Bienvenidos a mi nuevo two-shot. Creo que puede ser interesante o al menos entretenido. Espero que os guste...
DE PROFESIÓN: VOYEUR
Voyeur: Dícese de la persona que espía o mira a escondidas a otras personas en situaciones eróticas para excitarse sexualmente.
Voyerismo o voyeurismo: Parafilia que consiste en observar a otra persona, o grupo de personas, durante sus relaciones sexuales.
1ª PARTE
Se habían casado, una boda obligada por su clan para garantizar su alianza con esa aldea y la protección por parte de Konoha a los Uzumaki, su cada vez más menguado clan. Un clan que antaño había sido uno de los grandes, junto al clan del hombre que tenía a su lado, los Hashirama y junto al otro co-fundador de Konoha, los Uchiha.
Recuerda cuando había llegado a esa aldea a conocer a su futuro marido, la alianza ya había sido pactada y aunque en un principio las partes habían protestado, sobretodo el Hokage y el líder Uchiha, al final por el bien de la aldea y por el poder que podían otorgar y la ayuda que podía ofrecer su clan, habían acabado accediendo a regañadientes.
No sabía con quien se iba a casar, había oído que el líder Uchiha era realmente muy atractivo, pero su carácter era pésimo. En cambio el líder de los Senju y Kage de la aldea, también conocido como 'Dios de los shinobis', era un hombre alto y muy afable, con un temperamento amigable y dado a las expresiones exageradas de emociones. No sabía cual de los dos le tocaría, bufó algo molesta. Genial le tocaría abrirse de piernas y parirle todos los herederos que su maridito quisiera, ya fuera el agrio Uchiha, que hacía mojar la ropa interior a sus congéneres o, con el histriónico Senju, que parecía alguien sin temperamento.
Suspiró cansada, cansada de su situación, cansada del molesto viaje, cansada de tener que dejar su hogar para siempre, cansada de ser obligada a convertirse en una simple mujer objeto que sólo se ha de dedicar a tener sexo con su marido cuando él lo deseara y proporcionarle herederos… Y todo porque nació siendo la princesa Uzumaki, si hubiera nacido en una familia más humilde podría hacer su vida como deseara… Bueno más o menos, porque no dejaba de ser una mujer en un mundo dominado por hombres. Pero si que podría haber tenido más libertad quizás para enamorarse o conocer al marido que le escogerían durante más tiempo antes de tener que casarse. Y en cambio iba de camino a la aldea de la Hoja, quizás podría ver a su marido una vez o dos y ya enseguida sería su boda, de echo dicho evento estaba pactado para dentro de dos días después de su llegada. Un día para que se adaptara a su nuevo hogar y descansara de tan fatigoso viaje y el otro día para pasear por dicho pueblo, probarse el vestido de boda y ya. Maldijo una vez más su destino.
(…)
Ya de noche llegó a su destino y se acomodó para descansar en esa casa que le pertenecería de ahora en adelante, donde viviría con su futuro marido… Que por cierto ni se había asomado, ni había tenido el decoro de recibirla. ¡Perfecto!
Por suerte a la mañana siguiente si lo pudo conocer, al final el que sería su marido sería el Senju, y si, era alguien realmente cercano y agradable, disfruto de su compañía, pero de ahí a desear casarse y tener intimidad con él había un mundo. Suspiró.
–Te comprendo, esto es muy extraño para mi también. – Le dijo con una cálida mirada, y también algo triste.
–Bueno, tendremos que poner de nuestra parte para que al menos nuestra convivencia y matrimonio sea agradable para ambos.
–Si, es algo necesario.
–Y respecto a lo otro… Bueno, se tendrá que hacer, es algo que viene estipulado en nuestro acuerdo. –El Senju le puso una cara de no entender y ella levantó las cejas y sonrió, ese hombre era muy inocente. – La consumación del matrimonio y los herederos que tenemos que engendrar a futuro.
Recordar que tendrían que consumar para poder dar por finalizada la boda y por consiguiente la alianza entre ambos clanes, la ponía enferma… Sobretodo porque antes de casarse, ya sea esa tarde o mañana por la mañana, tendría que ir a un doctor que confirmaría su estado de pureza. Por kami-sama que vergüenza, y que rabia la verdad, pues los hombres no tenían que sufrir de esas cosas. Para un hombre su validez no estaba medida por una membranita en su vagina.
–Oh– Soltó al final el Senju enrojeciendo al saber que tendrían que acostarse. Y saber que era un paso obligatorio. No le hacía mucha gracia tener que hacerlo. La mujer a su lado era muy llamativa, y si muy guapa y elegante, también era astuta e inteligente, pero no la amaba… Quizás podría llegar a apreciarla, como amiga, pero hasta ahí.
Luego de esa incomoda charla, Hashirama le mostró más de la aldea hasta que un apuesto hombre con pelo indómito lo vino a buscar.
–La princesita Uzumaki imagino… – Su mirada fría y descarada la observó con desdén y cierto repudio, quizás una pizca de odio. Para luego centrarse en el Senju y hablar con él sobre la necesidad que acudiera a la torre Hokage lo antes posible. Sus ojos cambiando totalmente al mirar al alto moreno, una mirada más amable, más picara… Aunque su actitud no cambió en nada.
Mito sólo se inclinó respetuosa ante el malcarado Uchiha. La fama le precedía, atractivo, fuerte, salvaje, intenso, aguerrido… Y tremendamente arrogante, caprichoso y maleducado.
–Hashirama-san, vaya sin miedo. Mi nana me acompañará de vuelta y podremos conocer más de esta bella aldea. – Y con una inclinación despidió a los dos hombres que se marcharon con un sunshin no jutsu, no sin antes el Uchiha dedicarle una retadora mirada con una sonrisa satisfecha.
El camino de vuelta con su vieja niñera fue calmó y le permitió pensar en las actitudes de los dos shinobis, escamándole el comportamiento de marcar territorio de Madara Uchiha. Ahí pasaba algo… Y sentía demasiada curiosidad como para ignorarlo.
Esa misma tarde le habían programado la cita con el médico, fue vergonzoso, pero por suerte era una mujer que conociendo su malestar fue dulce y todo lo cuidadosa que pudo. Y si, dejó constancia que era virgen, así como también le dijo que estaba asqueada de esas arcaicas leyes que solo afectaban a las mujeres para beneplácito de los varones, leyes muy usadas en los grandes clanes. Redacto un informe sobre su pureza.
–Se lo iré a llevar al Hokage, imagino que en tu clan no querrán una copia.
–No, mi padre confía en mi palabra. – Con una leve inclinación de cabeza de su parte, y otra más profunda por parte de la doctora.
Salió del hospital, aun le quedaban unas horas antes de ir a cenar. Mañana sería un día ajetreado por las pruebas del vestido y últimos ajustes.
–¿No estas emocionada, mi niña?– Su nana a su lado mostraba una cara feliz – Tu marido, Hashirama-san parece un hombre muy viril… Seguro que te proporciona buenos y saludables bebés.
Mito le mostró su sonrisa más falsa mientras sus cejas se fruncían, pero no podía enfadarse con su vieja niñera, era una mujer de la antigua escuela, donde creía que el rol más importante de una mujer era engendrar y también servir a su marido.
– Si, nana. Muy emocionada. Estoy deseando casarme y en un futuro ser madre. – Mi voz sonaba desanimada, más la mujer mayor no lo notó.
–Seguro que no será tan a futuro, mi niña. Ya verás que pronto estarás con un niño en el vientre.
Le sonreí sin ganas y seguimos paseando.
–Mi niña, se hace oscuro, tendríamos que volver ya…
–Oh, nana, la aldea esta preciosa de noche… Desearía quedarme un ratito más– Su acompañante le sonrió y le guiñó un ojo. Sabía que ese sería su secreto, mientras ella se retiraba ya a descansar.
Mientras paseaba me encontré a la doctora que me había atendido.
–Oh, Mito-hime, ahora iba a darle eso al Hokage.–Le hizo una ligera mueca, que correspondí con una educada sonrisa.
Pero un par de shinobis con la bandana de la aldea llegaron.
–Señora Kaede, la necesitan con urgencia en el hospital.
–Pero…– Miró el pergamino en sus manos, ese documento ya se tendría que haber entregado, ya iba tarde.
–Yo se lo llevaré a Hashirama Senju-san, Kaede-san– Mito realizó un movimiento suave con las manos con una leve inclinación respetuosa de cabeza.
Kaede se debatió y al final asintió agradeciéndole repetidas veces. Y mientras la medic-nin se iba con los dos shinobis, ella se guardó el pergamino entre sus ropas y se dirigió dando un paseo hasta la Torre Hokage.
Nadie la paró, el edificio parecía desierto, pero en la calle había visto una ligera luz en las ventanas superiores. Fue subiendo los diferentes niveles de forma pausada y sin hacer ningún ruido, con su elegancia nata. Y al llegar al nivel del despacho de Hashirama siguió avanzando, seguía sin ver a nadie. Cerca del lugar oyó ruidos y se alarmó, venían del despacho. Cautelosa se acercó pues la puerta estaba entreabierta y al asomarse, tuvo que contener el sonido de asombro que quería liberar su garganta. En un primer momento estuvo tentada de salir corriendo, pero algo… Una morbosa fascinación, la dejó clavada en el sitio, mientras sus ojos detallaban todo lo que ocurría allí dentro, sin perder detalle. Sus pupilas dilatadas asombrada por lo que observaba. Se muerde el labio sin quitar la mano de encima de su boca. Nota una humedad entre sus piernas y junta sus muslos con fuerza, su corazón late acelerado y su respiración es profunda, cuidadosa… Lo que menos quiere es que la descubran y paren el espectáculo que le están ofreciendo.
Dos hombres desnudos encima de la mesa, la cabeza de uno en los genitales del otro y viceversa. Debajo esta Hashirama mientras lame y se mete en la boca el pene del Uchiha y sus manos le acarician cadera y trasero, donde en algún momento le suelta un golpe con la mano abierta. Encima esta el azabache, con la cabeza en los genitales de su futuro marido, mientras de forma golosa tiene metido en su boca el pene del Senju y mueve la cabeza intentando abarcar más, mientras de tanto en tanto suelta un gruñido tosco, sus manos acarician los muslos morenos, y en venganza también le suelta alguna bofetada a esas torneadas piernas. Los fuertes músculos masculinos tensos y sudados, el sonido de succión, el de los golpes, los jadeos y las aceleradas respiraciones es lo más erótico que ha contemplado nunca. Disfruta de lo que ve, hasta que decide alejarse al verlos moverse diferente, no quiere que la descubran. Corre al baño a limpiarse, pues ha notado como entre sus piernas hay cada vez más humedad. Se encierra un cubículo del aseo procesando lo que ha visto, pero eso sólo la hace encenderse más. Y decide que es mejor irse a casa, darse una buena ducha y ya en la calma de su habitación, recrear lo vívido hace un momento. Se tendría que sentir enferma de saberse excitada por ver a dos hombres haciéndose sexo oral, pero decide que no tiene nada de malo el haber disfrutado de eso.
Madara en el despacho sonríe al ver irse a la princesita Uzumaki, sabe perfectamente que la pelirroja ha estado allí su buen rato, observando sin perder detalle. "Vaya con la señorita". Le ha brindado una perfecta oportunidad, con eso le ha demostrado que Hashirama Senju es suyo y además se podrá divertir a costa de esa remilgada mujer.
(…)
El día de su boda con el Senju llega y en un suspiro se encuentra que están casados, que la ceremonia y el banquete han pasado sin que casi ni se enterara. Y ahí están ahora, uno delante del otro y en medio el lecho nupcial.
–No te preocupes, Mito-san
–Llámame sólo Mito, ahora estamos casados, Hashirama-san
–Sólo si tu me dices Hashirama a secas… Mito.– La mujer le sonríe y asiente, y le insta a continuar lo que le decía –No haremos lo de la sabana, no estoy a favor de estas tradiciones arcaicas. Tampoco estuve de acuerdo en que te examinaran para demostrar que… Eso.
Le sonrió agradecida e inclinó su cabeza. Luego se tumbó en el futón y Hashirama se arrodilló a su lado. Pero ninguno se movió.
–Jejejeje, no tengo ni idea de cómo hacerlo.
Mito no dijo nada, pero a su mente vino el momento que captó el día anterior en el despacho. El moreno sabía perfectamente como actuar, sólo que no sabía que hacer con ella. Y a su vez ese recuerdo sirvió para hacer sentir a Mito necesitada y excitada, notó la humedad creciendo en si. Y levantando el brazo acarició la mejilla de su, ahora, marido.
–Sólo dejándonos llevar por el momento, Hashirama– Susurrando la última parte.
El moreno se inclinó hacía ella tumbándose encima suyo, pero sin querer aplastarle, mientras ella le abría las piernas para dejarlo acomodar.
–Creo que tenemos demasiada ropa– Susurró ronco el Senju.
Mito desvió la mirada y se desató el cinturón, se abrió el yukata e incorporándose un poco se lo quitó, quedando desnuda ante su marido. El hizo lo mismo y no pudo evitar mirar al hombre moreno desnudo ante ella. No estaba excitado, el pene que estaba ante sus ojos no tenía el tamaño del que le había visto devorar al Uchiha. Pero Mito no esta afectada por saber eso, ella entiende, pues su excitación al ver desnudo al Senju no tiene ni punto de comparación a la que siente al rememorar esas lujuriosas imágenes, eso era puro fuego y le encantó captar ese instante.
–Voy… Voy a proceder, Mito. Lo siento si te hago daño o algo, no estoy acostumbrado a estas cosas.
–No te preocupes, Hashirama. Yo tampoco se nada, podemos ir aprendiendo juntos.
Se tumba de nuevo con el hombre encima y se besan, pero no es hasta que no deja a su mente correr libre e imaginar, que no empieza a excitarse. Pero Hashirama no tiene la misma suerte, lo siente nervioso y ansioso.
–Cierra los ojos y piensa en otras cosas para… Calmar tu cuerpo – Lo que en realidad quiere decirle es: "Para excitar tu cuerpo".
Y Hashirama le obedece y poco después lo siente empezando en endurecerse y a friccionar contra ella. Pero entonces les surge un nuevo problema, imagina que porque Madara no tiene el mismo agujero por el que habría de ingresar el pene de Hashirama en ella y por eso no encuentra su vagina, sino que siempre le presiona donde esta su ano "¿Cómo se sentirá?" se pregunta realmente curiosa, después de todo ella también tiene un ano, en teoría también se lo podría profanar lo mismo que debe hacerle a Madara… O es que quizás sólo lo hacen de forma oral, no viendo como le presiona una y otra vez allí esta segura que si mantienen relaciones de esa forma… Y eso aun la excita más, quiere, desea verlos.
–Perdona– Se disculpa con una sonrisa azorada el pobre Senju.
Mito le regala una sonrisa y lleva su mano entre sus cuerpos, agarra ese trozo de carne por primera vez. Le gusta el tacto, es duro, pero suave a la vez y, esta caliente. Lo roza con los dedos y escucha el suspiro de placer del hombre, le resulta interesante y sigue acariciando esa extensión. Hashirama se mueve en su mano, buscando más, mientras ella siente la punta resbalosa. Una sonrisa escapa de sus labios por ese descubrimiento y decide que tiene ganas de probar que es el acto carnal, así que guía ese trozo de carne erecto hacia su entrada y le ayuda a encararlo.
–Ahora si, Hashirama – Y el otro le da un leve beso en la comisura de los labios antes de presionar hacía ese húmedo interior.
Jadea y aprieta las piernas en la cadera de ese hombre, mientras sus dedos arañan su espalda. Eso es molesto y la estira hasta ser un poco doloroso.
– Espera… Dame unos segundos, por favor.
Hashirama se disculpa con ella y la besa, no sabe donde tocarla para calmar su dolor y distraerla, Mito es anatómicamente diferente a lo que esta acostumbrado, así que sólo espera con los brazos rodeando su cabeza y mirando a la exótica mujer de pelo rojo como tensa sus parpados y su rostro.
Respira un par de veces en profundidad y deja volar su mente al momento del despacho, eso la ayuda a relajarse y humedecerse más. Anteriormente no se permitió tocarse por esa imagen, pero ahora puede disfrutar de esa unión carnal mientras se excita aun más con el recuerdo. Y eso hace. Acaricia la espalda del hombre encima suyo hasta llegar a su cuello y obligarle a bajar la cabeza, buscando unir sus labios. Sabe que sus besos son torpes, pero espera ir aprendiendo siguiendo a su marido y a la vez mueve la cadera imitando el como la movían Madara y Hashirama buscando llegar más en profundidad a la boca de su ¿amante? ¿Pareja? No sabe que son.
Hashirama la besa de vuelta y eso le permite copiar sus movimientos e ir adaptándose e imitándole. Y también empieza a mover su cadera penetrándola. La velocidad cada vez mayor, el movimiento del varón frota algo que la hace gemir, no sabe bien, bien que es, pero lo disfruta mucho. Gime más en alto y aprieta su cadera contra el otro cuerpo buscando más de eso. Y Hashirama se mueve más brusco y jadea ronco, hasta que al final él se tensa y nota algo caliente recorrerla por dentro… Es agradable. Hashirama se mueve un poco más clavándose contra su ingle con fuerza y ella también siente algo que la recorre entera, un intenso cosquilleo que la deja jadeante, siente su interior palpitar antes de que una calma que no ha sentido en su vida la deje postrada en la cama con una ligera sonrisa en los labios y los ojos medio cerrados. Corresponde los besos de Hashirama de forma perezosa antes de que lo sienta separarse de su interior y tumbarse a su lado. Siente humedad entre sus piernas, más decide ignorarlo y disfrutar de la calidez del cuerpo masculino que la abraza y los envuelve a los dos bajo las mantas.
A la mañana siguiente tiene que lavar su zona intima, siente un ligero escozor y además la sangre se ha secado, junto con una substancia blanquecina, imagina que es el semen de su marido. Mientras se lava recuerda el momento y si se siente caliente, puede afirmar que el sexo le ha gustado mucho, pero como también disfrutó demasiado ver el oral entre su marido y Madara ahora siente curiosidad por ver si verlos teniendo contacto carnal se sentirá tan lujurioso y emocionante. Y se humedece en la bañera al pensar en como deben ser. En cual de los dos toma el papel de hombre, en si el de abajo gemirá tal como lo hizo ella. Es imposible de imaginar y sabe que desea verlo con todas sus fuerzas, los seguirá… Mientras se conforma con rememorar sus dos experiencias sexuales, la propia y la ajena y ha acariciarse en ese lugar que descubrió anoche. Con un gemido llega a una nueva cúspide de placer y se queda relajada contra la pared de la bañera hasta que el agua se enfría. Mientras su espíritu, su afán de 'mirona' se hace más firme, tiene que tener cuidado… Tanto Hashirama como Madara son grandes shinobis, pero ella esta decidida a ver como se acuestan. Se muerde el labio y va por secarse y vestirse, que empiece el espionaje...
CONTINUARÁ
