Serie de 31 drabbles
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Edición Mayo 2021
1. Encuentro.
Cuando el avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional de New York a las 22:30 hrs, en un día lluvioso y frío de octubre; cuando decidió alejarse de todo lo conocido y empezar desde cero hace ya cuatro meses atrás, Heero jamás imaginó que viviría ese momento…
Pero lo está haciendo.
Está viendo a esa persona que dejó de ser una constante cuando se alcanzó la paz entre la Tierra y las Colonias; cuando las guerras terminaron y se dio cuenta de que todo lo aprendido para ser un soldado dejó de ser necesario.
Cruzando la calle, ahí está, conversando con alguien que Heero es incapaz de distinguir. Pero a él… a él podría reconocerlo entre cientos de personas sin equivocarse.
Aquel que, a base de una apabullante personalidad y sonrisas encubridoras de traumas, logró hacerse con su confianza para luchar codo a codo contra un enemigo común.
Él y su larga cabellera, trenzada y danzarina, colgando por sobre el respaldo de un asiento luego de llegar a Central Park y ubicarse frente a una zona de juegos.
Ahí está, inclinándose hacia adelante, extendiendo la mano para acariciar algo pequeño. Heero no puede estar seguro de eso porque, desde que lo vio, le ha seguido a la distancia, observando desde atrás, comparando el ancho de esa espalda con la del chico que un día le disparó y que al otro le salvó la vida. Con la vista siempre fija en él, haciendo caso omiso de su alrededor.
Simplemente porque Heero no puede apartar su mirada casi nostálgica del ser que, hace ya quince años, le enseñó más que trabajo en equipo.
Está tan ensimismado en sus pensamientos que, cuando mira adelante y se encuentra con esos ojos, todo pierde sentido.
Él ha volteado en el banquillo y le observa con una sonrisa socarrona.
Se da cuenta de que el corazón da un vuelco dentro de su pecho cuando él se pone de pie y saluda efusivamente con la mano en su dirección.
Se le atora el aliento en la garganta cuando nota que sus piernas, traicioneras, lo llevan a acercarse mientras él le espera en el mismo lugar, agrandando la sonrisa cuando el reconocimiento es completo.
Heero tiene que recordarse parecer sereno cuando él menciona algo como "tenía la impresión de que alguien estaba siguiéndome, pero no creí que fueses tú, ¡quién lo diría!".
Responde con un "Duo". Así, a secas. La palabra más sencilla guardada en su mente y que de pronto es difícil de escupir. Un "Duo" que le rasmilla la garganta y que se torna extraña cuando el mismo nombre es pronunciado por alguien más poco después.
Maxwell voltea y se inclina sin perder la sonrisa, susurra suavemente. Su actitud no es sospechosa, pero si curiosa y sorprendente cuando alza en brazos a una niña y la presenta como su hija.
Heero jamás imaginó que viviría ese momento… pero lo está haciendo y no sabe cuánto le afectará de allí en adelante.
