—¡Dios! ¡Deja de mirarlo, se va a dar cuenta —digo mientras cubro mi propia cara con el menú que tengo al revés, sin apenas percatarme. No puedo mirarme a mí misma, pero sé que mi cara está muy roja.
Mi amiga ríe y yo no puedo sentirme más apenada.
Se suponía que nos encontrábamos en una tarde de chicas. Mi mejor amiga, Alya, me invitó al nuevo restaurante donde su madre cocinaba como la chef principal.
Todo iba muy bien. Hablamos sobre trabajo, mis diseños y su novio.
Siempre me ha gustado salir con ella porque sabe cómo hacer que me olvide de mis preocupaciones, para sólo centrarme en la diversión que ambas podemos tener sin chicos de por medio.
Claro, hasta que él entró y atrajo mi mirada como un imán.
A mi amiga no le pasó por alto aquello y me sonrió con travesura apenas me volví a ella de nuevo.
—Ve a hablarle —vuelve a decirme, pero yo la ignoro e intento centrar mi atención en el menú que no puedo entender porque las palabras están al revés.
Yo niego de inmediato mientras mis ojos viajan hacia él de nuevo. Está tecleando algo en su teléfono, quizá mensajeando a su novia.
—¡No lo haré! Debe estar esperando a otra persona. Si yo saliera con alguien así, no me gustaría que cualquier chica se le acerque con dobles intenciones.
Ella suelta una carcajada y las miradas de algunos comensales se vuelven a nosotras. Yo entro en pánico y meto varias papas a su boca para que haga silencio.
Alya tiene dificultades para comerlas, pero apenas las pasa, vuelve a sonreírme con esa expresión de picardía.
—Tienes razón, pero eso no quiere decir que sea una chica. Podría estar esperando a un amigo o a un familiar.
Me muerdo el labio al tiempo que desvío la mirada con duda.
El verdadero motivo por el que no deseo acercarme no es más que simple timidez y nerviosismo. Jamás he sido buena para expresarme y temo tropezar con mis propios pies al intentar caminar hacia él.
Además, no sé nada de él. Bien podría ser un asesino en serie y yo ni siquiera lo sospecharía.
Sé que quizá estoy siendo demasiado dramática. Es decir, antes de las redes sociales y el internet, las personas se conocían de este modo. Pero mis dudas y el nerviosismo que siento de sólo verlo, me dice que no es buena idea acercarme y que sólo lo admire de lejos.
—¡No puedo! ¡Soy fiel a Adrien Agreste! —ella rueda los ojos y sé que va a echarme en cara 'la plática' otra vez.
—Claro, y eso no sería un problema si tan sólo no se tratara de un modelo famoso. Es como si dijera que le soy fiel a Chris Evans. Ellos ni siquiera saben de nuestra existencia.
Suspiro. El largo camino de un fan nunca es fácil.
Quizá, mi excusa pudo haber funcionado cuando todavía tenía catorce años y estaba obsesionada con el hijo de mi diseñador favorito.
Soñaba con conocerlo algún día y que él se enamorara de mí a simple vista. Nos casaríamos y tendríamos tres hijos y un hámster. Pero claro, eso nunca sucedió. Ni aunque vivíamos en la misma ciudad.
Vuelvo a ver al atractivo chico de pelo teñido y siento mis mejillas calentarse. Alguien como él bien podría ser famoso por su cara. Si viera su rostro en una revista, sin duda la compraría.
—Vamos, Marinette. ¿Cuándo fue la última vez que saliste con un chico? No he sabido que te guste nadie desde la preparatoria y de eso hace ya un tiempo. No pierdes nada con preguntarle su nombre, quien sabe, igual y hasta terminas en un vestido de novia con ese tipo guapo a un lado.
Sé que Alya tiene un punto. Desde que comencé a trabajar, lo menos en lo que he pensado es en chicos.
Mis padres también parecen preocuparse por mí en ese asunto. Mamá casi no lo demuestra, pero papá se ha vuelto un poco pesado con el tema últimamente, incluso dijo que no era necesario que fuera un chico.
Su preocupación se debe, sobre todo, a que no desean que esté sola y lo entiendo. Pero mi trabajo no me ha permitido salir a conocer otras personas con las que no tenga que discutir sobre moda y pasarelas.
La última vez que salí con alguien, fue en preparatoria. Salimos por dos meses y me dejó por su mejor amigo. Aparentemente, sólo estaba confundido y yo le di 'claridad'.
Aprieto mis manos sobre mis pantalones antes de soltar un resoplido y ponerme de pie.
Alya me ve con una enorme sonrisa al tiempo que levanta ambos pulgares en aprobación. Decido ignorarla para no sentirme tan nerviosa.
Camino hacia él de forma tan torpe y robótica que no puedo más que sentirme humillada sin siquiera haber cruzado palabra con él.
Me siento un poco mal al pensar que no he cambiado con el pasar de los años y sigo siendo tan tímida como entonces.
Cuando finalmente me hallo frente a su mesa, él levanta la mirada de su teléfono y me ve con confusión.
Tiene los ojos muy azules y un matiz de amabilidad en ellos. Me quedo de piedra al verlo de cerca, las palabras se atoran en mi garganta y el nerviosismo me revuelve el estómago. Esto fue una muy mala idea.
—¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta de una forma calmada. Su timbre de voz es melodioso y profundo, lo que sólo me provoca más nervios.
—Yo... —cierro los ojos un momento y me obligo a inhalar y exhalar para tranquilizarme. Soy una mujer adulta, no puedo acobardarme como una colegiala enamorada—. Hola, soy Marinette, Marinette Dupain-Cheng. ¿Crees que pueda sentarme?
Él parpadea un par de veces, desconcertado, pero al final sonríe y me hace un gesto de mano que puedo interpretar como un 'adelante'.
Cuando me siento y estoy frente a él, siento mi seguridad renovarse y una cálida sensación recorrer todo mi cuerpo.
—Entonces, ¿necesitas algo, Marinette?
Yo suelto una risa y llevo uno de mis mechones detrás de mi oreja, intentando verme atractiva con ese gesto.
Él parece un chico amable, tan gentil como para no rechazar a una extraña de la que desconoce sus intenciones.
—La verdad... primero que nada, me gustaría saber tu nombre. ¿Podría?
Lo veo reír de forma suave y apoyar su cara en la mano que se halla sobre la mesa.
—Soy Luka Couffaine. Un gusto —extiende su mano hacia mí y yo imito su gesto.
A comparación de la mía, la de él es más grande pero también es muy suave y cálida. Cuando retrae su movimiento, no puedo evitar sentir cierta decepción por no sostenerle un poco más.
—¿Sueles darle tu nombre tan fácilmente a los extraños? —pregunto con burla y Luka sólo sonríe en respuesta.
—Tú me lo diste primero. Además, ninguno de los dos está seguro de que sean nuestros nombres reales.
—Es cierto.
Nos vemos por un momento a los ojos, hasta que él frunce el ceño y ve a un punto detrás de mí. Cuando me giro, veo a Alya muy sonriente y dándome su apoyo con ambos dedos arriba.
Me llevo una mano a la cara por la vergüenza y oigo la risa de Luka.
—Lo siento, es mi amiga. Por favor ignórala.
—No te preocupes —dice entre risas—. Creo que es divertida.
Mantengo mi mirada fija en él y formulo una diminuta sonrisa. No lo conozco del todo, apenas sé su nombre y no sé qué sucederá en el futuro, pero estoy segura de que no me molestaría tenerlo presente en mi vida. Incluso como un amigo.
—Para serte sincera, ella me animó a venir a hablarte. Quizá ya hayas escuchado esto antes, pero creo que eres muy atractivo —declaro con las mejillas muy rojas y evitando su mirada—. Así que, si no estás saliendo con alguien... me gustaría que pudiéramos conocernos un poco más. ¿Qué te parece? ¡Te aseguro que no soy una asesina o algo así!
Luka suelta otra carcajada por mi último comentario y yo también rio. Sin embargo, apenas se acaba el momento, él me dedica una mirada de pena profunda con una media sonrisa y, sin que diga algo más, sé lo que significa.
Bajo la vista a mis manos que se hallan sobre mi regazo y suspiro con pesar.
—Me siento halagado por tus palabras y creo que eres genial y divertida, pero ya estoy saliendo con alguien. Lo siento.
Debí imaginarlo. Un chico como Luka, no podría no tener a alguien que ame en su vida. Siento un poco de envidia por esa persona, pero, al mismo tiempo, me alegro por él. Debe ser lindo encontrar a la persona que amas y ser feliz a su lado.
—Ya veo. No te preocupes. Quiero decir, eres muy apuesto, me hubiese sorprendido más si me hubieras dicho que estás soltero.
—Eres muy sincera —ríe—. Pero no te aflijas, también eres muy hermosa, Marinette. Creo que encontrarás a alguien que te valore tanto como lo mereces.
Lo veo con sorpresa antes de llevarme las manos a la cara y esconderla detrás de estas. ¿No puede ser menos considerado? Siento que podría gustarme profundamente si continúa diciendo esas cosas.
—De verdad, eres muy amable —le sonrío y, en un acto de osadía, saco mi teléfono y lo desbloqueo para pasárselo—. Incluso si no podemos salir, ¿crees que podamos ser amigos? Me resultas muy interesante y no me gustaría que este encuentro se quede aquí.
Él asiente con una sonrisa y teclea su número en la pantalla de mi móvil. Cuando ha terminado, me devuelve el teléfono y yo admiro con alegría los dígitos debajo de su nombre.
Marco el número y lo veo sacar su propio teléfono de su bolsillo.
—Ese es mi número, no te olvides de registrarlo —ambos sonreímos y, aunque sé que debería volver con Alya, deseo quedarme un poco más para charlar.
No obstante, antes de que pueda abrir la boca para iniciar otra conversación. Veo sus ojos desviarse un momento, lo que me causa curiosidad, pero justo cuando planeo volverme, una persona se acerca a nuestra mesa.
Todo en él grita sospechoso. Lleva una sudadera muy holgada con la capucha sobre su cabeza, una gorra debajo de esta, además de lentes de sol y un cubre bocas.
Por un momento temo que sea alguna clase de acosador, pero al notar que Luka le acerca otra silla, sólo puedo suponer que es un amigo suyo.
—Te tardaste. Casi pensé que no vendrías, de nuevo. De no ser por Marinette, me hubiese ido hace un rato —dice Luka, mandándome una sonrisa que me hace sonrojar.
Su amigo se vuelve a mí, pero no logro ver su expresión por toda lo que lleva puesto en el rostro. Tan sólo alcanzo a distinguir algo de pelo rubio sobresalir de la gorra, pero no veo nada más.
—Tenía trabajo. Iba a mandarte un mensaje, pero no tuve tiempo —su voz se oye sofocada por la mascarilla, pero, de algún modo, me resulta levemente familiar.
—Entiendo. ¿Cuánto tiempo te queda antes de que puedas volver?
—Poco más de media hora —Luka asiente y entonces vuelve a dirigirme su atención mientras lo veo meter una mano a su bolsillo.
—Lo siento, Marinette. Tenemos que irnos. Espero podamos encontrarnos de nuevo —me sonríe al tiempo que deposita dinero sobre la mesa. Es entonces que reparo en la bebida a su lado que no había notado antes.
—E-está bien, no te preocupes. Siento haberles quitado su tiempo. Por cierto, ¿te molestaría si te mensajeo después?
Luka niega sonriente y se levanta de su puesto con su amigo muy cerca de él. Los veo salir a ambos y suspiro antes de dirigirme a la mesa con Alya.
Ella se abalanza sobre mí con una gran sonrisa y yo le devuelvo una mirada de pesar que le dice todo.
—¿Tiene novia? —pregunta con los brazos cruzados.
—Tiene novia —confirmo.
—Vaya mala suerte que tienes —ríe—. Pero, oye. Los vi intercambiar números. Creo que todavía tiene una oportunidad.
La veo a los ojos con sorpresa y terror reflejado en el rostro.
—¿Estás loca? No voy a interferir en una relación. ¿No has oído el dicho 'no hagas lo que no quieres que te hagan a ti'? Él es genial, pero no quiero interponerme en su felicidad.
—Bien, bien. Entiendo lo que quieres decir, pero ¿quién sabe? Ellos podrían no durar mucho y él necesitaría consuelo. Creo que las bases ya están ahí y eso es algo.
Ruedo lo ojos, decidiendo no prestarle atención y vuelvo a ver el menú, está vez de forma apropiada.
Lo que sea que pase a futuro, no puedo verlo venir y no deseo imaginarlo. Quiero esperar y sorprenderme por lo que podría pasar. Uno nunca sabe lo que le espera mañana.
—¿Cuánto más vas a seguir molesto? —pregunta el mayor una vez que llegan a una parte lo suficientemente alejada de su punto inicial y donde no hay tantas personas alrededor.
El más joven se detiene en su lugar, voltea hacia todos lados y se desprende de aquel disfraz que comienza a ahogarle.
Sin los lentes de sol, Luka es capaz de ver su expresión perfectamente. Tiene un puchero en el rostro y el ceño muy fruncido.
—No tenías que darle tu teléfono. Claramente, sólo se acercó a ti para coquetearte.
El azabache se lleva una mano a la boca e intenta reprimir una sonrisa sin éxito.
Generalmente, es Luka quien se muere de celos cuando el rubio se halla rodeado de personas y todos babean por él.
Claro, siempre le diría que en realidad no le molestaba, pero la verdad era que detestaba tener que compartir a Adrien con sus fans. Sobre todo porque su relación debía ser un secreto.
—Vaya, no esperaba que te pusieras celoso por eso. Es agradable no ser el único que se coma la cabeza con fantasías sin sentido.
El rubio infla los mofletes con enfado antes de acercarse a él y besarle profundamente. Luka le corresponde, gratamente sorprendido. Mas se separaron al oír pasos acercarse. Adrien esconde su rostro en el pecho del mayor y este le envuelve en un abrazo mientras sonríe.
Se quedan un momento así, hasta que las personas cercanas pasan sin apenas percibirlos. El rubio puede oír los fuertes latidos provenientes del azabache, que suenan como una canción de cuna.
Levanta el rostro para enfrentar a Luka, quien le observa con cariño y tranquilidad.
—También me molesta no poder decirle a todos lo que siento por ti —aquella declaración sorprende a Luka, ya que no la esperaba—. He estado ocupado porque estoy intentando llegar a un acuerdo con mi padre y la marca. Quiero que todo el mundo lo sepa.
—¿Qué estás...? ¿No te preocupa lo que tus fans piensen? No quiero ser la razón por la que lo pierdas todo.
El rubio niega de inmediato y le manda una sonrisa que acelera el corazón del azabache.
—Si de verdad son mis fans, van a entenderlo y si no, no los necesito. Mientras te tenga a ti, lo demás sobra. No perdería nada, porque contigo he ganado bastante.
Luka apoya su frente con la del rubio y le observa a los ojos directamente.
—Te amo —confiesa y Adrien suelta una risilla.
—¿Podrías enviarle un mensaje a esa chica diciéndole lo mucho que me amas? —Luka rueda los ojos en respuesta, pero igual ríe.
Si Adrien consigue llegar a un acuerdo, no será necesario que él le cuente de su relación a alguien más, porque todos lo sabrán, eventualmente. Y eso, no puede hacerlo más feliz.
Mis ojos se abrieron todo lo que pudieron al leer la noticia. Quedé con la boca abierta y, a mi lado, Alya sólo reía a carcajadas.
Hacía un rato, mi amiga me había llamado para decirme que tenía una noticia que no me creería. En un principio pensé que sólo estaba exagerando, pero ahora me doy cuenta de que me equivoqué.
En la pantalla de su teléfono, Alya me muestra una fotografía adjunta al chisme de ese día.
EL FAMOSO MODELO ADRIEN AGRESTE SE DECLARA ABIERTAMENTE BISEXUAL
Aunque es una noticia que no me esperaba, no es eso lo que me deja estupefacta, sino la imagen que se halla más adelante con la aparente pareja de Adrien.
—¿Ese es... Luka?
Alya vuelve a reír por mi rostro de estupefacción y yo sólo intento digerir la nueva información que he adquirido.
—Tú sí que tienes mala suerte, mira que intentar coquetear con el novio de Adrien Agreste. Ahora tiene sentido que te haya rechazado.
Mis ánimos se vienen abajo de inmediato. Claro, estoy feliz por ellos, siempre he admirado a Adrien, y Luka fue muy amable conmigo, pero comienzo a creer que no tengo la mejor de las suertes en cuanto al romance.
—Ve el lado positivo, podrías decirle a Luka que te presente a Adrien. Siempre has deseado que luzca alguno de tus diseños.
Suspiro con una media sonrisa antes de echarme a reír, sorprendiendo a mi amiga. Es entonces que recuerdo aquel día en el restaurante y me llevo una mano a la boca, ella me ve desconcertada.
—Quiere decir que ese día... la persona con la que Luka se reunió ¡¿era Adrien Agreste?! —ahora tenía más sentido el extraño disfraz que Adrien había usado para que nadie lo reconociera.
Pensar que estuve tan cerca de mi modelo favorito, ¡y que casi me atrapa coqueteando con su novio! Si fuera él, me hubiese enfadado. Aunque, seguramente, no podía decir nada si mantenían el secreto.
No puedo evitar sentirme mal por eso, por lo que vuelvo a ver la fotografía de la noticia y sonrío al notar sus caras sonrientes.
—Me alegro por ellos, no debió ser fácil mantener su relación en secreto, ahora podrán ser más libres.
Alya asiente y siento como, poco después, me abraza por los hombros y me muestra varias fotografías de distintas personas en su teléfono.
—Pero bueno, volviendo a tu vida amorosa, encontré varios candidatos. Incluso tengo algunas amigas por si quieres probar de ese lado también. Recientemente, una de mis antiguas compañeras de clase volvió de Japón, ¿qué opinas?
Pongo los ojos en blanco y sonrío por las ocurrencias de mi amiga.
Sé que está preocupada por mí, pero estaré bien. Incluso si no consigo una pareja, estoy segura de que Alya se mantendrá a mi lado sin importar qué.
El amor es importante, pero la amistad es para siempre si se le trata con el cuidado y respeto que merece.
Y sé que la nuestra es del tipo que prevalece.
