Disclaimer: Shingeki no Kyojin no me pertenece, propiedad de Hajime Isayama.

Sinopsis:

"Cuando muera, desaste de la bufanda... y te olvidarás de mí"

"Lo siento..."

"No puedo..."

"Eres mi hogar, volveré a tu lado, sin importar donde estés..."

Esa fue la promesa que le hizo aquel día que lo sepultó bajo la sombra de aquel árbol.

One shot inspirado en el capítulo 139 y la canción "No matter where you are" por Hiroyuki Sawano.


Los primeros rayos del sol se filtraban a través de las delgadas cortinas que se mecían al compás de ligeras ráfagas de aire que penetraban en su habitación, iluminando las facciones de su fino rostro femenino cubierto por unos cuantos mechones de cabello azabache. Su cabeza aún reposaba hundida en la almohada, conservando su cuerpo inerte sobre el colchón. Su mirada perdida permanecía fija en el techo, con su mente dispersa vagando en sus recuerdos. Ese día había arribado nuevamente, resurgiendo con intensidad el nudo en su garganta al recordarle.

-Eren...

Pronuncia débilmente su nombre en un susurro ahogado, a la vez que lágrimas resbalan por sus mejillas al visualizar en sus pensamientos la imagen de aquellos profundos ojos verdes esmeralda contemplándola sin inmutarse, antes de dar su último aliento bajo el filo de su cuchilla. Aún podía sentir la sensación de sus tibios labios presionar contra los suyos, mientras la vida se esfumaba lentamente de ellos, estrujándole el alma al no sentirlo más. Ya habían transcurrido tres años desde su partida, sin embargo, la herida aún sangraba en su pecho. Era inevitable no entristecerse ante su ausencia, había renunciado a lo más valioso que tenía, a ese hombre al que tanto amó, su único amor, su hogar, sacrificándolo por un bien mayor. El destino no se contuvo en ningún momento, arrastrándola entre sus garras sin tenerle compasión, arrebatándole su más profundo deseo de estar a su lado para siempre. Pero el tiempo no se detiene y la vida continúa su curso aún sin él, debía ser fuerte...

"¡Lucha!"

Ella nunca se rendiría...

No... no podría...

"¡Tienes que luchar!"

Sus palabras hacen eco en su cabeza, tan nítidas como aquel día. No le fallaría, no se derrumbaría, lucharía, preservando la sonrisa en sus labios, pues ese mundo era un lugar muy cruel pero a la vez hermoso. Eren había traído paz a su vida y a la de sus amigos en una existencia sin esperanza, dándoles una nueva oportunidad de vivir, dejándoles ese preciado regalo por el que tanto luchó...

Libertad.

La bella chica vuelve en sí, secando con su antebrazo sus lágrimas derramadas. Despacio se reincorpora a la orilla de la cama, abandonando todo rastro de su tristeza. Tambalea un poco al levantarse, dirigiendo sus torpes pisadas rumbo a la ventana, abriéndola de par en par. Se queda anonadada por un breve instante al contemplar la belleza de un amanecer sin murallas, con el sol asomándose tras las verdes colinas adornadas de flores de diferentes colores. El aire puro llena sus pulmones, regocijándola de una paz al oír los cánticos de las aves volar sobre las ramas de los árboles. Ese era el lugar al que pertenecía, su hogar, Shiganshina.

Desde aquel día de la batalla del Cielo y la Tierra, Mikasa decidió dejarlo todo atrás, abandonando la Legión de Reconocimiento para retirarse a una vida tranquila a las orillas del Distrito que la vio nacer, adquiriendo una pequeña cabaña cerca del árbol donde descansaba su amado. Había logrado arreglárselas todos esos años sola, subsistiendo de su gran habilidad en la caza y sus conocimientos en la siembra adquiridos por sus padres durante su infancia, logrando con éxito tener un próspero huerto, del cual se alimentaba y obtenía un ingreso extra vendiendo una parte de lo que cosechaba y cazaba en el mercado de la ciudad. Se había demostrado valerse por sí misma, siendo una chica fuerte e independiente.

-¿Quién es ella?

-Que bella es.

-Es la chica que vive en las colinas.

-¿En serio?, ¿cómo alguien tan hermosa sigue soltera?

Los cuchicheos dichos a sus espaldas llegaban hasta sus oídos cada vez que transitaba por las calles de Shiganshina, siendo para ella de su completa indiferencia, rechazando toda insinuación de aquellos que se le acercaban con otras intenciones. Lo cierto es que no se sentía sola, de alguna extraña manera aún podía percibir la presencia de Eren reconfortándola y eso le bastaba, no ocupaba de otro hombre para ser feliz. El recuerdo de su amado y el cariño de sus allegados era lo único que necesitaba para conservarse de pie y continuar con su existencia, aunque no podía negar que los extrañaba también.

"Querida Mikasa, las cosas se han complicado un poco, todos aquí te echamos de menos... espero pronto volver a vernos... con cariño, Armin"

Habitualmente recibía cartas de su querido amigo de la infancia, sus lazos eran inquebrantables a pesar de la gran masa de agua salada que los separaba. Armin la mantenía al tanto de la situación que afrontaban en Marley como Embajadores de las Naciones junto al resto de sus amigos, el Retumbar trajo consigo un sin fin de secuelas y conflictos que parecían nunca acabar, aquello era solo el principio de una interminable guerra, regresar a Paradis no era opción para ellos, al menos hasta ahora, tres años después.

"Querida Mikasa, las cosas siguen su curso y todo parece mejorar, regresaremos a la isla para dialogar y lograr una tregua de paz... dile a Eren que pronto lo visitaremos, con cariño para mi más preciada amiga, Armin"

Su pecho se sumerge de una embriagante calidez al leer su última carta, esbozando una sonrisa nostálgica al saber que pronto volvería a verlos. En aquella ocasión no tuvo oportunidad de despedirse, alejándose del campo de batalla sin mirar atrás aprovechando el caos y la confusión de la multitud. En ese instante su mente estaba sumida en un único pensamiento, llevar a su amado bajo la sombra de aquel árbol donde adoraba descansar y darle una digna sepultura.

"Vamos a casa amor mío"

Un año más sin estar a su lado, otro más sin poder contemplar esos orbes de intenso verde esmeralda que iluminaban sus días, como lo extrañaba. Suspira alejándose de su ventana, prosiguiendo a vestirse. Esa mañana en su tercer aniversario regresaría a la colina a visitarlo.

"Aguarda querido, ya voy contigo"

Termina de arreglarse sujetando sus ya largos cabellos azabache en una coleta, observándose con aprobación en el espejo, ya solo le faltaba un pequeño detalle para complementar su vestimenta. Baja la mirada, centrando su atención en aquel preciado objeto que descansaba sobre la mesa de madera.

"Cuando muera, desaste de la bufanda... y te olvidarás de mí"

"Lo siento..."

"No puedo..."

La sostiene con delicadeza entre sus manos, contemplándola brevemente antes de alzarla y enredarla en su cuello.

"Por favor... Mikasa... olvídame..."

No, no lo haría, negándose a esa petición. Era libre de elegir, teniendo en claro lo que quería. Mientras ella respirara en ese mundo conservaría vivo su recuerdo, su único deseo era seguir amándolo aunque ya no estuviera presente, pues en su corazón ardía esa chispa de esperanza aguardando por él, esperando ese día en que sus caminos se volverían a cruzar.

"Eres mi hogar, volveré a tu lado, sin importar donde estés..."

Esa fue la promesa que le hizo aquel día que lo sepultó bajo el cobijo de ese árbol.

"Mi lugar es estar contigo... nos vemos después...Eren"

Sale de su cabaña dirigiéndose a su pequeño jardín, cortando tres hermosas flores de vibrantes colores, como esas que adornaban las veredas alrededor de su tumba. Camina sin prisa rumbo a su destino, sumergiéndose en el recuerdo de sus memorias compartidas por Eren, ese último regalo en despedida que le hizo antes de morir entre sus manos. Su pecho se oprime al pensar en esa vida juntos alejados de todo, disfrutando de esa felicidad que tanto añoraron y que les fue arrebatada.

¿Por qué el destino tenía que ser tan cruel?

- Hola, Eren - anuncia la joven con dulzura al detener sus pasos frente a su lápida. Se inclina depositando las flores delante de la pequeña piedra la cual tenía inscrita esas palabras dedicadas por ella provenientes de sus más profundos sentimientos.

Aquí descansa en paz para siempre

Mi más amado

Mi querido

854 Eren Jaeger

Toma asiento a su costado, apoyando su espalda contra el grueso tronco del árbol. Suspira nostálgica contemplando en silencio el panorama que se alzaba frente sus ojos, ese paisaje que por tanto tiempo visualizó, ahora ya lucía diferente.

-Un mundo sin murallas- pronuncia dando pie a esa conversación sin retorno.

-Ojalá pudieras verlo...Eren...- Emite melancólica decayendo un poco su ánimo. Como deseaba tenerlo a su lado y admirar juntos ese horizonte sin muros con el que tanto soñaba desde niño, su anhelada libertad.

Mikasa toma aire al sentir como su mirada se nublaba por culpa de las lágrimas, sofocando nuevamente esas emociones que luchaban por salir a flote. Limpia su rostro, volviendo su atención a la lápida de su amado.

-Eren... pronto todos vendrán a verte - le hace saber con ternura a la vez que acaricia dócilmente con sus dedos la fría piedra. Estaba segura de que al igual que ella, él también estaría muy contento de volver a ver a sus amigos, alegrándole de que lo visitaran.

-Armin, Connie, Jean, Reiner, Annie...todos ellos, pronto arribarán a la isla - le expresa con dulzura arqueando sus labios en una pequeña sonrisa.

-¿Estás feliz? - le cuestiona al joven recibiendo la misma respuesta de siempre, un doloroso e inevitable silencio, aquella voz se había desvanecido de ese mundo, viviendo únicamente en sus memorias.

Se queda callada, volviendo su vista al frente siendo asaltada por el recuerdo de aquellos días felices que atesoraba en su corazón. Sin siquiera notarlo, su sonrisa se esfuma de poco en poco convirtiéndose en un gesto amargo al sumergirse en la imagen del pequeño Eren descansando pacíficamente bajo la sombra de ese mismo árbol.

"¿Eh?, ¿Mikasa?"

Otra vez esos enormes ojos verdes expresivos la miraban solo a ella... no puede soportarlo.

"Para" se suplica a sí misma al sentir la punzada ahondar en su corazón...

"Es hora de irnos a casa..."

"¡Basta!"

Sus voces infantiles se disuelven de golpe de su cabeza, obstruyendo todo recuerdo, pero no puede contenerlos ya, irrumpiendo nuevamente a su mente cada uno de esos momentos a los que se aferraba con añoranza, dejando fluir sus emociones reprimidas.

-Oh Eren...- Lágrimas brotan de sus ojos, esparciéndose sin control sobre la tersa piel de porcelana de su rostro.

-Yo...- Su voz tiembla, oprimiéndola el nudo en su garganta que resurgía con mayor intensidad.

-Quisiera... volver a verte una vez más...- pronuncia rota en un susurro ahogado. Derrotada baja la mirada entrecerrando sus ojos, sumiéndose en el profundo deseo que la consumía. Su cuerpo se desmorona reclinándose un poco hacia el frente, provocando que parte de su desgastada bufanda se desenrede de su cuello.

"Mikasa"

Su corazón se sobrecoge al oír su nombre ser pronunciado por esa voz que tanto anhelaba escuchar. Sin antes poder reaccionar si aquello era real o un producto de su imaginación, una pequeña ave desciende en su dirección, sujetando con su pico el extremo de su bufanda que colgaba, volviéndola a colocar en su lugar, para enseguida desplegar su vuelo y alejarse de su lado.

"¿Eren?"

Se coloca de pie siguiéndola con la mirada atónita ante lo que acababa de presenciar. Alza su mano aferrándose a su bufanda, recordando con cariño aquellas palabras dichas por su amado tiempo atrás.

"Te la pondré las veces que quieras...todas las veces que haga falta de aquí en adelante"

Él había cumplido su promesa.

Sus ojos recobran su brillo, disipándose todo rastro de tristeza en ella, siendo suplantada por una calidez que se extendía rápidamente por su pecho.

-Gracias...

-Por ponerme esta bufanda...

-Eren...

Exclama en sus pensamientos mientras le observa alejarse hasta perderle el rastro al horizonte. Suspira volviendo a tomar asiento al costado de su tumba, refugiándose en la sombra de ese enorme árbol. Cierra sus ojos, disfrutando de la suave corriente del viento chocar contra sus mejillas rosadas, dejándose cobijar por la tranquilidad que transmitía ese lugar. Sin notarlo siquiera, sus finos labios se habían curvado, reviviendo en su mente una y otra vez el recuerdo de aquella pequeña ave reacomodar su bufanda, regocijando su pecho de cálidas sensaciones que la llenaban de vida. Su adorado castaño permanecía a su lado, percibiéndolo en el aire que respiraba, en las flores que crecían en las colinas, en los pájaros que volaban libres surcando los cielos. Lentamente se desvanece en la nada, escuchando los sonidos de la naturaleza cada vez más lejanos.

"Mikasa"

Su suave susurro emerge del silencio... la llama...

"Mikasa"

Su voz resuena con mayor claridad, haciéndola reaccionar, agitando los latidos de su corazón. Abre sus párpados de poco en poco, reincorporándose al halo de luz que la cegaba. Su cuerpo se paraliza al vislumbrar una alta y esbelta figura alzarse al borde de la colina.

"¿Eren?"

-¿Eres tú? - murmura en un hilo de voz a punto de romperse en llanto. Su pecho se oprime entrecortándose su respiración, quedando estupefacta al percatarse que se trataba de ese hombre al que amaba con locura. Sus ojos no la engañaban, era él, su amado Eren. Todo se disipa a su alrededor al perderse en las facciones de ese varonil rostro cubierto de unos cuantos de sus mechones castaños que se mecían al compás del viento, seguía siendo el mismo que recordaba y guardaba con recelo en sus memorias. Sin poder contenerse, unas cuantas lágrimas escapan cubriendo sus mejillas al conectar nuevamente con esas pupilas color verde esmeralda que la miraban fijamente.

-¡Eren! - le llama para enseguida echarse a correr y abalanzarse sobre su cuerpo. El tiempo frena en el momento en que sus brazos se enredan alrededor de su espalda, envolviéndola en un fuerte abrazo.

- Estás aquí- pronuncia entre sollozos hundiendo su cara en su pecho, embriagándose de esa calidez que tanto le hacía falta todos esos años.

-Te he extrañado cada día desde que te fuiste de mi lado - le confiesa estremeciéndose bajo el tacto de sus suaves caricias que recorrían su espalda, brindándole consuelo -Eren, yo... yo... lo siento tanto... perdóname... yo no quería, pero era mi deber...

-Mikasa - le llama con dulzura haciendo que su llanto cese al oír su nombre.

- Por favor...mírame...- le pide sintiendo como la aparta de su cuerpo, sujetándola de sus hombros.

Despacio alza su rostro reencontrándose con una mirada comprensiva rebosante de amor y ternura, provocando un ligero rubor en sus mejillas. Su corazón se sobrecoge al observarlo alzar su mano, depositando las yemas de sus dedos sobre su rostro retirando sus lágrimas derramadas.

- Mikasa, gracias por liberarme - articulan sus labios regalándole una sonrisa sincera dejándola sin aliento, para enseguida sujetar con delicadeza una de sus manos y hundirla en su rostro. Le contempla en silencio, dejándolo regocijarse de la calidez de su contacto, pero de la nada, algo en él se rompe, descolocándola al notar como una lágrima resbala por una de sus mejillas, soltándola de su agarre.

-Eren- Le llama preocupada al verle perder el brillo en sus ojos, oprimiendo sus labios en un gesto amargo.

- Perdóname Mikasa - suelta desviando su mirada - Discúlpame por haberte lastimado, siempre fuiste lo más importante en mi vida, más no soy merecedor de tu afecto...

-Te equivocas - se precipita a responderle, atrapando su rostro entre sus manos, obligándolo a verla directo a los ojos.

-Si lo eres, hoy y siempre lo serás- libera de golpe sorprendiéndolo por su reacción. Su semblante se suaviza, curvando ligeramente sus labios.

-¿Por qué yo? - le cuestiona contemplándola con esa expresión como la de aquella noche. Esta vez, no callaría sus sentimientos, no cometería los mismos errores del pasado.

-Porque...- prosigue dejando fluir todas esas palabras que se había guardado por tantos años en su corazón.

- Porque la segunda vez que desperté, te encontré a ti, ese día con tu calidez me liberaste de una pesadilla, yo estaba tan sola en esa oscuridad y tú llegaste como un rayo de luz a mis ojos, estaba herida y tú me hiciste sentir los latidos de tu corazón. Eren, tú eres mi hogar, el lugar al que debo regresar - su voz rompe en un sollozo - Por favor... no te vayas, no me dejes sola de nuevo, no desaparezcas...

-No lo haré...

-Estaré contigo siempre - le indica con ternura sujetándola de sus muñecas, llevando ambas manos a la altura de su corazón.

-Solo mira al cielo, allí estaré, velando por ti...

-Eren...yo...

-No...- se adelanta a interrumpirla, como si dedujera lo que fuera a responderle. Con delicadeza la toma del mentón, atrayéndola hacia su rostro. La hermosa joven no opone resistencia, dejándose llevar por el deseo que nacía de su corazón.

- Aún no es tiempo, nos volveremos a reencontrar, te lo prometo - le expresa con dulzura apoyando su frente contra la suya, provocando que los latidos en su pecho se desenfrenen por su cercanía.

-Iré hacia ti, no importa donde estés... Eren- murmura sumiéndose en el calor de sus exhalaciones, desviando su atención a sus labios que se aproximaban lentamente a los suyos.

-Estaré esperándote...

Su cuerpo es aprisionado contra el suyo envolviéndola entre sus brazos, acortando toda distancia que los separaba.

-Mikasa...

Sus párpados se cierran, dejándose guiar por sus impulsos.

-Siempre te he amado...

Le alcanza a susurrar Eren antes que sus suaves labios se unieran a los suyos en un beso cargado de sentimiento, sellando con el su promesa.

-Nos veremos después, mi amada Mikasa...

"Mikasa"

"Mikasa... despierta"

Una voz resurge a la lejanía haciéndola reaccionar. Confundida abre sus ojos topándose con unos enormes orbes azul celeste que la observaban fijamente.

-Hola Mikasa, veo que tuviste un largo sueño.

-¿Armin?, ¿chicos?, están aquí- su rostro se ilumina al contemplar a su amigo de la infancia de cuclillas frente a ella, acompañado del resto de sus amigos quienes se hallaban de pie detrás de él. Su corazón salta en gozo al poder al fin ver esas caras que tanto extrañaba.

-Vengan, tomen asiento, Eren estará muy contento de tenerlos aquí - les indica con una gran sonrisa, invitándolos a que la acompañaran, accediendo todos gustosos a su petición.

Entre sonrisas y cálidos gestos de bienvenida, Mikasa saluda a cada uno de ellos mientras se sientan a su alrededor, desembocando en una agradable charla que no experimentaban hace tanto tiempo.

"Mi amor, nuestros amigos ya llegaron, sé que estás feliz, ellos también lo están de estar aquí contigo"

- Armin - la joven llama su mejor amigo quien se encontraba a su lado leyendo un libro, mientras el resto de los chicos ya descansaban dispersos alrededor de la colina.

-Eren sigue aquí- le expresa con suavidad a la vez que contemplaba una pequeña pluma que reposaba en una palma de su mano. El ojiazul sonríe al verla para enseguida alzar su vista y admirar el inmenso cielo raso que los cobijaba.

-Si, yo también puedo sentirlo, de algún modo Eren sigue entre nosotros cuidándonos - libera con un aire nostálgico sin dejar de mirar al horizonte.

-Si...- le confirma en un suspiro presionando la pluma en su puño, llevándola contra su pecho. Levanta su mirada uniéndose a él, disfrutando juntos de ese paisaje sin murallas.

"Mira al cielo, allí estaré, velando por ti"

"Nos vemos después... Eren"