Antes que nada me gustaría indicar la situación del mundo en la que viven nuestros protagonistas. Ellos vivirán en la misma Paradis y esta no está separada por murallas, Paradis es un país en mitad de una isla, como en la serie original pero simplemente no tiene muros y tampoco hay conflictos con otros países. La época en la que están viviendo más o menos se corresponde a nuestra revolución industrial, dependiendo el lugar en el que estén, puesto que al mismo tiempo no evolucionan diferentes lugares. La clase predominante es la clase media, por lo tanto no hay tanta gente pobre ni tampoco tanta gente rica, quiero que se tenga eso en cuenta, para poder ubicarnos bien.
Así que espero que os guste y cualquier sugerencia decídme porfa w
――――――――――――
Estaba volviendo a mi casa por el camino de siempre, como cualquier otro martes, todo era normal. Caminaba al lado de Sasha y Connie, dos buenos amigos que conocí en la universidad. Connie estudiaba relaciones públicas y Sasha estudiaba medioambientales, como yo. Ellos dos me acompañaron hasta una intersección donde nuestros caminos se separaron, los tres vivíamos bastante lejos de la ciudad. Continué caminando por un camino llano, de grava, rodeado de campos verdes, ya que era pleno Marzo, la primavera se estaba haciendo visible, pero hacía frío todavía.
Hoy podría haber sido un día completamente normal pero por alguna razón, eran las nueve de la noche y estaba en medio del bosque con un chico que acababa de conocer.
Todo sucedió cuando en vez de ir hacia mi casa por el camino normal y corriente, decidí pillar un atajo que atravesaba el bosque. Era un atajo que conocía muy bien. Estaba acostumbrado a ir por ahí solo que con la nieve del invierno era un camino bastante complicado así que hacía tiempo que no pasaba por ahí. Después de casi una hora y media caminando estaba un poco exhausto, así que me senté en mitad del bosque, eran las cinco de la tarde pero no tenía nada que hacer, podía relajarme un rato y admirar el bello bosque.
No pasó mucho rato cuando de repente empecé a escuchar pasos hacia mi. Alguien se acercaba y no pude evitar levantarme y volver al camino para ir a casa. La verdad es que me angustié un poco. Mientras andaba lo más rápido posible para llegar al camino, una voz de un chico proveniente del sonido de los pasos, rompió los compases de nuestras pisadas.
― ¡Espera! - La voz provenía de un chico y por el tono no parecía violento. Más bien parecía desesperado, así que paré en seco y giré mi torso y cabeza hacia la voz.
Una silueta de un chico no muy corpulento y más alto que yo podía divisarse entre los árboles que recién estaban brotando hojas.
― Espera, solo quiero saber como llegar a Ehrmich, vengo desde Shiganshina y la verdad no sé muy bien cómo llegar. - Dijo aquel muchacho con ojos verdes y pelo marrón, harapiento, con algunos rasguños.
― Eh… Si quieres te acompaño hasta un camino sin ninguna pérdida para que puedas ir sin problema. - No me molestaba ayudar a nadie y él no parecía nadie problemático. Es más, algo en su voz me transmitía tranquilidad y seguridad.
La pequeña sonrisa tímida del muchacho se hizo más grande, mostrando una mueca de felicidad. Supongo que llevaría varios días buscando Ehrmich y saber cómo llegar le habrá apaciguado.
― ¡Si no es mucha molestia, me gustaría mucho que me acompañaras! La verdad es que ubicarme no se me da muy bien, más bien soy un maestro en perderme. - Sonrió el chico de tal manera que me hizo ruborizarme.
Comunicarme no se me daba muy bien, tampoco es que se me diese mal pero normalmente estaba metido en mis pensamientos.
― ¡C-Claro! Me alegrará saber que podrás llegar sano y salvo a tu destino. Sígueme.
Estuvimos caminando no mucho rato, podíamos hacer conversaciones normales sobre el buen sistema que regía ahora mismo gracias a nuestra reina Historia, una reina joven, de nuestra edad. No tardé mucho en cuestionarme porque un muchacho de pueblo quería ir a la enorme ciudad de Ehrmich.
― ¿Cómo es que quieres ir allí? - Pregunté curioso.
― Pues… ¡Quiero estudiar sobre el mundo! ¡Quiero viajar por el mundo! - Sus ojos parecían brillar y su sonrisa me dejaba inquieto y me ponía nervioso. Aquellas palabras eran muy sinceras y bailaban en mi cabeza.
― ¡Eso es genial! - Sonreí. - A mi también me encantaría viajar por el mundo, ver aguas en llamas, tierras hechas de hielo y-
― Extensos campos de arena, ¿no?
El chico me sacó las palabras de la boca, dijo exactamente algo que yo iba a decir y eso hizo que no pudiese evitar sorprenderme y alegrarme.
― ¿Cómo lo sabías? - Pregunté muy intrigado.
― Es justo lo que aparecía en un libro que me encanta.
― ¿Un libro? Hablamos del mismo libro entonces. - Me alegró mucho saber que alguien había leído mi libro favorito.
Y así, en unos pocos minutos me estaba encariñando mucho con este chico, era como si lo conociese de antes, como si llevásemos toda la vida conociéndonos. Casi sin notarlo, yo quería estar más tiempo con él y las palabras me salían solas.
― ¿Dónde dormirás? - Pregunté inquieto y preocupado.
La ciudad era bastante peligrosa por las noches dependiendo qué zonas y parecía bastante descuidado, parecía que solo le importaba llegar a la ciudad y ya. Seguramente no sabría dónde dormir.
― Pues… no sé, en algún lado, buscaré un hotel supongo. - Sin duda sonaba despreocupado, le daba igual donde pasar la noche mientras llegase, mientras pudiese encontrar la manera de estudiar sobre el mundo, mientras pudiese encontrar la manera de salir y expandir sus alas hacia vistas que nunca había visto.
― ¿Y si en vez de ir a la ciudad te quedas a dormir en mi casa y mañana te acompaño? - Mañana no tenía nada que hacer y podría ayudarle a inscribirse a mi universidad o enseñarle otras escuelas. - Yo estudio medioambientales y allí enseñan un montón sobre el mundo, sobre sus especies, sobre la Tierra, sobre un montón de lugares… ¡Seguro te encantaría! Y no me molesta para nada que te quedes en casa… aunque no es muy grande.
Estaba muy emocionado de haber conocido a alguien tan interesante, alguien que sin querer me arrastraba como un imán. Como si su masa fuese tan grande como un agujero negro, y me atrayese hacia él sin yo poder hacer nada.
― Bueno… ¡la ciudad puede esperar! Al fin y al cabo, ahora estoy descubriendo algo maravilloso del mundo.
Me sonrojé, sé que no se refería a mí, sabía que se refería al lugar y al mero hecho de conocer a una persona, cualquier persona, pero no pude evitar sonrojarme. Le miré de refilón y pude ver como él también se avergonzó por decir eso, su mirada era baja y con una pequeña sonrisa, cosa que me pareció adorable. Reí y asentí con la cabeza.
― Pues dejemos de ir por ese camino te llevaré al corazón del bosque, seguro que te encantará, es un lugar muy bonito. - Dije mientras me dirigía entre medio de los árboles.
― Sí, vayamos. - Dijo el muchacho de pelo marrón.
― A todo esto, mi nombre es Armin ¿y el tuyo?
― Yo me llamo Eren Jagger. Todo un placer Armin. - Me miró fijamente a los ojos mientras decía mi nombre y volvió a sonreír.
Después de un gran rato caminando llegamos a lo más profundo del bosque, donde un árbol enorme se llevaba todo el protagonismo de la escena, su tronco increíblemente amplio y sus raíces salientes que rodeaban todo un terreno lleno de hierba donde no se encontraba ningún arbusto o árbol que entorpeciese la vista. Estaba atardeciendo y las luces naturales del lugar le daban todavía más magia. La luz que entraba desde las ramas de aquel árbol milenario hacía que el paisaje no se viese para nada monótono y lo regaba de maravillosos colores.
― Es precioso, Armin. - Se emocionó Eren corriendo hacia tocar el tronco. - Guau, es increíblemente mágico.
― Si ¿verdad? Es precioso.
Me fui acercando hacia donde él estaba. Estaba bastante cansado, me dolían los pies de haber caminado tanto, así que enseguida me senté al lado de la parte baja del tronco. Eren no tardó mucho en sentarse a mi lado y sin darnos cuenta ya había anochecido, se podían ver las primeras estrellas entre las ramas más vacías del árbol.
― Estoy agotado. - Suspiró el chico moreno. - Caminar durante tantos días seguidos es sin duda fatigoso.
― Bueno, hoy descansarás bien y piensa que ya has llegado a tu meta. - Dije sonriendo. - En casa podrás bañarte y descansar.
Mientras decía eso me fijé en todos los pequeños rasguños que se le podían ver en los tobillos y las manos.
― ¿Cuántos días hace desde que has partido? - Pregunté preocupado.
― Una semana, la verdad es que no he tardado tanto como creía. - Dijo de manera alegre. - Espero que mi familia lleve bien eso de no tenerme en casa. - rió. - Mi madre no quería que me fuera pero entendía que era para mi propio bien y mi crecimiento personal, pero seguro que está un poco triste de que no esté allí. - Miró apenado sus pies pero enseguida irguió su cabeza. - Así que tengo que espabilarme para demostrarle lo bien que me puedo cuidar solo.
Sonreí. Parecía que tenía una buena relación con su madre y eso me animaba y me satisfacía. Débilmente escuche un sonido proveniente de la barriga de Eren.
― ¿Tienes hambre? - Pregunté riendo.
Me miró sonrojado y asintió con un "sí" bastante tenue.
― Si quieres podemos ir tirando hacia mi casa.
― ¿Sabes? Tengo el presentimiento de que te conozco pero no logro acordarme de ti.
Mis ojos se abrieron como platos, él sentía lo mismo que yo y no podía negarme que me alegraba de que eso sucediese así. De que él pudiese sentirse como yo, de sentir que nuestro encuentro era mágico.
― ¡Yo también! Tengo ese presentimiento, pero nunca he salido de aquí y supongo que tú tampoco. No parece que hayas salido de tu distrito.
― No, nunca he salido, tan solo a sus alrededores… pero aún así algo me dice que nos conocemos… tal vez en un pasado muy lejano tu y yo nos conocíamos. - rió. - Si existiese la reencarnación claro.
Tan solo pude responder con una pequeña risa en forma de burla aunque algo en mi interior decía que había sido así.
― Bueno perdón por esta charla que te he metido. - Eren se disculpó.
― Que va, que va. Yo también tenía ganas de comentártelo. Que lo hayas hecho tú me alegra un poco… la verdad. - Dije un poco avergonzado y seguidamente me levanté y estiré mis manos para ayudar a Eren a levantarse. - Vamos va, antes de que tu barriga nos empiece a hablar.
Miró mis manos y las cogió para levantarse. Miraba abajo y una vez más pude ver ese rostro un poco avergonzado pero no pude concentrarme en mirarle, más bien, estaba concentrado en sentir sus manos esos pocos segundos.
Nunca me había parado a sentir las manos de nadie, pero las suyas se sentían ásperas y eran bastante grandes. Tampoco nunca había mirado de tal manera a nadie pero realmente tenía mucha intriga sobre aquel muchacho.
