Este drabble fue hecho para contestar una pregunta en Tumblr (Porque no tenía ganas de hacer dibujos y me explico mejor escribiendo): "¿Cómo es que Frisk se dio cuenta de que era no binario?".
A estas alturas, quienes me leen a lo mejor ya lo saben, pero para quienes no sepan... Les dejo una aclaración de lo que significa.
No binario tal cual el nombre indica se aleja del sistema binario del género en el que nos encasillan al nacer (Si naces con vagina mujer y si naces con pene hombre). Se conoce como el tercer género, aquel que se encuentra entre el espectro femenino y el masculino. No es lo mismo que agénero, aunque ambos se salen del sistema binario tradicional, y tampoco es lo mismo que identificarse con ambos géneros a la vez. La gente no binario no es mujer y varón a la vez (Esa identidad de género existe, sin embargo es otra).
Y no, no es una casilla en blanco. Algo que noté desde que salió el juego es que cuando alguien decía que Frisk o Chara son enby es que entonces podías elegir a tu gusto cómo verle, y no. Ser no binario no es una casilla en blanco, ya es un género por sí mismo. Si ya después quieres elegir si Frisk y Chara nacieron AMAN o AFAN (Asignado masculino/femenino al nacer) pues bien. Después de todo sexo y género son cosas diferentes.
Hago las aclaraciones porque me gusta evitar confusiones, no de mala gente. Yo también fui bastante ignorante del tema cuando salió el juego y al final nadie me explicaba mucho de todos modos xD Yo con mucho gusto les aclararé sus dudas.
Anyways, me gusta escribir de LGBT+ últimamente, enfocando al género. Siento que no se le da la misma visualización que a las sexualidades.
Personajes principales: Frisk y Toriel.
La imagen de portada pertenece a zeddfro en tumblr.
Uso pronombres "élle/le", al que no le guste pues que vaya a llorarle a la RAE como hacen últimamente. Me vale madres, estoy tratando de acostumbrarme a usarlos así que si se me escapó un "él" o "ella" es por la falta de costumbre. De todos modos no empiezo a usarlo hasta el final.(?)
Fue un poco difícil escribir esto. Tuve que tomar muy en cuenta que Frisk viene de un entorno muy conservador en el cual prefieren mantener ignorantes a los niños al respecto, por lo que tuve que evitar usar términos muy técnicos para que su punto de vista fuera natural de él.
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Aún era de tarde, Frisk lo sabía gracias al enorme reloj que colgaba en la pared de la sala. Tenía suerte de tenerlo, porque adivinar la hora con solo mirar por el agujero por el cual había caído no era muy eficiente. Muchos árboles cubrían el cielo desde allí y no tener una vista amplia del horizonte le obstaculizaba más. En otras palabras; mirar al cielo no era opción.
Había caído al subsuelo hace unos días después del que esperaba fuese su último reseteo. Conocía perfectamente aquello que le esperaba tras la enorme puerta de las ruinas, sabía que tarde o temprano debía aventurarse más allá de ese gran portal para terminar lo que había empezado al caer a ese mundo. Había prometido que esta sería la última vez que reiniciaría las cosas si es que conseguía un buen resultado y no se veía obligado a volver al comienzo por un fallo, pero hasta entonces quería prolongar esto lo máximo posible ¿Era esto producto de su ingenuidad al estar tan seguro de que todo saldría bien? A lo mejor, pero si terminaba fallando tendría oportunidad de repetir esto de nuevo.
Sí, no era muy responsable seguir procrastinando de esa forma, pero ¿Podían culparlo por ello? Desde su primer encuentro con Toriel algo le dijo que a su lado encontraría su hogar, un lugar al cual pertenecer, y era difícil despegarse de esa nueva realidad.
No quería irse toda todavía. Cada momento junto a Toriel solo se volvía más ameno que el anterior. Empezaba a acostumbrarse plácidamente a despertar sintiendo el suave pelaje de su hocico rozándolo cuando iba a despertarlo con un cálido abrazo y un beso, había memorizado su característico aroma a caramelo y canela, archivándose de forma inconsciente en aquellos olores que le confortaban. Quería continuar esa rutina hogareña un poco más, quería disfrutarlo tanto como pudiera antes de enfrascarse en su labor.
Quería ser solo un niño común antes de ser el héroe que todos esperaban que fuese.
—Y entonces el príncipe de agua y el príncipe de fuego se casaron y vivieron felices por siempre... ¡El fin!
Frisk sonrió llevándose otro pedazo de tarta de caramelo a la boca mientras observaba cómodamente acurrucado en el regazo de Toriel la ilustración de ambos personajes del libro de cuentos. Si era sincero estaba en una edad en la que había perdido un poco el interés en los cuentos infantiles, pero nunca podría rechazar a la mujer cuando le ofrecía leerle uno y lo hacía con tanta dedicación y emoción. Incluso a veces interpretaba las voces de los personajes cambiando el tono, aunque a veces él le prestaba de su ayuda con eso.
La mayoría del repertorio de cuentos no se alejaban del típico tropo de fantasía con princesas, príncipes, caballeros, brujas y hechiceros pero... Le resultaba curioso cómo los monstruos podían interpretar las cosas con de tantas formas distintas. Juraba que de haber enseñado este libro a los adultos de su orfanato se habrían escandalizado exigiendo saber quién fue el degenerado que escribiría tal bestialidad para que los niños lo leyeran.
Los adultos veían algo espantoso, él por su parte nada más veía a dos príncipes enamorados en una simpática ilustración simplista. No se había detenido a observar hasta ahora que los monstruos veían estas cosas con tanta naturalidad, como si fuera algo del día a día. Quizá para ellos los giros argumentales de princesas escapando de sus reinos para casarse con brujas ya era algo cliché.
—Ah, qué bonita historia. —Suspiró la monstruo, cerrando el libro y dejándolo a un lado. —¿Te ha gustado, mi niño?
Frisk asintió sonriente dejando que gentilmente le acariciara el cabello. Casi siempre escuchaba un comentario despectivo de su fantasmal acompañante en casos así, pero élle había estado extrañamente en silencio, escuchando la narración con atención durante todo este tiempo.
—Me gustó mucho.
Volvió a llevarse algo de la tarta con el tenedor a la boca, dejándose mimar cómodamente por las felpudas manos de Toriel. No encontraba aún la forma de empezar a describir lo mucho que disfrutaba sus continuas demostraciones de afecto, cuánto amaba a esa mujer que aún con el corazón roto después de tantas pérdidas tenía amor que dar a los niños desamparados que caían por infortunios a ese mundo subterráneo. No cabía la alegría en su corazón después de haber añorado desde que tenía consciencia el amor incondicional de un familiar, y de que aún después de haber perdido toda esperanza ella se hubiese cruzado en su camino.
No le importaba que ella fuera un monstruo, no le importaba ya nada. Amaba a Toriel, ella era su madre, y quería quedarse con ella.
Sí... Lo haría, si conseguía liberarlos a todos ya nadie lo separaría de su lado.
—Me alegra saberlo, cariño.
Frisk percibió su genuina felicidad en sus ojos azules y deseó que ella pudiera saber con solo verlo cuán infinitamente feliz lo hacía con solo estar ahí, sentada, mirándolo como si su mera existencia significase algo por lo cual sentirse agradecida. Toriel era así con él, le hacía sentir valioso con tan solo su mirada.
¿Cómo fue capaz de empuñar fríamente el cuchillo contra ella? ¿Cómo tuvo ese primitivo impulso estúpido de dañarla? ¿Quién se creía él para verla como si no fuese más que un bache polvoriento que pisó al abandonar las ruinas?
Se arrepentía tanto... De verdad se arrepentía. Así ella fuese ignorante de sus pecados, ahora quería demostrar que podía ser digno, que podía hacer muy feliz a Toriel. Si ella quería un niño perfecto y amoroso eso es lo que le daría, aunque tampoco es que fuese muy difícil conseguirlo cuando voluntariamente quería seguirla a todos lados.
Cuando su aventura llegase a un fin se esforzaría por cumplir la fantasía de una familia feliz. Sería obediente, bien portado, cariñoso... Sería el niño perfecto, no podía desperdiciar esta oportunidad.
Ya había sido rechazado por tantas familias... Su corazón no soportaría otro rechazo y mucho menos después de haber probado la auténtica alegría y la calidez de un hogar.
No importaba el costo, incluso si eso significaba suprimir aquella parte de él que gritaba por salir a la luz... Lo haría para conservar esta ilusión.
Sería un buen chico… Chico ¿Por qué todavía no sonaba bien decirlo así?
—Oh, querido… Mira la hora que es. Se nos hará tarde para ir a comprar los víveres y recalibrar los rompecabezas de las ruinas. —Observó el reloj marcando las 4:30, acarició su cabeza una vez más y se levantó después de que él bajara de su regazo con ayuda. —Buscaré las bolsas para salir, mientras puedes ir a cambiarte, mi niño.
Frisk asintió y se dirigió a su habitación. Algo que lo había motivado a quedarse unos días con Toriel antes de pasar inevitablemente a Snowdin era su curiosidad sobre lo que había fuera de la casa. Si algo recordaba bien de los libros es que las ruinas eran mucho más grandes de lo que aparentaban a simple vista, después de todo los monstruos solían vivir todos allí antes de moverse más adentro de la cueva y de encontrar las demás ciudades que hoy conocían como Snowdin, Waterfalls, Hotland y Nuevo hogar.
Había observado desde el balcón que la ciudad de Viejo hogar se extendía más allá de lo que alguna vez pensó o se detuvo a mirar. Eran pocos los monstruos que de vez en cuando caminaban por las calles haciendo su vida diaria, pero eran bastantes como para mantener habitada y sostenida la ciudad. Lástima que no tuvo oportunidad de visitarla y verla de cerca… Hasta hoy.
Buscó en el ropero algo que usar. No se había cambiado el piyama desde que había despertado, y aunque era muy cómodo admitía que eso era una mala costumbre en consecuencia de no salir todos los días de la casa.
Su suéter se había ensuciado el día anterior después de acercarse demasiado a una vieja fuente de las ruinas y caer dentro ¿Cómo iba a saber él que había lodo en el fondo del estanque? El agua era cristalina, pero la oscuridad del rincón le impidió ver todos los detalles. Pero él no era tan torpe ¡Estaba seguro de que Flowey lo había empujado! Maldita flor impaciente. Sabía cuán aburrido estaba de esperar que por fin se dignara en hacer avanzar las cosas, pero ya le había advertido que no quería que lo presionaran. Él decidiría cuándo hacerlo, no se quedaría en las ruinas para siempre.
Tenía suerte de que hubiese algo de ropa de su talla que Toriel pudiera prestarle ¿Será que le perteneció al príncipe Asriel? Le hacía sentir un poco culpable usar las ropas del hijo muerto de Toriel, pero en vista de que no había nada más… No le quedaba mucho por dónde elegir.
Sacó algunas cosas y las puso sobre su cama para poder escoger mejor. Sabía que solo era una salida para comprar víveres pero tampoco quería que los monstruos pensaran que Toriel estaba criando a un flojo ¡Eso jamás! Había muchas cosas, en general camisetas rayadas que compartían casi siempre la misma gama de colores ¿Era costumbre para los niños del subsuelo vestir a rayas? Monster Kid se lo mencionó muy por arriba, pero no estaba seguro. Quizá esta era una señal para que comenzase a investigar un poco más a fondo sobre la cultura de los monstruos.
Volviendo a su ropa… Nada le convencía del todo. Y eso que él no era exigente, solo creía que el amarillo y el verde no le sentaban muy bien.
Buscó entre las cosas que colgaban en las perchas, había abrigos muy abrigados, gorros, bufandas y… Un elegante smoking con corbata y todo. Eso lo hizo sonreír un poco ¿Incluso en esta vida subterránea la familia real tenía eventos en los que vestían elegantes?
Su mirada dio entonces con algo que no había notado hasta el momento, un vestido inmaculadamente blanco sin mangas colgaba entre dos abrigos, oculto entre los dos. Lo descolgó con curiosidad y lo apoyo sobre su pecho para comprobar que era para alguien pequeño y sí, lo era.
¿Por qué el príncipe Asriel tendría uno de estos? Quizá era un error. Los adultos eran muy explícitos con sus indicaciones "los niños no visten faldas."
Él mismo había aprendido a la mala, con castigos y humillaciones que no era apropiado, por mucho que le doliera.
—Esa no es la ropa de Asriel. Es mía.
Salió un momento de sus pensamientos para voltear hacia su fantasmal acompañante, quien con los brazos cruzados y con una mirada escéptica simplemente flotaba a su lado.
—La ropa de Asriel se quedó en Nuevo hogar, creo que… Mamá se llevó mis cosas con ella cuando huyó a las ruinas.
—Oh… Entonces es tuya.
—Sí. —Volvió a confirmarlo, flotando ahora de espaldas y con los brazos cruzados detrás de la nuca, dedicándole una mirada de desagrado pero a la vez desinterés. —No estaba en mis planes donarle mi ropa a un mocoso como tú, pero ya que no me es muy útil… Puedes tenerla.
—¡Genial! Gracias, Chara. —Agradeció con una sonrisa. A élle podía sorprenderle un poco que tuviese esos detalles de cortesía, pero es que a pesar de que Chara repitiera que su razón de estar ahí era hacerle la vida a cuadritos… No podía evitar pensar que estar cerca de élle era agradable. No era tan mala compañía, al menos no cuando trataba de hacerlo sentir mal.
Frisk estaba por dejar el vestido dentro del armario, pero entonces cayó en cuenta de otra cosa. Si era la ropa de Chara… ¿Por qué tendría un vestido y un smoking?
Descolgó este también y extendió ambos conjuntos sobre la cama, apartados del resto de la ropa doblada que había sacado para elegir.
Tal vez… A los monstruos estas cosas no le parecían extrañas tampoco ¿Será eso? Su mano fue hacia el vestido blanco, lo tomó, lo llevó con él hacia el espejo de la habitación y lo puso delante de su pecho para tener una visualización de cómo le quedaría. La última vez que había usado algo así fue cuando su mejor amiga Emma y él intercambiaban el uniforme del colegio a escondidas de los demás, fue cuando después de su partida ella le obsequió dicho uniforme para recordarla, cuando la dueña del orfanato lo encontró usándolo, cuando perdió el último obsequio de la primera niña que había amado, cuando…
Cuando empezó a preguntarse qué es lo que estaba mal con él. Nunca le hizo daño a nadie cuando usaba esa ropa ¿O sí? ¿Emma también estaría pensando lo mismo?
—¿Ya estás listo, corazón?
Frisk se volteó, sorprendido de encontrar a Toriel dentro de la habitación, ya vestida para salir y observándole con una sonrisa tranquila. No pudo evitar empezar a temblar y perder el aliento cuando los ojos de la cabra se enfocaron en el vestido, ocultándolo por reflejo detrás de su espalda. Ella se mostró confundida.
Frisk ni siquiera podía mirarla a los ojos, le aterraba hacerlo y encontrarse con una expresión decepcionada o asqueada. Era algo a lo que ya se había acostumbrado lo suficiente, siempre era motivo para que en los hogares temporales decidieran que no era el tipo de niño que querían adoptar.
—E-Eh… Yo solo… Yo solo estaba viendo qué usar y…
Calló abruptamente cuando Toriel se agachó a su altura y llevando una de sus manos a su mentón le hizo levantar la cabeza. No se veía molesta, tenía el mismo brillo pacífico en su mirar y esa sonrisa cálida que había visto el primer día.
—¿Quieres usar ese vestido, cielo? —Frisk no salía de su desconcierto, pero asintió suavemente mientras Toriel se levantaba e iba hacia la puerta. —De acuerdo, yo ya regreso, buscaré algo.
Sin más dejó la habitación, Frisk atinó a mirar a Chara, quien por primera vez parecía verle con algo de compasión, tal vez porque entendía lo que estaba sintiendo en esos momentos.
—Ya escuchaste a mamá, no la hagas esperar.
En silencio y con algo de ansiedad, hizo el cambio de ropa. El vestido era de una tela muy suave y la falda llegaba hasta debajo de las rodillas. Aparentemente Toriel le pegaba lavadas a la ropa para que no se quedara oliendo a polvo y humedad, porque ahora podía sentir la fragancia a jabón para la ropa en ella.
El único problema que tenía con esto era el cierre en la espalda, le costaba hacer que subiera sin que se trabara en la mitad de su espalda.
—Oh, deja que te ayude con eso, tesoro. —No había notado que Toriel había vuelto, pero no dijo nada y le permitió que le ayudara subiendo el cierre. —No te preocupes, la verdad es que siempre ha dado problemas, así que la mayoría de veces tenía que subirlo yo.
Él supuso que estaba refiriéndose a Chara de forma indirecta, y lo confirmó con solo ver la media sonrisa que le susodiche trataba de disimular. Con el vestido ya puesto, Frisk se detuvo a observarse a gusto delante del espejo. No se veía nada mal, le gustaba.
Toriel le tocó el hombro y le ofreció algo. Era un sombrero de campo con un listón blanco alrededor y unas flores falsas del mismo color adornándolo ¿Fue a buscar eso para él? No hizo preguntas, solo lo aceptó y se lo acomodó sobre la cabeza. Parecía que ambas cosas estaban hechas para ir juntas.
—No hay sol del cual debas cuidarte, pero creí que te gustaría.
Frisk volvió a mirar su reflejo y sintió que el miedo lo abandonaba de repente. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se movió a un lado para dar una vuelta que hiciera la falda del vestido moverse con el aire. Toriel soltó una ligera risa al verlo lucir tan felizmente aquella prenda de vestir.
—¿Me veo bien? —Preguntó haciendo un par de poses que harían reír a su madre por lo exageradas que eran, pero que hicieron que pudiera sentirse más suelto de la tensión de hace un rato. No percibía que esto fuese una reacción forzada de Toriel, ella se veía genuinamente agradada al respecto. Era como si las leyes de la superficie no le importasen… Porque estaban en el subsuelo ahora.
—Te ves guapísimo, corazón ¡Eres un chico muy apuesto!
Amplió su sonrisa para Toriel y no luchó contra el impulso de abrazarse a su falda con todas sus fuerzas, esperando que quizá ella pudiese sentir su gratitud en ese pequeño gesto. Ella lo aceptó al instante, rodeándolo con sus cálidos brazos cariñosamente. Ojalá ella no notase el par de lágrimas de alivio que mancharon un minúsculo espacio de sus vestiduras y a continuación mojarían su hocico cuando ella le diera un par de besos cerca de los ojos.
—Gracias, mamá.
Toriel apretó un poco más el abrazo pero sin lastimar a Frisk. Se le derretía el corazón siempre que la llamaba de ese modo. —No hay de qué, mi niño. Si ya estás listo nos podemos ir.
Al separase, ambos salieron de la habitación camino hacia la ciudad de Viejo hogar.
—O querido… Faltan muchas cosas en casa y apenas me había dado cuenta hoy. Creo que iremos también a comprarte útiles escolares para que empieces las clases en casa. Es mejor darnos prisa o se hará muy oscuro para cuando hayamos terminado.
—Está bien, mamá.
—Tengo que conseguirte cuadernos… Uno para cada materia ¡No quiero que estés desorganizado!
Frisk asentía mientras ella seguía hablando. Para Toriel ya era un reflejo agarrarle de la mano cada vez que salían juntos y no le molestaba en lo absoluto.
Presionó un poco más su agarre para no perderle el paso. Ella era tan grande que en una que otra ocasión él se veía obligado a ser más rápido o dar pasos más largos, esta era una de esas veces. El corazón había dejado de pesarle, reemplazando esa sensación asfixiante por libertad, sintiéndose liviano con el aire moviendo la falda y el extremo del lazo del sombrero rozando su hombro cada vez que daba un paso.
Se sentía feliz.
Aunque todavía algo lo estaba molestando.
. . .
La salida transcurrió con normalidad. Frisk y Toriel recorrieron la ciudad comprando los víveres que hacían falta en casa. No era muy diferente a la superficie, había supermercados con aparatos eléctricos, tiendas pequeñas, puestos para vender comida rápida, etc. Pasearon por dos horas comprando todo lo de la lista hasta llenar las bolsas, las cuales Toriel podía cargar perfectamente ella sola y sin ningún esfuerzo. Él quiso ayudarla llevando una, pero esta ya era lo bastante pesada como para poderse dar el lujo de llevar una más.
También fueron a comprar útiles y cuadernos como ella dijo. En su vieja escuela humana no podía darse el lujo de usar muchas cosas porque según la directora del orfanato "eran innecesarias y un gasto tonto de dinero", lo que comprendía perfectamente, aunque llegaba a desilusionarlo un poco. No quería hacerle gastar mucho a Toriel, sin embargo no hizo falta pedir nada, ya que ella misma decidió que necesitaba comprarle colores de todos los materiales habidos y por haber (pintura, acuarelas, crayones, tizas, lápices, marcadores… Todo lo que ella recordara) porque temía que se aburriera en casa y no tuviera algo con lo cual dibujar.
La pasaron bien. Hablaron de algunas cosas, Toriel le compró un helado, decidieron lo que cenarían en la noche, incluso algunos monstruos saludaron a Toriel con respeto —tiempo atrás no habría comprendido el por qué pero ahora sabía que era porque la recordaban como la ex reina del subsuelo— y le comentaron más de una vez que era adorable. Toriel casi siempre respondía "Lo sé ¿No es acaso un chico muy lindo?".
No quería sonar desagradecido en lo absoluto, pero… Algo no se sentía bien cuando la escuchaba decir eso. No era por el halago, a lo largo de su vida tenía suerte si algún adulto le remarcaba algo positivo de él, en especial de su apariencia ¿Por qué ahora que alguien lo hacía se seguía sintiendo insatisfecho? No era por el halago en sí, claro que no. Hubo ocasiones en las que Toriel le dijo cosas de ese estilo, pero… Algo sobraba, o quizá algo faltaba.
Cuando volvieron le ayudó a organizar las compras y continuaron con la rutina. Era algo tarde para salir así que el resto de deberes quedaron en manos de Toriel para el día siguiente. Ella le insistió en que iría ella sola a recalibrar los rompecabezas de las ruinas, pero él quería acompañarla.
De nada le sirvió ser persistente porque ella pudo convencerlo de quedarse. Le dijo que necesitaba que se quedara, ya que si se bañaba en lo que ella hacía su labor entonces los dos tendrían tiempo suficiente para arreglarse para ir a cenar afuera en la noche. Era una oferta demasiado tentadora como para no aceptarla ¿Cuándo había cenado en un restaurante de las ruinas? Nunca. Quizá sí en el hotel de Mettaton, pero no lo contaba como una cena ¡Sans ni siquiera le había invitado algo!
Aceptó al instante, de todos modos Toriel no se había tardado porque regresó a tiempo para ayudarlo a secarse el cabello. Aparentemente ella quería ayudarlo a arreglarse para salir.
Por su parte no le molestaba en lo absoluto. Toriel se había sentado con él en la cama para cepillarle el cabello, y estaba seguro de que ella sabía que no era necesario que lo hiciera porque rara vez se despeinaba, sin embargo no se quejaba, no había nada que recriminarle. Quizá ella solo quería mimarlo un rato y eso es todo ¿Haría un escándalo solo por eso? Nah.
Su madre tarareaba muy por lo bajo mientras continuaba sus atenciones. Sus manos eran gentiles y suaves, como si temieran jalarle del cabello por accidente. Ese trato en conjunto con su voz era la receta perfecta para relajarlo. Si no fuera porque la cena seguía en los planes él ya se habría quedado dormido.
Frisk volvía a recordar ahora lo afortunado que era teniendo a Toriel cerca, pero… Desde ayer no dejaba de pensar en lo mismo que lo había estado molestando desde siempre, pero que después del día de ayer se volvía más evidente. Se reprochaba por dejar que semejante estupidez evitara que disfrutara al máximo del cariño de su madre, pero… Quizá no era una estupidez después de todo.
Le daba rabia no comprender lo que lo atormentaba. Para ser un niño debería ser fácil calificar los sentimientos, solo que él ya era pre adolescente, no estaba seguro de si podía seguir llamándose "niño" a sí mismo por más tiempo.
¿Qué era esto? ¿Por qué sentía como si algo faltara? ¿Por qué se sentía incorrecto? Cada vez que alguien dejaba en evidencia que era un chico algo desencajaba. Al principio pensó que se debía a esas prohibiciones que los humanos le inculcaron solo por eso, por ser un niño, pero incluso ahora que con Toriel se sentía libre de esas restricciones… Seguía siendo igual.
—¿Qué ocurre, tesoro?
La voz de su madre lo sacó de sus cavilaciones repentinamente, pero se esforzó por sonar como si nada pasara. —Nada, solo… Estaba pensando.
—Ya veo. —Dijo ella, siempre parsimoniosa ante todo. —¿En qué? Debe ser algo importante para que estés así de agobiado.
Frisk se sorprendió de la rapidez de Toriel al llegar a esa conclusión. Fue su error el subestimar la suspicacia de una madre y ahora lo estaba pagando, sintiéndose nervioso de no saber cómo explicarse a sí mismo.
—Nada, es… Es una tontería.
—Nada de lo que te preocupe es una tontería, mi niño. Tus sentimientos siempre serán importantes, y a veces para lidiar con ellos uno tiene que saber qué provoca ese sentir. —Ella explicaba dejando el cepillo a un lado para poder concentrarse mejor en él. —Hablar de lo que sientes a veces es de ayuda.
Él bajó la mirada sin saber qué responderle. Si algo había quedado en él de los adultos que lo habían cuidado era que los de su edad solían preocuparse por tonterías sin sentido, cosas que no merecían ser escuchadas, algo que desaparecería debajo de la alfombra. "No tienes motivo alguno para estar así. No es importante" o "Los chicos no lloran" era algo común de oír a su alrededor ¿Para qué hablar de lo que lo molestaba? ¿Para qué molestarse en intentar expresarse? El mundo se había encargado de hacerle saber que no importaba en lo absoluto, que ahogándose en su pesar aprendería una cosa o dos que le servirían de algo en el futuro.
Y ahora… Resultaba chocante que Toriel le dijese que después de todo, si algo lo angustiaba, no tenía por qué ser algo tonto.
—No te obligaré a decirme nada si no estás cómodo con eso, Frisk. Pero quiero que sepas que si algo te molesta puedes decírmelo, no voy a juzgarte y te escucharé.
Frisk posó su mirada frente a él. En medio de su indecisión para elegir qué usar para la cena había dejado el vestido sobre la cama al lado del smoking de Chara que encontró el día anterior. Sabía que tenía que escoger uno de los dos, y no es que le molestara usar uno de ellos, pero… Pensarlo demasiado le daba un sentido diferente a las cosas.
Quería decirle a Toriel todo lo que estaba pensando, pero su mente era un desastre. No sabía por dónde empezar ¡Ni siquiera entendía qué le estaba pasando! ¿Cómo iba a poner en palabras algo que él desconocía? Era tan frustrante que ahora que le daban la libertad de hablar no supiera qué decir.
—Yo solo… No sé por qué a veces… No sé, siento que hay algo que está mal conmigo.
Al escuchar sus palabras, Toriel decidió moverse a su lado para hablar cómodamente. No dijo nada, seguía en silencio para darle el permiso de hablar.
—Es como si no perteneciera a ningún lado, como si yo no… Como si no encajara ¿Sabes lo que quiero decir?
—Uhm… Eso creo.
Frisk decidió seguir, le constaba que Toriel no comprendía todavía a dónde quería llegar ¡Ni siquiera él lo sabía! —Es solo que… Siempre dicen que naciste para ser algo, pero… ¿Y si no me gusta ese algo? ¿A dónde voy? Porque dicen que solo existen dos caminos y nada más, pero… No quiero elegir ninguno. No quiero el camino que se supone que debo seguir y tampoco quiero el segundo. Dicen "eres esto o aquello" pero… Creo que entonces no soy nada.
Ambos se quedaron en silencio y él empezaba a arrepentirse de haber hablado. Su madre de seguro no entendía de lo que hablaba. Suspiró en medio de su frustración con un nudo en la garganta, no quería llorar ahora, sin embargo no podía seguir con esa opresión en el pecho.
No sabía hasta donde llegaba la tolerancia de Toriel ¿Qué pasaría si esto lo rebasaba por completo? Tenía que arreglarlo pero ya.
—Lo siento. Sé que me has tratado muy bien y me gusta cuando me halagas, pero yo…
—No te gusta cuando me refiero a ti como un chico ¿Verdad?
Él levantó la mirada hacia Toriel, todavía impresionado de cuán fácil le resultaba hondar en su dilema como si para ella fuese cosa de todos los días. Era igual que cuando le encontró admirando aquel bello vestido, su forma de verlo no había cambiado en lo absoluto.
No podía comprenderlo ¿Por qué para ella todo eso estaba bien? ¿Por qué no era como el resto de adultos humanos? ¿Por qué nadie ahí era de ese modo? ¿Es que acaso se había perdido de algo? ¿Por qué cada vez que esperaba una bofetada acababa recibiendo una caricia? No encontraba forma de salir de su agobio y Toriel seguía hablando con calma, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
—Frisk, está bien si te sientes de ese modo. Mira, noto cómo reaccionas a todo y… No sé de qué forma los humanos tratan con estas cosas, pero si crees que me parece extraño o algo malo… No es así. —Hizo una pausa, acariciando su cabello y luego se levantó de la cama tomando el vestido y el smoking. Miró ambas prendas un momento y las alzó en cada mano. —Si quieres elegir uno está bien, si vas por una opción diferente también está bien, si eliges ambas está bien, y si todavía no estás listo para elegir algo eso también está bien. Es como cuando yo quiero elegir caramelo o canela ¡No puedo! Así que creo mis propias opciones.
—P-Pero… —Frisk tragó, esperando que eso se llevara el nudo en su garganta y su confusión. —Ese es el problema ¡No es que esté eligiendo! No es lo que quiero, es lo que soy ¿Qué soy? No siento que sea una niña tampoco ¿Entonces qué soy? No tengo una tercera opción.
Toriel alzó una ceja, quizá como sorprendida de que dijera eso. —Uhm… ¿Sabes lo que es el género no binario, Frisk?
Él ladeó la cabeza sin saber de qué estaba hablando, y supo que Toriel lo notó porque sonrió como cuando iba hacia ella con dudas infantiles.
—Hay personas que al igual que tú no se ven a sí mismas como mujeres o varones, sino como algo diferente. No son ambas y tampoco es que sean nada, tan solo están en un tercer sendero entre los demás. —Explicó pacientemente y dejó la ropa que había tomado de nuevo sobre la cama. Frisk la miraba atento, sin poder procesar aún que hubiese una respuesta a su pregunta. —No tiene nada de malo no ser lo que los demás esperan de ti solo por cómo te ves o cómo eres.
—Pero ¿Qué hay de ti? —Soltó atropelladamente. Esa cuestión había llegado a su mente hace un segundo y sentía que moriría si no obtenía una respuesta ahora. Se sintió muy estúpido al decirlo tan de repente, casi interrumpiendo a Toriel, mas no pudo evitarlo. —¿Qué piensas tú?
—No importa lo que yo quiera o piense, Frisk. Es tu felicidad y tu forma de percibirte a ti mismo. Nada más importa que tu propia felicidad. Cómo sea que te identifiques o a quién ames debes saber que todos deberían respetarlo, y nunca te disculpes por ser así. —Declaró, y seguidamente se movió hacia la canasta de ropa limpia que había traído con ella cuando vino a la habitación. Frisk ahogó un suspiro cuando ella le regresó a sus manos el suéter a rayas que había ensuciado hace días, y que había extrañado a pesar de que le gustó cambiar su estilo de vestir. —Seas chico, chica o cualquier otra cosa… Sigues siendo Frisk. Eso no cambiará.
Un reflejo involuntario hizo a Frisk abrazar su suéter, y así se quedó, callado y perdido en su propia mente mientras procesaba a su ritmo todo lo que Toriel le había dicho. Tanta información lo había dejado algo perplejo, más que nada porque no imaginaba que hubiese una opción que lo dejara satisfecho.
—No tienes que saberlo ahora, puedes seguir pensando en eso y tomarte tu tiempo. Solo quiero que sepas que si te incomoda que me refiera a ti como un chico entonces no lo haré. Y si quieres que en vez de llamarte "él" te llame "élle" como hacía cuando apenas nos conocimos, lo haré, corazón.
Frisk murmuró todavía con el rostro medio hundido en el suéter. Le costaba dejar las palabras salir. —Yo… Creo que me gusta este tercer camino y… "élle" estaría bien.
Sin tener que decir más, Toriel se sentó de nuevo en la cama con una sonrisa satisfecha. Frisk seguía entre mareo y aturdimiento, sin saber bien qué decir o cómo reaccionar, solo pudo responder a sus propios impulsos cuando la mujer tocó su hombro e inmediatamente se abalanzó a sus brazos como un niño pequeño y empezó a llorar. Toriel suspiró conteniendo a su niñe en un abrazo fuerte y protector, dejando que su llanto cesara por sí solo.
Frisk no lo sabía ¿Lloraba de tristeza porque nadie le dijo esto antes? ¿Era rabia por esta angustia que cargó consigo por años? Sí, era todo eso, pero también era un llanto de alivio. Ahora sabía que no era algo raro, que no había nada de malo en élle, que había gente igual a élle que sabían cómo se estaba sintiendo incluyendo a Chara también.
Ahora sabía que sí tenía un lugar al cual pertenecer.
Dejó que todas sus lágrimas lo liberaran de ese tormentoso pesar y que el afecto maternal de la cabra le devolviera lentamente a la realidad, terminando por estar acunade cálidamente en su abrazo. Finalmente encontró la pieza que faltaba.
—Y-Yo… Uh… Cielos. —Se rió entre lágrimas, todavía sin soltarla. —Debes creer que tanto drama solo por un género es algo tonto.
—No creo que el descubrimiento de la identidad sea tonto. Tal vez no entienda por qué es tan importante saberla, pero… Creo que es difícil juzgar cuando no sientes el dolor en el corazón de otros, mucho más cuando sé que tú no vienes de este mundo.
Frisk asintió soltando un suspiro y finalmente se separó de Toriel mientras ella secaba sus lágrimas.
—Entonces… ¿Sabes qué quieres usar para salir a cenar, mi niñe?
—Quiero usar mi suéter.
