como tú! ¡Yo soy diferente a ti y velo por lo correcto, así que deja de molestarme de una vez!"

"¡Te estoy protegiendo!"

"¡Me estás asustando!"

El silencio que se tomó fue repentino, tanto que el grito desalentador de Lily había producido terror en James. Él sujetaba la capa a sus costados con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos de la ira, pero tenía que ser racional y poder actuar con coherencia, porque destapándose lo último que produciría sería más problemas.

Pero al menos le estaba cuidando la espalda a Lily.

"Lily…" Rompió Severus.

"No sé qué es lo que está pasando," comienza ella, con miedo en su voz. "Nadie me dice lo que pasa. Le pregunté a la profesora McGonagall y al profesor Dumbledore y nadie parece querer darme una respuesta- pero sé que algo pasa. Algo que involucra a los sangres sucias como Mary y yo. Y tú viniendo hasta acá para preguntarme cómo mierda estoy solo me corrobora que realmente estoy en peligro de algo." El tono que había comenzado a adoptar poco a poco delataba que se encontraba llorando.

"No lo estarás si me dejas protegerte," contesta con voz suave.

"No necesito que me protejan." Espeta. "Necesito que me expliquen."

Por un momento, por la vulnerabilidad que mostraba Lily, James creyó que Severus le contaría qué demonios estaba sucediendo en el mundo mágico. Sin embargo, el otro chico presionó sus labios con fuerza y negó contra una voluntad inquebrantable.

"Solo te explicaré si me permites acercarme a ti."

"Entonces prefiero morir por la ignorancia." Finaliza con dureza.

Firmaste tu sentencia de muerte fueron las palabras que James volvió a recordar, que salieron de la boca de Barty Crouch Jr la noche anterior.

Finalmente, Sirius se retiró resignadamente por las escaleras.

James se sentía abatido, un tanto sorprendido y embriagado por la emoción que tenía el ambiente; quería largarse de ahí lo más pronto posible, no quería ver a Lily sollozar sin poder hacer algo al respecto, pero ella no movía el pie de su capa.

"Ay, niña, cuánto dramatismo en una sola escena," expresó la Dama Gorda. "¿Te encuentras bien, cariño?"

"Si, lamento molestarla…" Se disculpa ella mirando hacia los demás retratos e inclinándose torpemente en signo de perdón. "Lamento haber gritado…"

"Tan insufrible que es el chiquillo." Comentó un cuadro de al lado.

"Yo le habría gritado un par de improperios."

"¡Él necesitaba un par de espadazos en su cabeza!"

Los chistes de los retratos hicieron reír un poco a Lily, quien finalmente ingresó por el marco del retrato pasando completamente de James.

Oh Merlín…, tembló James. Oh, Merlín. Oh, Merlín. Oh, Merlín…

Se quedó plantado ahí sin la posibilidad de moverse; el sentimiento de abruma que rodeaba el aire era lo bastante denso como para desorientarlo por un momento, queriendo con todas sus ganas ir tras Lily. Pero había dos problemas: por un lado, tendría qué explicarle que había presenciado todo eso, lo que significaba que tendría que confesar que tenía una capa de invisibilidad; por otro lado, él conocía el temperamento de la chica- no a la perfección, pero si lo suficiente como para saber que ella estaría brillantemente furiosa con él también.

Intentó meditar un poco sobre su siguiente paso, que lo terminó llevando con rapidez hacia las cocinas de la escuela, encontrándose con uno de los elfos domésticos recurrentes con los que los merodeadores interactuaban: Darky, quien parecía estar entretenida limpiando las mesas.

"Buenas noches," saluda James políticamente.

"¡Oh, amo!" Darky saltó de la mesa para caer a bruces en el suelo; James se aproximó rápidamente para ayudarla, pero ella era tan terca que no pareció querer expresar dolencia de su caída. "¿Cómo se encuentra de la gripe?"

"Bien, Madame Pomfrey nos ha curado." Cuenta intentando esbozar una sonrisa. "¿A los elfos no les afectó?"

"No, no. Los elfos tienen un mejor sistema inmunológico que los amos," contesta con palabras atizas, pero con la inocencia de ella.

"Oye, ¿Puedes hacer una tartaleta dulce?" Pregunta, centrándose en el tema de búsqueda.

"¿De qué sabor, amo?"

"Uh-," puede que James se supiera la historia de amor de los padres de Lily y que a ella le gustaba mucho su rol de prefecta a pesar de las adversidades, pero no tenía ni un gramo de noción de cuáles eran sus gustos. "¿Puedes hacer ocho distintos?"

Regresó a la torre de Gryffindor con ocho cajas distintas de distintos sabores de tartaletas, esperando que alguna el gustase a ella- o, en su defecto, a alguno de sus amigos si es que ella ya se había ido de la sala común.

En el retrato de la Dama gorda, una vez dentro, hizo malabares con las cajas y con la capa para poder sacársela y guardarla en el bolsillo de su jersey de pijama. Caminó el corto túnel hacia la sala común y, con un suspiro de buena suerte, vio a Lily sentada en uno de los sofás y que no estaba sola: estaba con los merodeadores.

"No puedes hacer esa jugada. Es ilegal." Habló con voz quedada a Sirius, quienes estaban jugando damas con el tablero de ajedrez sobre la mesa de café.

"Él se movió solo." Se defiende el pelinegro, apuntando con su cigarro a cómo las piezas no hacían caso con el juego de damas y se ponían a jugar voluntariamente ajedrez. "Oye, quédate quieto."

El peón que Sirius le estaba llamando la atención le sacó la lengua y se puso a jugar solo.

"Bambi regresó," anuncia Remus sin apartar la mirada de su libro. Estaba sentado junto a Lily y con ella apoyándose levemente en él.

"¿Qué trajiste?" Consulta Peter mientras ahogaba un bostezo. James aguantó la risa de ver a Pikky durmiendo en un nido de cabellos de Peter.

"Tartaletas," murmura él, yendo hacia el grupo para sentarse en otro sofá individual cercano a ellos. "Ocho sabores."

"Que agradable," comenta Remus cerrando el libro para ir directamente a la tartaleta de chocolate.

"A mi me gusta la de fresa," murmura también Lily, y James entregó la caja del saborizante hacia ella.

"¿Canuto?"

"Dame cualquiera."

"Yo quiero la de tres leches," alza Peter.

Los cinco se sumieron en un silencio mientras comían las tartaletas con las manos. Lily había hecho un movimiento de varita y convocó distintas tazas de té junto al agua hervida para poder acompañarlas. Era una linda velada para la pesadez del ambiente.

"Creí que iban a estar en el dormitorio." Habla por primera vez James dentro de un rato.

"Uh, si…," Sirius le dio una mirada a Remus antes de mirarlo. "Nos llamó la atención algo y bajamos."

"¿Habían revisado el mapa?"

"Si…," es Peter quien contesta esta vez. "Creímos que estabas en problemas."

"¿Por qué?" Lily pregunta.

"Porque vimos el nombre de Bambi junto a ti y a Quejicus," dice Sirius.

James chistó rápidamente ante eso, y Peter escondió su cabeza entre los brazos una vez que todos vieron como los colores del rostro de Lily desaparecían. "¿Qué?"

"Debió haber sido un fallo del mapa," intenta justificar rápidamente James, entregándole otra mirada a Sirius.

"Si, si, un fallo del mapa." Corrobora Sirius, entendiendo que había metido la pata. "A veces eso sucede; los nombres se quedan pegados en una parte del castillo aún cuando la persona se mueve."

"Una vez vimos a Trewlaney girar en una esquina trescientas veces." Agrega Peter.

"Si, porque no había forma de que James saliera de la torre sin que no lo hubiese visto." Acierte Lily.

"Pero- Evans," James se incorporó. "¿Por qué estabas con Quejicus? ¿Te estaba molestando?"

"¿Eh?, ah, no…" niega ella enseguida viendo su tartaleta, "no me dijo nada. Solamente…, cosas tontas, ya saben."

"Mira, estamos en guerra fría con él," Sirius se pone recto, "pero si nos das permiso, créeme que podemos poner un par de bombas fétidas en su dormitorio y-"

"Tú tomas cualquier oportunidad para atacarlo, ¿no?" El tono divertido que ella tomó no correspondía a su expresión facial. "Solamente hablamos, eso es todo."

Hablar, pensó con sorna James. Literalmente despertaron a los cuadros.

Volvieron a quedarse en silencio, con Remus mugiendo una canción y con la madera del fuego quebrándose lentamente. Una chispa saltó de la chimenea y Lily volvió a hablar, "la verdad es que… Él me dijo algo interesante, ¿Saben?, habló sobre la reunión de Knockturn. Frank me contó que Severus estuvo en el grupo que interceptó en la reunión clandestina que hubo ayer en la noche."

"¿Crees que Severus irá a la reunión en Knockturn?" Consulta Peter.

"Me gustaría creer que no, pero solo me mentiría," confiesa. "Ustedes… ¿Ustedes saben por qué es esa reunión?"

"Es una junta de gente extraña," contesta Sirius. James intercaló su mirada en su mejor amigo y Lily, vacilante. "Gente que no busca buenas cosas."

"¿Por qué sabes de eso?" Consulta ella, sin un real sentido de recriminación.

"Es una larga historia- digamos que hay gente que no le agradan los de tu especie, florecita," el tono de Sirius era mucho más severo de lo que Lily pareció escucharlo, quien tragó duro luego de que él hablara. "Y hay un hombre- un loco, mejor dicho, que quiere terminar con esa especie."

"¿Con especie te refieres a los sangre sucia?" Consulta con dureza ella. La reacción de Lily le daba a entender a James que ella esperaba ese tipo de declaración.

Sirius no contestó verbalmente, pero desviando su mirada de la chica hacia la taza de té frente suyo hizo que confirmase la información. Lily soltó un profundo y desalentador suspiro antes de apoyarse en el respaldo, completamente abatida, y Remus la apretujo con fuerza contra su pecho como símbolo de compañía.

"Así que la amenaza de Crouch era real," confirma ella con pésame.

"No, no lo era." Dice al instante James. "Porque no va a pasar. Él es solo un chiquillo cobarde que se resguarda por su padre."

"Si, y el ministerio está al tanto de lo sucedido," asiente Peter, también mirando a Lily. "Así que no debes de por qué preocuparte, Lily, no te pasará nada."

Pero ella no contestó, solamente se quedó en silencio dejando que Remus le acariciara el pelo.

En un rato más ellos tendrían que regresar al dormitorio porque la llama de la chimenea se apagaría, pero hasta el momento todos compartieron el mismo silencio.