La primera vez que lo vi fue en el callejón Diagon .

Mamá me llevaba de la mano para comprar lo necesario para la escuela, Hogwarts , el lugar con el que había soñado ir desde que tenía memoria.

Recuerdo lo maravillado que estaba por todo el lugar y las distintas tiendas que ahí había. Ya que mi padre es muy sobreprotector, no había tenido la oportunidad de ver el contexto mágico al que pertenecía desde mi nacimiento. Así que esa visita, me agradó más de lo que podría expresar en palabras.

Sin embargo, ahora que rememoro ese día, sólo puedo pensar en nuestro primer encuentro como lo más mágico de ese entonces.

Ocurrió luego de que entramos a la Tienda de Animales Mágicos . Mi madre parecía concentrada en lo que el encargado le decía sobre los diferentes tipos de criaturas, por lo que se me hizo fácil despegarme de su ojo atento un momento para dirigirme a Artículos de calidad para Quidditch .

Una de las cosas que estaba ansioso por probar apenas llegara a Hogwarts , era el Quidditch . Jamás había jugado contra otra persona que no era mi primo Félix, pero el deporte me atraía bastante para ambicionar a entrar al equipo de mi casa.

Por aquel tiempo me preocupaba no cumplir las expectativas de mi padre y no ir a Slytherin como él deseaba. Mamá decía que no importaba a donde fuera, pues el Sombrero no se equivocaría en juzgar mi mente y mi corazón, mas el miedo que me causaba mi padre, me hacía desear no defraudarlo.

Fue, mientras veía las escobas y tenía la mente en otro lado, que lo vi por el reflejo del vidrio. Él pasó muy cerca de mí, pero no me prestó atención. En cambio, lo primero que me atrajo de él fue su singular cabello que brillaba con un intenso azul cerúleo que parecía degradarse a voluntad.

Recuerdo que mantuve mis ojos en su reflejo por un largo rato hasta que él desapareció de mi vista. Cuando quise volverme, ya no estaba y mi decepción se hizo notar.

Creo que de no haber sido found por mamá en ese momento, had corrido hasta hallarle de nueva cuenta.

Esa fue la primera vez que lo vi, pero no la última.

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No le conté a nadie más sobre ese fortuito encuentro que continúo acosándome los días posteriores.

En un principio, mi curiosidad se limitaba al color innatural de su pelo. Me había parecido tan hermoso y extravagante que deseaba a verlo para poder apreciarlo volver mejor.

Las preguntas sobre él y su particularidad inusual, me atormentaban a cada instante.

—Mamá, ¿existe algún hechizo para cambiar el color del pelo a voluntad? —Inquirí una tarde en que ambos comíamos solos, mi padre se hallaba en el ministerio atendiendo asuntos que no entendía en lo más mínimo.

Ella me miró con desconcierto antes de soltar una diminuta risa que sonó como una pequeña melodía. Se llevó una mano al mentón y pensó en la disyuntiva que le acaba de presentar.

—El Colovaria , quizá. Cuando era joven, lo utilicé varias veces para cambiar mi look, pero no sabía manejarlo muy bien y los resultados no eran los mejores —mencionó con otra risa por el gracioso recuerdo—. Pero el hechizo volvía el color muy uniforme y decidí dejar de usarlo. Sobre todo después de que tus abuelos me descubrieran con el pelo verde.

Hice un gesto ante su respuesta. Había algo en esa información que no me convencía del todo, como si no concordara con lo que vi en el callejón Diagon .

Decidí no insistir con el tema y mi madre me advirtió que no se me ocurriera cambiar mi cabello o mi padre se enfadaría.

Estaba seguro que aunque lo intentara, no se me vería tan bien como al de ese chico que ocupaba mis pensamientos.

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La segunda vez que lo vi, fue el 1 de septiembre, mi primer día de clases.

Me encuentro con mis padres en la plataforma, el expreso a Hogwarts se hallaba a un lado de nosotros y una multitud de estudiantes con sus familias se despedían a nuestro alrededor.

Mamá me deseó un feliz inicio de año escolar mientras papá sólo me animaba a formar parte de Slytherin . Yo les sonreí a ambos en respuesta al tiempo que mi madre enlistaba las cosas que no deben hacer y volvía a revisar que no olvidara nada.

Yo la escuchaba atento, no deseando enfadarla, o eso hasta que vi esa peculiar cabellera de nuevo. Apenas la distinguí entre el gentío, me despedí de mis padres a toda prisa, asegurándoles que seguiría sus indicaciones y haría lo necesario para enorgullecerlos.

Subí al vagón a paso apresurado y lo busqué por cada cabina. A veces, todavía me pregunto si ese impulso de encontrarlo se necesitan los sentimientos que estaban por desarrollarse a futuro o sólo era una simple curiosidad infantil

Ni siquiera estaba seguro de lo que haría si llegaba a encontrarlo, por eso, cuando abrí una de las cabinas y lo hallé mirando hacia una ventana mientras una niña dormía a su lado, no pude más que quedarme de piedra en la puerta.

El nerviosismo me invadió de pronto y reparé en el taladrar de mi propio corazón tras la carrera ejercida.

Creo que pude haberme quedado ahí todo el viaje, de no ser porque él volteó en mi dirección y me sonrió con tranquilidad. Me hizo una seña para que me sentara frente a él, pero colocó un dedo en sus labios para que no hiciera ruido y no despertara a la niña que dormía.

Entré, haciendo el menor ruido posible, y tomé mi lugar frente a él. De cerca, su pelo era aún más extraordinario. El color parecía moverse y le daba diferentes tonalidades que un hechizo simple no podría crear.

Estaba maravillado por su cabello y él lo notó, porque lo siguiente que supe era que reía de forma suave y me veía con gracia.

Me disculpé al momento, sintiendo la vergüenza instalarse en mis mejillas y desvié la mirada de él. Había sido expuesto y no podía sentir más pena por mí mismo.

—Está bien, sé que atrae mucho la atención, pero a mí me gusta ofrecer en tono muy bajo, pero lo suficientemente alto para que yo pudiera oírlo.

Al oír su voz, sólo pensé en que era suave pero tan atrayente como su pelo. Volví a mirarlo y me encontré con esa sonrisa calmada del principio.

—Creo que es bonito. Te vi antes, en el callejón Diagon y no pude apartar mis ojos de tu pelo. ¿Es un hechizo complicado?

Él sacudió la cabeza para negar al tiempo que acariciaba la melena azabache de la niña a su lado.

—No es un hechizo, es parte de lo que soy —le vi desconcertado y él sólo me sonrió—. Soy un Metamorfomago , puedo cambiar mi apariencia física como yo desee, pero sólo me gusta hacerlo con mi cabello.

—Eso es genial —le apremié y él pareció sorprendido—, ¿puedes cambiarlo a cualquier color?

Asintió y vi como de azul cambiaba a verde en cuestión de segundos, para pasar a rojo poco después ya azul de nuevo.

Sonreí con amplitud al ver aquello y recuerdo haber pensado que era una hermosa habilidad.

Charlamos por un tiempo más y fue cuando nos hicimos amigos.

Su nombre era Luka Couffaine e iba a su segundo año en Hogwarts . Me contó que la niña a su lado era su hermana menor, Juleka, y que ella apenas empezaría a estudiar su primer año, justo como yo. También me pidió que si quedaba en la misma casa que ella, por favor la cuidara y yo asentí apresurado ante su petición.

Cuando me dijo que pertenecía a Ravenclaw , pensé en que también me gustaría estar ahí, no me importaba si mi padre se enfadaba. Pasar tiempo con Luka compensaría el regaño posterior que me ganaría.

Luka fue mi primer amigo en la escuela, pero, ahora que lo pienso, también fue la primera persona de la que me enamoré.

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Cuando oí la palabra Gryffindor salir de parte del Sombrero , no pude estar más desilusionado.

No sólo había defraudado a mi padre, lo que de hecho no me importaba, sino que había perdido la oportunidad de pertenecer a la misma casa que mi amigo.

Así que cuando la mesa de los Gryffindor prorrumpió en aplausos, yo sólo pude buscar a Luka con la mirada, pero para mi sorpresa, él también aplaudía y me sonreía de forma tan brillante como en el tren.

Incluso en ese momento, él parecía feliz por mí.

—Felicidades, Adrien. Estoy seguro que serás un Gryffindor maravilloso —me dijo ese mismo día cuando la cena terminó y nos dirigíamos a la sala común.

Esa fue la primera vez que mi corazón se agitó por sus palabras y yo sólo pude agradecerle antes de que se despidiera con la mano y siguiera a sus compañeros.

Gracias a él, me sentí más seguro y orgulloso de la casa en que me resultó. Aunque por supuesto, eso no evitó que mi padre estallara en cólera mientras mi madre intentaba calmarlo y me felicitaba tiempo después.

Mi inicio en Hogwarts no fue el esperado, pero fue el mejor para mí.

Observo al profesor hablar, mas no logro oír lo que dice. Mis pensamientos se encuentran en otro lado y no en la clase.

Sé que debería poner más atención ahora que los TIMO se acercan, pero la Historia de la Magia , jamás ha sido lo mío, menos cuando lo imparte un profesor que es tan viejo como la Historia en sí.

Garabateo un par de cosas en mi pergamino al tiempo que pienso en el próximo partido de Quidditch que será contra Slytherin . No suelo tomarme el deporte tan en serio, pero Félix es el buscador de su equipo y ha estado molestándome con aplastarme en el siguiente juego.

A él ni siquiera le gusta tanto el Quidditch , pero cuando supo que me había convertido en buscador, hizo lo posible para unirse al equipo. Supongo que jamás entenderé su manía por molestar.

Cuando la clase por fin termina, soy de los primeros en salir, aunque Kagami no tarda en pisarme los talones.

-Mas tranquilo, chivato . No tenemos práctica de Quidditch hasta mañana —bromea mi amiga y yo ruedo los ojos por su comentario.

—Ya lo sé, voy a otro lugar.

Ella me ve con desconcierto antes de colocar una sonrisa perversa que me hacer sonrojar al instante. Estoy más que seguro que hará alguno de sus comentarios que no son tan indirectos.

—Ya veo. Si no se trata de tu amor número dos, el Quidditch , significa que esto tiene que ver con tu amor número uno, Luuuka —canturrea el nombre y yo siento que el sonrojo avanza hasta mis orejas.

Kagami es de las pocas personas que sabe cómo me siento hacia Luka. Esto debido a que fue una de las primeras amigas de mi propia casa.

Cuando me hallaba confundido sobre mis sentimientos por Luka, ella me ayudó a ver lo que estaba pasando por alto. Y las indirectas y bromas no han parado desde entonces.

Me detengo en mi lugar y ella choca contra mi espalda, me vuelvo pero no me atrevo a verla a los ojos por la vergüenza que siento en el momento.

Ella suelta una risita y eleva su mano para acariciar mi cabello como si fuera una mascota.

—Ya, ya, algún día encontrarás la forma de decírselo.

—De hecho ... —comienzo y ella enfoca toda su atención en lo que diré —... quiero decírselo pronto —cuando digo aquello, ella abre los ojos, sorprendida, pero no me interrumpe—. Lo he pensado mucho y quiero que él lo sepa. Sólo nos quedan dos años juntos y no quiero desperdiciarlos.

—Oh ... oh ... ¡oh, por la barba de Merlín ! —Grita con emoción y yo pongo mi mano sobre su boca para evitar que llame más la atención, mas ella la quita y comienza a hacer todo tipo de preguntas—. ¿Cuándo se lo dirás? ¿Cómo se lo dirás? ¿En el próximo partido? ¿Después de los TIMO ?

Para este momento, mi cara podría rivalizar con el plumaje de un Fénix que se halla en su apogeo. Sin embargo, la emoción de mi amiga me provoca sonreír, por lo que me limito a suspirar antes de explicarle lo que tengo en mente.

—Sonará el cliché pero pensaba hacerlo antes de San Valentín. Escuché que las Brujas de Macbeth hará una parada rápida por Hogsmeade y pensaba pedirle que fuéramos juntos. Luka ama su música y yo ...

—Y tú lo amas a él —interrumpió y mi cara volvió a tornarse carmín luego de esa declaración que no pensaba decir.

Me llevo ambas manos a la cara e intento ocultarla por el nerviosismo, mas ella las aparta para colocar sus manos sobre mis hombros.

—Creo que es una buena idea, Adrien. No te sientas avergonzado por tus sentimientos, estoy segura de que Luka los aceptará. Y si no, siempre puedes usar la Amortentia que compraste en el callejón Diagon —dice antes de guiñarme el ojo, cómplice.

Yo niego apresuradamente ante esa sugerencia—. Jamás usaría algo como eso en él. Yo ... bueno ... sólo la compré por el olor. No voy a usarla. Además está prohibida, si saben que la tengo, tendré problemas.

—Claro, por supuesto que no la usaremos. De todas formas, la Amortentia no puede replicar el amor verdadero. Pero dime —se acerca con esa mirada pícara de hace un rato—, ¿a qué huele? ¿A su ropa? ¿A su perfume?

—¡Ya basta! —Digo, sonrojado, antes de caminar a paso apurado lejos de ella. Aunque puedo escuchar sus pasos detrás de mí y sus preguntas que parecen no acabar.

A su pelo ... a eso huele.

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Lo encuentro en el Gran Comedor , hablando alegremente con algunos de sus compañeros que parecían reírse a carcajadas por algo que había dicho.

Quiero acercarme, pero dudo, no quiero incomodarlo mientras disfruta de la compañía de sus otros amigos. No deseo ser inoportuno.

Sin embargo, antes de que pueda darme la vuelta, siento que alguien me toma del hombro con suavidad. El rostro sonriente de Juleka aparece frente a mí y sólo puedo devolverle el gesto.

—¿Qué pasa, Adrien? ¿Buscabas a Luka? —Me lo pregunta de una forma muy natural, sin burlas o reproches pero no puedo evitar sentirme descubierto y mi rostro se colorea levemente. Espero de todo corazón que ella no lo note.

—Sí ... ¡quiero decir, no! ... Sólo pasaba por aquí —rio pero es claro que es una risa fingida, ella sonríe en cambio y me toma del brazo para arrastrarme a donde se encuentra su hermano.

Ahora estoy más nervioso que antes y siento mis manos sudar por el mismo motivo. Desearía tener una capa de invisibilidad para huir de ahí lo más pronto posible sin ser percibido.

Cuando llegamos, todos los ojos se posan en nosotros y mi mirada conecta con la de Luka por un segundo muy fugaz. Soy un Gryffindor y debería ser más osado, pero cuando se trata de él, no puedo pensar claramente. Quizá debí ir a Hufflepuff .

—Me encontré a Adrien en el pasillo —habla Juleka y por un instante, temo que revele mi razón de estar ahí—. ¿No tenías que hablar con él, Luka?

Levanto la mirada al oír eso y veo a ambos hermanos de forma alternada, hay un silencio y Luka parece entrecerrar los ojos antes de asentir con una sonrisa.

—Es cierto —dice y se levanta de su puesto en la gran mesa—, gracias por recordármelo, Juls. Nos vemos, chicos —me lanza una mirada, cómplice, y siento su mano sobre la mía, arrastrándome lejos.

Mis pensamientos se esfuman y sólo puedo reparar en el agarre de nuestras manos. No sé a dónde vamos y no me importa demasiado. Decido ser más valiente y apretar su mano también, él se vuelve a mí al sentir el ademán y yo le sonrío. Aparta la mirada antes de que pueda ver su gesto change, pero sé que también sonríe y no creo ser más feliz.

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Cuando nos detenemos, reparo en que hemos salido del castillo y puedo ver la cabaña del guardabosque a la distancia.

Sé que Luka prefiere los espacios más amplios y con menos bullicio cuando quiere estar solo, por lo que una parte de mí se siente complacida de que quiera pasar ese momento conmigo.

Luego de soltarnos de las manos, ambos nos sentamos en el césped. Él parece perdido en el humo que sale de la chimenea de la cabaña mientras yo sólo puedo verlo a él y su hermoso cabello que se mueve con el viento.

No logro contener un suspiro y él se vuelve hacía mí con una sonrisa.

—¿Querías hablar de algo? Juleka me dio a entender que estabas buscándome —me sonrojo by ello y, de algún modo, agradezco esa conexión que ambos tienen. Debería darle las gracias a Juleka después.

—Sí, bueno ... —respiro hondo y me obligo a verle sin parecer nervioso—. Oí que las Brujas de Macbeth se hospedarían en Hosgmeade , así que pensé que podríamos escabullirnos e ir a visitarlos. ¿Qué opinas?

Luka suelta una risa que suena a música y lejos de sentirme ofendido, creo que es un sonido muy bello. Me toma por sorpresa cuando para de reír y coloca uno de mis mechones rubios detrás de mi oreja, deja la mano ahí un momento y me sonríe con un sentimiento que no sabría describir.

—Me hace feliz que pienses en mí, Adrien. Pero no quiero exponerte a un peligro fuera de Hogwarts , la noche es muy peligrosa y si nos descubren, tu padre podría hacerte volver a casa. No quiero que tomes ese riesgo por mí.

Mi corazón late a toda prisa ante sus palabras y yo asiento en respuesta. Saber que le preocupo a Luka, me hace muy feliz.

Él aleja su mano y siento la decepción embargarme. Quisiera hablar más con él, pero las palabras no salen de mi boca. Estar en silencio también es agradable, no obstante, deseo escuchar su voz y saber cómo ha estado su día.

—¿Cómo vas con los TIMO ? —Respingo al oírle hablar, mas me vuelvo a él, sonriente.

—Estudio duro cada día pero voy a mi ritmo, todavía tengo tiempo y los entrenamientos de Quidditch también son importantes. Aunque estoy seguro de que le daré una paliza a Félix —sonrío de forma traviesa cuando digo eso último, con ese ademán más confiado que suelo mostrar a veces.

Él hace un gesto disconforme pero asiente de todas formas.

—Ya veo, pero no te confíes, ¿bien? Recuerda que necesitas obtener Extraordinarios para poder hacer los EXTASIS en séptimo. Aunque tampoco me gustaría que te estreses por ello, sé que eres inteligente, así que confiaré en que los pasarás sin mayor problema.

Asiento repetidas veces y pienso en que es el momento oportuno para decirle lo que siento. Mi corazón hace rato que no deja de golpear contra mi pecho y puedo oír las palpitaciones en mis oídos.

No quiero arruinarlo, pero no deseo arrepentirme si no le expreso mi sentir.

—Luka —lo llamo y él levanta ambas cejas para comunicarme que me está prestando atención—, quiero decirte algo, verás yo ... bueno ... he pensado en lo genial que eres, quiero decir, yo también soy muy genial, pero ... me refiero a que tú eres genial en otros sentidos, más que yo. Es decir, si yo fuera un 10, tú definitivamente serías un 20, aunque no un 20 sobre 100, no hablo de eso. ¡Ah! Pero si fuera sobre 100 creo que serías un 101 o incluso más —rio por el nerviosismo y, cuando me vuelvo a verlo, noto que tiene el gesto muy arrugado, claramente confundido.

Él ríe y mi vergüenza incrementa—. Gracias. Tú también eres genial, Adrien.

-¡No! —Me cubro el rostro con las manos, ¿por qué mi lado estúpido tiene que salir ahora? Me armo de valor y lo veo de nuevo, estoy seguro que mi rostro está muy rojo, mas ignoro ese detalle—. Lo que intento decir es que tú… yo estoy… siento que…

Repentinamente, noto que su pelo comienza a cambiar de cerúleo a un rojo carmín, en la parte de la nuca, para volverse un rojo más violeta de a poco.

Contengo mis palabras ante esa anomalía. Luka me había contado que su pelo podía cambiar cuando sus emociones eran muy fuertes, así que pienso que he hecho algo mal porque sólo puedo pensar en que está molesto.

Me regaño por no poder ser más elocuente y, en su lugar, darle esos horribles espectáculo que seguramente lo han hecho enfadar. Suspiro, desganado, antes de enviarle una media sonrisa fingida.

- ... me preguntaba si irías a verme en el partido de la próxima semana. Sé que cae en San Valentín, así que pensé que estarías ocupado —digo y veo su pelo volver a la normalidad en cuestión de segundos, aunque el tono parece más opaco que al principio.

—Oh —sonríe, pero hay un cierto matiz en sus ojos que luce como decepción—, sí, claro. Estaré ahí sin falta. Por cierto, ahora que lo mencionas, ten cuidado ese día.

—No te preocupes, el Quidditch no es tan peligroso como parece.

Él niega—. No es eso. Escuché que el día de San Valentín, varias chicas planean cocinar con Amortentia y sé que habrás más de una detrás de ti —sonríe—, así que ten cuidado con lo que te regalan. No me hagas llevarte con un profesor para que te quite el efecto de la poción, los recuerdos que quedan después son muy vergonzosos.

Rio por el nerviosismo ya mi mente llega esa misma conclusión—. Entonces, lo mismo va para ti. No comas nada que te den ese día.

Por más que se tratara de una pócima, no podría sentirme indiferente si llegase a verlo detrás de otra persona. Sé que es egoísta, pero mientras tenga una oportunidad, no quiero rendirme con mis sentimientos.

—No pensaba hacerlo, a menos claro que venga de ti.

Su declaración me toma desprevenido y de nuevo siento el rostro caliente. No había pensado en darle algo hasta este momento, pero ahora creo que sería lo mejor si voy a confesarle lo que siento.

Sonrío con ese nuevo plan en mente. Ahora sé lo que tengo que hacer.

• ⭐ •

Apenas llego a la sala común, tomo papel y tinta para escribirle una carta a mamá. Pienso pedirle su receta de galletas para cocinar algunas para Luka.

Sé que le gustarán porque ya le he compartido de la comida de mamá antes. Y si planeo contarle mis sentimientos, quiero que sea mientras come felizmente.

La fantasía se aloja en mi cabeza y no puedo evitar colocar una boba sonrisa en mi rostro. No es hasta que mi amiga carraspea, que me percato que me he perdido en mis sueños de nuevo.

—¿Le escribes a tu madre? —Yo asiento sin decir palabra y ella formula un gesto de desagrado—. Oye, ¿cómo terminaste lo de Luka? ¿Van a escaparse para ir a Hogsmeade ?

Su tono pícaro me hace detener mi labor y volverme a ella con una sonrisa para negar después.

—No, pero se me ocurrió otra idea. Voy a confesarme en San Valentín y le daré galletas caseras.

—Oh, ¿lo harás después de que les pateemos el trasero a los de Slytherin ?

—De hecho, pensaba hacerlo antes. Si ganamos, no creo que pueda verlo por la celebración y si perdemos, me sentiría demasiado mal como para decirle algo.

Ella asiente con lentitud, entendiendo a la perfección el dilema. Me muestra una sonrisa amplia y sé que puedo contar con ella en cualquier momento.

El entrenamiento de ese día es arduo.

Kim parece tomarse muy en serio el partido y nos regaña en más de una ocasión por ser demasiado lentos.

Veo a Kagami muy molesta, temo que en cualquier momento le lance la quaffle a la cara y salga volando del campo.

Tampoco es que pueda culpar a Kim, con el actual capitán enfermo de principios de viruela de dragón , sabe que dependemos completamente de él para ganarle a Slytherin . Así que su preocupación no es infundada.

Tras repetirnos la jugada de nueva cuenta, nos movemos a nuestras posiciones para comenzar de nuevo.

Justo cuando estoy por subir a la escoba y Alix está por soltar las bludgers y la snitch , veo a Luka en las gradas. Me sonríe y me saluda con la mano, por lo que yo imito su gesto.

—¡Adrien, cuidado! —Volteo a tiempo y evito que la bludger me golpee.

Sin embargo, eso no evita que Kim me reprenda por no prestar atención. Me elevo en la escoba, avergonzado porque Luka haya visto eso, pero ignoro mi sentir cuando veo la pequeña esfera dorada volar frente a mis ojos.

Luego de ese atropellado reinicio, mantenemos el ritmo adecuado en los próximos minutos.

Mientras me hallo persiguiendo la snitch dorada , veo a Kagami anotar con éxito la quaffle en repetidas ocasiones y Alix repeler las bludgers con maestría.

Sonrío al reparar en nuestra sincronización y me siento seguro de ganarle a Slytherin .

Cuando veo la snitch volar cerca de mí, extiendo la mano para poder tomarla y acabar con el entrenamiento de hoy. No obstante, mi atención es atraída por un movimiento repentino en las gradas.

Luka baja con una chica de Slytherin , ambos se encuentran unos metros de su posición original. Ella parece decirle algo que no alcanzo a escuchar, pero que me resulta obvio al advertir sus ademanes nerviosos.

Siento mi corazón correr a prisa por el temor y no me percato del aro que se encuentra frente a mí hasta que choco con él y suelto la escoba, algo me sostiene de la túnica por unos momentos, pero terminó por caer.

El golpe hace eco en el campo y siento todo el cuerpo adolorido, creo que no me he roto nada, pero advierto un dolor agudo en las costillas y una de las pantorrillas.

Oigo las voces de mis compañeros, preocupados y los veo acercarse antes de ver todo borroso. Los murmullos comienzan a hacerse más bajos, casi creo ver la cara de Luka, muy asustado y con el pelo de un suave purpura antes de desmayarme.

• ⭐ •

Al despertar, parpadeo un par de veces. No reconozco mi entorno en un principio, por lo que volteo a todos lados y me encuentro con Luka a mi lado, sosteniendo mi mano mientras duerme.

Es entonces que recuerdo lo sucedido y me doy cuenta de que estoy en la enfermería.

Me incorporo, con cuidado de no despertarle y sintiendo un terrible dolor en el costado. Hago una mueca por ello, mas me contengo de hacer ruido. No sé qué hora es, pero el exterior parece oscuro y la enfermería vacía además de nosotros.

Suspiro, adolorido y sonrío al ver nuestras manos entrelazadas.

Su gesto tranquilo, me dice que debe estar teniendo un buen sueño o al menos está descansando. Su cabello se haya por completo negro y tengo la tentación de acariciarlo un poco.

Volteo a todos lados, por algún intruso o mirón. Una vez que me siento a salvo, estiro mi otra mano hacia su cabeza y la hundo en su suave melena.

Un dulce aroma se desprende cuando lo acaricio con más ahínco y reconozco el olor del pequeño frasco de Amortentia .

Me inclino hacia él por impulso e intento dejar un diminuto beso en su pelo, sin embargo, el ruido de la puerta, me sorprende y vuelvo a mi sitio de inmediato.

El sonido también despierta a Luka, quien se incorpora en su asiento y parpadea repetidas veces antes de enfocar su atención en mí.

—Ya ha despertado —ríe—. Se supone que estaba cuidándote pero me quedé dormido. Lo siento.

—Está bien, no te preocupes —ambos sonreímos y mi atención se pierde en el azul cerúleo que vuelve a tintar su cabeza.

Kagami llega hasta nosotros con una mirada seria que me confunde. Se sienta a mi lado y me pregunta si estoy bien, yo asiento y ella se queda en silencio.

Luka nos ve alternadamente y me aprieta la mano con calidez antes de levantarse de su lugar.

—Te dejaré descansar, tengo clase de Encantamientos a primera hora y no quiero hacer enojar al profesor. Si sigues aquí mañana, vendré a verte, sino tendré que buscarte en la entrada de la sala común de Gryffindor —yo asiento con una sonrisa y lo veo marcharse hasta que su figura desaparece de la enfermería.

Resoplo y llamo la atención de mi amiga con ese gesto. Sé que Luka se ha ido porque notó que Kagami quería hablar conmigo en privado, pero no se atrevió a exigirle que se fuera.

Ella frunce el ceño y se vuelve a verme con un sentimiento que catalogo como molestia.

—¿Qué sucede? —Mi pregunta parece volverse un catalizador, porque ella se levanta de su lugar y comienza a caminar de ida y vuelta frente a mi cama mientras me regaña.

—¿Eso es todo lo que vas a decir? ¡Por Merlín , Adrien! Sabes que siempre te he apoyado cuando se trata de Luka. Pensé que sabías sobrellevar tu enamoramiento y que no interfería en el resto de tus deberes, pero hoy ... hoy me di cuenta de que me equivoqué.

Expone con enfado y puedo comprender su posición.

Mis sentimientos jamás ha sido un problema hasta hace un rato. Cometí un error y no pude apartar mis emociones en el momento. Si hubo sido un partido real, nos pude haber costado la victoria.

—Lo siento —digo sinceramente—, sé que de haber sido el partido de la próxima semana, hubiéramos perdido por mi culpa. No se volverá a repetir.

Ella suspira y se acerca a mi cama de nueva cuenta con una mirada de preocupación.

—No se trata sólo del juego. Chocaste contra uno de los aros y te desplomaste por casi diez metros, de no ser por la escoba, que te sujetó unos cuantos metros hasta que se rompió la túnica, y la enfermera, quizás no estarías aquí ahora.

Me llevo una mano al cuello y caigo en cuenta de lo afortunado que fui. Ahora me siento más culpable que al principio y vuelvo a disculparme por mí torpeza.

—Olvídate de las disculpas —suspira—. Al parecer tus heridas no son graves y podrás jugar en el partido la próxima semana, pero ... lo estuve pensando y no creo que sea buena idea que te declares a Luka antes del juego.

La miro, desconcertado, y ella ni siquiera espera a que le pregunte el por qué, cuando toma la palabra de nuevo.

—No quiero sonar como una pesimista, pero si él llegara a rechazarte, no quiero imaginar el estado mental en el que estarás para el partido. Así que lo mejor es que esperes un poco más, al menos hasta que hayamos jugado contra Slytherin .

Estoy consciente de que tiene razón, pero al recordar a esa chica que intentó declararse, mi corazón se oprime y advierto la ansiedad envolverme.

Temo que si espero un poco más, él podría salir con cualquier persona que sea más osada que yo. No quiero arruinar el partido, pero jamás podría perdonarme si pierdo a Luka.

—Lo siento, Kagami, pero no puedo hacer eso. No quiero arriesgarme a que alguien me tome la delantera.

Ella rueda los ojos y vuelve a levantarse de su lugar mientras me ve con enfado.

—¿Estás escuchándote? No se trata de una carrera, Adrien. Si Luka te quiere, no va a importar si te declaras ahora o después, él te esperará y si no siente lo mismo, will dar igual todo porque te va a rechazar el día que sea.

—No importa, no pienso cambiar de opinión.

Kagami niega con la cabeza y sale de la habitación sin decir nada más. Me dejó solo con la culpa, la resolución y el miedo invadiendo cada fibra de mi ser.

Después de ese día, Kagami y yo, nos hablamos poco. Sólo cruzábamos palabras cuando era necesario.

Como prometió, Luka estuvo al pendiente de mi estado los días posteriores. Me buscaba en sus tiempos libres y cuidaba de mi condición con esmero.

Sus cuidados me hacían muy feliz. Y el pensamiento de que quizás podría gustarle del mismo modo, se alojó en mi mente y en mi corazón.

Y ya que no podía hablar con Kagami sobre lo que sintió, no tenía más opción que contarle a Plagg, el gato negro que me acompañaba desde mi primer año, sobre lo que acontecía entre Luka y yo.

Aunque me esté feliz acerca de Luka, una parte de mí extrañaba charlar y bromear con Kagami. Sabía que nuestro enfado era temporal, que nos arreglaríamos después del partido, pero temía que ella no deseara volver a saber de mí.

Por eso, la tarde antes de San Valentín, me sorprendí de verla seguirme a la cocina para preparar las galletas para Luka. Mi madre me había enviado la receta el día anterior, por lo que no pude hacer una prueba antes.

Nos habíamos encontrado en la sala común, Kagami notó que llevaba la carta en la mano y no tardó en hacer conjeturas.

—¿Vas de camino a preparar las galletas? —Su voz me sorprendió, porque hacía días que no la oía tan amistosa. Yo asentí y la vi acercarse con una sonrisa—. Te acompañaré, entonces, sólo espérame afuera, debo revisar algo en mi habitación.

Y así, nos dirigimos a la cocina juntos.

Los elfos domésticos llega nos vieron con miedo y confusión cuandomos. Nos preguntaron si deseábamos comer algo a esa hora pero ambos negamos.

Les expliqué mi situación y ellos insistieron en hacerlo por mí, pero al ver mi negativa definitiva, tan sólo se alejaron y se disculparon repetidas ocasiones antes de esfumarse por completo.

Sentí pena por ellos, mas sabía que aquella era una tarea que debía hacer por mí mismo.

Kagami también me ofreció su ayuda, la cual rechacé igual, pero con cierto temor de hacerla enojar de nueva cuenta. No obstante, me sorprendió que se lo tomara bien y me sonriera con complicidad.

—Está bien, pero al menos déjame pasarte los ingredientes —aunque podía hacerlo yo mismo con un accio , preferí aceptar su propuesta. El que me ayudara de ese modo, no debería mucho que ver con el sabor del aperitivo.

Usé poca magia porque deseaba hacer la mezcla yo mismo. Me gustaba imaginar a Luka comiéndolas y diciendo que eran deliciosas, sólo para que pudiera decirle que las había hecho sin magia y él me felicitara por mi labor.

Fue, luego de que Kagami me pasara un recipiente con leche, que me pareció raro el color en la mezcla. Sentí un olor parecido al croissant, que me hizo arrugar el ceño. Pero cuando pensaba acercarlo para tener un mejor olfato, mi amiga me tocó el hombro y me sopló harina cuanto voltee.

Tosí por el polvo mientras ella reía y tomé otro puñado de harina para lanzárselo. Pronto nos vimos inmersos en una batalla de comida que tuvo que parar cuando los elfos domésticos aparecieron y se escandalizaron por nuestro pequeño juego.

Tuvimos que prometerles que nos comportaríamos, porque no lucían muy felices con nuestro comportamiento.

Tras un par de horas más, finalmente terminé mi cometido y las galletas salieron calientes y apetitosas.

Tomé una para probarlas, pero Kagami me dio un manotazo que me desconcertó.

—Creo que lo mejor será que Luka juzgue por sí mismo el sabor, ¿no te parece?

Negué—. ¿Y si no le gustan?

—Algo me dice que le encantarán, no te preocupes. Confía en mí.

En circunstancias normales, la existía ignorado y las habría probado de todos modos. Pero, con la reciente disputa aún en mi mente, opté por hacer caso a su consejo con una sonrisa.

Las galletas olían delicioso, no pueden tener un sabor tan terrible, ¿verdad?

Paso toda la mañana de ese día muy nervioso.

Llevo las galletas a todos lados, en caso de encontrarme con Luka de improvisto.

He repasado las palabras que diré más veces que cualquier otro encantamiento.

Como Luka predijo, obtuve varios chocolates y golosinas de chicas de mi clase y de mi casa, pero no pruebo ninguno y los llevo a mi dormitorio cuando tengo tiempo.

Cuando las clases terminan, voy en su búsqueda de inmediato, mas no es sencillo. Los corredores se hallan repletos de alumnos y el gran comedor está del mismo modo.

Entre los estudiantes, hay dos grupos: los que están festejando el día de San Valentín y los que esperan ansiosos el partido de esta tarde.

Pienso seriamente en usar un hechizo de rastreo para encontrarlo, pero pronto ese pensamiento se esfuma cuando alguien me toma del brazo y me aleja de la multitud.

No es necesario que le eche un segundo vistazo porque su pelo es inconfundible entre el resto de alumnos.

Sonrío al verlo y me dejo hacer sin oponer resistencia.

Luka me lleva cerca del Lago Negro y yo no puedo estar más feliz por estar con él, por fin.

—Debes tener cuidado, tu cuerpo no se ha recuperado por completo y tienes un partido esta tarde —menciona a la vez que levanta una mano para acariciar mi pelo.

Yo disfruto de su toque y no puedo ocultar la sonrisa que se forma en mi cara por ello.

Veo las galletas entre mis manos y recuerdo la razón por la que había estado buscándole en primer lugar.

Le extiendo el paquete con manos temblorosas y sin atreverme a verlo a los ojos. Sé que tengo la cara roja porque la siento caliente y el corazón me corre a toda prisa.

—¿Es para mí? —Yo asiento con rapidez y advierto mi vello corporal erizarse cuando sus manos rozan las mías.

Al dirigir mi mirada a él de nueva cuenta, me sorprendo de ver su vista fija en el obsequio mientras su pelo cambia a carmín de nueva cuenta.

El miedo me invade y pienso que he arruinado todo. ¿Está molesto? Quizá aquella vez me lo dijo en broma y en realidad no deseaba que le diese nada.

No quiero hacerlo enfadar, pero necesito saber si he cometido un error.

—¿Estás enojado? —Inquiero y él levanta la vista con sorpresa y confusión tras mi pregunta.

-¿What? ¡No, claro que no! ¿Por qué lo estarías?

El alivio me gobierna al escucharlo, mas la duda me carcome al notar el leve color rosado en el pelo de su nuca.

—Tu cabello ... está rojo y rosa, creí que estabas enfadado.

Le veo llevarse una mano a la cara y desviar la mirada, justo cuando el tono carmín se apodera de toda su cabeza.

Mi primer pensamiento es que parece una cereza gigante y sonrío por esa idea absurda. Sin embargo, me doy cuenta de que aquello podría deberse a la vergüenza.

Pronto, mi cara está tan roja como la suya y me siento tonto por no haberlo pensado antes.

El valor se apodera de mí y me siento capaz de confesar mis sentimientos ahora. Me muerdo el labio inferior y me obligo a ignorar el taladrar de mi corazón que advierto extenderse a todo mi cuerpo.

—¡Yo tengo algo que decir! —Luka se vuelve a verme y yo le sujeto la mirada con valentía. Él luce más tranquilo pero su pelo ahora se ha vuelto rosado de la mitad para abajo y sé que voy por buen camino.

Trago saliva por el nerviosismo y reparo en el agarre de su mano sobre la mía. Aquel pequeño gesto me infunde seguridad.

—¡Adrien! —Ese grito me hace respingar de repente y noto que también sorprende a Luka. Cuando levanto la mirada, me encuentro a Kim sobrevolando hacia nosotros con el gesto muy fruncido—. ¿Qué estás haciendo? ¡El partido es en tres horas! No has ido a los entrenamientos por lo que pasó la última vez, así que mueve tu trasero al campo, ¡ahora!

Quiero reprocharle el mal momento en que ha llegado, pero Luka nota mis intenciones y niega con una sonrisa.

—Está bien, puedo esperar hasta que termine el partido o hasta mañana. De cualquier forma, estoy muy interesado en lo que me dirás, así que no te preocupes.

Mi corazón se derrite ante las sutiles indirectas y me siento capaz de esperar un poco más.

Kagami tenía razón. No importa el día, las cosas sucederán de una forma u otra y la expectativa me hace feliz de sólo imaginarlo.

No tengo que apresurarme, porque sé que todo resultará bien al final.

• ⭐ •

Tras ganar el partido contra Slytherin , todo Gryffindor conduce al equipo a la sala común para el festejo que se llevará a cabo por la victoria.

Todos parecen felices por haber llegado a la final. Ahora sólo nos queda jugar contra Ravenclaw a finales de mayo para saber si obtendremos la copa de Quidditch de este año.

Los chicos vitorean al equipo y algunos incluso cargan a los miembros para celebrarlo. Yo no puedo estar más feliz, ahora que me he quitado ese peso de encima, me siento muy seguro de cualquier cosa.

Tengo la intención de ir en busca de Luka, pero la fiesta y el resto de mis compañeros no me permiten. La atención está puesta en mí luego de que ganáramos el partido gracias a que capturé la snitch antes que Félix.

Suspiro, derrotado y pienso en que todavía hay una oportunidad de hablar con él mañana.

Me reúno con Kagami en una esquina de la sala común cuando la velada va muy avanzada. Ella tiene una sonrisa de oreja a oreja y me felicita por mi esfuerzo en el juego de esa tarde. Yo sólo le devuelvo la felicitación, argumentando que no pude lograrlo sin el resto de jugadores.

—Todos hicimos un buen trabajo —menciona al tiempo que me envía una mirada traviesa y sé lo que va a preguntarme—. ¿Y? ¿Qué sucedió con Luka? Ya están saliendo.

Ruedo los ojos por ese comentario, que se oye más como una afirmación que como una pregunta en sí.

—En realidad, no pude decirle nada. Justo cuando iba a confesarme, llegó Kim y arruinó el momento, pero mañana lo haré sin duda. Algo me dice que su respuesta no será negativa.

Cuando volteo a verla, ella luce muy seria, lo que en cierto modo me desconcierta. Coloco una mano sobre su hombro y ella vuelve su atención a mí de nuevo.

—¿Pasa algo?

—No, nada, sólo ... estoy sorprendida de que no te declararas. Creí que ... un momento, ¡¿le diste las galletas ?! —Aunque su rostro se ve normal, puedo decir por su voz que algo le preocupa.

Frunzo el ceño por esa pregunta que, repentinamente, parece muy importante que la responda.

Asiento con lentitud y su rostro se pone pálido de un momento a otro. Se incorpora en su sitio y bebe el líquido del vaso que sostenía antes de caminar lejos. Yo la detengo de la muñeca, desconcertado por su actuar.

—¿A dónde vas? Es un poco tarde para salir, si te encuentras en los pasillos estarás en problemas.

Kagami se suelta de mi agarre antes de mandarme una mirada llena de temor.

—Tengo que hacer algo muy importante. Quizá todavía no es muy tarde. Aún puedo detenerlo.

La observo con el desconcierto escrito en el rostro y ella simplemente niega como si yo no entendiera lo que sucedía, lo cual era así.

Ella se aleja de mí hasta salir de la sala común y no me atrevo a seguirla.

No sé qué sucede, pero espero que pueda solucionarlo pronto. Jamás la había visto tan nerviosa y aterrorizada como hoy.

Temo que algo malo le haya sucedido, pero me insto a pensar positivo y creer que ella lo solucionará.

Se trata de Kagami, sé que no es el tipo de persona que actúa por impulso para dañarse a sí misma o a terceros.

Pase lo que pase, ella siempre contará con mi ayuda, así como sé que yo contaré con la suya cuando lo requiera.

Sí, todo estará bien.

Por la mañana me levanto con mucha energía. Tengo la seguridad de que será un día perfecto y, antes de que caiga la noche, le habré contado mis sentimientos a Luka.

Me visto con la túnica y la corbata de mi casa sin deshacer mi sonrisa y tarareando algún sinsentido.

En la sala común, todos me saludan con alegría por el reciente triunfo que ahora me hace más feliz. Los vestigios de la celebración anterior se han ido y sé que es gracias a los elfos domésticos. Siento la repentina necesidad de agradecerles, pero me contengo, no quiero ponerlos incomodos.

De nuevo tengo Historia de la magia en el primer periodo, pero esta vez, tengo la intención de prestar toda la atención del mundo. Ya que es un buen día, no quiero arruinarlo con mi aburrimiento y desinterés.

Cuando entro al salón de clases, veo a los de Slytherin murmurar ante mi llegada, pero no les presto atención. Es probable que sólo hablen mal sobre mí por haber ganado el partido, así que sus comentarios no me parecen importantes.

Abro el pergamino con una sonrisa, esperando a que llegue el profesor. El asiento a mi lado está vacío y no puedo evitar preocuparme por mi amiga, a quien no he visto desde la noche anterior.

No sé qué sucede con Kagami, pero apenas termine la clase, saldré a buscarla antes de encontrarme con Luka. Quiero estar ahí para ella si lo necesita, tal como lo ha estado para mí en cada uno de mis dramas y travesuras.

Es, mientras veo hacia el frente, que noto que alguien más se ha sentado a mi lado. Pienso en sonreírle, pero mi expresión se mantiene estoica al ver a mi primo sentado en el lugar de mi mejor amiga.

Él parece notar mi disconformidad porque se gira a verme con una ceja arqueada.

—¿Qué? La clase ya va a empezar y no hay más asientos —dice inexpresivo—. No te sientas la gran cosa sólo porque ganaron ayer. Una victoria no les asegura que obtendrán la copa, todavía estamos varios puntos por delante.

Resoplo, guardando mi energía para asuntos más importantes y asiento en su dirección.

—Lo sé. Suerte en el próximo partido contra Hufflepuff, he oído que este año tienen buena racha —sonrío sincero y Félix hace una mueca de desagrado.

—Será fácil ganarles. Yo estaría más preocupado por Ravenclaw, su buscadora es muy hábil. No será sencillo superarla —parpadeo ante esa muestra de consideración que no esperaba de su parte.

Decido simplemente asentir y no echárselo en cara, sé lo sensible que es Félix sobre las acusaciones de su buena voluntad. Si lo menciono, quizá me haga un levicorpus sólo por siquiera pensarlo. No sería la primera vez.

Tras ese pequeño intercambio de ideas, nos limitamos a guardar silencio y esperar a que la clase comience. O eso al menos, hasta que ocurre lo impensable.

La puerta del salón se abre de repente con mucha fuerza y todos se vuelven ante el sonido. Me sorprendo al ver a Luka aparecer y mirando a todos lados, está respirando agitadamente, por lo que asumo que ha llegado corriendo. Noto algo raro en él y me percato del color rosado en todo su pelo que me confunde excesivamente.

En cuanto me divisa entre la multitud de alumnos, su rostro se ilumina con una sonrisa y corre hacia mí con la felicidad de un niño pequeño.

Me levanto de mi asiento una vez que está a mi lado y, antes de que pueda preguntarle lo que sucede, siento sus brazos envolverme con mucha fuerza. Mi corazón late a prisa por el gesto que no esperaba y correspondió torpemente.

Él se aleja de mí un poco para mirarme a la cara y advierto su mano en mi mejilla, es tan suave y no puedo evitar estremecerme por el contacto con su piel.

—Te he buscado por todas partes. Te he extrañado tanto, pero ahora estás aquí, conmigo. Mi Adrien —dice al tiempo que vuelve a abrazarme. Sus palabras me avergüenzan y veo a mis compañeros comenzar a murmurar, sobre todo las chicas que sueltan pequeñas risas y suspiros ante la escena.

—¿Qué sucede, Luka? ¿E-está todo bien? —Inquiero, mareado por esa situación que aunque me hace muy feliz, me confunde en sobremanera.

Él vuelve a verme con esa sonrisa que no parece muy normal, sino más bien de alguien que podría estar ebrio. ¿Acaso bebió Felix Felicis ?

—¿Debería tener una razón para querer ver a la persona que amo?

Esa declaración me toma por sorpresa y provoca que los cuchicheos se vuelvan más fuertes a nuestro alrededor. Mi corazón se derrite de pronto por su confesión y las ganas de abrazarlo y besarlo me abruman.

No esperaba que él se declarara antes que yo, pero soy tan feliz que podría llorar ahí mismo.

Lo siento acariciar mi mejilla y puedo ver su rostro acercarse al mío. El resto de estudiante carecen de valor ahora y el anhelo de sentir sus labios sobre los míos me provoca cerrar los ojos y esperar por aquello que deseaba por tanto tiempo, pero al fin se hará realidad.

No obstante, el tirón de mi túnica hacía atrás me aleja de él y yo abro los ojos con enfado para ver mal a Félix, quien porta una expresión seria.

—¿Qué haces? —Le acuso, tirando de mi propia túnica para deshacerme de su agarre.

—Si lo haces, te vas a arrepentir —le veo con confusión, extrañado por esa frase a la que no le hayo sentido, él se acerca a mi oído para susurrarme algo—. Míralo bien, Adrien. El tipo está bajo el hechizo de una poción, no tengo que deletreártelo para que sepas a lo que me refiero, ¿verdad?

Amortentia , es la única palabra que llega a mi mente tras oírlo.

Me giro a Luka de nueva cuenta con el temor recorriéndome. Su rostro enamorado sigue ahí, acompañado de ese tono rosado que envuelve todo su pelo. La sonrisa, que antes me parecía de borracho, ahora es claro que puede ser producto de una poción.

Tomo su cara entre mis manos temblorosas y él levanta su palma para enrollarla en mi muñeca al tiempo que se restriega contra mi izquierda.

No lo entiendo, si realmente está bajo un filtro de amor, ¿por qué ha venido a mí? No es así como funciona una pócima. A menos de que yo se la había dado.

Ese pensamiento me deja de piedra. ¿Yo le di Amortentia ? ¿Cuándo? ¿En qué momento? Mi pecho se oprime al imaginarme dándole el filtro ya Luka recibiéndolo con tanta confianza, creyendo en mí, pensando en que jamás le haría daño ni abusaría de su amistad a pesar de mis sentimientos.

Un nudo de impotencia se forma en mi garganta. Me siento como una basura, como la peor escoria. Quiero llorar, pero las miradas de todos están sobre nosotros y no deseo que vean esa parte de mí.

Tomo su mano entre la mía y, resuelto, lo encamino a la salida. Sé lo que debo hacer, incluso si esto me cuesta la credibilidad de los profesores y mi padre me hace volver a casa cuando se entere. Lo prefiero, a saberme culpable de haberle dado una poción de amor al chico que amo.

Félix me retiene del brazo y yo sólo observo el agarre sin mucho ánimo. Mi día perfecto se ha estropeado y, ahora, la esperanza de tener otro igual se ha desvanecido de mi mente para siempre.

—¿A dónde vas? —Pregunta bajo. Quizá para que el resto no nos oiga y no llamen a un profesor para que me reprenda por romper las reglas.

—¿A dónde crees? Alguien debe deshacerlo.

—Podrían expulsarte. Los filtros de amo son ilegales en la escuela —asiento, consciente de ello y levanto el rostro para ver de nuevo a Luka. Él no ha apartado sus ojos de mí y todavía porta esa sonrisa bobalicona que comienza a desesperarme.

Félix suspira, pero ya no me detiene, así que sigo mi camino. Pero, antes de llegar a la puerta, esta se abre de improvisto y veo a dos chicas entrar con gesto sorprendido y aliviado: Kagami y Juleka.

Kagami repara en mí y su expresión se vuelve culpable, desvía la mirada y yo arrugo el ceño en comparación. Juleka en cambio se aproxima a su hermano y suspira con alivio.

Quiero preguntarles lo que hacen allí, pero Juleka toma la mano de Luka sin atreverse a mirarme y lo aparta de mí mientras él intenta volver a mi lado desesperadamente. Kagami le ayuda a sostenerlo con firmeza y ambas salen del salón con Luka.

El profesor no tarda en aparecer tras el espectáculo y me pide que tome asiento, no obstante, prefiero ignorarlo y salir tras las chicas.

Es claro que ambas saben lo que sucede, pero ninguna parecía tener la intención de contarme, lo que de algún modo me hace enfadar.

No tardo mucho en encontrarlas al doblar el pasillo, pues Luka se halla renuente a dejarse llevar y lucha para librarse de ellas. Mas, cuando nuestras miradas se cruzan, su cara vuelve a iluminarse y se mantiene quieto entre ambas azabaches.

Kagami se vuelve a mí cuando sigue la dirección de la mirada de Luka. De nuevo, logro ver arrepentimiento en su semblante y sé que hay algo que no me está diciendo.

Me acerco a los tres y Luka se deshace de ellas para envolverme entre sus brazos de nuevo. Sin embargo, yo sólo puedo mirar a mis amigas de forma alternada, sobre el hombro de Luka.

Juleka rueda los ojos al vernos para llevar una mano a su frente, exasperada, mientras Kagami sólo se cruza de brazos sin verme.

—¿Qué está pasando? —Pregunto con firmeza. Apartando a Luka con delicadeza y centrando mi atención en ambas chicas.

Luka parece ignorar el asunto y vuelve a abrazarme, esta vez por detrás. Siento su mejilla sobre mi cabeza y el sonido de mi propio corazón intenta distraerme de ese momento. Me sobrepongo, recordándome que esto es importante.

—Pregúntaselo a tu amiga —inicia Juleka, con cierto enfado en su voz.

Fijo la vista en Kagami, quien se muerde el labio inferior antes de resoplar y atreverse a mirarme finalmente.

Incluso antes de que abra la boca, sé que lo que dirá no será agradable y sólo puedo esperar a que no arruine nuestra amistad por completo.

—Lo siento, Adrien. Todo es mi culpa. Yo… mezclé el filtro de amor entre los ingredientes cuando hiciste las galletas. ¡Pero tenía una buena razón!

No logro escuchar su última frase apropiadamente, pues en mi mente se repiten las palabras filtro de amor, ingredientes y galletas. Y es así que comprendo la situación, lo que me hace molestar mucho.

Kagami me engañó. Me hizo poner Amortentia en la mezcla de las galletas para Luka. Luka está bajo el efecto de una pócima y ahora cree estar enamorado de mí. En resumen, le di un filtro de amor a Luka sin darme cuenta.

Saberlo no me hace sentir mejor. Hago una mueca al sentir mi estómago revolverse.

Quería que Luka correspondiera mis sentimientos, pero no de esta manera, no con engaños y magia de por medio.

Me llevo ambas manos a la cara e intento reprimir las lágrimas que amenazan por salir. La sonrisa del día anterior de Luka, de pronto me hace sentir terriblemente mal y sólo puedo desear tener un giratiempo para volver a ese momento y evitar darle las galletas, pero sé que ese pensamiento es inútil.

Me doy la vuelta para encararlo y me encuentro de nuevo con esa sonrisa que no le sienta en lo absoluto. Tomo una de sus manos entre las mías y me disculpo de forma baja por lo que le he hecho.

Oigo a Juleka suspirar antes de sentir su mano sobre mi hombro y, cuando me vuelvo a verla, ella me sonríe con calma, diciéndome que todo está bien. Me acerco a abrazarla y ella me devuelve el gesto.

Me obligo a tranquilizarme para finalmente enfrentarme a Kagami, quien luce avergonzada. Yo me mantengo serio, pero abierto a escucharla. La conozco bien y sé que no es alguien mala, pero a veces hace cosas extremas creyendo que tiene razón.

—¿Por qué? —Es lo único que le pregunto con un hilo de voz. Ella resopla con fuerza antes de fijar su mirada en la mía con el mismo matiz culpable.

—De verdad lo siento. Fue un pensamiento estúpido y desesperado, pero te aseguro que sólo estaba preocupada por ti. Tenía miedo de que Luka te rechazara y estuvieras tan triste por ello que podrías lastimarte otra vez. Lo lamento mucho.

Puedo ver en su semblante que es sincera, mas sus motivos no me parecen suficientes. No sólo se trata de mí sino de Luka, y odio pensar que Kagami me mintiera para haberlo hechizado, incluso si su intención era ayudarme.

Un silencio incomodo se instala entre nosotros. No puedo evitarlo, estoy tan furioso y decepcionado de ella que no sé qué decirle. Perdonarla, al menos ahora, no es una opción.

Al final opto por resollar e ignorar nuestras diferencias por ahora. Lo más importante en este momento es deshacer el hechizo para que Luka vuelva a la normalidad.

—¿Tenemos algún plan para traer de vuelta a Luka? —Inquiero y, observo de reojo, la angustia en el rostro de Kagami. Quizá se siente mal porque he ignorado su disculpa.

Juleka nos mira alternadamente, pero no cuestiona nada y, en su lugar, se lleva una mano a la larga melena al tiempo que coloca un gesto de incomodidad.

—No aún, pero estamos de acuerdo en no ir a la enfermería ni avisar a ningún profesor —frunzo el ceño ante la idea y mi amiga se encoge de hombros para explicarme—. Aunque fuiste engañado, no hay duda de que tú hiciste las galletas y se las diste a Luka, por lo tanto eres el culpable directo. Si lo llevamos con un profesor, te meterás en problemas y podrían expulsarte. ¿Puedes imaginar lo que Luka pensaría si se entera que él tuvo su parte de culpa en eso?

Sí, puedo imaginarlo. Luka siempre ha sido alguien de buen corazón y hermosos sentimientos. Ha cuidado de mí desde que nos conocimos y me ha procurado como si fuera parte de su familia. Si algo como tal sucediera, estoy seguro de que se sentiría miserable. No me gustaría que se culpara por algo que no fue culpa suya sino mía y de mi ingenuidad.

—Entonces… ¿qué haremos? No soportaría verlo de este modo por más tiempo.

—En realidad… —la interferencia de Kagami me hace volverme a ella ligeramente, sin atreverme a mirarla a los ojos— la dosis del filtro no fue demasiada, Adrien. Creo que incluso si esperamos a que desaparezca solo, no debería tardar más que uno o dos días. Sólo hay que mantenerlo ocupado y oculto de cualquier profesor.

No puedo evitar arrugar el gesto al oírla. ¿Planean dejar que el efecto del filtro cese? No me parece correcto. Manipular los sentimientos de Luka por más tiempo, ahora que lo sé, me resulta horrible y muy enfermo.

Siento el agarre de Luka apretarse con suavidad en mis hombros y al instante me reprendo por pensar por un momento que aquello es agradable. No lo es, no cuando es en contra de su voluntad.

—Yo me haré cargo de él, es conmigo con quien quiere estar después de todo —respondo de forma mordaz, aunque mi intención no era sonar así.

—Podemos quedarnos con ustedes, de cualquier modo soy la única que puede llevarlo a la sala común —explica Juleka. La observo mal por poco tiempo antes de negar con firmeza.

—Tengo pensado ir a la biblioteca, buscaré algún contrahechizo que pueda revertir la poción. Preferiría que ustedes vayan en busca de un profesor y lo convenzan de que les diga otro método para contrarrestarla. No me gusta la idea de que Luka siga así un segundo más.

Veo a Juleka hacer un gesto confundido, abre la boca para, quizás, reprocharme, pero Kagami se adelanta y simplemente me asiente sin decir algo más. Ella se la lleva a rastras, dejándome solo con Luka y la enorme molestia que siento por todo este asunto.

Cuando me giro para verlo a la cara, reparo, de nuevo, en el color rosado de su pelo, el cual comienza a irritarme y me hace echar de menos el familiar cerúleo que deseo volver a ver.

Extiendo mi mano hacia su mejilla y la acaricio con levedad al tiempo que le sonrío con profunda tristeza.

Antes, no les dije a ninguna de mis amigas que el efecto de la poción podría durar poco más de dos días, ya que no deseaba preocuparlas. Pero he tenido ese filtro por mucho tiempo, por lo que estoy seguro de que se ha fermentado con éxito hasta ahora, provocando que la magia se vuelva más poderosa y más duradera.

Espero arreglar todo lo antes posible y poder disculparme con Luka sólo por este incidente y no por alguna otra cuestión que la poción le obligue a hacer más adelante. Debo apresurarme para evitar un escenario así.

—No te preocupes, Luka. Yo cometí este error y yo lo enmendaré. Tú sabes que jamás te haría hacer algo en contra de tu voluntad.

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Creditos de la imagen de portada a Karma_sensei.