Hal está observando sus joyas sin mucha atención real en ellas mientras una de sus criadas tira bruscamente de su cabello con la excusa de peinarlo, está sentada frente a su tocador ataviada en un vestido aguamarina de cuello en v sin mangas con una amplia falda que se acampana a su alrededor sobre el asiento, hay pétalos dorados bordados en el ajustado corsé del vestido y una delicada tela transparente que le llega a la cintura, los cosméticos están esparcidos sobre la superficie sin orden alguno a corta distancia de su mano mas no está en ella preocuparse por su apariencia cuando quien sabe dónde y cómo este su hijo. Las criadas cuchichean a su alrededor mientras acomodan superficialmente la habitación, quien cepillaba su cabello está terminando de ponerlo en un recogido sencillo cuando una de las jóvenes doncellas del palacio se abre paso estruendosamente en el lugar, susurrando furiosamente sobre los heridos de la guerra que regresaban y como se rumoreaba el Segundo Príncipe había perecido en el campo de batalla, Hal que estaba demasiado dentro de su mente en ese momento le tomo una considerable cantidad de tiempo reaccionar a lo que dijo la menor, incorporándose estruendosamente de la nada para virarse a enfrentarla— ¿De quién escuchaste eso? —ella amenaza, avanzando hacia la niña con ojos enloquecidos, la chiquilla tiene la audacia de mirarla a los ojos antes de decidir que no es la misma de siempre y postrarse de rodillas con hombros temblorosos— Habla —ordena con los dientes apretados
La menor ahoga un quejido antes de abrir la boca— Vi a algunos de los generales atravesar las puertas de la Ciudad Imperial —empezó, con voz ahogada— Cuando me acerque a las otras criadas la sirvienta personal del Mayor Gordon estaba informando sobre la ausencia del Segundo Príncipe Real y como habían encontrado a sus Guardias personales gravemente heridos en el borde del Campo de Batalla —Hal no espera mucho más que eso, dándose la vuelta y corriendo hacia la puerta, casi resbalando cuando piso el dobladillo de su vestido, abre la puerta de sus aposentos de par en par antes de tomar la tela de su vestido y atraerla a su cintura mientras sale corriendo hacia la salida de su palacio, atraviesa su jardín como en un sueño con las palabras de la chica repitiéndose en su mente como una pesadilla, avanza en dirección al Castillo Obsidiana con el dobladillo de su vestido golpeando sus muslos y rodillas, hace mucho sintió la delicada tela rasgarse en su apretado agarre y para este punto varios mechones de su cabello han escapado de su recogido, golpeando su rostro en su acelerada carrera
Ingresa a los pasillos de la servidumbre y se apresura a la Sala del Trono, atravesando la puerta oculta tras las cortinas a espaldas de los tronos del Emperador y la Emperatriz, donde Bruce comanda la habitación llena de ministros y nobleza en compañía de Selina, el Mayor Gordon está parado solitariamente frente al trono sosteniendo su casco contra su pecho con un gesto solemne, ella no se lo piensa mucho antes de abalanzarse sobre él, soltando su vestido y tomando las solapas de la armadura del hombre que confirmara o negara su peor pesadilla echa realidad— ¡¿Es cierto lo que he escuchado?! —zarandea al hombre con fuerza desenfrenada, debía mirarse frenética y desaliñada, la desesperación le corroe el alma y el dolor llena su corazón que late desbocado— ¡Mi hijo ¿Qué le paso a mi hijo?! —fue su grito desgarrador, escucha a Bruce incorporarse en su trono y llamar la calma pero ella no está por la labor e insiste, empujando al mayor sobre sus rodillas para cernirse sobre él, intimidándolo con chispas de energía carmesí centellando en sus nudillos— ¿Qué le paso a mi hijo? —es muy cuidadosa en hacer una pausa tras cada palabra para dejarle en claro que si no habla va a desatar el infierno en esta sala llena de lamebotas
El Mayor Gordon cierra sus ojos casi con dolor antes de enfrentársele con una súplica en su mirada— Llegamos a la conclusión de que cayó en el campo de batalla, Majestad —el hombre deja ir con los hombros tensos— No pudimos recuperar su cuerpo, pero cuando nos topamos con los Guardias Personales de su Majestad la Emperatriz entendimos que había perecido en batalla como ellos estuvieron tan cerca de hacer —ella lo suelta entonces, retrocediendo con pasos inseguros, el mayor le informa sobre la actual situación delicada de John y Guy pero ella escucha todo como si estuviera bajo el agua. Siente como si tuviera la boca llena de algodón mientras lleva sus manos a su cabello y hala con furia de sus mechones mientras gritaba su dolor, se deja caer de rodillas ante el trono en medio de su agonía y gruesas lagrimas le corren por las mejillas mientras grita en negación, llamando una y otra vez a su hijo, su Kyle
