Hacía tiempo que en el segundo piso de la biblioteca se escuchaban ruidos extraños.
No era raro que se tratase de una pareja que busque algo de intimidad, pero el caso es que nadie sabía de quienes se trataban. Las parejas que todos conocían pasaban tiempo juntas en público que no era probable que piensen en esconderse.
Así es como llegaron a la conclusión de que podría tratarse de alguna pareja secreta, y eso alimentaba la curiosidad de todos en la UA.
Ese día, Bakugou, Kirishima, Ashido, Kaminari y Sero se encontraban haciendo un ensayo para Present Mic. Justamente habían quedado en encontrarse en la biblioteca y llevaban ya un buen rato entre apuntes y escrituras.
Después de un rato, decidieron tomarse un descanso y hablar de cosas triviales, para disgusto de Bakugou. Entre tantos temas, salió a la conversación la escalera al fondo del lugar que iba al segundo piso. Cada uno empezó a exponer su teoría de quiénes podrían ser.
—¡Te digo que vi a Tetsutetsu con Kendo! —gritó Mina.
—Pero ese día llevaban mapas ¿No? Habrán ido a buscar un encargo de algún profesor... —dijo Kirishima.
—¡Silencio! —los calló Bakugou después de casi diez minutos de chisme.— Estamos en una biblioteca, idiotas. Cierren la boca por una vez en sus vidas y terminemos este estúpido trabajo.
Los demás se sobresaltaron y se pusieron manos a la obra. Pero la tranquilidad no duró mucho porque Kaminari volvió al ruedo.
—Pero no digas que no te da curiosidad saber quién es la pareja. ¡He visto a un montón de gente ir allí pero siempre van por algún encargo de un profesor! ¿Cómo vamos a descubrirlos?
Como Bakugou no acotó nada y siguió escribiendo, Sero vio la oportunidad para seguir hablando del tema.
—A lo mejor —empezó.— No son estudiantes.
Los demás se pusieron serios, y esta vez incluso el rubio explosivo prestó atención.
—¿A qué te refieres? ¿Espías?
—No, no. Nada de eso... Los espías no hacen ese tipo de ruidos ¿Verdad? Suena a personas compartiendo... bueno, un momento íntimo...
—Hagakure me dijo que solo se escuchan risas y besos. —dijo Mina.
Bakugou resopló y perdió el interés. Kirishima frunció el seño.
—¿Te refieres a que... son profesores?
—¡Exacto!
—No creo que siendo adultos se atrevan a utilizar un lugar para estudiantes. —pensó Kaminari— Tienen sus propias habitaciones ¿Verdad?
Sero iba a protestar. Pero se escuchó un ruido proveniente justamente del lugar del cual estaban hablando.
Todos se levantaron rápidamente (incluso Bakugou) y caminaron lentamente hacia el lugar. Los ruidos se seguían escuchando y todos aguantaron la respiración: por fin iban a descubrir el misterio.
El rubio se llevó un dedo hacia los labios, como si se tratase de una misión de infiltración. Contó hasta tres y saltó los últimos escalones que quedaban hasta quedar cara a cara con quienes sean que estaban ahí.
—¡LOS HEMOS DESCUBIERTO, MIERDAS! —gritó Katsuki que ya había formado explosiones en sus manos. Sin embargo, éstas se evaporaron al instante que quedó totalmente perplejo.— Pero qué mierda-
Los demás entraron también, pero se quedaron confundidos al ver la escena.
—¿Eh?
En la sala había una mesa en el centro, rodeada de estantes con libros, mapas o artefactos. No era muy diferente del piso de abajo, excepto por lo que había en la mesa.
Sero había tomado el objeto. Era un grabador que reproducía los sonidos que tanto habían escuchado los estudiantes de la UA.
—¿Así que era una broma? —parpadeó Mina.
Kaminari soltó una risa.
—¡Pero la han hecho bastante bien! Todos pensábamos que había alguien ahí arriba, que ingenioso.
Bakugou tenía un tic en el ojo, tomó la grabadora y la hizo explotar.
—¡UNA BROMA DE MIERDA ME HIZO PERDER EL TIEMPO!
—Cálmate, Ba-
—¡NO ME VOY A CALMAR! ¡YA MISMO VUELVEN A TRABAJAR QUE NO QUIERO ENTREGAR ESTE TRABAJO ESTÚPIDO TARDE!
—Ah, pero ya casi es hora de la cena... —comenzó Sero.
El rubio explosivo le tiro el grabador chamuscado a la cara.
—¡PUES JUNTAN TODO Y LO TERMINAMOS EN LA SALA! ¡QUE YO YA TERMINE MI PARTE Y USTEDES NO HAN HECHO NADA!
Entre quejas, el resto se puso a seguirlo hasta la mesa donde habían estado. Tomaron sus cosas y se marcharon.
Luego de un instante de silencio, una figura se asomó por detrás de uno de los estantes.
—Ya se fueron —dijo Momo. Se apoyó contra la pared de su escondite y soltó una risita.
Shouto, que estaba sentado en una silla, la miró y sonrió de lado. Se veía tan linda cuando un plan salía como ella quería.
—Fue una buena idea lo del grabador —comentó acomodándose la camiseta.
Yaoyorozu se estiró y se acomodó el cabello.
—Así dejaran todos de hablar de ese lugar. Pero deberíamos buscar un nuevo escondite, ¿No?
—Ya sabes que cuando quieras te puedes esconder en mi habitación.
Momo se sobresaltó y le dio un golpe en el hombro.
—¡Shouto!
El la tomó del brazo, la sentó en sus piernas y le robó un beso que enseguida ella siguió
Desde que empezaron a salir optaron por mantenerlo en secreto. No es que no quisieran que nadie supiera de su relación, pero les parecía algo tan lindo e íntimo que solo querían compartirlo entre ellos y nadie más.
Por eso buscaban lugares donde estar solos aunque sea para darse un simple beso.
Luego de un tiempo, se separaron para recuperar aire y se sonrieron.
Shouto se tomó el labio y percibió un poco de sangre.
—Me mordiste. —dijo aunque no parecía enojado, más bien lo contrario.
Momo le guiñó el ojo, y se encaminó hacia la salida.
—Que puedo decir, tengo mucha hambre. Vamos, que ya casi es hora de la comida.
—Yo no tengo hambre, ya comí bastante durazno. Aunque podría repetir sin problemas. —le dijo mientras la abrazaba por la espalda y le daba un casto beso en el cuello.
Yaoyorozu se rio y le dio un golpe suave con el hombro.
Lo amaba tanto como el a ella.
