DISCLAIMER: Esta historia está basada en los Fake Previews Attack On Titan School Caste y en algunos fanarts de Mikasa y Eren en su etapa adulta (con su apariencia de la cuarta temporada del anime), no me pertenece ninguno de los personajes, sólo lo hago por entretenimiento. Este fanfic contiene escenas sugestivas de sexo lascivo y explícito en gran parte de la historia, por lo cual, no avisaré de forma previa sobre dichas escenas de manera particular.
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Capítulo I. Reencuentro
"Huevo, leche, vino, pan de molde, avena..."
Mikasa no dejaba de ver el carrito de supermercado, estaba asegurándose de que las compras de la semana estuvieran completas. Odiaba que por olvidar una o dos cosas tuviera que volver a la tienda cuando tenía mejores cosas qué hacer.
Se fue a la sección de comida chatarra y algo tentada tomó un paquete de palomitas, luego se dirigió a las cervezas. Nadie podía creer que una mujer con tan buena forma comiera tan regularmente comida basura, pero ella sabía que la clave para cuidar su figura no radicaba en omitir por completo la cerveza y las frituras, si no en su constancia para ejercitarse y comer en mayor medida lo más saludable posible. Cuando abrió el refrigerador para tomar la marca de cerveza de su preferencia, notó que su rápido movimiento golpeó a alguien.
— Disculpe –dijo ella avergonzada. Mikasa al no escuchar respuesta levantó la mirada y se encontró con un sujeto de más o menos su edad, alto, de largo cabello castaño y que usaba un parche en el ojo. A primera vista no lo reconoció porque parecía otra persona, pero después de poner atención al tono verdoso de sus ojos quedó helada.
— ¿¡Mikasa!? —preguntó él sin poder creer que se trataba de ella.
— Oh dios, ¿Eren? —preguntó pasmada.
— No puedo creer que eres tú, digo, imaginaba que podías estar en cualquier parte del mundo menos en Shiganshina.
Mikasa bajó la mirada apenada. No tenía ni idea de cómo justificar el hecho de que después de tantos años de amistad no se hubiese dignado a llamarlo cuando volvió a su pueblo natal unos años atrás.
— ¿Cuándo volviste de Hizuru? —preguntó él yendo al grano. Mikasa hizo contacto visual con él y sonrió, pero Eren no le devolvió la sonrisa. Ciertamente no parecía molesto, sin embargo, la sorpresa en su rostro era tan pura que no podía descifrar si para Jaeger volverla a ver era una situación agradable o molesta.
— Un tiempo atrás —respondió con ambigüedad mientras colocaba el six de cerveza en su carrito de supermercado. – Te ves como una persona distinta, nunca creí que te dejarías crecer tanto el pelo.
Eren tomó su respuesta de mala gana. Suspiró resignado y al igual que ella sacó del refrigerador un six de cervezas de la misma marca. Era la marca de cerveza favorita de los dos desde que estaban juntos en el bachillerato. — Puedo decir lo mismo de ti, ¿Qué pasó con esa chica rebelde de 16 años? —preguntó con mejor humor.
Mikasa sonrió. – Creo que al final eso de ser gótica y usar crucifijos sólo era una etapa, lamento la decepción, ahora trabajo en un grupo financiero; todo el día ando haciendo cuentas y atendiendo llamadas.
Eren la miró de arriba abajo con cierto descaro, acción que a ella no le molestó pues sabía que no lo hacía con una intención morbosa, simplemente quería ver los cambios en ella. En el fondo no le sorprendía mucho, pues, incluso cuando Mikasa y él eran adolescentes y ella solía ser rara y tener un gusto especial por el gore y el satanismo, en el fondo siempre fue una buena chica, de esas que sacaba buenas notas y que jamás se metía en problemas con sus padres o en la escuela. Así que el verla a sus 24 con esa ropa de oficinista pulcra, con el pelo corto, bien recogido y peinado, pensó que era algo que se podía esperar de ella.
— Te ves bien —respondió Eren tajante mientras le dirigía una diminuta sonrisa.
— Gracias, tú también... Si dejamos a un lado ese parche, claro ¿Te ha pasado algo? —preguntó Mikasa preocupada.
— Un pequeño accidente, nada grave. En unos días mi ojo estará como nuevo —respondió él restándole importancia.
Eren desvió la mirada cuando tras Mikasa vio la figura de un viejo conocido que de manera muy familiar se acercaba a la chica de pelo negro y la abrazaba por detrás.
— ¿Ya acabaste, mi amor? Vamos a pagar —dijo aquel joven de pelo castaño claro que pronto dirigió su mirada hacia Jaeger. Se miraron un par de segundos hasta que sorprendido frunció el ceño y recuperó la compostura.
Mikasa rodó los ojos sabiendo que eso pasaría.
— Carajo, ¿Eren? —preguntó incrédulo. — ¿Qué diablos te pasó?
— Hola, Jean. Qué agradable sorpresa —respondió el chico de ojos verdes tratando de evitar entrar en conflicto.
— Me acabo de encontrar a Eren, fue una agradable sorpresa no me imaginé que nos toparíamos aquí después de tanto tiempo —comentó Mikasa al mismo tiempo que tomaba su carrito con la intención de irse de ahí.
— 4 años —añadió Eren. – Fueron 4 años para ser exactos.
Mikasa y él intercambiaron miradas por un par de segundos haciendo que Jean se sintiera incómodo.
— Pues, una lástima. Quizá nos podamos reunir uno de estos días con Armin y los demás —dijo Jean fingiendo amabilidad. —Aunque en general somos gente ocupada así que quizá nos tome tiempo organizar eso en nuestra agenda.
— Suena bien —respondió Eren a la vez que sacaba su celular y leía los mensajes de texto que acababa de recibir. – Un gusto verlos, pero me está esperando Historia en la caja, sólo venía por esto. Un gusto verte, Mikasa —se despidió el chico dirigiéndole una mirada rápida para luego irse apresurado sin voltear la vista hacia ellos de nuevo.
Mikasa y Jean intercambiaron miradas por unos segundos incómodos, sin decir nada más tomaron sus cosas y pagaron su despensa.
Mientras caminaban al coche, descubrieron sorprendidos que el automóvil de Eren e Historia estaba justo frente al de ellos. Mikasa le sonrió a la rubia forzadamente, no tenía nada en contra de ella, sin embargo, en el fondo no podía olvidar que ella y su grupo de amigos eran los que solían molestarla constantemente cuando iban en la escuela secundaria.
— ¡Hola, Mikasa, Jean! ¡Un gusto! —gritó la rubia alegremente sin acercarse a ellos. Eren por su parte miró con cierta sorpresa la naturalidad con la cual Jean y Mikasa se tomaban de las manos.
— Vámonos —dijo él al mismo tiempo que cerraba la cajuela del coche y se dirigía a su asiento. Antes de entrar miró una última vez a Mikasa y luego prendió su automóvil para salir de ahí tan rápido como fuese posible.
Mikasa ni siquiera volteó, simplemente se metió al coche del lado del copiloto.
— ¿Quieres que yo maneje? —preguntó Jean confundido, se le hacía raro que ella no condujera pues básicamente lo hacía todo el tiempo.
— La verdad no tengo ganas de manejar hoy.
Jean y ella avanzaron camino a casa, el joven de barba notó lo incómoda que estaba su pareja, si de por sí habían empezado a tener problemas últimamente, esto empeoraba su situación. — ¿Por qué dejaste de hablar con Eren por tanto tiempo? En la secundaria eran mejores amigos, ¿no? Digo, Armin, tú y él pasaban todo el rato juntos, incluso creí que eran pareja —mencionó con algo de pesadez.
Mikasa sonrió de lado tratando de restarle importancia.
— Jean, no seas ridículo, no es la gran cosa, fuimos novios de secundaria no es como si el que le dejara de hablar haya sido la gran cosa. Simplemente tenía otras cosas en mente, hice nuevos amigos en Hizuru y poco a poco nos fuimos distanciando, no creas que hubo un drama de por medio —respondió la pelinegra bajando la mirada al celular.
Jean no respondió.
— He estado estresada en general con el trabajo, tengo que ir mañana a la oficina y ver a Shadis en una reunión de negocios con socios de Alemania, mi cabeza va a explotar. Hoy me quiero relajar contigo, ¿Podemos comprar comida rápida y ver una película? —preguntó ella tratando de calmar el ambiente.
Jean la volteó a ver unos segundos con una pequeña sonrisa y luego volvió su vista al volante.
— Claro.
Una vez en su departamento, ambos bajaron la despensa y la acomodaron en la alacena, comieron en relativo silencio, cosa que sorprendió a Mikasa pues Jean solía hablar bastante, además, por su forma de ser, sabía que tenía mucho que decir después de ver a Eren.
— ¿Entonces te gustaría que nos reuniéramos con los demás uno de estos días? A veces me veo con Connie y Sasha, pero tiene milenios que no vemos a Reiner, Annie, Armin... Ahora con lo de Eren e Historia...
— Me parece bien, no tiene mucho que recuperé comunicación con Armin, de hecho, me enteré de que estaba en una relación con Annie cosa que me sorprendió bastante —comentó ella de mejor humor. Jean sonrió.
— Honestamente pensé que ese idiota buscaría chicas sumisas y más jóvenes que él para que le dieran bola, nunca creí que iría detrás de alguien como Annie, realmente tiene carácter —bromeó a la vez que tomaba otro rollo California y se lo echaba a la boca. Una vez que notó el buen humor de Mikasa quien le sonrió de vuelta, se atrevió a hablar al fin. – Y quien diría que Eren e Historia estarían juntos, ¿No lo crees? Sabía que Historia tenía mal gusto cuando supe lo de Ymir, pero ¿Eren? Y con esa pinta de vagabundo que se traía, de esas parejas sacadas del quinto círculo del infierno —dijo soltando todo el veneno que traía atorado en la garganta.
Mikasa sonrió levemente al escuchar las palabras de su novio, lo conocía bien y sabía que él moría por hablar mal de Eren tan pronto como le fuese posible, para su mala suerte, conocía a Eren incluso mejor y si Jean hacía eso, estaba segura de que Eren estaría haciendo exactamente lo mismo en su casa.
O eso hubiese hecho el Eren que conocía hace cuatro años. Se preguntó que estaría pensando ahora.
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Eren e Historia llegaron rápido a la casa que rentaban juntos. Vivían a las afueras de Shiganshina.
La rubia no soltaba el teléfono desde hace media hora, siempre que se trataba de sus amigas podía pasar horas con el celular, hecho al cual Eren ya estaba acostumbrado por lo que ni siquiera se molestó en preguntar.
El castaño subió las escaleras hacia la habitación que ocupaba como atelier. Eren era el único de su familia que no ejercía su profesión, a diferencia de su hermanastro Zeke o su padre Grisha, él no quería ser médico ni tener ninguna clase de trabajo que lo atara a un horario estricto, siempre había tenido un gusto especial por los deportes y el entrenamiento físico por lo cual no dudó ni un segundo en unirse a la escuela militar al cumplir 18, estudió una ingeniería en Comunicaciones y Electrónica y se esforzó en ser de los mejores ingenieros de su generación pero una vez terminó la carrera perdió por completo interés en ello. Su papá estaba furioso pues creía que había desperdiciado su dinero en él que a los 22 parecía seguir sin rumbo en la vida.
Cuando un año atrás abrió su tienda de arte, discos, libros y electrónica, todos quedaron en shock.
Carla, su madre, siempre dijo que Eren era un alma libre. Odiaba las ataduras y estar haciendo las mismas cosas todo el tiempo, aunque por el lado sentimental, irónicamente, era alguien muy estable. Las relaciones de Eren siempre duraban por lo menos un año, y era raro verle con chicas en aventuras de una noche, era como si fuera naturalmente fiel.
Pero eso no era verdad, en realidad Eren no sentía especial atracción hacia otras personas desde hace muchos años. Jaeger podría tener a quien sea a su lado, le daba igual mientras tuviera sexo regular y tiempo para sí mismo, aunque por lo general siempre pensaba que estar con una sola persona era mejor porque no tenía que gastar tiempo en salir seguido a conocer gente nueva cuando no le apetecía. Por eso, compartir la cama con alguien por un buen rato le resultaba cómodo.
Las cosas con Historia se habían dado de una forma extraña, ella era una persona brutalmente honesta, cosa que le agradaba. Empezaron a tener conversaciones regulares y de un día para otro decidieron iniciar una relación. Ella al igual que él solía estar muy centrada en sí misma por lo cual ninguno de los dos se tomaba a mal la ausencia del otro.
Eren sabía que Historia era bisexual, pero empezaba a sospechar que tenía un gusto mayor por las mujeres, sabía que Ymir, su exnovia de toda la vida seguía muy presente en su mente y no le molestaba. En realidad, lo entendía.
Era algo similar lo que no se podía sacar de la cabeza.
¿Qué hacía Mikasa saliendo con Jean? ¿Por qué no le había dicho nada de su regreso a casa? No era como que no la hubiese podido superar, es decir, habían terminado su relación hace 6 años, pero incluso si nunca se hubiese dado algo entre ellos, eran amigos de la infancia, crecieron juntos a lado de Armin y parecía que se le había olvidado por completo. Se sentía ofendido.
Y Jean... Santos cielos.
Unas horas después, Eren bajó y a lado de su rubia compañera de piso cocinó la cena. Ambos se sentaron en silencio hasta que ella abrió la boca. – No sabía que Mikasa estaba acá.
— Yo tampoco —respondió él tratando de ocultar cualquier muestra de interés. – Me la topé en la sección de bebidas, estaba con Jean.
Historia miró a su novio detenidamente y luego sonrió. – Se veían bien juntos. Jean es muy alto —mencionó amable. Eren sonrió de lado molesto.
— No es la gran cosa, me ha de llevar a lo mucho un par de centímetros —dijo sin poder evitar el compararse con él. Se quedaron en silencio unos segundos hasta que Eren notó lo infantil que había sonado. Historia rio.
— Vaya, ustedes dos no van a cambiar. Incluso yo que no hablaba contigo en la época escolar sé de esa rivalidad absurda que los dos tenían. Da igual, al menos él no me tiene a mí y tú sí —dijo con dulzura mientras daba un trago a su bebida. – Aunque no negaré que Mikasa luce bastante bien, quién diría que bajo esa pinta de rarita que se traía en la escuela había una mujer de tan buena compostura. Se veía muy bien —dijo mientras cortaba la carne en su plato.
— Bueno, tú eres más hermosa —comentó él a la vez que le tomaba la mano. Historia sonrió sin dejar de hacer contacto con los ojos de Eren. No estaba segura de si sus palabras eran sinceras u ocultaban algo más y si algo odiaba Historia, eran las personas mentirosas.
Terminaron su cena, lavaron los trastes y luego cada uno trabajó en sus cosas de nuevo.
Mientras tanto, Jean y Mikasa estaban recostados viendo una película en su habitación. Mikasa sabía que Jean estaba de buen humor por lo que intentaría algún movimiento en medio de la cinta, cosa en la que acertó. Después de quince minutos la empezó a olfatear insistentemente y pronto la besó con premura.
La pelinegra se dejó llevar por el momento, unos minutos después Jean ya estaba sobre ella formando una gran sombra negra que envolvía su cuerpo mientras con calidez empezaba a acariciarla.
Mikasa cerró los ojos, tenía años sin pensar en eso, pero el ver a Eren le había refrescado la memoria y es que esas posiciones le recordaban a ella durante sus primeros encuentros sexuales cuando todavía era muy joven.
Abrió los ojos de inmediato, no quería pensar en Eren mientras estaba con su pareja por lo que acercó sus labios a los de su novio para besarlo. Jean era demasiado dulce, era la forma en que mostraba el amor que sentía por ella, cosa que le parecía bien, pero al momento de fornicar a veces resultaba molesto. Nunca dejaba de acariciarla suavemente mientras se introducía en ella y de vez en cuando se le salía un "te amo". Quizá lo que le faltaba en la vida era algo de emoción, no porque Jean fuera aburrido, pero usualmente se sentía más atraída sexualmente hacia él cuando Kirstein no quería tener sexo como en las ocasiones que estaba molesto o discutiendo con ella sobre cualquier cosa relacionada a su día a día. Porque sí, Jean podía ser muy dulce en la cama, pero en la cotidianidad estaba lejos de ser una persona retraída y sumisa ante el tierno amor que sentía por Mikasa.
Quizá por eso habían durado tanto tiempo juntos, ya casi cumplían su tercer aniversario como pareja.
Sin embargo, la cosa no iba viento en popa y Jean lo sabía. Mikasa era todo lo opuesto a alguien afectuosa y sentía que en gran parte se debía a su personalidad, claro... Aunque, de cualquier modo, una parte de él no podía dejar de pensar que era porque no sentía el mismo nivel de afecto que él sentía por ella.
Jean estuvo dentro de la joven Ackerman un par de minutos, Mikasa gimió un poco y esperó a que él terminara, no era que le disgustara, lo disfrutaba, pero no había nada nuevo entre ellos dos desde hace meses. Cuando el chico terminó, se quedó encima de la pelinegra un par de segundos en lo que recuperaba el aliento.
Después de recuperar la compostura, Jean trató de introducir sus dedos dentro de Mikasa.
— ¿Qué pasa? Creí que ya habíamos acabado —preguntó ella intentando cerrar las piernas.
— Bueno, yo me vine, pero tú no. Quiero que también termines —dijo mientras con insistencia metía sus dedos en la entrepierna de la pelinegra y acariciaba su clítoris. – Además, me gusta masturbarte, es muy sexy cuando gimes —agregó mientras la volvía a recostar y la comía a besos.
Mikasa cerró los ojos y dichas imágenes que trataba de no recordar en ese preciso momento se hicieron más lúcidas.
Eren había sido el primero en su vida y siendo ellos todavía adolescentes solían tener sus primeros encuentros en la casa de la familia Jaeger, en específico, después de clases. Su hermanastro Zeke se la pasaba en la universidad todo el día y sus padres trabajaban por largas jornadas, era el lugar perfecto para que ambos pudieran experimentar por primera vez juntos.
La naturaleza agresiva de Eren le resultaba atractiva en ese entonces, de un día a otro habían pasado de ser amigos de la infancia a pareja por lo cual en un inicio era raro que aquel niño con quien se peleaba por tener su muñeco de acción favorito la arrinconara en esa misma habitación donde jugaban de pequeños.
Quizá era por la edad, pero, en ese entonces, el líbido sexual de Eren era muy alto.
Podía recordar el sonido de su pelvis golpeando la de él una y otra vez mientras escondía la mirada en los hombros del castaño y él le susurraba en el oído lo bien que se sentía estar dentro de ella. Creía que resultaba en extremo conveniente que durante esos días solía usar faldas constantemente pues había días en los que en menos de un minuto ella y Eren estaban tumbados en el piso besándose apasionadamente mientras él le abría las piernas y le tapaba la boca para que no gimiera con fuerza porque su hermano Zeke estaba en la habitación de alado.
Mikasa volvió a la realidad al darse cuenta de que se había puesto a pensar en eso en el momento menos indicado. La joven Ackerman cerró sus piernas de inmediato descolocando a Jean que seguía tratando de ayudarla a acabar.
— ¿Pasa algo? —preguntó él desconcertado.
— Creo que está bien por hoy, preferiría que durmiéramos temprano porque mañana tengo que ir al trabajo.
Jean insatisfecho le dio un beso en la frente a Mikasa y luego se paró para ir al baño. La chica por su lado se puso a reflexionar, estaba confundida.
¿Por qué diablos había tenido que volver a su vida de esa manera?
Continuará...
NOTA DE AUTOR: Resubí esta historia porque tuve problemas en mi cuenta anterior ¡Gracias por leer! ¡Estaré actualizando seguido, espero lo disfruten! Me encantaría oír sus opiniones, son las que me motivan a continuar :)
