DISCLAIMER: Black Clover no me pertenece, sólo hago uso de sus personajes por mera diversión.
ADVERTENCIA: Muy posible OoC.
.
.
RENDIRSE
.
.
Noelle se paseaba con tranquilidad y elegancia -digna de la realeza- por aquellos puestos que componían el festival de las Estrellas de ese año.
― ¡Hey, Noelle! ―
Saludó Asta a lo lejos, alzando su mano. La mujer sonrió al verlo acercarse, ahora que eran adultos, se veía más imponente, a pesar de que su altura era casi igual a la suya.
― Bakasta, me impresiona que no andes comiendo por ahí ―
Formó una mueca. ― ¿Es lo que me dices luego de no verme un mes? ―
― Qué delicado ― Lanzó su lacio cabello plateado hacia atrás en un gesto desinteresado.
Luego ambos soltaron una risilla y empezaron a caminar a la par. Visitaron algunos juegos, probaron la comida, rieron y conversaban acerca de sus misiones.
Abusando de su buena suerte esa noche, Asta comentó. ― Deberíamos ir a desayunar algún día, ya sabes nosotros dos… ―
Ella se detuvo de inmediato. ― No sigas… ―
Los ojos de él perdieron esa chispa alegre. ― ¿Por qué no? ―
Él sólo quería estar más cerca de ella, pero ignoraba el hecho que al intentar hacerlo la lastimaba más.
― Vas a empezar con eso de nuevo y no quiero escucharlo ― Explicó ella tratando que la voz no se le quebrace. ― Tú y yo ya somos una cosa aparte ―
El miedo lo invadió al escucharla, pero decidió continuar. ― Noelle, tenemos qué aclarar las cosas ―
Se cruzó de brazos. ― ¿Aclarar? ― Bufó. ― Asta, te pedí que olvidaras aquello, es cierto, te confesé mis sentimientos, pero tenía diecisiete… eso… lo que dije ya fue… ―
El de ojos verdes frunció el ceño. ― No es verdad y lo sabes ―
― ¿Ahora resulta que sabes todo de mí, no? ― Retrocedió un par de pasos. Su mirada rosada se ensombreció. ― Seguí siendo tu amiga… y lo seguiré siendo siempre ― Musitó. ― Por favor, sólo deja las cosas así o sino… ―
Él avanzó hacia ella. ― ¿O sino qué? ―
― Seré capaz de odiarte ― Respondió con voz firme.
Cuando Noelle abandonó a los Toros Negros para ir a la orden de su familia, Asta juró que ninguna batalla lo había dejado tan lastimado como aquel suceso. Pero el hecho de que ahora le esté hablando así, lo hería más que nada en el mundo.
Su rendimiento como caballero mágico se vio afectado los primeros meses, Liebe y los Toros Negros estuvieron muy preocupados por él.
Pero siempre optimista, pensando que era lo adecuado para quien consideraba su mejor amiga, decidió aceptarlo y vivir con ese repentino vacío todos estos años.
Seguían viéndose, en las misiones trabajaban muy bien en equipo; pero incluso así, nunca fue suficiente.
Perderla, le ayudó a entender sus propios sentimientos.
La tomó de los hombros con suavidad y se acercó lo más que pudo. Hablando bajito, demostrando lo dolido que se sentía.
― Mírame… ― Por un segundo, la Silva se sintió flaquear. ― Mírame y repítelo, sí es así como te sientes, no te molestaré más ― Pidió.
Claro que era una vil mentira.
Seguía amándolo, como cuando tenía quince. A pesar de que la rechazó cuando se confesó, jamás se alejó y eso le dolía, pero su amor por él siempre fue más fuerte y por eso siguió apoyándolo.
― ¿Por qué…? ¿Por qué haces esto tan de repente, idiota? ― Cuestionó, con ligeras lágrimas acumulándose en sus hermosos ojos. Sus mejillas sonrojadas por la pena.
Asta sonrió, quizás debería sentirse mal por hacerla llorar, pero por otro lado era la señal que necesitaba.
Aún tenía oportunidad.
La tomó por la mejilla, limpiando suavemente una lágrima que resbaló. ― Noelle, yo te… ―
― ¡Noelle-san! ―
De inmediato, para disgusto del cenizo, se separaron. La joven mujer se limpió las lágrimas a gran velocidad.
― Erick, creí que disfrutabas del festival ― Musitó a forma de saludo, mostrando una débil sonrisa.
El corazón del joven castaño saltó de felicidad. ― Los fuegos artificiales empezarán pronto ― Tragó duro, al momento que una gotita de sudor resbalaba por su sien. ― ¿Me permitiría acompañarla? ― Solicitó, inclinándose a manera de respeto, después de todo era una princesa y su capitana de orden.
Esperando la respuesta, su mirada reparó en el actual Capitán de los Toros Negros.
― ¡Por todos los…! ― Exclamó y se limpió la mano en el costado de su pantalón, para después extenderla hacia el cenizo. ― ¡Eres Asta! ―
El aludido sonrió de buena gana y lo saludó. ― Erick ¿Cierto? ― Ya lo había visto rondando por ahí, así que ya le era fácil identificarlo.
Asintió. ― ¡Es un honor señor! ― Sonrió ampliamente, su emoción empezaba a sobre pasarlo― Disculpe, he escuchado sus historias, es asombroso, su antimagia ¡Wow! ―
― Gracias ― Dijo Asta con tranquilidad.
― Entonces, ¿acepta mi invitación? ― Le preguntó nuevamente a la princesa Silva.
Con la mirada, el cenizo le decía que no lo hiciera, que se quedara con él. Ella quería quedarse, pero su orgullo no se lo permitía. Ya no le importaba lo que Asta tenía que decir, ya era tarde y había tomado una decisión.
― ¿Capitana? ―
Ese llamado junto a ese toque en el antebrazo femenino no le pareció para nada a Asta. Sus ojos se achicaron con crítica y enfado. Algo en su interior empezaba a quemarle.
La mujer sonrió mientras le asentía a su subordinado. ― Me encantaría ir contigo Erick ― Aprovechó y se sujetó del brazo masculino. Mientras éste festejaba su mini victoria, volvió su mirada a Asta. ― Nos vemos después ―
― Noelle… ― Le llamó, sus ojos mostrando súplica.
Erick los observó de lado a lado. Algo había pasado entre esos dos.
Ella le sostuvo la mirada. ― Buenas noches Asta ― Respondió, dando por terminado aquel paseo y aquella charla.
Con el brazo estirado, Asta los vio alejarse.
Su estómago se sentía revuelto, un calor interior amenazaba con sofocarlo.
La palabra rendirse nunca estuvo en su vocabulario. Pero por primera vez, entendió que no dependía de él.
Para cuando se dio cuenta, ella ya se había rendido.
Se había rendido con él.
N/A: ¡Hola de nuevo! Hoy les he traído un escrito, un poquito diferente a lo que ya he subido. Después de todo, siempre es bueno tener un triángulo amoroso por ahí. Espero igual les haya gustado, nos leemos en la próxima idea.
GEMITHA0208
