Puedes dejarte el sombrero.

Sídney, Australia.

Alguien llamó a la puerta del departamento con toques continuos y decididos, lo suficientemente fuertes como para poder ser escuchados. Las jóvenes que se encontraban dentro, celebrando con música ruidosa y alcohol, se miraron entre ellas con cierta confusión en sus rostros.

– ¿Esperábamos a alguien más? –preguntó Sea, con un suave acento de California–. Creí que ya estábamos todas.

– No falta nadie –replicó Gou, tan sorprendida como Sea–. A menos que Isuzu haya invitado a alguien.

– A mí no me miren –negó la aludida, una enérgica chica de cabello anaranjado–. Ustedes son las únicas personas a las que conozco en esta ciudad.

Las jóvenes que así habían hablado eran Sea Evans, una muchacha rubia de origen estadounidense y campeona de su país en natación en estilos libre y mariposa, así como Gou Matsuoka, pelirroja japonesa que era asistente de un club de natación e Isuzu Mikoshiba, nadadora de origen nipón que rompía récords en estilo libre en el país del Sol Naciente. Se encontraban en una fiesta muy importante, ni más ni menos que la despedida de soltera de Marina Shiozaki, amiga de las tres anteriores chicas y una de las promesas australianas de la natación femenina en estilo pecho. Marina estaba próxima a casarse en tres días, debido a lo cual Gou y Sea habían organizado esa fiesta en el departamento de la novia a la que habían acudido las amigas más cercanas de ésta, la mayoría de las cuales formaban parte del seleccionado australiano de natación femenil. Isuzu había tomado la temeraria decisión de llevar grandes cantidades de alcohol, lo cual escandalizó un poco a Gou pero, dado que todas las presentes ya eran mayores de edad, no tendría por qué ser un problema que bebieran unos cuantos tragos para animar el momento. Después de todo, como bien había dicho Isuzu: "Sólo se vive una vez".

La fiesta estaba en su apogeo cuando sol ya llevaba mucho rato de haberse ocultado tras los edificios; Marina, quien al comienzo estaba incómoda por la idea de tener una despedida de soltera, al final se había relajado gracias al alcohol y reía y charlaba como la que más. Gracias a las bocinas que había llevado Sea ("Made in USA", había dicho), la música retumbaba y facilitaba que las jóvenes cantaran a coro, muy felices y despreocupadas, hasta que el ruido de los golpes en la puerta de entrada las detuvo a medio coro.

– Bajen a la música y pregunten quién es –pidió Marina, al tiempo en que se retiraba de la cara un mechón de pelo negro–. Quizás es algún vecino que viene a quejarse de que la música está muy fuerte.

– Tu única vecina es tu tía y no creo que ella proteste –señaló Madison, una de las amigas australianas de Marina.

En eso la joven tenía razón, pues Marina vivía en un pequeño departamento ubicado en la cochera de la casa de su tía materna, así que la única que podría escandalizarse por el ruido sería ella. De cualquier manera, Gou se apresuró a bajar el volumen, mientras Sea se acercaba a la puerta con la finalidad de atender a la persona que tocaba; la chica rubia preparó su más seductora sonrisa para ofrecer una disculpa por el escándalo, aunque antes de abrir se le ocurrió que quizás podría tratarse de un ladrón así que decidió cambiar de táctica al último momento.

– ¿Quién es? –preguntó, a grandes voces.

– ¡La policía! –le respondió una enérgica voz masculina, ligeramente distorsionada–. ¡Abran la puerta!

– ¿Qué? –exclamó Isuzu, atemorizada–. ¡No, nos van a meter a todas a la cárcel!

– Eso no va a suceder, no es para tanto –replicó Marina, con una seguridad que no sentía–. O eso creo.

– Ay, por favor, ¿de verdad no adivinan lo que está pasando? –protestó Sea, con el ceño fruncido–. ¿Qué no han visto que esto pasa muy seguido en las comedias románticas? El que está allá afuera no es un policía.

– ¿Ah, no? –preguntó Gou, dudosa, pues ya se había dado cuenta de que la voz del policía se le hizo muy familiar.

– No, no lo es, estoy segura de ello –repitió Sea, convencida.

– ¿Entonces qué es, según tú? –preguntó Marina, con la extrañeza reflejada en sus ojos color turquesa.

– ¡Pero si es bastante obvio! –contestó Sea, con los ojos en blanco en un gesto de falso fastidio–: ¡Es un stripper! Estamos en una despedida soltera y se sabe que cuando en una despedida de soltera alguien golpea la puerta y dice que es la policía, en realidad es un stripper.

– Ya no veas tantas comedias románticas, te hace daño. –Marina frunció el ceño–. No creo que eso suceda en la vida real.

– ¿Tú crees? –Sea le lanzó una mirada sugestiva–. Ya lo veremos entonces.

La estadounidense se dispuso a abrir la puerta, con lo cual Gou emitió un pequeño quejido de temor. ¿Y si Isuzu tenía razón y las metían a la cárcel por escandalosas? Aunque la voz se le hizo familiar, Gou no podía asegurar que realmente conociera al policía que se encontraba al otro lado de la puerta; ella intercambió entonces una mirada con Isuzu y ambas se dieron cuenta de que estaban pensando en lo mismo.

– ¡No, espera, no lo hagas! –pidió Gou, aunque demasiado tarde pues Sea ya había abierto la puerta.

Con la fuerza de una tromba entraron a través de ella un grupo de cuatro hombres, todos vestidos como policías y con gafas oscuras cubriendo sus ojos. A pesar de los uniformes, Marina, Sea, Isuzu y Gou reconocieron de inmediato a los cuatro "guardianes de la ley", pues se trataban de Rin Matsuoka, Makoto Tachibana, Sousuke Yamazaki y el hermano mayor de Sea, Wave Evans.

– Ya se me hacía que conocía la voz del policía –susurró Gou, tratando de contener la risa.

– Hemos recibido el reporte de que hay una fiesta muy ruidosa aquí –anunció Rin, con voz autoritaria e ignorando a su hermana.

– Sólo nos divertimos, oficial –replicó Marina, con cara de no saber qué carajos estaba sucediendo–. Nos disculpamos por los inconvenientes, seremos más discretas a partir ahora.

– Me temo que eso no va a ser suficiente –negó Rin, después de lo cual mostró sus dientes de tiburón en una sonrisa maliciosa–. Están todas bajo arresto.

– ¿Bajo qué cargos, oficial? –preguntó Marina y arqueó las cejas.

– Bajo el cargo de perversión –contestó el joven.

Rin se quitó las gafas y las arrojó a un lado, tras lo cual se acercó con paso seductor a Marina, quien comenzó a caminar hacia atrás, ofuscada, hasta topar con una silla en la cual se dejó caer. Casi al mismo tiempo, como si ya lo tuvieran preparado (y seguramente así era), Wave encendió una grabadora de música que traía consigo, a través de la cual empezaron a sonar los primeros acordes de una canción que a todas luces usaría un stripper para su baile.

Baby, take off your coat, really slow…

– Será mejor que te prepares, porque esto va a resultar muy movido –dijo Rin, tras lo cual acercó su rostro al de Marina hasta que sólo quedó separado de ella por un par de centímetros–. Y si te descuidas, ten por seguro que te morderé.

Sin esperar respuesta, Matsuoka empezó a contonearse al ritmo de la canción con candencia y precisión; detrás suyo, Sousuke, Makoto y Wave imitaron sus pasos, lo cual encendió los ánimos de las otras chicas: todas a una soltaron gritos de emoción que alentaron a los bailarines. Las más entusiasmadas eran Gou e Isuzu, quienes se dejaron eclipsar por los movimientos de Wave y de Makoto. Éste particularmente estaba colorado hasta la punta de las orejas, pero bailaba como si se tratara de alguna locura de las muchas que hizo estando en la Preparatoria Iwatobi.

– ¡Mucha ropa, mucha ropa! –gritaron Sea y Madison al unísono–. ¡Quítense todo de una buena vez!

Take off your shoes… You can leave your hat on…

Como si sólo hubiesen estado esperando esa petición para hacerlo, los cuatro hombres se abrieron de golpe la camisa y la arrojaron hacia las jóvenes que los observaban; Gou atrapó la de Wave y éste le guiñó un ojo, mientras Isuzu agitaba en el aire la camisa de Makoto. Marina, por su parte, tomó la camisa de Rin y la sostuvo contra su rostro. Sousuke, a su vez, decidió que ya había hecho más que suficiente y sutilmente se hizo a un lado para dejar que sus tres compañeros continuaran con el espectáculo.

– Esto no me puede estar sucediendo –musitó Marina, quien a pesar de todo tenía muchas ganas de reírse.

– Oh, sí que está pasando, mejor que te hagas a la idea. –Rin le mostraba sus músculos con el desparpajo que tanto lo caracterizaba–. Disfrútalo, darling, es mi regalo de bodas para ti.

Marina se puso de mil colores pero no despegaba ni por un segundo la mirada del cuerpo musculoso y suculento de Matsuoka, quien se contorsionaba como un verdadero profesional. "¿Quién le enseñó a hacer esto?", alcanzó a pensar la joven. "Es cierto que siempre nos mofamos de Rin al decirle que podría dedicarse a ser gigoló si no triunfa en la natación, ¡pero se ha ido al extremo!". Siguiendo el ritmo de la canción, Rin mostraba sus bien trabajados músculos a la muchacha que continuaba pegada a la silla, incapaz ya de articular palabra pero con los ojos muy abiertos y llenos de deseo.

Come back here, stand on that chair…

Rin se encaramó sobre la silla de Marina, acercó su rostro a ella y le mordió suavemente el lóbulo de la oreja; ella soltó un leve gemido de sorpresa y satisfacción, que para su fortuna no fue escuchado por nadie más que por Matsuoka gracias al escándalo que había en el departamento.

– Te dije que si te descuidabas te iba a morder –sonrió él, con picardía.

– Eres un abusivo, Matsuoka –protestó ella, aunque después se echó a reír.

El joven procedió entonces a quitarse los pantalones, quedándose únicamente con un traje de baño ajustado y diminuto así como con la gorra de policía, lo que arrancó nuevas carcajadas a Marina; el pelirrojo movió el trasero de un lado a otro y mostró los músculos de su espalda. Marina comenzó a pasar sus manos por esos contorneados músculos, apretando suavemente aquí y allá para comprobar su dureza.

– Eh, tenga cuidado con esas manos, señorita –protestó Rin, aunque sin hacer el mínimo intento de detenerla–. O tendré que imputarle también el cargo de manoseo indebido a un oficial.

– Si de todos modos me va a arrestar, que sea con provecho –replicó Marina, sin dejar de tocarlo.

You can leave your hat on…

Mientras tanto, Sea se acercó a Sousuke, quien había dejado de bailar para contemplar muy divertido la escena que protagonizaban Rin, Makoto y Wave; estos dos últimos ya se habían quitado los pantalones también y presumían sus trajes de baño a Isuzu y a Gou. Los hombres, incluyendo el mismo Yamazaki, conservaban todavía los gorros de policía para hacer honor al título y a la letra de la canción: "Puedes dejarte el sombrero". Sea entonces le sonrió con coquetería a Sousuke, a lo que éste respondió con un gesto tímido.

– No puedo creer que de verdad lo hayan hecho –comentó la estadounidense, en voz baja para no interrumpir el baile–. Cuando Rin me contó que quería ser el stripper de Marina, no pensé que estuviera hablando en serio. ¡Me parece increíble que incluso hayan convencido a Makoto de bailar también!

– Eso es obra de Momotaro –explicó Sousuke–. Él fue el primero en decir que quería bailar junto a Rin, pero desistió de su idea al enterarse de que iba a estar presente su hermana así que convenció a Makoto de que ocupara su lugar.

– ¿Cómo lo logró? –preguntó Sea, al notar lo increíblemente avergonzado que estaba Tachibana–. ¡De seguro que le costó mucho trabajo hacerlo!

– No tanto como podrías creer –se rio Yamazaki–. Creo que Makoto decidió participar desde el momento en el que supo que Isuzu iba a estar presente. No me creas lo que te digo, pero me parece que ella lo estimula más de lo que imaginamos.

– ¡Eso sí que es una gran sorpresa! –aseguró Sea, mirando furtivamente a Isuzu y a Makoto–. Aunque no tanto como el hecho de que mi hermano esté saliendo con Gou, creo que por eso a él no lo detuvo de bailar el saber que yo estaría aquí.

Los dos dirigieron una mirada hacia donde estaba Wave y notaron que Gou le sacaba fotografías al joven rubio desde todos los ángulos posibles. Sin duda que lo que menos le preocupaba a Evans en ese momento era que su hermana estuviera viéndolo, con lo ocupado que estaba tratando de impresionar a la chica Matsuoka.

– Gou está haciendo su trabajo, como siempre –se rio Sousuke–. No me sorprende.

– No puedo decir lo mismo de usted, agente Yamazaki –señaló Sea–, pues ya debería de haberse quitado los pantalones también.

– Me parece que ya hice suficiente –repuso Sousuke, al tiempo en que desviaba la mirada con vergüenza–. Todavía no sé cómo me dejé convencer por Rin, bailarle a un grupo de mujeres no es algo que me entusiasme hacer.

– Oh, ¿y qué me dices de los bailes privados? –preguntó la rubia, con coquetería.

– Todo depende de para quién sean –contestó Yamazaki, con una sonrisa astuta–. Por ti podría hacer una excepción.

Won't you do that for me, babe? You can leave your hat on…

Al finalizar la canción, Rin le mordió a Marina la punta de la nariz, lo que hizo que ella volviera a enterrar la cara en su camisa (que aún tenía en sus manos), muerta de la risa. Sus ojos brillantes y sus mejillas sonrojadas le hicieron saber a Matsuoka que su plan había sido un éxito rotundo. ¡Sin duda que la señorita Shiozaki había disfrutado mucho el obsequio! Después, en lo que Gou calificaría como un "baile de músculos", Matsuoka, Tachibana y Evans posaron para las alborotadas mujeres presentes y, tras una enérgica petición por parte de Rin, Sousuke se unió al grupo para hacer dos o tres movimientos, aunque se negó a quitarse los pantalones.

– Tengo que reconocer que esto ha sido un regalo que jamás olvidaré –comentó Marina, mientras los jóvenes se daban a la tarea de recuperar sus prendas–. ¡Fue algo muy fuera de lo común!

Por supuesto que era fuera de lo común, en más de un sentido. Después de todo, ¿cuándo se había visto que el novio hiciera también el papel de stripper en la despedida de soltera de su futura esposa?

Fin.


Notas:

– Los personajes de "Free! Iwatobi Swim Club" pertenecen a Kyoto Animation y Koji Oji.

– Marina Shiozaki es un personaje creado por Lily de Wakabayashi.

– Sea Evans y Wave Evans son personajes creados por Elieth Schneider.

– Fanfic escrito con la simple finalidad de concederme un capricho. La canción que los chicos bailan es "You can leave your hat on" de Joe Cocker, la cual si bien está dirigida a una mujer, cada vez que la oigo me imagino a Rin bailándola.