El lazo que juramos proteger
Disclaimer: Naruto y Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.
Resumen: Colección de one-shots ubicados en el universo de Vínculo.
#1: Aunque ninguno de los tres había llegado al momento de su maduración como para presentarse oficialmente como alfa, beta y omega, Sakura estaba segura de que Sasuke debía ser un alfa. Sería su alfa. El joven Uchiha tenía tanto talento y era tan fuerte que solo podía ser un alfa. Ella podría ser su omega. Incluso puede que estuvieran destinados, aunque los casos de parejas destinadas eran tan pocos que muchos no se lo tomaban en serio.
Seguro que cuando ambos se presentaran, Sasuke como alfa y ella como omega, al fin estarían juntos. Nadie podría interponerse entre ellos. Ni siquiera Ino, su rival por el amor del joven Uchiha.
Imaginen su sorpresa el día que se enteró que Sasuke no era un alfa, sino un omega, que además había tenido su primer celo con Naruto, quien sí había resultado ser alfa. Y que, para rematar, ambos ahora estaban enlazados.
Aclaraciones:
-Esta colección de one-shots está ligada a la historia Vínculo, que pueden ver en mi perfil. Es recomendable leer primero esta historia, puesto que ambas se ubican en el mismo universo.
-Es un omegaverse con Alfa!Naruto y Omega!Sasuke, por lo que es un Narusasu yaoi.
-No contendrá escenas de sexo explícito, pero sí se menciona actividad sexual entre menores.
-Los capítulos no estarán en orden cronológico, sino según se me vaya ocurriendo.
-Si hay alguna escena en particular que les gustaría que escribiera, pueden dejarlo en los comentarios.
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Primer celo
—Mi nombre es Uchiha Sasuke. Me disgustan muchas cosas y no me gusta nada en particular. Mi meta para el futuro no es un sueño, porque voy a conseguirlo. Quiero acabar con cierta persona.
Sakura observó perpleja a su nuevo compañero de equipo, el último de su clan. Tenía una mirada de determinación en su rostro y sus palabras habían sido expresadas en un tono de voz serio y monótono.
Acababa de ser asignada en el mismo equipo que Uchiha Sasuke, el mejor de su clase, y Uzumaki Naruto, el idiota que no supo cómo consiguió graduarse. Su encargado de equipo, un alfa de cabellos plateados que, por alguna extraña razón, ocultaba su rostro bajo una máscara junto a uno de sus ojos, les miraba sin ningún tipo de interés.
Hatake Kakashi era su nombre. Un jounin que de desde ese momento sería su sensei en su equipo de tres personas. Aunque, si era sincera, este no parecía interesado en lo más mínimo en tener que relacionarse con ellos, tres genin recién graduados que no sabían nada de la vida.
Podía comprender su actitud con respecto a Naruto. Al fin y al cabo, el chico era un lunático que no se tomaba nada en serio y se la pasaba gritando de un lado a otro que quería ser Hokage. Ni siquiera entendía cómo Sasuke lo soportaba, puesto que ambos siempre estaban juntos, por muy extraño que pareciera. Su adorado Sasuke era el chico más inteligente que había conocido, era serio, maduro y, además, tenía un aire misterioso rodeándole que le añadía a su atractivo.
Por eso no comprendía qué hacía alguien como él pasando tiempo con alguien como el rubio chico del irritante trajecito naranja. Desde el inicio de la academia que ellos se habían mantenido juntos como si fueran uña y mugre, y Sakura no lo comprendía. Seguro que alguien como el ojiazul no podría ser otra cosa que un beta. No había ninguna forma de que el Uzumaki terminara siendo un alfa y, probablemente, tampoco un omega.
Aunque ninguno de los tres había llegado al momento de su maduración como para presentarse oficialmente como alfa, beta y omega, Sakura estaba segura de que Sasuke debía ser un alfa. Sería su alfa. El joven Uchiha tenía tanto talento y era tan fuerte que solo podía ser un alfa. Ella podría ser su omega. Incluso puede que estuvieran destinados, aunque los casos de parejas destinadas eran tan pocos que muchos no se lo tomaban en serio.
Seguro que cuando ambos se presentaran, Sasuke como alfa y ella como omega, al fin estarían juntos. Nadie podría interponerse entre ellos. Ni siquiera Ino, su rival por el amor del joven Uchiha.
—Interesante…—murmuró su sensei con un deje de aburrimiento. — ¿Y que hay de ti, rosadita? —la señaló para que se presentara.
—Me llamo Haruno Sakura. —sonrió. —Y, bueno… Lo que me gusta es… Quiero decir, la persona que me gusta es…—observó a Sasuke por el rabillo del ojo y soltó una risita. —Mi sueño para el futuro es…—otra mirada hacia el ojinegro.
—Hmm…—murmuró el mayor y, sin hacer ningún comentario, giró su vista hacia el único que faltaba.
— ¡Yo soy Uzumaki Naruto, de veras! —exclamó con energía. — ¡Lo que me gusta es el ramen! De miso, de cerdo… ¡Especialmente el ramen de Ichiraku! No me gustan los minutos que hay que esperar para que el ramen esté listo. —arrugó la cara con disgusto. — ¡Y mi sueño para el futuro es convertirme en el mejor Hokage que todos hayan visto!
Sakura roló los ojos. Como si fuera posible que ese bobo algún día pudiera convertirse en Hokage. Apenas podía arrojar un kunai e incluso había reprobado dos veces el examen de graduación antes de poder ser aceptado como genin. Al final la tercera fue la vencida, aparentemente.
Su sensei los despachó no sin antes advertirles que tendrían un examen al día siguiente y que debían ser puntuales con la hora y, especialmente, que se les ocurriera desayunar porque vomitarían.
Observó a sus dos compañeros ponerse en pie para marcharse y, antes de que lo lograran, decidió actuar.
— ¡Sasuke-kun! —el aludido se detuvo y la miró, ninguna expresión en su rostro. —Me preguntaba si quisieras… ¿tal vez almorzar conmigo? —preguntó con timidez. —Ya sabes, ahora que somos compañeros de equipo, debemos conocernos mejor.
— ¿Y qué hay de mí? —Naruto se metió en la conversación. —Yo también soy parte del equipo.
La pelirrosa frunció el ceño y estuvo a punto de decirle que no se entrometiera, pero el Uchiha le ganó al momento de hablar.
—No me interesa. —le contestó este con simpleza. —Vámonos, dobe. —le indicó al rubio antes de reanudar su camino.
— ¡Hey! No es necesario que seas tan grosero con Sakura-chan. —le gritó este, comenzando a seguirlo.
Los vio desaparecer juntos y apretó los puños, enfadada consigo misma y con Naruto.
¿Por qué Sasuke se iba a almorzar con él mientras que a ella no la mirada dos veces?
No importaba. Se esforzaría para demostrarle que ella era perfecta para él. Así, cuando Sasuke se presentara como alfa, la vería como la perfecta compañera que podría ser para él.
Imaginen su sorpresa el día que se enteró que Sasuke no era un alfa, sino un omega, que además había tenido su primer celo con Naruto, quien sí había resultado ser alfa. Y que, para rematar, ambos ahora estaban enlazados.
Ese día, Sakura se levantó tranquila.
Había desayunado, se había vestido mientras tarareaba una canción y, como no tenían ninguna misión pronto y su sensei no los había llamado, se dedicó a caminar por las calles de la aldea.
Llevaba ya cuatro meses desde que era parte del Equipo 7 y, aunque ahora podía pasar más tiempo con Sasuke, no lograba realmente acercarse a él. Este solo le hacía caso a Naruto.
Se preguntó qué estarían haciendo, porque lo más probable es que se encontraran juntos en los tres días que llevaba sin verlos.
¿Por qué ella no podía acercarse a Sasuke con la misma libertad que el idiota de Naruto lo hacía? ¿Cómo es que Sasuke, con lo reservado y serio que era, toleraba estar con alguien tan problemático?
Seguía sin comprenderlo.
Caminó sin un rumbo fijo durante largos minutos con el único objetivo de distraer su mente cuando de pronto algo chocó contra ella desde atrás.
— ¡Quítate de ahí, frentesota! —exclamó la voz de la persona que acababa de empujarle.
— ¡Tú fíjate por dónde vas, Ino-puerca! —le respondió girándose, notando como su rubia rival llevaba un ramo de margaritas entre sus brazos. — ¿Y eso?
— ¿Qué no sabes? —le preguntó reprobatoriamente. — ¡Sasuke-kun está en el hospital! Las flores son para él.
— ¡¿Qué?! —chilló, olvidando su enojo por la Yamanaka. — ¿Cómo que Sasuke-kun está en el hospital? ¿Qué le ocurrió?
—Eso pienso averiguar. ¿Te quedar ahí o vienes conmigo?
Y así, sin más, ambas corrieron juntas hasta el hospital de Konoha. Al entrar, lo primero que hicieron fue preguntar por Sasuke y, sin planearlo, se encontraron con Kakashi en la sala de espera del hospital.
— ¡Kakashi-sensei! —Sakura se apresuró a acercarse a él, segura de que tendría las respuestas que buscaba. — ¿Cómo está Sasuke-kun?
—Él y Naruto están bien, Sakura. No te alteres.
— ¿Naruto? —exclamó sin comprender. — ¿Naruto también está aquí?
—Sí, bueno… Ambos se metieron en algunos problemas.
Abrió la boca para preguntar cuando el mencionado rubio apareció en la recepción.
Lucía afligido, sus ojos centrados en el piso. Se rascaba la cabeza distraídamente con una mano y, en lugar de su chaqueta y pantalones anaranjados, llevaba puestos una camiseta y pantalón de hospital. Pero eso no fue lo que llamó su atención. Lo que verdaderamente capturó su atención fue su olor y la herida de mordedura reciente en la base de su cuello.
Alfa.
Sus sentidos gritaron.
Naruto olía como un alfa. Era un alfa.
Y no solo eso. Olía también a apareamiento. Se había apareado con un omega y se había enlazado, según la marca que ahora portaba en su piel.
A las dos chicas presentes se les cayó la mandíbula por la impresión.
—Naruto. —lo llamó su sensei. Este alzó la vista con una mirada dudosa. — ¿Qué te dijeron?
—Eeeh… Solo dijeron que estaba algo deshidratado por no haber comido bien estos días. Aparte de eso, estoy bien.
Obtuvo un asentimiento de cabeza como respuesta, indicándole que había sido escuchado.
—No entiendo. —musitó Sakura. — ¿Qué ocurrió contigo, Naruto? ¿Dónde está Sasuke-kun?
—Venía detrás de mí.
Y como prueba, el Uchiha apareció por el mismo lugar por el que había aparecido el rubio. Vestido con la misma ropa de hospital y con un rostro que notaba que se encontraba de un humor de los mil demonios.
Y Sakura se paralizó.
No era posible.
Sasuke olía a…
Omega.
Su corazón dejó de latir y sintió como el color se le iba del rostro al notar su nuevo olor. Olor a omega recién apareado, impregnado con el olor a alfa que minutos antes reconoció propio de Naruto. Y la mordedura en su cuello. Sasuke tenía una mordedura en su cuello, igual que el rubio.
Pero no podía ser. Eran muy jóvenes. Ni siquiera habían cumplido los trece años. Eran niños aún.
A su lado, Ino había dejado caer al piso el ramo que mantenía entre sus manos, igual de estupefacta que ella.
Sasuke no era un alfa, era un omega. Y estaba enlazado a Naruto. Ambos se habían marcado como compañeros de vida.
Y, sin poder soportarlo, sintió sus fuerzas abandonarle y sucumbió ante la oscuridad.
— ¡Hey! No es necesario que seas tan grosero con Sakura-chan. —escuchó el grito a su espalda y roló los ojos.
Naruto le había alcanzado y ahora caminaba junto a él.
—Entre más pronto se le meta la idea a la cabeza de que no quiero nada con ella, más pronto podremos funcionar como un equipo.
El rubio murmuró un "hum" pero no le respondió y se limitó a seguirle el ritmo al andar.
—Hey, Sasuke. —lo llamó con voz insegura. El pelinegro giró el rostro para que supiera que lo estaba escuchando. —Ya sabes… Sobre lo de hoy en la mañana…
Ese día, antes de que les asignaran sus equipos, se habían besado.
Fue un beso no intencional. A Naruto lo empujaron por accidente y cayó encima de su mejor amigo sin poder evitarlo, juntando sus labios torpemente en un contacto que no duró más que algunos segundos.
—No te martiries por eso. Sé que fue un accidente.
—Sí, ya lo sé, pero yo…—sus pies se detuvieron sin que lo planeara, si mirada enfocándose en el suelo. Sasuke también se detuvo, arqueando una ceja ante su extraño comportamiento. —La verdad es que…—respiró hondo y, armándose de valor, alzó la vista para enfocar sus ojos en los de su amigo. — ¡Me gustas! —las mejillas le ardieron sin que pudiera disimularlo. — ¿S-Saldrías conmigo?
El Uchiha parpadeó una vez. Dos veces. Tres veces.
Luego, roló los ojos.
¿En serio ese idiota era tan despistado?
—Dobe, te lo dije cuando nos conocimos. Eres mío. Somos compañeros. Mi olor debería decírtelo.
"Eres mío." Resonó en su cabeza. Esas habían sido las primeras palabras que Sasuke le había dicho el primer día de la academia. "Tu olor me lo dice. Me perteneces."
El cerebro del rubio parecía haber hecho cortocircuito.
El Uchiha volvió a rodar los ojos y le tomó de la mano, jalándolo para que siguiera caminando y pudieran ir a buscar algo de almorzar de una maldita vez.
— ¡Espera, espera, espera! —lo paró abruptamente. — ¿Eso quiere decir que sí quieres salir conmigo?
—Quiere decir, —enfatizó. —que nos pertenecemos. —al ver la cara de completa confusión de su compañero, suspiró. —Bien. Somos novios. —declaró. — ¿Eso sí lo entiendes?
Desde entonces estaban juntos oficialmente, aunque para Sasuke realmente nada había cambiado puesto que él ya consideraba a Naruto como su pareja. Simplemente que, como aún eran niños, no vio la necesidad de expresar su afecto de otra manera.
Para Naruto sí hubo una diferencia. Ahora Sasuke y él ya no eran solo amigos, así que podía tomarlo de la mano más a menudo y abrazarlo más que antes. Siempre habían estado juntos, así que realmente no hubo un cambio drástico en su manera de interactuar, pero que ahora pudieran etiquetar su relación en un escalón diferente hacía que se le acelerara el corazón.
Y el tiempo pasó normal, como siempre.
No mencionaron nada sobre que eran oficialmente una pareja a nadie porque no les pareció necesario. Si otros lo notaban bien, si no, también.
Así pasaron los siguientes cuatro meses. Cuatro meses de hacer los mandados de la gente como misiones de rango D, de los cuales Naruto se encontraba harto.
—No entiendo por qué tenemos que andar por ahí rescatando gatos. —masculló el rubio mientras le daba un bocado a uno de los onigiris que Sasuke había preparado para ambos. — ¡Somos ninjas! ¿Por qué tenemos que desperdiciar el tiempo haciendo las tareas que la gente floja no quiere hacer por su cuenta?
—Porque no tenemos suficiente experiencia para ir a misiones de mayor rango y porque para eso nos pagan. —le respondió Sasuke con un deje fastidiado, también devorando un onigiri.
Se encontraban ambos en la casa del Uchiha, cenando en la mesa.
Naruto pasaba la mayoría del tiempo ahí en vez de en su vacío departamento. Incluso se quedaba a dormir la mayoría de los días de la semana desde que Sasuke se había quedado solo.
Al Uchiha no le molestaba. Prefería tener al rubio ahí con él para poder cuidarlo mejor. Cuando lo conoció varios años atrás y supo que era suyo, se prometió no permitir que volviera a pasar hambre ni que le faltara ninguna otra esencialidad en su vida. Su ya fallecida madre incluso preparaba dos almuerzos para él, para poder llevarle uno a Naruto a la academia.
Cuando sus padres fueron asesinados, aprendió a cocinar para ambos. A pesar del dolor y de sus deseos de venganza, Naruto era su prioridad. Era lo único que le quedaba, y se encargaría de protegerlo y que no le faltara nada.
— ¡Pero aún así! —volvió a quejarse el menor. El pelinegro solo negó con la cabeza en respuesta.
Terminaron de comer en silencio, acabando con los seis onigiris que tenían disponibles. Sasuke comiendo dos y Naruto los otros cuatro.
—Hey, Sasuke.
— ¿Mm?
— ¿Por qué hueles diferente? —su voz expresaba honesta curiosidad, al igual que sus ojos.
— ¿Diferente? —murmuró con el ceño fruncido.
—Sí, es que…—se acercó a él y le olfateó el cuello sin disimulo. Su compañero se hizo hacia atrás por instinto, pero no se apartó. —Hueles mejor que antes. Más dulce.
¿Su olor era más dulce? ¿Eso que significaba?
Tener a Naruto tan cerca, distraído con la nariz en su cuello, le hizo notar la diferencia que también se estaba presentando en el aroma del rubio. Olía más intenso que antes, como si su esencia se estuviera concentrando.
Cerró los ojos e imitó al ojiazul, descuidándose y permitiéndose olfatearlo a gusto. Sintió unos brazos rodeándole y sus propios brazos buscaron como aferrarse al rubio involuntariamente.
No supieron cuánto tiempo estuvieron así: abrazados y con el rostro escondido en el cuello del otro, embriagándose con sus aromas como si fueran alguna especie de droga.
De pronto, un escalofrío recorrió el cuerpo del Uchiha cuando una lengua pasó por encima de la glándula odorífera en su cuello. En lugar de alertarse y apartar a Naruto, como normalmente hubiera hecho, algo en su interior le gritaba que dejara al descubierto su cuello para su compañero.
Para su alfa.
Su mente se nublaba cada vez más, el aroma del rubio cada vez más intenso que ya invadía toda la habitación. Manos se aferraban a su espalda con fuerza.
Y sintió calor.
Mucho calor, como si estuviera en el mismísimo infierno.
Su corazón palpitaba con fuerza contra su pecho, como si en cualquier momento se le fuera a escapar.
Le costaba respirar, como si el oxígeno en los alrededores no fuera suficiente.
Sintió que sus ropas eran tironeadas, pero no le importó.
Sus instintos le gritaban que se dejara hacer. Solo debía abrir las piernas y dejar que su alfa cuidara de él. No tenía nada que temer.
Su visión se nubló, siendo capaz de enfocar solamente a la persona encima de él.
¿Cuándo habían terminado en el piso?
Un suave ronroneo brotó de su pecho.
Cada vez hacía más calor.
Necesitaba algo, pero ¿qué?
No registraba nada de lo que ocurría a su alrededor. Su mente hacía rato le había abandonado.
Una corriente de aire se sintió fría contra su piel desnuda.
Cerró los ojos.
Le picaban los colmillos dentro de su boca, como si tuviera la necesidad de insertarlos en algo, de morder con fuerza suficiente para formar un lazo permanente.
Su cuerpo se arqueó instintivamente cuando algo lo atravesó, pero no supo qué.
Dolía. Dolía como los mil demonios, pero aún así nada le daba señales de alerta.
Todo estaba en orden.
Y así, de a poco, el dolor fue desapareciendo.
Sentía su cuerpo arder y su boca entreabierta mostraba sus alargados colmillos.
Las sensaciones que experimentaba eran tan fuertes que sonidos se escapaban de sus labios sin que pudiera controlarlo.
Algo golpeaba contra él con firmeza, cada vez más rápido, cada vez más duro.
Y luego todo explotó.
Sintió su cuerpo convulsionar y un punzante dolor clavársele en el cuello.
Su boca se abrió automáticamente y mordió con fuerza.
Un palpitar.
Una calidez instalándose en su pecho.
Una nueva presencia acompañándole.
Un alma ligándose a la suya.
Sus colmillos se retractaron, volviendo a su tamaño regular.
—Mi omega…—una voz ronca murmuró en su oído.
Sus brazos se aferraron a la espalda ajena, un ronroneo satisfecho arrullándolos a ambos.
Y todo se volvió negro.
Un punzante dolor de cabeza lo despertó, ojos azules asomándose entre párpados entreabiertos, acostumbrándose a la luz.
¿Qué carajos había pasado?
Se sentía sudado, pegajoso y sus músculos le dolían. Y, lo que más le preocupó, no podía recordar nada. Su última memoria era de Sasuke y él comiendo onigiris hace… ¿Hace cuánto? ¿Hace unas horas? ¿Ayer? ¿El mes pasado?
Gruñó inquieto, llevándose las manos a la cara. Estaba totalmente desubicado. Su mente parecía estar cubierta por una densa neblina que le impedía visualizar sus memorias. Solo recordaba a Sasuke… Su olor dulce, diferente de lo normal. ¿Y luego qué?
Sus ojos se enfocaron en sus alrededores y nuevamente la confusión lo embargó. Estaba en la habitación de Sasuke. ¿Qué hacía allí? Cada vez que se quedaba a dormir en su casa, él dormía en otra habitación. ¿Por qué ahora estaba en la del Uchiha?
Se sentó con algo de dificultad sobre el futón y por primera vez notó que estaba desnudo.
Examinó su cuerpo. Tenía arañazos en los brazos que ya estaban a medio curar, así que debían ser bastante recientes para que aún se notaran. Estaba cubierto de una especie de líquido espeso de color blancuzco. Incluso lo tenía ya seco en montones en su abdomen… Y sus partes íntimas. También sus muslos. Sus manos.
Y sangre.
Había sangre.
No lo suficiente como para considerar que alguien hubiera salido herido de gravedad, pero estaba ahí y eso lo alertó.
Toda la habitación apestaba a él y a Sasuke, y a otras cosas que no supo identificar. Las sábanas en las que estaba sentado también estaban empapadas de fluidos que prefería no saber que eran.
Un movimiento a su lado lo hizo voltear en menos de un milisegundo y se dio cuenta de que Sasuke estaba ahí con él, removiéndose entre las sábanas, señal de que estaba despertando.
Estaba en un estado similar al suyo. Lleno de rasguños e incluso algunas marcas rojizas en varios lugares de su cuerpo. Igual de desnudo que él, igual de cubierto con extraños fluidos. Y con la herida reciente de una fuerte mordedura en la base de su cuello.
Sus ojos se abrieron como platos.
No era posible.
¿O sí?
Ojos ébano se abrieron confundidos, parpadeando para tratar de aclarar su vista.
Azul y negro se encontraron.
Por la mente de Sasuke pasó el fugaz pensamiento de por qué la mirada que Naruto le dirigía estaba bañada de terror, pero entonces lo miró. Y es decir, lo miró. Sus ojos encontraron rápidamente la herida ya casi completamente cicatrizada en el cuello del rubio y el pánico se apoderó de él.
Se sentó de golpe, sintiendo como todo su cuerpo se acalambró por el brusco movimiento. Le dolía horrible la cadera y un poco más abajo también.
Sin pensar, tomó la almohada donde había estado durmiendo y la lanzó a la cara de Naruto con todas sus fuerzas.
— ¡Maldito pedazo de imbécil! —le gritó, furia palpable en su voz. — ¡¿Qué mierda crees que hiciste?!
El rubio, que había caído hacia atrás por el golpe, soltó un gemido adolorido y masculló una maldición.
— ¡Yo no hice nada! —se defendió. — ¡Y no recuerdo nada tampoco!
Su corazón tamborileaba agitado contra sus costillas. ¿Qué acaba de pasar?
Puso su mente a maquinar lo más rápido que pudo y entonces recordó que Naruto había mencionado que su olor había cambiado, al igual que el notó el cambio en el aroma del rubio.
Y entonces hizo clic.
Ambos habían tenido su primer celo.
Recordaba haber leído sobre eso, que los alfas y los omegas presentaban oficialmente su subgénero cuando les llegaba el primer celo, comúnmente entre los once y los catorce años. Durante ese tiempo, sus instintos despertaban y sentían la necesidad de aparearse. Por eso los padres debían cuidar bien de sus hijos, para que cuando llegara el momento pudieran protegerlos.
Pero Naruto y él no tenían padres ni quien los cuidara.
Y, además, ambos sufrieron los efectos del celo al mismo tiempo. No había forma de que uno pudiera ayudar al otro si estaban en las mismas condiciones.
—Mierda. —masculló entre dientes, llevándose las manos a la cara.
— ¿Sasuke? —el alfa le habló.
Naruto era un alfa.
No. Era su alfa.
Podía sentirlo perfectamente a través de la fresca marca de apareamiento que ahora adornaba su piel.
Y él era un omega. Su omega.
—Escucha. —habló con voz siniestra. —No quiero que digas ni una palabra. —aclaró. —Sal de aquí, báñate y espérame afuera. —le ordenó. —Buscaremos a Kakashi.
A Kakashi no le tomó demasiado tiempo encontrarlos y, en cuanto lo hizo, los llevó inmediatamente al hospital.
Incidentes con respecto a celos no eran algo fuera de lo común, aunque normalmente estos podían clasificarse en dos categorías: omegas que entraban en celo y eran abusados por alfas, y alfas que entraban en celo y abusaban de omegas.
Al final, quienes salían realmente perdiendo eran siempre los omegas.
Este caso, sin embargo, era bastante peculiar. No solo un alfa y un omega se habían presentado al mismo tiempo, sino que ambos se habían marcado, enlazándose de por vida.
Los celos eran estados que creaban la necesidad de aparearse para procrear, pero no provocaban que los afectados se marcaran como pareja, y eso había llamado la atención de los doctores del hospital de Konoha.
En cuanto entraron al hospital, tanto Sasuke como Naruto fueron obligados a cambiarse para ser examinados. Especialmente el recién presentado omega, ya que corría el riesgo de tener heridas internas o algún desgarre. Por suerte para ambos, sus heridas eran meramente superficiales. Solo que el Uchiha pasaría algunos días sin poder sentarse cómodamente.
—Ambos están en perfectas condiciones, considerando la situación. —les habló un beta de unos cuarenta años, médico del hospital. —Y se les darán supresores mientras aprenden a enmascarar su nuevo aroma. También unas pastillas para descartar la posibilidad de un embarazo producto del celo. —le habló dirigiéndose al Uchiha, quien hizo una mueca. Los omegas eran fértiles desde el primer celo, así que, a menos que quisiera tener hijos a los doce, tendría que tomarse lo que sea que le diera el doctor. —Lo otro que deben saber es que se han vinculado como compañeros de vida. Es la primera vez que un caso así se da con accidentes con respecto a los celos, pero deben saber que el tipo de enlace que comparten ahora es único e inquebrantable. No podrán estar con otras personas y sus cuerpos responderán únicamente entre ustedes. Tendrán que aprender a vivir con eso. Sé que están jóvenes y que quizás esto les parezca…
— ¿Podemos irnos ya? —gruñó el Uchiha, interrumpiendo claramente fastidiado por la conversación. —Ya que ambos estamos en perfectas condiciones no hay motivo para que nos hagan quedarnos aquí más tiempo.
El médico frunció el ceño ante tal falta de respeto, pero comprendió que el muchachito frente a él debía de tener muchas cosas en mente por el momento, así que accedió.
—Bien, pueden irse. Si necesitan algo o tienen dudas, no duden en regresar.
Naruto fue el primero en salir, agradeciendo al doctor pero sin decir ni una sola palabra más. Sasuke salió poco tiempo después con los medicamentos para ambos y lo siguió por el pasillo.
El rubio tenía la cabeza gacha, su mirada fija en los azulejos del piso. Podía sentir a través de la marca lo confundido y angustiado que se encontraba el joven alfa. Y no lo culpaba, sus propias emociones también lo estaban consumiendo.
Llegó a la sala de espera donde sabía que Kakashi aguardaba por ellos unos instantes después de Naruto. Ahí estaba su sensei, además de Sakura e Ino, quienes se miraban completamente pálidas y en estado de shock.
Antes de que nadie pudiera preguntar, observó que Sakura posaba los ojos en él, luego en su cuello y, en respuesta, perdía el conocimiento.
Kakashi la sujetó antes de que se diera de lleno contra el piso y la cargó hasta dejarla en una silla, haciendo lo mismo con Ino, quien seguía sin reaccionar.
—No tomaremos ninguna misión hasta la próxima semana. —les informó el alfa de cabellos platinados. —Así que aprovechen lo que queda de la semana para descansar. Y eviten meterse en más problemas.
El pelinegro bufó y el rubio asintió con la cabeza.
Salieron del hospital, dejando atrás a Kakashi, quien se había resignado a esperar a que las dos kunoichis inconscientes reaccionaran.
Naruto y Sasuke caminaron en silencio hasta el recinto del Clan Uchiha, donde el alfa se detuvo en la entrada, trastabillando con su pie con inseguridad.
—Yo, eh… Creo que volveré a casa por hoy. —le dijo sin dirigirle la mirada.
Se giró en dirección a su apartamento y comenzó a caminar, pero una voz lo detuvo.
—Naruto. —le llamó el Uchiha, su mirada fija en la entrada de su hogar. —Esto no cambia nada.
Esas palabras lo hicieron reaccionar de golpe.
— ¿Cómo puedes decir que no cambia nada? —exclamó con voz angustiada. —Y-Yo… ¡Abusé de ti, maldita sea! —sollozó, sintiéndose herido y culpable. — ¿Cómo puedes hacer de cuenta que todo sigue igual?
El Uchiha suspiró, sujetándose el puente de la nariz entre sus dedos índice y pulgar y se giró para encararlo.
—No hiciste tal cosa, estúpido. Ninguno de los dos estuvo consciente de lo que pasó. No es tu culpa y tampoco mía.
—P-Pero…
—Estas marcas nos unen de por vida. —continuó. —Pero ya te lo he dicho antes. Tú me perteneces. Ahora solo tienes una cicatriz que lo prueba. —con esa declaración extendió su mano en una clara invitación. —Vamos, cenaremos en Ichiraku.
El rubio dudó, pero luego estiró el brazo y aceptó su mano, dejándose guiar por su novio, ahora compañero de vida, hasta su restaurante de ramen favorito.
Y allí, mientras ordenaba su tercer tazón, con Sasuke mirándole reprobatoriamente por su adicción por el ramen, pensó que tal vez todo estaría bien.
Sí, ellos definitivamente estarían bien.
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N/A: Pues este es el primer one-shot de esta colección.
Quise escribir cómo fue el primer celo de Naruto y Sasuke solo porque sí xd
Si hay algo en específico que les gustaría ver en este universo, pueden dejarlo en los comentarios y puede que lo escriba :)
¡Saluditos!
