Advertencias: No muchas, la verdad, más allá de ser un AU. Bueno sí, que las actualizaciones -si hay- serán muy lentas. No solo escribo lento, sino que últimamente apenas tengo tiempo, y esta es una historia que nace sin rumbo, pero a algún puerto llegará, algún día.

Espero os guste el inicio.

:)


1. Turno de noche


Odiaba hacer turnos de noche. Sí, apenas le tocaban, gajes del oficio, trucaba los calendarios y nadie le podía decir nada aunque aquello fuera un secreto a voces en la empresa.

Las noches eran largas, pesadas aburridas y ante todo, estar allí le obligaba a no estar dónde quería. Deslizó el dedo por la pantalla del móvil desganado, antes de gruñir, bloquearlo y dejarlo sobre la mesa.

Se pasó la mano por la cara, y se levantó resoluto. Salió del despacho, atravesó los pasillos que se iluminaban a su paso. Excepto la tercera bombilla antes de la escalera, tomó nota, estaba así desde la última vez que hizo noche, sonrió y saltó los primeros escalones hasta dos plantas más arriba. Sacó la tarjeta de identificación y la pasó por el lector de la puerta de la cocina. Otra nota, cambiar la música de ambiente, estaba cansado de la misma y precisamente no ayudaba a que fuera más distendido, sino que le enervaba. Abrió la puerta del mueble, escaneó las dos baldas y sonrió al ver lo que buscaba. Alargó la mano, tomó una cápsula, la puso en la cafetera y un vaso de plástico del dispensador del agua. Se había olvidado el suyo, en casa. Se había olvidado hasta la comida, pero por suerte muchos de los locales alrededor del edificio no cerraban. Saludaría a un par de amigos en un par de horas, solo esperaba que no se pusieran pesados con la bebida.

El suave olor a café caliente invadió la estancia en cuestión de segundos haciéndola más acogedora, de pronto, podía cerrar los ojos y casi pensar que estaba en su casa. Se pasó la lengua por los labios y suspiró, ojalá. Ni siquiera sabía por qué esa noche tenía que estar allí.

Tomó el vaso por el filo de la boca, bastante caliente, y con él se acercó a los grandes ventanales, las vistas eran exuberantes, seguramente lo único bueno que tenía aquel trabajo, poder disfrutar de ese edificio que se alzaba sobre la ciudad como un mal presagio. Observó las pequeñas luces del tráfico nocturno, las escasas ventanas iluminadas, miró el reloj, todavía no eran ni la una y ya parecía que la ciudad moría rápidamente. Bebió un primer sorbo abrasador del café, intenso como más le gustaba, dejándole aquel amargor en la boca como la vida misma. Dejó el vaso sobre el mostrador, y abrió la ventana. Se dejó caer sobre el quicio, disfrutando del suave viento de primavera. Ojalá una excusa para sabotear el turno y que pudiera irse a casa antes de tiempo.

Otro sorbo de café. Tenía pendiente el tema de alterar el sistema para que su amigo apareciera como contratado, se lo había prometido, y bueno, esa noche era el momento perfecto para ello.

Algún provecho podría sacarle, no todo iba a ser malo.

Aunque tenerlo allí con el carácter que se traía, podría llegar a acabar mal. Si tan solo no se lo hubiera prometido… Con suerte, él mismo se las apañaría para que lo echaran en unas semanas, como en los trabajos anteriores.

Negó entre sorbos, por muy amigo suyo que fuera, sabía que aquello terminaría siendo un error. Solo esperaba que no se lo colocaran a él, amigos y superior nunca fueron bien de la mano.

Suspiró y cerró la ventana, apuró el resto del café. Antes de salir hojeó las estanterías a la búsqueda de algo para picotear, otro punto en contra de hacer noches: mala alimentación. Por fortuna, no encontró nada. Y con las manos vacías salió de la cocina, atravesó de nuevo los pasillos y bajó los dos tramos de escaleras. La maldita tercera bombilla destellaba a ratos, se encargaría no solo de pasar la incidencia sino de asegurarse que la arreglaran lo ante posible.

Y se quedó quieto en mitad del pasillo. Su despacho estaba al final. Delante de la puerta, una chica llamaba insistente.

—¿Puedo ayudarte? —masculló hastiado.

—Estoy buscando al informático que no me responde, pero parece que no…

—Estaba en la cocina.

Maldijo internamente por partida doble, sí, se había olvidado el móvil para estar pendiente de las incidencias, pero sobre todo porque justo había una. Esa noche. Esa maldita noche tenía que pasar algo.

—Ah, lo siento, es que es mi primer día en esta oficina, bueno noche —sonrió levemente—, perdona.

—No es nada —se adelantó unos pasos, abrió la puerta de su despacho, y tal como esperaba, se encontró los mensajes en la pantalla—. Fuu… ¿se ha apagado y no reinicia?

—Así es —la chica no se había movido del quicio de la puerta.

—Está bien —bloqueó la pantalla del ordenador, cogió el móvil, ahora sí, y salió de nuevo.

Cerró con llave el despacho, al menos mantener las apariencias de que miraba por la privacidad de los datos de la empresa, y le señaló el camino. Ya tenía apuntado el nombre de la chica para investigar cuando solucionara aquello, ahora descubriría la sección en la que trabajaba.

La chica fue a paso seguro hacia los ascensores, pasó su tarjeta y pulsó la planta 19 cuando entraron.

—¿Márketing a estas horas? —masculló despreocupado.

—Gestión de contenido, era el único sitio donde había un hueco libre por lo que tengo entendido.

—Por la noche esto suele estar bastante vacío.

—La gente es muy desconfiada de dejar su espacio a otra persona —susurró clavándole la mirada.

No le quedó más remedio que bufar una sonrisa, qué iba a decir él que se agenció un despacho propio e individual en cuanto tuvo oportunidad. De pronto se dio cuenta y tendió la mano.

—Ferio Cefiro.

—Fuu Hououji, encantada.

—Bienvenida, Fuu.

Las puertas del ascensor se abrieron y le condujo a través de los cubículos hacia uno que daba directamente a las cristaleras. Quizá era la planta 19 y el único sitio libre,

—Pero te han dado un buen sitio.

—No me quejo —sonrió y Ferio notó un pinchazo en el pecho—, si tan solo no tuviera vértigo, lo disfrutaría más.

—Nunca llueve a gusto de todos —masculló, se acercó a la silla y comenzó a investigar—. En negro, ¿verdad?

—Totalmente.

Los cables estaban conectados a la luz y la electricidad activa, comprobó el mismo enchufe con el flexo. De nuevo le dio al botón de inicio y acercó el oído, ni el ventilador sonaba.

—Se ha quedado frito.

Tomó el portátil, lo giró entre manos, con el número de inventario que tenía era obvio que iba a dar de sí de un momento a otro. Chascó la lengua y repasó mentalmente los ordenadores de repuesto que tenían disponibles.

—¿Por qué te han dado esta antigualla? ¿No tendrías que usar uno de torre?

—No hago las normas, supongo que porque fue todo algo precipitado. Y no, no me han prometido torre todavía.

—Está bien —Se recostó sobre la silla—, espero que hayas guardado los cambios y trabajado desde el servidos. Podré recuperar cosas de este, te las pasaré cuando las tengas, pero mientras vas a tener que usar uno nuevo. ¿Cuánto tiempo de buffer tienes?

—Puedo estar en correos y comunicación en el móvil, pero poco, supongo que te lo dirán mucho.

—Vale, vamos a hacer algo que espero no salga de aquí.

Tomó su móvil y se movió rápido por la pantalla. Un par de toques y tendría toda la información que necesitaba. Se levantó hacia dos mesas más atrás y encendió la torre. Tecleó la contraseña del ordenador y miró a la chica.

—Caldina está de vacaciones esta semana, así que hoy podrás usarlo mientras te preparo uno nuevo, y ya me encargo yo de borrar el rastro que dejes.

—Esto no es legal y va contra las normas, ¿verdad? No quiero que me larguen tan pronto.

Sonrió, por primera vez sonrió dejando que los hoyuelos se le marcaran en las mejillas.

—Confía en mí, Fuu.

—No tengo más remedio.

Le gustó la respuesta. Se levantó del asiento y en un gesto le dio paso a tomarlo ella.

—Vuelvo en un rato con uno nuevo.

—Gracias.

Antes de darse cuenta, la chica estaba perdida en un sinfín de archivos en el ordenador, se manejaba rápido. Asintió, y se marchó. De nuevo al ascensor, no le gustaba especialmente pero tenía que bajar al sótano. Mientras chequeaba en el móvil en el inventario dónde estaban los malditos ordenadores de repuesto. Solo esperaba que los que pidió la semana anterior hubieran llegado porque si no se iba a tener que tragar las palabras.

Asintió al ver que sí, bueno, solo dos de los diez que pidió habían llegado, y nadie le había informado. Le pegaría un tirón de orejas a un par de personas cuando solucionara aquello.

—Hey, Ferio —había guardia también en el almacén, saludó con un gesto de la mano.

—Cleff, ¿cómo va todo?

—Bien, mejor que tú al menos, algo jodido tiene que pasar para que estés aquí y más de noche. No me digas que se ha ido todo el sistema a la mierda. O sí, es buena excusa para echar el cerrojazo.

—Ojalá. Se ha muerto un ordenador y tengo que cambiarlo.

—¿Y te han llamado para eso? —preguntó mientras tecleaba en la pantalla buscándolo.

—Estoy de noche, por mucho que te sorpresa.

Justo las palabras para que el interpelado se girara de la pantalla al hombre. Hasta que un rayo de comprensión cruzó sus ojos.

—Claro, claro, el cerebrito empezaba hoy, te han puesto de niñera.

—¿Cerebrito? —Parecía que era el último mono en enterarse de algo importante.

—Ferio Cefiro, no quiero ser yo quien te dé los cotilleos, no quiero malacostumbrarme a tener ese poder…

—Pues esta noche estás de suerte —sonrió palmeando su hombro.

El hombre salió de su mesa con el número apuntado, y juntos se internaron en el laberinto de estanterías hasta la adecuada.

—Fuu Hououji, nueva gestora de contenido, viene de un par de empresas gordas, de puestos muy rimbombantes, si averiguas por qué te invitó a algo. Lo que sí que sé es que se la rifaban. Han pagado bastante, y tiene más vacaciones que el resto.

—¿Más que yo? —Cleff le miró de reojo antes de sacar la caja del ordenador.

—Eso es imposible, siempre, siempre, tienes los días de vacaciones intactos hasta octubre, sino fuera porque es imposible, te pillarías diciembre entero de vacaciones. Y seguirían quedándote días.

—Hago demasiadas horas extras —se encogió de hombros.

Tomó la caja del ordenador y volvieron a la mesa del almacén.

—Me firmas la retirada y ¿te veo luego para un café?

—Hecho —hizo un garabato, por desgracia no todo se podía hackear— Nos vemos luego y me cuentas qué tal está Umi.

—Y tú me pones al día de Fuu.

Asintió y con el ordenador marchó de nuevo al ascensor. Abrió el despacho, dejó la caja sobre el escritorio. Se volvió a su ordenador e hizo dos cosas: teclear el nombre de la chica y meterse en la cámara de seguridad de la planta 19. Estaba dónde la había dejado, y por desgracia aquel sitio no le daba unas buenas vistas.

Comenzó a desembalar el portátil, enchufarlo a la red y encenderlo. A la par que pasaba por el asistente de inicio, leía en vertical en su pantalla. Joven. Brillante. Guapa.

Terminó de conectar el ordenador a la VPN de la empresa y puso a instalar los programas y pegar los datos básicos. Con ello tendría tiempo para revisar aquella foto.

Quizá porque se habían vistos solos en el ascensor o por la actitud, no parecía tan pequeña ni menuda como en aquella imagen. Tenía unas facciones bonitas, lo admitía, y unos ojos demasiado atractivos. Tragó con dificultad, no se dejaba llevar por el físico, pero admitía estar haciéndolo en ese momento.

Se volvió con reticencia al ordenador, otro instalador, otro pack de programas imprescindibles. Cuando se detuvo dentro de la mecánica del trabajo. No le iba a instalar ese programa en concreto. Un desliz lo tenía cualquier y más a esas horas de la noche.

Una hora después, estaba todo listo para empezar a usarlo. Se aseguró, eso sí, de instalar un par de programas extras para mejorar el rendimiento del ordenador, y con el nuevo cacharro entre la manos, volvió a salir del despacho.

Al menos, ahora sabía bien por qué esa noche le había tocado a él pringar. Subió en el ascensor y tal y como se la dejó, estaba inmersa en su trabajo que no le sintió llegar.

—Fuu —llamó levemente.

No hizo señal de darse cuenta, se aclaró la garganta y volvió a llamarla.

—Me has asustado —masculló la chica al saltar en la silla.

—Lo siento —susurró incapaz de enmascarar la sonrisa—, aquí está el pequeño. Te lo conecto a tu puesto.

—Vale, muchas gracias.

El diálogo murió al tiempo que volvía a la pantalla. Elevó las cejas, esperaba que fuera algo importante lo que estuviera haciendo. Se movió a su mesa, conectó el ordenador a la red, lo puso sobre el stand y lo encendió. Entró primero con su contraseña de administrador, conectó los periféricos y se aseguró que todo funcionaba. Cerró la sesión y se giró hacia ella.

—Está listo —dijo bien alto para asegurarse de que le escuchaba.

—Dame un segundo que termino esto y lo guardo.

Se quedó en el sitio. Ahora sí, la observó con cuidado. Llevaba una sudadera ancha, seguro que por ello no tuvo esa misma sensación de menudez que en la imagen, pero sus facciones eran las mismas. Chascó la lengua, otro lugar, otro momento, se lo plantearía, trabajando en el mismo lugar no lo tenía tan claro.

La chica suspiró llamando su atención, la vio dejarse caer un momento sobre el ordenador, antes de levantarse con muchos aspavientos. Sonrió.

—¿Es algo gordo?

—Odio cuando tengo que actualizar algo de código, solo es eso.

—¿Cuál?

—Bueno, eres el informático, quizá me venga bien aprovecharme.

Ferio rio levemente, así era como siempre empezaban las cadenas de favores y este era uno que estaba muy dispuesto a cobrarse.

—Déjame verlo.

La chica se acercó, se inclinó sobre el ordenador y sobre él, al tiempo que le robaba el ratón para abrir el archivo. Él cerró los ojos, sintiéndose de pronto inundado por un maravilloso aroma a flores, demasiado dulce, demasiado atractivo.

Frunció el ceño.

—No eres de aquí, ¿verdad? —masculló rápido.

La chica se quedó quieta y movió los ojos sobre él, notó esas pupilas clavándose en él, todas las alarmas se habían disparado, y era demasiado tarde.

—No…

—Ya irás viendo que es un sitio interesante —se mordió el labio incapaz de ahogar sus palabras—, pero ten cuidado de noche, puede volverse un sitio peligroso.

—No creo que mucho más que—

—Créeme —la miró a los ojos—, lo es.

—Gracias por la advertencia —bufó enfadándose—, si conoces algún sitio bueno también me lo puedes contar.

—Solo estaba intentando…

—Nada, no te preocupes. Por ahora, estaré aquí por las noches entre semana, y los fines de semanas me aseguraré de recogerme antes de que anochezca.

—¿Vas a trabajar de noche? —frunció el ceño.

—Sí, por ahora sí, y está todo más tranquilo, está bien para empezar a acostumbrarse al nuevo puesto.

No le quedó más remedio que darle la razón ladeando la cabeza, y tomar nota mental, cambiar el calendario para hacer unas cuantas noches seguidas.

—A ver ese código.

—Sí, ahí lo tienes.

El hombre escaneó la pantalla, limpio, claro, sin muchos nudos. Frunció los labios y asintió.

—¿Sabes programar?

—Lo básico de algunos lenguajes, como ves tengo que usarlos —mintió, sabía bastante, había acudido a él precisamente porque sabía que el ordenador estaba muerto.

—Me gusta —susurró sin pensar.

Se volvió hacia el ordenador, se movió entre el código, cambió una parte y tecleó un nuevo nudo.

—Con esto irá un poco más rápido, pero la integración no se verá afectada. Está muy bien.

—Gracias.

—Si está todo resuelto por aquí, ahora limpiaré el ordenador de Caldina. Cualquier cosa que necesites —abrió el bloc de notas y tecleó—, avísame a mi número, será más rápido.

—Está bien —negó con la cabeza en una corta sonrisa—, lo haré, pero es la primera vez que usan esa excusa para darme un número.

El hombre se giró hacia ella elevando las cejas.

—¿Crees que estoy intentando ligar contigo? —autocontrol para que su voz no le delatara ante todo.

—Espero que no.

Aprovechó el momento que ella misma le había ofrecido para mirarla de arriba abajo.

—No, no eres mi tipo.

Y con ello se levantó, hacia el ordenador de Caldina.

—He limpiado algunas cosas, pero sé que lo harás mejor.

—Gracias por hacerme el trabajo más sencillo, Fuu.


N/A: Espero que os haya gustado, o al menos picado la curiosidad por qué pasará.

Si os apetece, no os olvidéis que podéis comentar, poner en favoritos/alert y todas esas cosas que me hacen sonrojar y que agradeceré hasta la eternidad.

También acepto amenazas, pero sólo si están recubiertas de chocolate :3

¡Muchísimas gracias por leer!

PL.