Notas de autor: Este fic, como todos mis jerzas, son dedicados a la jerzadoradora más grande del mundo :x y que encima está de cumpleaños: Sabastu. Las palabras para ti serán que sé que a ti también te dolió el foro porque eras la máxima representante del fluff y reclutadora jerza, y que todos perdimos algo cuando el foro se murió… así que aunque el fandom está bien muerto, no te rindas porque en el jerza siempre fuiste tú y siempre tú, así que corre, vuela, acelera por estar con tus bebés y rema, rema tu bote…
Advertencia: Hace un tiempo escribí dos AU escolares, uno gruvia y otro nalu. Tenía ganas de sacar el jerza y este evento lo ameritó. XDD Hago una referencia pero no es necesario ir a leer los otros fics, capricho mío por quererlo relacionar pero es tan mínima la conexión para evitar fatigas.
Disclaimer:
Fairy Tail pertenece a Mashima. Este fic es para el evento darkz del foro CI: Cliché que siempre he querido escribir pero que nadie escribió pero total, aquí está la esclava U_U.


Strike-out


Strike one


Una vez que Natsu salió corriendo a buscar a Lucy, Erza suspiró sonriendo. No podía evitar sentirse como una madre orgullosa por la obediencia del de cabello rosa. ¿Cómo no sentirse llena de orgullo por su pequeño hermano que rompía el cascarón?

Ella sonrió.

—¿Estás bien?

Erza se giró hacia Gray. —¿Ah? —cuestionó aún muy metida en sus pensamientos.

—Que si estás bien —repitió… lo dijo de buen tono aunque se sentía abrumado, ya había dado un consejo para el imbécil de Natsu que tenía problemas con Lucy y el muy desgraciado había salido corriendo, lo dejó solo con Erza y había algo en ella que le causaba conflicto. Gray sentía que iba para el mismo rumbo que Natsu porque esa miradita y esa sonrisita boba la conocía muy bien, él solo no podía lidiar con esa batalla. Gray Fullbuster no estaba capacitado para brindar consejos amorosos.

—Eh… sí estoy bien —Erza siguió sonriendo y viendo hacia la dirección que Natsu había tomado —solo pensaba en Natsu y Lucy… y que deseaba que las cosas salieran bien ahora que van por su helado... —y eso me llevo a pensar ¡Quiero algo dulce! ¿No quieres acompañarme?

Su amigo achicó los ojos y ladeó el cuello. —Puedo acompañarte pero... ¿Puedo invitar a Juvia?

Erza chilló emocionada, obligando a Gray que se diera cuenta de sus palabras. Él inmediatamente se sonrojó.

—¡Es porque le estoy ayudando con unas lecciones para su clase! —se excusó rápidamente.

Erza asintió, no le creía nada. —Ajá, yo no estoy diciendo nada.

Gray se puso más rojo. —¡No empieces!

La pelirroja alzó los hombros. —No estoy empezando nada —ella controlaba bien el impulso de inflar su pecho con orgullo para gritarle a los cuatro vientos que sus "hermanos" estaban creciendo, habían agarrado talento, por fin se animaban a salir con dos chicas estupendas que se lo merecían.

Erza quizás se adelantaba, pero tenía buen ojo para esas cosas y esas relaciones tarde o temprano se concretarían.

—¿Qué hay de ti? —rápidamente cambió el tema.

—¿Cómo?

—Tú y Jellal, no te hagas tonta —provocó un sonrojo en el rostro de Erza, pero inmediatamente se arrepintió de decir el resto.

—¿¡Cómo me dijiste!? —Erza alzó la voz, llena de impaciencia y caminó para intimidar a Gray, —¿Qué estás queriendo decirme, Gray Fullbuster? —en dos zancadas se aproximó a su amigo y lo tomó con fuerza del cuello de su camisa, o sea... ¿qué le pasaba al mundo para empezar a insinuar cosas? Ella y Jellal solo eran amigos, ¿cierto? No importaban los deseos ocultos, importaban los hechos.

—Pues Natsu me dijo que… —Gray calló abruptamente.

—Erza…

Gray agradeció ser salvado por la campana… o por el rey de Roma.

La pelirroja lo soltó rápidamente y se enderezó, un tierno rubor cubrió sus mejillas, Gray la observó y rodó los ojos porque... en fin, la hipocresía. —Creo que dejaremos lo del postre para otro día —comentó, riéndose y escabulléndose rápido de ahí.

—¡Jellal! —Erza sonrió ampliamente, ignorando el rumbo que había tomado Gray.

—Eso fue raro… —dijo, viendo que Gray corría a toda velocidad —supongo que tiene cosas que hacer, se acercan los exámenes finales, ¿no?

Erza asintió, deseando dejar a Gray en el olvido lo más pronto posible. Era su amigo y lo adoraba pero había prioridades. —¿Qué haces aquí? —¡Ay no… qué bruta! Mentalmente se abofeteó, eso sonaba terriblemente mal… —perdón, es que… es extraño ver a un graduado aquí —ni ella supo por qué dijo eso, quizás su corazón quería escuchar una respuesta para nada amistosa o estudiantil.

—Vine a ofrecer una asesoría —él le sonrió amablemente, sin mostrar una pizca de molestia. La conocía perfecto, Erza siempre lo subestimaba en ese aspecto. Creía que sus emociones estaban ferozmente protegidas bajo una armadura pero la verdad era que él sabía cuáles eran los puntos débiles de esa protección que cargaba —y… más importante... —dijo extendiendo la mano hacia ella.

Los ojos marrones de Erza se fijaron en el refractario que Jellal le ofrecía: era un rico postre de fresa. Caído del cielo porque justo tenía el antojo de comer algo dulce.

Escogí este para ti, espero te guste.

~O~

Erza no ocultó la emoción que le provocó probar ese esponjoso pastel de fresa, cuyo betún era el más suave y dulce que había probado. Jellal se lo trajo de una cafetería nueva que había abierto hacía poco cerca de la universidad donde estudiaba, sin duda la pelirroja le dio otro punto más para inscribirse ahí: su carrera, Jellal y ese lugar que ofrecía riquísimos postres. ¿Qué más podía pedir?

Y mientras ella comía, él no hacía más que sonreír ante la infantil y adorable imagen que estaba frente a sus ojos. De verdad, lo que más extrañaba del bachiller era compartir tiempo con Erza.

—Jellal… ¿y a quién le vas a dar la asesoría?

Se rió. ¿Era posible que no tuviera ni la remota idea de quien se trataba? Vio directamente hacia el recipiente del postre y lo vio casi vacío, con razón se atrevía a preguntarle, por fin tenía tiempo. Deseó que Erza no cambiara nunca.

—De eso quería hablarte —le respondió.

Ella se sintió ansiosa ante su seriedad y copió su actuar. Acomodó su cabello tras su oreja y se enderezó, acercándose un poco más a él. Los dos habían decidido caminar para sentarse en las bancas cerca de los jardines de la escuela mientras Erza terminaba su postre y una vez terminado, era hora de dar información importante.

Jellal tragó saliva y sintió que las palmas de sus manos comenzaban a sudar.

—Son los finales, ¿no?

Ella afirmó mientras llevaba la última cucharada de pastel a su boca.

—¿Y qué tal el examen de admisión?

Volvió asentir.

—Es mucho estudio… —añadió.

—Algo... —resopló.

Para Erza no había imposibles, él conocía mejor que nadie lo fuerte y decidida que podía llegar a ser. ¡Tenía que ser más franco!

—Todo eso me llevó a preguntarme... ¿No necesitas ayuda? —y juró que la vio amagar con un movimiento de la cabeza, este no iba a ser algo afirmativo… ¡no! Erza iba a negar necesitar ayuda, así que se apresuró —¿No quieres que te ayude?

Y con esa pregunta todo cambió.

El clima.

Los latidos de su corazón.

El pastel hasta se le hizo más dulce.

El mundo giró más rápido y se puso de cabeza.

La revolución de mariposas en su estómago aparte de empalagadas, se pusieron más rebeldes.

Abrió los ojos, quiso decir que ¡SÍ! Que preguntado así y de esa manera, necesitaba toda la ayuda del mundo. Toda la atención… si eso significaba pasar más tiempo con él… Erza Scarlet era una romántica oculta, amaba los libros y las películas románticas. Esto era algo que ya había leído en algún capítulo… sin embargo, leerlo y llevarlo a la práctica era algo muy diferente porque la bañaba la realidad: no había fines románticos en esa propuesta, ¿verdad?

Como la presidente del club de alumnos, era buena estudiante y alguien responsable, obvio ya tenía guías de estudio hechas y anticipadas, todo estaba bajo control, casi, pero también era una persona humilde para aceptar ayuda, y quién era ella para negarse si alguien a quien quería mucho se lo ofrecía. ¿Quién era ella para negarse al irresistible Jellal Fernandes? ¡Si era como un postre de fresa!

—Y-o.. yo…

Antes de que pudiera responder, notó que Jellal se aproximaba lentamente a ella, eso también venía en los libros y salía en las películas de romance.

—Je-Jellal… yo…

Un beso.

Se acercaba un beso con Jellal Fernandes. ¡Ahí! ¡Justo cuando se había ofrecido a ayudarla! ¡Justo en su banca favorita, bajo su árbol favorito! ¡Justo después de haberle regalado un rico postre!

Erza se inclinó hacia él, lo había leído y visto infinidad de veces, era lo que ella tenía que hacer para aminorar las distancias, y, siguiendo las instrucciones, cerró los ojos lentamente. Contó el tiempo, la distancia, y cuando creyó que sus labios tocarían los de Jellal para sellar el momento, sintió que él puso la mano tras su cuello y la acercó a él delicadamente y...

—¡Ffff!

Abrió los ojos… ¿Eso era una respiración profunda? Horrorizada miró hacia Jellal, que estaba relajado y con los ojos cerrados, aspirando el aroma de su cabello.

—Tu cabello huele rico —dijo, abriendo los ojos despacio y sonriéndole, provocándole un sonrojo. Le costó apartarse pero tan grande era su sorpresa como su decepción, así que se alejó de él.

No importó que el halago viniera de la persona que más cumplidos le hacía de su cabello.

No importó que fuera Jellal, simplemente algo había apachurrado su débil corazón y la herida no se iba a curar con otro pastel… y ni golpeando a Natsu o a Gray... ¿dónde carajos estaban, por cierto?

—Me tengo que ir, perdón… —dijo y bruscamente salió corriendo sin mirar atrás, dejando a un Jellal muy desconcertado y sumando su primer strike porque fue él quien no se atrevió a besarla...


Strike two


Había pasado un día y Erza se sentía tonta. Y no tonta de buena manera, como de esas veces que sonreías tanto hasta tener calambres en las mejillas, o cuando rodabas por el suelo de felicidad o simplemente sentirse tonta al correr por el campo para cortar margaritas ¡NO! Ella se sentía tonta de una manera vergonzosa porque, ¿Cómo se le ocurría ir por un beso de Jellal? Ni Elizabeth Bennet se sintió así de avergonzada teniendo la familia que tenía o tras haberse encontrado a Darcy en su casa de Pemberley.

¡DIOS! De solo recordarlo su cara ardía y le daban ganas de esconder su cabeza en un agujero como si de un avestruz se tratara. ¿Cómo se le ocurría pensar en que se aproximaba?, ¿cómo osaba?, ¿él siquiera había dado indicio? ¡NOOO! ¿La situación lo ameritaba? ¡NOOOOO! Era una tonta… malinterpretó las cosas. ¿Cómo es que esa idea había cruzado por su mente?

Tal vez por leer y ver tanto romance su mente ya se había contaminado de amor.

O tal vez su corazón pedía a gritos algo que ella por años había acallado.

Y por más que hubiese dolido la decepción, este sentimiento luchaba contra la vergüenza. Por más amor platónico que sintiera, había una línea que ella jamás se había atrevido a cruzar porque quería proteger su corazón. Sí, confiaba en Jellal, lo admiraba, era su mejor amigo y los sentimientos que le tenía no eran nada parecidos a los que tenía por Natsu o por Gray. Ese cariño era diferente.

Jellal era la estrella guía de su corazón. Era su voz, su pasión, su razón… todo y más. Y tal vez sentía tanto que no reaccionaba, no había impulso, siendo tan tempestuosa, con él simplemente se desarmaba. Había un freno y ese era ella misma. Tal vez lo compadecía tanto en secreto, porque él había tenido una vida difícil y ahora que comenzaba a brillar, triunfar y ser feliz, no se sentía con derecho a pretender más. Quizás era una forma egoísta de amar… era su momento y si las cosas cambiaban a futuro, ella lo aceptaría con los brazos abiertos, mientras no forzaría nada. ¿Jellal le había dado indicios?

Pues sí y no.

Sin embargo no tenía tiempo para divagar en ello porque ¡su examen de admisión se acercaba! el viernes presentaría su último final y sería libre para enfocarse en el examen de ingreso a la universidad. Y ella había flaqueado una vez y con eso era suficiente, no volvería a deshonrar a su vaca. Erza se había jurado ser fuerte y poner mil y un armaduras más en su corazón; ella iba a resistir, total… ni que Jellal fuera un postre de fresa para estar muriéndose por él, ¡JÁ!

—Sabía que te encontraría aquí... —Erza era pésima en las escondidas. Si querías encontrarla, solo tenías que entrar a una cafetería o panadería, o en cualquier lugar donde saliera un aroma a dulce.

Si no contaba con algo ese algo era que la vida daba vueltas en espiral; un minuto hacía chistes y al otro, ella era el chiste.

Y por más vueltas que diera, ella nunca sería un avestruz…

Apretó los labios y se ruborizó, haciéndolo sonreír. Y demonios, esa sonrisa, esa maldita sonrisa era causa de grandes problemas.

Erza respiró pesado para controlarse; recordando sus armaduras una y otra vez. ¿Por qué le había sido tan difícil tener el control? ¿Por qué se sentía así de revolucionada si hacía tantos años estaba enamorada de él? ¿Por qué hasta ahora? ¿POOOOOR QUÉEE? Estaba histérica porque todo se le estaba juntando; miles de exámenes y el problema que ningún genio había podido responder; la conducta del corazón fuera de las ciencias naturales.

—Te buscaba porque no respondiste a mi pregunta…

Tragó saliva y permaneció en silencio.

Claro, las tutorías que él había ofrecido. Erza sabía que lo hacía de corazón, y él que siempre la había apoyado y reconocía sus capacidades, actuaba de esa manera por una razón; la vida de un casi adulto no era fácil. Era una nueva etapa y aunque ella desde siempre supo en qué enfocarse, no estaba de más que alguien, y más si era la estrella guía de su corazón, se acercara para encaminarla.

Era como si metafóricamente tomara su mano y la llevara hacia enfrente. Erza lo analizó detalladamente:

Repasar las materias sonaba bien.

Tener spoilers de la vida adulta, si venían de su sensatez, sonaba mejor.

Estudiar con Jellal significaba pasar varias horas del día con él, era verse casi ¿todos los días o casi todos?

Y también significaba comer pastel.

Él tenía muchos puntos a favor.

Aunque debía jurarse ser completamente imparcial. A lado quedaban los asuntos confusos del corazón y se enfocaría en lo estudiantil y en los términos amorosos que mantenía con Jellal.

—El viernes es mi último examen, pronto seré libre para enfocarme en la universidad —respondió... —es una carga muy pesada, entendería que no pudieras. No te sientas obligado.

—Lo hago porque quiero y puedo.

Erza llevó un gran trozo de pay de fresa a su boca, antes de responder porque si tanto insistía era porque le nacía, solo que ella no estaba preparada para enfrentar esa situación. ¡Estaba programada para sus estudios, no para ponerse romántica! Y no quería hacerlo, aceptarlo significaba peligro porque cruzaría la línea trazada... era vivir ¿vergüenza? porque quizás no había nada romántico, solo quería ser un buen amigo.

—¿No vas a pedir nada? —quiso ganar tiempo para pensar, si Jellal actuaba tan normal y si seguía buscándola significaba que él no había notado su comportamiento extraño, ¿cierto? y eso solo quería decir que ella era la que disparaba la mente hacia otro lado.

Él negó.

Puedo darte la mitad del mío, si quieres… —ofreció.

—Tienes una forma muy simpática de evadir mi pregunta, Erza… —achicó los ojos, estudiándola.

—Yo no evado nada —desvió la mirada —pero es que… esto sabe delicioso.

Sonrió de medio lado.

Erza siguió sin verlo y se concentraba, más que nada, en seguir comiendo.

Después de escucharla, Jellal se apoyó sobre la mesa y se acercó a Erza. Ella al sentir su cercanía achicó los ojos y se giró a verlo, un sonrojo coloreó sus mejillas en cuanto sus miradas se cruzaron, no lo soportó mucho porque se sentía presionada y los recuerdos del día anterior viajaban a su mente, quizás de nuevo percibía el aroma de su champú, no quería engañarse y añadir más decepciones a la lista, mejor desviaba su atención.

Toma del mío —Erza apuntó a su plato, Jellal bajó la mirada y volvió a su lugar.

—No gracias...

¡Podemos compartir! —insistió.

Negó en silencio, Erza lo observó. Se calló por varios minutos que parecieron enteros, no entendía la tensión que los envolvía.

No quería indagar mucho porque comenzaría a ver cosas que no existían.

Tampoco quería que su corazón se llenara de falsas ilusiones.

Erza quería que las cosas siguieran igual y si era que el rumbo cambiaba, cambiaría por factores externos a sus deseos. No viviría aferrada a sueños.

—Podemos empezar a estudiar el lunes, ¿qué dices? —preguntó en un impulso, raro en ella en todo lo relacionado con Jellal, normalmente siempre era a sus tiempos. Erza mordió su labio inferior, no sabía por qué pero lo había dicho —o el sábado...

Sin duda supo que era lo correcto ya que Jellal esbozó una sonrisa de gratitud, como si ella lo premiara a él y no al revés, volvió a sentirse confundida y se preguntó por qué las emociones que el amor evocaba se iban directo hacia el estómago, en forma de mariposas o en forma de hambre, como fuese... sentía la ferviente necesidad de seguir comiendo pastel a su lado.

—¿Seguro que no quieres?

Negó riendo, ¿qué hacía Erza Scarlet para volverlo loco? ¿Cómo ella podía vivir e ignorar su magia?

Y mientras ella lo hechizaba, él no hacía más que sumar y sumar strikes por no atreverse y ella los añadía por no darse cuenta, o no querer darse cuenta.


Por una razón incomprensible, Erza estaba nerviosa. NO era la primera vez que estaba solas con Jellal pero sí era la primera vez que sentía que no podía controlar su corazón, los últimos días que se vieron habían sido así de tensos…

—¿Por cuál asignatura quieres empezar?

Erza se irguió y acomodó su cabello. ¡Tenía que centrarse! Primero estaban los estudios y luego el corazón, hasta se había prometido no pretender más, no malinterpretar señales, no empeñarse en ver cosas que no había.

—Ál-álgebra.

Él asintió y ambos estiraron el brazo para alcanzar el libro.

—Lo siento —susurró completamente roja, luego de que había tocado la mano de Jellal.

—No te preocupes —dijo él, cediendo a que ella tomara el libro —¿En dónde tienes dudas? —con la palma de su mano acunó su mejilla y esperó a Erza, quien tragó saliva ante la imagen de Jellal, maldijo en sus adentros porque ¿cómo diablos le hacía para lucir siempre tan bien?

—No estás ayudando… —pensó en voz alta.

—¿Perdón?

El rubor de su rostro se intensificó. Rápidamente tomó el libro y escondió su rostro, ahogó un grito entre sus páginas… ojalá los problemas del corazón tuvieran una fórmula, ¿por qué sus sentimientos estaban tan renuentes? ¿Por qué no podían permanecer quietos y callados?, ¿Por qué precisamente ahora estaban tan alborotados?

—Lo siento Jellal, yo tengo la mente en otro lado —susurró, aún sin sacar el rostro de los problemas algebraicos.

—¿Estás bien?

Erza se escondió más entre las páginas de su libro, huyendo de la pregunta. ¿Estaba bien? ¡Claaaro! ¿No se veía bien? Ni ella tenía el valor para responder esa pregunta…

Ahogó un grito entre páginas. —Sí —tuvo el valor de levantar el rostro —hay que empezar.

Jellal achicó los ojos para estudiarla y luego de varios minutos, terminó asintiendo… —¿Cuáles son tus dudas?

La pelirroja respiró profundo y empezó a leer el índice para compararlo con los temas que venían en la guía de estudios del examen de admisión.

—¿Por qué no remarcas los títulos del libro que vienen en la guía de estudios? —la voz de Jellal atrajo su atención y vio que extendía un marcador hacia ella, Erza asintió y torpemente intentó tomar el marca-textos, las yemas de sus dedos rozaron las de Jellal y ante el sutil contacto, sintió una descarga eléctrica que viajó desde la punta de sus dedos hacia su pecho, haciendo que soltara el plumón.

El marcador rodó por la mesa. Lo último que escuchó fue el ruido de este al arrastrarse por la pesa para terminar cayendo en el suelo. Y después perdió el audio, el habla y la noción del tiempo, ni en las películas pasaba así.

—¿Erza?

La voz de Jellal hizo eco en sus oídos.

—¿Erza?

Lentamente sacudió la cabeza… —Perdón, no estoy bien.

—No te disculpes… no tienes por qué hacerlo. Si necesitas descansar un momento o si quieres estudiar otro día, yo lo puedo entender Erza, no me gusta que te sobre-exijas aunque seas una súper mujer.

—No pasa nada... —fue un vago intento de restar importancia a su condición —Y-o solo no me puedo concentrar —dijo, agachando la cabeza.

—Tómalo con calma —pidió, Erza no sabía de dónde sacaba tanta paciencia —¿Quieres comer algo?

Ella negó porque no era un buen momento.

—¿Ni siquiera estas galletas de fresa que compré? —ni cuenta se dio pero Jellal había sacado las galletas de la mochila y las agitó frente a su rostro.

Esbozó una pequeña sonrisa.

—De fresas… tus favoritas.

Su sonrisa de fue ampliando.

—Anda…

Al diablo.

Erza al final soltó una pequeña risa, se sentía como una niña pequeña llena de mimos. Nuevamente le venían mil y un sentimientos románticos que la atropellaban. Erza ya ni sabía si ayudaban o perjudicaban, tenía miedo ¿sí? Eso era válido, su corazón era frágil aunque estuviera siendo protegido por mil y armaduras.

Y precisamente porque Jellal tenía la llave a la puerta que conducía directo a su corazón, es que tenía miedo: ¿Jellal siquiera sabía que tenía ese poder? Erza a veces sentía que sí, otras veces sentía que no. Él era muy ambiguo y desconcertante y el desconcierto era un sentimiento asfixiante.

No lo entendía y ni tenía el coraje suficiente para entenderlo.

Jellal llevó una galleta hacia los labios de Erza, ofreciéndole gustoso. —Anda, las compré para ti.

Erza no se resistió y le dio una pequeña mordida a la galleta porque era de la creencia que los problemas con comida y azúcar eran buenos.

—¿Están buenas?

Ella asintió, sostenía en sus labios la galleta. Jellal en respuesta acarició suavemente su cabello, haciendo que se atragantara.

—¿¡Por qué haces esto!? —reclamó luego de recuperarse de su ataque de tos.

Y Jellal no comprendió. —¿Ofrecerte comida?

Erza negó con vehemencia.

—Se supone que veníamos a estudiar —dijo con un tono irritado —ese era nuestro plan, ¿verdad? —Erza se atrevió a verlo... —tú te ofreciste a ayudarme para mi examen, esa siempre fue tu intención, ¿verdad? tú solo quieres apoyarme con mis estudios... —más allá de una pregunta, parecía una afirmación que Erza quería creerse, quería aferrarse a esa verdad —¿entonces por qué lo haces?

Jellal parpadeó. —¿Qué hice? —aparte de coexisitir.

—¡Hago mi mejor esfuerzo por no sentir! ¡Por no confundirme, Jellal! ¿Por qué haces esto?

Respiró profundo antes de responder, haciendo cuentas de cuántos strikes iban a la cuenta de Erza, ¿quién de los dos sumaba más?

—Erza yo solo quiero pasar tiempo contigo, estar cerca de ti... por eso te ofrecí mi ayuda.

Mordió su labio inferior.

En su nublado juicio esa respuesta no aclaró y no calmó las aguas, no era su mejor momento. Estaba lejos de serlo. Lo único claro en su ser era la vergüenza, la confusión y ese amor que se acrecentaba al ser la raíz de sus malditos problemas. ¿Qué esperaba? ¿Acaso no se había había prohibido mezclar la amistad con el amor?, ¿de revolver los ejercicios algebraicos con problemas del corazón?

¿Pero cómo podía callarse si era una fuerza mucho más fuerte que ella?

Luego de unos minutos, habló.

—Sigamos con lo que estábamos —respondió, ignorando de donde había sacado fuerzas.

—¿S-segura?

Rodó los ojos. —Sí... —no sonó muy convencida —creo...

Si ella así lo quería, él no la iba a empujar.

Jellal sonrió y se dedicó a observar a Erza detenidamente. Apreció lo nerviosa que estaba y la constante lucha que sostenía para concentrarse en sus tareas; la pelirroja garabateaba, resoplaba, soltaba el plumón, despeinaba su cabello, volvía a tomar el marcador mientras suspiraba prolongadamente.

—J-ellal... —llamó, girándose hacia su dirección.

—¿Si? —contestó, volteando para el lado donde estaba Erza.

Y podía ser magnetismo, ley de atracción, exceso de torpeza u obra del destino que empujaba sus cabezas hasta que impactaran sus labios con los del otro, pero eso fue; hubo una fuerza mayor que los atrajo como imanes para que sus bocas chocaran en un sutil beso.

El strike-out fue mutuo en un fugaz roce que dejó peor a Erza y muy sonriente a Jellal.

Erza fue quien rompió el contacto al separarse y girarse hacia otro lado, tenía el rostro furiosamente rojo y podía sentir que salía vapor por sus orejas. ¿Por qué le tenía que pasar eso a ella? ¿Qué karma pagaba para terminar siendo una caricatura?

Y por qué eso venía justo cuando más pérdida se sentía y cuando más estabilidad necesitaba para enfocarse en su carrera.

—Y-yo... —¿Qué quería decir? ¿lo siento? ¿Fue sin querer? ¿Podía hacerse la mensa y hacer cómo que no pasaba nada? ¿Se quejaba? Pues sí, quejarse y culpar a otros era mejor —¿Por qué a mí? ¿QUÉ HICISTE? ¿¡Por qué lo hiciste!?

—¡FUE UN ACCIDENTE!, pero si quieres no fue un accidente... —propuso alegremente.

Si fuera otra persona la que decía eso, se hubiera ganado un golpe cómo respuesta pero era Jellal y Erza era débil e imparcial cuando se trataba de él.

Débil muy débil.

Indefensa.

Tonta.

¡Ah! Pero bien enamorada.

Cuando la pelirroja escondió su rostro entre sus manos, él sintió el impulso de abrazarla para que terminara ocultándose en su pecho.

Delicadamente, frotó su espalda.

—Me gustas Erza. ¿Ok? No como una amiga, me gustas más de lo que una amiga te puede gustar, ¡mucho más de lo que te puedes imaginar! Y sé que tú no me necesitas como yo te necesito a ti, por eso hice el intento de acercarme a ti y pasar más tiempo contigo —siento mucho haberte confundido, de verdad… es mi culpa.

—¡No te disculpes! —exclamó sin moverse un milímetro de su lugar, seguía ocultando su rostro y Jellal bajaba la mirada para verla, él no borró la sonrisa de su rostro —¡Ya! ¡Solo no digas nada!

Asintió…

Permanecieron abrazados en silencio varios minutos, hasta que se atrevió a romper el silencio.

—Erza…

—¿Emh?

—Tienes que estudiar… —bromeó porque tampoco se quería alejar.

—Después…

—No me reclames después.

Daba igual, ese día no se iba a poder concentrar...


¿Fin?


No sean como Erza y estudien U_u.

Ay no sé qué pensar, estiré horriblemente el prompt por qué no sabía ni pa' dónde iba, los personajes no me obedecen. Culpa a Nym por el "beso" accidental, fue su idea y pues compartimos culpa y crédito, gracias bb, te awo... xDDD

Wa explicar lo de los strikes porque están en un nivel superior y ya saben cómo es una de mensa (falsa modestia sobre todo xDDDDDDDD), se supone que los strikes eran porque Jellal no se atrevía a confesarse y ni a besarla y luego la idea transmutó y los strikes también los cometió Erza porque no se da cuenta. Así de mensos me los imagino. Sorry por el OOC.

Sabs, espero que te gusten. FEEEEEEEEEEEEEEEEEELIZ CUMPLE. NO OLVIDES QUE TE KIERO MUCHO Y QUE ESTE FIC ES HUMILDE PERO ES TU REGALO Y ESTÁ HECHO CON AMOR Y RESPONSABILIDAD.

PD: NO TE ENOJES CONMIGO UWU, CULPA AL SISTEMA (?).

PD: ALARGUÉ Y MODIFIQUÉ LOS PROMPTS PORQUE ME DABA ALGO SIEMPRE QUE HABÍA UN BESO, NO QUEDABA CON ESTA HISTORIA, NO PUDE CON LA IDEA PORQUE ME PARECÍA TODO FORZADO Y ÑAAAAAAAAAH, ME PARECIÓ MEJOR ESTA VERSIÓN MODIFICADA, PERO EL INTENTÓ SI HUBO, DE HECHO TENGO LOS BORRADORES DE ESE BESO PERO NO ESTABAN BIEN.

Prompts

9. "You can have half."
43. "I picked these for you."
73. "Take mine."

Imagine person A of your OTP leaning toward Person B, Person B thinks person A is about to kiss them, and leans in too, when person A ends up smelling person B's hair, saying their hair is nice, much to person B's disappointment

A: *Eating something* "this tastes amazing"
B: "Can I taste?"
A: "Sure"
B: *kisses person A* "Your're right it is good?"
A: *blushing furious* Why are you like this?"