¡Hola a todos! Soy nueva aquí y después de leer algunos fics por fin me decidí a escribir sobre Idolmaster, algo de lo que no estaba muy segura en un principio pero la idea llegó a mí y solo comencé a escribir hasta que no pude parar, acabando en esta historia que espero les guste.

Disclaimer: Ni The IDOLM STER ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de ©BNEI/Project IM S, Akihiro Ishihara, Hiroyuki Onoda


Un beso sin querer

El caso es que sucedió sin querer. Un simple error de cálculo, un mal movimiento o que se yo, la cuestión es que fue algo que ninguna de las dos había previsto y ni siquiera había pasado por sus cabezas, pero, que sucedió al fin.

Fue algo fugaz que terminó con un sonrojo por parte de la chica más baja y una sonrisa nerviosa y mal disimulada por parte de la otra. Un instante que aconteció a una despedida inquieta, y todo por esa torpeza tan característica de la primera que la hizo tropezar y caer sobre la otra.

Muchas veces antes había sucedido aquello, pero nunca habían terminado en esa situación ni en ninguna otra que se le pareciera. Aunque poco importaba eso ya, la cuestión es que la posición en la que habían terminado no era para nada algo que pudieran ignorar y mucho menos pensar en escapar. Estaban aprisionadas, y no era precisamente por sus brazos sino más bien por sus labios, que en el proceso habían impactado el uno contra el otro provocando así un contacto más íntimo, uno que solo se había dado en alguna fantasía fugaz, pero que está vez había escapado de lo efímero a lo real... y sus alientos habían sido robados por la otra. Se volvieron una sola, sus respiraciones se detuvieron por algunos segundos y sus latidos seguían un mismo ritmo... sin duda, su primer beso había escapado de sus labios y todo, por un error de cálculo.

Pero contrario a lo que habían pensado en un principio, no fue una fantasía. Y esa calidez sobre sus labios persistente, y ese cosquilleo que erizaba la piel, y ese palpitar acelerado, y esa imperiosa necesidad por repetir lo que había pasado no hacían sino recordarles que aquello definitivamente no había sido un sueño. ¡Fue real! Muy real, para suerte o desgracia de ambas. Más, a todas esas sensaciones que aún estaban a flor de piel se les sumó otra, una que no tenía nombre pero que bien podía compararse con una necesidad, «la necesidad de volver a probar esos labios ajenos y no poder parar».

Y lo peor no fue el hecho en sí, no, lo peor vino después. Cuando llegó el momento de hacer frente a la situación. Cuando la vergüenza se apoderó de sus mentes y también de su piel coloreándola de un rojo imposible de ocultar, y fue solo entonces que fueron realmente conscientes de lo que había sucedido. ¡Se habían besado! Un beso real. Como esos de película romántica, con todo y el sonrojo incluso la torpeza que viene después al ser el primero, si hasta se podían ver corazones flotando en el aire —bueno, quizás no tanto—, pero sí que fue especial, y sobre todo... tangible. Más, ya no había escapatoria y debían hacer frente a la realidad.

Aunque, nadie dijo que sería cosa fácil, y ésta les cayó como un balde de agua fría volviéndolas conscientes de lo que habían hecho. Si, se habían besado pero no es como si ellas lo hubieran planeado o siquiera lo hubiesen previsto, solo fue un accidente una mera casualidad, aunque cierto es que muchas veces antes su imaginación les había presentado la posibilidad. Pero no, esto era real. Solo fue una suerte del destino, y el hecho de que ambas lo hubieran deseado más de una vez en el pasado no tenía nada que ver. No obstante, eso no impedía que de todos modos lo hubieran disfrutado, aún si fuera cosa de solo unos pocos segundos, y es que, el contacto todavía persistía en sus labios y el solo rememorarlo les devolvía el placer y la dicha como si estuviera sucediendo otra vez. Ciertamente el beso fue un accidente, pero los sentimientos eran reales, tanto como su deseo de ser idols.

Ellas se querían, desde hacía ya bastante tiempo aunque no tuvieran el valor de ponerlo en palabras, y admitir que la sola presencia de la otra las hacía felices era aún más complicado aunque no pudieran disimularlo. Y es que, la duda y el temor a perderlo todo —la amistad y el amor—, se sentían cada vez más palpables, dando lugar a la incertidumbre y ese no saber qué hacer ni que pensar, y peor aún, lo que pudiera suceder a partir de ahora y cómo afectaría lo sucedido a su relación actual. Eran tantas sus dudas que por un momento cruzó por sus cabezas la posibilidad de fingir ignorancia y hacer de cuenta que nada había sucedido, o mejor aún, engañarse y pensar que solo fue un beso sin querer, un mero accidente que no debió suceder. Y es que, ¿realmente valía la pena arriesgarlo todo solo por un capricho? ¿Qué podrían sacar de ser egoístas y pronunciar aquella palabra prohibida? ¿Realmente todo valía la pena por un... quizás? Todo era un caos en sus mentes pero todavía existía la posibilidad, aunque ¿realmente valía la pena arriesgarlo todo por una posibilidad? Pero y si... Ese pero, definitivamente siempre habría un pero, y es que aquel sentir tan terco se negaba a desaparecer, quería volverse real, quería ser transmitido y llegar a esa otra persona especial, más, el temor y la cobardía se negaban la tregua y persistían en su intento por arruinar ese momento de ensueño.

Fue entonces cuando todos esos múltiples escenarios y las miles de posibilidades catastróficas que sus mentes habían ideado colapsaron entre sí, provocando un cortocircuito que dio origen a una idea algo loca y mucho más osada. Fue algo fugaz pero que encendió la llama de la esperanza clavándose allí, donde solo una idea tan descabellada podría sobrevivir. Si, el único órgano tan obstinado como irracional: «el corazón». Y la posibilidad de que sus sentimientos fueran mutuos, de que ambas estarían sintiéndose igual, igual de confundidas, igual de asustadas, igual de indecisas ya no les pareció tan inverosímil... Y quizás, sólo quizás el correr el riesgo no era tan mala idea.

Pero, ¿realmente aquello era posible?

La posibilidad existía más... el temor. Ese maldito sentimiento tan terco, tan irracional a veces y definitivamente innecesario en ese momento, aún persistía y se negaba a admitir la verdad. Y es que, ¿cómo es que aún no entendía que el luchar y oponerse era inútil? ¿Cómo luchas contra tu propio ser? ¿Cómo le dices no a tu corazón si este se niega a renunciar, y en consecuencia sus latidos se vuelven tan exagerados casi al punto de delatar lo que siente? ¿Cómo le haces para negar esa ansia que te hace fantasear aun estando despierta? ¿Cómo convences a todo tu ser que renuncie a aquello que le da sentido a todo su existir? ¿Cómo…?

Era una batalla perdida desde el principio, aun cuando fue más bien contra sí mismas que contra alguien más. Era absurda e innecesaria, y más aún cuando ya conocían la respuesta desde el mismo momento en el que sus labios se tocaron. Ya no quedaba espacio para más dudas. Era el momento para aceptar lo que sentían y proclamarlo a voz viva, y para ello solo hacía falta una cosa, estar dispuestas a correr el riesgo y ser valientes por una vez... pero solo si ambas lo hacían juntas.

Se miraron una última vez, como si con esa simple acción confirmaran un pacto silencioso, como si así se transmitieran valor para llevar a cabo aquella osadía, y dejar que sus corazones tomarán el control solo por esta vez era la respuesta a todas sus dudas.

—¡Te amo! —finalmente dijeron al unísono con las mejillas ardiendo al rojo vivo, y con la ilusión encendida prendada en sus miradas.

Y esa sola palabra fue suficiente para abrir una caja de Pandora que por mucho tiempo había estado sellada.

Y finalmente todo se volvió calmo en su interior. Sus mentes por fin encontraron la paz que necesitaban y sus corazones un nuevo motivo para palpitar. Y se sonrieron aún con las mejillas en carmín, y no necesitaron de palabras para saber que ese era inicio de una nueva aventura, la mejor de sus vidas.

Las cosas que podía ocasionar un beso sin querer…

FIN