Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama.
Extensión: 10,735 palabras.
Pareja: Zeke/Levi.
Advertencias: Eruri pasado. Consentimiento dudoso. Porno con trama. Elementos de violación/non-con. Mención de sexo heterosexual. Ligero BDSM. Dom/sub. Contenido sexual explícito. Menciones de muerte. Manipulación emocional. Tortura psicológica. Enemigos a amantes. Lenguaje explícito. Levi emocional. Universo alterno. Zeke Yeager siendo un cabrón. Diferencia de edad.
Sumario: Levi dejó morir a Erwin. Merecía sentirse como una mierda. Zeke usaba el sexo para hacer frente a las cosas. Los dos llegaron a un acuerdo: a cambio de dolor, Levi dejaría que Zeke usara su cuerpo.
N/A: Esto no es de mi autoría, sino de la querida ASR84 en Ao3, quien me dio permiso de realizar la traducción al español de su fic "Wretched". Ojalá les guste (no ignoren las advertencias ^^).
Traducido por Akxmin.
MISERABLE
asr84
—¡Asesinaste a mi prometido! —Levi escupió, clavando sus uñas profundamente en los hombros de Zeke—. Joder-... —jadeó, mordiéndose el labio inferior para reprimir sus gemidos involuntarios—... ¡Ah!
—Difunto prometido —le corrigió Zeke, riendo—. Y yo no lo maté.
Levi gimió mientras el rubio violó su entrada. Las lágrimas se acumularon en las esquinas internas de sus ojos; se sentía tan bien y tan despreciable al mismo tiempo.
Biología. Levi se tranquilizó a sí mismo. Eso era todo. Su cuerpo simplemente respondía a la estimulación como lo haría el de cualquier hombre sano bajo tales atenciones. No quería esto.
Pero lo necesitaba.
—Lo asesinaste —gruñó Levi, arañando la espalda de Zeke—. ¡Asesinaste a Erwin!
—No, amorcito-... —el rubio enderezó sus hombros, su mirada tan dura como su polla—. Yo no maté a Erwin —Zeke gimió mientras se adentraba más en Levi, los deltoides picando por las marcas que dejó en ellos—. De hecho-... —gruñó una vez que se enterró profundamente en el hombre más pequeño, inclinándose hacia abajo para murmurar contra su oreja—. Lo dejaste morir.
Levi se tragó ese nudo en su garganta. Zeke dejó que sus palabras se hundieran como su polla; pacientemente. Cuando cesaron los jadeos del moreno, una señal de que estaba listo para recibir más tanto física como mentalmente, Zeke se retiró hasta que solo quedó la punta dentro-
—Estamos aquí porque es tu culpa —el hombre más alto se introdujo de nuevo, lentamente, dejando que Levi se acostumbrara a su circunferencia—. Querías aprender a ser valiente.
Levi se aferró al musculoso torso del rubio. No sabía qué le dolía más: admitir que Zeke tenía razón o meterse su polla venosa en el culo. Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que estaba haciendo ambas cosas. Cálidas lágrimas rodaban por su rostro.
—Oye. Está bien —el hombre más alto lo hizo callar, limpiando las manchas saladas de sus mejillas—. Está bien. Estoy aquí —Levi se tensó ante su comentario—. ¡Mierda! —Zeke gimió cuando el vello de sus testículos rozó la suave piel de las nalgas de Levi—. ¡Ackerman! ¿Cómo puedes estar tan apretado?
A pesar de su reputación en la cama, el rubio se tomó su tiempo para soltar a Levi. Según él, dolería más ir lento y sensual que simplemente follar al moreno y terminar con todo de una vez. Y Levi había sido muy claro con él sobre el tipo de dolor que deseaba.
El tipo de dolor que se merecía.
—¿Te duele, amorcito? ¿Soy demasiado grande para ti? —Zeke se detuvo para estudiarlo, sus callosos pulgares se deslizaron sobre el lubricante y los testículos de Levi—. Mírate, temblando así. Soy demasiado grande para ti, ¿no?
No lo era. Erwin había sido más grande y más largo, pero Levi no tuvo problemas al abrirse para él. Amaba a Erwin.
—Cállate... —siseó Levi, golpeando la muñeca que acariciaba los testículos del hombre—. ¡Fóllame ya!
Zeke se rió entre dientes, moviendo sus manos para acunarlo con cuidado, como si Levi estuviera hecho de porcelana. Mirando sus deslumbrantes ojos grises, enganchó ambos brazos debajo del moreno, el rubio inició un suave movimiento de balanceo, nada demasiado excitante, pero agradable y hormigueante de todos modos.
—No —murmuró Zeke, mordiendo el pezón de Levi. Le dio una lamida y un mordisco, un movimiento lento para complementar el giro de sus caderas—. No creo que lo haga.
Levi se retorció debajo de él.
—Oye-...
Zeke lamió el pálido pecho de Levi para darle a su otro pezón el mismo tratamiento, tomándose su tiempo con cada areola, prestando especial atención a sus sensibles puntas. El hombre más pequeño se arqueó y se inclinó contra él-
—¡Date prisa!
—Quiero saborear mi postre.
—¡A la mierda tu postre!
Levi, impaciente, comenzó a retorcerse debajo de él, pero cuando lo hizo, Zeke dejó de embestir- si ese perezoso movimiento suyo pudiera llamarse embestir. Un sonido de irritación escapó de los labios de Levi, lo que provocó que Zeke se burlara de él aun más.
—Querías ser castigado, ¿no?
Levi asintió, sin confiar en sí mismo para hablar.
—Si eres tú quien está siendo castigado, no veo ninguna razón para hacer las cosas a tu manera —el tono de Zeke era oscuro, burlón—. Voy a hacer lo que quiera contigo.
—Zeke-...
—Vas a abrirte conmigo en más de un sentido. Nada será más humillante.
Levi fue quien pidió esto, ser lastimado, degradado.
—Eres patético, Levi —Zeke se tambaleó por encima de él—. Es por eso que mi polla está en ti y no la suya.
Levi fue quien dejó morir a Erwin.
Dejó que Erwin condujera solo a casa. Debería haberle pedido que se quedara a pasar la noche con él, debería haber pospuesto su salida con ese beso de Año Nuevo que quería darle -un retraso de unos segundos podría haber marcado la diferencia- pero no lo hizo. Ni siquiera puede recordar por qué. Todo lo que sabía era que podría estar teniendo sexo con Erwin ahora mismo en lugar del hombre que se llevó a su amado.
Si tan solo hubiera sido más valiente...
—Zeke —suplicó Levi—. ¿Por favor?
Zeke no le prestó atención. Él también perdió a alguien querido para él. Esa misma noche. En el mismo accidente nada menos. Eren Jeager. Su hermano menor. Estaban aquí porque ambos perdieron a alguien querido para ellos.
El rubio usaba el sexo para olvidar: hombres, mujeres, su propia mano si no tenía a nadie. No importaba. Siempre que pudiera alcanzar un subidón coital, podría fingir que no tenía nada que ver con eso.
—Te voy a hacer el amor —trazó el labio inferior de Levi, mojándolo con su lengua—. Te haré el amor y luego te haré mi perra.
Entonces llegaron a un acuerdo: a cambio del castigo por su cobardía, Levi dejaría que Zeke usara su cuerpo.
Levi se retorció bajo el peso de la figura de Zeke.
—Bésame como lo besaste a él —murmuró el rubio, con la intención de herir al moreno aún más—. Voy a destruir tu pequeño agujero-... —agarró las caderas de Levi—. Justo así-...
Zeke se movió de repente, y con mucha fiereza, dentro de él, demostrando cómo tenía la intención de destrozar su agujero. No. De hecho, destrozando su agujero. Levi gimió en voz alta, los dedos de sus pies se curvaron ante la abrupta severidad de la sensación. Una ola cálida se agitó entre sus piernas, acumulándose, elevándose-
Pero entonces Zeke dejó de embestir, interrumpiendo el corto gemido de Levi, convirtiéndolo en un gemido confuso. La ola se disipó.
—Así —se burló—. Pero más.
El moreno derramó más lágrimas debajo suyo, esta vez por frustración. Desde el momento en que entró en la habitación del rubio hace aproximadamente una hora, Zeke había venido dos veces y su propia polla había sido ignorada. Era su turno, ¿no es así? Para conseguir lo que quería. Ser abusado y violado. Sentir tanto dolor como Erwin. ¿Por qué Zeke lo estaba tratando así? Tenían un acuerdo. El rubio nunca dijo nada sobre el juego previo. Hoy no.
—Levi, bebé —Zeke acarició su mejilla, reanudando el suave y apenas estimulante balanceo de sus caderas—. No llores. Está bien —el rubio probablemente pensó, por la forma en que Levi se movía en celo contra él, pintando sus abdominales con el rocío de su polla, que el moreno estaba deseando sus embestidas más enloquecidas. El rubio besó la frente de Levi—. Voy a hacerte sentir muy, muy bien.
El hombre más pequeño negó con la cabeza, sintiendo el raspón de la barba de Zeke contra sus cejas. No vino aquí para sentirse bien. Quería ser estropeado, abusado. Quería sentirse desdichado; Zeke lo estaba haciendo sentir raro.
—Te haré sentir tan bien que te sentirás fatal por eso —el rubio se lo desglosó—. ¿Tenemos un acuerdo?
Levi sollozó en voz baja, las palabras le fallaron. La forma de castigar de Zeke fue sin duda más severa. No merecía que lo cuidaran. Su cobardía fue lo que provocó la muerte de Erwin. Necesitaba dolor para volver a sentirse humano. Recibir cualquier forma de placer del mismo hombre que, como él, también podría haber hecho algo para evitar que sucediera esa mierda- era más que cruel. ¡Fue deshumanizante!
Era precisamente lo que quería.
—Bésame —ordenó Zeke—. Piensa en él mientras lo haces.
Levi obedeció. Sabía exactamente lo que estaba pasando. Sabía por qué estaba haciendo esto. Sabía que no era culpa suya lo que le había pasado a Erwin. Sabía que algunas cosas estaban fuera de su control. Pero saber esa mierda no hizo que doliera menos. Echaba de menos a Erwin. Lo anhelaba. Fue más fácil para Levi asumir la culpa de su muerte y castigarse a sí mismo en consecuencia, que aceptar que no había nada que pudiera haber hecho para evitarlo. Besar a Zeke mientras pensaba en su prometido muerto era parte de eso: su castigo.
—Piensa en lo decepcionado que está contigo en este momento —Levi dejó que Zeke lamiera su lengua; el rubio sabía a melaza y tabaco—. Lo dejaste morir —Zeke jugó con sus pezones—. Ahora estás disfrutando de mi gran polla rubia en lugar de la suya.
Ha pasado un año desde que Erwin murió, un año desde la última vez que Levi abrió las piernas por alguien.
—Estás disfrutando de mi gran polla rubia, ¿no? —el tono de Zeke era delirante, amenazador, como si desafiara a Levi a decir que no. No lo hizo—. Bien.
Levi bufó, no del todo listo para seguirle el juego.
—¿Cómo diablos es esto hacer el amor?
Zeke suspiró, casi exasperado.
—Te presto mi polla y puedes imaginar que es de él —explicó—. Piensa en mí como él. Gime su nombre por todo lo que me importa. Quiero sentirme bien y que tú te sientas miserable. Es lo que acordamos, ¿no?
Levi no estuvo de acuerdo ni impugnó a Zeke. No verbalmente. En cambio, abrió más los muslos para él.
—Hazme el amor —lo persuadió el dom, acariciando la mejilla de Levi—. Trátame como lo trataste a él —se puso de rodillas—. Te trataré como basura hasta que me digas que pare, y si quieres que me detenga, todo lo que tienes que hacer es decir tu palabra de seguridad.
Aunque era diez años menor, a la madura edad de 25, el primer hijo Jeager tenía mucha más experiencia en la cama que el Ackerman. Vio como su responsabilidad personal recordarle a Levi, el más vulnerable de los dos, que podía echarse para atrás en cualquier momento.
—¿Puedes hacer eso por mi? —Zeke preguntó, aunque en realidad era para Levi, pero Levi no haría nada por sí mismo en este momento—. ¿Puedes decir tu palabra de seguridad cuando quieras parar?
—Bien.
—¿Recuerdas tu palabra de seguridad?
—Lo hago.
—¿Cuál es tu palabra de seguridad?
—Suero.
—Bien —Zeke presionó castamente sus labios contra los de Levi—. ¿Puedo continuar?
Levi asintió, mordiéndose el labio mientras el rubio reanudaba sus lascivos embates, ahora desde un nuevo ángulo. La forma en que su ombligo extrañamente sin vello se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, contorsionándose casualmente aunque no sin habilidad, llamó la atención de Levi. Le permitió a Zeke alcanzar un punto dulce previamente descuidado. Él gimió.
—¿Justo ahí? —Zeke siguió embistiendo.
—Justo ahí —se esforzó Levi.
Sintiéndose mejor por un ligero cambio de posición y odiándose a sí mismo por ello, el moreno finalmente siguió el ejemplo de Zeke. Envolvió sus piernas alrededor de él y correspondió a sus besos descuidados. Zeke recompensó su obediencia con un aumento de ritmo. Levi gimió: ¡finalmente sus paredes estaban recibiendo una fricción digna de llamarse follar!
—¿Se siente bien? —el rubio mantuvo su ritmo.
—Muy bien —gimió Levi antes de que pudiera detenerse.
Una sonrisa maliciosa se formó en los labios de Zeke.
—¿Si?
—Sí...
—Me alegro.
Zeke puso más poder detrás de sus embestidas, provocando más de los gemidos desenfrenados de Levi.
—¿Qué tal ahora?
—Ah-... —Levi chilló, sus muslos temblando—. ¡Erwin...!
—Mmmm —el tono de Zeke era bajo, ronco—. ¿Así de bien?
Levi cubrió la mitad inferior de su rostro, avergonzado por los sonidos obscenos que estaba haciendo. ¿Cómo podía estar Zeke siquiera haciéndolo gemir? ¡No se parecía en nada a Erwin! Pero la forma en que su polla se deslizaba dentro y fuera de él, palpitando en todos los lugares correctos- Levi asintió necesitando más.
Y Zeke le dio más.
—¿Me siento como él?
Levi se retorcía con cada deslizamiento, cada bombeo, cada tirón. Volvió a gemir el nombre de Erwin.
—¿Cómo te hizo el amor?
Zeke quería que hablara. Sabía lo insoportable que era hablar de un hombre al que nunca volvería a sentir.
—Dime —le mordió la oreja, deslizándose lentamente dentro y fuera de él—. Dime lo bien que te hizo sentir —Zeke guió los dedos de Levi hacia su propia polla, colocando su mano sobre la del hombre más pequeño, ayudándolo a tirar de su longitud desatendida—. Toca tu pene goteando y dime cómo lo hizo.
Levi aspiró fuertes sorbos de aire a través de sus dientes apretados. Su respiración era inestable. Zeke había añadido pequeñas salientes a sus embestidas.
—Me abrazó —respondió finalmente Levi, hiperconsciente de un calor emergente entre sus piernas—. Me dijo que soy bonito.
—Lo eres —Zeke dejó un beso en el puente de su nariz—. Continúa, bebé. Dime más.
Levi bajó sus párpados mientras los labios ajenos vagaban por su cuello, acariciando su punto de pulso, el hueco entre su clavícula. La forma en que Zeke estaba manipulando su polla, apretando un fuerte puño sobre la suya, guiando su mano mientras lo bombeaban como si el más joven le estuviera enseñando a Levi cómo darse placer a sí mismo, ¡fue excitante! Fue degradante. Hizo que Levi se sintiera tan ingenuo, tan maltratado por el rubio. Y le gustó. Levi tragó saliva; Zeke se rió entre dientes contra el nudo en su garganta, fascinado por la forma en que se balanceaba. A Levi le gustó mucho eso.
—Él me besaría —Levi sintió un cosquilleo en su ingle—. Vertiría champán en su boca, dejándola escurrir en la mía.
—Suena delicioso.
—Lo era.
Zeke apretó su agarre alrededor de la mano de Levi, haciéndolo apretar más fuerte alrededor de su longitud. Levi gimió. Fue electrizante. Sus movimientos eran calculados, la textura rugosa de su pene viril mientras se deslizaba dentro y fuera de él. El sexo con Zeke fue simplemente electrizante. El rubio tragó el gemido de Levi, cubriendo su pequeña boca con la suya. Su lengua se movió de la misma manera que su polla, lánguidamente, saboreando lo que quedaba de su esencia salada en Levi, intercambiando el sabor de su último cigarrillo.
—No tengo champán —murmuró Zeke entre besos—. Pero puedes beber mi saliva.
A Levi le disgustaba la idea de beber saliva, especialmente la de Zeke contaminada con nicotina, pero quería más solo por eso. El moreno abrió los labios y sacó la lengua de manera tentadora. Emocionado por lo comunicativo que era, el fumador apoyó su músculo más grande sobre la de Levi, dejándolo lamer las glándulas salivales debajo, goteando saliva tibia en su orificio. Levi tragó con suaves maullidos, apenas audibles de no ser por lo cerca que Zeke estaba presionado contra él. Lamió hasta hartarse, dejando que el rubio lamiera la suya también. Esto fue absolutamente asqueroso. Pero a Levi le estaba gustando.
—¿Qué más hizo? —Zeke mordisqueó el regordete labio inferior de Levi, con las manos todavía jugando con la polla del moreno, su propio pene masajeando sus paredes—. Dime más.
Su voz, profunda y deseosa, sirvió para excitar aún más a Levi. El único otro hombre al que le había permitido mandarlo sin sufrir muchas consecuencias fue Erwin. Pero eso fue antes de que pasara la mierda. En cambio, estar al servicio de este rubio, un imbécil que le costó su prometido: era absolutamente degradante. Es por eso que Levi aceptó tener relaciones sexuales con Zeke para empezar.
Pasó sus palmas sobre el pecho del hombre más alto, sintiendo la arruga del áspero vello rubio bajo las yemas de sus dedos. Erwin también había tenido vello ahí, pero no como Zeke. Este rubio era mucho más velludo. Levi encontró las protuberancias de color marrón claro. Las frotó, preguntándose si Zeke también sería sensible allí. Una bocanada de aire escapó de sus fosas nasales, pero eso fue todo. Sus pezones no eran una zona erógena para él, o tal vez el rubio lo ocultaba bastante bien.
—Él me amamantaría —Levi lo miró con los ojos muy abiertos y suplicantes, como un joven ciervo que pide leche o un adulto pidiendo ser ordeñado—. ¿Esto te excita?
Hubo un momento de silencio. Zeke arqueó una ceja con incredulidad.
—¿Esto me excita?
Las manos de Zeke dejaron la polla de Levi para agarrar sus caderas, manteniéndolo quieto.
El corazón de Levi palpita en su caja torácica. Sabía lo que estaba a punto de suceder.
—¿Esto me excita? —Zeke se burló, repitiéndose, indignado.
—Zeke... —comenzó Levi, pero antes de que pudiera suplicar piedad, Zeke soltó un grito ronco.
Chocó contra él como un loco. Un simio loco por el sexo. Una bestia- dentro de él.
Levi gritó—: ¡Ahh... ha! ¡Espera-... nnh!
Ese grito. Ese grito bárbaro y rotundo.
Levi se quejó, arqueando la espalda y apretando los dientes.
—¡Haa! ¡Por favor!
Ese grito siempre precedió a la destrucción de sus muros.
—¡Aahh! Hah- espera... joder-...
Sonaba como Marie cuando Erwin la golpeó con un martillo: patético. Tan jodidamente patético. Levi trató de contener sus gemidos, pero solo salieron más agudos, más fuertes. Prácticamente estaba chillando. Escalofríos salpicaban su piel.
—Por favor-...
La intensidad del bombardeo, la brutalidad de las embestidas de Zeke, el golpe de sus caderas sonando como un estruendoso aplauso: el guerrero no era de los que escatimaban en sus fuerzas cuando se trataba de devastar agujeros; su corpulenta polla titánica fue hecha para destrozar traseros, en particular, el lamentable canal de Levi.
—Por favor-... —Levi suplicó, su tono lo hizo temblar—. ¡Aah!
Tenía sentido suplicar así si Erwin fuera el que lo pulverizara- pero ¿Zeke? Gemir por Zeke era vergonzoso.
Y sin embargo, Levi sintió que se acercaban las oleadas de un orgasmo-
Gritó, cada uña dejó una media luna roja en la espalda de Zeke.
—¡Sí! ¡Ha! —tan cerca. Estaba tan cerca—. Zeke-...
Pero Zeke decidió detenerse, y no solo detenerse, sino retirarse.
—Qu-... —Levi vaciló, desorientado y sin aliento. Una ráfaga de aire enfrió sus paredes en ausencia de Zeke, disipando las ondas de su casi orgasmo—. ¿Por qué diablos tú-...?
Zeke agarró la mano de Levi y lo obligó a envolver sus esbeltos dedos alrededor de su circunferencia. Estaba cubierto en espuma blanca. El moreno hizo una mueca al pensar en dónde acababa de estar, pero la acarició de todos modos, según las indicaciones de Zeke.
—¿Sientes eso? —el rubio siseó, sus ojos azules ardiendo—. ¿Sientes lo duro que estoy?
Levi se humedeció los labios. Él lo hizo.
—¿Responde eso a tu estúpida pregunta?
Levi asintió. Zeke se enfureció.
—¿Quieres mi polla en ti?
El más pequeño repitió su último gesto.
—Dilo en voz alta, puta. ¿Quieres mi polla o no?
—La quiero —se quejó Levi, cada vez más tenso por la falta de liberación.
El militar se rió, guiando su erección hacia el trasero de Levi. Deslizó su polla madura entre las mejillas del moreno, frotando su hendidura, provocando el agujero del hombre con su polla venosa. Levi gimió.
—Míralo, Erwin. Mira lo necesitado que está por mí.
Levi saltó cuando saliva fría aterrizó en su agujero. Zeke usó la cabeza de su polla para empujar junto con el lubricante. El moreno gimió cuando el rubio introdujo su polla mojada con saliva, forzando su entrada una vez más, pero sin enterrarse del todo; Zeke tanteó y sacó y volvió a tantear, provocando su punto especial, excitándolos, pero sin darle lo suficiente para construir algo de placer.
—Zeke... —se quejó Levi.
—Ahí está. Dilo de nuevo, bebé. Di mi nombre.
Zeke se retiró para pintar los testículos de Levi con pre-seminal, deslizando su punta sobre el lubricante y el agujero del hombre. Levi se retorció debajo de él, tratando de poner en ángulo sus propias caderas para la penetración, pero el rubio apartó su polla antes de que pudiera lograrlo. Lágrimas picaron en sus ojos de nuevo.
—¿Qué quieres? —Levi reprendió, odiándose a sí mismo por llorar por una polla, y por la de Zeke de todas las personas. Sus labios temblaron—. ¿Qué más tengo que hacer?
Levi sollozó. El rubio lo hizo callar, acunando apresuradamente su cabeza entre sus palmas-
—Oh no. Levi-... bebé, no llores. Está bien —calmó al pelinegro, secando sus nuevas lágrimas con un dedo. Zeke secó las mejillas, la nariz, la humedad en los ojos de Levi, los suyos dilatados por la lujuria—. Eres tan hermoso —Zeke ahuecó su rostro. Sus manos recorrieron su pecho, sus muslos, sus caderas hasta sus nalgas. Levi se quedó quieto. ¿Zeke iba a embestir como loco contra él de nuevo? El rubio acarició sus glúteos y luego los separó—. Qué hermoso, Levi —Levi contuvo la respiración con anticipación cuando el rubio rozó su agujero revoloteando—. Piensa en lo bien que se sentirá esto aquí —apuntó con el pulgar en su entrada—. Si me suplicas, si gritas mi nombre como gritaste el suyo.
Levi protestó—: Dijiste que podía gemir su nombre por todo lo que te importaba.
—Eso fue antes de que me ofendieras con tu estúpida pregunta —Zeke tocó los testículos de Levi. Los apretó—. Estos chicos necesitan descargarse, ¿no? —Levi se retorció en su agarre—. Te estudié. Sé cómo te gusta.
—¡Zeke! —Levi jadeó mientras presionaba un nudillo en un punto en particular de su agujero. El hombre realmente lo estudió.
—Eso es un comienzo. Pero eso no es rogar, Levi. Puedes hacerlo mejor.
Levi lo quería. Mucho. Necesitaba esa liberación, esa solución degradante, pero Zeke solo se la daría si hacía lo que quería, si Levi rogaba por él, si gemía su nombre en lugar del de Erwin. Significaba, en algún sentido, engañar al hombre con el que una vez accedió a casarse, un hombre al que ya habría llamado su esposo si tan solo lo hubiera mantenido fuera de la carretera. En algún momento, durante algunas noches particularmente angustiosas, Levi incluso deseó haberle roto las piernas a Erwin. Dolería como una perra, pero al menos no estaría muerto. Erwin Smith se había ido debido a él.
Levi merecía sentirse sucio.
Y nada se sentía más sucio que dejar que Zeke lo follara.
—Quiero tu polla —Levi llegó a una conclusión.
—¿Qué fue eso, bebé?
La voz de Levi era apenas audible.
—Quiero tu polla —repitió, un poco más fuerte, más seguro.
—¿Si? ¿Cuánto la quieres?
Zeke empujó contra su entrada hambrienta.
—Toda —gimió Levi, recordándose a sí mismo que no debía esperar mucho—. Quiero toda tu gran polla rubia.
Zeke presionó su punta hinchada contra el codicioso agujero de Levi.
—¿De quién es la gran polla rubia que quieres?
—Por favor-...
—Di mi nombre, perra. Dilo o no obtendrás nada.
—Tuya, Zeke —gritó Levi—. Quiero tu gran polla rubia en mí.
—Esa es mi puta.
Zeke se alineó con el agujero de Levi, arrugado y rosado, estremeciéndose mientras reintroducía su polla en el canal del moreno. Este último se aferró a las sábanas, irritado por la visión de la longitud de Zeke desapareciendo en él. Aspiró un poco de aire, exhalando solo una vez que el ombligo sorprendentemente suave del rubio rozó su piel.
—¿Y ahora qué, bebé? Dime cómo lo quieres.
Levi negó con la cabeza. Dolía. Se sentía tan bien que dolía. Más lágrimas se derramaron por un lado de su rostro. Ha dicho algunas cosas muy vergonzosas. Ha hecho cosas muy vergonzosas. No logró casarse con Erwin porque era un cobarde que no impidió que su prometido se fuera; necesitaba recordarlo constantemente, para que nadie lo convenciera de que no estaba equivocado, para que no comenzara a creer que no era culpable. Es repugnante lo que estaba haciendo ahora con Zeke, pero sirvió como un potente recordatorio de que no era un buen hombre, que su falta de acción fue lo que mató a Erwin, lo que lo llevó aquí para empezar.
—Sé valiente, Levi —le animó Zeke, entendiendo un poco—. Dime lo que no le dijiste.
No había nada que pudiera haber hecho para detenerlo, Levi solía decirse a sí mismo, pero Levi sabía la verdad: había mucho que podría haber hecho para retrasarlo, tal vez incluso para detenerlo por completo. Intentaron decirle que no podía cambiar el pasado, trataron de hacer que siguiera adelante, pero él había dedicado su corazón a un hombre, así que incluso si podía, no quería.
Es retorcido. Estaba teniendo sexo con Zeke por lealtad a Erwin. Estaba dejando que esta bestia usara su agujero por la necesidad de permanecer conectado a él. Nunca debe de estar bien con lo que le había hecho a Erwin, o más bien, con lo que no hizo que resultó en un trágico giro de los acontecimientos. Debe ser castigado. Y la mejor manera de hacerlo era dejar que Zeke lo violara una y otra vez.
Zeke le recordó el accidente, lo que le recordó a Erwin, lo que le recordó su propia incompetencia. Levi no debía empezar a creer que la tenía. Eso sería peligroso. ¿A cuántos más acabaría matando por creer que era digno de ser amado? ¿Cuántos, si dejara que ellos creyeran que era digno de ser amado?
Es por eso se acostaba con Zeke. Creían que era inocente de la muerte de Erwin. Después de todo, lo llamaron accidente. No un homicidio. Y en el fondo, Levi sabía que eso era todo: un evento sobre el que no tenía control. Pero no debía empezar a creer eso. Creer eso significaba aceptar que él no era responsable de la muerte de Erwin, lo que no le sentaba bien, porque él era el responsable.
La única forma de hacer que la gente dejara de intentar convencerlo de que no tenía la culpa era hacer que no quisieran seguir apoyándolo. Hacer que les disgustara. Porque nadie querría consolar a una víctima imperfecta. Así que abrió las piernas para Zeke.
Zeke, el hombre que dejó que su hermano borracho tomara el volante cuando él estaba en mejor estado para conducir. Zeke, cuyo coche se desvió del camino, chocando de frente con el de Erwin. Esa bestia insolente, cuyo mal juicio también mató a su amado.
Abrió las piernas para Zeke porque nada era más repugnante que permitir voluntariamente que el asesino de tu amante usara tu cuerpo para su placer, excepto quizás, dedicar tu corazón a él.
—Zeke... — Levi susurró en su oído, permitiendo al rubio su última petición—. Te amo...
No lo decía en serio, por supuesto. Solo estaba diciendo lo que el hombre quería escuchar. Zeke también lo sabía. Solo se basaban en un acuerdo escrito, que Zeke lo castigaría, le recordaría lo vil que era y, a cambio, haría que Zeke se sintiera deseado. Aun así, dolía decirlo.
Ni siquiera llegó a decírselo a Erwin.
Zeke palmeó sus pezones, recompensando a Levi con un suave masaje, la polla aún hundida profundamente en él pero inmóvil. El combatiente más pequeño se aferró a sus hombros, desesperado por cualquier movimiento de sus caderas. Quería mover sus caderas contra el rubio pero no pudo; estaba inmovilizado con demasiada fuerza contra el colchón. Lo quería duro. Lo quería rápido. Levi lo quería como Pieck Finger dijo que el hermano mayor Jeager siempre se lo daba. Pero Zeke no aceptaría nada de eso.
—No estoy del todo convencido —bromeó, pellizcando los pezones de Levi con su dedo índice y pulgar—. Dilo otra vez.
Levi mordió la carne interna de su labio. Zeke no lo dejaría venir si no lo hacía. Oh, pero el rubio era bueno. Sabía exactamente lo que estaba haciendo. Su acuerdo era que Zeke hiciera que Levi se sintiera como una mierda y que Levi hiciera que Zeke se corriera tantas veces como fuera humanamente posible. Dejó de causarle dolor a Levi y Levi- sin duda se sentiría como una mierda si tuviera que decir esas tres palabras de nuevo. Si tuviera que decírselo a Zeke. El rubio era demasiado bueno en esta mierda.
¡Pero Levi no podía decirlo! No podía decirle esa mierda a Zeke. De ninguna manera eso lo convencería. Pero necesitaba esto, ¡necesitaba venir! No se sentiría lo suficientemente mal hasta que derramara su semilla para su némesis. El objetivo de su reunión fue porque Levi era una escoria, un cobarde que necesitaba ser castigado. La negación del orgasmo era solo la forma en que Zeke lo hacía, o más bien, la negación del orgasmo hasta que Levi cumpliera con algunas condiciones. Follar y llegar al clímax era una cosa, pero hacer el amor con el hombre que jugó un papel en la muerte de Erwin era otra. Zeke le estaba pidiendo a Levi que mostrara más vulnerabilidad de la que él podría ser capaz de dar.
—Vamos —Zeke recorrió lentos círculos sobre su abdomen, aprendiendo los contornos de su cintura—. ¿O estás empezando a pensar que eres una buena persona? —presionó la polla de Levi contra su ombligo, acariciándola una, dos, una tercera vez. Levi se sacudió contra su palma—. ¿Eso es? ¿Estás cambiando de opinión? —Zeke gruñó en voz baja en su oído—. ¿Después de la mierda que no pudiste hacer?
Levi negó con la cabeza. No es verdad. Nada de eso era cierto.
—¿Por qué no lo dices entonces? ¿Obtuviste un repentino sentido de la virtud?
Tu prometido está muerto, Levi podía oírlo pensar; está muerto por tu culpa.
—No crees que es tu culpa, ¿verdad? —el moreno contuvo el aliento debajo de él—. No crees que eres culpable.
—No-... —los nudillos de Levi se blanquearon alrededor de los brazos de Zeke—. Por favor-...
—No tiene sentido, Levi. Si crees que es culpable, ¿por qué necesitas más? —Zeke mordió su labio inferior; Levi hizo una mueca ante el roce de sus dientes—. Me lleva a creer que-... —lo lamió—. Cambiaste de opinión —escupió—... Ó... —lamió su saliva en la barbilla de Levi—. Tu mente estaba clara desde el principio.
—¿Qué diablos estás insinuando?
—Quieres esto, Levi —Zeke se rió oscuramente por encima de él—. Erwin es solo una excusa.
—No-...
—No puedes mentirme, bebé. Ya no —Levi se agitó debajo de él—. Eso es, ¿no?
—No —gimió Levi.
—No necesitas mi verga en lo más profundo de ti para recordarte lo vil que eres, Levi. Ya sabes lo vil que eres. Y pasará un tiempo antes de que lo olvides —Zeke respiró sobre su cuello—. Ciertamente más que unos pocos días, que es la frecuencia con la que nos reunimos —el hombre lamió sobre su pulso—. No tiene sentido olvidar lo equivocado que estás tan pronto.
—Necesito sentirme vil-...
—Deja tu mierda. Si eso es realmente lo que necesitabas, no tendrás ningún reparo en decirme que me amas.
—Ellos siguen diciendo... que no es mi culpa-...
—Y quieres creer que es así para que tengas motivos para llorar. Te asusta, ¿no? —Zeke pasó una mano por un punto sensible detrás de su oreja—. Admitir que no te sientes culpable.
La respiración de Levi se aceleró. ¿Cómo se atreve ese hijo de puta-?
—Estás aquí porque me deseas —el rubio mordió su oreja—. Pero eres demasiado cobarde para admitirlo.
—Zeke-...
—¿Abriendo las piernas por un hombre cuya negligencia llevó a la muerte de tu prometido como una forma de castigo? ¿Que la gente piense que eres repugnante? ¿Hacer que te odien lo suficiente para que dejen de intentar convencerte de que no lo eres?
Levi tembló debajo de él. Las cosas que Zeke estaba diciendo-
—¡Mierda! Todo ello —Zeke escupió—. Nadie cuya opinión te importe va a pensar que eres vil por tener sexo conmigo; ellos solo pensarán que lo estás sobrellevando.
—Zeke. Por favor-...
—No estás aquí para parecer o sentirte vil. No crees en serio que tienes la culpa. No necesitas que te convenzan, ni tu mismo, ni mucho menos de mi pene, para recordarte supuestamente que lo eres.
—No-...
—Sí —Zeke se rió entre dientes—. Es una historia que te cuentas a ti mismo, pero yo veo a través de ella. Yo también me cuento historias, pero no miento en las mías —Levi gimió por el doloroso agarre que el rubio tenía sobre él mientras Zeke se burlaba—. Empujo mi pene en tu culo porque se siente bien, porque me gusta, porque tu agujero es un placer para mi polla —miró a los ojos grises de Levi—. Te dices a ti mismo que quieres sentirte como una mierda, pero cuando te follo, dudas —lágrimas brotaron de los ojos de Levi—. No es dolor lo que quieres —concluyó Zeke—. Es el consuelo de un hombre en el que no quieres admitir que encuentras consuelo.
Levi parpadeó, dejando que cálidas lágrimas rodaran por su rostro.
—No —su voz no era más que un susurro—. Eso no es cierto.
—Pero lo es —Zeke sonrió con malicia—. Mírate. Estás llorando Ni siquiera estás luchando como lo haces normalmente.
—No es verdad.
—Amas mi polla. Quieres que me folle. No para hacerte ver o sentirte vil. No. Eso es solo una excusa para que cuando te haya dado un orgasmo, no te sientas tan mal por ello. No sentirás que lo estás engañando, porque supuestamente lo estás haciendo por otra razón.
Levi negó con la cabeza. Ya no podía hablar. Las palabras de Zeke resonaban en su cabeza: quería esto. No era un castigo. No era para sentirse como una mierda. Pero esto. El fin de su soledad, su frustración sexual, las noches que tenía que pasar solo sin Erwin. Se reuniría con Zeke una vez cada pocos días para hacer esto y obtener su dosis, pero se decía a sí mismo que no era su reemplazo.
Porque Zeke Jeager nunca podría reemplazar a Erwin.
¡Pero joder que lo hizo sentir bien! Demasiado bien. Lo suficientemente bien como para que Levi quisiera más de él.
Se conocieron en el hospital. Zeke se había estado recuperando en la sala de varones mientras su hermano y el prometido de Levi descansaban en la morgue, esperando que la funeraria los recogiera. Ambos tenían los ojos inyectados en sangre por tanto llanto. Intercambiaron sus simpatías. Levi no tenía mucho que decir. Le dijo a Zeke que lo sentía y que estaba a punto de irse, pero luego Zeke tiró de su muñeca y le pidió que se quedara.
Se contaron más historias el uno al otro. Mayormente Zeke. Levi se quedó callado cuando se enteró de quién era el rubio para el joven que había embestido su coche contra el de Erwin, qué habían estado haciendo antes de que pasara la mierda. Aprendió más de lo que quería sobre el rubio bajo la influencia de la morfina. Zeke estaba sufriendo, y él también. Pero Zeke había sido mejor hablando de eso.
Se mantuvieron en contacto después de eso, se vieron en el funeral de cada uno, unidos por la pérdida de sus existencias irremplazables. No se encontraron con demasiada frecuencia después de eso. No entonces. Las heridas aún estaban frescas. Solo ver al otro hombre era insoportable. Meses después, Levi se acercó a Zeke nuevamente, porque su casa se sentía vacía, para preguntarle si le apetecía tomar una copa con él. No alcohol, se aseguró Levi. Tenía un odio profundo por esa sustancia desde que sucedió la mierda. Zeke también. Entonces bebieron té.
Levi no dijo mucho incluso entonces. Solo quería compañía. Y Zeke lo sabía. Así que puso su mano sobre la rodilla de Levi, y el resto fue historia.
Se besaron, lloraron, Levi le dijo a Zeke cuánto extrañaba a su prometido, y Zeke le dijo que podía ayudarlo a dejar de pensar en las cosas. No follaron. No aún. Pero se abrazaron y se abrieron el uno al otro lo suficiente como quisieron.
Así que hicieron un pequeño acuerdo: ambos se distraerían.
Su primera vez había sido salvaje. Explosiva. Tan llena de hambre y anhelo. Sin hablar. Solo follar. Y a Levi le encantó. Infierno. Le encantó tanto. Zeke era joven, aventurero. Le recordó lo que se estaba perdiendo con y sin Erwin.
Y eso lo hizo sentir como una mierda.
Incluso él lo sabía. Este hombre, este rubio que arruinó su vida, fue creciendo lentamente en él. Y no había perdido a Erwin hacía mucho tiempo. Era demasiado pronto para empezar a salir de nuevo, no sin que la gente lo juzgara, si no lo hacían ya por sus preferencias, e incluso si hubiera pasado más tiempo, Levi no podía soportar aceptar que encontró a alguien a quien consideraba algo así como un reemplazo.
No. Un rebote. Nadie podría reemplazar a Erwin.
Pero aún así. Estaba empezando a encariñarse con su rebote, y eso lo aterrorizaba. Le hizo pensar, ¿Erwin no significaba nada para él, se abriría con un hombre tan rápido, un hombre indirectamente responsable de hacerlo terminar así?
Así que Levi trató de convencerse a sí mismo de que no se reunía con Zeke para sentirse bien, para distraerse. Fue por un castigo. Él era culpable. Despreciaba al hombre. Y necesitaba que le recordaran su culpa. Esa parte no era una mentira, pero era inexacta: su culpa no era por dejar morir a Erwin; era hacia los sentimientos que estaba desarrollando por Zeke, un hombre que compartía su dolor, la única otra persona que estaba tan devastada como él por ese accidente.
Por eso le pidió a Zeke que siguiera recordándole a Erwin, que le dijera lo decepcionado que debía estar su prometido con él, para que pudiera recordar que Zeke no era su verdadero amor, solo un rebote. Pero nunca le dijo eso. Nunca le dejó saber que lo veía como algo un poco más que un compañero de sexo. Le ocultó ese pequeño detalle. No quería que sentimientos estúpidos se interpusieran en su arreglo.
Pero Zeke. Ese hijo de puta observador. Zeke vio a través de él.
Vio de qué se trataba todo esto, lo que Levi realmente quería. Lo llamó. Llamó su mierda. Y estaba molesto. Acordaron tener relaciones sexuales sin condiciones, y si las condiciones se estaban desarrollando, para ser honestos al respecto, podrían discutir cómo proceder con tal arreglo. Pero Levi no lo hizo. Estaba demasiado asustado para hacerlo. ¿Y si Zeke lo dejaba? ¿Qué pasaría si lo hiciera, no por los sentimientos de Levi, sino por las historias escandalosas que se dijo a sí mismo para ocultarlos? ¿Y si estaba de acuerdo con que Levi lo quisiera como algo más que una conexión, pero debido a su deshonestidad, pensaría de él como un pedazo de mierda manipulador que pensó que podía engañarlo, un insulto a su inteligencia?
Levi tembló bajo la forma de Zeke. Estaba avergonzado. Tan completamente avergonzado de sí mismo. Fue atrapado. El rubio no era como él; era un idiota en profunda negación. Zeke vio a través de él. Las lágrimas se derramaron por sus mejillas. Ahora se sentía vil, verdaderamente vil. Debería haber admitido esa mierda desde el principio. Habría sido más digno. Pero fue un cobarde. Y ahora su cobardía le costaría la compañía de un hombre al que había llegado a desear. De nuevo.
—¿Levi? —Zeke lo llamó, dejando de actuar. Su voz adquirió un tono preocupado—. Bebé, ¿estás bien? —el hombre debió de haber notado lo silencioso que se había vuelto. Llorar era normal, pero el silencio; un silencio como este no lo era—. ¿Fui demasiado lejos?
Mentir. Ese fue su primer instinto. Mentir de nuevo. Zeke le lanzó un bombardeo de insultos, sin mencionar las repetidas implicaciones de infidelidad, pero Levi fue quien se lo pidió. Literalmente. Él fue quien le pidió explícitamente a Zeke que lo insultara de esa manera. ¿Realmente fue demasiado lejos?
¿Y si fuera todo una coincidencia? ¿Y si Zeke no supiera nada de sus verdaderos sentimientos hacia él? ¿Y si fuera solo una suposición calculada?
Pero no. Sus lágrimas deben haberlo delatado.
Por otra parte, tal vez no. Tal vez Zeke podría no asumir que dio en el clavo. Quizás en sus ojos, Levi solo estaba llorando porque extrañaba a Erwin. ¿O tal vez pensó que le dolía más encenderlo, decirle que no se sentía culpable por una mierda, sin saber que lo que asumía era un rechazo de los sentimientos de Levi, era en realidad una aclaración de ello?
Según su cambio de tono, parecería que sí. Si realmente estuviera enojado con Levi por mentir, si incluso sospechaba deshonestidad, ¿por qué entonces le preguntaría si estaba bien, cómo si llamarlo su mierda hubiera sido todo un acto? No. Zeke no debe saberlo. Y fuera un acto. Uno muy bueno. No puede saberlo. Simplemente no puede. Es demasiado vergonzoso. Además, el rubio incluso se estaba disculpando.
—Lo siento, bebé. Pensé que te irritaría más ser follado por un hombre que cree que estás obsesionado con él.
Pero él lo estaba. Y dolía admitirlo. Incluso era nauseabundo. Pero Levi estaba obsesionado con él.
—No pensé que te afectaría —Zeke inclinó la cabeza—. Solo estaba tratando de hacer lo que me pediste, hacerte sentir-...
El moreno negó con la cabeza, colocando los dedos sobre los labios de Zeke y lo hizo callar. El fuego surgió una vez más en sus venas.
—¿Me escuchaste decir suero?
Zeke lo miró, un poco sorprendido por el cambio de comportamiento de Levi. Sacudió la cabeza.
Levi tomó la mano del hombre y la envolvió alrededor de su polla semidura, haciendo que Zeke la acariciara hasta ponerla totalmente dura. Se aseguró de esparcir su pre-seminal en todos sus dedos.
—¿Sientes eso? —Levi usó sus propias palabras con él—. ¿Sientes lo húmedo que estoy por ti?
Tomando la indirecta, Zeke le dio al hombre más pequeño una fuerte embestida entre sus piernas. Levi inhaló bruscamente, un poco aturdido. Zeke todavía estaba duro, y todavía estaba enterrado profundamente dentro de él. El rubio se humedeció los labios.
—Estás muy mojado para mí —él sonrió, respondiéndole—. Wow. ¿Ves eso? —miró su palma alrededor de la polla de Levi—. Estás goteando aquí ahora.
—Fóllame. Continúa con la mierda... —Levi se enfureció, la frustración regresó—. Termina tu juego perfecto.
—No te arrepentirás de esto —aseguró Zeke, casi agradeciéndole por volver a sus sentidos—. Levanta las caderas por mí, bebé —y Levi lo hizo. Zeke tomó eso como una señal para continuar—. Sabes qué hacer —continuó con su farsa—. Háblame sucio.
Levi respiró hondo, soltando su agarre en los bíceps de Zeke. Entrelazando sus brazos alrededor del cuello del hombre.
—Necesito tu polla, Zeke —dijo lo que el rubio quería oír, cuanto más sucio mejor—. Quiero que duela —inició un beso profundo y húmedo, sorprendiendo al joven jefe de guerra—. Quiero que se sienta tan bien que se sienta horrible.
Desde que Levi se desnudó para el rubio hasta este momento, había estado yendo y viniendo entre el deseo de sentirse bien y la necesidad de sentirse usado. No estaba dividido acerca de Zeke- ser follado estaba fuera de discusión, estaba dividido acerca de lo que quería de él. Pero ahora...
—Hazme sentir bien, Zeke. Yo también quiero sentirme bien.
Desvergonzado. Totalmente descarado. Eso es en lo que se ha convertido.
—No supuse —inspeccionó Zeke—. Que se sintiera tan bien para que sigas hablando de él.
—No, mierda —se burló Levi, pasando sus dedos por los sudorosos mechones del hombre—. Bésame —exigió.
—Entonces dejaré de mencionarlo-... —Zeke besó los labios de Levi—. Si gimes mi nombre de ahora en adelante.
—Zeke... —comenzó Levi, acariciando inocentemente su pómulo y su barba.
Zeke gimió. Las caderas de Levi, a pesar de la expresión suplicante e infantil de su rostro, estaban haciendo cosas mucho menos que inocentes debajo de él. El rubio debería disciplinarlo. Apuntó otra embestida precisa a su próstata. Levi se sobresaltó, siseando.
—¡Ah! Hazme tu perra.
Mierda. ¿Realmente acaba de decir eso?
—Con gusto —gruñó Zeke. Embistió a Levi tres veces más, dándole golpes fuertes pero deliberados a su punto de placer, sacudiendo a Levi con cada embestida, haciendo que cada maldito impulso contara—. Te voy a llenar hasta el borde —embistió más fuerte. Levi chilló—. Entonces voy a destrozar tus paredes —el tono de Zeke era bajo. Levi gimió—. Nunca encontrarás otra polla para llenar tu agujero.
—¡Ah! ¡Zeke!
—Así es. Gime mi nombre.
Zeke aumentó su velocidad pero redujo la fuerza de sus embestidas. La fricción constante, aunque no tan contundente, sirvió para reavivar esa cálida burbuja entre sus piernas. Se besaron un poco más, el más ancho de los dos inmovilizó la pelvis del moreno contra el colchón con tanta fuerza que la cama golpeó la pared con cada embestida.
—¡Mierda! Zeke-...
Levi maldijo un par de veces, su desesperación le recordó a Historia cuando la tocó: Erwin pensó que era una venganza apropiada cuando la heredera golpeó a Levi hace unos cuatro años. Ella lo buscó justo después de cumplir dieciocho años para agradecerle al empresario de una manera más íntima y menos formal, por ayudarla a defender el legado de la familia Reiss. Por cuántos hombres y mujeres estaban sedientos de ella, y lo amistosa que era con todo el mundo, los dos se sorprendieron de que la primera cosa fálica en haberla hecho venir fueran los dedos de Levi. El moreno lo hizo a la vista de Erwin para su placer-
—¡Mierda! Eres tan bueno en esto-...
—Lo sé —se quejó Zeke, claramente complacido—. Tuve práctica.
Consentir. Esa era la mejor cosa que se pudo hacer. Permitirse disfrutar de esto como la bestia quería que lo hiciera. Ya estaba sujetando a Zeke por el culo, su vientre nadando en sus fluidos, con la intención de derramar los suyos muy pronto. Si estaba mal disfrutar de la polla del rubio por lo mal que se reflejaba en su relación con Erwin, nunca debería haberlo contactado. Si hubiera querido sexo y solo sexo, debería haber llamado a un extraño. No debería haber llamado a Zeke con quien compartió una conexión emocional, incluso si no fue particularmente agradable. Además, consentir ayudaría a mantener su fachada. Si no seguía el juego, Zeke comenzaría a hacerse preguntas, y si Zeke comenzaba a hacerse preguntas...
—Zeke... tu polla-... —Levi se movió—. Tu polla se siente tan bien en mí-...
Escónderse a plena vista. Eso es lo que hará. Levi se escondería a plena vista.
—Levi. ¡Mierda!
Zeke estaba empezando a perder la compostura.
También perdió a alguien, se recordó Levi. Zeke pasó una década entera buscando a Eren desde el día en que se enteró de que tenía un hermano menor. Lo vio una vez cuando era niño, ya que su padre se volvió a casar, dejándolo al cuidado de sus abuelos seniles, y luego lo perdió nuevamente la noche en que el joven Jeager chocó su auto contra el de Erwin después de reunirse con él. Eren había sido el único Jeager que se alegró de verlo desde que su propia madre falleció un poco después de la de Eren. En otras palabras, Zeke perdió al último miembro de la familia conocido que no temía su existencia.
Eren estaba intoxicado. No debería haber estado conduciendo. Debería haber sido él. Zeke debería haber sido el que estuviera detrás del volante. Pero Zeke no pensó que les pasaría nada, así que dejó que su borracho hermano pequeño los llevara a casa.
El incidente los dejó a ambos destrozados.
—Más, Zeke. Quiero más-...
Le dio una sensación de control ser quien se infligiera dolor, control que se engañó a sí mismo al pensar que tenía. Tenía el poder de cambiar el orden de los acontecimientos, ¿no es así? ¿Cambiar el curso de la historia? ¿Ser una onda definitoria en el efecto mariposa? Sin embargo, Levi se congeló y tomó todas las decisiones equivocadas, hablando cuando no debería haberlo hecho, permaneciendo en silencio cuando las palabras estaban destinadas a ser dichas. Era responsable de la muerte de Erwin porque era más fácil castigarse a sí mismo, un hombre al que podía sentir y alcanzar, que tratar de castigar a una fuerza invisible. Él podía sangrar, el destino no. Esa era su forma de pensar al principio.
—Más duro, Zeke.
Levi hizo todo lo que pudo para aferrarse a él. La culpa. El dolor. Él era adicto a eso. Causa y efecto. Acción y reacción. Tercera ley de Newton. Si él hacía algo, algo debería resultar de ello. ¿No era así como funcionaba el mundo? ¿No había un orden para todo? Sin embargo, en el momento en que moría un ser querido, repentinamente, ninguna de esas leyes se aplicaba. Cuando un ser querido moría, siempre estaba destinado a ser. El destino cometería un crimen y nadie podría hacer pagar al destino. El dolor fue devastador.
—¡Zeke, más duro!
No. Dolía demasiado. Dolía pensar que no podía haber hecho nada. Se acostó con Zeke, al principio, para castigarse a sí mismo. El dolor que Levi sintió al creer que podría haber hecho una diferencia era algo que consintió. Era algo que podía manejar. Y necesitaba sentir que podía manejar algo o el dolor lo volvería loco. Por eso era adicto a la culpa y al dolor. Pero ahora…
—¡Zeke!
Ahora estaba desarrollando sentimientos por él. Todas esas noches que pasaron juntos, ayudándose mutuamente a sobrellevar el dolor, compartiendo una carga que nadie más podría conocer, de un hombre sereno y no afectado por fuera pero que carga tanto por dentro. Finalmente, en algún punto, Levi no pudo seguir el ritmo. Los engaños. La idea de que podría haber hecho algo para evitar que Erwin se encontrara con su trágico final. Comenzó a aceptar, poco a poco, que el destino estiraba su mano y él era una parte irrelevante de la ecuación. No tenía más motivos para castigarse a sí mismo porque la culpa empezó a desvanecerse.
Pero no dejó de acostarse con Zeke.
—Eso es, bebé. Sigue diciendo mi nombre.
Y no dejó de acostarse con Zeke, porque acostarse con Zeke le dio lo que deseaba desde una sensación de control: comodidad. Sí. El hombre era una bestia en la cama. Le gustaba provocarlo. Pero al final de todo, una vez que terminara el tiempo de juego, el rubio estaría allí para cuidarlo y consolarlo, al hacerlo, formando una conexión más profunda con él.
Y eso es lo que Levi encontró inquietante. Fue entonces cuando comenzó a tener conflictos. Se suponía que su arreglo no terminaría así, con Levi desarrollando sentimientos por el hermano de un hombre que mató a su prometido. El sexo con Zeke fue un castigo al principio, hasta que se convirtió en algo placentero, por lo que luego fue aterrador. Solo trató de convencerse a sí mismo de que aun era un castigo para hacerlo menos aterrador.
Pero Zeke vio a través de él.
—Zeke —murmuró Levi, frunciendo el ceño con urgencia—. Por favor. Fóllame.
Zeke, estimulado por las cosas sucias que estaba diciendo, levantó las piernas de Levi sobre sus hombros, cambiando el ángulo en el que lo penetró. Miró a los ojos de Levi, dilatándose en la tenue luz, bebiendo del color plateado que miraban con tanta avidez a los suyos.
—Eres tan codicioso-...
—Voy a-...
—Tan codicioso por mi polla-...
—¡Zeke!
Levi lloró cuando Zeke se estrelló contra él, disfrutando del golpe de las caderas del rubio, tanto fervor en su ritmo, una vez casual, ahora severo. El zumbido bajo de los gemidos de Zeke se fusionó perfectamente con el sonido agudo de los suyos. El rubio se hundió más y más rápido en él, la nueva posición golpeaba más fuerte, más profundo, estirando sus paredes tan ferozmente que las lágrimas volvieron a sus ojos. La bestia no le dio ningún respiro de su roce, el ritmo incesante de su juego. Levi cantando su nombre-
—¡Zeke...!
—Escucha-... —el rubio se arqueó sobre él, sosteniendo la cabeza de Levi en sus manos, doblándolo por la mitad: escuchó sus propios quejidos, sus ásperas exhalaciones, el lascivo chapoteo entre sus muslos y el húmedo golpe de los testículos de Zeke contra su trasero—. Escucha cuanto me deseas —rugió mientras golpeaba despiadadamente contra él—: ¡Grita mi nombre, perra! ¡Grítalo como si lo dijeras en serio!
Levi chilló una y otra vez, dándole al rubio su parte del trato. Le gustaba su voz.
—¡Ahh- así! ¡Así!
—Mierda. ¡Suenas tan sexy!
Funcionó bien al principio. Su pequeño arreglo. Su pequeño plan. Levi sentiría náuseas incluso antes de que terminaran, pero cuanto más se acostaba con el hombre, y cuanto más lo escuchaba, más difícil le resultaba a Levi despreciarlo, sentir que lo que estaba haciendo estaba mal. Y si Levi no sentía que estaba mal, si no se sentía como un castigo, no tendría sentido que follaran. Y no quería que no tuviera sentido, porque si seguía durmiendo con él cuando no había razón, solo le quedaría una opción: estaba teniendo sexo con Zeke porque le gustaba, y no solo eso, sino el mismo Zeke.
Levi se estremeció. Le aterrorizaba.
—Bebé-... —Zeke jadeó, todavía embistiendo como un loco contra él—. Bebé, ¿sigues conmigo?
A Levi le aterrorizaba pensar que tal vez no odiara a Zeke, no tanto como se convenció a sí mismo de que lo hacía, y peor aún, ¿y si...?
—Bebé, estás tranquilo. ¿Te estás desmayando? ¿Es tan bueno?
¿… Y si Zeke sentía lo mismo por él?
—¡Sí! —Levi jadeó, regresando a la tierra—. ¡Sí, Zeke! Joder, ¡se siente genial!
¿Y si Zeke realmente se preocupaba por él? Y no por un acuerdo tonto. ¿Y si él también sentía algo por él?
—Zeke, más-… —Levi arañó al rubio, sintiendo la cama vibrar con el vigor de sus embestidas. Si ya no estaba haciendo esto por una sensación de control, si era para sentirse bien—... ¡Aah! ¡Mierda!
—¿Qué necesitas, bebé? Dime que necesitas-...
—¡Hah-ayuda! —Levi se aferró a él, recuperando el aliento—. ¡Ah! ¡Zeke!
Gritó, tratando de sacar algunos pensamientos de su cabeza-
—¡Dime lo que necesitas, bebé!
Se sintió bien. ¡Se sintió tan jodidamente bien! Y el rubio se preocupaba por él. Realmente lo hacía. Estaba arrepentido. Siempre lo había estado. E hizo que Levi se sintiera tan jodidamente querido. Lo deseaba. Lo necesitaba. No se trataba de Erwin. Se trataba de él. Se trataba de que Levi encontrara a un hombre que pudiera relacionarse con su dolor, que lo deseara, que viera a través de sus tonterías incluso antes que él mismo. Se trataba de Zeke, que lo protegía de sí mismo, que respetaba sus deseos lo suficiente como para seguirle el juego, un hombre que buscaba por el mundo a su hermano, que luego lo perdió, que era una bestia en la cama pero, lo que es más importante, que logró sacar a Levi de una zanja que él mismo hizo, consolarlo cuando se negó a ser consolado. Zeke también perdió a alguien, pero había sido honesto.
—¡A ti! —Levi lloró, al fin, temblando tanto de placer como de dolor—. ¡Te necesito !
Algo estalló en él.
Demasiado. Era demasiado.
—Zeke-...
Lo decía en serio.
—¡Te deseo!
Gimiendo en voz alta, sin coherencia, Levi supo que estaba cerca. Zeke también. El golpe de sus caderas, rítmico y meticuloso, ahora se estaba convirtiendo en una rutina errática.
—¡Te deseo-...! —repitió Levi.
Que se joda el mundo. Que se jodan todos en él. Esto era todo lo que importaba.
—Bebé, voy a correrme. Me voy a correr dentro de ti —Zeke lo golpeó aún más salvajemente, construyendo un orgasmo—. ¡Mierda! Levi-... —embistió al moreno, abusando de su punto dulce—. ¡Córrete conmigo! Córrete conmigo, cariño-...
Una mano ardientemente caliente se apretó alrededor de su polla, tirando y retorciendo su longitud dura como el mármol. El agarre que tenía en su polla, la forma en que el puño de Zeke asfixiaba la cabeza… Levi se apretó más fuerte alrededor de su pulsante longitud.
—¡Nnh! ¡Tan bien!
Pechos agitados, abdominales tensos, muslos apretándose violentamente, unos pocos bombeos más fue todo lo que hizo falta. Zeke se estremeció, corriéndose con un gemido gutural, llenando a Levi con un montón de semen caliente. Levi lo siguió poco después, compartiendo su clímax animal, regando su semilla por todo su pecho y estómago. Sus lenguas se encontraron mientras se mecían, menos primitivamente, para soportar sus poderosos orgasmos.
—Levi… —Zeke jadeó, su polla todavía palpitaba dentro de él—... ¡Eso fue increíble! —se derrumbó sobre el moreno, untando su semen por todo su abdomen—. ¿No fue asombroso?
Levi, quien normalmente hacía una mueca al sentir el semen derramado, envolvió sus brazos alrededor del rubio. Su cuerpo hormigueaba deliciosamente, incluso si le dolía el trasero.
—Sí —estuvo de acuerdo, exhausto, disfrutando de la felicidad poscoital. Levi bajó las piernas de los hombros de Zeke para envolverlas alrededor de su cintura—. Lo fue.
Sostuvo al rubio más fuerte contra él, acariciando su cabello, sus hombros, su espalda. Le dio otro beso a Zeke, probando de nuevo el tabaco y la melaza, cerrando los ojos, saboreándolo, sabiendo muy bien que este podría ser el último.
—Mmmh. Levi… —la voz de Zeke sonaba ronca por tanto gritar, suave y baja contra su lengua—. ¿Qué es esto? —susurró cuando finalmente se separaron, con las frentes unidas entre sí, todavía tratando de recuperar el aliento. Habían terminado de follar. No era propio de Levi ser cariñoso una vez que habían terminado de follar—. ¿Estás bien, amorcito?
El moreno asintió, sonrojado.
—Estoy más que bien.
—¿Si?
—Sí —Levi sonrió, acariciando la barba de Zeke—. De hecho…
—Estás sonriendo. Nunca te había visto sonreír.
Levi se rió entre dientes, ensanchando la sonrisa del rubio.
—Pareces muy feliz, amor.
—Lo estoy —Levi bajó los ojos y luego volvió a mirarlo. Zeke lo observaba con intriga.
—Pareces tímido.
Levi se mordió el labio mientras el calor subía a su rostro.
—Estás siendo tímido —Zeke señaló, asombrado—. Levi-...
—La pasé muy bien —Levi dibujó tímidos patrones en el pecho de Zeke—. Gracias.
—Oh, tú-... —con un movimiento de pies, Levi se encontró sentado a horcajadas sobre Zeke. El hombre los había maniobrado de modo que estaba sentado con las piernas extendidas debajo de él y Levi tenía las piernas cruzadas alrededor de su cintura—. Eres tan hermoso —Zeke trazó su cuello, sus labios. Ahuecó la mejilla de Levi y enterró su rostro en su cabello—. Lavanda —murmuró para sí mismo, inhalando el cabello de Levi—. Yo también me lo pasé genial.—
Levi escondió su rostro en el hueco del cuello de Zeke. Zeke sonrió, extremadamente contento.
—¿Estás realmente bien, bebé? —acarició los músculos de la espalda de Levi—. Te estás poniendo duro de nuevo.
Levi gimió. Esto era vergonzoso. Y no tenía absolutamente ningún control sobre eso. ¿Qué diablos estaba pasando? ¿Por qué estaba actuando como un adolescente? Y joder. Realmente se estaba poniendo duro de nuevo.
—No llegué a correrme tanto como tú —Levi se humedeció los labios—. Pero no tienes que ayudarme. Sé que estás agotado.
Zeke todavía estaba profundamente dentro de él, y se había vuelto lo suficientemente suave, pero el rubio aún tenía que retirarse.
—Subestimas mi resistencia, Ackerman.
—¿Vamos a hacer esto de nuevo?
—Si tu quieres —Zeke tocó su nariz—. ¿Quieres?
Levi se tomó un momento antes de responder.
—¿Vas a estar bien?
—Creo que estás olvidando que soy mucho más joven que tú.
—Tienes razón —admitió Levi—. Lo olvido a veces. Lo siento.
—Está bien. Sin embargo, necesito un minuto.
—¿Podemos… —comenzó Levi, pero no terminó su oración.
—¿Sí, bebé? —Zeke lo persuadió, frotándole los brazos—. ¿Podemos qué?
—¿Podemos ir más despacio? —Levi preguntó, avergonzado—. En realidad yo…
—Continúa.
—Necesito poder caminar mañana así que ehh...
—¿Sexo menos duro?
Levi asintió.
—Quiero decir, me encanta. Pero quiero intentar...
—¿Quieres intentar…?
—Quiero intentar hacer el amor.
Zeke se quedó inmóvil debajo de él. Y luego el hombre se inclinó hacia atrás, lentamente, mirando hacia arriba para mirarlo, con una expresión de desconcierto en todo su rostro. Levi no pudo leer sus expresiones. ¿Estaba disgustado? ¿Horrorizado? Ciertamente estaba desconcertado, pero ¿de qué manera? ¿Era esto bueno o malo? ¿Por qué no decía nada?
—Levi, yo-...
—Sabes que. Olvida lo que dije. Terminaré-...
—¡Sí! —Zeke tiró al moreno en un abrazo aplastante, sobresaltando al pelinegro—. ¡Sí! ¡Vamos a hacer el amor!
—Suenas como si hubieras estado-...
—¿Esperando esto desde que nos conocimos? ¡Joder, sí!
—Así que ehh… —Levi bajó la mirada de nuevo. Era insoportable decir estas cosas—. Quiero decir. ¿No estás molesto conmigo?
—¿Molesto? ¿Por qué demonios estaría molesto? Tengo a un hombre hermoso ruborizándose tan bellamente en mi regazo preguntándome si le haría el amor. ¡Debo estar loco para estar molesto contigo!
—Quiero decir… —Levi trazó patrones en el pecho de Zeke de nuevo. Un hábito nervioso—. Te mentí un poco.
Zeke tomó su mano y se la llevó a los labios, besándola de una manera tan caballerosa que nadie hubiera pensado que se había follado a Levi sin sentido. De no ser por las rayas de semen en su pecho y el hecho de que su polla todavía estaba hundida profundamente en su trasero, Levi se habría enamorado de tal acto.
—No me mentiste —Zeke se acarició sus nudillos—. Lo supe desde el principio.
El corazón de Levi latió con fuerza en su pecho. La vergüenza inundó sus venas. Mierda. Esto fue vergonzoso. No era un acto. Lo dijo en serio todo el tiempo. Cada maldita palabra. Zeke sabía entonces, ¿sus verdaderos motivos? ¿Eso también significaba que sabía lo que sentía por él? ¿Qué se suponía que tenía que decir ahora?
—Lo siento. Sólo estaba-...
—Asustado. Lo sé —Zeke lo soltó para ahuecar su rostro. Masajeó las sienes de Levi, haciendo todo lo posible por calmarlo—. No tienes que disculparte por eso.
Levi asintió, las lágrimas brotaron de repente. Mierda. ¿Alguna vez había llorado tanto desde el funeral de Erwin?
—Y por cierto, yo también te amo —Zeke lo ayudó a secar sus lágrimas—. La única persona a la que le mentiste fue a ti mismo —dijo el rubio con suavidad. Lo tomó amorosamente en sus brazos—. No puedo enojarme contigo por eso. De hecho, lo entiendo.
El corazón de Levi saltó en su pecho. ¿Zeke acaba de decir que lo ama?
—Lo siento —sollozó Levi. Sacudió la cabeza. Su mundo estaba girando. Zeke lo sabía. Zeke no estaba molesto con él. Zeke lo sabía y Zeke lo amaba—. Acabo de arruinar un buen momento. Se supone que debemos estar haciendo el amor.
—¿Qué? —el rubio lo hizo callar—. No. Bebé, ¡eso no es cierto! —secó más lágrimas—. Se supone que debemos escucharnos el uno al otro y sentir las cosas juntos. Hacer el amor —Zeke tranquilizó al moreno—. Es más que solo te meta la polla.
—¡Lo sé, mocoso! —Levi espetó, sonriendo a través de sus lágrimas, de alguna manera encontrando su fuerza otra vez desde un hombre que lo había follado tan brutalmente le dijera qué era hacer el amor—. Solo estoy... estoy tratando de ordenar mis pensamientos.
—Lo sé —Zeke le sonrió gentilmente, acercándolo para darle un beso en la frente. Su barba hizo cosquillas en las cejas de Levi—. Tómate tu tiempo, bebé —habló contra su piel empapada en sudor—. Y recuerda, no tienes que entenderlo todo ahora.
—Me cuidas muy bien —Levi se burló, conmovido por la oferta del rubio, limpiando lo último de la humedad en sus ojos—. No es de extrañar que olvide que eres mucho más joven que yo.
—Lo tomaré como un cumplido —Zeke sonrió—. Y sabes, siempre podemos hacer el amor en el sentido literal en otro momento, si solo quieres que nos abracemos por el resto de la noche.
Su pene se había ablandado considerablemente desde que comenzó a llorar de nuevo, y Zeke se dio cuenta de eso.
—Quiero decir, probablemente debería salir de ti ahora. Puedo chuparte, si todavía tienes energía. Pero no me decepcionaré si solo quieres que nos abracemos.
Levi puso los ojos en blanco.
—¿Cómo puedes ser tan romántico y tan sucio al mismo tiempo?
El rubio se encogió de hombros, sonriendo.
—Es uno de mis encantos.
—Me gustaría eso —expresó Levi, escondiendo su rostro en el hueco del cuello de Zeke de nuevo.
—¿A qué de lo que te ofrecí te refieres, bebé? Hay un tipo de conflicto entre ellos...
—Chúpame. Hazme el amor. Y luego saca tu enorme polla de mi culo para que podamos abrazarnos hasta la mañana.
Zeke sonrió en el cabello de Levi, tan oscuro y seductor como su abismo personal.
—Suena como un buen plan.
—Oh. Lo es.
結束.
