El Mamodo y el anciano
Capítulo 1 Aquel niño.
En la vida de alguien cómo Kaijo Tsuyoshi, la monotonía del retiro era una tortura. Él a diferencia de los demás hombres japoneses, quienes trabajaban en empresas él fue un rescatista que se arriesgó en todo tipo de misiones para ayudar a la gente; tantas décadas de heroísmo, tantos momentos en los que arriesgo su vida y ahora, solo puede sentarse a leer los periódicos en una vieja silla. Después de todo, no puede detener el paso de los años.
Lee el titular de hoy, viendo una foto de la estrella del momento, una tal Oumi Megumi quien según la foto acaba de acoger a una niña pelirroja. Le parece un poco irresponsable, considerando la vida tan ocupada que tiene una idol cómo ella, no sería capaz de pasar el tiempo adecuado con ella. Cambia de página y lee sobre avistamientos de un raro ser de cuernos azules por los bosques de Rusia, deben ser cosas amarillistas o gente necesitada de atención.
Antes de seguir con su lectura, escucha ruidos en su jardín. Debe ser otro animal en busca de la comida en su huerto. Al salir espera ver un cuervo o gato pero lo qué ve es peculiar. Un pequeño caballo que se come sus zanahorias. No hay granjas a la redonda, no sabe de donde habrá salido y no tiene idea de porqué un caballo necesitaría un libro.
─ ¿Meru? ─Pregunta el caballo al ver a ese hombre.
─¿Acaso hablaste? ─Pregunto el anciano al acercársele.
─Merumeru meeee. ─Grita el caballo al salir de su propiedad.
─Creo que la senilidad ya me está afectando. ─Se dice el anciano a sí mismo mientras se acerca a su cultivo para ver lo dañado que está. Inhala profundamente y se arrodilla, escuchando crujir sus huesos. Suspira ese aire recién inhalado y logra llegar a su huerto.
Las zanahorias están fuera de su lugar y algunas medio masticadas, ojala hubiese tenido la decencia de habérselas comido enteras. Al recoger las que ya no podrá servirse ríe al recordar a un amigo suyo, se llamaba Daita y él se las hubiera comido todas incluso ya masticadas si las pusiera en un plato de curry picante.
─Quizá si las hiervo bien podría usarlas. ─Se sugiere el anciano mientras se agarra de un barandal y lucha por levantarse.
Al entrar nuevamente a su residencia, ve a un niño sentado en la sala. ¿Cómo es que entro a allí si siempre pone la cerradura? Ve su puerta y nota que el pequeño forjo la cerradura, gruñe al pensar que se trata de un ladrón. En vez de llamar a la policía, cierra los puños y separa las piernas para hacer una pose de combate, tal vez sea viejo pero aún puede pelear aunque se vea mal que golpee a un niño.
El niño voltea y ve al anciano listo para luchar, esa es la actitud que más le gusta, la de alguien que se lanza al combate sin dudar de sí mismo. No cabe duda que es la persona correcta.
Se levanta para revelar su cuerpo completo, dejando algo intrigado al anciano pues no se ve cómo un niño normal. Su cabello es rojizo y está tan firme que parece más bien un casco kabuto, con una gran ´´V´´ en la frente. Además de que sus ojos y labios tienen líneas negras que llegan hasta sus mejillas y barbillas; Solo la ropa parece ser normal. Salvo la hebilla triangular que lleva por encima de sus shorts.
─Abuelo, por favor lea este libro. ─Pide el niño al sacar de su mochila un libro carmesí.
─ ¿Qué modales son esos niño? Irrumpes en mi casa, me llamas viejo y me pides que lea algo. Ni siquiera te has presentado. ¿Quién te educo? ─Regaña Tsuyoshi arrebatándole el libro para darle una lección. Ve que ese pequeño se sonroja y baja la mirada por la pena.
─Mis disculpas, mis disculpas, mis disculpas. ─Pide el pequeño haciendo tres reverencias ante el hombre. ─Tiene razón, perdón. Mi nombre es Aka, es un gusto conocerlo Kaijo Tsuyoshi.
─Bueno, Aka. Es un… ¿Cómo sabes mi nombre? ─Pregunta el anciano algo confundido.
Aka señala una pared con recortes de periódico y diplomas que muestran la vida del viejo. También leyó una vieja bitácora que tenía guardada en el cajón del escritorio en la sala pero si le dice eso se molestaría. Aunque con respecto a la interrogante de su crianza, pues no es algo que le gustaría recordar.
Pues Tsuyoshi le da la razón en eso, aquella pared adornada es bastante ostentosa y quizá algo pretenciosa, pero es lo que le queda de aquella juventud que tanto añora. Ve nuevamente al pequeño Aka quien mantiene sus ojos suplicantes por su petición siendo rechazada. Siente un poco de pena por él, al final del día solo es un niño pero alguien debería darle una lección de buenos modales.
Escucha un gruñido por parte del pequeño, viendo cómo frota su estómago mientras se sonroja aún más. A pesar de haber querido golpearlo hace un minuto, no es capaz de dejar a un niño morir de hambre y además, le da una excusa para deshacerse de sus zanahorias masticadas.
─Siéntate, te preparare una sopa. ─Ordena Tsuyoshi al señalar la mesa de la cocina.
─Muchas gracias, muchas gracias, muchas gracias. ─Responde el niño entusiasmándose mientras corre a la mesa.
Tras una hora, Tsuyoshi le trae dos platos al pequeño, uno es aquella sopa de zanahoria masticada y la otra un plato de arroz gohan, el cual también se sirve para sí mismo. Ambos se sientan, el anciano bendice sus alimentos pero el niño impaciente sorbe la sopa.
─Al menos usa los cubiertos. ─Exige Tsuyoshi con el ceño fruncido. ─Así quieres que hagan algo por ti, que vergüenza.
─Perdón, perdón, perdón. ─Pide el niño asintiendo a su orden mientras toma una cuchara y vuelve a sorber.
Tsuyoshi suspira molesto, no entiende qué clase de padres dejarían a un niño actuar de esa manera. Incluso él fue estricto con su nieta para que no pasen vergüenza y sin embargo allí está ese pequeño, actuando como si fuera el único presente.
─Al menos pides disculpas. ─Adula el viejo ante ese detalle mientras toma su arroz. ─¿De dónde vienes Aka? Tus padres deben estar preocupados.
El niño deja de comer al escuchar esa pregunta, no sabe que decirle exactamente. No le creería si se lo dijera y quizá hasta quemaría su libro al creerlo un mentiroso, tiembla un poco mientras deja de lado su sopa.
Tsuyoshi nota de inmediato el cambio en la actitud del pequeño, en su experiencia cómo rescatista ha aprendido a identificar cuando un tema agobia a una persona. ¿Será que sus padres lo maltrataban? ¿Habrá huido de casa?
─Si no quieres hablar de eso está bien, de todos modos ya es algo tarde para acompañarte a una comisaría de policía. Hoy pasaras la noche aquí. ─Indica Tsuyoshi señalando el sofá.
El niño asiente silencioso, toma el plato que ese hombre le dio y se dirige a su lava trastes para limpiarlo. Al menos puede hacer eso por él, las zanahorias estaban muy buenas pero ya no tiene tanta hambre.
Tsuyoshi mira que no se terminó su arroz, ese gruñido de estómago era tan fuerte que debería haberlo comido todo. Se lo guardara, de seguro en la noche querrá comer algo.
…
En la noche, Tsuyoshi se encuentra viendo el techo mientras piensa en ese pequeño. No es normal que un niño se encuentre vagando por las calles con un libro, usualmente si vagan es que no tienen dinero para comer, mucho menos para algo así de valioso.
Recuerda a otra antigua compañera suya, una bella mujer llamada Peggy quien siempre cuidaba de los niños a quienes les tocaba rescatar. Los limpiaba, les preparaba comida y hablaba con ellos para hacerlos sentir cómodos, de seguro ella habría conseguido más información del pequeño Aka.
Incapaz de dormir, Tsuyoshi baja hacía su sala para revisar a aquel extraño niño. El libro aún sigue en su mesa pero la puerta nuevamente está abierta, quizá el caballo haya vuelto por el resto de las zanahorias pero incluso en un vecindario tranquilo una puerta abierta es incitación al robo y si bien podría con un ladrón joven, a su edad las consecuencias de un enfrentamiento serían fatales.
Camina al sillón y ve que Aka ya no se encuentra allí, se asusta pues dejo detrás su única pertenencia y ya es muy noche cómo para que un niño deambule. Con su corazón acelerándose, toma el libro y una llave roja para dirigirse a su garaje.
Allí dentro, ve una lona que oculta algo que jamás creyó volver a usar pero siempre lo deseó. Cuando era rescatista está era su parte favorita, la manera de convertir a toda calle en una ruta de escape.
Sonriendo, mueve la lona y revela una motocicleta con un uno marcado abajo del parabrisas, se sienta en el vehículo y enciende la motocicleta. Tantos años y no deja de sentirse bien, la sensación del motor, estar encima de esa perfecta curvatura del asiento y la vibración, es imposible no sentir satisfacción al montarla. Acelera, sin importarle que dejo el garaje abierto, su prioridad es ese niño.
…
En las calles, Aka se abraza a sí mismo al sentir las frías corrientes de aire en aquella oscura noche. Fue grosero al entrar a la casa del abuelo sin permiso, pero realmente no sabe lo que son los modales, jamás ha tenido un verdadero ejemplo a seguir.
Recuerda su hogar en una pastura, donde los más grandes se aprovechaban de los pequeños y él solo podía verlo pasar por qué no había quienes les enseñaran a detenerse pues ellos hacían sus reglas. Aun así, su pasado no es excusa para arruinar el presente de otros. ¿En qué pensaban cuando lo enviaron a este lugar? No es material para participar, debió haberse negado a hacerlo.
Unos gritos lo sacan de sus pensamientos, sin darse cuenta se encuentra en una zona con callejones. Es el grito de una damisela en apuros, similar a los que escucha en su hogar.
Cierra los ojos mientras esos gritos se vuelven más fuertes, no quiere seguir escuchándolos porqué sabe que quien los emite va a sufrir y no puede hacer nada para ayudarlos. Camina hacia adelante pero los gritos aumentan.
─ ¡Aléjense por favor! ─Llora una mujer, abrazándose de su bolso mientras tres motociclistas la amenazan, uno de ellos trae un cuchillo.
Uno de los motociclistas le arrebata el bolso, provocando el grito desesperado de ella.
─Tienen lo que quieren, por favor váyanse. ─Suplica ella al pegarse en contra de la pared.
─Tal vez deberíamos inspeccionarte para ver que más tienes. ─Sugiere uno de los motociclistas sacando una navaja.
La mujer tiembla, temiendo el inevitable resultado. Se abraza a sí misma mientras empieza a llorar, sin poder retrocedes por culpa de aquella pared. Solo puede ver a esos tres mal vivientes acercársele.
─ ¡Retroceda, criminales! ─Grita Aka, dándole un cabezazo en el coxis a uno de esos criminales. ─No toquen a esa mujer.
─ ¿Qué estás haciendo mocoso? ─Interroga uno de los criminales al patear la cara de Aka.
Él retrocede, sintiendo toda la bota que llevaba en sus dientes. Aun así se mantiene de pie mientras ve a esos tres malhechores. ¿Por qué se arriesgó ahora? En casa siempre estuvo paralizado, siempre tuvo miedo de que otros lo atacaran y pensó que era mejor que las tragedias les pasen a otros, entonces porqué ahora es diferente.
─La noche no es lugar para niños, mocoso. Vuelve a casa. ─Dice uno de los criminales sacando un cuchillo.
Aka ignora sus palabras, solo ve el rostro confundido de esa mujer pero al mismo tiempo en sus ojos llorosos ve un ligero reflejo de esperanza por su presencia, uno que jamás llego a ver en su hogar. Él también llora al sentir que ella deposita esa fe en su persona, no quiere que sea en vano.
El ladrón del cuchillo le arroja un puñetazo a Aka, llegando a cortarle el hombro con la punta del cuchillo. El niño toma su brazo tratando de arrebatarle el arma.
─ ¿Qué clase de hombre golpea a un niño y amenaza a una señorita? ─Dice Tsuyoshi, arrojándole una patada en la quijada a uno de los ladrones. Se queja al no poder mantener el equilibrio, apenas y es capaz de poner su pie en el suelo antes de caer.
─ ¡Maldito anciano! ─Grita otro ladrón al cerrar el puño y golpear a Tsuyoshi.
─ ¡Abuelo! ─Grita Aka corriendo al viejo.
Tsuyoshi cae al suelo, gruñendo por la impotencia de no ser joven. Si tuviera al menos cincuenta años podría meterles una paliza, podría noquear a cada uno de un solo golpea y de tener veinte años ni siquiera lo verían venir. Ve al pequeño niño tomarle la mano, mostrando una profunda preocupación por él a pesar de haberse conocido hace pocas horas.
─ ¡No se muera abuelo Tsuyoshi! ─Suplica Aka al apretar su puño. ─Yo leí su bitácora, sus grandes hazañas. Yo quiero ser cómo usted porqué ya no quiero que otros sufran. ¡Quiero ser un héroe tan grande como lo fue usted AKARANGER! ¡Si se muere no habrá otra persona que quiera que lea mi libro! ¡Debe ser usted! ¡Lea mi libro y hágame cómo usted!
Las palabras de Aka retiemblan en sus oídos. El viejo brevemente suelta una lagrima al recordar aquel apodo que tanto marco su juventud y pensando en los ecos del pasado.
─Mido, Momo, Ao, Ki. ─Susurra el anciano, apretando sus dientes y levantándose.
Tsuyoshi abre su camisa revelando el libro el cual emite un potente brillo carmesí, sin siquiera abrirlo el anciano puede leer una palabra de este. Una corriente de energía recorre su pecho y la llama que existía en su adolescencia renace.
─ ¡AKAFISU! ─Grita Tsuyoshi al sostener con firmeza el libro.
El puño de Aka emana un brillo rojizo y el niño lanza un golpe al aire, aquel brillo sale disparado hacía el ladrón del centro el cual sale disparado hacía la pared.
La mujer grita al verlo cerca y corre hacía su libertad, ignorando que los tipos aún tienen su bolso pues eso ya no importa.
Tsuyoshi y Aka ven a esos otros dos malvivientes temblar por ver lo que presenciaron. El anciano y el niño comparten miradas, cómo si su corazón se estuviese sincronizando.
─ ¡Aka, mantente firme! ─Ordena Tsuyoshi corriendo a los ladrones. Saca el libro nuevamente y corre hacia ellos.
Uno saca su cuchillo y se pone de frente, lanzándole una puñalada al anciano el cual ya veía venir. Toma el brazo del sujeto y lo dobla para inutilizar su arma, logra empujarlo hacia su compañero para que ambos estén en el mismo rango.
─ ¡AKAFISU! ─Grita Tsuyoshi y Aka lanza otro golpe de luz roja hacia esos sujetos, empujándolos hacía la pared y proclamando la victoria.
Aka no puede creer lo qué hizo, detuvo el sufrimiento de esa persona. Leyó los diarios del anciano, todos describían que la mirada en los criminales que le temían y la de las personas que salvaban eran algo que no podía olvidar. Llora al sonreír pues recuerda la fe depositada en él por parte de esa mujer, sabiendo que no la defraudó, no dejo que cosas malas pasaran. ¿Así se siente ayudar a otros?
Tsuyoshi ve el rostro alegre de ese niño, sus lágrimas no solo reflejan la incredulidad por los resultados sino que puede sentir el cómo hay satisfacción en el pequeño, algo en su corazón se forjó para bien pues parece haber encontrado una pieza faltante en su vida. Sonríe junto a él y le rasca el cabello para aumentar su alegría pues la comparte, es la primera vez que ayuda a una persona en tantos años.
─Aka, vamos a casa. ─Ordena Tsuyoshi al tomarlo del brazo.
─Sí, abuelo Tsuyochi. ─Responde el niño al apretar su palma con la suya.
…
Tomando una taza de té, Aka se quema por no poder soportar el calor y lo escupe.
─Se sopla primero. ─Indica Tsuyoshi al servirle otra taza. ─Además, tendrás que limpiar eso.
─Perdón, perdón, perdón. ─Se disculpa el niño haciéndole una reverencia.
─Oye Aka, aún no me explicas quien eres. ¿Dónde está tu familia? ─Interroga Tsuyoshi al tomar su té.
Aka se calla al oír esa palabra, aparta la mirada mientras mira su libro, juega con sus manos y ve al señor quien mantiene un rostro neutral, esperando una explicación. Suspira resignado, pues después de esa noche ya no hay algo que suene tan loco.
─Yo vengo de un lugar llamado mundo Mamodo donde cada mil años se decide al nuevo rey, yo soy uno de los cien niños candidatos. ─Explica Aka, sonrojado por lo loco que debe estar sonando. ─Necesitamos un compañero humano que pueda leer nuestro libro y así pelear para sobrevivir.
Tsuyoshi entiende la pena en el rostro del niño, cualquier otra persona lo echaría de su casa por hablar tonterías pero ayer lo vio disparar un láser de su puño, cualquier otra cosa solo es un extra a la locura.
─Yo asumo que no hay otra persona que pueda leer tu libro. ─Adivina el anciano al sorber té nuevamente.
─Así es. ─Responde Aka sonrojado.
Tsuyoshi asiente al escuchar eso, hay tantos niños con libros alrededor del mundo, todos deben sentirse tan solos e inseguros por recorrerlo hasta encontrar a un compañero que pueda leer su respectivo libro. Si no puede pasarle el libro a otra persona, supone que será emocionante compartir la pelea con Aka, después de todo ya no hay vuelta atrás.
