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¡Como adoro este Donghua! Me cautivó completamente como el prepotente Youming terminó embelesado ante la personalidad burbujeante de Yunxi. *Es bellísimo(.jpg)*

Espero ansiosa la season 2

Me disculpo de antemano por los posibles fallos y gracias por leer ;)

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applied.


Nocturno


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Los párpados de Qian Yun Xi se entrecerraron y temblaron débilmente con el movimiento errático de sus ojos.

Se había quedado dormida casi de inmediato, sin esperar a que aquel príncipe torpe llegara a su lado y la mirara como un bicho raro, con ese eterno aire de superioridad y en ocasiones curiosidad que siempre mostraba. Sintió el frío colándose levemente en la manta y la acomodó sobre sus hombros para intentar calentarlos. Esa noche se le antojaba semejante a una de esas noches de niebla y frío en el monte Ling Yu, aquellas que las pasaba entrenando para aliviar la tensión que crecía a medida que pasaba el tiempo, a su vez también se sintió impulsada a conectar más con el mundo psíquico que la rodeaba.

No estaba entre sus planes contraer matrimonio por supuesto, pero para arrebatarle a su padre la promesa de encontrar a la tía Xue; habría hecho incluso más que eso.

Haberse hecho pasar por su hermana, sin embargo, había resultado ser más problemático de lo esperado.

Tuvo unos instantes de vacilación antes de volverse hacia el «problema» tratando de hacer el menor movimiento posible, y con satisfacción vio que lo había conseguido sin que él se diera cuenta.

Ah, ese Ye You Ming había demostrado tener varias facetas, y no sólo la que mostraba asiduamente ante los demás. Pero quedaba claro que infundir miedo era sin duda su prerrogativa.

El Príncipe de la Noche era un apodo que se había ganado debido a su no muy buena reputación como hombre frío, cruel, prepotente y calculador. Por desgracia, debido a sus sospechas sobre ella, Yun Xi había experimentado de primera mano de lo que era capaz.

Pero mirándolo en ese momento y a la luz de su actitud más conciliadora hacia ella, Yun Xi tuvo que admitir que su mente había comenzado a tener algunos signos de ceder ante él. Allí dormido a su lado en la oscuridad, parecía casi una criatura de otro mundo, hecha específicamente para vivir inmersa en la oscuridad de la noche; y esto ejercía una particular fascinación sobre ella. Sonrió involuntariamente a su marido, y luego esperó con todo su corazón que no se hubiera despertado en ese momento.

No habría soportado sus insinuaciones impúdicas. Y mucho menos su corazón habría soportado otro beso suyo, o peor, otro intento de hacer. Esa cosa. Además, contra su voluntad.

La rabia que ya había experimentado en aquellas ocasiones volvió a surgir en su cuerpo con toda su fuerza, jurándose a sí misma que si volvía a intentarlo no se saldría con la suya. Inmediatamente condujo la mano hecha un puño hacia los labios, como si quisiera protegerlos de él antes de que pudiera moverse entre sueños; pero el contacto de su propia piel con los labios de él le trajo inevitablemente el recuerdo de los besos que le había robado.

Apretó los labios, estupefacta de vergüenza. Sin embargo, ese giro totalmente inesperado de los acontecimientos había seguido su curso, haciéndola arder de pies a cabeza como una antorcha.

En otro momento se habría abofeteado a sí misma para recuperarse de lo que a estas alturas; se había convertido en un lento descenso hacia sentimientos a los que no podía dar un nombre bien definido —¿cómo iba a definirlos? si nunca había sentido nada parecido ni siquiera por su querido maestro— pero el riesgo de despertar al Yestúpido era demasiado alto.

Siendo también un experto en artes marciales, no habría tardado en percibir que algo iba mal.

Pero ¿era realmente amor lo que sentía?

En él, Yun Xi había encontrado un hábil oponente y un pervertido muy molesto, temible e impredecible, pero también un amigo y aliado con el que podía contar. La había defendido de los reproches y castigos de su padre, y se había mostrado atento y considerado en público, incluso poniendo en peligro el delicado equilibrio de la corte.

Incluso había sido dulce a veces en privado. Resopló, sintiéndose como una completa tonta por haber pensado tal cosa.

¡Dulce, él!

El mismo que a menudo la había encerrado a ella y a su sierva cada vez que se revelaba contra sus reglas, que eran tan extrañas como el solo. El mismo que no había hecho otra cosa que pensar que era una espía de su padre sin saber siquiera los hechos y sin conocerla. El que tenía la costumbre de atormentarla de todas las maneras posibles.

El mismo que había arriesgado su vida contra aquel demonio venido de quién sabe dónde, y que la había protegido a pesar de que había estado a punto de colapsar por sus heridas.

Cuidar de él había sido divertido, al igual que agotador. Lástima que haya vuelto a ser un pervertido en cuanto recuperó las fuerzas. Por supuesto que no iba a dejar que él se tomara ciertas libertades, se suponía que ella siempre era su propia jefa y decidía si la besaban o no, si la abrazaban o no.

Si lo hacía de nuevo, la obligaría a darle un cabezazo. Un suspiro más fuerte de él la hizo apresurarse a cerrar los ojos. Antes de que la sorprenda mirándolo, prefiere hacerse la dormida.

Seguirá fingiendo aunque se muera.


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Al abrir los ojos, You Ming se dio cuenta de que Yun Xi había estado observándolo durante la noche.

Recordó cómo ella se había alejado todo lo que pudo del centro de la cama antes de que él llegara, todo con tal de evitar cualquier contacto accidental, y cómo había intentado rozar suavemente su sedoso cabello mientras se alejaba, quedando completamente insatisfecho.

Suspiró abatido, antes de detenerse en sus suaves rasgos. Cuando se puso a mirarla fijamente, no pensó que podría detenerse o dejar de tener algún contacto físico con ella. El impulso irrefrenable de besarla le recorrió como el veneno, y tomando su cara con una mano se dio cuenta de que no podía evitarlo.

—Eres tan bonita —murmuró antes de posar sus labios sobre los de ella, tan suaves y dulces.

Sintió que ella se ponía rígida y gemía suavemente, hasta que se despertó —o probablemente ya estaba despierta— y se reveló abiertamente empujándolo con ambas manos.

Tuvo que seguirle la corriente a regañadientes, ya que irritarla sería poco inteligente de su parte.

—¿Acaso me has, m-me has?

—¿Besado?

—¡Eso! —respondió ella, con las mejillas tan terriblemente sonrojadas que casi parecían brillar, su eterna actitud desafiante—. ¡No te atrevas, y menos cuando estoy dormida!

—¿Quién dice que no lo he hecho ya?

Se inclinó un poco para intentar rozar una vez más esos labios que ella intentaba prohibirle, pero Yun Xi retrocedió con una fuerte confusión dibujada en su rostro, acurrucándose para abrazar sus piernas.

—¡Tú…! —tartamudeó con expresión enfurecida.

Rápidamente levantó la mano con la evidente intención de abofetearlo, pero él le agarró la muñeca antes de que pudiera hacerlo.

—¿Repleta de energía incluso a estas horas de la noche? —comentó con un timbre casi indiferente y ligeramente molesto, pero que cambió rápidamente en una más alusiva y seductora en el momento en que se acercó a ella, encumbrándose lo justo para soplar suavemente en sus labios—. Podrías emplearla de otra manera, ¿no crees?

Yun Xi adoptó una expresión divertida y desconcertada —como si apenas comprendiera lo que él acababa de decirle— y luego se cubrió la cara con ambas manos para ocultar un rubor que ya le cubría hasta las orejas.

—¿Todavía te asusto?

Yun Xi no respondió. Siguió escondiéndose tras sus delgados dedos, haciendo que se cerniera entre ellos un silencio que valía más que una respuesta afirmativa. Probablemente aún le temía y a todo lo que suponía estar con él, dada su corta edad y su pasado.

Aunque le intrigaba la forma en que se le enfrentaba, especialmente la forma en que se dirigía a los demás en función de su comportamiento. Por ejemplo, si You Ming adoptaba una actitud benévola, ella estaba bien dispuesta a corresponder con la misma amabilidad.

Por el contrario, si se atrevía a adoptar una actitud implacable, no dudaba en expresar todo su resentimiento.

Qué chica más orgullosa.

Había sido un desacierto darle todo ese tormento, sobre todo porque no importaba que fuera su consorte: ella lo odiaría por el resto de su vida, y You Ming se dio cuenta de que eso era lo último que quería.

La observó durante un rato más, temeroso y presa de emociones que quizá ni siquiera ella hubiera podido describir.

Su corazón se le prensó en el pecho de ternura al observarla, y se apoyó en la superficie de la cama con un codo, apartando suavemente los dedos de su cara con la otra mano.

Descubrió los ojos enormes de ella que le miraban con un miedo ligeramente atenuado hacia él, esa buena dosis de desconfianza de la que obviamente no podía prescindir y que él —tenía que admitir— había alimentado generosamente durante los primeros meses de su matrimonio.

Acercó una mano y, bajo la mirada perspicaz e infeliz de ella, que seguía minuciosamente sus movimientos, acarició a duras penas el pelo de su flequillo. La única reacción que obtuvo fue sólo la de sus ojos entrecerrados en espera de cualquier gesto por parte de él, y eso le animó a dejarle una vez más un rápido beso en la boca ganándose una mirada atónita y vagamente confusa.

Ya no había rastro de aversión o reticencia en sus dulces rasgos; más bien mucho asombro y un atisbo de algo que You Ming interpretó como una tenue expectativa.

—No creo que me tengas miedo; casi podría afirmar que te gusto.

No pudo evitar sonreír, sentir esa calidez que ahora únicamente ella podía transmitirle, mientras la acercaba lentamente a él en un abrazo.

Y Qian Yun Xi que se había quedado muda ante la afirmación, se permitió acurrucarse contra el con confianza.

Al menos por ahora.