Podía sentir la claridad entrando por la ventana. Harry abrió reticentemente sus verdes ojos, notando como los primeros rayos del sol entraban entre las cortinas de la habitación de los chicos en la torre de Gryffindor. Tratando de ubicarse en el tiempo, Harry notó, mirando al reloj de pared que siempre solía indicar a los alumnos que tan tarde estaban despertándose para sus clases, que habían pasado unas pocas horas desde que había caído dormido en su cama de doseles carmesí.

Suspirando, tiró de lleno su cabeza contra su almohada. Parecía algo tan lejano ahora el hecho de preocuparse porque la Profesora McGonagall o Snape no los castigara o quitara puntos por quedarse dormidos para sus clases de la primera hora. Sin embargo, una pequeña sonrisa cruzó su rostro. Hasta ese pequeño gesto le costaba, pero no pudo evitar sentir un gran alivio.

Voldemort estaba muerto.

Lord Voldemort, uno de los magos más poderosos pero sin dudas el más oscuro de todos, había muerto hace unas horas, luego de un duelo sumamente peculiar contra él mismo, Harry Potter, quien no se consideraba para nada un prodigio ni mucho menos.

Sin dudas había tenido mucha ayuda y mucha suerte, por cómo se fue dando el curso de los últimos eventos que terminaron con el desenlace de ayer.

Voldemort está muerto…seguía repitiéndose en su mente sin poder creérselo. Como si de esa manera su mente pudiera asimilarlo mejor.

Pero a qué costo también, pensó con amargura. No podía evitar que la culpa lo embargara. Muchos de sus seres queridos habían muerto por su causa. A su mente vinieron las imágenes sin vida de Remus, Tonks, Fred, Colin…y todas aquellas personas que fueron gravemente heridas e incluso torturadas. Ya podía imaginarse las voces de Hermione junto con los Weasley diciéndole que nada de esto era su culpa.

Un nudo se le formó en la garganta, mientras estaba absorto en esos lúgubres pensamientos. Rápidamente, se quitó de encima las mantas que no recordaba haber puesto sobre sí antes de dormir. Tomó su varita, la vieja capa de invisibilidad de su padre y el mapa del merodeador. Todos estaban aún dormidos en la habitación y podía notar también que en toda la torre, puesto que no se escuchaba ni una mosca. Le sorprendió, sin embargo, no encontrar a su mejor amigo en la cama de al lado. No le preocupó demasiado, puesto que imaginaba que estaría con sus familiares dadas las…circunstancias. Harry hizo unas cuantas respiraciones profundas, tratando de embotellar nuevamente sus sentimientos.

Caminó robóticamente por los pasillos, sin pensar mucho a donde iba. Rio irónicamente ante ese pensamiento…Ahora que Voldemort estaba muerto, ¿cuál debería ser su siguiente paso, su siguiente objetivo? ¿Qué iba a hacer de su vida de ahora en más? Parecía de lo más hilarante la idea de llevar una vida tranquila y normal como cualquier persona corriente. Siempre toda su vida se había reducido a la idea de sobrevivir, salir airoso de sus aventuras y hazañas contra Voldemort.

Harry sintió una gran incertidumbre y un poco tonto a la vez… Le parecía tan extraño ahora poder imaginarse como sería su vida, sin Voldemort en ella. Se reprendió por eso, hasta parecía un pensamiento romántico pero sabía que era porque lamentablemente su vida había estado muy ligada a la de Voldemort desde muy temprana edad, suspiró.

Los ojos le escocían y a pesar del sueño que sentía, no podía estarse quieto. Por primera vez en toda su caminata tomó en cuenta del aspecto que ofrecía ahora el colegio: estaba desierto, todo el mundo descansando de seguro en algún lugar del castillo, pero a su vez irreconocible por el tamaño daño que había sufrido su arquitectura luego de la cruenta batalla que se llevó a cabo hace solo unas horas. Se dio cuenta que sus pies lo habían llevado hasta la zona donde se encontraba la escalera caracol que llevaba a la torre de astronomía. Decidió probar suerte a pesar del aspecto precario que ofrecía.

Inspirando profundamente, disfrutó de la brisa mañanera mientras observaba el paisaje de las Tierras Altas de Escocia donde el castillo se encontraba, algo tan simple como eso llenó su corazón de una cálida sensación. Supuso que su experiencia literalmente de muerte, le había dado una lección respecto a valorar las pequeñas cosas de la vida. Meditabundo, recordó como en este preciso lugar había caído muerto Dumbledore y su encuentro con él en esa especie de limbo con forma de una estación de tren, más específicamente la estación de tren de Londres, Kings Cross.

Recordó con cariño su conversación con el antiguo director, mirando al cielo tan claro de ese día. Dumbledore le había dicho que no tuviera pena de los muertos sino de los vivos y que si volvía, tenía la posibilidad de evitar más muertes y más víctimas. Estaba muy consciente de cada respiración nuevamente, de cada latido de su corazón y la naturaleza parecía reflejar la paz tan anhelada por los magos, brujas e incluso muggles (aunque estos no se dieran ni cuenta de lo que realmente sucedía) del Reino Unido.

Observó como la copa de los árboles del Bosque Prohibido se mecían como en un baile, los sonidos de los animales que albergaba llegando como un murmullo hasta sus oídos. Harry había ido directo a enfrentar su muerte, en manos de lord Voldemort, a enfrentar su destino, con un último pensamiento: Ginny y su luminosa mirada, Ginny y el roce de sus labios, Ginny… se repetía una y otra vez en su mente. El viejo monstruo de su sexto año que yacía en su pecho ronroneó y, con una sonrisa tonta en el rostro pensó en cómo se habían dado finalmente las cosas…qué curioso, él pensaba que su destino era morir en manos de Voldemort, sin embargo ahora ese no era el caso. Estaba bien vivo, rió bajito. ¿Será que su destino estaba en dirección a esa pelirroja que tanto le había sacado el aliento desde hacía un año, quizá un poco más?

La sonrisa bobalicona se ensanchó, pensando en cada una de las pecas de su rostro.

¿Por qué no?

- ¡Harry! - exclamó con sorpresa alguien detrás de él.

Hablando de…la musa que ocupaba sus pensamientos y su corazón. Si ya de por sí tenía una sonrisa tonta de solo pensar en ella, ahora ante la perspectiva de tenerla por fin en sus brazos era peor. Más aún, al dar la vuelta y verla ahí a pasos de él, tan hermosa como siempre. No como él, que de seguro estaba en un terrible estado en este momento…ni siquiera había pensado en lavarse los dientes o peinarse su indomable cabello azabache.

- Ginny Weasley…- Sonrió. Estaba seguro de que por poco no se le caía la baba, pero no le importaba en lo más mínimo, pensó, mientras se recostaba en la baranda de piedra de la torre de astronomía.

Y soltó un grito, sintiendo el vértigo de sentirse caer al vacío.