¡Hola! He vuelto.

Estuve un poco ausente porque la musa de la creatividad ha estado lejos de mí ¡jajaja! De hecho, sigue de viaje, pero en lo que vuelve me arriesgué a escribir una adaptación de un hermoso cuento.

El autor es Horacio Quiroga, quién fue un escritor nacido en Uruguay. Es muy conocido por su cuento "El Almohadón de plumas" sin embargo hace poco terminé de leer su libro "Cuentos de amor, de locura y muerte" que es una recopilación de sus obras cortas. La última de ellas es "La meningitis y su sombra" que retrata una historia hermosa, divertida y de la cual me enamoré.

Es precisamente de aquí de dónde surge mi idea. Espero les guste y se diviertan mucho.

Cardcaptor Sakura (カードキャプターさくら Kādokyaputā Sakura, también conocida como Sakura, cazadora de cartas o Sakura Card Captors (abreviado como CCS o SCC) es una serie de manga escrita e ilustrada por el grupo de CLAMP, y cuya adaptación al anime fue dirigida por Morio Asaka.

Asimismo, este shot es una adaptación de la idea del autor Horacio Quiroga.

Por lo tanto, los personajes o idea no me pertenecen, no pretendo lucrar con esta historia, sino sólo escribir y ofrecer un poco de entretenimiento.

CUANDO ERA TU AMOR

CAPÍTULO 1

Al abrir la puerta se encontró con el mismo paisaje de todos los días. Aún no podía creer que sus padres decidieron dejar la calidez de su ciudad para vivir en un lugar donde la neblina, el frío y la lluvia eran constantes.

Li Xiao Lang llegó a Londres con ocho años cumplidos, después de las Guerras del Opio, a finales de 1842, cuando el imperio británico obtuvo la cesión de Hong Kong al Reino Unido. Aunque al inicio él y su familia eran ciudadanos de segunda categoría, con el tiempo y el esfuerzo de su padre, la familia Li, logró hacerse de un nombre en el mundo del comercio, espacio que para 1900 se volvería un parteaguas mundial.

Siendo el único varón de cuatro hermanas mayores, Xiao Lang experimentó el anhelo que su padre tenía: Que su hijo le apoyará en el negocio familiar. Razón por la cual desde pequeño recibió la mejor educación y cuando fue momento de estudiar una carrera, fue inscrito en The University College of London, que era una de las primeras escuelas en aceptar estudiantes de cualquier raza, ideas políticas o credo religioso. En este recinto educativo estudió Comercio.

El joven chino, se graduó con honores y comenzó a trabajar en el creciente imperio de su familia. Al cumplir veintiséis años decidió mudarse del hogar de sus padres para vivir en un vecindario cercano de lo que después sería conocido como el Oxford Street.

El joven comerciante era un hombre soltero, de cabello castaño, casi como el chocolate. Sus ojos dorados se asemejaban a los rayos con los que el Sol bañaba las mañanas. Era serio y trabajador, completamente enfocado en seguir apoyando a su padre.

El amor para él no era una prioridad, muchas madres deseaban que se fijará en sus hijas, sin embargo, por el momento, su único objetivo, era el trabajo, lo cual siempre le ocasionó complicaciones con sus relaciones en la alta sociedad ya que consideraban extraño la falta de compromiso marital del joven.

Desde que se mudó a su casa, ya casi un año, pasaba poco tiempo en ella, conocía a sus vecinos de nombre y vista, pero no se relacionaba con ellos más allá de eso; por ese motivo se sorprendió mucho cuando encontró en la puerta de su casa una nota del doctor Hiragizawa, uno de sus vecinos.

Un día antes, Xiao Lang había llegado a su morada después de las diez de la noche, ese papel no estaba en la puerta, lo cual quería decir, que el doctor, debió dejarlo después. Al abrirlo, quedó aún más contrariado:

"Estimado Li Xiao Lang, es de suma importancia que nos acompañe a una cena el día de hoy en casa de los Kinomoto en punto de las nueve de la noche" Doctor Eriol Hiragizawa.

Dobló el papel y volteó hacia la casa de los Kinomoto. Era una mansión a comparación de la suya. El color amarillo de las paredes siempre le pareció osado para una calle donde la mayoría de las casas eran azules o grises. Además, era la única que contaba con un patio delantero que rodeaba su casa. El gran roble de su patio trasero se vislumbraba por encima del techo. La puerta principal hecha de madera estaba entre dos grandes ventanas y en un segundo piso se asomaba un balcón, seguro de la habitación principal. Sabía que el señor Kinomoto era director del museo británico, que estaba casado con la señora Nadeshiko quién le saludaba con mucha amabilidad cada que se encontraban. Conocía a otros miembros de la familia, pero no estaba seguro de la relación con la pareja principal. Sólo sabía que la menor de todos era una joven que siempre estaba con su madre cuidando del jardín o leyendo en el balcón.

Volvió a la realidad cuando escuchó que le llamaban. Volteó para encontrarse con el vecino culpable de que estuviera parado en la puerta de su casa pensando en una familia con la que no tenía ninguna relación.

—¡Li! Buenos días, pensé que no le alcanzaría a ver, sale muy temprano —dijo, mientras subía las escaleras de la casa de Xiao Lang para estrechar su mano.

—Buenos días doctor —contestó, apretando la mano del médico. Primero su nota y ahora él en persona, ese escenario comenzaba a ser bastante extraño, pensó.

—Veo que recibió mi nota —comentó sonriendo—. Debe parecerle extraño ¿no?

—Pues sí, no voy a mentir. Me parece sumamente raro recibir una invitación de usted a una casa que no es suya.

El joven doctor volvió a sonreír. —Debo preguntarle una cosa antes y es importante que trate de ser honesto conmigo.

—Trataré de serlo, ¿qué necesita saber? —Se cruzó de brazos en señal de protección.

—¿Conoce a todos los integrantes de la familia Kinomoto? ¿Tiene alguna relación con alguno de ellos?

—Es más de una pregunta, pero contestaré —guardó silencio un momento como pensando sus palabras—. Conozco al señor Kinomoto, su esposa y algunos familiares, pero no tengo ninguna relación de amistad con ninguno. Por lo que me gustaría saber ¿a qué debo el honor de tal invitación? —dijo, esperando una respuesta a su cuestionamiento.

—¿Conoce a la señorita Kinomoto? —reviró el joven doctor, mientras sus ojos azules le observaban como tratando de ver más allá de su respuesta.

—He visto a dos jóvenes, una de cabello negro ondulado y la otra de pelo castaño. No podría decir más sobre eso porque la única persona a la que he saludado más de una vez es a la Sra. Kinomoto —explicó al doctor quien no perdía detalle de sus comentarios y gestos.

El doctor se quitó sus lentes, cerró los ojos y presionó el puente de su nariz. En ese momento, el joven Li notó que tenía unas ojeras bastante marcadas, seguramente por las noches de desvelo cuidando a sus pacientes. Eriol suspiró, observó a su interlocutor, se colocó los espejuelos y prosiguió:

—La joven de cabello castaño es la hija menor de los Kinomoto, su nombre es Sakura y es por ella que está siendo invitado a cenar.

Li no comprendió la explicación que el doctor acababa de darle, nunca había cruzado palabra con la joven que él mencionaba, a pesar del tiempo que llevaba viviendo en el vecindario. —Lo lamento, pero no comprendo…

—La joven está enferma —interrumpió el médico—. Es un diagnóstico complicado porque el único síntoma que tiene es fiebre muy alta, que la aqueja sólo por las noches. Se queda en vela...sentada...observando a la nada mientras llama a una persona ¿Se imagina qué nombre dice?

—No —respondió, con seguridad.

—El suyo... "Li Xiao Lang"

—¿¡Mi nombre!? Pero… ¿Por qué? —preguntó contrariado.

—No lo sé, sin embargo, hablé con la familia, puede que sea un delirio. Que ella le recuerda de alguna ocasión y esté reviviendo dicho acontecimiento una y otra vez.

—¡No es posible! Nunca he hablado con ella ¡no existe ningún acontecimiento! —exclamó un poco más exaltado de lo que hubiera querido.

—Entonces no debería de haber problema. Véalo como un experimento, quiero saber qué sucede cuando el dueño del nombre que profesa por las noches esté frente a ella, tal vez se calman los delirios.

A Xiao Lang no le gustó mucho la idea de ser un conejillo de indias —No estoy seguro de querer asistir —comentó, bastante incómodo.

—Le ruego que reflexione —posó su mano sobre el hombro del joven chino—. Puede ser una manera de ayudar a la joven y a la familia. Pasaré por usted unos minutos antes de la hora de la cena, esperando lo haya reconsiderado — palmeó su brazo para después despedirse con una inclinación de cabeza.

Li lo observó bajar las escaleras del pórtico de su casa tomando el mismo camino por el que llegó, perdiéndose en la neblina.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Toda la mañana y parte de la tarde Xiao Lang estuvo pensando en la joven Kinomoto. En lo absurdo que era pedirle asistir a una cena para ver a una chica con la que nunca había hablado: "no asistiré", se decía. Nadie podía obligarlo y no era su responsabilidad, además ¿¡Cómo era posible que lo llamara si no se conocían!? Si nunca habían cruzado mirada o palabra alguna.

Para su gusto, el tiempo transcurrió sin que se diera cuenta y cuando menos lo notó se encontraba en su recibidor listo para la cena. Se sentía ansioso y preocupado. El timbre sonó. Li se levantó, tomó su sombrero y salió.

En el camino, el doctor le explicó cuál sería la dinámica de la noche. Primero le presentaría a la familia, Sakura no iba a estar presente porque ya estaba en cama. El segundo momento sería la cena y por último visitarían a la joven para llevar a cabo el proceso de observación. También le advirtió del hermano mayor de la joven, así como de la tía Sonomi. Ambos no estaban de acuerdo en que un hombre entrara a la habitación de una señorita por lo que podrían ser algo…antipáticos.

Las presentaciones se dieron con prisa, se sintió como que sólo los estaban esperando para comenzar a cenar. El ambiente fue extraño: Los padres de la joven eran amables a secas, como cuando te sientes obligado de tratar bien a una persona, las miradas asesinas de Touya Kinomoto, hijo mayor de la familia, eran por demás incomodas y los comentarios agresivos de la tía siendo amortiguados por su hija se dieron desde su llegada a la casa.

Faltando quince minutos a las once todos habían terminado de cenar así que decidieron ir a ver a la menor de la familia. Mientras recorría el pasillo que iba al cuarto de la joven, se dio cuenta que todos iban en la misma dirección. La señora Kinomoto se detuvo en la puerta, estaba nerviosa, su esposo la tomó de la mano y le sonrió, ella correspondió el gesto, tomó la manija y abrió.

Lo primero que pudo observar fue la ventana, ésta daba al gran roble, se encontraba semiabierta por lo que entraba un poco de viento. Las cortinas en tonos blancos y rosas hacían juego con el color del cuarto. Un escritorio con varios libros y un sillón estaban del lado izquierdo, mientras que, del lado derecho, al centro y pegada a la pared había una cama estilo victoriano con dosel, los cortinajes tapaban la visión de la joven.

Fue en ese momento que se dio cuenta que era el único que permanecía en el umbral de la habitación, todos los demás habían ingresado colocándose en distintos puntos de la recámara. Desde la puerta vio cómo Eriol revisaba a la paciente para después mirarlo a él y pedirle que pasara.

Li entró al cuarto, caminó hacia la cama y sintió que todo sucedía en cámara lenta. Hiraguizawa se separó de la joven para darle paso, cuando estuvo más cerca pudo observarla de perfil, aunque fue por poco tiempo, ya que de pronto volteo a verlo. Lo observó por un momento que le pareció eterno. Xiao Lang sintió que sus ojos verdes lo examinaban con mucho cuidado, comenzó a sentirse nervioso nunca había experimentado una mirada tan profunda e intensa, parecía llena de añoranza y cariño, esto lo sacó de su equilibrio acostumbrado, creyó que era mejor retirarse, sin embargo, antes de que pudiera dar un paso para huir, ella le susurró:

—Li Xiao Lang —dijo con una pequeña sonrisa, para después extender su mano.

El contrariado joven chino volteó a ver a Eriol, quien con un movimiento de cabeza lo incitó a tomar la mano de la joven. Li lo hizo y con reserva se sentó en la silla que estaba a un lado de la cama. Después de eso no hubo más. Ella le observaba con mucha tranquilidad, de pronto suspiraba para luego apretar la mano que estrechaba la de él y decir su nombre acompañado de un suspiro.

Mientras tanto, el joven no entendía nada de lo que pasaba. Él se sentía como un intruso, en una habitación con personas que apenas conocía, estaba invadiendo la privacidad de una joven decente y que toda la familia le estuviera observando sólo le recordaba lo poco que le gustaba ser el centro de atención.

Por otro lado, podía sentir la mano caliente de la joven por la temperatura que la aquejaba, No era doctor, pero sentir el calor que ella le transmitía le provocaba impotencia. Podía entender las ojeras de Hiraguizawa, estaba haciendo todo lo que podía para ayudar a su paciente y nada funcionaba.

La joven estaba ahí, sentada en su cama, viéndolo y aunque su cuerpo estaba presente su mirada iba más allá, como dentro de él. Sus mejillas rojas por la fiebre le daban un toque onírico, el joven chino se preguntaba si ella deliraba o estaba soñando, pero sobre todo se cuestionaba ¿por qué con él?

No supo cuánto tiempo transcurrió, la señorita Kinomoto sólo lo observaba apretando su mano como queriendo evitar que se fuera. El silencio de toda la familia, así como sus reacciones lo tenían nervioso. Los padres de la joven se veían tranquilos, parecían incluso aliviados. El hermano echaba fuego por los ojos, mientras que la tía Sonomi había salido de la habitación blasfemando lo inaudito que era contemplar algo así. Por otro lado, la expresión de la joven de cabello negro, que resultó ser la prima de la señorita Kinomoto, no se parecía en nada a la de los demás. Se notaba la preocupación por su prima, pero el brillo en sus ojos decía que estaba disfrutando la escena.

Poco a poco la chica comenzó a recostarse sin soltar su mano y para las tres de la mañana la joven dormía profundamente, su respiración había dejado de ser irregular y poco a poco fue aflojando el agarre en su mano. Eriol le hizo señas para salir del cuarto. Estando en el pasillo se encontraron con los señores Kinomoto.

—Joven Li, le agradezco mucho que nos haya visitado. Lamento esto —la mujer calló unos segundos limpiando las lágrimas que se asomaban por sus ojos —como decirlo... esto es un poco extraño, pero, al parecer, su presencia fue benéfica. Mi hija no había dormido en toda la semana hasta que los primeros rayos del Sol comenzaban a salir y mírela ahora, ya está descansando.

—No estoy muy seguro de haber hecho algo y definitivamente la situación es… —quiso decir rarísima, pero prefirió ser amable— nueva para mí, nunca había presenciado algo así.

—¿Nos visitará mañana verdad? —preguntó la madre de la dama.

Esa invitación lo dejó sin palabras, no esperaba tener que regresar.

—Bueno, la verdad, yo no…

—Permita que le agradezcamos por su ayuda —interrumpió la señora Kinomoto—. ¿¡Venga a cenar de nuevo!? —Le pidió mientras lo observaba con mucha determinación, por un momento no eran los ojos de la señora de la casa los que le miraban, sino los de esa jovencita. Sacudió un poco su cabeza y decidió aceptar, era tarde, estaba cansado y aunque no trabajaría al día siguiente, porque era sábado, necesitaba dormir.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Sin ser consciente, se vio envuelto en una dinámica en donde de día trabajaba y por la noche era el guardián de los sueños y malestares de una hermosa joven, de cabello castaño y misteriosos ojos color jade, que sin hacer uso de sus encantos lo había cautivado.

Xiao Lang podía sentir todo lo que ella decía y lo que callaba a través de sus ojos. Su largo cabello castaño que se ondulaba en las puntas le provocaba querer tocarlo. Los suspiros que de ella emanaban le hacían imaginarse caminando por las calles de Londres a su lado, disfrutando de un viaje en la playa mientras eran bañados por el atardecer o bailando y riendo al compás de un vals.

Li no podía evitar sonreír por los apretones de mano que le daba, sentía que ella no quería soltarlo jamás lo que le hacía sentir feliz y la manera en que decía su nombre: "Li Xiao Lang" a veces sólo "Li", en otras ocasiones "Xiao Lang" incluso se llegaba a quedar sólo con el "Xiao". Pero el que más le gustaba y que le hacía sentir una corriente eléctrica cada que lo pronunciaba, era su propia versión: Shaoran.

Era algo difícil de comprender, no podía explicar lo que le pasaba ¿por qué de pronto se sentía así? La última noche de fiebre obtuvo la respuesta. Fueron pocas palabras, pero suficientes para poder comprender lo que sentía.

Él estaba sentado en la misma silla, sosteniendo su mano y observando sus ojos, había dicho su nombre tres veces, como generalmente pasaba. suspiró cuatro veces y apretó su mano una vez más de lo acostumbrado. Sakura estaba recostándose, para quedarse dormida, pero antes de eso le pidió con su otra mano que se acercará. Xiao Lang se sorprendió un poco, era la primera vez que pasaba algo así, pero obedeció, se inclinó hacia ella y escuchó:

—¿Cuándo ya no esté enferma, aún me amarás?

Li se sorprendió ante tal cuestionamiento, sus ojos se abrieron tanto que sintió un mareo, pero antes de poder responder ella ya estaba dormida. Esto dejó al joven con una maraña de sentimientos en su mente y corazón. ¿Amarla? Pensó ¿eso era lo que sentía? Por eso pensaba en ella todo el día añorando la noche para verla. Esa era la razón por la que se sentía pleno al tomar su mano y perderse en sus ojos ¿eso era el amor? Sin embargo, la realidad le llegó de golpe, Sakura estaba recuperada, esa noche solo tuvo febrícula. Cuando se retiró de la habitación, supo que la fiebre de amor había acabado y que no volvería a verla, ya que, según el doctor, la señorita Sakura no pasaba por esos episodios en las mañanas, ni siquiera parecía recordarlos.

Al despedirse de la familia Kinomoto, el padre de la joven le acompañó a la puerta. Este se encontraba muy agradecido por todo lo que había hecho. En los días que estuvo cenando con ellos tuvo la oportunidad de conocer más sobre sus vecinos. Se dio cuenta que el jefe de la familia era Japones y, al igual que su padre, llegó como ciudadano de segunda categoría. También se enteró de cómo conoció a Nadeshiko Amamiya en la universidad. Y supo que después de varios años de trabajo y esfuerzo llegó a ser director de uno de los museos más importantes del mundo. Era muy culto y amable, así que no le sorprendió que le invitará a la reunión que tenían al día siguiente:

—Es un baile en honor a nuestra hija. Su cumpleaños fue durante la semana que estuvo muy enferma, antes de que le conociéramos —explicó el señor Fujitaka con una sonrisa afable —. Cumplió diecinueve años y teníamos planeada la fiesta con anticipación. Suspendimos muchas de nuestras actividades, pero ahora que ella está recuperada seguiremos con nuestros planes y nos gustaría que nos acompañe, ya que, sin su ayuda, mi pequeña hija aún estaría enferma.

—No lo sé, es un evento familiar y yo…

—¡Oh, no! para nada —movió las manos restando importancia—. Es un evento social, vienen amigos de la familia, compañeros de mi trabajo y del de mi hijo, así que no se preocupe por eso.

—Bueno, en ese caso, será un placer —sonrió y aceptó la invitación con gusto.

—Pediré que le lleven la invitación —dijo haciendo una reverencia que fue correspondida por el joven chino.

Y era por eso por lo que se encontraba sentado en la sala de la casa de los Kinomoto un sábado por la noche, junto con el doctor Eriol, del cual descubrió era un parlanchín misterioso y bromista, totalmente diferente a él.

—¿Te diviertes Li? —preguntó, mientras tomaba una copa de vino de uno de los meseros.

—Nada me produce más alegría que estar solo —respondió con seriedad.

—¿No gozas de mi compañía? —Llevó su mano al pecho de manera dramática — ¡Tanto que me esfuerzo en ser un buen anfitrión!

—Usted no es dueño de la casa, no puede ser anfitrión —reviró con un tono de burla.

—No, pero pronto seré dueño del corazón de una de sus doncellas —respondió

Li volteó a verlo sorprendido ¿acaso Eriol estaba interesado en Sakura y él no se había dado cuenta? Imaginárselo con ella le producía un malestar desconocido, algo parecido a la molestia, lo que de inmediato le hizo fruncir más su ceño, cosa que no pasó desapercibida por el doctor, quien, apiadándose del joven, se explicó mejor.

—¡Calma, calma! No me refiero a la pequeña Sakura, sino a su prima. Además, ya te dije que me tutees.

—Yo no pensaba en la señorita Kinomoto, sólo que no esperaba esa declaración.

—¿Así que no piensas en ella? —cuestionó con un tono burlón.

—Para nada. —Trató de sonar seguro e indiferente.

—Entonces... ¿No te interesa saber lo que me dijo hoy en la visita matutina que le hice? —Observó al joven de reojo mientras tomaba otro trago de su copa.

Li calló por unos segundos, desvió la mirada y apretó sus puños. Con mucha dificultad salió de sus labios un forzado "no".

En esos días te consideré algo más que un vecino, para mí fuiste un asistente y por eso te contaré —Eriol sonrió, saludó a un par de personas que pasaban frente a ellos y esperó unos segundos más para sacar a su recién descubierto amigo de la duda—. Expresó que estaba acostada en un prado verde, viendo el horizonte y que sintió como el calor del astro rey la abrasaba, pero no la quemaba después sintió un rayo de luz tocar su mano —. El doctor levantó una mano, la que Xiao Lang siempre tomaba de Sakura—. Terminó diciendo que la calidez era agradable y después desaparecía en el horizonte.

Li no dijo nada, tampoco levantó su rostro ya que seguro estaba ruborizado. No podía evitar pensar en que esa calidez era la misma que él sentía cuando tomaba su mano, miraba sus ojos, escucha sus suspiros o pronunciaba su nombre. Pero ahora todo eso estaba en el pasado para él y en el olvido para ella.

En ese momento se escucharon aplausos que daban la bienvenida a los señores Kinomoto y a su hija.

La joven lucía un hermoso vestido blanco con flores verdes. Los hombros eran adornados con algunos volantes, el escote estaba cubierto por una tela blanca traslucida y justo en su cintura, una pretina color verde completaba el atuendo. Su cabello castaño iba semirrecogido lo que le daba un aire de inocencia. Un rubor natural adornaba su rostro al ser el centro de todas las miradas. Y mientras saludaba sus ojos se cruzaron, pero no pasó nada, fue como si ella mirará a cualquier persona, a un amigo de sus padres, a un vecino.

Li no pudo evitar sentirse completamente destrozado, quiso salir huyendo, para nunca volver, pero fue abordado por los Kinotomo.

—Joven Li ¡Qué gusto que nos ha podido acompañar! —Saludo el jefe de la familia Kinomoto.

—Para mí es un placer estar aquí —hizo una reverencia a los anfitriones que venían junto con su hija.

—Hija, él es el joven Li Xiao Lang, nuestro vecino ¿lo conoces?

Li volteó a verla, todo dejó de existir a su alrededor, su corazón comenzó a latir a una velocidad nunca antes sentida. Esa jovencita que estaba frente a él era la misma que todas las noches susurraba su nombre hasta quedarse dormida. Al verla sonreír, por un momento pensó que ella lo recordaría y pronunciaría una vez más su nombre. Pero sus esperanzas murieron cuando ella respondió:

—¡Oh, sí claro! Lo he visto pasar en algunas ocasiones mientras he estado con mamá. Mucho gusto señor Li —Hizo una reverencia.

—Igualmente —correspondió tratando de mantenerse sereno, aunque por dentro sentía que su corazón se hacía añicos. Ella no lo recordaba y él era el hombre más miserable del mundo en ese momento.

—Doctor Hiraguizawa —saludó la joven— ¡Qué bueno que nos acompaña esta noche, también! —La dama buscó algo a su alrededor y sonrió—. ¿Ya saludó a mi prima? —El doctor negó con su cabeza— ¿No le gustaría acompañarme con ella? —Sakura le dirigió una mirada al acompañante del doctor—. ¿No le importa que lo deje solo con mis padres, señor Li?

—¡Oh, no! Adelante —respondió él porque no tuvo otra opción.

Después de una ligera reverencia ella salió en compañía del doctor.

Los papás de Sakura continuaron un momento más con Li, luego prosiguieron con sus demás invitados.

Esa noche terminó sin ningún acontecimiento, no hubo suspiros o manos que se estrechaban. De manera automática él la buscaba y las pocas veces que sus miradas se cruzaron, ella sonreía y asentía, como cuando se saluda a un conocido y nada más. Xiao Lang se dio cuenta que su presencia estaba de sobra no tenía nada más que hacer ahí. Salió de la fiesta pensando en que ella no lo recordaba y él estaba completamente desolado. Las últimas palabras de la joven daban vueltas en su cabeza: "¿Cuándo ya no esté enferma, aún me amarás?".

¡Diablos! Claro que la seguiría amando con todo su ser y esa noche, estando en su habitación decidió que haría lo posible porque ella lo amara a él.

Notas Finales

Pues termina la primera parte de dos. Espero la hayan disfrutado. Mañana tendremos el siguiente y último capítulo.

Un agradecimiento especial a mi madrina Wonder Grinch / Lady Isabella por su apoyo en esta historia. GRACIAS 😊

No olviden dejar sus comentarios.