Todo estaba bien en el mundo y Akko se sentía con los ánimos por las nubes. ¿Cómo no estarlo? Había despertado llena de energía y lista para enfrentarse al nuevo día que tenía enfrente, estaba cincuenta por ciento segura de que lograría aprobar su examen de Historia de la Magia (bueno, tal vez un treinta por ciento), y la maestra Chariot había anunciado que aquel día llevarían a cabo una clase especial. Ignoraba por completo qué tan especial sería la clase especial, pero estaba convencida de que sería algo grandioso y tuvo que hacer un esfuerzo consciente para contenerse y no gritar "¡Aventura!" a todo pulmón.
Síp, estaba de perfecto humor. Ni siquiera se sentía molesta de que Sucy la hubiera utilizado como conejillo de indias otra vez durante la clase de Fundamentos para Farmacéuticos Mágicos, así de bien se encontraba. Y si estaba segura de algo, era de que nada podría salir en el día. Era ridículo creer lo contrario. Akko murmuraba para sí la tonada de una canción al tiempo que bajaba las escaleras junto a sus amigas hacia el sótano de la Academia, donde Chariot había dicho que sería la clase.
—¿Podrías por favor callarte? Vas a producirme una jaqueca— le dijo Sucy con su mismo tono apagado y desinteresado de siempre sin molestarse en mirarla siquiera.
—¡No! —le respondió Akko felizmente— ¡Estoy demasiado emocionada por la clase de la maestra Chariot! ¡No puedo dejar de pensar en qué cosa grandiosa vamos a tener que hacer hoy!
—Pero no estamos seguras de si va a ser algo emocionante —dijo Lotte cautelosamente, uniéndose a la conversación—. Además, he escuchado que debajo de Luna Nova hay un laberinto lleno de monstruos. ¿Qué tal si se trata de algo peligroso?
—¡Eso no importa! —Akko se negaba rotundamente a dejarse arrastrar por el aura de pesimismo que parecían estar emanando sus amigas— ¡Somos brujas! Estoy segura de que podemos manejar cualquier situación. ¡Podemos acabar con cualquier monstruo! Si uno se atraviesa en nuestro camino lo acabaré con un ¡Ha! Y luego un ¡Yhia! Y después un ¡Boom!
Akko se hallaba tan sumergida en su propia fantasía mientras jugaba con su varita y adoptaba una serie de poses ridículas de batalla que, naturalmente, dio un mal paso que la hizo precipitarse por las escaleras mientras soltaba un grito agudo. Por suerte para ella, ya casi habían llegado a su destino así que la caída fue corta. Para su mala fuerte, terminó cayendo de cara contra el frío y húmedo suelo de piedra. Un par de estudiantes se giraron a verla, pero a estas alturas ya se habían acostumbrado a verla caer estrepitosamente así que siguieron con sus vidas con normalidad. Sólo Lotte se acercó hasta ella para verificar su estado.
—Akko, ¿te encuentras bien? —le preguntó con cierto tono de preocupación.
—¡Por supuesto! —respondió la joven bruja al mismo tiempo que se incorporaba con rapidez y adoptaba un gesto confiando, ignorando por completo la sensación palpitante de su rostro junto a la lágrima que había aparecido en el extremo de su ojo a causa del dolor— ¡No me dolió ni un poco!
Era obvio que Lotte no estaba convencida, pero sabía que no ganaría nada con contradecirla así que se limitó a seguirla mientras el trío de amigas se abría paso entre la multitud de estudiantes hasta que llegaron frente a una puerta gigante, a lado de la cual esperaba la maestra Chariot. Por enésima vez en el día, Akko no pudo contener una risilla emocionada al tiempo que se movía entre las puntas y talones de sus pies y esperaba a que la maestra les dijera cuál sería su ejercicio del día.
Tal vez Akko tenía algún talento oculto para la adivinación, porque tal y como lo había previsto, la maestra Chariot les había dado una tarea emocionante y que hacía que su espíritu competitivo ardiera con fuerza: tendrían que explorar el laberinto en busca de reliquias; y aunque Chariot no lo había especificado en realidad, era obvio que el equipo que consiguiera recuperar el mejor artículo ganaría. ¿Qué ganaría? ¡A quién le importaba!
Lo único malo era que sus amigas parecían no compartir su emoción: Lotte miraba nerviosamente de un lado a otro mientras continuaban atravesando las lúgubres cámaras del laberinto y Sucy era... bueno, Sucy. Estaba claro que tendría que ser ella quien llevara a su equipo hasta la victoria, pero no le importaba en lo absoluto. Sabía que estaba lista para ello.
Habían pasado casi tres meses desde que había detenido el misil junto a sus amigas, y a lo largo de todo ese tiempo no sólo su habilidad mágica había ido creciendo lenta pero seguramente, sino que además se sentía cada vez más confiada en sí misma. No estaba de más decir que la experiencia le había cambiado la vida; ahora sentía que era capaz de enfrentarse a cualquier cosa y salir victoriosa mientras sus amigas estuvieran allí para ayudarle. No se refería sólo a Lotte y Sucy, también estaban Amanda, Constanze, Jasminka y, más sorprendente aún, Diana. Aunque cuando se conocieron habían comenzado con el pie izquierdo, con el tiempo ambas habían llegado a comprenderse mejor una a la otra y a respetarse mutuamente. Incluso Hannah y Barbara la trataban mejor desde toda su pequeña aventura en la mansión de la familia Cavendish. Todavía sacaban algún comentario sarcástico o burlón de vez en cuando, pero no era nada comparado con lo que había sido en sus inicios. Sí, se atrevería a decir que las tres también eran parte de sus amigas.
Mientras tanto, su recorrido por el laberinto estaba siendo tranquilo. De hecho, demasiado tranquilo. ¿Dónde estaban los monstruos? ¿Y las reliquias? El lado impulsivo de Akko comenzaba a demandar acción, y aunque la chica trataba de ignorarlo, sentía que su frustración aumentaba de forma lenta y constante. Por fin, luego de lo que se sentía como una eternidad y de que tuviera la desagradable sensación de que estaban caminando en círculos, no pudo evitarlo más:
—¡Esto es demasiado aburrido! —gritó con frustración, causando que Lotte diera un pequeño brinco y que Sucy se girara a verla, tranquila como siempre— ¡Llevamos una eternidad aquí y aún no encontramos nada!
—Me parece que estamos perdidas —se limitó a señalar Sucy.
—Pero hemos estado caminando en línea recta todo el tiempo —Lotte seguía mirando a todas partes, temerosa de cualquier cosa que pudiera haber cerca.
—Pero estamos siguiendo a Akko —remarcó la bruja ponzoñosa—. Estuvimos condenadas desde el principio.
—¡Suficiente! —proclamó la susodicha— He estado esperando esto durante todo el día y no voy a permitir que se arruine. ¡Encontraremos algo genial aunque nos cueste la vida!
—¡¿Eh?! —Lotte dejó escapar un grito, pero antes de que pudiera reclamar más, Akko ya se había lanzado hacia lo desconocido, amenazando con dejarlas atrás— ¡Akko, espera!
Akko ignoró los gritos de su amiga y continuó corriendo a toda velocidad, atravesando cámara tras cámara pero sin ser capaz de encontrar nada en absoluto.
—¡¿Pero qué es esto?! —exclamó con frustración— ¡¿Es qué no hay algún monstruo en su laberinto de monstruos?! ¿Cómo se supone que-
Justo en ese momento, el pie de Akko chocó con algo en medio del camino y cayó nuevamente al suelo con un grito. Tal vez había sido por la velocidad a la que iba, pero esta vez en verdad le había dolido. La joven bruja se hincó con un gruñido y se giró con irritación para ver con qué había tropezado, pero su enfado desapareció en el momento en que su mirada se posó sobre el objeto.
—¿Eso es...
