Disclamer: Todo lo conocido es de Horikoshi Kohei.
Día 6 de la KiriBaku Week 2021... Prompt: Futuro.
Portada: Y_Soushine en Twitter.
TW: Sexo oral, Juego previo, Quirk-play o Quirk-kink, Final estresante.
Los personajes son mayores de edad y ya llevan un par de años saliendo.
Llevaba un rato esperándolo en la sala, pensando que quizás su novio se había metido a bañar antes de darse cuenta de que no oía el agua correr. Gritó su nombre un par de veces, escuchando atentamente a ver si le escuchaba decir algo; nada, silencio absoluto. Bakugou empezó a preocuparse. Saltó del sofá lo más rápido que pudo y corrió a la habitación que compartían. A pesar de ser de noche, la luz del cuarto estaba apagada y la opresión en su pecho fue creciendo hasta que el vacío se hizo enorme. Abrió la puerta con una patada y le dio con fuerza al interruptor.
Su corazón intentó volver a latir al ver a Kirishima sentado sobre la cama, con la espalda desnuda pegada contra la pared y observándolo apenado. «¿Qué mierda está haciendo el tonto este?». Bakugou mantuvo los ojos cerrados unos segundos, tomando bocanadas de aire para tranquilizarse. Los volvió a abrir para dedicarle una mirada que prometía matarlo si no le explicaba lo que estaba haciendo.
—¡Feliz cumpleaños, Kat! —susurró, pasándose los dedos sobre el cabello, aplastándolo más de lo que ya estaba.
—¿Es que acaso eres imbécil? —le preguntó, agarrándolo del tobillo que tenía más cerca y halándolo hacia la esquina de la cama.
Se detuvo en seco cuando se dio cuenta de que su novio mantenía una caja de regalo sobre su regazo, agarrándola con ambas manos como si su vida dependiera de eso; intentando mantenerla en su sitio.
—¿Qué tienes ahí, Kirishima? —preguntó, agachándose un poco; quería corroborar que lo que él pensaba no era verdad.
—Mi regalo —respondió, mordiéndose los labios—. Perdona si te preocupé, Kat. Eso no fue muy varonil de mi parte pero quería darte una sorpresa especial.
Bakugou pasó varias veces la mirada del empaque naranja a los ojos rojos de su novio; queriendo decidir si lo haría explotar o le saltaría encima. Lo vio de reojo, olvidándose del malestar que le había hecho sentir; o eso podría pensar Kirishima. «Sí, lo mataré después de esto». Bakugou usaría ese pequeño juego para hacerlo pagar.
—Más te vale estar listo… —murmuró, rozando el lazo negro sobre el paquete de regalo antes de acercarse a sus labios y añadir—, Ei.
Lo último lo dijo con esa voz rasposa y grave que había descubierto gracias a su novio; y que sólo utilizaba estando con él. Se levantó de la cama e hizo temblar a Kirishima con su expresión antes de gesticular para que se moviera más hacia la cabecera. No tuvo que esperar mucho para que él lo entendiera y le hiciera caso. Apenas estuvo satisfecho, fue a sentarse a horcajadas sobre los muslos de su novio, quedando justo detrás de la caja de regalo y le hizo señas a su pareja para que acercara el rostro al suyo.
Le plantó un beso, necesitado. Enredó con ansias los dedos en los vellos de su nuca antes de morderle el labio y recoger su sedoso cabello en una coleta alta. «Bendito el día en el que se me ocurrió cargar con varias de estas en la muñeca».
Estaba desesperado. Bakugou se sentía morir. En un arrebato, había quitado el paquete naranja de encima de la ingle de su novio, dejándolo totalmente expuesto, y se dedicó a comérselo con la mirada.
—¿Verde? —preguntó Eijirou, manteniéndole la mirada apenas el par de ojos rojos se encontraron.
—Sí. —Bakugou no podía ocultar su sonrisa cada vez que su novio se acordaba de aquella petición que había hecho una de las primeras veces que habían tenido sexo.
Ninguno se movía, esperando a ver quién mostraría pleitesía en ese íntimo momento. Respiraban casi al mismo tiempo y sentían sus bocas secas, sus labios pidiendo atención; aunque no eran sólo sus labios los que estaban sedientos, expectantes, sumidos en la necesidad que el torbellino de emociones los hacía sentir.
De un momento a otro, Bakugou notó que Kirishima le apretaba los pectorales por encima de la camiseta. «Por alguna extraña razón, él adora hacer eso». Pero él sólo quería besarlo, al menos por el momento, explorar con su lengua esa boca completamente conocida para él.
—Me fascinan tus pechos. —Bakugou no estuvo seguro si había gritado lo anterior o era que estaba muy cerca de su oído cuando lo escuchó.
—Son pectorales —refunfuñó, clavándole los dientes en el hueco de su cuello.
Bakugou oyó a Kirishima tragar con fuerza, llevándolo a posar la mirada en la parte delantera de su cuello y, viendo su manzana subir y bajar. Un recuerdo le inundó la mente cuando movió el cuerpo más hacia adelante y terminó sentado con la capacidad de frotarse contra su novio. Comenzó a hacerlo en un instante. Ambos dejando escapar cortos y agudos gemidos; cubriéndose la boca con las manos.
—¡Ahvhgsts! —Un temblor le recorrió el cuerpo a Kirishima.
—Recién estamos empezando. —Bakugou sabía cómo prenderle mecha a su novio.
—¡K-Kat, —Los agudos sonidos contrastaban con su ronca voz—, por favor!
—Tienes que ser más específico, —susurró cerca de su oído, mordisqueándole el lóbulo justo antes de terminar la frase al añadir—, Ei.
—¡Tócame! —Le salió más alto de lo que esperaba—. Por favor, Kat. —Parecía querer acallar su voz al morderle el hombro a su novio—. ¡Te necesito!
—Desvísteme primero. —Bakugou apartó rápidamente las manos de su cuerpo, recibiendo un bufido por la separación. Él era consciente de que a su novio le ponía que lo mandaran y, para qué negarlo, a él le excitaba decirle qué hacer.
—¡Tan masculino! —Las pupilas de Kirishima se dilataron al oírlo.
En un solo movimiento, como si fuese un acto practicado, Kirishima los volteó. Bakugou quedó con la espalda sobre la cama y su novio encima de sus caderas. Los dos iris se encontraron, rubíes y brillantes, dejándolos sin aliento y logrando aumentar las ansias que, junto con el calor que sentían en el abdomen y la intensidad de ambas miradas, los empujaba dolorosamente hacia el clímax.
Kirishima comenzó metiendo ambas manos dentro de la camiseta de Bakugou, acariciando la piel de su abdomen marcado, trazando un camino sobre los músculos que poco a poco lograba apreciar frente a sus ojos,. Le rozó con las yemas las pequeñísimas quemaduras, causadas por su don, que cubrían su bronceada complexión.
Enrolló sus dedos en la tela negra y la levantó lentamente hasta sacársela de encima, antes de halarlo por la nuca con la camiseta como si de una cuerda se tratase, acercándolo para plantarle un sonoro beso. Llevó una mano hasta sus rubias hebras y enredó sus dedos en ellas. Tiró suavemente de su cabello, ganándose el quejido que salió de los labios de Bakugou, antes de empujarlo y volver a hacer que pegara su espalda completamente a la cama.
Le repartió cortos y húmedos besos desde la comisura de sus labios hasta donde comenzaba la liga de su pantalón de entrenamiento; mezclándolos con suaves mordiscos y lamidas. Volvió a subir y se detuvo a la mitad de su pecho, apretando ambos pectorales con las manos antes de tomar con sus labios uno de los pezones, sintiendo como se endurecía entre caricias, yendo a consentir al otro con los dedos mientras repetía sus acciones anteriores al dejar un rastro húmedo hasta su ombligo.
Bakugou se apoyó sobre sus antebrazos para elevar el torso y ver lo que su novio hacía. Observó, sintiendo su erección sacudirse, como él le clavaba los dientes en la liga de su pantalón y se lo bajaba sólo con la boca; y un poco de su ayuda, claro, al levantar las caderas cuando entendió lo que quería hacer. No despegó la vista de Kirishima hasta que sintió una lengua húmeda y cálida lamer la delicada piel justo encima de donde empezaba el vello.
—¡Termina de desvestirme, Eijirou! —dijo, echando la cabeza hacia atrás por la mezcla de sensaciones que le proporcionaba su novio.
La respuesta no llegó tan rápido como hubiese querido. Bakugou tenía a su pareja jugando con su miembro, besándolo suavemente; mordisqueándole el interior de sus muslos con más parsimonia de lo que lo había visto hacer antes, pero aún no se lo había metido en la boca; ni parecía que fuese a hacerlo pronto. Era más que obvio que Kirishima disfrutaba lo que hacía, tanto que lo veía a los ojos con esa mirada de cachorrito inocente.
—¿Qué… Ei, —Fue interrumpido por una oleada de calor, nublándole la mente en un instante y haciéndolo tensar el abdomen antes de poder terminar su pregunta—, qué haces?
Kirishima vio su reacción y bajó las manos por sus piernas, liberándolo por completo de sus pantalones e interiores, justo antes de que él le llevara una mano a su rojizo cabello por la excitación. Bakugou observó a Kirishima volver a subir por sus piernas, desde sus tobillos hasta su miembro, dejándole más besos en el camino, activando sus terminaciones nerviosas hasta el punto de tener que resistir un sonoro gemido que quería escapar de su garganta; aunque vivían solos, ya se le había hecho costumbre eso de no hacer tanto ruido.
Bakugou no pudo evitar arquear la espalda, buscando más contacto, cuando Kirishima se metió uno de sus testículos a la boca. Tiró de su cabello mientras cerraba los ojos para evitar que él viese como rodaban hasta la parte de atrás de su cabeza.
Por la forma en la que Kirishima lo estaba tratando, tentándolo con demasiada lentitud, él creía que esperaría mucho más para el tan ansiado roce. Bakugou sacudió las caderas con fuerza cuando su novio se metió su polla, entera hasta la garganta, en un sólo movimiento, y lo sintió succionar violentamente; aumentando la desesperación de ambos. Rodeó toda su longitud con su juguetona lengua y logró deshacerlo con la felación que le proporcionaba.
Nunca se imaginó en aquella situación, no porque Eijirou no le hubiese hecho eso nunca antes sino porque, gracias a su ajetreada vida de héroes, todo eso estaba muy lejos de la usual sesión de besos y penetraciones secas a la que se habían acostumbrado en los últimos meses. Esa vez se sentía diferente; mucho.
Tan diferente como cuando Kirishima lamió desde la base hasta la punta con lentitud antes de dejarle un beso en el glande. Diferente como cuando se tomó el tiempo de acariciarle los muslos con cariño. Todo era tan diferente que Bakugou no sabía qué hacer o qué decir.
Se quedó en silencio unos segundos o, al menos, lo más que pudo mientras se mordía los nudillos para evitar que saliera casi cualquier sonido que escalara desde su garganta; a veces se presionaba mucho a sí mismo y no terminaba de estar completamente cómodo con la voz extremadamente aguda con la que gritaba en la intimidad. Cerró los ojos para que su novio no viera que se le volteaban solos, jurando internamente que no era su intención pero que no quería que dejara de pasar.
En medio de las sensaciones, entremezclado con la falta de oxígeno y las vueltas que le daba la cabeza, Bakugou fue consciente de lo que estaba por suceder. Del cosquilleo bajo su estómago, del frenesí que demostraba el movimiento de sus caderas contra la boca de Kirishima, de lo fuerte que le agarraba la cabeza, de la velocidad de los latidos de su corazón y de la necesidad de boquear en busca de aire.
—¡Ojjs! —gritó, cuando frente a sus ojos comenzaron a aparecer destellos de colores—. ¡Ei!
—Kat, relájate —murmuró, acariciándole la pierna; observándolo de rodillas sobre el suelo—. No pienses en nada, anda; déjate ir.
—Ei, y-yo… —Sí, Bakugou Katsuki tartamudeaba; de pronto, se le hizo muy difícil terminar la frase.
Y se corrió. Se vino como hace tiempo no lo había hecho. Destellos de colores brillaban frente a sus ojos, aunque los tuviera cerrados. Su cuerpo temblaba, extremadamente sensible mientras pasaba el orgasmo bajo las atentas caricias de su novio. Suaves roces alrededor de su cintura y dulces besos en su pecho fue lo que recibió cuando su mente logró regresar a la realidad.
Kirishima le sonreía orgulloso, tranquilo; aunque sus dilatadas pupilas le mostraban lo contrario. Bakugou levantó un brazo, rodeando a su novio de la cintura cuando él se acercó a besarlo. Terminó de disfrutar del clímax mientras sus labios se encontraban, peleando por el control de la situación. Su mano libre se posó en la nuca de Kirishima, ahí donde empezaba su columna, y lo sintió temblar sobre su cuerpo, haciendo que se separara en medio del beso.
Bajó dos dedos por su espalda, presionando sólo las yemas sobre su columna y activando todos los nervios en el cuerpo de Kirishima. Movió la otra mano hasta su trasero, apretándolo con ganas mientras le mordía el hombro. Una sonrisa pícara se dibujó en el rostro de Bakugou al oír los sonoros suspiros escapar de la garganta de su novio.
Succionó con fuerza donde había mordido y observó como la piel comenzaba a ponerse morada; siempre le hacía una marca, a veces con la boca, a veces con las manos, a veces con su don y a veces sin él… pero siempre lo reclamaba como suyo para luego repartirle cuidadosos besos alrededor.
—Kat —exclamó a media voz, casi en un susurro que sólo podría haber oído él.
—¿Qué sientes, Ei? —Bakugou le acariciaba las caderas mientras esperaba su respuesta—. ¿Qué quieres?
—Fóllame, —Kirishima se empezó a mover sobre él, aumentando la fricción entre ellos—, hazme tuyo, Kat… ¡por favor!
—¿Cómo? —le preguntó, sosteniéndole la barbilla para poder verlo a los ojos.
Bakugou sólo quería complacer a su novio después de lo que le había hecho a él, y estaba seguro de que se vendría de nuevo esa noche; el sólo pensamiento hizo que su polla vibrara por la anticipación.
—Cómo… —Kirishima suspiró sobre él, presionándole el pecho—, como quieras. —Intentó alejar su mirada en la de su novio al darse cuenta del sonrojo que atacaba sus mejillas—. ¡Sólo hazlo!
Bakugou lo movió para tener mejor acceso a su cuello y acercó la boca a su oreja.
—Cuéntame lo que quieres que te haga, Ei —murmuró con ansias, lo rasposo de su voz atontándole aún más al cerebro a Kirishima.
—Destrózame —respondió unos segundos después, cuando logró juntar algunas de las partes de su mente—. Hazme tuyo como nunca antes.
La única opción que la mente de Bakugou logró procesar fue usar su don. Como buen héroe, y poniendo sus cualidades primero, controló la intensidad de las pequeñas explosiones que salían de sus palmas y pinchó en el hombro a su novio, quemándolo débilmente y logrando alejarlo lo suficiente para sacarlo de la cama, antes de apresarlo con su cuerpo contra el suelo.
—Déjamelo a mí, Ei. —Consiguió decir después que su novio tomara algunas bocanadas de aire.
—Ya estoy listo, no tienes que… —Kirishima sonaba totalmente impaciente, volviendo a frotarse contra su abdomen.
—Déjame consentirte un poco a ti también. —Se acercó a su boca, besándolo con pasión, depositando en él todo lo que sentía.
El sonrojo de Kirishima le llegaba al cuello y Bakugou no podía estar más feliz de ser el causante de los suspiros entrecortados, de las intensas inhalaciones mientras una de sus manos (con su singularidad activada) recorría el torso de su novio, y de verlo mordiéndose los labios con tanta fuerza que comenzaba a sacarse finos hilos de sangre.
Lamía sobre cada pequeñísima explosión, intentando calmar el shock que representaban. Hace unos meses lo habían hablado y Kirishima había estado de acuerdo en que él podría usar su don para empujarlo al clímax entre esas cuatro paredes, se habían dado cuenta que a Eijirou le excitaba cuando una noche Bakugou no había logrado controlarse y había terminado dejándole pequeñas explosiones en la espalda.
Pero nunca lo habían llegado a intentar conscientemente y Bakugou, al darse cuenta de que su novio se aferraba a él con demasiada fuerza, sentía el calor consumirlo desde la parte baja de su abdomen.
—¿Puedo?
Bakugou bajó una mano hasta su totalmente dura erección, arrancándole un grito a Kirishima por la sorpresa, distribuyó el líquido que ya comenzaba a salir con calma; ganándose los bien merecidos tirones de cabello que su novio comenzó a darle. Presionó suavemente alrededor de la base y Kirishima arqueó la espalda en respuesta a la mezcla de dolor y satisfacción que le causó.
—Kat… —No logra terminar la frase al sentir la boca de Bakugou alrededor de su glande.
Caliente, esa era la forma en la que Kirishima podría describir aquella acción de su novio. No lo besaba, no succionaba, no chupaba, no nada; sólo estaba ahí, transmitiéndole, con cada exhalación de aire, esa sensación tan placentera. Y dolía, ya había llegado a ese punto en el que el dolor lo llevaba a moverse con desesperación; buscando más, deseoso de tenerlo todo.
Una lamida justo en la cabeza. Humedad. Con los dedos de una mano enrollados en las hebras rubias de Bakugou, intentando mantenerlo quieto, y la otra presionando su antebrazo para evitar que detuviese el vaivén de sus caderas, la forma en la que penetraba hasta la garganta a su novio.
Bakugou sabía que estaba cerca. Los gritos de pleitesía, los gemidos guturales, las lágrimas que empezaban a salirle de los ojos; todo eso lo empujó a moverse con fuerza. Rodeó a Kirishima de la cadera, impidiendo su capacidad de buscar hasta el más mínimo roce.
Acercó el índice a la pequeña abertura y el rugido que escuchó salir de Kirishima llenó la habitación, retumbando contra las paredes, casi creando eco alrededor suyo. Repartió pequeñísimas explosiones en sus muslos, observando de cerca la polla de su novio temblar luego de cada una.
Dos dedos subiendo desde la base antes de explotar una vez más. Luego llegó un silencio demasiado extraño para la situación y sintió todos los músculos de su novio tensarse hasta lo imposible; eso lo alarmo, y mucho.
—Ro...
Subió el rostro hasta ver su expresión. Los ojos de Kirishima abiertos lo más grande posible, como desorbitados, sus dientes presionando su muñeca.
—¡Rojo! —exclamó al alejar el brazo de su boca.
Bakugou se alejó enseguida, con el miedo corriendo por sus venas. El pánico de haberle hecho daño a su novio. No podía negarlo. Intentó acercar una mano hacia Kirishima pero él rodó fuera de su alcance más mínimo roce.
—Eijirou, —Le temblaba la voz, estaba es shock; debía haberse sentido extremadamente mal como para usar su palabra de seguridad—, yo… n-no quería... lo si-siento.
—Sólo… —Kirishima tampoco era capaz de armar una oración con sentido—, quédate ahí.
—Perdona, Ei… Yo no quer… —Una mano alzándose en su dirección le hizo callarse inmediatamente.
—No, por favor. —Kirishima tenía la otra mano sobre su pecho, como previniendo que explotara de improvisto—. No hables.
—Si quieres me voy, Ei —dijo, levantándose de un salto—. No quiero causar más problemas pero quiero calmarte.
El silencio se empezó a volver pesado. Las piernas le temblaban así que se sentó en la cama, aún sin saber si debía irse o quedarse a cuidarlo y asegurarse de que estaba bien.
—Katsuki, —A Bakugou se le erizaron todos los vellos del cuerpo al oírlo—, no vuelvas a hacer eso.
—Claro que no, Ei. —Bajó la mirada al suelo, observando el espacio donde estuvo unos minutos atrás.
—Fue muy extraño. —Bakugou lo escuchó suspirar—. Dolía, picaba, ardía. No sé…
—Tranquilo, no tienes que volver a ello. —Quería verlo y abrazarlo pero no sabía si él estaría de acuerdo—. ¿Puedo acercarme?
Kirishima se sentó en la otra esquina de la cama. Tomó un par de bocanadas de aire antes de acostarse para apoyar la cabeza en su regazo. Bakugou no pudo evitar el suspiro que escapó de sus labios cuando lo tuvo cerca de nuevo.
—Nunca he querido hacerte daño, Ei —murmuró, colocando una mano sobre su cabello, acariciándolo lentamente—. Yo… l-lo siento.
—No tienes que disculparte, Kat. —Sus miradas se encontraron—. Y no te preocupes, ya pasó…
A Bakugou se le derritió el corazón con la sonrisa que su novio le dedicó. Le limpió con el pulgar libre las lágrimas que seguían en sus mejillas y acunó su rostro con la mano, acariciando suavemente el hueso de su mandíbula.
—Te quiero, Ei. —Bakugou seguía nervioso pero dejó que sus labios se curvearan en una sonrisa—. Perdona.
—Yo también, Kat —susurró Kirishima antes de cerrar los ojos.
Se quedaron en la misma posición hasta que la respiración de Eijirou se profundizó, dándole a entender a Bakugou que se había quedado dormido.
—No quiero hacerte daño, mi dragón —musitó lo más bajo que pudo.
Lo tomó en brazos y, con toda la suavidad que podía, lo deposito en su lado de la cama antes de rodearlo de la cintura y abrazarlo. Aspiró su olor un par de veces antes de caer rendido a su lado.
¡Gracias por leerlo!
Admito que me cuesta demasiado escribir tan explícito y, aunque no sea la mejor historia, sí estoy orgullosa de haber logrado escribirla.
Estoy ansiosa por leer sus comentarios, me encantaría mejorar con su ayuda.
Espero que les haya gustado... Los espero en la cajita de abajo.
