Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi.
Aclaración: el siguiente oneshot es una historia alterna salida de otro fic de mi autoría, "Todos los caminos llevan al corazón", si gustan leerlo, está en mi perfil. Actualmente el fic se encuentra en emisión con su segunda parte. Si bien no sigue la línea de la historia de la cual sale, si es necesario que lo sepan, puesto que si lo leen directamente, no entenderían algunas cosas.
Para ponerlos en contexto -si es que no leyeron la historia de la cual salen- Ranko es hermana de Ranma, que es un famoso cantante y Taro es su representante.
Sin nada más que agregar, los dejo leer en paz (¿?) Nos leemos al final :D
Pantimedias Ranko
—Ya te lo he dicho, no estás gorda —dice Akane por enésima vez.
—¡Que si! —insisto— mira esto —levanto mis ropas dejando libre mi abdomen y aprieto ese horrible excedente que sobresale cada vez más haciéndome burla— ¿ves? ¡Es horrible!
—Ay, ya no hagas tanto drama. Todas tenemos eso, mira, también lo tengo —dice y pellizca su delgado costado.
—¡Pero eso es pura piel! ¿Acaso no ves que estoy cada vez más rellena?
—Sigo diciendo que no estás gorda —repite como disco rayado y a su lado, su novio, su estúpido y presumido novio, intenta esconder una sonrisa.
—¡Tú cállate! —reprocho mientras le aviento una servilleta de papel hecha una pelotita que le da en su estúpido fleco.
—No te enojes, pequeña, sabes que no estás gorda, siempre has sido así.
—Ranma tiene razón, Ranko —secunda la traicionera depositando una mano sobre la de él que había dejado caer en su rodilla— tú tienes una figura un tanto… voluptuosa, la gente no se fija en tu estómago —dice y deja la frase a medias.
—Mirarán tus pechos —completa Ranma un poco horrorizado de que alguien ose mirar a si hermanita
—¡Ranma! ¡Es tu hermana! No puedes decir algo así.
—¡Auch! —se queja por el dolor en su pie, no por nada me puse estas botas, siempre son buenas cuando me toca pasar tiempo con el Bocazas Saotome.
—Bien merecido te lo tienes —apoya por primera vez a mi favor mi cuñada.
—Entonces, si te sientes gorda, podrías volver al gimnasio —comenta él como algo obvio.
—Quizá puedas retomar en el que conociste a Shampoo —comenta Akane sobándose el mentón con el dedo índice.
—Se han ido a la otra punta de la ciudad. Si quiero volver, debo encontrar uno nuevo.
Mucha de la gente -y en especial las chicas- que pasaban por allí, se nos quedaban viendo. Algunos con incredulidad, otros con asombro, unos cuantos tenían la intención de entrar a la cafetería donde nos encontrábamos pero les daba vergüenza entrar así que sólo se mantenían mirando a través de los enormes ventanales.
Detesto que esto pase. Ya me imagino el acoso cuando salgamos de aquí.
Aunque si me disculpo y me retiro antes, no debería haber problema. Digo, esperan a mi hermano, no a mi. Lo lamento por Akane, siempre fue parte de la familia y ahora más que nunca. Aunque es muy reciente su relación con Ranma aún, debería darle algunos consejos sobre lo que le espera. Creo que deberá acostumbrarse a esto… así es la vida de nosotros, los familiares de Ranma Saotome.
No voy a aburrirlos con los detalles sobre su vida y obra -creo que para eso tiene su propia historia, a propósito- así que solo diré esto: él es cantante. Y ya. No hablaré más de su fama y tal. Así que no me pregunten.
Como iba diciendo, mi queridísimo hermano, me sugirió retomar el gimnasio, no es del todo mala idea, quizá pueda empezar desde cero y esculpir un poco mis curvas. Una dieta baja en carbohidratos y rica en proteínas tampoco me vendría mal aunque… teniendo a mamá de cocinera, será muy difícil seguir una dieta…
Lo bueno de Nerima es que está lleno de gimnasios por todas partes, cada cuatro o cinco manzanas, encuentro uno diferente.
Doy vueltas hasta que me decido por uno que está cerca del límite con Tokyo. Cuanto más lejos mejor, pues el camino de vuelta será largo y me ayudará a cansarme más rápido, lo que garantiza una noche de sueño entera. Porque si, tengo problemas para dormir. Más ahora que mi abuela parece empeorar de a ratos.
Al entrar al gimnasio me encuentro -cómo no- con un grupo de chicas mirando a través de una puerta de vidrio. Cuchichean entre ellas diciendo las típicas cosas de púberas hormonales. ¿Has visto sus músculos? Tiene un trasero hermoso… Su rostro es angelical… Desearía tenerlo para mi una sola noche... No es tan musculoso como el profesor, pero ¡mira ese rostro! Ew, ¿de verdad a las chicas las excita un hombre musculoso? No me parecen atractivos, están llenos de esteroides y seguramente viven para hacer ejercicio. No, gracias. Paso.
Lleno mi solicitud de inscripción y pago el mes anticipado. Es una buena estrategia si no quieres dejar a mitad de mes, perderás tu dinero así que es una de las tácticas Saotome para seguir ejercitándome de manera continua y obligada.
Estoy a punto de retirarme cuando el grupo de calenturientas se dispersa de manera brusca.
Debo decir la verdad, sentí curiosidad sobre ese supuesto hombre hermoso, pero me abstuve de girarme a ver cómo era y me acerqué a la salida cuando oigo mi nombre.
—¿Ranko? —sé que oí esa voz antes, pero no la asocio con nadie conocido. Como acto reflejo, me doy vuelta y me encuentro con la última persona que pensé encontrarme en este lugar.
—¿Taro? —me quedo quieta en mi lugar. Un momento… ¿esas mujeres estaban mirando a Taro? Digo, no tiene mal físico pero ¡es Taro!
—¿Qué haces aquí? —pregunta mientras se pasa una toalla de mano por su cuello transpirado.
—Yo debería preguntar lo mismo —respondo con un tono acusador. Esperen ¿por qué sueno como mocosa celosa?
—Sólo… paso el rato. Me queda esta hora libre y si no hago esto, me la pasaré engordando —dice riéndose mientras se soba el estómago plano— ¿y tú? Estás lejos de casa —pregunta en tono medio acusador.
—Simplemente quería probar en un lugar alejado —respondo justificándome.
Él sonríe y saluda de vuelta, la conversación ha terminado. Tampoco es como si tuviera muchas cosas que hablar con él, digo, es el representante de mi hermano, no tiene que ver conmigo.
—Salúdame a tus padres y a tu abuela —dice a modo de despedida, asiento y me retiro.
Eso ha sido MUY raro.
Los días van pasando y me decido a comenzar. Mi idea era ir al gimnasio inmediatamente después de inscribirme o al día siguiente, pero he aquí la mujer sin convicción que espero una semana entera para comenzar.
La excusa de "el lunes arranco el gym" fue la culpable. Es decir, si digo que la próxima semana, es la próxima semana. Soy una mujer de palabra.
Al principio no sabía cómo qué hacer. Había pasado tiempo desde la última vez que fui a un gimnasio así que estaba algo perdida.
En el anterior, cuando iba con Shampoo, entrábamos a las clases de aeróbic, pero para mi mala suerte, esas clases son en mi horario de estudio y no tengo intenciones de levantarme demasiado temprano para asistir a la mañana. Por lo que me decido a usar las máquinas.
Gran error.
Comencé a correr a un ritmo bajo y fui aumentando de a poco hasta que me quedé literalmente con la garganta seca.
Ok, correr NO ayuda si recién empiezas.
¿Tal vez las pesas serían mejores? Otro error.
Decidí hacer ejercicios con los brazos, levantamiento de pesas o algo así. Ni siquiera sé cómo se llama eso. Solamente diré que es ese aparato donde te acuestas y debes hacer fuerza con tus brazos levantando y bajando una barra que tiene un ancho elástico o no sé qué cosa que sostiene pesas del otro lado.
—¿Calentaste antes de hacer todo ese ejercicio? —preguntaron detrás de mí.
—¿Disculpa? —dije al extraño viéndole los pies dado que estaba recostada en la máquina. Al intentar levantarme, se me suelta una de las manos provocando que las pesas caigan de un lado haciendo un ensordecedor ruido. Todo el mundo volteó a verme.
—¿Estás bien? —pregunto Taro. Así que él fue quién me habló. Seguramente al estar con la cabeza medio colgando se agolpó allí toda la sangre y por eso no reconocí su voz.
—Oh, hola Taro, si, estoy bien —contesté mientras él me ayudaba a acomodar nuevamente la máquina y me tendía una mano para que me levantara— ¿qué me decías? —pregunté agitada por el susto de la máquina.
—Que si habías calentado antes de comenzar con los ejercicios.
—Ahm… nope —¡cierto! Sabía que algo se me olvidaba.
—Tienes que hacerlos si no quieres terminar con el cuerpo adolorido —contesta sonriendo y por primera vez en la vida, noto su sonrisa.
Por alguna razón me siento incómoda pero no quiero que deje de sonreír.
Hablamos unos minutos, me explicó -y enseñó- una serie de ejercicios fáciles para hacer los estiramientos previos a la gimnasia en si y luego miró su reloj y se despidió.
Demonios, aquellas mujeres tenían razón, tiene un trasero bellísimo.
¡No!
¡Cálmate!
Ranko, piensa ¡No puede gustarte Taro! Es decir, es el representante de mi hermano.
Lo conozco desde… no lo sé, ¿los 13 años? Si bien él no representa a la banda de mi hermano desde los 17, sí lo hizo desde que ellos dejaron la primer discográfica alrededor de los 20 o 21 años…
Muchas veces cenó, almorzó e incluso festejó con nosotros las festividades de fin de año.
Por Dios, enfócate niña.
Respiro. Inspiro. Respiro. Inspiro. Y ya está.
He puesto el ojo en Pantimedias Taro.
Mierda.
Cuando llega la hora de ir al gimnasio, mi estómago se vuelve un nudo, no es que quiera una vida al lado suyo o esté completamente enamorada, es que… de un tiempo a esta parte, he notado cosas que antes no.
Creo que jamás lo miré de forma romántica -¡Digo! No es que lo esté haciendo ahora- sólo… miren su porte, su mirada gatuna, como si estuviera al acecho. Sus ojos dicen más que su boca. Aquellas mujeres tenían razón -otra vez- no era uno de esos tipos musculosos y lleno de esteroides, tenía la masa muscular perfecta, marcado, pero no de manera exagerada. ¡Y su espalda! Podría dormir en ella y despertaría adolorida de lo fuerte que parece.
Hoy he despertado en un mundo ideal.
Se ha quitado la sudadera. Que alguien llame a urgencias, necesito un tanque de oxígeno.
Las charlas entre nosotros se han vuelto más cotidianas, hablamos de diferentes cosas. No tenía ni idea de lo interesante que era.
Es increíblemente gracioso, cualquier cosa es motivo de gracia para él.
No recuerdo que Ranma comentara sobre su sentido del humor… o tal vez no le he prestado demasiada atención…
—¡Basta por favor! —reía luego de una mala broma sobre las chicas que espiaban de manera nada disimulada— me haré daño y será tu culpa solamente, Taro.
—Llámame Tadashi.
:0
¿Que lo llame por su nombre? Ah, caray.
—¿T-Tadashi?
—Ése es mi nombre —sonríe de esa manera que está empezando a enloquecerme.
Hoy ha sido el mejor día de mi vida. ¡Tadashi me pidió una cita!
Me ha dicho que no estaba seguro de hacerlo, pues mi hermano es su cliente y no concibe mezclar trabajo y placeres -oh, si, placeres- así que se tomó una noche entera para debatir si pedírmela o no.
Gracias al cielo optó por el si. De otra forma, mi amorío imaginario con él hubiese sido imaginario. Nadie sabía sobre él, excepto Akane, que la muy lista descubrió muy rápido mi interés en el representante de Ranma.
Fue la mejor cita del mundo. Fuimos a cenar a un restaurante de primera, lujoso, a distancia se notaba que era uno de esos lugares fifí para gente con clase. ¡Ja! ¿Clase yo?
En el momento en que nos dejaron en menú, detesté a mi hermano y a mis padres por no llevarme a lugares así.
Su… Su… Sukiyagui de Wa... Wagyu… ¿Qué demonios es eso?
Bien, iré a la vieja y confiable. Dejaré que él escoja por mí.
—¿Desean algo de tomar señor? —pregunta un pingüino junto a Taro.
—¡Oh! Ahm… —ojea la carta de vinos con aire crítico para cerrarla rápidamente— ¿qué me sugiere?
—Bien, tenemos un exquisito Château Greysac, cosecha del 2015 y un…
—Está bien, tráiganos ese —interrumpe Taro, lo cual agradezco, pues el nombre solamente me marea.
—Y bien, ¿ya decidiste qué pedir? —pregunta y más nerviosa me pongo, pues no entiendo los nombres ni qué ingredientes tiene cada plato
—A decir verdad… —empiezo y me arriesgo a quedar como la neófita que soy— no entiendo absolutamente nada de lo que dice aquí, además de que los nombres de estos platillos parecen escritos en trabalenguas —remato dando vuelta el que tengo en mis manos haciendo una cara de desconcierto.
—Uff, que alegría no soy el único —dice notablemente menos tenso— lo cierto es que yo tampoco entiendo mucho, no me la paso en este tipo de lugares, en efecto —dice, y esto último lo comenta muy demasiado cerca de mi rostro.
En ese momento recuerdo las tres reglas de Wesley Rush de la película The Duff, en la que aconseja a su amiga Bianca sobre cómo conquistar chicos. Es decir, yo no los necesito, pero este lugar, con luces bajas, estar sentada justo al lado de Taro y sus intentos de parecer interesarme para así impresionarme, me recuerda bastante a dicho filme.
En la película, el cometido es que la chica conquiste al muchacho del cual está enamorada pero Taro no está interesado en mí de esa manera. Ni yo tampoco… creo. Aunque puedo ver claramente el abdomen plano sin siquiera tener que quitarle la camisa que trae puesta.
Me imagino mil y una formas de quitársela. Lento, salvaje, tímida, dejando que él mismo se deshaga de ella… ah, adoraría pasar mis manos por su pecho sin vello por que si señoras, ese hombre no tiene vello en el pecho y eso sumado a su estado físico hace que necesite un cambio de ropa interior.
—¿Qué te parece si mejor vamos a un local de comidas rápidas? —pregunta de repente sacándome de mi ilusión erótica en la que estoy a punto de saltar sobre él de palomita.
—¿Cuál… qué? —respondo un poco atontada— ¡por supuesto! —casi grito cuando reanudo las funciones neuronales.
Taro pagó el vino que ni siquiera habíamos tomado -que por cierto, por el precio me pareció un robo a mano armada— y terminamos en el local conocido en inglés como el "Rey de las Hamburguesas" a decir verdad, me hubiera conformado con ir a algún puesto callejero de okonomiyakis, pero no me quejo tampoco…
La cena transcurre despacio, nos tomamos el tiempo para charlar, conocernos un poco más. Aunque sinceramente, preferiría conocerlo de otra manera.
Al terminar salimos a caminar un poco, dimos unas vueltas y volvimos a su auto.
Y listo.
Eso era todo.
Me llevaría a casa, nos saludaríamos y así terminaría todo. Qué decepción.
—¿Quieres ir a mi departamento a tomar un café? ¿O té?
Oh, claaaro que sí bebé.
—Por supuesto —y mi sonrisa ilumina la ciudad entera.
Siento nervios cuando llegamos a su departamento, por un momento creí que tendría un penthouse para él solo en un enorme hotel, pero es un lugar simple.
El departamento era en realidad una casa en un primer piso, no tenía patio pero sí una hermosa vista desde los balcones.
Por dentro era más austero de lo que hubiera imaginado.
No hay lujosos muebles ni sofás minimalistas. Su cocina era antigua, sospecho que de colección o algo así, por que parecía ser nueva.
Tenía repisas con fotos familiares, libros, algunos adornos de ciudades a las que seguramente viajó.
Lo único que no combina con el ambiente es el enorme televisor Smart del que salen los cables de una Playstation, al parecer es una de las últimas, pues los joysticks no tienen cable.
Hombres… el único interés real de ellos son los videojuegos.
En ese momento se me cruza por la mente si Ranma aún conserva su Playstation 2… creo haberlo escuchado decir que la conserva por pura nostalgia, no me extraña, ese rarito no es de los que juegan.
Mientras él llenaba la tetera y la ponía al fuego seguimos charlando, sinceramente, me sentía a gusto, aunque mis manos por alguna razón comenzaron a transpirar, así que apretuje un poco mi corto vestido en la parte de la falda que caía suelta.
Para aquella noche había elegido mi estilo favorito: pin up. Recogí mi cabello de manera ordenada dejando algunos mechones sueltos, los que luego risé y me calce mi vestido negro de diminutas flores blancas.
Era mi vestido preferido, pues era el único que podía atar en mi cuello y además, ejem, era el que me permitía quitarme la parte de arriba más rápido en caso de que hubiese tiroteo.
El conjunto terminaba con unos zapatos rojos que combinaban a la perfección con la cartera que traía y había dejado en el perchero nada más entrar.
—Así que, Ranko —llamó Taro.
—Dime —respondí atenta mientras él volteaba hacia mí y caminaba en mi dirección rodeando la barra que había en medio y donde yo había decidido sentarme porque obvio, los taburetes eran altos y mi maravillosa vestimenta podía ser apreciada.
—¿Por qué has decidido comenzar a entrenar? —¿de verdad me está preguntando eso? Es la charla erótica menos erótica que he tenido en LA VIDA.
—Pues, porque ha pasado tiempo desde la última vez que entrené y ya no soy tan resistente como antes —respondo aburrida pero sin que él lo note.
—¿No eres resistente? —dice seductor y creo, creeeeo que sé hacia dónde se dirige— ¿Qué tipo de resistencia buscas? —sigue preguntando cada vez más cerca.
—Aah… ¿No lo sé? —pregunto dejando la puerta abierta a que piense en lo que él quiera. Y si, obviamente mi respuesta tiene claras connotaciones sexuales.
—¿Sabes? Yo soy bastante resistente —deja en el aire la frase dejando volar ahora mi imaginación— tal vez deberíamos probar la tuya —remata y no sé en qué momento se acercó tanto, pues una de sus manos está aferrada a mi cadera y la otra la utiliza para acercarme a él y robarme un beso.
¡Oh Dios! ¡Taro me está besando! ¿Qué hago? ¿Qué hago?
¡Espera! Ranko, se supone que a eso viniste -me regaño a mí misma.
Respondo el beso con ganas.
Subo mis manos hasta enredar una en su cabello algo largo y la otra la aferro al cuello de su camisa.
En algún momento él se hizo lugar entre mis piernas y siento su dureza rozar mi estómago. Sus manos, ambas en mis caderas, me acercan más si es posible a él y no puedo evitar elevar mis piernas un poco más arriba, para que sus partes se unan a las mías sobre nuestras ropas.
Comienzo a sentir calor, humedad, deseo.
—No tienes idea desde cuándo quería hacer esto —comenta en mi cuello y caigo en la cuenta de que no sé ni siquiera su edad. Supongo que está en el rango de edad de Ranma.
No me detengo demasiado a pensar y me levanto de mi lugar.
Mis zapatos de taco me regalan unos cuantos centímetros de más, lo cual agradezco muchísimo, aunque Taro, con su altura, aún me sobrepasa por al menos una cabeza y media.
Sus manos vuelan a mis piernas y levantan mi vestido acariciando la piel a su paso.
De un movimiento inesperado, me levanta y me sienta en la barra donde estaba apoyada hace unos segundos.
Sus labios se despegan de los míos y recorren mi cuello, siento sus dientes rozar el lóbulo derecho y esa sola acción envía una descarga placenteramente deliciosa a mi entrepierna.
Oigo su respiración agitada y no puedo evitar tragar en seco cuando siento uno de sus dedos hurgando cerca de mi zona más íntima.
Esto no se parece en nada a mis anteriores experiencias.
Digo, tampoco es que me acueste con cualquiera, soy una chica libre. Pero no empoderada. El empoderamiento no pasa por cuántos tipos me llevo a la cama sin culpa -número de dos cifras mayor al vigésimo desde el cero. Qué vergüenza, papá se moriría si lo supiera y la abuela me festejaría diciendo eso mamona, si estuviera en sus cabales-
¡He sentido una succión! ¿En qué momento este hombre ha bajado a mis pechos? Hasta tengo el vestido desprendido del cuello y cae laxo frente a mí dejando mis pechos al aire.
Siento una ventisca en uno de mis pezones mientras en el otro la humedad de su lengua recorriendo cual helado de chocolate.
Sus brazos me aprietan más y mis manos se enredan en su cabello.
Taro me lleva hacia el borde de mi improvisado asiento y me levanta para llevarme al sofá. Que tierno, lo hace parecer como si no pesara nada.
Durante el corto trayecto, vuelvo a sentir su erección a través de sus pantalones, si bien no llega a rozar mi punto alto, sí lo siento en mi entrada.
Una vez recostada, se quita su camisa. Sus pectorales tienen una ligera capa brillante. ¿Será transpiración? Bien, lo admito, el ambiente se ha calentado bastante y siento un poco de sofocación. Pero debe ser por tanta ropa que traigo puesta -si, ya se que casi voy desnuda pero, ustedes entienden-.
Lleva sus manos hacia sus pantalones mientras se lanza nuevamente sobre mi. Por mi parte, intento bajar más mi vestido para quitarlo del camino.
Taro se sienta de un golpe llevándome de la cintura con él haciendo que me siente a horcajadas sobre él, cosa que hago gustosa. Mientras nos devoramos con nuestras bocas, comienzo a moverme sobre su erección y siento cómo su respiración cambia.
De algún modo, entre los dos quitamos del medio su ropa interior y nuevamente me siento sobre él. Sus manos se aferran con fuerza a mi cadera y nos comenzamos a mover con rapidez. Taro muerde uno de mis pezones y grito de alegría y placer. Acelero los movimientos cuando siento que estoy llegando al clímax sin siquiera haberme penetrado.
—¡Aah! —grité mientras nos movíamos en sincronía. Más fuerte.
—Aún no termino contigo —dijo y se levantó haciendo que mis pies bajaran al suelo dejándome expuesta y desnuda ante él.
Sentí un ardor cuando su mano chocó contra mi trasero en ese punto estratégico en que se siente placer.
Una nueva oleada de deseo me recorrió de pies a cabeza.
—Ven —me dijo extendiendo su mano hacia mi y sin pensarlo la tomé.
Caminamos desnudos hacia su habitación y una vez allí, se quedó parado junto a la cama, supuse que esperando a que me uniera a él, pero en cambio, de su boca salió una frase que me sacudió por dentro
—Cierra los ojos —fue lo único que pronunció mientras me guiaba para quedar justo delante de la cama, lo sé porque mis rodillas chocaron contra la misma.
Al tener los ojos cerrados, mis otros sentidos se agudizaron un poco más y lo escuché caminar hacia mi derecha
—No vayas a abrir los ojos —pidió con voz sensual y sentí cómo la humedad bajaba hasta mi entrepierna desde muy adentro mío.
Obviamente no podía ver nada, pero sí podía sentirlo, sobre todo cuando se paró detrás de mi. Despacio, fue acariciándome por mis costados, luego por las manos y los brazos, que descansaban a mis lados. Tenía algo en una de sus manos. Una tela suave que me erizaba la piel a su paso.
Una mano paseó por mi cuello y me acercó a él, sentí su erección nuevamente por encima de mis nalgas al mismo tiempo que con sus manos cubría mis ojos con aquella tela
—No será una corbata ¿cierto? —pregunté y deseé de corazón que no cayera en el cliché de 50 sombras de Grey. Espero que no salga con una fusta a decirme que disfruta del sado, pensé, pero una vez más, Taro me sorprendió
—Claro que no, ¿por quién me tomas? ¿Christian Grey? —Oh si, estamos conectados baby— es un pañuelo de seda, generalmente lo utilizo para cubrir mi cuello cuando hace mucho frío, aunque no cubra mucho en realidad. Por eso no lo uso con frecuencia. Bueno… Casi no lo uso —dice dejando la frase en el aire.
Luego de atarme aquella tela en los ojos y dejarme completamente a su merced, se pasea lentamente por mi cuello y parte de mi espalda mientras sus manos se pierden en mis pechos, apretando y retorciendo gentilmente un pezón con una mano y buscando entre mis pliegues aquél lugar escondido con la otra.
Un gemido se escapa involuntariamente y de improvisto dejo de sentir sus manos, rápidamente reaparecen para empujarme despacio hacia la cama, dejándome apoyada en mis manos sobre el suave cobertor y mis pies aún sobre el suelo.
Me sentía como una niña a la que estaban a punto de castigar, pues la posición la tenía y no me equivoqué cuando su mano volvió a chocar contra mi nalga. El chasquido fue más fuerte de lo que en realidad dolió, dado que al sentirlo, fue inmediato sentir sus dedos entrar en mi.
Así que de eso iba la cosa, pensé.
No pude evitar tirar mi trasero más atrás para sentirlo mejor, él besaba mi espalda mientras se adentraba con sus dedos.
La sensación de sus falanges moviéndose arriba y abajo, en círculos, hacia afuera y luego adentro, apretando ese punto específico -y no estoy hablando del clítoris, sino de esa zona erógena que está ni bien entra- me hacen llegar nuevamente al borde del orgasmo.
Tadashi acelera sus movimientos y cuando estoy a un paso de terminar, sus dedos salen de mí y se mete de lleno haciéndome explotar como nunca antes. Creo haber sentido un tirón de cabello, pero estoy tan envuelta en mi envoltorio de endorfinas que no estoy segura de estar viva siquiera.
—¡Ah! ¡Taro! —no puedo evitar gritar.
—Dios, llámame así de nuevo —dice y puedo notar que eso lo excita más porque sus embistes aceleran.
—Taro, Taro ¡ah! ¡Taroooaah! —grito nuevamente, pues he alcanzado un nuevo orgasmo sin siquiera proponérmelo.
¡No tenía idea de que era multiorgásmica!
De tanto movernos, he terminado acostada boca abajo, con Taro sobre mi. Unas últimas estocadas, lo siento venirse. Luego se recuesta detrás de mí y veo como quita el condón usado -que no había visto porque tenía los ojos vendados- y agradezco por dentro a que sea un poco más responsable que yo.
No ha sido el mejor sexo de mi vida, creo que nadie superará al moreno de la playa hace unos años, pero Taro esta bastante cerca de alcanzarlo en su performance. Me ha dejado satisfecha y le doy puntos por la venda en los ojos.
Cuando nuestros corazones se tranquilizan, viene el momento incómodo, no sabemos cómo continuar o cómo retomar la charla.
—¡Dejamos la tetera en el fuego! —digo de repente recordando que la intención "principal" era la de tomar té.
—Tranquila, la he apagado desde el inicio —contesta Taro abrazándome por la espalda— ahora si, ¿nos tomamos ese té o prefieres seguir? —pregunta lujurioso. Al parecer, el moreno de la playa ha encontrado a un oponente.
Una risa escapa de mi boca sin permiso y Taro me voltea quedando boca arriba, arremete contra mi cuello y en ese mismo instante, no se si porque era sin intención sexual o porque antes no lo había notado, su rostro con apenas un poco de barba crecida me hace cosquillas. Comienzo a reír descontroladamente y el muy maldito no se detiene. Pasea sus manos por mis costados y mi estómago.
Es curioso como hace un rato, aquellas mismas caricias causaban otro tipo de sensación y ahora me provocan otras.
Se detiene abruptamente y me mira a los ojos. Yo hago lo mismo sin perder la sonrisa de mi rostro y, por primera vez, me detengo a mirarlo. Pero mirarlo de verdad. Sus ojos son tan profundos, su cabello combina a la perfección con todo su rostro. Estaba a punto de decir algo cuando me besa, tierno y lento. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Me cuelgo de su cuello nuevamente y lo invado con mi lengua.
No sé qué haré después, no se si será algo de una sola noche o si sea el puntapié inicial para algo más serio.
No me molestaría ninguna de las dos. Digo, no quiero encerrarme a un solo hombre, pero con Taro es diferente. No me molestaría entrar en una relación monógama.
Veremos que sucede luego. Por lo pronto, seguimos besándonos un poco más hasta que él se levanta y me lleva con él hacia la cocina, no sin antes prestarme una de sus playeras para cubrir mi desnudez -aunque dudo mucho que vaya a vestirla durante mucho más tiempo- y finalmente, luego de unos minutos, nos tomamos ese bendito té para desfogarnos nuevamente en la cocina.
Si, lo he decidido. Si se me da la oportunidad de seguir con este hombre, por Dios que haré lo posible para que así sea.
Fin.
Bueno, bueno, bueno… no tengo nada más que decir xD literalmente estoy sin palabras jaja
Como dije al principio, esta historia sale de otro fic -si no le leyeron y quieren ir a darle un vistazo no me enojo 7u7- espero haber cumplido con la propuesta.
Si bien Ranko no es un personaje 100% secundario, Taro en efecto, lo es y como es una pareja de la cual me pidieron mucho -cof cof, Guiss, cof cof- decidi darles una oportunidad.
Le agradezco muchísimo a las chicas de Mundo R por habernos dado la oportunidad de explorar con personajes que no son muy relevantes pero estoy completamente de acuerdo en darles una pequeña -aunque sea ínfima- alegría.
Muchas gracias a mi beta DanisitaM que siempre esta dispuesta a leer todo lo que escribo, vayan a hacer alboroto a su fic para que actualice pronto jejeje.
Muchas gracias a todos los que leen, de verdad, saber que mis historias les gustan, es el pago más grande que pueda recibir.
Y por supuesto a todo el Team, muchas gracias a todas por todo, las risas, los debates y los temas de actualidad y sobre todo, el contenido BL que hace mis días mas coloridos (¿?)
Espero de corazón que les haya gustado esta historia. Nos leemos pronto!
