Buenas, aquí con un fic de agradecimiento para -Bel1s_uwu- que me hizo portadas de algunos de mis fics por wattpad. ¡Muchas gracias y lamento la demora!
Ninguno de los personajes me pertenece, solo escribo por diversión.
Destino
Zenitsu nació con un don y la verdad es que lo había odiado desde siempre, se suponía que debía ser agradecido con los regalos que el mundo te daba, pero el joven realmente lo detestaba.
Él podía ver los hilos en las personas, sonaba a hilos del destino, pero era más que eso, tal vez lo mismo, no estaba seguro, pero sabía que lo que él veía era mucho más desarrollado y específico al hilo del destino que solo mostraba a tu pareja destinada. Tampoco es que caminara por la vida y viera esas cosas por todo su alrededor.
No.
Al menos, y siendo una de las pocas cosas en las que se sentía agradecido, pudo controlarlo con relativa facilidad.
Cuando estaba cerca de alguien y se concentraba lo suficiente, variados hilos de distintos colores moviéndose alegremente sobre el dueño se le presentaban con claridad y Zenitsu debía admitir que aquel espectáculo le resultaba hermoso.
Cada color significaba algo, con el tiempo y sufriendo todo tipo de experiencias pudo darles significado a cada uno de ellos.
Cada hilo era de distintos colores porque conectaba a cada persona con la que estaba unido o se encontraba en su vida por alguno u otro motivo, a veces el hilo se dividía en dos colores, una mitad y la más cercana al dueño del hilo era lo que sentía la persona por la otra y la siguiente mitad era lo que sentía la otra parte por el dueño del hilo.
Técnicamente dos personas eran dueñas de un mismo hilo, pero no necesariamente el color era el mismo por parte de ambos lados, aquello ocurría solo si el sentimiento era mutuo, así el color se mantenía de principio a fin y sin cambiar en el medio, por el contrario, si cada persona sentía algo distinto por el otro el hilo era de distinto color por un lado y por el otro.
Zenitsu se dedicó a ver los hilos de las personas constantemente en su infancia ayudándolo a entender de que iba todo, pero más que ayudarlo, aquel conocimiento le provocó miedo y ansiedad a la hora de querer saber lo que la otra persona realmente sentía por él.
Para su desgracia la mayoría de estos eran grises, dando a entender que esas personas a Zenitsu les resultaba completamente indiferente y como dolía saberlo, ya que por su lado siempre había un brillante color rosado, azul o rojo demostrando sus sentimientos sinceros y por desgracia no correspondidos.
Cuando Jigoro lo adoptó notó con sorpresa un hermoso color rosado dirigiéndose a su persona mientras su lado era de amarillo. Jigoro lo quería mucho y de modo familiar mientras él estaba recién sintiendo un poco de cariño por aquel anciano. Mas aquel amarillo no demoró en tornarse del mismo color del adulto ante lo bien que lo trataba.
Se sentía como un nieto siendo criado por su abuelo y Zenitsu lo amaba, sobre todo al ver como por primera vez sus sentimientos eran correspondidos y no solo era un gris frio y malvado dirigiéndose a su persona.
Por otra parte, Kaigaku, su hermano adoptivo, siempre tuvo un hilo de color negro apuntando a su dirección y aquello le hizo sufrir por muchos años.
El odio que sentía el joven a su persona era inmenso y aun no entendía el por qué tanto desagrado.
Se suponía que eran hermanos, que debían apoyarse, pero solo recibió desprecio de aquel joven y como dolió ver su parte del hilo de color rosado cambiar a uno amarillo con marrón mientras el de Kaigaku también cambiaba a negro con marrón, no solo lo odiaba, sino que sentía disgusto por su persona y el también comenzó a sentirlo.
Pasó muchas noches pensando en el odio del joven y su motivo, pensó en los hilos y en alguna forma de hacer que ese feo negro con marrón cambiara al menos a amarillo o gris, cualquier cosa era mejor que esos colores oscuros.
Mas nunca obtuvo su respuesta y con ello su vida continúo con el odiando los hilos con mayor intensidad ante cada nueva desilusión.
Otras cosas que podía hacer con su don era ver a la persona a la que iban dirigidos los sentimientos, solo necesitaba sostenerlo en su mano y el rostro de alguien aparecía en su cabeza como si de un recuerdo se tratara, trataba de no hacerlo seguido porque requería un mayor esfuerzo y con ello un fuerte dolor de cabeza.
Además, para qué quería saber esas cosas, al fin y al cabo, la mayoría de aquellos hilos eran grises, siempre grises, negros o marrón.
Su don solo le había causado problemas hasta ahora y pensó que seguiría siendo de aquella forma hasta el día de su muerte.
Sabía que era una persona escandalosa y llorona, pero siempre tuvo la esperanza de que alguien lo quisiera por ser quien era más allá del llanto, más que el impacto de la primera impresión.
Es por eso que se sorprendió cuando un joven pelirrojo de hermosa sonrisa e hilos coloridos comenzó a hablarle cuando comenzó la preparatoria.
Tanjirou era su nombre y con el paso de los meses Zenitsu no evitó enamorarse.
¿Cómo no iba a hacerlo si la personalidad del joven era de ensueño?
¿Cómo no enamorarse si le sonreía de aquella manera tan bella?
¿Cómo no si su familia era un amor y lo trataba de forma bella?
Que decir que todos los hilos de ellos eran de un hermoso rosado y todos apuntaban a su persona. ¡Era hermoso! Aparte de Jigoro nadie había tenido el hilo de ese color hacia su dirección, siempre era al revés. Se sentía tan bien ver esos colores que veces le daban ganas de llorar, sobre todo al ver el hilo de Tanjirou del mismo rosado uniéndose a su hilo del mismo color.
Lo amaba, realmente lo hacía. Por lo que no se sorprendió cuando su parte del hilo comenzó a cambiar de rosado a rojo.
Una cosa era amar a su amigo como si de familia se tratara y la otra era que aquel amor fuera más de pareja.
Entró en pánico.
Claramente Tanjirou lo quería más que amigo, pero no como pareja, el mismo hilo se lo demostraba, pero ¿qué podía hacer al respecto?
¿Debía hacer algo en primer lugar?
Observó los hilos de su amigo mientras este dormía tranquilamente ya que se había quedado en su casa para pasar el rato. Amaba esos momentos, amaba cuando hablaban y compartían sus opiniones.
Dios, como amaba al muchacho.
Siguió observando todos los hilos de Tanjirou sin ver el rojo del amor, suspiró tranquilo y procedió a dormir. Mientras Tanjirou no se enamorara, él podría seguir estando a su lado y quizás, si los milagros existieran, gustarle.
Pero claro que el mundo no sería amable con él, claro que no, de por si le dio una habilidad de mierda que solo lo hacía sufrir y ahora, finalmente, había visto el hilo rojo en Tanjirou, pero este no iba dirigido a su persona sino a Kanao, la chica de un curso superior a ellos y del que Zenitsu no tenía idea del cómo se conocieron.
Lo peor… Kanao tenía el hilo del mismo color.
Mierda.
Trató de actuar como siempre, pero le resultaba imposible, de por si Zenitsu era una persona muy emocional y explosiva, ocultar sus emociones no iba con él. Apenas había aguantado el hecho de estar enamorado de su mejor amigo ¿Qué hacer ahora que sabía que este amaba a otra persona?
Lo peor sería cuando Kanao correspondiera los sentimientos del joven. No solo Tanjirou se alejaría de él, sino que tampoco podría encontrar a otra persona tan maravillosa como el pelirrojo.
No era justo, simplemente no lo era.
¡El también merecía ser feliz junto al que amaba!
¿Por qué no podía?
¿Qué debía hacer?
Observaba el hilo rojo de su amigo moverse de un lado a otro mientras se mordía las uñas en completo pánico. Ahora se quedaba el a dormir en casa de su amigo, pero no podía dormir ante todo el estrés y miedo que sentía.
¿Qué hacer al respecto?
De pronto una idea pasó por su cabeza, una loca y quizás estúpida.
Si Zenitsu podía ver y tocar los hilos ¿podía cortarlos y manejarlos a su antojo?
Con aquella idea en mente se levantó lo más silenciosamente posible para buscar unas tijeras y se acercó al durmiente Tanjirou. Se mantuvo en silencio y atento a sus reacciones.
¿Debería intentarlo? ¿Funcionaría?
No perdía nada con tratar.
Tomó el hilo rojo de su amigo que se dirigía a Kanao, vio el rostro de la muchacha en su mente confirmando aquel amor y acercó las tijeras para cortarlas. Para su asombro funcionó.
Rápidamente, agarró el hilo por parte de Kanao y la tomó con su mano derecha mientras la de Tanjirou se mantuvo en la izquierda ¿qué hacer ahora?
Vio su hilo rojo transformarse en rosado cuando llegaba a Tanjirou.
¿Podía cambiarlo?
Envolvió el hilo rojo de Kanao en su muñeca, luego tomo su propio hilo y lo cortó. El hilo rosado de Tanjirou lo unió con dos nudos bien hechos con el rojo de Kanao y el rojo que quedó lo juntó a su propio hilo rojo. Trató de hacer el mejor nudo posible para que no se desarmara, incluso uno mejor al que hizo con Kanao y después siguió haciendo otros en caso de.
Observó su obra en silencio y rogó a que funcionara, que no hubiera metido la pata y con ello perder a su amigo.
Dejó las tijeras en donde estaban y volvió a acostarse.
Solo lo sabría con el tiempo.
Tanjirou estaba más amoroso y atento que de costumbre y Zenitsu lo amaba por completo.
Observó los hilos por quien sabe cuánta vez admirando como su obra continuaba ahí tranquila y feliz. No le agradaba el nudo entre ellos, pero tampoco haría algo al respecto.
- ¿Te gustaría que fuéramos a comer un fin de semana? – Las mejillas rosadas de su amigo solo lo hacían desear besarlo.
- Claro, me encantaría. – Terminó respondiendo con una sonrisa que fue correspondida por el otro.
Nunca pensó que su amigo se le confesaría en ese momento, pero estuvo más que feliz de aceptarlo.
Fue así como su relación comenzó.
Tanjirou no tuvo problemas en presentarlo a su familia que lo aceptó como pareja de su hijo sin mayores contratiempos o quejas haciendo que el corazón de Zenitsu se ensanchara de emoción por ello. Era aceptado.
El hizo lo mismo con su abuelo, el hombre no tuvo problemas en aceptar la relación, aquí el desgraciado fue Kaigaku que comenzó a llamarlos marica, más con una gran respuesta de su ahora novio, el otro se quedó con la boca cerrada y llena de odio.
Zenitsu solo observó como el joven lo había protegido y luchado por su relación, también se percató que los nudos que había hecho comenzaban a fusionarse con el hilo madre, como si estuvieran aceptando el cambio y con ello fortaleciendo la unión.
Como si Tanjirou aceptara aquellos sentimientos que él quiso que sintiera por él.
Con eso en mente se congeló.
Tanjirou de seguro lo hubiera defendido si Kaigaku hubiera dicho algo, pero esto, su relación.
¿Era real? ¿El hecho que los hilos comenzaran a unirse lo afirmaba verdad?
¿Tanjirou lo amaba más ahora?
¿Estaba bien sentirse feliz por tener el amor de su vida?
Odiaba pensar mucho al respecto porque le causaba dolor de cabeza.
Tampoco ayudaba que Kaigaku le dijera palabras hirientes cuando pudiera y siempre que estuvieran solos.
Eso solo hizo pensar a Zenitsu.
¿Si pudo manejar los hilos de aquella forma podría hacer lo mismo con su hermano? ¿Hacer que no lo odiara?
Esperó una noche en que sabía que el mayor llegaría muerto a la casa por el trabajo y las clases para adentrarse a la pieza de este en silencio.
No quería que Kaigaku lo odiara, pero tampoco deseaba que lo quisiera.
Observó su propio hilo dirigiéndose a Kaigaku, era de un amarillo con un café claro que a mitad de camino cambiaba a un negro y café oscuro. Tragó saliva decidido y cortó el hilo que los conectaba. Sin perder tiempo desenredó aquel oscuro hilo del dedo de Kaigaku y lo soltó, vio con asombro como este comenzaba a desaparecer.
¿Qué hacía ahora?
¿Si no hacía nada entonces Kaigaku simplemente lo ignoraría?
Observó la mitad de su hilo, quizás si lo unía al otro entonces el mayor ya no sentiría odio a su persona.
Se acercó nuevamente y amarró el final de su hilo en el dedo de Kaigaku. Observó su obra y comenzó a alejarse lentamente para ver si el hilo se estiraba o continuaba ahí. Para su asombro no pasó nada malo.
Con una sonrisa se fue a acostar.
Quizás las cosas mejorarían entre los dos.
Kaigaku estaba extraño.
No le miraba feo, no le decía malas palabras, pero tampoco lo miraba. Varias veces observó los hilos de este y podía seguir viendo el suyo amarrado felizmente a la mano de su hermano.
¿Qué pasaba entonces?
La indiferencia era de color gris, pero el amarillo era un poco de estima y el café claro solo un poco de disgusto. ¿Por qué Kaigaku se veía diferente?
Trató de no pensar en ello cuando sintió la mano de Tanjirou tomando la suya mientras le hablaba de algo que pasó el fin de semana.
Tanjirou definitivamente era más importante que su situación con su hermano.
La semana pasó sin mayores problemas y se olvidó del tema de Kaigaku al saber que tendría una cita con Tanjirou.
Iban camino a su casa cuando su hermano mayor los interceptó y agarró a Zenitsu del cuello con fuerza.
- ¡¿Qué diablos me hiciste pedazo de mierda?!
Zenitsu no sabía que responder ante semejante pregunta y la expresión de odio puro que Kaigaku le dirigía le impedía decir algo.
- ¡Suéltalo! – Tanjirou rápidamente logró separarlos y se puso en medio para que el pelinegro no lo atacara.
- Algo me hiciste, lo sé. – Kaigaku, por su parte, estaba con un rostro extraño, casi de locura mientras observaba a Zenitsu. – Estos sentimientos, esta contradicción, maldito enano de mierda…
Zenitsu no entendía lo que quería decir hasta que se concentró en los hilos. Sus ojos se abrieron en sorpresa al ver como estos aparecían y desaparecían mientras cambiaban a una variedad de colores con una rapidez impresionante. ¿Qué estaba pasando?
- ¿Qué? – Se preguntó en voz alta confuso y con miedo.
- ¡¿Qué me hiciste?! – Kaigaku se abalanzo hacía su persona, pero fue rápidamente detenido por Tanjirou. - ¡Algo hiciste! ¡Lo sé! ¡Sé que fuiste tú!
La locura en la expresión de Kaigaku lo alarmó a más no poder, no pudo moverse, no pudo hacer nada mientras observaba a Tanjirou encargarse de todo dejando inconsciente al joven y luego llamando a la policía.
Kaigaku dejó de ser el mismo luego de eso, parecía otra persona saltando de un estado tranquilo a uno alterado en cosa de segundos. Finalmente, y sin que algún especialista pudiera ayudarlo terminó siendo internado.
Nadie entendía lo que le había pasado a ese joven, nadie excepto Zenitsu que sentía que la culpa lo comería vivo, los otros solo creían que el muchacho había colapsado por el estrés y que lejos estaban de la verdad.
Había estropeado a su hermano.
Ante ese resultado un pensamiento cruzó su mente.
¿Le pasaría lo mismo a Tanjirou? Histérico, se pasó semanas observando al muchacho, pero este actuaba como siempre, bueno, como una persona enamorada.
Los hilos no parecían desvanecerse como ocurrió con Kaigaku y el rojo de principio a fin resaltaba entre todos los otros hilos y colores.
¿Por qué con Tanjirou funcionaba y con Kaigaku no?
¿Tanto lo rechazaba su hermano ni que con un cambio podía arreglarlo?
Era triste pensar aquello, pero al menos Tanjirou se mantenía a su lado. Además, que los nudos continuaban desapareciendo para quedar como parte del hilo, como si nunca se hubiese cortado y amarrado por un externo.
¿Y qué pasaba con Kanao?
No había vuelto a saber de la chica desde que Tanjirou se le declaró.
- ¿Kanao? – El joven lo observó sin entender muy bien.
- Si. – Le miró otra vez. – La chica con coles de mariposa.
- Mmm. – Tanjirou luchaba por recordarla, pero se notaba que estaba fallando con eso. – No la recuerdo.
- ¡Pero si hablaban harto! – Ahora sí que no le estaba gustando nada la respuesta de su novio.
- No la recuerdo. – Repitió, esta vez sin darle mucha importancia. - ¿Qué tal si lo dejamos y vamos a otro lado?
Tanjirou extendió su mano para que el rubio la tomara, Zenitsu rápidamente respondió el gesto. Amaba ir de la mano con él, en realidad amaba todo de él.
Pero algo dentro suyo, una pequeña vocecita le repetía nuevamente que ese amor, ese noviazgo que compartían no era real, sino el producto de su cobardía por no aceptar que el joven amara a otra persona que no fuera él.
Miró los hilos en la mano de Tanjirou cuando estaban en el cine. Con paciencia y dedicación se dedicó a ver a quien pertenecía cada uno de los hilos y su sorpresa fue grande al percatarse que el rostro de la chica no apareció en ningún momento.
Lo revisó por segunda vez en caso de y nada.
Era como si Kanao hubiera desaparecido.
Como si no existiera para Tanjirou.
¿Era su culpa aquello?
Tampoco los vio interactuando mucho, pero… ¿ese habría sido su destino si no hubiese cambiado los hilos? ¿Tanjirou se hubiese alejado de su lado y luego lo olvidaría para estar con Kanao?
No lo sabía, no deseaba saberlo.
La expresión enamorada de Tanjirou se veía tan real y sincera que dolía.
Siempre lo trató bien, siempre fue muy gentil con su persona. ¿Por qué no podía haber sido eso amor? ¿Por qué hizo aquello para mantenerlo a su lado?
¿Era lo correcto?
¿Deseaba terminar con ello?
No. La respuesta a esa última pregunta siempre sería no.
Siempre amó a Tanjirou, desde el primer momento. Él era su luz, su lugar seguro, su fuente de amor y cariño.
No lo dejaría y si se iba al infierno por lo que había hecho estaba más que dispuesto a ello.
Se merecía algo bueno en su vida, se merecía a Tanjirou a su lado.
El hilo tampoco se había deshecho e incluso los nudos habían desaparecido por completo para ser un hermoso hilo rojo y liso.
Si eso no indicaba que Tanjirou era suyo no sabía qué más podía ser.
…
No.
Si había algo más…
- ¿Ocurre algo Zen? – Tanjirou lo observó con una sonrisa y expresión confusa al percatarse de su mirada.
- Tan.
Comenzó a acercarse a Tanjirou lentamente. Estaban en su casa, su abuelo se encontraba en el primer piso, de seguro ya estaría durmiendo y Kaigaku solo era un recuerdo doloroso del que comenzaba a recuperarse porque Tanjirou era su prioridad y lo sería siempre.
Llevó las manos a aquel rostro amado y sin sentir resistencia por parte del otro lo besó. Comenzó de forma lenta, solo el roce de sus bocas, de a poco fue abriendo los labios para poder sentir más, notó como el otro joven imitaba sus acciones, ante ello sacó su lengua para unirla a la otra y comenzar la danza.
Se movió hasta dejar a su novio acostado en la cama con el encima, no preguntó, tampoco esperó, simplemente se colocó sobre el otro para que ambos cuerpos se sintieran aun besándose profundamente.
- Zen… Es… - Trataba de hablar sin conseguirlo.
Se movió de tal forma que sacó un dulce gemido de aquellos deliciosos labios cuando la parte inferior y sensible de su cuerpo se rozó con la del otro.
Ambos estaban duros y Zenitsu deseaba una cosa con fuerza.
- Quiero hacerte mío. – Le susurró acercándose nuevamente para besarlo con ferocidad.
No fue rechazado dándole a entender que tenía permiso.
Zenitsu haría suyo a Tanjirou.
Tal vez no había empezado su relación de la forma correcta, pero estaban juntos. Tanjirou lo amaba, podía verlo a través de los hilos y las acciones del joven.
Se merecía este chico.
Era suyo por completo.
Y ahora mismo tomaría lo que le pertenecía.
¡A la mierda las consecuencias!
Inicio – 12 – 01 - 21
Término – 03 – 05 - 21
- Lo que significa los colores por si no se entendió bien.
Rojo - amor
Negro - odio
Azul - amistad
Gris - indiferencia
Rosado - mucho cariño pero no amoroso, de familia
Amarillo - cariño simple, estima
Purpura - se cree superior, interés
Marrón - disgusto
